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¡Ganamos tres reconocimientos en el Premio Nacional Alejandro Ángel Escobar!

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Autor

Romel Rojas Rubio

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Romel Rojas Rubio

Publicado

09 Oct 2018


¡Ganamos tres reconocimientos en el Premio Nacional Alejandro Ángel Escobar!

Nuestra investigación “Aniquilar la diferencia”, sobre las afectaciones diferenciales a los sectores LGBT en la guerra, ganó el premio principal en la categoría Ciencias y Solidaridad. Además recibieron mención de honor los informes “La palabra y el silencio” y “Buenaventura: Un puerto sin comunidad”.


La Fundación Alejandro Ángel Escobar, que desde 1954 trabaja por impulsar la investigación científica y los programas de desarrollo social del país, le otorgó al Centro Nacional de Memoria Histórica el reconocimiento principal del Premio Nacional Alejandro Ángel Escobar, en la categoría Ciencia y la Solidaridad, por el informe “Aniquilar la diferencia. Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado colombiano”. Para los jurados, esta investigación “muestra una experiencia acumulada en la manera de investigar y una forma madura de construcción de la memoria histórica”.

Este es un reconocimiento a la labor del equipo investigador, que durante los años 2014 y 2015 abordó una deuda histórica del país en términos de memoria. Como lo explica Nancy Prada, coordinadora del informe, “aunque existían documentaciones sobre la población LGBT, ningún proceso de memoria de esa dimensión se había concentrado en estas víctimas y menos desde la institucionalidad”.

A través de la voz de un grupo de víctimas lesbianas, gays, bisexuales y trans, que de manera valiente y resistente emprendieron a través de entrevistas y talleres la construcción de sus memorias, el informe plantea diferentes caminos en torno a la pregunta: ¿qué ha significado apartarse de las normas de género y sexualidad, y vivir en medio del conflicto armado colombiano? En primer lugar, indaga sobre los márgenes sociales de las comunidades y los individuos reconocidos como sujetos de derecho en procesos de memoria. Como se relata en el informe, “no todas las personas que conforman una comunidad tienen la misma posibilidad de hablar, ni todas las vidas son susceptibles de ser lloradas”.

Otra idea primordial que surge en esta investigación es que los diferentes actores del conflicto, más allá de las motivaciones económicas, militares o políticas, se han propuesto imponer un orden moral en los territorios. Así, aunque la homofobia no haya surgido como consecuencia del conflicto armado, todos los actores sin excepción compartieron el desprecio a las personas LGBT.

Este premio reconoce la importancia de la línea de investigación en memoria histórica con enfoque de género y, particularmente, con las víctimas de sectores LGBT, para quienes la paz no será posible si persisten las condiciones de segregación y violencia estructurales a las que se enfrentan. “Es un espaldarazo para que los equipos de investigación que abordamos estas temáticas sigamos adelante con el trabajo, porque el país lo necesita hoy más que nunca”, afirma Nancy Prada.

También recibieron mención especial el informe “La palabra y el silencio”, que revela que entre 1977 y 2015 fueron asesinados 152 periodistas colombianos por razón de su oficio, particularmente en las regiones. Y la investigación  “Buenaventura: Un puerto sin comunidad”, que esclarece la magnitud, la localización y la compleja dimensión de las dinámicas violentas esa región.

La ceremonia oficial de premiación es este 10 de octubre en el Museo Nacional de Colombia, en Bogotá. Se otorgarán cuatro premios y once menciones de honor, elegidas entre 134 trabajos postulados en ciencias y 48 instituciones en solidaridad.

Los invitamos a consultar los informes en los siguientes enlaces:

Publicado en Noticias CNMH



Buenaventura, LGBTI, Periodistas asesinados, Premio Nacional Alejandro Ángel

Una década sin respuesta para las madres de Soacha

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MAFAPO

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MAFAPO

Publicado

10 Oct 2018


Una década sin respuesta para las madres de Soacha

Para homenajear a las víctimas de los ‘falsos positivos’, que se presentaron hace diez años en Soacha y Bogotá, el próximo 14 de octubre se realizará una caravana desde Soacha hasta Ocaña, Norte de Santander. Sus familiares siguen esperando verdad y justicia.


Entre enero y agosto del 2008, 19 jóvenes procedentes del municipio de Soacha y de Bogotá desaparecieron sin dejar rastro. Estos muchachos no se conocían entre sí y sus familias tampoco. Después de meses de búsqueda, sus seres queridos recibieron la noticia de que los cuerpos sin vida de los jóvenes fueron hallados en cementerios y fosas comunes de Ocaña y Cimitarra, Norte de Santander. Y no solo eso. Habían sido presentados como guerrilleros dados de baja en combates con la Brigada 15 del Ejército Nacional.

Luego se conoció que desde el 2005, el Ministerio de Defensa estaba aplicando una directiva (firmada por Camilo Ospina Bernal, ministro de Defensa en el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez), que les otorgaba recompensas a los militares por cada captura o abatimiento de un líder de organizaciones al margen de la ley.

Los casos de los jóvenes desaparecidos en Soacha y Bogotá presentaban características similares. En su mayoría, eran muchachos que provenían de familias pobres o campesinas con profundas necesidades, que buscaban oportunidades laborales para salir adelante y apoyar a su núcleo familiar.

Desde entonces, y a pesar de las constantes amenazas que han tenido que enfrentar, las madres de Soacha se empezaron a reunir en las plazas públicas, universidades y colegios, para denunciar la desaparición y asesinato de sus hijos, y exigir que se cuente la verdad y se haga justicia frente a estos crímenes cometidos por las Fuerzas Militares. Además, crearon la fundación Madres Falsos Positivos Suacha y Bogotá (MAFAPO). Para ellas, nombrar su territorio como Suacha, y no Soacha, es parte de la identidad que se dieron a sí mismas y a la fundación.

Las muertes de los 19 jóvenes de Soacha y Bogotá no fueron casos aislados. El capítulo de los ‘falsos positivos’ en Colombia, fue sistemático y afectó a las comunidades más vulnerables. Según el libro “Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002–2010”, escrito por Omar Eduardo Rojas Bolaños, oficial retirado de la Policía, en ese período de tiempo se habrían presentado en el país 10 mil casos de ejecuciones extrajudiciales.

Como cada una de las familias lleva el proceso judicial de forma individual, después de 10 años hay algunos casos en lo que no se ha celebrado ni una sola audiencia, y muchos otros que se han enfrentado a constantes prórrogas. Por eso, el pasado 14 de septiembre, la Fundación MAFAPO presentó ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) un informe, en el que solicitaban garantías de seguridad para continuar trabajando en conjunto y llegar a la verdad.

El próximo domingo 14 de octubre MAFAPO conmemorará en Ocaña, Norte de Santander, la vida de los 19 jóvenes silenciados hace diez años. Con este encuentro, que tiene el lema “10 años vivas y unidas por la verdad”, las madres y familiares de los jóvenes buscan crear una plataforma de interlocución, para seguir hablando sobre las ejecuciones extrajudiciales y los múltiples obstáculos que han tenido para llegar a la verdad.

El evento contará con la participación de artistas locales y nacionales, y con movimientos sociales. Además, se realizará una rueda de prensa en que se hará un recorrido por los diez años de lucha de estas mujeres, y por las deudas que el sistema judicial y el país todavía tiene con ellas.

Para mayor información: 

Fecha: 14 de octubre de 2018
Hora: 9 a.m. – 6 p.m.
Lugar: Plaza central de Ocaña – Ocaña, Norte de Santander

Publicado en Noticias CNMH



Agenda Conmemorativa, Conmemoraciones, Madres de Soacha, Norte de Santander, Resistencia, Soacha, Víctimas

Un llamado de alerta desde los museos de la memoria

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Autor

salondelnuncamas

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salondelnuncamas

Publicado

10 Oct 2018


Un llamado de alerta desde los museos de la memoria

El caso del Salón del Nunca Más de Granada, Antioquia, en grave riesgo por la humedad y el paso del tiempo, es el reflejo de lo que está sucediendo en las regiones con los lugares dedicados a hacer memoria. ¿Cómo asegurar la supervivencia de estos espacios, que son apuestas de vida de las comunidades?


El Salón del Nunca Más de Granada, uno de los bastiones de la memoria en Antioquia, está en riesgo tras nueve años de vida. “Hay problemas de humedad, se le mete el agua por todos lados”, cuenta Gloria Ramírez, una de las lideresas que sacó adelante ese museo. “Entonces baja el agua derecho y moja las fotos y las bitácoras, y hay algunas cosas que se están dañando”. Los años empiezan a desmoronar las paredes de tapia y el techo del edificio, que necesita con urgencia una intervención.

A principio de este siglo, apenas un mes después de que paramilitares del Bloque Metro entraron al casco urbano de Granada y masacraron a 19 personas, cientos de guerrilleros de las Farc hicieron explotar un carro bomba con 400 kilos de dinamita y se tomaron el municipio a plomo, durante casi un día entero. En esa incursión, ocurrida entre el 6 y el 7 de diciembre del 2000, perdieron la vida 23 personas y varias cuadras completamente destruidas. De ese tamaño fue la guerra en Granada.

Su cercanía con la autopista Medellín-Bogotá y con las centrales hidroeléctricas del oriente antioqueño, así como su ubicación entre el Valle de Aburrá y el Magdalena Medio, hicieron de Granada un lugar estratégico para la disputa entre guerrillas, paramilitares y Ejército. Según el informe Granada: Memorias de guerra, resistencia y reconstrucción, del Centro Nacional de Memoria Histórica, el conflicto armado dejó en ese municipio por lo menos 460 muertos, 299 desaparecidos y unos 10 mil desplazados, cifras grandes para un municipio pequeño.

Pero durante esa época, cuando la violencia llegó con más fuerza a la región, sus habitantes respondieron con valentía y dignidad. Para reconstruir el pueblo, cargaron ladrillos al hombro por una de las calles principales en la Marcha del adobe. Prendieron velas blancas y caminaron con ellas en silencio en las Jornadas de la luz. Salieron juntos a recorrer y a reapropiar los lugares del horror en encuentros que llamaron Abriendo trochas. Pintaron piedras de colores y las llevaron al Parque de la Vida para honrar a sus desaparecidos.

Algunos años más tarde, las iniciativas de resistencia en Granada encontraron una casa en ese Salón del Nunca Más, un lugar de memoria creado por la comunidad en 2009 y liderado por la Asociación de Víctimas Unidas del Municipio de Granada (Asovida). En el Salón, ubicado en el primer piso de la Casa de la Cultura, hay exhibidas fotos y relatos de más de 300 víctimas, respuestas sobre lo que ocurrió allí durante el conflicto armado y muestras artísticas que ayudan a comprender la historia de resistencia de la comunidad. “De manera colectiva decidimos dar cuenta de nuestra vivencia en el conflicto”, dice un documento de Asovida.

Ese es el legado que hoy está en peligro.

La coyuntura del deterioro físico motivó a los líderes y lideresas de Granada a hacer un llamado de alerta. “Nosotros disponemos de nuestro tiempo para abrir el Salón, para hacer las reuniones”, dice Ramírez, “pero no podemos disponer de recursos propios para meterle al espacio”. Casi con devoción, ella y otros líderes abren las puertas de viernes a domingo entre 11:00 a.m. y 4:00 p.m. Todos han hecho esto mismo durante casi una década sin recibir contraprestación, pero esta vez sí necesitan el dinero.

“Necesitamos solucionar los problemas físicos, claro, pero también que pueda haber sostenibilidad en el tiempo”, explica Ramírez, “queremos hacer adecuaciones, actualizar algunas cosas y también poder dar algún reconocimiento a las personas guías que trabajan en el espacio”.  Para lograrlo, los granadinos tienen abierto un canal para recibir donaciones que se puede consultar acá. Pusieron un tope de 100 millones, de los que han recaudado poco más de 2 millones. Faltan 37 días para el cierre de la colecta.

En paralelo, la Alcaldía de Granada está gestionando recursos con la Gobernación de Antioquia para hacer un estudio arquitectónico que evalúe cuánto cuesta y cómo debe ser la reestructuración de la Casa de la Cultura entera. Ya hay un presupuesto asignado para eso y el trabajo, que se delegó a la Universidad de San Buenaventura, empezaría este mismo año. Mientras eso pasa, agrega Gloria, “nosotros haremos lo que podamos para recoger recursos y que el Salón no se vea tan deteriorado”.

“¿Qué implica un lugar de estos para el país? Un reconocimiento de que esto sí nos pasó, pero también de lo que podemos ser desde la resiliencia”, dice Lorena Luengas, curadora del Museo de Memoria Histórica de Colombia y quien participó en la creación del Salón. “Alrededor de ese espacio ellos tienen proyectos productivos y proyectos con colegios. Es un espacio que se ha tomado como un deber de la memoria. Y esto no lo hace todo el mundo. Esto es una apuesta de vida”.

Como el de Granada, hay muchos otros lugares de memoria que han sido esenciales para reconstruir los lazos que rompió la guerra. Y de la misma forma que el Salón del Nunca Más, varios han encontrado obstáculos que ponen en riesgo su futuro. Por ejemplo, el museo Tras las huellas del Placer, en Valle del Guamuez (Putumayo), ha pedido públicamente recursos y asesoría para conservar los objetos, crear exposiciones nuevas y fortalecer los procesos comunitarios que se han debilitado con el paso del tiempo. Y en el Centro de Memoria del Conflicto, en Valledupar, a quienes la Biblioteca Departamental les ordenó desalojar el espacio a principios del año pasado. A pesar de los intentos por resolver la situación, hoy tienen las piezas guardadas y trabajan en sus proyectos sin un espacio físico.

Yohana Cuervo, quien ha acompañado desde el CNMH los procesos de varios lugares de memoria, dice que en el de Trujillo, Valle, y otros, pasa algo similar que en Granada: “No hay una inversión en la sostenibilidad económica de los lugares, que se mantienen en parte porque hay una sostenibilidad social: un grupo de personas de la comunidad que están pendientes. Pero ellos no tienen recursos para mantener las estructuras físicas”.

Esa sostenibilidad económica, dice Orlando Carreño, investigador del Centro de Memoria del Conflicto y coordinador del nodo andino de la Red Latinoamericana de Sitios de Memoria, “debería venir por parte de las alcaldías, gobernaciones o el gobierno nacional, aunque no queremos que eso perjudique nuestra autonomía, porque ellos, por poner dinero, pueden querer decidir qué se muestra y qué no”. Pone el ejemplo del Museo Caquetá, en Florencia, que desde el año pasado comparte el edificio con un museo de memoria militar. Para Carreño, mantener esos espacios vivos e independientes es determinante en la coyuntura actual del país porque “ahí está la verdad, ahí nosotros decimos qué pasó, cómo pasó y cómo nos vemos en los territorios”.

Cuando ocurrió el episodio de Valledupar, Gonzalo Sánchez, director del CNMH, dijo que la labor de estos lugares “es de vital importancia para la región y la nación, justo cuando el país está abocado a procesos de construcción de paz y de reconciliación”. Eso es lo que estaría en riesgo de perderse en Granada y otros lugares si no se toman acciones a tiempo. “Estos procesos son ese vehículo hacia la no repetición y no podemos permitir que desaparezcan”, insiste Gloria Ramírez, “porque si estos espacios están abiertos al público la gente puede conocer y comprender que la guerra no es un camino feliz”.

Publicado en Noticias CNMH



Antioquia, Granada, Lugares de Memoria, Museos de Memori, Salón del Nunca Más

Los niños que no fueron a la guerra

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Autor

Juan Camilo Gallego Castro

Fotografía

Isabel Valdés

Publicado

11 Oct 2018


Los niños que no fueron a la guerra

En 25 años la hermana Carolina Agudelo contribuyó, al frente de la Fundación Compartir, a la recuperación psicosocial de viudas y niños huérfanos, víctimas del conflicto armado en Urabá.


La niña se muerde los labios y cruza sus manos en el pecho. Los tres niños alrededor intentan sonreír. Parecen tan felices.

“Es una foto histórica” —dice la hermana Carolina Agudelo—, es la foto de los primeros niños que llegaron a la Fundación en el barrio Vélez, de Apartadó, Urabá antioqueño.

El 24 de enero de 1994 fue trasladada a esta región del país, y esa foto es la primera que tomó. Ahora la mira colgada de la pared de su oficina.

—Los perdí de vista, quiero verlos de nuevo.

Esos niños, tan felices que se ven, acababan de perder sus papás, eran niños huérfanos; sus mamás, viudas jóvenes que no pasaban de 30 años.

Arreciaba el temporal.

***

—Mi vida es un misterio, dice la hermana Carolina, vivía muy contenta cuando me llamó una hermana de La Presentación. Tenía 19 años.

Carolina no era la hermana Carolina. Sus dos hermanas mayores eran religiosas. En ese entonces las definía como “mojigatas”. Estaba enamorada, tenía novio.

—Tengo vocación religiosa y vocación para el matrimonio. Respondió entonces.

Trabajaba en la Contraloría de Antioquia, entregó su carta de renuncia y le pidieron que lo pensara: “Señorita Carola, lo suyo es una ventolera. Pero si es su decisión, las puertas seguirán abiertas”. 1961, medio siglo atrás, se fue para el noviciado Los Ángeles, en el barrio Villahermosa de Medellín. Dejó su trabajo, dejó su novio. Eligió la mitad de su vocación.

Aquel hombre se quedó triste, la esperó seis meses, pero Carolina ya no era Carolina, iba en camino de ser la hermana Carolina. Un día cualquiera aquel hombre la fue a buscar, mientras conversaban le dijo: “Negra, como la llamaba, camina para recordar cómo caminabas”. Se puso de pie y fue de un lado a otro. Entonces fue el adiós. Un día su mamá le contó que aquel hombre le había dicho en la calle: “Yo quiero que sepa que la mujer que amé fue su hija”.

***

Ya en 1994, esta mujer que se consagró a la religión, escuchó al entonces obispo Isaías Duarte Cancino que le pidió ocuparse de una fundación para atender a mujeres viudas y niños huérfanos, víctimas del conflicto armado en el Urabá.

Encontró un escritorio, un computador, sillas y un millón para empezar.

—Le vamos a enseñar su oficina– le dijeron a su llegada.

“No, yo no quiero oficina, necesito arrendar una casa para atender a las viudas y sus familias”, expresó de inmediato.

 

 

 

 

 

 

 

En 1994 la Fundación atendió 45 niños huérfanos y hoy tienen más de 1300 en atención de primera infancia. Por fortuna, “ya no todos son hijos de viudas”, dice la hermana Carolina. – Fotografía: Isabel Valdés/CNMH

Hasta 1999 fue un programa de la Diócesis de Apartadó. Durante años organizó algo que llamó las tardes del compartir y así fue como luego se convirtió en la Fundación Compartir. En la primera casa atendían 45 niños huérfanos y a sus madres. La hermana Carolina mira las fotos colgadas en su oficina y se encuentra ante cientos de niños que ahora no son niños.

“Yo escuché las historias de todas las mujeres. Todas en Compartir han sido por muerte violenta. De todas esas mujeres, unas 600, están redimidas gracias a la Fundación. Siempre me dijeron que eran mujeres viudas a causa de la violencia. Yo les decía que no, que fue a causa de la guerra”.

De acuerdo con el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica, en 1994 hubo en Apartadó 102 asesinatos selectivos. La hermana Carolina recibió 1.960 viudas en los últimos 25 años.

—No hemos superado la guerra, nos tiene en receso. Hay muchas cosas por resolver, por investigar, tantas muertes sin esclarecer, la entrega de la tierra. Los verdaderos dueños ya no existen. Aquí se daba: “si usted no me vende, le compro a la viuda”.

***

A los niños los acompañaron con psicólogos y se quedaron a vivir en sus hogares infantiles. La mayoría de las mujeres llegaron analfabetas. La hermana Carolina dice que les enseñaron a leer y escribir.

—Muchas ya son técnicas y algunas profesionales. Estas mujeres eran apéndices de sus maridos. Los hombres las sacaban de sus casas por la pobreza, la mayoría eran menores de 30 años. Los hijos de la primera viuda tienen 25, 26 años.

La hermana Carolina mira de nuevo la fotografía de los niños sonrientes. Solo recuerda que la niña y el niño que está atrás de ella, tal vez tímido, son hermanos, que la primera de 70 casas de madera que transformaron en la Fundación fue la de esa familia. Que luego hicieron 336 casas con materiales de construcción.

En las paredes de su oficina hay un cristo de hierro marrón, una virgen con su hijo en una ventana, la foto de los niños sonrientes, un cuadro gigante con decenas de fotos de niños, familias, bebés, sonrisas, casas, mamás. Estas fotos y un archivo gigante que la hermana conserva en el segundo piso de la Fundación conforman el archivo de Compartir, uno de los 2043 archivos que el CNMH ha identificado en el país.

Esta mujer de 77 años  nació en Betania, “la capital mundial de la música guasca”, dice que no le gusta “la música metallica, pero hay reguetones buenos”. En enero cumplirá cinco lustros viviendo en Urabá. Dice que quiere encontrar a los niños que ya no son niños y que sonríen en la primera foto que tomó. Es que no más hace unos días un muchacho fue a visitarla. Él no sabía que Compartir aún existía. Solo quería decirle que se va a graduar de la universidad, que es un hijo de Compartir. También otro muchacho que ahora es jefe de sistemas de la Fundación; otro que es concejal de Apartadó.

—Compartir es el comienzo de una esperanza nueva, que no todo está perdido, insiste la hermana, que con la muerte de sus padres no todo estaba perdido. Una de mis grandes satisfacciones a los 77 años es cómo le pude rescatar a la violencia tantos niños que pudieron superar el vocabulario de que esperaban crecer para matar el asesino de su papá.

Y solo escuchar esa frase es suficiente para entender la vocación que tomó la hermana Carolina.

Publicado en Noticias CNMH



Archivos DDHH, Urabá

Así están construyendo memoria y paz los maestros y estudiantes de Colombia

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CNMH

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CNMH

Publicado

12 Oct 20189


Así están construyendo memoria y paz los maestros y estudiantes de Colombia

Desde el miércoles 17 de octubre estarán reunidos en Bogotá unos 350 estudiantes y profesores de colegios y universidades de 21 departamentos, para dialogar sobre cómo están trabajando el tema de la memoria como aliada de la paz, desde estrategias pedagógicas e investigativas.


Desde hace aproximadamente cinco años, el Equipo de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) viene diseñando una serie de estrategias que, desde pedagogías socio críticas, aporten a la reflexión en torno a la investigación y a la enseñanza de la historia reciente de Colombia en escuelas y universidades. Esto, a partir de ejercicios que esclarezcan y dignifiquen a las personas que han sido víctimas del conflicto armado colombiano.

En este caminar, el Equipo de Pedagogía ha emprendido diálogos con docentes, estudiantes e investigadores universitarios que consideran que la memoria histórica en las escuelas y en las universidades del país es una aliada fundamental para la construcción de paz. Todos estos públicos, con quienes se vienen desarrollando trabajos diferenciados, se reunirán del 17 al 19 de octubre en Bogotá en “Memorias que transforman: Encuentro Nacional de redes y experiencias educativas para la construcción de paz”. ¿Qué puede surgir de este encuentro de docentes de colegios de diversos territorios, con docentes universitarios que adelantan en sus regiones ejercicios de esclarecimiento de la mano de las víctimas? ¿Qué tienen por decir y compartir los y las estudiantes que han estado acercándose a la memoria histórica del conflicto armado en sus aulas?

“Memorias que transforman” reúne a 350 docentes, investigadores y jóvenes estudiantes de diferentes Instituciones Educativas, de territorios urbanos y rurales y de diferentes procedencias étnico raciales. Uno de estos, es un joven bogotano que a partir de su encuentro con la “Caja de Herramientas: Un Viaje por la Memoria Histórica. Aprender la Paz, Desaprender la guerra”, un instrumento pedagógico creado por el CNMH, decidió convocar a sus compañeros y compañeras para la creación de una red de estudiantes en su localidad. Estarán también una profesora de Nariño quien, con sus estudiantes, construyó un museo de la memoria de puertas abiertas para la comunidad; y un investigador del caribe que ha diseñado estrategias metodológicas para reconstruir la memoria de manera participativa, entre muchas otras experiencias. 

Este es el primer año en el que el Equipo de Pedagogía impulsa un evento de esta magnitud y se espera que este no sea solo un espacio de encuentro y diálogo, sino un escenario para fortalecer acciones territoriales en torno a la memoria y a la paz que logre integrar los esfuerzos que se están llevando a cabo en escuelas y universidades. 

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    VI Seminario de Grupos Regionales de Memoria Histórica realizado en julio 2018 en la Universidad de la Amazonía. Florencia, Caquetá. 

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    Después de graduarse, Cristian decidió seguir trabajando en clave de memoria fuera de las aulas, y propuso crear una red de estudiantes para crear espacios de debate y generación de propuestas. 

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    Desde el 2015, más de 200 estudiantes del Liceo Central de Nariño han trabajado con los materiales pedagógicos de la Caja de Herramientas.

Uno de los participantes al encuentro será Cristian Fabián Espinosa, un joven de 18 años egresado de la Institución Educativa La Giralda, ubicada en el barrio Las Cruces de Bogotá. Siendo estudiante tuvo la oportunidad de trabajar en los textos propuestos por la “Caja de Herramientas”, en particular “El Salado. Los Montes de María. Tierra de luchas y contrastes”, que se construyó a partir del informe del Centro Nacional de Memoria Histórica “El Salado. Esa guerra no era nuestra”. Según Cristian, trabajar en el aula de clase con la “Caja de Herramientas” les permitió a él y a sus compañeros acercarse por primera vez a los efectos del conflicto armado en los Montes de María. Después de graduarse, Cristian decidió seguir trabajando la memoria histórica por fuera de las aulas, y propuso crear una red de estudiantes para generar espacios de debate y formular propuestas, que permitan transformar positivamente las cotidianidades de su barrio. “Nos falta saber, conocer y tener mayor sentido de pertenencia”, dice Cristian. 

Otra invitada al encuentro es Janeth Rosero, docente de Ciencias Sociales del Liceo Central de Nariño de Pasto. Desde allí, en el sur de Colombia, los estudiantes del grado once han venido desarrollando pedagogías de memoria y paz, que les han permitido recorrer sus historias y las realidades del conflicto armado colombiano. 

“A partir del año 2015 comenzamos nuestro andar, construyendo paso a paso una visión crítica y propositiva de la realidad colombiana. Son más de 200 estudiantes los que han participado en este recorrido, los que animados por las actividades de la ‘Caja de Herramientas. Un viaje por la Memoria Histórica’ (este material pedagógico está disponible en el sitio web del CNMH), llevan en su pensamiento y en su corazón, el dolor de la guerra y la esperanza de la reconciliación y la paz”, asegura Janeth Rosero. 

Desde el Caribe colombiano, también llegan iniciativas de memoria transformadoras. La reconstrucción participativa de la memoria colectiva en Cartagena es uno de los objetivos que persiguen 10 investigadores, 30 integrantes de semilleros de investigación y 130 gestores locales de memoria, que hacen parte del Grupo Regional de Memoria Histórica de la Universidad Tecnológica de Bolívar. Esta iniciativa se creó formalmente en el 2015 pero viene caminando desde el 2011, cuando se conformó el semillero. 

“Durante los últimos tres años hemos centrado nuestras actividades en los Montes de María. Ahora nuestro reto es construir puentes entre diversos ámbitos y actores, para propiciar diálogos que permitan afianzar, desde la memoria, los procesos de construcción de paz y desarrollo humano que avanzan en nuestros territorios”, explica el investigador Pablo Abitbol. 

Este grupo regional, que hará parte del encuentro “Memorias que Transforman”, ha comenzado además a recrear desde el arte, la performatividad y la pedagogía, espacios y momentos de memoria viva que invitan a la reflexión, la imaginación y la innovación social. El mercado campesino y la huerta de intercambio de saberes, que funcionan en el campus de la Universidad Tecnológica de Bolívar, son ejemplo de ello.

El Equipo de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica espera que este encuentro posibilite diálogos, reflexiones, debates y, sobre todo, que genere la consolidación de acciones conjuntas entre docentes de colegios, estudiantes y docentes e investigadores de universidades.

Están todas y todos invitados a conocer cómo los profesores, estudiantes e investigadores están trabajando la memoria desde sus lugares de trabajo y desde sus experiencias de vida, y cómo estos esfuerzos que hacen día a día están aportando a la paz del país.

Descargue aquí la agenda

Horarios y Fechas: 

  • Miércoles, 17 de octubre: 7:00 a.m. a 5:00 p.m.
  • Jueves, 18 de octubre: 8:00 a.m. a 5:00 p.m.
  • Viernes, 19 de octubre: 8:00 a.m. a 12:30 p.m. 

Lugar: Hotel Habitel Centro de Convenciones, Avenida El Dorado 100 – 97, Bogotá

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Caja de Herramientas, Conflicto, Educación, Encuentro de maestros, Memoria, Paz, Pedagogía

La exposición “Endulzar la Palabra, memorias indígenas para pervivir” llega a Cartagena

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Autor

Maria Paula Durán

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Maria Paula Durán

Publicado

12 Oct 2018


La exposición “Endulzar la Palabra, memorias indígenas para pervivir” llega a Cartagena

Los invitamos a sumergirse en un recorrido de cinco momentos, conformado por fotografías, dibujos, documentales y testimonios de ocho pueblos indígenas, que develan cómo la memoria les ha permitido pervivir en medio del conflicto.


La exposición “Endulzar la palabra, memorias indígenas para pervivir” hace una inmersión en los procesos de memoria histórica de ocho pueblos indígenas de Colombia: Bora, Ocaina, Muinane y Uitoto M+N+KA de La Chorrera, en el Amazonas (AZICATCH); Wiwa, de la Sierra Nevada de Santa Marta (Golkushe Tayrona); Awá de Nariño, Putumayo y Ecuador (Gran Familia Awá Binacional); Nasa del norte del Cauca, Chab Wala Kiwe (ACIN), y Barí del Catatumbo (ÑATUBAIYIBARI). 

El visitante encontrará espacios para escuchar sus voces. Espacios para caminar por sus territorios, en su inmensidad y con todas sus diferencias. Espacios para entender que la memoria también son silencios. Y espacios para reconocer que los pueblos indígenas han sido actores políticos y activos, para hacerle frente al conflicto armado. 

A lo largo de toda la exhibición, liderada por el Centro Nacional de Memoria Histórica en alianza con el Centro de Formación de la Cooperación Española y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, se presentarán fotografías, dibujos, documentales y testimonios, producidos en su gran mayoría por los pueblos indígenas. Además, el espectador se encontrará con una serie de preguntas, en las que cada uno de los pueblos interpela y abre el diálogo con los visitantes.

 

“Todo lo que hagas se tiene que hacer con el corazón frío
Se tiene que hacer con el corazón dulce Y se tiene que hacer con ese corazón de estimación al otro”. 
Gil Farekatde


Sean bienvenidos a una exposición en la que participaron activamente los investigadores locales, lo que permitió hacer el ejercicio de contar en voz propia una historia tantas veces referida por otros. Esta, además, es una oportunidad para comprender que la memoria indígena del conflicto se centra, más que en un repertorio de hechos dolorosos, en un conjunto de saberes y estrategias culturales que les han permitido sanar los estragos de la guerra, y endulzar la memoria del horror desde la palabra de vida. 

Esta exposición fue posible gracias al apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a través del Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR) operado por ACDI-VOCA. Y a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). 

Les invitamos a conocer la programación de actividades culturales y académicas que se llevarán a cabo este mes.

HORARIOS Y FECHAS:

  • Lunes a viernes: 7:30 a.m. a 7:00 p.m.
  • Sábados: 8:00 a.m. a 7:00 p.m.
  • Domingos y festivos: 9:00 a.m. a 7:00 p.m.

LUGAR: Centro de Formación de la Cooperación Española, Calle 36 #2-74, Cartagena

Publicado en Noticias CNMH



Endulzar la Palabra, Exposición, Fotografía, Indigenas, Memoria

Reporteritos de la memoria

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

23 Oct 2018


Reporteritos de la memoria

Niños, niñas y adolescentes Nasa, realizaron tres cortos audiovisuales donde expresaron su percepción en el territorio, su cultura y los retos que como comunidad deben asumir en medio del conflicto armado.


En Toribío, Cauca, un grupo de estudiantes de tres instituciones educativas realizaron un ejercicio de memoria, de acercamiento a su cultura, a las raíces, ancestros y tradiciones del pueblo Nasa y, desde sus propias miradas, abordaron algunas problemáticas relacionadas con el conflicto armado y el impacto que ha tenido en sus comunidades: drogadicción, la pérdida de lugares ancestrales, afectaciones a la naturaleza y las formas de organización que han desarrollado como comunidad.

El proyecto, donde participan niños y niñas de los grados séptimo a noveno de tres colegios del municipio: La Primicia, El Sesteadero y Eduardo Santos, consiste en brindar herramientas comunicativas a los participantes para que exploren las memorias de su pueblo con relación a lo que han sufrido por el conflicto armado, pero desde un enfoque que demuestre la resistencia que como pueblo han hecho frente a los actores armados y, por supuesto, que fueran ellos mismos quienes construyeran sus relatos.

Los habitantes de Toribío hablan de más de 600 tomas y hostigamientos de la guerrilla al municipio caucano. Hay quienes dicen que perdieron la cuenta cuando ya habían sobrepasado las 250 y la Policía registra, al menos, 73 hechos violentos de este tipo.

Toribío y el departamento del Cauca en general han padecido la guerra de forma directa y aún hoy el conflicto sigue presente en el territorio con guerrillas y disidencias de las FARC. Sus habitantes lo saben de primera mano y la labor de los reporteritos, coordinada con gestores de memoria de la comunidad Nasa y el acompañamiento del CNMH, era investigar, preguntar e informar a sus compañeros por medio de tres cortos documentales. Así, con estas tres propuestas audiovisuales realizadas por los “Reporteritos de la memoria”, los estudiantes que participaron en la iniciativa nos acercan a su cultura y a sus reflexiones sobre el pasado y la memoria.

 

 

Guardias / Institución Educativa Eduardo Santos

 

 

Un ejercicio de acercamiento que hacen los estudiantes El Roblar: historia y memoria / Institución Educativa La Primicia

 

 

Siguiendo nuestro sueños por el camino de los Mayores / Institución Educativa El Sesteadero

Publicado en Noticias CNMH



Cauca, Nasa, Reporteritos, Toribío

“Necesitamos que se proteja el acuerdo de paz”: líderes de Bojayá

Noticia

Autor

Harold García

Fotografía

Harold García

Publicado

23 Oct 2018


“Necesitamos que se proteja el acuerdo de paz”: líderes de Bojayá

Tres representantes de este municipio chocoano viajaron hasta Bogotá para realizar un plantón en la Plaza de Bolívar, en rechazo al recrudecimiento de la violencia en su región y al incumplimiento del Estado con las víctimas. Además, pidieron que no se desechen las negociaciones con la guerrilla del ELN.


Andamos pa´ arriba y pa´ abajo en busca de felicidad
Pa´ ver si este presidente nos da el proceso de paz
Con qué, con qué, con qué, con qué corazón lo haré
Cantamos los alabados en el proceso de paz
Pa´ ver si este presidente nos quiere colaborar
Señores grupos armados, nosotros queremos paz,
por allá de nuestra región no nos vayan a sacar

Fragmento de los Alabaos compuestos y cantados por las cantaoras Luz Marina Cañola y Celestina Palacios Palacios

“Nuestras comunidades siguen viviendo situaciones de violencia, confinamiento, asesinatos, restricción a la movilidad, violaciones, y una serie de cosas que no estamos prestos a aceptar después de haber luchado por un acuerdo de paz”, dijo Leyner Palacios, líder de Bojayá (Chocó), el pasado 2 de octubre desde la Plaza de Bolívar de Bogotá. Detrás de él, la estatua de El Libertador y bajo sus pies, sobre una manta blanca, rodeado de velas de colores y una decena de flores, se encontraba el Cristo mutilado de Bojayá, uno de los símbolos trágicos de las barbaries de la guerra en Colombia.

Cristo que el 2 de mayo del 2002 resistió a la masacre de 79 personas que estaban dentro de la iglesia de Bellavista (Bojayá), cuando estalló un cilindro bomba lanzado por las FARC; y que acompañó al Papa Francisco en una eucaristía celebrada en Villavicencio el 8 de septiembre del 2016, a la que asistieron más de cinco mil personas, la mayoría de ellas víctimas de la guerra. “El Cristo de Bojayá no tiene piernas, pero camina con nosotros… hemos venido aquí en busca de varias cosas. La primera tiene que ver con que se reconozcan los derechos de las víctimas de Bojayá y se posibiliten garantías de no repetición”, señaló Leyner Palacios.

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Leyner Palacios, líder de Bojayá, en la Plaza de Bolívar de Bogotá. Fotografía: Harold García/CNMH

Bojayá, al ser testigo directo de uno de los episodios más crudos de la guerra; se convirtió en un caso emblemático de lucha y resistencia. Durante los diálogos de paz entre el Gobierno y la antigua guerrilla de las FARC, se realizaron diferentes encuentros buscando acuerdos hacia el trámite de la reparación a los habitantes de esta región.

A finales del 2014 varios de los jefes negociadores de esa guerrilla se reunieron en La Habana con representantes de las víctimas de Bojayá, donde, según Jorge Torres Victoria, alias ‘Pablo Catatumbo’, inició la solicitud de perdón por el daño causado. Un año después, el 6 de diciembre del 2015, dentro del acto de reconocimiento de responsabilidad de las FARC por la masacre de Bojayá el exjefe guerrillero José Lisandro Lascarro -conocido con el alias de ‘Pastor Alape’- viajó hasta Bellavista y ante la comunidad en pleno solicitó el perdón por la explosión del cilindro bomba que cambió para siempre el destino de esta población y de la región.

Bellavista y su Cristo, fueron también testigos de las promesas de un Nobel de Paz y las posteriores firma del acuerdo de paz en el 2016; e igualmente del primer Plan Integral de Reparación Colectiva para la población, firmado a comienzos de este 2018. Pero este mismo año, ha sufrido cómo la situación de violencia en el pacífico se agudizó. Los grupos disidentes de la guerrilla de las FARC, el ELN y las bandas criminales, volvieron a dejar a la comunidad en medio del fuego cruzado por el control del territorio; y el regreso de las amenazas y los asesinatos selectivos.  

Por ello, Leyner, quien viajó a Bogotá junto a las cantaoras Luz Marina Cañola y Celestina Palacios, tenía claro que su misión más importante era contarle al país lo que está pasando en su territorio. “No podemos permitir que se pierda todo lo que hemos avanzado”, dijo, y luego denunció que su región se encuentra en un “abandono permanente”. 

 

Luz Marina Cañola y Celestina Palacios, Cantaoras. Fotografía: Harold García/CNMH  

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Tal abandono se manifiesta en hechos como los de mayo pasado, cuando la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) señaló que en Bojayá existía “un riesgo de desplazamiento masivo, en caso de continuar las acciones armadas”, lo cual se sumaba a un “aumento en la presencia de los actores armados no estatales, en lo corrido del 2018”. Según este documento, 2.030 personas de esa región tenían restricciones en la movilidad por los combates y las amenazas recurrentes.

“Vemos la necesidad de que el país transite por una vía negociada del conflicto armado. La invitación la hacemos claramente para que se le dé continuidad a los acuerdos con el ELN y también que se le dé continuidad al sometimiento de las bandas criminales o de paramilitares que hay en los territorios y que están afectando la tranquilidad de las comunidades”, dijo Leyner, con la voz de un líder que sigue creyendo y luchando por la paz.

Leyner Palacios indica que los Planes de Desarrollo Territorial son una oportunidad para reclamarle y exigirle al Estado que cumpla sus deberes en salud, educación, vivienda, carreteras. Según el Plan de Desarrollo 2016-2019 del municipio de Bojayá; aunque el desplazamiento forzado constituye la principal violación a los derechos humanos, se reconoce que existen otras situaciones que vulneran los derechos de los pobladores como la deficiente prestación del servicio de salud, la falta de acceso a un salario mínimo y la inseguridad alimentaria.

Finalmente, Leyner reitera dos puntos claves en su reclamación: la atención psicosocial para los pobladores y la exhumación de los cuerpos de todas las personas que murieron el 2 de mayo del 2002 en curso por Medicina Legal y Fiscalía General de la Nación.

En Bojayá el dolor no ha sido impedimento para seguir adelante. Con la fuerza, hoy su comunidad hace un urgente llamado para que la historia de dolor de su pueblo no se repita. “Necesitamos que se implemente todo el sistema de Verdad Justicia y Reparación. Sabemos que son programas que aún hoy están desfinanciados… Necesitamos que se proteja el acuerdo de paz… Ya avanzamos y no queremos retroceder”, puntualiza Leyner Palacios; acompañado de la voz de las cantaoras y de toda una comunidad que a pesar del conflicto latente, le sigue cantando a la paz

Hace 500 años
Sufrimos este gran terror
Pedimos a los violentos
Que no más repetición
Santa María danos la paz
Santa María danos la paz

Estribillo extremo a extremo
Nosotras queremos paz
Y por estas alabanzas
Es que hemos venido acá

Fragmento del Alabao por la paz, 26 de septiembre de 2016.

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Publicado en Noticias CNMH



Acuerdos de Paz, Bojayá, Eln, Farc

“En contra de la mentira, del silencio y del miedo”: padre Francisco de Roux

Noticia

Autor

Camilo Gallego

Fotografía

Cristian Garavito/El Espectador

Publicado

24 Oct 2018


“En contra de la mentira, del silencio y del miedo”: padre Francisco de Roux

El sacerdote jesuita considera que los archivos de seguridad del Estado y de la sociedad civil son fundamentales para ayudar a construir un relato que permita comprender qué le sucedió a Colombia en seis décadas de conflicto armado..


Para el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV), es imposible entender qué sucedió con los diputados del Valle; los hechos de El Nogal o sobre la muerte de más de tres mil miembros asesinados de la Unión Patriótica sin los archivos del Estado relacionados con estos casos. “Frustrar la posibilidad de llegar a los archivos es negar algo muy hondo. No sé si podamos avanzar sin ellos”, dijo en el evento Los archivos y la verdad sobre el conflicto armado, que se llevó a cabo el 23 de octubre en Bogotá y que organizó Colombia2020.

Distintos especialistas nacionales e internacional hablaron de la importancia de los archivos de derechos humanos y los archivos reservados para la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la CEV y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD). Gustavo Meoño, hasta hace un par de meses director del Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN) de Guatemala, aseguró que por la “naturaleza de un documento público, estos deberían tener acceso irrestricto. Defender con argumentos de defensa nacional y soberanía es un despropósito, pues el objetivo es encubrir violaciones de derechos humanos”. Lo dijo, haciendo énfasis en la dificultad que tienen la JEP, la CEV y la UPBD de acceder a información de instituciones del Estado, fundamental para adelantar su trabajo.

El evento también permitió resaltar el trabajo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) a través de la Dirección de Archivo de Derechos Humanos. Gilberto Villa, asesor del CNMH explicó que a través del Archivo Virtual de los Derechos Humanos ya están disponibles más de 360 mil documentos. Con relación a la desconfianza que tienen organizaciones y líderes frente al Estado, Villa explicó que la Dirección tiene copias digitales de los archivos, pero son las organizaciones y sus líderes quienes tienen los originales. “Ya hicimos convenios con la JEP y la Comisión de la Verdad, a quienes dejamos una copia de custodia del archivo”, añadió. Para concluir, indicó que desde el 2012 el CNMH llamó la atención sobre el cuidado de la información.

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    Gilberto Villa, asesor del CNMH en el conversatorio: Los archivos y la verdad sobre el conflicto armado realizado por Colombia 2020. Cristian Garavito/El Espectador

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    Conversatorio: Los archivos y la verdad sobre el conflicto armado realizado por Colombia 2020. Cristian Garavito/El Espectador

Diana Sánchez, directora de la Fundación Minga, explicó que gracias al CNMH se organizó su archivo y se puso al servicio en el Archivo Virtual. Y añadió: “el enfoque del Centro Nacional de Memoria Histórica es amplio, plural y universal, y eso nos daba tranquilidad a quienes depositamos nuestra información ahí.”

Además de esto, desde 2015, la Dirección de Archivo avanzó en la búsqueda e identificación de archivos de derechos humanos en todo el país a través del Registro Especial de Archivos de Derechos Humanos (READH). Hasta ahora identificaron 2.043, los cuales son importantes para la JEP, la CEV y la UNDP.

En el cierre, el padre de Roux hizo un llamado al país: “Hemos crecido con la idea de que reconocer responsabilidades es dar papaya. Esto lo construimos entre seres humanos falibles. Recojamos lo que somos y construyamos desde lo que somos. Estamos en [la CEV] en contra de la mentira, del silencio y del miedo”.

Claves de Guatemala para Colombia

De acuerdo con Gustavo Meoño, en Guatemala hubo 200 mil víctimas y 45 mil detenidos desaparecidos. Gracias a la experiencia que tuvo como director del Archivo Histórico de la Policía Nacional, resaltó algunos aprendizajes relacionados con el uso de los archivos.

  1. Los archivos existen y pueden ser escondidos y negados.
  2. Los archivos administrativos aportan al esclarecimiento de la verdad. Hay que valorar otros archivos como registros civiles, de propiedad, de morgues y de cementerios.
  3. Ante el poco tiempo que tiene la CEV para cumplir su mandato, se deben combinar tres procesos: capacitación, procedimientos archivísticos e investigación.
  4. Ante la imposibilidad de abarcar todo lo sucedido en un conflicto hay que establecer prioridades. En Guatemala se concentraron en el periodo 1975-1985, tiempo en el que se concentran las peores violaciones de Derechos Humanos.
  5. Hay que valorar el papel de los archiveros en la JEP, la CEV y la UNDP, no solo como auxiliares o como apoyo, sino como especialistas, para lograr una mirada integral en la investigación y el análisis de datos.
  6. La prueba archivística debe ser considerada como prueba científica.
  7. Los procesos de justicia transicional necesitan documentos y necesitan archivos. Para las víctimas es un valor reparador que puede tener la información contenida a los archivos.
  8. La JEP, la CEV y la UNDP deben incorporar desde el principio criterios y técnicas archivísticas, para el tratamiento de las fuentes, de su organización, conservación y acceso.
  9. Se debe prever el destino y los mecanismos de custodia de los archivos una vez termina la investigación y se haga pública. Se debe evitar la reserva y la clausura de los archivos.

Publicado en Noticias CNMH



Archivos, Comisión de la Verdad, Francisco de Roux

“Me siento satisfecho, me siento realizado”: Jesús María Pérez

Noticia

Autor

Juan Camilo Gallego Castro

Fotografía

Daniel Sarmiento

Publicado

25 Oct 2018


“Me siento satisfecho, me siento realizado”: Jesús María Pérez

Este líder histórico del campesinado, guardián de la memoria de los Montes de María y defensor de una distribución equitativa de la tierra, murió el 23 de octubre en su casa de la vereda Palmitos, Sucre, a los 84 años.


“En la finca El Palmito… de la Unión de Francisco Antonio con María Luisa Ortega Medina, de la que también hubo cuatro hijos, nació Jesús María. El 30 de agosto de 1934”. Estos son algunos de los “aspectos biográficos” que el líder histórico de los Montes de María, Jesús María Pérez, dejó consignados en uno de sus manuscritos que hoy reposan en el Archivo Virtual de los Derechos Humanos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Allá en Los Palmitos, Sucre, el lugar donde nació, también murió José María el pasado 23 de octubre. Estaba al lado de su esposa Soledad Acosta y rodeado de su familia.

En otro de los manuscritos, titulado “Vida, desarrollo y actividad de un militante político”, escribió en tercera persona que “ese niño desde sus primeros años de vida mostró ser muy vivaz, con una inteligencia muy despierta no pudo ir nunca a la escuela, debido a que para esa época no existían escuelas rurales en la zona”.

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A los 21 años conoció a su esposa Soledad Acosta. Ella tenía 16. Juntos, protagonizaron las grandes luchas campesinas en los Montes de María: una región del Caribe colombiano que se extiende por los departamentos de Bolívar y Sucre, y que es centro de un profundo conflicto de tierras por cuenta del accionar de terratenientes y de grupos paramilitares y guerrilleros.

Jesús María Pérez fue uno de los fundadores de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Desde allí, luchó incansablemente por una reforma agraria que les diera a los campesinos más derechos sobre el territorio. Y eso, lo llevó a ser perseguido y amenazado. Incluso, estuvo tres veces en la cárcel señalado de “insurgente”, pero ninguno de esos procesos judiciales prosperó.

En la escuela de la vereda Palmito, que construyeron muchos años después, Jesús María fue homenajeado por su comunidad el pasado 22 de septiembre. Fue su último evento público. Más de cien personas lo recibieron con un aplauso. Soledad Acosta le había escuchado decir días antes que quería saber quiénes eran sus amigos y quiénes no, que quería saber con quién contaba. Al llegar a la escuela no había más que personas dispuestas a escucharlo y a reconocerle su liderazgo. Fue el abrazo de su gente.

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“Pido disculpas por mi estado de salud”, dijo al empezar. Sus palabras fueron un acto de resistencia, dijo luego Gonzalo Sánchez, director del CNMH.

“Desde que me metí a la escritura me enamoré de los fundamentos de la historia y la geografía”, continuó Jesús María. Su voz era suave, lenta. Su hija Sara Pérez se sentó a su derecha y le sostuvo el micrófono; Soledad, su esposa, le sobaba la espalda y le daba aliento para hablar.

“Este es un acto que queda para la historia de las nuevas generaciones y de las juventudes, porque las ideas nunca se mueren. Nunca fui a la escuela, pero aprendí más de las calles de los pueblos que de las escuelas (…). No quiero extenderme porque no estoy en condiciones de salud. Pero me siento satisfecho, realizado al lado de este auditorio. Están reunidos porque tienen fe en la persona que las ha representado. Gracias por escucharme, por todo. Ojalá pueda seguir”.

En aquel evento, Jesús María y Gonzalo Sánchez firmaron un documento en el que constaba que el líder le estaba entregando al Museo de Memoria Histórica de Colombia su archivo físico, conformado por sus manuscritos, libretas de notas y su producción intelectual. Una cuidadosa selección de 399 documentos en 2.093 folios.

“Los grandes momentos reclaman palabras”, dijo poco antes de morir, poco antes del evento en el que supo que contaba con su gente, que le reconocía la lucha de los campesinos del país.

Publicado en Noticias CNMH



DDHH, Jesús María Pérez, Los Palmitos, Montes de María, Sucre

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