Autor: CNMH

No más secuestros

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Juan Sebastián Sanabria

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Juan Sebastián Sanabria

Publicado

04 Jun 2019


No más secuestros

Quiero presentar un saludo muy especial a todos los presentes, a las víctimas del secuestro de La María, a las autoridades civiles y religiosas, a la doctora Susana Correa, directora del Departamento para la Prosperidad Social de la Presidencia de la República, a nuestro amigo Diego Arias impulsor de este evento, al joven artista Juan Daniel Otoya Vernaza y a todas las personas que han hecho posible este acto de recordación.

Hoy 30 de mayo de 2019 nos reunimos para rendir tributo a las víctimas de una de las acciones más crueles cometidas por las guerrillas colombianas, la del ELN en este caso. El país no había salido del estupor y el repudio por las atrocidades cometidas por las mafias narcotraficantes, los grupos paramilitares y las guerrillas entre los años 80 y 90 del siglo pasado.

El secuestro de cerca de 150 personas sacados a la fuerza de un acto religioso en un sitio de culto confirmó el rumbo terrorista de un proyecto que en principio se presentaba bajo un manto revolucionario y que, con el paso de años de infructuosos intentos por coronar el poder por la vía de las armas y el fracaso en ganar el apoyo de la población que decían representar, cayó en la fosa de la degradación en la que todos los crímenes, incluso los más horrendos, tenía justificación.

A la acción depredadora e inhumana de las guerrillas no escapó ningún sector social ni político ni económico. Pueblos misérrimos, empresarios, periodistas, sacerdotes, docentes, campesinos acusados de soplones, gentes común y corrientes, policías y soldados y hasta el medio ambiente sufrieron ataques inmisericordes.

Las guerrillas colombianas en todas sus siglas convirtieron su ideología marxista leninista y revolucionaria en patente de corso para barrer con los más elementales principios de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Se validó y dio por legítimo el secuestro, el asesinato de civiles, el uso de armas artesanales como los cilindros-bomba y las minas antipersonal, la voladura de oleoductos con la consecuente contaminación de ríos y afluentes, la muerte de millones de peces y aves y el daño a los acueductos. Derribaron torres de energía para privar al pueblo de este servicio público, usaron animales, bicicletas, collares y hasta niños cargándolos con bombas para, supuestamente, propinarle golpes al enemigo.

El ejercicio de recordar el secuestro de muchos de ustedes no tiene la finalidad de estimular un sentimiento de venganza ni de alimentar el odio contra los responsables de estos crímenes de lesa humanidad que no fueron actos aislados que se puedan calificar de errores o hechos aislados pues se practicaron sistemáticamente, con plena conciencia y total cinismo justificatorio.

Lo que nos anima en esta conmemoración y en todos los trabajos que hacemos diferentes entidades estatales y cívicas es, por el contrario, doblemente positivo. En primer lugar porque hemos comprendido que para las generaciones actuales y futuras es un deber moral y ético no echar al olvido tanta degradación  y el dolor causado a miles de familias que sufrieron tan intenso dolor, de tal manera que podamos erigir como parámetro infranqueable el principio de no repetición exigible a los victimarios de todos los colores: guerrillas, paramilitares, agentes del estado y grupos armados organizados e ilegales

En segundo lugar, queremos que los crímenes atroces no reciban el beneficio de la amnistía ni el perdón gratuito de los ciudadanos hacia los autores, sino que se aplique la justicia en términos transicionales. La noción de justicia transicional no puede ser entendida como impunidad sino como castigo regulado y reducido como está estipulado en la justicia internacional y en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de la que Colombia es signataria.

Hoy quiero confirmar que el Centro Nacional de Memoria Histórica conformó un equipo profesional bajo el liderazgo de Diego Arias, para adelantar en esta ciudad (Cali) la recuperación de la memoria de las víctimas del secuestro masivo de La María, de las víctimas del secuestro del kilómetro 18, ambos crímenes cometidos por el Eln, y además, la de los familiares de los asesinados Isaías Duarte Cancino obispo de esta ciudad y del miembro del Comité Central del partido Comunista Colombiano, José Cardona Hoyos asesinado por las Farc por oponerse a la combinación de todas las formas de lucha.

El Centro Nacional de Memoria Histórica tiene por objeto misional la recuperación y conservación de la memoria de las víctimas de las violencias políticas que han sacudido el país desde 1985 para contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido. Por supuesto, y no sobra reafirmarlo en este escenario, queremos que nuestra labor misional contribuya a la obtención de la paz. Estoy convencido que llegaríamos más pronto al disfrute de la anhelada paz, si la buscamos dignificando a las víctimas y aplicando los principios de la justicia transicional. Pero también elevando un clamor nacional para que el Eln, la llamada disidencia de las Farc y otros grupos armados organizados e ilegales se comprometan a cesar todo tipo de hostilidades en el entendido de que el pueblo colombiano será, como ya ha sido y lo ha demostrado, generoso en el perdón y en la reintegración de sus militantes.

Los invito a visitar la exposición del artista Juan Daniel Otoya Vernaza cuya familia fue una de las víctimas del secuestro masivo.

Darío Acevedo Carmona, Cali 30 de mayo de 2019
Director General Centro Nacional de Memoria Histórica

 


Darío Acevedo, Ex Secuestrados, ExDirector CNMH, Iglesia La María, Memoria, Secuestro, Víctimas

16 historias sobre el secuestro de policías y militares

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CNMH

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CNMH

Publicado

04 Jun 2019


16 historias sobre el secuestro de policías y militares

La guerra en Colombia dejó 1.214 militares y policías secuestrados por las guerrillas de las Farc y el Eln. Sus memorias, plasmadas en nuestro más reciente informe “Recuerdos de selva. Memorias de integrantes de la Fuerza Pública víctimas de secuestro”, que hoy presentamos de manera digital, hacen parte de una serie de trabajos realizados por el CNMH desde el 2014.


El secuestro perpetrado por las Farc produjo unas de las imágenes más indignantes del conflicto armado colombiano: personas encadenadas, demacradas, algunas veces encerradas entre alambres de púas, tratando de mantener la compostura mientras grababan un mensaje en video como prueba de supervivencia.

Esas imágenes, que se convirtieron en el retrato de la degradación de la guerra, quedaron grabadas en la cabeza y corazón de gran parte de los colombianos. Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), un total de 31.021 personas fueron secuestradas en los últimos 50 años, de ellos, 1.214 eran militares y policías.

¿Qué pasó con ellos después de esos largos años de encierro? Esa es la pregunta que busca responder el informe Recuerdos de selva. Memorias de integrantes de la Fuerza Pública víctimas de secuestro, la tercera entrega de un proyecto que inició en el 2017, y que hoy es presentado de manera digital al público.

“Queríamos revisitar a las personas que padecieron este flagelo y preguntarles en sus propios términos qué fue el secuestro para ellos”, dice María Juliana Machado, relatora del proyecto. Y continúa: “pero más allá de eso, queríamos aprovechar la oportunidad para preguntar ¿cómo es la vida después del secuestro?, ¿cómo han reconstruido sus proyectos de vida? Las personas tuvieron la oportunidad de narrar otros aspectos del secuestro que no habían contado antes”.   

De manera respetuosa con el dolor de las víctimas, el CNMH ha buscado ir en sus trabajos más allá de las lógicas de horror, impuestas por la violencia, como único discurso de lo sucedido. Con esta mirada, en diciembre de 2018 se publicó el informe El caso de la asamblea del Valle: Tragedia y reconciliación, que se convirtió en el primer ejercicio de memoria histórica realizado por los familiares de los diputados del Valle secuestrados el 11 de abril del 2002 por la guerrilla de las Farc. Y ahora, en Recuerdos de selva, nos acercamos a la vida de 16 militares y policías secuestrados por las guerrillas de las Farc y el Eln.

Los momentos de Recuerdos de selva

El informe está dividido en cuatro partes: Quedar secuestrado por el enemigo, El tiempo en pausa del secuestro, La cotidianidad: un entretejido entre daños y resiliencias, y El retorno a la vida en libertad. En ellas está el registro del horror y los daños sufridos por los secuestrados, durante meses y años, en poder de las guerrillas, pero, sobre todo, están las historias de resiliencia de esas víctimas: los desafíos que implicó regresar a la libertad y el nuevo rumbo que tomaron sus proyectos de vida.

En estas páginas el lector se encontrará con el testimonio de José Libardo Forero, policía secuestrado por las Farc durante 12 años, nueve meses y dos días, diciendo: “si esto va a ser una memoria, sirve para que en el futuro las instituciones sepan y entiendan que los que damos la vida por defender una bandera y un escudo, somos humanos, somos seres humanos”.

Y el de Antonio Erira, militar secuestrado por el Eln en 1998, asegurando que durante el secuestro “teníamos un grupito con los policías que nos gustaba mucho el deporte y entonces para pasar el día le dije ‘¡montemos un gimnasio!’, ‘pero ¿cómo? ¿Con qué?’, me dicen, ‘¿cómo vamos a hacer un gimnasio aquí?’, le dije ‘hágame caso, ¡Sígame la idea!’”.

Y también el testimonio de Juan Carlos González Pascuas, secuestrado en 1999 también por el Eln, contando que al ser liberado sus mayores anhelos eran “comerme un pollo asado” y “una pasta de jabón de baño, podérmela echar… apenas llegué a la casa me eché fue un tarro de champú hasta que casi me lo gasto todo (risas)”.

“Los ejercicios de memoria se desarrollaron en escenarios de encuentros grupales con el objetivo de aportar a la dignificación, reconocimiento y visibilización de las víctimas de secuestro integrantes de la Fuerza Pública y sus familias”, explica la relatora María Juliana Machado. Además, dice que sus relatos reflejan tanto sus  vivencias dentro de la institución, como “la humanidad y cotidianidad que trasciende su rol en el Ejército, la Policía o la Armada”. Once de los 16 personajes de este libro, fueron secuestrados por las Farc y cinco por el Eln. La mitad estuvieron secuestrados entre uno y tres años, otro tuvo un secuestro de tres días y, el más largo, estuvo en la selva durante trece años.

Escuchar es tan importante como hablar a la hora de construir memoria. Entre el grupo de personas que hicieron parte de Recuerdos de selva. Memorias de integrantes de la Fuerza Pública víctimas de secuestro había uniformados que nunca habían contado su historia, y para ellos era tan importante tener la posibilidad de oír a sus compañeros, como la de hablar frente al resto. Esta fue, además, una oportunidad para construir lazos de solidaridad. Así, a través del compartir, se fueron forjando dos estructuras que guían el informe: el tiempo en cautiverio y la liberación.

Este ejercicio de memoria, se suma a otros realizados por el CNMH con víctimas del conflicto armado del Ejército, la Policía y la Armada, como Esa mina llevaba mi nombre, la serie radial Los pasos rotos, el informe de esclarecimiento La guerra escondida. Minas Antipersonal y Remanentes Explosivos en Colombia y el especial transmedia Relatos de selva, ejercicio que se hizo en paralelo a esta investigación que hoy presentamos.

Así mismo, van en concordancia con el propósito del CNMH de reconstruir las memorias de las víctimas de la Fuerza Pública y resaltar el trabajo que en ese sentido vienen realizando el Ejército, la Policía y la Armada.

Descargue el libro aquí.

 


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‘Con el Informe Nacional de Pueblos Indígenas entenderán que tenemos otras formas de vivir, de hacer paz y de entendernos con la naturaleza’: Óscar Montero

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Daniel Sarmiento

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Daniel Sarmiento

Publicado

06 Jun 2019


‘Con el Informe Nacional de Pueblos Indígenas entenderán que tenemos otras formas de vivir, de hacer paz y de entendernos con la naturaleza’: Óscar Montero

portada oscar montero pueblos indigenasEste año el Centro Nacional de Memoria Histórica y la Organización Nacional Indígena de Colombia harán el lanzamiento del primer Informe Nacional de Pueblos Indígenas.


“Este informe es muy importante para que las futuras generaciones del movimiento indígena en Colombia no vivan lo que nosotros sí. No quiero que a mi hija la saquen desplazada de su territorio por la violencia o porque está en una zona rica en minerales”, dice Óscar Montero, indígena Kankuamo y coordinador del primer Informe Nacional de Pueblos Indígenas en Colombia.

Y es que desde el Auto 004 de 2009 hasta la fecha, la Corte Constitucional ha estimado que por lo menos 39 pueblos indígenas están en riesgo de extinción física y cultural. “Queremos que el país escuche esa otra historia que no ha sido narrada”, continua Óscar en esta entrevista que le hicimos a propósito de lo que será el primer Informe Nacional de Pueblos Indígenas, una iniciativa de memoria histórica entre la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

La metodología de recolección de información, la presentación de algunos conceptos claves y las expectativas que tiene sobre este documento, fueron algunos de los temas de los que conversamos con el coordinador de este informe que saldrá en el segundo semestre del año.

¿Qué nos puede adelantar sobre el informe?

Este no es un informe que registre únicamente violencias contra nuestros pueblos, no se queda allí. Quienes se aproximen al texto verán las alternativas de vida que tenemos para enfrentarnos a las afectaciones que ciertos actores han querido infringir contra nosotros. Esas alternativas han sido como nuestros “canastos” para poder seguir sobreviviendo. La espiritualidad, la Minga como ejercicio de defensa política, la incidencia a través del diálogo con lo internacional, son algunos de ellos.

Alguien que lea el Informe se va a encontrar con una diversidad fuerte y grande, de múltiples concepciones que los pueblos indígenas en Colombia han venido construyendo con relación al tema del conflicto, al tema de la paz.

También puedo decirles que el conflicto nos ha llevado a ser más fuertes, a pensarnos mucho más nuestros procesos organizativos indígenas, y a proteger nuestros principios del territorio, la autonomía y la unidad.

¿De dónde nace el Informe Nacional de Pueblos Indígenas?

La idea de construir un Informe Nacional de Memoria Histórica para los Pueblos Indígenas en Colombia surge a raíz de un Snariv Étnico. En este, y en el marco del Decreto Ley 4633 de Víctimas del 2011, se establece que una de las funciones que tiene el CNMH es hacer reparación simbólica para con los pueblos indígenas de Colombia.

En ese Snariv Étnico quedó el compromiso de empezar a buscar la forma de poder hacer un informe que dé cuenta de todas las afectaciones individuales y colectivas de los pueblos indígenas del país.

La idea y la necesidad de construir un informe de estas magnitudes implicaba poderlo hacer directamente con los pueblos indígenas y con sus organizaciones como un ejercicio de generar confianza y como un ejercicio de poder, ya que deberían ser las mismas víctimas las que contaran sus propias memorias, su propia historia.

Además, la elaboración del informe se concibió con una perspectiva nacional y eso nos llevaba a pensarnos qué se entiende por nacional, porque las dinámicas y las situaciones del movimiento indígena colombiano tienen muchas aristas: son 102 pueblos, estamos en todos los territorios del país, hay unas afectaciones diferenciadas y además contemplamos las violencias que hemos recibido desde una perspectiva de larga duración; de por lo menos 500 años.

Cuando en abril de 2017 se decidió materializar la propuesta de la construcción del Informe Nacional de Pueblos, consideramos que teníamos que llegar de manera conjunta a los territorios (ONIC y CNMH). Las personas del Enfoque Étnico apoyaron y facilitaron el diálogo y la interlocución con las comunidades y organizaciones. Eran personas que tenían un conocimiento, que habían trabajado con los pueblos y por lo tanto tenían una legitimidad en las comunidades.

  • Investigadores del CNMH y ONIC visitaron las macro-regionales de los pueblos indígenas. – Fotografía: ONIC

  • En los diálogos participaron niños, niñas y adolescentes de los pueblos indígenas. – Fotografía: ONIC

¿Por qué cree que fue seleccionado para ser uno de los coordinadores del Informe?

Yo creo que, en la Sierra, nuestros padres espirituales nos comentan desde un principio que tenemos una misión en este mundo. Los pueblos de la Sierra tenemos cuatro mundos hacia arriba y cuatro hacia abajo; guardamos el equilibrio de esos mundos que son tanto positivos como negativos.

Y en ese mismo sentido, yo creo que se me designó la responsabilidad de hacer este informe, y de esta envergadura, porque soy indígena, porque he pasado por experiencias que me permiten tener una mirada intercultural, porque conozco el movimiento indígena y porque he pasado por la academia, aspecto que quizás puede contribuir a que el informe sea accesible tanto para los pueblos como el resto de la sociedad colombiana.

Sin embargo, creo que la ONIC sobre todo buscaba a una persona que haya sentido y vivido el conflicto. No es lo mismo teorizar o escribir desde las lecturas e investigaciones a hacerlo desde lo que tú has tenido que vivir. A mi papá lo torturaron y asesinaron en 2004. Me tocó asumir el liderazgo que el asumía en el pueblo indígena Kankuamo. Además, he sido víctima de desplazamiento forzado en tres oportunidades.

¿Cómo se realizó el proceso de recolección de información para el libro?

Más que una recolección, las memorias que compartiremos en el informe son producto de unos diálogos de saberes. Somos un equipo de 15 personas, entre integrantes de la ONIC, investigadores contratados e investigadores del Enfoque Étnico del CNMH.

Lo primero que hicimos luego de firmar el convenio interadministrativo entre la ONIC y el CNMH en abril de 2017, fue posicionar el Informe en los sitios de pagamento de nosotros, los pueblos indígenas. Durante dos días expusimos el informe ante los mamos de la comunidad de Ramalito en la Sierra para recibir sus orientaciones espirituales.

Nos entregaron una mochila que es una grabadora, es un símbolo que nos permite recoger esas otras formas de memoria, más allá de la escritura, de los diálogos, de las entrevistas que hace un investigador utilizando una grabadora.

Ya con eso proceso empezamos los diálogos de saberes. Los diálogos de saberes fueron espacios de tres días en los que en las mañanas se hablaba en torno a categorías de resistencia, de origen, de memoria y lucha, por ejemplo. Y en la noche, hacíamos un ejercicio de contar lo cultural, pero ya en los sitios propios de memoria nuestros; el rio, el sitio de pagamento, el sitio sagrado, la Kankurwa, la caja ceremonial, la caja sagrada.

En esos espacios nos contaban cosas del origen, de lo cultural, cosas que no se pueden contar afuera o que por el tiempo sólo se cuenta en su espacio, en su momento y compartiendo el ayo, el poporo, el chirrinchi.

El informe trascendió, navegó ríos y mares, anduvo montañas y desiertos. Queremos mirar cómo podemos graficar eso; esas vivencias recogidas, los colores, las texturas, los idiomas, los cantos, los tejidos.

Adicionalmente, se revisaron documentos de académicos que han estudiado a los pueblos indígenas: historiadores, antropólogos, sociólogos.

 


CNMH, Conflicto, Indigenas, Memoria Histórica, ONIC, Paz

Estas entidades apuestan a cooperar con el CNMH para trabajar por las víctimas

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Juan Sebastián Sanabria

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Juan Sebastián Sanabria

Publicado

10 Jun 2019


Estas entidades apuestan a cooperar con el CNMH para trabajar por las víctimas

  • Directivas del CNMH se reunieron con el Alto Consejero para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, y el Coordinador del Centro de Memoria Paz y Reconciliación.
  • El trabajo conjunto, y la dignificación de las víctimas, fueron los ejes centrales de la primera reunión entre las tres instituciones.

El trabajo conjunto es indispensable al momento de reparar y apoyar a las víctimas en sus procesos de construcción de  memoria colectiva. En ese propósito, directivas del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), se reunieron este viernes con Gustavo Quintero, Alto Consejero para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación del Distrito, y Carlos Arturo Charria, Coordinador del Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá, para  identificar las líneas de cooperación y trabajo conjunto entre las tres instituciones.

Como lo expresó Juan Daniel Salazar, del Equipo de Cooperación y Alianzas Estratégicas del CNMH, “Los mandatos misionales de estas instituciones tienen muchos puntos en común, y a partir de estos encuentros queremos construir espacios en los que sean incluidas narrativas plurales y diversas de las víctimas, pues ellas son lo más importante de nuestros procesos y a las que nos debemos como instituciones y como país”.

Por su parte, el Coordinador del Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá, resaltó la importancia de continuar trabajando de manera conjunta por la dignificación del relato de las víctimas.

“Es muy importante buscar estrategias de manera conjunta para que los cuidadanos puedan comprender e involucrarse con los relatos, reconociendo a las víctimas del conflicto armado y dignificando su voz, más allá de un instrumento político”, agregó Charria.

De igual forma, el Alto Consejero para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, Gustavo Quintero, destacó la importancia del trabajo conjunto y la forma como este es un ejemplo nacional.

“Estamos enviando un mensaje para que todas las organizaciones y las víctimas se unan a este tipo de iniciativas que antes de juzgar y de crear algún tipo de estereotipo, lo que tenemos que hacer como sociedad y como país es caminar de la mano y construir conjuntamente desde las distintas miradas y respetando al otro, entendiendo los distintos dolores de cada uno de los protagonistas del conflicto, también entendiendo que es conjuntamente que se puede, no solamente hacer ejercicios de construcción de memoria, sino también esa tan anhelada reconciliación que necesita el país”, concluyó Quintero.

 


Alto Consejero, Bogotá, Centro de Memoria Paz y Reconciliación, CNMH, Cooperación Internacional, Darío Acevedo Director, Derechos, Paz, Víctimas, víctimas paz y la reconciliación

“¿Cómo nos defendemos si la Ley de víctimas se acaba?”

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Harold García

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Harold García

Publicado

10 Jun 2019


“¿Cómo nos defendemos si la Ley de víctimas se acaba?”

Esta pregunta se hacen María Isabel García y Humberto Ariza, los dos representantes de las víctimas en el Consejo Directivo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), quienes, de manera franca, le piden a la Corte Constitucional ver con detenimiento la demanda impuesta por los exministros Juan Fernando Cristo y Guillermo Rivera para ampliar la Ley 1448 hasta 2030.


En el momento que María Isabel García tuvo que desplazarse de la comuna 13 de Medellín, en 2010, su mente y corazón estaban luchando contra todo vacío interior causado por el conflicto, y su única motivación era salvar a su familia. Junto a su esposo, y sus cuatro hijas,  empacaron sus recuerdos y emprendieron un recorrido incierto. El desplazamiento, a simple vista, generó en ella marcas invisibles que se esconde en su enorme sonrisa. Hoy, 9 años después, con 50 años, es la coordinadora de la Mesa de Víctimas de Risaralda, donde, con el tiempo y tenacidad, se convirtió en una líder indiscutible en la región, recibiendo, lastimosamente, no sólo buenas noticias por su trabajo: “Actualmente cuento con esquema de seguridad por amenazas”, dice.

Esta mujer, de pelo rubio y ojos verdes, decidió empoderarse de las más de 500 personas sin identificar (NN) que se encuentran enterradas en el cementerio Monseñor Jesús María Estrada de Marsella, un lugar de estructura majestuosa, bella, que es patrimonio artístico e histórico de la Nación. “Hoy el municipio debe ser un lugar priorizado por la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, ya que contamos con 573 NN enterrados en el cementerio”, insiste María Isabel.

La desaparición forzada puede ser catalogada, dentro de todos los crímenes cometidos, como una de las estrategias más desgarradoras en la violencia armada del país. Según el Observatorio de Memoria y Conflicto (OMC), 80.472 personas fueron víctimas de este crimen desde 1958 a 2018, de las cuales 12 pertenecen al municipio de Marsella, donde vive María Isabel. Si el registro que muestra el Observatorio es tan bajo en esta región,  entonces ¿por qué en el cementerio hay centenares de NN?

Esta absurda ecuación estadística es el retrato desgajado que la muerte a través de la guerra ha dejado a su paso por las regiones de Colombia. Según el OMC el número de víctimas fatales que registran en su base de datos entre 1958 y el 15 de septiembre de 2018 es de 261.619. Todas estas cifras contrastan con la gentil aprobación que dan los pobladores del municipio de Marsella: “Es un lugar muy tranquilo”, dice María Isabel. Pero a principios de la década de los noventa se identificaba esta parte del eje cafetero como “uno de los municipios más violentos del país”, debido a los indicadores de homicidios reportados por el DANE en esa época. Sin embargo, esto no tenía nada que ver con la realidad que allí se vivía. El subregistro, al parecer mal informado, les daba el calificativo mortuorio a la comunidad, debido a los desaparecidos que el conflicto estaba arrastrando con aciago desde el Norte del Valle, y que bajaban por el río Cauca para detenerse en un remolino de la vereda Beltrán. Los muertos si eran colombianos, pero no de Marsella, venían de otra parte donde la guerra estaba en su máxima degradación.

El especial multimedia “Ríos de vida y muerte: tras la ruta de desaparición forzada en el río cauca”: explica que “las víctimas eran llevadas hasta una hacienda (En Trujillo, Valle del Cauca) donde las descuartizaban vivas con una motosierra, algunos hombres eran castrados, y eviscerados aquellos que serían lanzados a las aguas del río Cauca; a plena luz del día y con total impunidad. Este trato inhumano fue el que sufrió el sacerdote Tiberio Fernández, asesinado el 17 de abril de 1990 y cuyo cuerpo fue recuperado días después en el Cauca. Este caso emblemático dejó bien en claro que para los criminales no había límites ni personas intocables”.


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La historia de Marsella es compleja. No es un reducto de grupos armados, y sin embargo la guerra les encajó un estigma de pueblo violento el cual no le corresponde. “La historia de Marsella debe concientizarnos, y yo quiero hacerle un llamado a los que imparten la Ley, que nos faltan muchas víctimas por escuchar y reparar de las 8 millones según el Registro Único de Víctimas, es llamarlos para que sepan que a través del proceso de paz nosotras las victimas éramos el centro, se supone, pero somos el centro de nada porque nada nos beneficia ni siquiera hemos podido reparar la mitad de víctimas”, explica María Isabel mientras se debate entre llorar o contener sus lágrimas, tal vez de rabia o impotencia.

 Fotografía: Harold García/CNMH

El relato de Humberto Ariza no es menos desolador. También fue desplazado, de Villa Nueva Bolívar, y al único lugar que encontró llegar, gracias a un familiar, fue San Andrés. “Es muy duro, porque no eres reconocido, uno llega de ilegal porque no tienes residencia, con el tiempo debes certificar tu estadía en la isla, no eres un turista, pero tampoco eres un ciudadano. Yo para salir y volver a entrar debo tener aprobación. Los desplazados no teníamos nada, gracias a la Ley de Víctimas empezamos procesos que hasta el día de hoy los hemos mantenido”, dice.

Al ingreso de la Corte Constitucional reza la frase de Santander: “Colombianos las armas os han dado independencia, las leyes os darán libertad”, hoy está en manos de ellos la demanda impuesta por los exministros Juan Fernando Cristo y Guillermo Rivera y muchos representantes de víctimas, como María Isabel y Humberto, les piden que se “pongan en nuestros zapatos y vean la Ley de Víctimas  como un instrumento de paz y reconciliación”.

 


Conflicto Armado, Darío Acevedo Víctimas, ExDirector CNMH, Ley de Víctimas, Representantes, Víctimas

El CNMH celebra los 8 años de la Ley de Víctimas

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CNMH

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CNMH

Publicado

10 Jun 2019


El CNMH celebra los 8 años de la Ley de Víctimas

  • Según el Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH, el número de víctimas fatales que registran en su base de datos entre 1958 y el 15 de septiembre de 2018 es de 261.619. El Registro Único de Víctimas identifica más de ocho millones de víctimas.
  • En lo que resta del año se respaldarán 25 iniciativas de memoria histórica que buscan visibilizar los relatos de víctimas que faltan por ser escuchadas.

Luego de ocho años de la entrada en vigencia de la Ley 1448 de 2011, también conocida como la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, el Centro Nacional de Memoria Histórica, en cabeza de su director, Darío Acevedo, ratifica el compromiso de reconstruir las memorias plurales del conflicto armado y contribuir al derecho a la verdad que tienen las víctimas.

La Ley 1448 dicta medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno. En ese sentido, el Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, ha realizado más de 80 informes de esclarecimiento sobre masacres, violencia sexual, desplazamiento, minas antipersonal, secuestro, entre otras manifestaciones de las violencias. En el centro de todos siempre ha estado la voz de las víctimas.

“Recientemente asistimos al lanzamiento de dos museos muy importantes: el museo itinerante en Montes de María, llamado El vuelo del Mochuelo, que se desplazará por 15 municipios; y la muestra museística Suenan por ti, que se desarrolló en Cali como homenaje a los diputados del Valle y sus familias”, aseguró Darío Acevedo.

Cabe destacar que el apartado correspondiente a “las medidas de satisfacción” (artículo 170), establece que la reparación simbólica de las víctimas comprende la realización de actos u obras de alcance o repercusión pública dirigidas a la construcción y recuperación de la memoria histórica, el reconocimiento de la dignidad de las víctimas y la reconstrucción del tejido social. “Seguiremos lanzando informes ordenados por jueces de la República, pero, sobre todo, estaremos en contacto con las víctimas en sus comunidades”, agregó Acevedo.

En ese mismo sentido, el CNMH próximamente iniciará una serie de acciones que van desde el soporte a la construcción de lugares de la memoria, hasta la ejecución de investigaciones sobre el conflicto armado, violencias políticas y memoria de las víctimas.

“En Medellín vamos a hacer trabajos de iniciativas de memoria con las Madres de la Candelaria, también iniciaremos un proceso para investigar la masacre de la Chinita por parte de las Farc contra un grupo de desmovilizados del Epl, y retomaremos la investigación por la muerte de nueve concejales en Rivera, Huila”, recalcó el director del CNMH.

Además, uno de los objetivos que se persigue al interior del CNMH es el de posibilitar la comprensión por parte de la sociedad civil, de la complejidad del conflicto armado. Para ello, se están diseñando estrategias que buscan garantizar la aparición de nuevas voces.

“Estamos liderando un convenio con Colciencias y en el que posiblemente también participe el Banco de la República. Con este, se busca aunar esfuerzos para hacer una convocatoria nacional que permita que todos los grupos clasificados por la institución presenten proyectos de investigación y así poder generar un mayor conocimiento”, sostuvo el director.

Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica queremos recalcar que a futuro, los principios y fundamentos de igualdad, dignidad y respeto por el enfoque diferencial, continuarán siendo guía para garantizar que las víctimas sobrelleven su sufrimiento y, en la medida de lo posible, restablezcan los derechos que les han sido vulnerados. Estas medidas se entenderán como herramientas transicionales para responder y superar las violaciones contempladas en el artículo 3° de la presente ley. ¡Qué la memoria nos permita la reconciliación!

 


Conflicto Armado, Darío Acevedo Carmona, ExDirector CNMH, Ley 1448, Ley de Víctimas, Memoria Histórica

Así será el Informe Nacional de Pueblos Indígenas, del CNMH y la ONIC

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María Paula Durán

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María Paula Durán

Publicado

11 Jun 2019


Así será el Informe Nacional de Pueblos Indígenas, del CNMH y la ONIC

En el marco del conversatorio “Tiempos de vida y de muertememorias y luchas de los pueblos indígenas en Colombia”, los coordinadores e investigadores de lo que será el primer Informe Nacional de Pueblos Indígenas, explicaron las formas en las que han venido construyendo esta publicación. Esta, se ha venido realizando de manera conjunta entre la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y el Centro Nacional de Memoria Histórica.


El investigador Carlos Bravo, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), así como Óscar Montero, Nohora Caballero, Angélica Medina, Yaid Bolaños, Carlos Benavides y Carlos Páramo, otros investigadores que participaron en este, -el primer informe nacional sobre la memoria histórica de los 102 pueblos indígenas que tiene el país-, dieron un abrebocas de lo que contendrá.

La socialización del informe, que se estima sea publicado en septiembre próximo, se realizó en días pasados en el auditorio Virginia Gutiérrez de la Universidad Nacional, en Bogotá. Allí se dio cuenta de las afectaciones individuales y colectivas contra los pueblos indígenas, de otras formas de vivir, de hacer paz y de entenderse con la naturaleza.

  • Desde el Auto 004 de 2009 hasta la fecha, la Corte Constitucional ha estimado que por lo menos 39 pueblos indígenas están en riesgo de extinción física y cultural. – Fotografía: María Paula Durán

  • El historiador Mauricio Archila, compartió con el público, las impresiones de lo que fue su lectura previa a unos de los seis capítulos o “tejidos” que contendrá el informe. – Fotografía: María Paula Durán

Uno de los puntos principales que se compartió en el espacio, fue la necesidad de presentar un trabajo que se desarrollara desde los territorios y en el que participaran, como investigadores, personas pertenecientes a pueblos indígenas.

Desde el 2017, se hicieron unos diálogos de saberes que permitieron que los pueblos aglomerados en las cinco macro regionales que ha establecido la ONIC, tuviesen la oportunidad -desde de sus lugares sagrados- de presentar conceptos claves como el de “red vital” o “la mala muerte”.

“La muerte es un ciclo de la vida, la muerte hace parte de la vida nuestra. Por ejemplo, los pueblos de la Sierra tenemos nueve mundos. Nosotros tenemos que trascender por esos mundos y cuando morimos de manera natural, pues vamos tranquilos a los shunduwas que son los picos nevados, pero un asesinato selectivo, por ejemplo, es una mala muerte que no nos deja lograr nuestro objetivo trazado en esta tierra desde nuestra Ley de Origen”, aseguró Óscar Montero, quien es indígena Kankuamo y coordinador del informe.

Entre tanto, Carlos Benavides señaló que la red vital obedece a ese gran tejido en el que estamos todos. “Es una red que cuando es irrumpida provoca una desarmonización entre individuo, comunidad y territorio”, agregó.

De las visitas a las macrorregionales, se recogieron testimonios que permiten comprender el impacto que tienen para los pueblos indígenas, las intervenciones sobre sus lugares sagrados. Así pues, el reconocimiento del territorio como víctima fue una de las categorías desarrolladas en el espacio académico. “La de los pueblos es una memoria viva que lleva al reconocimiento de la otredad y a otras formas de comprensión del tiempo y el espacio”, recalcó Carlos Páramo.

Finalmente, el informe, el cual se construyó de manera participativa y que contó inclusive, con un proceso de consulta tradicional, quiere dar a conocer las violencias que con perspectiva de larga duración han padecido los pueblos indígenas en Colombia. Con ello, se busca hacer un llamado hacia la no repetición de estas, y hacia la eliminación de muestras de discriminación y racismo.

 


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El Sector de Inclusión Social realizará su rendición de cuentas el próximo 14 de junio

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Juan Sebastián Sanabria

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Juan Sebastián Sanabria

Publicado

12 Jun 2019


El Sector de Inclusión Social realizará su rendición de cuentas el próximo 14 de junio

En la ciudad de Buenaventura, el Sector de la Inclusión Social y la Reconciliación, del que forman parte el Centro Nacional de Memoria Histórica, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas, realizarán la audiencia pública de Rendición de Cuentas, el próximo 14 de junio de 2019, con el fin de explicar los resultados de su gestión, así como el avance en la garantía de derechos a los ciudadanos y sus organizaciones sociales, a través de espacios de diálogo público. 

Para el desarrollo de este espacio se utilizará como mecanismo de participación y diálogo la audiencia pública, por lo cual se invita a la ciudadanía a consultar el Informe de Rendición de Cuentas del Sector que se encuentra publicado en la página WEB de todas las entidades del sector.

 

Rendición de Cuentas


Rendición de Cuentas

Museo y convenio para investigación, entre los temas del CNMH en rendición de cuentas del sector

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Publicado

14 Jun 2019


Museo y convenio para investigación, entre los temas del CNMH en rendición de cuentas del sector

El director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Darío Acevedo, junto con los directores de las demás entidades del Sector de la Inclusión Social del Departamento para la Prosperidad Social -DPS- realizaron la audiencia pública de rendición de cuentas de la vigencia 2018.


Durante la Audiencia de Rendición de Cuentas, que se realizó en Buenaventura, el director del Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, Rubén Darío Acevedo,  reiteró su compromiso con la construcción del Museo de la Memoria histórica de Colombia.

“La primera fase del Museo empieza este año. Probablemente para los meses de agosto, o septiembre estaremos poniendo la primera piedra y esperamos que el Presidente de la República refrende este compromiso que viene de tiempo atrás, y nos acompañe en esta actividad, para que tenga una difusión nacional y todos los colombianos puedan ver dónde van a estar representadas las víctimas”, indicó el director Acevedo.

Asimismo, mencionó que con el fin de garantizar la transparencia de las investigaciones realizadas por el CNMH se espera formalizar un convenio con Colciencias, para que participen las universidades y centros de investigación sin que haya una intervención personal.

Finalmente, Acevedo recalcó la contribución realizada al esclarecimiento histórico del conflicto armado durante la vigencia 2018 con, 6 investigaciones publicadas (sobre temas como, violencia sexual, secuestro, exilio, e informes regionales); y las 2.642 certificaciones que la Dirección para Acuerdos de la Verdad ha entregado a personas desmovilizadas que han aportado sus testimonios, como mecanismo no judicial de contribución a la verdad. 
El director de la entidad también destacó  las 24 iniciativas de memoria apoyadas y el acompañamiento a 16 procesos de reparaciones colectivas.

Para mayor información sobre el trabajo del CNMH en el 2018, consulté Aquí el informe anual de gestión.

 


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El director del Museo de Memoria Histórica de Colombia hace un llamado a debatir las ideas para no repetir la historia

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Autor

Laura Cerón

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Laura Cerón

Publicado

16 Jun 2019


El director del Museo de Memoria Histórica de Colombia hace un llamado a debatir las ideas para no repetir la historia

Desde hace décadas, las víctimas, sus organizaciones y comunidades han trabajado en una idea: no dejar que los hechos de violencia y de resistencia sean olvidados. El Museo Nacional de Memoria Histórica nace desde esta conquista social. A partir de su formulación en la Ley de Víctimas y reconociendo la importancia que tiene la reparación simbólica, el museo se convierte en una piedra angular y garantiza que sus memorias sean escuchadas, visibilizadas y promovidas en una sociedad que construye caminos de paz.


Hablamos con Rafael Tamayo, actual director del museo, sobre los retos y proyectos que tiene este espacio pedagógico y cultural en los próximos años. Con su trayectoria profesional como docente de varias universidades y subgerente de entidades sin ánimo de lucro como la Fundación San Antonio, Tamayo asume la dirección de un equipo de trabajo que tiene al hombro uno de los proyectos más importantes del Centro Nacional de Memoria Histórica.

La ley de víctimas y los resultados que derivan de ella son el resultado de enormes esfuerzos de las víctimas y sus organizaciones, ¿Cómo han participado ellas en el museo?

Casi todo lo que se ha hecho en el museo deriva de un trabajo con las víctimas. Esto es un insumo loable y simbólico. Si bien el museo tendrá un edificio, en el corazón sus actividades se derivan de una gran cantidad de talleres regionales que muestran la intención de las personas que han participado en esta construcción de que tengamos un proceso de reparación simbólica bien anclado. El museo está pensado como un museo de exposiciones temporales para poder dar espacio a la infinidad de voces. Así, el museo será un lugar dinámico. Lo que tenemos para contar es mucho y el énfasis siempre estará en las voces de las víctimas.

El CNMH lleva ocho años investigando y recogiendo insumos sobre el conflicto armado. ¿Cómo se va a ver ese legado en el museo?

El museo, por un lado, acogerá como una subdirección la actual dirección de Archivos de Derechos Humanos. Uno de los trabajos se reflejará en el repositorio de consulta de archivos, imágenes y documentos que actualmente tiene el Archivo, pero que deberán integrarse de forma digital. Con las otras direcciones, el museo tiene la gran posibilidad de visibilizar no solo los textos sino de crear otros dispositivos de difusión de los que podemos echar mano para que, por ejemplo, las exposiciones del museo tengan un contenido que sustente y visibilice el trabajo de los investigadores, aprovechando por ejemplo las nuevas tecnologías.

¿Cuáles son los principales retos que asume el museo en lo que queda de 2019?

Tenemos exposiciones en cuatro ciudades del país que buscan acercar la pluralidad de voces que han participado en la primera muestra expositiva del museo. Queremos consolidar su identidad en las diferentes regiones. Se viene la creación de la personalidad jurídica del museo, la consolidación de redes con otras instituciones tanto de memoria como culturales a nivel nacional e internacional. Por delante está pensar todos los proyectos que se vienen para el 2020: los 10 años de la dirección de Acuerdos de la Verdad, convocatorias artísticas y de investigación en memoria y el diseño de la bienal de la memoria: una apuesta en la que confluyen asuntos sobre conflicto, memoria y arte junto a un programa de estímulos.

¿En qué estado está la construcción del museo?

La construcción está retrasada por asuntos prediales. El terreno es donado por la administración de Bogotá y necesita un saneamiento predial, esperamos que en tres meses el lote esté perfecto desde el punto de vista jurídico. Se espera que su construcción se de en octubre del 2019. Este proceso de construcción duraría aproximadamente dos años y a finales de 2021 estaríamos inaugurando el museo. Los recursos económicos están reservados por el gobierno nacional y no hay ningún riesgo financiero para su construcción.

No todos comparten las mismas visiones sobre el conflicto. ¿Es posible entender este museo como un lugar que va a permitir disensos y conversaciones difíciles?

La idea es que el museo sea un lugar puente entre las diferentes voces y posiciones ideológicas y políticas. Queremos convertirnos en un lugar seguro donde el diálogo tiene unas reglas de respeto, escucha y atención al otro. No queremos hacer proselitismos, queremos fortalecer el diálogo, para ello será fundamental las voces de las víctimas. El reto es diferenciar qué piezas son la voz de las víctimas, fuentes primarias, objetivas, que nos dan su testimonio y cuáles otras serán piezas más mediadas.

En otra ocasión usted mencionaba que el museo depende de una política de Estado, más no de un gobierno. ¿Podría explicarnos esto mejor?

Si bien todas las instituciones pueden tener modificaciones con los gobiernos de turno, el andamiaje que se construye del museo implica que, independientemente del gobierno que tengamos, ahora o en el futuro, la misionalidad del museo debe continuar: que sea un lugar en el que aprendamos del conflicto, en el que estén visibles las voces de las víctimas es algo que muy difícilmente cambiará en el futuro. Confiamos en que independientemente del color político del gobierno del momento, honren la memoria social y reconozcan la importancia del museo, de su capacidad conciliadora a nivel nacional. El gran reto es mostrarle a la gente que no estamos haciendo proselitismo si no construyendo nación.

¿Cuál cree que podría ser el rol de un museo como este en la actualidad nacional?

El museo va a servir como lugar para el diálogo donde se encuentren todos los sectores sociales, no solo las víctimas sino medios de comunicación, grupos sociales, partidos políticos. Queremos que nos vean como un lugar donde tanto desde lo material como lo simbólico es posible entendernos como una nación con una historia reciente común; como un lugar seguro en el que pueden exponer sus argumentos, en el que pueden escuchar y ser escuchados sin la necesidad de ser violentados. El ejemplo que nos dan las víctimas nos muestran que hay dos opciones: o debatimos nuestras ideas o volver a repetir esta historia.

 


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