Etiqueta: Resistencia

UNESCO premia la resistencia de Trujillo

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

10 Feb 2015


UNESCO premia la resistencia de Trujillo

En el día de hoy, 10 de febrero de 2014, Saadia Sánchez Vegas, representante para Colombia de la Unesco, entregará a Gonzalo Sánchez, director del CNMH, el certificado de inscripción del libro ‘Tiberio vive hoy: testimonios de la vida de un mártir’ al Registro de Memoria del Mundo de la Unesco. El evento se realizará hoy a las 4:00 p.m. en la sede 1 del Centro Nacional de Memoria Histórica (Carrera 6 N° 35-29 Barrio La Merced) y contará con la presencia de representantes de la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo. 

Este reconocimiento pone esta publicación al lado de importantes documentos como el diario de Ana Frank y reconoce la importancia de esta publicación como símbolo de la memoria colectiva de la humanidad. 

“’Tiberio vive hoy: testimonios de la vida de un mártir’, representa un documento de extraordinario valor histórico y documental que recoge las memorias de sufrimiento de familiares de las víctimas de Trujillo”, dice el Programa Memoria del Mundo.

El libro fue postulado para este reconocimiento por el Archivo de los DDHH del CNMH. La publicación fue construida manualmente por los habitantes del municipio de Trujillo, Valle del Cauca-Colombia, víctimas de lo que se conoció como la ‘Masacre de Trujillo’. Esta consistió en una serie de desapariciones forzadas, torturas, detenciones arbitrarias y homicidios que fueron perpetrados por una alianza temporal entre narcotraficantes, paramilitares y agentes del Estado entre 1986 y 1994. 

La víctima más emblemática de esta masacre fue el sacerdote y activista por los Derechos Humanos Tiberio Fernández Mafla, quien fue desaparecido el 17 de abril de 1990 y cuyo cuerpo fue encontrado, mutilado, días después en el río Cauca. 

El reconocimiento llega en momentos en que la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit) atraviesa una difícil situación de seguridad, pues varios de sus integrantes han tenido que solicitar esquemas de seguridad por parte del Estado debido a las constantes amenazas de las que son objeto.

 


Masacre, Resistencia, Trujillo, Unesco

Con la palabra resisten en Micoahumado

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Autor

CNMH

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APC de Micoahumado.

Publicado

13 Mar 2015


Con la palabra resisten en Micoahumado

La comunidad de Micoahumado conmemorará en el corregimiento La Plaza, municipio de Morales (sur de Bolívar), los 13 años de la Asamblea Popular Constituyente, una iniciativa de paz regional que hoy es una muestra de que el diálogo es la mejor arma frente a los violentos.


Ante la violencia de los grupos armados hay una comunidad que encontró la clave para resistir a ella: la palabra. Se trata del corregimiento de La Plaza en Micoahumado, en el municipio de Morales, sur de Bolívar, escenario de una de las movilizaciones y luchas populares campesinas que más han resistido al conflicto armado.

Su organización es su fuerza y la paz el motivo que mueve a 400 familias, una organización social campesina que promueve el diálogo con otros líderes como en la Comisión de Interlocución del Sur de Bolívar, el Congreso de los Pueblos y La Cumbre Agraria Étnica y Popular.

En esta región, desde los años setenta, hacen presencia el Eln y las Farc, y a finales de los noventa se conformaron allí varias estructuras paramilitares. En todos los casos este grupo campesino, solo con la fuerza del diálogo, ha logrado mantener las condiciones para seguir adelante en sus labores a pesar de estar en medio de la violencia armada y social.

Así fue que el 14 de marzo de 2002, cuando se agudizaron los enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares en el sur de Bolívar, los habitantes de Micoahumado le hicieron un llamado a la comunidad internacional y a las organizaciones sociales para que los rodearan. Es en este momento que nace la Asamblea Popular Constituyente, que desde entonces defiende el derecho a la vida y a la permanencia en el territorio, y ejerce autonomía y soberanía como sociedad civil en medio del conflicto. E incluso, ya desde 2001, esta comunidad iniciaba el Proceso Comunitario por la Vida, la Justicia y la Paz.

La defensa por la vida y la permanencia en el territorio fue lo que nos movió. La mujer fue la que más impulsó los diálogos con los grupos, de hecho integraron las comisiones que fueron a hablar con los actores violentos”, aseguró Arisolina Rodríguez, una de las lideresas de esta iniciativa.

De esta manera, la fuerza del diálogo se constituyó en la mejor arma de los civiles. Para Arisolina es una fuerza humana muy grande que debe tenerse en cuenta en los diálogos de paz de La Habana y en las demandas sociales para construir una paz sostenible.
A pesar de la violencia de la región, nos hemos mantenido en el territorio y la resistencia campesina está en el proceso de la Asociación Agrominera del Sur de Bolívar. Entre todos hemos llegado a construir tranquilidad, convivencia y arraigo en el territorio”, agregó.

Para Álvaro Villarraga, Director Técnico de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica y quien formó parte de las organizaciones sociales que rodearon esta iniciativa, “se trata de un caso en el que la palabra fue respetada por tratarse de una acción colectiva. A través del diálogo pobladores y grupos armados llegaron a acuerdos como la no incursión en el casco urbano, en las fincas; frenar atropellos a la población civil y conseguir la primera experiencia de desminado humanitario”.

Por su parte Neila Hernández, quien acompaña este proceso hace siete años, destacó la importancia que desde la Asamblea Popular Constituyente, la población de Micoahumado se haya organizado en procesos comunitarios y productivos en estos 13 años, toda vez que esta región padece el abandono y la inversión social es una deuda histórica. La pujanza de la gente logró detener la guerra, promover espacios de incidencia y proyectos para la inclusión social frente a la pobreza.

En efecto, Micoahumado representa un caso emblemático de resistencia civil a la guerra y de logro de demandas humanitarias que llevaron al Eln a desminar este territorio, acción que convocó el apoyo de organizaciones sociales nacionales e internacionales. A la vez que los pobladores consolidaron el proceso que se inició con la Asamblea Popular Constituyente de Micoahumado, organización que mantiene continuidad e iniciativa a través de los años bajo el lema: Proceso Comunitario por la Vida, la Justicia y la Paz de Micoahumado.

 


Bolívar, Micoahumado, Palabra, Resistencia

Resistencia de la Atcc sigue viva en El Carare

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Autor

Harold García.

Fotografía

Harold García.

Publicado

03 Jun 2015


Resistencia de la Atcc sigue viva en El Carare

Acompañamos a la Atcc (Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare) en la conmemoración de sus 28 años de existencia.


Domingo por la mañana, La India, corregimiento de Landázuri en Santander. De pronto, en un bote, aparece Braulio Mosquera. Es el hombre carisma de la comunidad, no hay duda: mirada brillante, sonrisa gigante, voz poderosa, piel negra y explicaciones contundentes a todo. Su personalidad se impone ante el resto, es respetado y seguido por muchos.

Más de cien personas de diferentes veredas y partes del país —hasta del mundo, hay un estudiante que viene de Chiapas, México, a conocer esta iniciativa de paz— se transportan por lancha bajo el sol ardiente que se refleja sobre el río minero, El Carare, para ir hasta la vereda La Zarca, en Bolívar. Por eso resulta una delicia husmear entre las fibras más profundas de iniciativas como las de la Atcc, cuyas sedes se encuentran distribuidas en nueve municipios: Landázuri, Bolívar, Cimitarra, Sucre, Málaga, Simacota, Charalá, El Peñón y La Belleza. Allí se han organizado durante 28 años para mantener su territorio libre de actores armados. “Ni con ustedes, ni con ellos; nosotros solos”, es la consigna que promueven generación tras generación desde aquel 24 de mayo de 1987 en que se reunieron con el primer grupo armado de la región, las Farc, para decirles que ellos no harían parte de su guerra. Acto que después repitieron con los paramilitares al igual que con el Ejército Nacional. Esta proeza los hizo merecedores del Premio Nobel de Paz Alternativo en 1990.

Por eso este 24 de mayo era especial: se cumplían 28 años de creación de la Atcc, 25 años de la obtención del premio de paz y se recordó el asesinato de tres de sus líderes: Josue Vargas, primer presidente de la Atcc, asesinado el 26 de febrero de 1990 junto a Saúl Castañeda, Miguel Ángel Barajas Collazos y la periodista de la BBC Silvia Duzán.

Sobre la balsa, Braulio, es entrevistado con un megáfono por uno de los jóvenes de la región que componen el colectivo de difusión “Radio Efecto Sonoro”. Un proyecto liderado por la Fundación Sub/Liminal y el Ministerio de Cultura, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica y la asesoría de Sonema. Braulio cuenta historias sobre el agua, de minería, de veredas, de amigos. Relata la importancia de las cordilleras que se ven imponentes, al fondo, mientras la embarcación se mueve sobre las aguas apacibles de El Carare.  

Al llegar a La Zarca hay un quiosco redondo con maderos y sillas vacías, allí por mucho caben 20 personas, el resto deben hacerse afuera, alrededor, en el monte. “Hoy somos más de cien, hace 28 años éramos mil campesinos acá reunidos con Las Farc”, dice Mosquera.

Se leyó un archivo histórico para la paz de Colombia, el acta que surgió de aquel encuentro: no más campesinos asesinados, nada de colaboraciones, cero ordenes ni condiciones impuestas por los grupos armados, no más visitas ni reuniones en las casas de los campesinos, respetar el territorio y no involucrar a los habitantes de la zona en algo en lo que nunca decidieron participar.

El proceso de paz

Un huracán de críticas y detractores se avecinan cuando alguien en Colombia pronuncia la frase “proceso de paz”. La división que suscita esas tres palabras suele opacar el trabajo organizativo, cultural, territorial y de resistencia que han realizado alrededor de la paz diversas comunidades por más de tres décadas. “A muchos les encanta hablar de guerra porque no conocen la firmeza de la paz, la sonrisa de la esperanza y el baile de la tranquilidad”, dice Braulio Mosquera con la sonrisa que lo caracteriza.

Este chocoano de 58 años asegura que la mayor aventura de su vida ha sido pertenecer a la Atcc. Con 28 años salió de Quibdó y llegó a la región para trabajar en estas tierras, se conectó con las juntas de acción comunal de diferentes veredas y así empezó su travesía por la lucha de los derechos de los campesinos.

“Ellos —los primeros lideres asesinados— nos dejaron un legado y es el que todavía continua”, se refiere Braulio al hablar del proceso de paz de la Atcc con los diferentes grupos armados. “Nosotros queremos reflejar que los derechos del ser humano son válidos y por ejemplo nuestro lema es por el derecho a la vida, la paz y al trabajo, y eso estamos haciendo hoy”.

Tener la posibilidad de dialogar a corazón abierto con Mosquera, es hallar a un hombre audaz y sensible, lleno de sueños, para quien la música, los poemas y la escritura son herramientas al servicio de su organización, de su gente: “como Dios es poderoso, dueño de nuestra existencia, en esta canción les hablo del adiós a la violencia. Con toda mi inspiración hoy les canto este paseo, la historia de esta región a ella referirme quiero, Josue, Barajas y Saúl, quienes fueron los primeros, este proceso iniciaron a ellos cantarles quiero. En el año 87 dieron los primeros pasos, se firmó el primer acuerdo  por la defensa del pueblo, se firmó el primer acuerdo en busca de la paz, el respeto por la vida y el derecho a trabajar. Las familias carareñas quieren volver a sus tierras a producir el sustento, pero que no haya más guerra. Ya con esta me despido y allá a lo lejos se ve, todos nos organizamos y nació la Atcc”, Braulio recita una estrofa de su canción “El adiós a la violencia”.

Una composición que recoge los diálogos con los grupos armados, cuando se inicia el proceso de paz, y que cuenta cuáles son los valores de la Atcc como el respeto a la vida, el derecho a trabajar, a subsistir, a vivir en paz.   

La conmemoración

Más de 50 velas alumbran con fuerza el obelisco de La India, son las luces poderosas del recuerdo que representan los desaparecidos y asesinados por los grupos armados en la región. Proyectan la esperanza y la tranquilidad de los campesinos que le dicen no a la violencia. La línea entre nostalgia y felicidad se mezcla con los asistentes, un grupo de personas que con risas y carcajadas se juntan en esta noche de recuerdos.

Allí, junto a las velas, se hace entrega de los árboles para el jardín de la memoria. “Esto es por nuestra historia, por nuestro pasado y nuestro presente”, dice Donaldo Quiroga, presidente de la Atcc.

A la pequeña tarima se acercan los jóvenes que componen “Radio efecto sonoro” para mostrar, en una pantalla improvisada con una tela y un vídeo beam, lo que hicieron durante todo un año de trabajo con la comunidad: las entrevistas a las “doñas” en sus casas, a los mineros, a los líderes y a los jóvenes que entre aplausos y risas se reconocen en sus relatos.

 

Publicado en Noticias CNMH



ATCC, Resistencia, Santander

Los veinte años de resistencia de Afavit

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Autor

Viviana Pineda.

Fotografía

María Paula Durán para el CNMH.

Publicado

08 Jul 2015


Los veinte años de resistencia de Afavit

Empezaron de la mano del padre Javier Giraldo, con reuniones y en medio de una masacre que no ha parado, sin embargo, hoy Afavit es la suma de muchos esfuerzos, de muchas voluntades que se unieron en un grito de ‘nunca más’.  


Veinte años después de que Afavit obtuviera su personería jurídica como la Asociación de familiares de víctimas de los hechos violentos de Trujillo [Ver informe de investigación: Trujillo, una tragedia que no cesa], Valle del Cauca, no hay una versión unificada de cómo comenzaron. Según unos, iniciaron en una reunión en el municipio de Buga, tratando de encontrar un espacio lejos de los violentos que rondaban al pueblo. Acorde con otros, empezaron en el salón parroquial a la vista de los victimarios, que para ese momento no habían sido identificados y se camuflaban en la vida cotidiana de la población. Otras versiones dicen que comenzaron en reuniones clandestinas en diferentes casas para no ser identificados.

Sin embargo, todas las versiones empiezan con un nombre: el del padre Javier Giraldo. En 1990, el sacerdote jesuita lideraba la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, en ese entonces una naciente entidad defensora de los derechos humanos conformada por creyentes de diferentes confesiones religiosas cristianas.   

Giraldo llegó a esta población del Norte del Valle del Cauca luego de enterarse del macabro asesinato de quien fuera por cinco años el párroco de Trujillo, Tiberio Fernández Mafla. “Yo lo había conocido, vivimos en el mismo sitio cuando estudiábamos teología en Bogotá, también lo conocía del Instituto Mayor Campesino o Universidad Campesina, dónde era un destacado líder. Yo estuve en su ordenación, que fue en Tuluá”, recuerda Giraldo.

Sin muchas pistas de dónde encontrar información, el sacerdote llegó a pocos días del crimen a la iglesia del pueblo, donde halló a Doris Osorio, la secretaria del padre Tiberio y quien se convertiría en su aliada incondicional. Era ella quien recibía a los trujillenses que llegaban a pedir ayuda cuando se les desaparecía un familiar, era ella quien sabía de los cuerpos mutilados que habían empezado a aparecer y que el padre Diego Villegas (auxiliar de Tiberio) recogía Cauca abajo con la Defensa Civil, era ella la que conocía de la cacería de brujas en contra de los líderes que habían organizado una marcha desde las veredas para exigir que les arreglaran las carreteras.

Doris conocía a las víctimas de la masacre de Trujillo. Hospedó al padre Giraldo en su casa y lo ayudó a contactar, uno a uno, a los familiares para que dieran sus testimonios y se pudiera denunciar formalmente todo lo que estaba pasando. “Los padres Tiberio y Diego ya habían recogido alguna información, yo junté todo y lo llevé a la Procuraduría y a la Dirección Nacional de instrucción criminal (en ese entonces no existía la Fiscalía). Sin embargo, los culpables fueron absueltos rápidamente.”, afirma el padre Giraldo.

Todo esto, lo hacía bajo unos riesgos enormes, “Una vez por media hora no me cogieron los paramilitares. Esa noche balearon a un muchacho que me había ayudado a contactar a las familias”, recuerda 25 años después.

El nacimiento de Afavit

Pero pese al inminente peligro, las gestiones del padre Giraldo permitieron que las víctimas se conocieran entre ellas y tomaran consciencia de la necesidad de trabajar juntas. “El padre empezó a venir con Asfaddes (Asociación de familiares de detenidos desaparecidos) y a hablarnos de la importancia de que nos organizáramos y así lo hicimos, especialmente cuando salió el concepto de la Comisión Interamericana, para lo que necesitábamos ser una sola fuerza para dialogar con el Estado”, recuerda Esmeralda Marín, quién fue una de la primeras presidentas de Afavit y quien perdió al padre de sus hijos en la masacre.

Y es que después del fracaso en la justicia nacional, el padre Giraldo junto al Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (en cabeza del abogado Eduardo Carreño) llevó el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, donde se logró una solución amistosa con el Estado Colombiano en 1995 (en ese año Afavit se formalizó con una personería jurídica).

“Para que el Colectivo de abogados pudiera representar a las víctimas se necesitan unos poderes. Yo los hacía a escondidas en la casa cural. Allá nos daban las dos y tres de la mañana, mientras mi hija se quedaba dormida en una banca de la iglesia esperándome”, recuerda Doris Osorio.

El acuerdo con el Estado colombiano contempló varias medidas de reparación a las víctimas, muchas de las cuáles no se cumplieron por actos de corrupción estatal que todavía hoy están bajo investigación. Entre estas se ordenó la construcción de un monumento, y entre las primeras decisiones que tomó Afavit, fue que éste, más que un monumento fuera un parque.

Entre todos buscaron el terreno más propicio para la estructura, hasta que una señal les mostró cuál debería ser el sitio elegido. “Nos encontramos con este par de guamos que crecían abrazados y los vimos como un símbolo del abrazo fraterno que necesitaba Trujillo”, recordó el padre Giraldo en la peregrinación del pasado 13 de junio. Estos dos árboles que se abrazan serían incorporados en el logo de Afavit.

Hoy el Parque monumento de Trujillo, diseñado por el arquitecto Santiago Camargo, es un referente de memoria para el país, y cada espacio ha sido dotado de significado a lo largo de los años.

Allí se reúne el grupo infantil Jimmy García Peña (llamado así en honor a un niño de 18 meses decapitado junto a su familia) en el salón ‘Hermanos Mayorga’, que tiene ese nombre para recordar a los siete hermanos de una misma familia que fueron asesinados. El parque alberga la exposición ‘Madres del silencio’ del artista Juan David Galves, así como el registro del performance ‘Magdalenas por el Cauca’ de Rodrigo Grajales. La artista Adriana Lalinde esculpió los osarios de las víctimas de la masacre y el kurdo Hoshyar Rashee construyó el ‘Muro de la sombra del amor’. El parque también cuenta con el jardín de Alba Mery Chilito, quien fuera una de las matriarcas de Afavit y que fue asesinada en 2013 en extrañas circunstancias.

Los acompañantes

Pero con la creación de Afavit empezaron las amenazas y no han parado desde entonces, como lo cuenta Esmeralda Marín. “Yo quedé como presidenta luego de que la persona que tenía el cargo tuviera que salir del país por amenazas. A mí también me intimidaban y me tuvieron que poner escolta. Me ofrecieron irme exiliada pero yo no quise dejar a mi familia”, dice.

En ese contexto llegaron Carlos Ulloa, Stela, su esposa y su hijo Jerónimo, alrededor del año 1996, bajo la figura de ‘acompañantes’, enviados por la comisión Intereclesial de Justicia y Paz. Andaban en un Jeep destartalado modelo 54 visitando a las víctimas por todo el municipio, les dictaban clases de Tai chi y de meditación, hacían talleres de mimos, de pintura y teatro.

“Lo que pasó aquí fue muy un golpe muy duro. Se cortaron muchas puntas en el tejido social. Mataron al que jugaba mejor fútbol, al serenatero, al sombrerero, al que recogía la leche… despuntaron a toda la sociedad por todo lado”, recuerda Ulloa, y agrega, “cuando llegamos la gente no podía decir ni siquiera que eran familiares de víctimas. Vinimos a prestar este instrumento para que nos lo llenaran de lágrimas y mocos”, dice mientras se señala el hombro.

Sin embargo, solo pudieron estar allí menos de dos años porque también fueron amenazados. Fueron reemplazados por otras personas que también llegaron a poner su granito de arena como la hermana Maritze Trigos y Teresita Cano, que hasta hoy han estado acompañando el proceso de Afavit. Ellas y las nuevas directivas de la organización han continuado con el trabajo de memoria y resistencia que emprendió el padre Giraldo hace 25 años.

La cadena de esfuerzos y voluntades en esta tarea no se detiene y el futuro de esta organización pareciera estar en manos del grupo de niños y jóvenes que han empezado a vincularse al proceso y que deberán sumarse a ese grupo de sacerdotes, abogados, arquitectos, artistas, religiosas, amas de casa, campesinas y secretarias que arriesgaron su vida para que la verdad de Trujillo saliera a flote, y para que Afavit hoy sea un ejemplo nacional e internacionalmente. 

 

Publicado en Noticias CNMH



Resistencia, Trujillo, Víctimas

Tres robles: violencia y resistencia en la U. de Córdoba

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Lina Pinzón.

Publicado

13 Jul 2015


Tres robles: violencia y resistencia en la U. de Córdoba

El Grupo de Reparaciones Colectivas del Centro Nacional de Memoria Histórica desde el 2013 ha venido trabajado en conjunto con la Universidad de Córdoba, en la reconstrucción de memoria histórica de lo sucedido en esta institución educativa a mano de grupos paramilitares.


El Grupo Regional de Memoria Histórica de la Universidad de Córdoba en Montería, está conformado por estudiantes, profesores y empleados de la universidad que se han venido capacitando en temas relacionados a la construcción de memoria, para ser ellos quienes cuenten lo que ocurrió en este recinto educativo durante los años más álgidos del paramilitarismo que vivió la región. Dentro de este proceso han sido muchas las historias escuchadas y los temas trabajados pues, en su mayoría, quienes hacen parte del grupo fueron víctimas y vivieron la violencia en la institución.

A este período de violencia lo llaman “la toma a sangre y fuego de los paramilitares”, debido a los distintos hechos de violación de derechos humanos que cometieron las autodefensas durante la época de su predominio en la zona: asesinatos, desapariciones forzadas, desplazamientos y amenazas, además de cambios en las relaciones académicas y sociales de la comunidad universitaria. Además, esta toma no fue solamente a través de acciones violentas, pues los paramilitares lograron controlar los recursos públicos y en general las dinámicas sociales de la universidad desde adentro, por medio del nombramiento como rector de Claudio Sánchez, desde 2002 hasta el 2008, cuando fue capturado por el CTI debido a sus presuntos nexos con grupos paramilitares, sin embargo, actualmente se encuentra prófugo de la justicia. Sus presuntos vínculos con los grupos paramilitares fueron reafirmados por Salvatore Mancuso en versiones libres

Los cambios sociales se generaron tras un proceso de estigmatización y violencia selectiva en la Universidad (período 1987-2000), y continuó con la toma a partir de los estamentos y las cátedras de la universidad, al respecto una de las víctimas narra: “en esa época primero empezó la violencia contra los estudiantes, trabajadores y empleados, asesinatos, desplazamientos… y después nos quitaron las convenciones colectivas y nuestros derechos”.

La reconstrucción de esta historia es lo que el Grupo Regional de Memoria Histórica está trabajando a través de la construcción de un informe y de piezas comunicativas, para poder enseñar a la comunidad universitaria, al país y al mundo entero la manera en que la Universidad de Córdoba fue cooptada.

Uno de las tantos relatos es el de tres agrónomos que fueron desaparecidos y asesinados por los grupos paramilitares, una historia que marcó a la comunidad universitaria y que detonó en la desintegración de los movimientos estudiantiles que aun existían, según el relato de uno de los estudiantes de la época: “tras la muerte de los tres agrónomos se intensificaron las amenazas y tuvimos que desplazarnos por nuestra seguridad”.

Los tres agrónomos trabajaban en la aplicación de la encuesta sobre ruralidad realizada por el DANE en 1997, se encontraban en el municipio de Puerto Libertador en Córdoba, cuando fueron abordados por paramilitares y asesinados. Sus familiares los creyeron secuestrados y luego desaparecidos por más de un año cuando en extrañas circunstancias fueron encontrados sus cuerpos y verificadas sus identidades. Hace poco en versión libre el exparamilitar Salvatore Mancuso aceptó la responsabilidad sobre la muerte de los tres agrónomos de la Universidad de Córdoba, diciendo que fueron confundidos con informantes de la guerrilla en la zona.

De la misma manera ocurrió con la desaparición de varios líderes estudiantiles, lo que llevó al movimiento estudiantil de la época- con apoyo de la Universidad y de los familiares de las víctimas- a realizar marchas protestando por la pérdida de los estudiantes y reivindicando la necesidad de dejar por fuera de la guerra a la sociedad en general.

Además de estas protestas, en un acto simbólico de resistencia y tras haber encontrado los cuerpos de las víctimas, realizaron la siembra de tres árboles de roble que representan los agrónomos asesinados, la resistencia de su memoria y las luchas realizadas a pesar de los hechos sucedidos. La idea de los miembros del movimiento estudiantil era poner una placa conmemorativa frente a los árboles, sin embargo, varias amenazas y persecuciones hicieron que los líderes tuvieran que desplazarse y dejar de lado las acciones referentes al movimiento estudiantil, razón por la cual hoy en día no existe dicha placa.

Actualmente el Grupo Regional de Memoria Histórica se encuentra realizando varios perfiles biográficos sobre las víctimas y unas crónicas sobre los hechos que marcaron a la Universidad. Además, en el marco del trabajo de implementación de medidas de reparación colectiva, se realiza la construcción conjunta del diseño de la placa conmemorativa para que ésta sea finalmente puesta frente a los árboles de roble, esperando con esto contribuir a la construcción de memoria colectiva que dignifique a las víctimas y que fortalezca la construcción de una identidad sin ningún tipo de estigmatización en la Universidad de Córdoba. 

 


Córdoba, Educación, Resistencia, Universidades, Violencia

La arquitectura de la resistencia en Colombia

Noticia

Autor

Fernando Viviescas M

Fotografía

CNMH

Publicado

14 Ago 2015


La arquitectura de la resistencia en Colombia

Arquitecto Urbanista, Coordinador, por parte del Centro Nacional de Memoria Histórica, del Concurso Internacional para el anteproyecto del Museo Nacional de la Memoria, en compañía del Arquitecto Sergio Trujillo, Coordinador por parte de la Sociedad Colombiana de Arquitectos.


En un importante documento, producido a principios del año pasado, el Jefe de la delegación del Gobierno en las conversaciones de Paz que se llevan a cabo en La Habana, el Dr. Humberto de la Calle, se refirió al papel que tiene “El arte en la búsqueda de la paz”. En dicho escrito no solo no se incluye a la Arquitectura dentro de las manifestaciones artísticas sino que, en las proyecciones o en las funciones que se les atribuyen a estas expresiones creativas en el “llamado postconflicto”, tampoco se percibe claramente que las disciplinas del espacio tengan algún protagonismo “en la implantación de una paz firme.”

Como es lógico pensar en una sociedad como la colombiana que —a lo largo de casi ochenta años de buscar erráticamente un lugar en el mundo contemporáneo— fue naturalizando la violencia (de todo tipo) como un componente fatal de su entidad como Nación, todas las actividades constitutivas de su cotidianidad y de su perspectiva estratégica, de una forma u otra, tienden a ignorar el enorme peso que los efectos de esa violencia ejerce en la definición tanto de su identidad estructural como de su funcionamiento y de su proyección.

Sin embargo, en ningún ámbito pueden ser más apreciables las consecuencias de asumir la construcción de la sociedad en medio de la violencia que en la materialización tangible que asume esa misma sociedad, esto es, en su espacialidad y, para el caso nuestro, fundamentalmente en la CIUDAD COLOMBIANA, la cual no sólo es el producto más genuino de ese trasegar en el medio de la barbarie sino el sitio que ha servido de albergue para la gran mayoría de los hombres y mujeres que al sobrevivir han edificado esta sociedad y la seguirán erigiendo hacia el futuro.

Por ello, ahora que con las conversaciones de Paz se dan las circunstancias para abocar una construcción consciente de nuestra sociedad, es indispensable que las disciplinas del espacio se asuman como referentes para emprender esa tarea de reconstitución: que puedan contribuir “en la fase de aclimatación de la paz (,) donde —al decir de de la Calle— la expresión artística despliega su mayor potencial.”

Se abre una oportunidad, muy posiblemente irrepetible, para que estas disciplinas se instituyan como partes constitutivas en la configuración del país como sociedad civilizada en el concierto de las naciones en el siglo XXI.

Como lo plantea el Señor Comisionado: “Terminado el conflicto, se abre… el momento de las transformaciones de la sociedad.” De la formulación de un proyecto de nación que efectivamente apueste por una sociedad en la cual no sólo se busque sistemática e inteligentemente dignificar la existencia individual y colectiva (inicial y especialmente de las víctimas directas) sino restablecer críticamente, esto es, en forma crecientemente consciente, las relaciones entre los hombres y mujeres y de ellos con los demás elementos de la Naturaleza y con las expresiones materiales (particularmente con el territorio y, dentro de él, con las CIUDAD) e imaginarias que, mediante la cultura, hemos creado en el desarrollo de nuestra historia.

Tanto para formular ese horizonte de futuro como para realizarlo, es en el postconflicto donde tienen su lugar, ya ineludible e irremplazable, las disciplinas de la “proyectación” —el diseño, la arquitectura y el urbanismo— y donde pueden desplegar su inmenso poder imaginativo y constructivo para que, junto a “la palabra, el trazo, la nota y el símbolo” puedan contribuir “en la implantación de una paz firme” que apuntale la formulación y construcción de una sociedad realmente moderna: democrática, equitativa y sustentable.

Ya ubicadas en ese terreno por el Museo, necesariamente, entrarán en colaboración con las demás disciplinas, incluidas las artes y las ciencias sociales y económicas para darle consistencia, viabilidad y expresión tangible (el efecto de demostración) a la dignificación de la existencia, que es el primer arco que se abre una vez abocados a superar la barbarie que ha signado nuestra historia reciente de los últimos ochenta años.

Ese es el horizonte que ha abierto este Concurso Internacional para el Anteproyecto del Museo Nacional de la Memoria.

Las artes de la proyectación han sido consultadas y han respondido con creces no sólo en términos de cantidad, vale decir, de sensibilidad. Setenta y dos 72 anteproyectos, en el marco de más de cien inscripciones, muestran la capacidad de reacción de nuestros arquitectos, urbanistas y diseñadores, que se movilizaron masivamente, para tratar de configurar  un ámbito de expresión de solidaridad con las víctimas de la tragedia y crear una espacialidad que no sólo contribuya a resarcirlas en su identidad y en su recuerdo sino en crear condiciones objetivas para que el conocimiento y la reflexión  se erijan en los baluartes de la no repetición.

Pero respondieron también, y sobre todo, en términos de calidad —expresa profusamente en todos y cada uno de las propuestas— para buscar señalar cómo el Museo se convertirá en el símbolo de la enorme tarea que tenemos los colombianos y las colombianas en la perspectiva de re-crearnos como una sociedad solvente en el ámbito internacional de la civilización contemporánea.

Una vez convocadas de manera comprometida las disciplinas del espacio han demostrado que propenden por la formulación de paradigmas sociales que están por encima de los parámetros tradicionales de “las necesidades básicas insatisfechas” y de las “líneas de pobreza” en las cuales nos han anclado por décadas la violencia y el conflicto armado, como referentes de formulación de proyectos y programas sociales y de todo tipo.

La solvencia formal y funcional que muestran todos los proponentes da cuenta de la capacidad para formularles salidas a la complejidad que encierra esa perspectiva ciudadana e ilustrada, que implica no sólo salir de la barbarie sino introducirnos conscientemente en la construcción colectiva de una Nación donde la dignidad sea la característica fundamental de la existencia individual y colectiva.

Esa profusión de imaginación y de creatividad fue lo que hizo ardua la tarea del Jurado al cual hay que reconocerle por su idoneidad pues estuvo a la altura del reto que implicaba responder a la gran altura que habían señalado los concursantes.

En esa combinación de sensibilidad, capacidad, seriedad y responsabilidad de exponentes y de jueces estriba la fortuna del Concurso que brinda, como resultado, un Museo Nacional de la Memoria (MNM) que con solvencia ética y estética puede mostrarse -al lado de todos los demás lugares de memoria que con el liderazgo de las víctimas se han levantado en todas las regiones del país-, en el inicio del Eje de la Paz y la Memoria de Bogotá, como el símbolo del valor y la resistencia del pueblo colombiano a la barbarie, que son los principales atributos de la esperanza de una sociedad que se apresta a aprovechar creativa y solidariamente, como diría García Márquez, su “segunda oportunidad sobre la tierra.”

Bogotá, Agosto 13 de 2015.

 


Arquitectura, CNHM, Colombia, Resistencia

Resistencias y memoria en Buenaventura

Noticia

Autor

Alexandra Gómez

Fotografía

María Luisa Moreno

Publicado

07 Jul 2016


Resistencias y memoria en Buenaventura

Durante el 9 y 10 de junio, ongs, organizaciones de la sociedad civil, investigadores, líderes afros y centros de pensamiento se reunieron en la Universidad del Pacifico en Buenaventura en el Foro -Taller Regional de Herramientas para la Paz: Desarraigo, resistencias y memorias en Buenaventura en el contexto de las transiciones.


Desde la perspectiva de la paz territorial planteada en la mesa de conversaciones de La Habana, Buenaventura supone varios desafíos que se evidenciaron en el foro- taller regional, como: hacer compatible los acuerdos con la administración propia de los territorios étnicos, generar políticas gubernamentales no racializadas, reafirmar el territorio como forma de vida en la mediación entre los proyectos económicos a gran escala, el fortalecimiento de las entidades públicas como garantes de derechos, y la memoria histórica en búsqueda de la verdad y la no repetición.   

Hamigton Valencia del Proceso de Comunidades Negras (PCN) sostiene que “entre el año 2000 y 2004 sucedieron las masacres más horrorosas que aún perviven en el subconsciente colectivo. Estas atormentan la mente y el espíritu de nuestra gente, masacres como la del Naya, las dos del Lleras, la de las Palmas, la de Punta del Este, entre otras que se dieron por una fuerte disputa territorial.

El conflicto armado ha significado un proceso de vaciamiento demográfico para facilitar la apropiación  e instalación de los macroproyectos que acompaña la profundización del modelo económico de enclave portuario en Buenaventura, entre algunos: la Terminal de contenedores, el proyecto Arquímedes, la construcción de la acuapista para el Pacifico. La respuesta a la crisis en Buenaventura desde el gobierno central ha sido de carácter militar, muy a pesar que la Defensoría del Pueblo, a través de alertas tempranas, acciones de seguimiento ha insistido en una respuesta integral que permita atender las situaciones críticas de la población”.

En el primer panel del foro-taller participaron varias iniciativas de memoria como la Capilla de la Memoria donde “las mujeres se encuentran a recodar y reconstruir los hechos del pasado para recuperar la dignidad y resignificar la vida individual y colectiva, ellas se reúnen ante un dolor común. Las mujeres en el Pacífico han hecho una propuesta de reparación simbólica a través de la construcción de relatos, el uso de fotografías de familiares, el arte y actos conmemorativos públicos, visibilizando sus realidades, y dan un punto de referencia al Estado para la garantía del derecho a la verdad”,  expresó  Mery Medina de Fundescodes quien acompaña esté proceso.

Florencia Arrechea, una de las impulsoras de la Capilla de la Memoria cuenta que “somos de allá de donde sube la marea y algunos vivimos en casa de palafitos, a mí me desaparecieron un sobrino el 4 de noviembre de 2003 en el barrio Lleras y comenzamos a reunirnos a orar, para nunca olvidar, y después fuimos llevando cositas. Con mi sobrino yo era alcahueta, él llegaba de trabajar y le gustaba que le sirviera la comida en una ollita la cual está en la Capilla de la Memoria con la cucharita con la que él comía. En estos momento tenemos 165 fotografías de nuestros desaparecidos y muertos”.

 

 

Fotografía por Alexandra Gómez.

 

El informe del CNMH Buenaventura: un puerto sin comunidad referencia que, conforme a los procesos organizativos afro y la construcción de comunidades emocionales —impulsadas por mujeres, jóvenes, laicos y organizaciones de base— ha sido posible sobrevivir en el territorio desde formas creativas, colectivas y de resistencia al conflicto armado.

“En el Pacífico esta memoria de lucha y resistencia, de creatividad artística y cultural ha mostrado la compleja realidad que viven estas comunidades ancestrales, por ejemplo la Escuela de Poetas de la Gloria han usado la poesía como un leguaje polifónico en esta memoria dolorosa, lejana y cercana. Las narraciones de esa poesía no son un pálido reflejo de la realidad que se vive si no han ayudado a ver esta realidad y entenderla de una manera profunda desde las entrañas de la comunidad y del Pacifico”, argumentó Edson Louidor del Instituto Pensar en su ponencia sobre el desarraigo.

El primer día cerró con la presentación de la obra de teatro Tocando la Marea  del proceso de pedagogización del informe del Centro Nacional de Memoria Histórica en Buenaventura. Al segundo día de la jornada se realizaron dos mesas de discusión en torno a los retos y posibilidades del desarraigo, la memoria histórica, las resistencias y la construcción de paz. En plenaria Marcos Oyaga de Codhes resaltó sobre Tocando la Marea que es “un ejercicio de memoria viva que permite dar cuenta de lo que ha pasado pero desde una perspectiva de futuro, donde están las abuelas, los jóvenes. A pesar de ser una obra del conflicto al final es muy esperanzador”.

En el período de transición de los acuerdos de paz, dice Helmer Quiñones —relator de las mesas de trabajo— que “la memoria va tener un papel trascendental en reconstruir lo qué paso, y por qué pasó, qué permitió que todo esto sucediera. Creo que nosotros como pueblo afrodescendiente debemos llegar a una reflexión muy profunda. Con el reto de la construcción dinámica de la memoria, pasará por entender esta historia de pasados trágicos para la no repetición”.   

 


Buenaventura, Memoria, Resistencia

Mujeres indígenas: resistencia en Jambaló

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

18 Jul 2016


Mujeres indígenas: resistencia en Jambaló

Entre noviembre de 2014 y septiembre de 2015 el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), con el apoyo de USAID y OIM, participó en una iniciativa de memoria histórica de las mujeres indígenas Nasa y Misak del resguardo de Jambaló. El jueves 21 de julio se dará cierre a este proceso con un evento en el resguardo, a las 9 a.m.


Jambaló, en el departamento del Cauca, es un lugar lleno de riqueza; un territorio donde han convivido con sabiduría los pueblos indígenas Nasa y Misak. En medio del conflicto armado, la Columna Móvil Jacobo Arenas, y el frente 6 de las FARC, buscaron aprovechar el abandono estatal para hacer presencia en este territorio. Hoy en día los pueblos indígenas de esta región han emprendido una lucha incansable no solo contra las guerrillas sino contra cualquier actor armado que los ha afectado, bandas criminales y el Ejército, para defender su territorio, su cultura y su derecho a vivir en paz.

Las mujeres, como ellas mismas cuentan, han llevado en sus hombros una lucha incansable por el respeto de su territorio y de la vida que ellas engendran: “Fuimos las mujeres que trabajamos hombro a hombro sin importar lo que pudiese pasar con nuestras vidas, sólo pensando trabajar por la defensa del territorio y de la vida como derecho fundamental”, dice Carmen Ramos, participante del proceso.

Por esta razón, la iniciativa de memoria histórica tuvo como objetivo principal reconstruir las memorias de las violencias ejercidas sobre las mujeres indígenas Nasa y Misak, y sobre la comprensión de los procesos de resistencia ejercidos por ellas en el conflicto armado.

En este trabajo se realizaron 21 talleres de memoria, en los que participaron mujeres de las zonas alta, media y baja del resguardo, y se desarrolló la cartilla “Hilando memorias para tejer resistencias”. Allí están condensadas las experiencias de las mujeres, sus relatos y la forma como ellas se entienden a sí mismas, como agentes de resistencia, en medio de un territorio en donde la violencia no les ha dado tregua:

 “Somos hijas de la luna, hermanas de la estrella, llevamos la fuerza de lucha de la Cacica Gaitana y de Maria Madigua, mujeres que con mucha sabiduría encontraron varios caminos que permitieron salir al paso de los grandes terrateniente en el Cauca”: Plan de trabajo Programa de Mujer -Proyecto Global Plan de Vida.

El Centro Nacional de Memoria Histórica, OIM y las autoridades del resguardo invitan a todas las mujeres interesadas y participantes del proceso a la presentación de este material el próximo jueves 21 de julio desde las 9:00am, en el Resguardo Indígena de Jambaló.

Agenda:

1. Bienvenida.

2. Recuento del trabajo realizado a partir de la entrega y muestra de la cartilla

3. Muestra fotográfica del proceso y del documental “Mujeres en Resistencia”.

4. Conversatorio

5. Minga Muralista y cierre del proceso

6. Actividad cultural de cierre

Información:

adriana.solorzano@centrodememoriahistorica.gov.co

maria.reyes@centrodememoriahistorica.gov.co

 


Indigenas, Jambaló, Mujeres, Resistencia

Nuevo documental: “Mujeres en resistencia”

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

19 Ago 2016


Nuevo documental: “Mujeres en resistencia”

Tres iniciativas de memoria histórica de mujeres lideresas: Las madres de la Candelaria, Mujeres sobrevivientes de la UP y Mujeres Indígenas del Resguardo de Jambaló hicieron parte de un nuevo largometraje del CNMH. Este 22 de agosto a las 6:00 p.m. será presentado en el auditorio Margarita González de la Universidad Nacional.


Basta leer y ver las  muestras  fotográficas del proceso y del documental “Mujeres en Resistencia”, para comprender cómo la violencia que se ejerció sobre las mujeres ha moldeado nuestra cultura, nuestra bandera y la guerra. Cada una de ellas se ha asegurado de reconstruir los procesos de resistencia que han vivido, en colectivo, por el conflicto armado.

Gracias al apoyo del CNMH, USAID y OIM estas experiencias podrán ser conocidas por la sociedad colombiana en forma del documental, que, a su vez, se conforma por tres cortos documentales que detallan uno a uno los procesos de memoria.

Las madres de la Candelaria son la personificación de la lucha para resistir al conflicto armado, al desplazamiento de pueblos y veredas en diversas regiones de Antioquia. Estas mujeres, inspiradas en el movimiento de las Madres de la Plaza de mayo, de Argentina, cuentan sus memorias para mostrarle a la ciudadanía su lucha por evitar que sus familiares, secuestrados, asesinados y desaparecidos sean olvidados.

Por otro lado, el “genocidio” del partido Unión Patriótica —llevado a cabo por paramilitares y agentes del Estado— es uno de los hechos más indignantes que ha sufrido Colombia, condenado ya por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Muchas mujeres, que siempre estuvieron en la base del movimiento social y político de la UP, sobrevivieron y se atrevieron a contar su historia. Su proceso de memoria buscó ir más allá de las cifras; por medio de los testimonios de las lideresas, se realizó un libro que cuenta la historia de 10 mujeres que han dedicado su vida a la lucha política, aún después de la desaparición del partido, y aún hoy, cuando se recuperó su personería jurídica.

Finalmente, las mujeres indígenas del resguardo de Jambaló  han transitado un difícil camino lleno de amenazas, humillaciones y estigmatizaciones por la violencia. Ellas produjeron la cartilla “Hilando memoria para tejer resistencia” y el documental da cuenta de su disputa por obtener el respeto por la vida y por el territorio.

Cada uno de estos proyectos es el reflejo de una realidad que muchos pretenden ignorar. Es por esto que el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), con el apoyo de USAID, OIM y la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional, realizarán la presentación del documental, con entrada gratuita. El documental podrá encontrarse desde ese día en la página web del CNMH.

Agenda:

6:00 p.m. Bienvenida

6:45 p.m. Presentación del proceso de apoyo a las tres iniciativas de memoria de mujeres (Nancy Prada Prada, coordinadora del enfoque de género del CNMH).

6:55 p.m. Iniciativas de memoria histórica de mujeres desde lo fotográfico (Rommel Rojas Rubio, especialista de enfoque diferencial de la OIM).

7:05 p.m. Proyección del documental.

7:40 p.m. Conversatorio con

– Teresita Gaviria (Madres de la Candelaria – Medellín)

– Josefa Serna (Mujeres UP – Bogotá)

– Carmen Rosa Dagua (Jambaló – Cauca)

Modera: José Fernando Serrano (Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional)

Información:

adriana.solorzano@centrodememoriahistorica.gov.co

maria.reyes@centrodememoriahistorica.gov.co

Publicado en Noticias CNMH



Mujeres, Resistencia

El Salado: resistencia y aprendizaje

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

02 Mar 2017


El Salado: resistencia y aprendizaje

La masacre de El Salado, un hecho cargado por el horror y la estigmatización, hoy se erige como un pilar para el aprendizaje en la escuela de la memoria y la historia reciente de Colombia.


Cada año, en febrero, se conmemora la masacre de El Salado, uno de los hechos más crueles que llevaron a cabo los paramilitares en Colombia. Entre el 16 y el 21 de febrero de 2000, diferentes corregimientos del municipio del Carmen de Bolívar, entre ellos El Salado, fueron blanco de asesinatos selectivos por parte de paramilitares liderados por Salvatore Mancuso, Carlos Castaño y alias Jorge 40, contra civiles, en estado de indefensión, que acusaban de ser parte de la guerrilla.

Diecisiete años después, los habitantes de El Salado, a pesar de las consecuencias del horror que tuvieron que soportar, han sido un ejemplo de resistencia y han estado dispuestos a tomar sus aprendizajes y transmitirlos, tanto a los indiferentes como a las nuevas generaciones que no han tenido que padecer tales desmanes por causa de la guerra.

Como se lee en el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), El Salado. Esta guerra no era nuestra, los saladeros hicieron la apuesta de “poner su memoria en la escena pública, construida desde la doble condición de víctimas y ciudadanos. (Ella) debe ser valorada entonces como una interpelación a la sociedad a reconocer y re-conocerse en lo sucedido, y a solidarizarse y movilizarse por las demandas de verdad, justicia y reparación de las victimas de esta masacre inenarrable”.

La caja de herramientas

En este mismo sentido, el Grupo de Pedagogía del CNMH, como parte de la estrategia de la Caja de Herramientas para maestros y maestras. Un viaje por la memoria histórica, desarrolló un material pedagógico para estudiantes de 10 y 11, basado en el caso de El Salado, para reflexionar sobre sus identidades y proyectos de vida en medio de contextos violentos y problemáticas como el acceso a la tierra, el desplazamiento forzado y la estigmatización.

En 2016 varios profesores pusieron en práctica este material en sus aulas, y los resultados han dejado grandes experiencias, tanto para los maestros como para los estudiantes. Lorena López, docente de ciencias sociales en el colegio Distrital en concesión Jaime Garzón, en Bogotá, dice que trabajar este caso cambió su vida y la de sus estudiantes:

“¿Por qué es importante hablar de la masacre de El Salado en el colegio Jaime Garzón?, puedo decir con seguridad que es importante porque convierte a las nuevas generaciones, en generaciones comprometidas con la paz de su país. Porque haberlo estudiado desde un pupitre en Bogotá, y sin conocer El Salado, generó en los estudiantes sentido de pertenencia por su país, porque no hay necesidad de ser víctimas directas o no haber sufrido el dolor que muchos colombianos han vivido a causa del conflicto, para hoy querer asumir un rol de un agente de cambio de su país, el rol que la promoción 2017 del colegio Jaime Garzón asumió”, dice López.

Algunos estudiantes, tanto de Bogotá como de otras regiones de Colombia, no conocían el caso de El Salado, pero habían vivido el conflicto a su manera. Conocer lo ocurrido en los Montes de María les permitió reconocerse en una historia, una memoria común a raíz del conflicto armado, que aunque diverso, los tocó a todos. Un estudiante de Giraldo, Nariño, dice: “no conocíamos cómo otras personas habían vivido el conflicto armado. Y no había oído sus voces ni cómo habían sido afectadas”.

En el colegio Jaime Garzón, en medio de un ejercicio de memoria, alguno de los estudiantes reflexionó lo siguiente: “No es por creerme la víctima, pero soy desplazado del Meta; cuando empezamos a ver los testimonios, a mi me afectó mucho porque muchas de esas cosas le pasaron a mi familia, me recordó en el momento que me sacaron, las amenazas, fue fuerte. Acordarme de todo eso, y saber que ahora estoy acá, y que nadie sabe lo que en realidad pasa cuando estuvimos en el Meta… me afectó, me pareció fuerte, me identifiqué”.

Incluso entre los estudiantes de otros lugares de los Montes de María, de San Juan Nepomuceno, los jóvenes pudieron tener un acercamiento distinto a la historia de su propia región y asumieron igualmente un compromiso con la no repetición: “Al principio no sabíamos, personalmente no le prestábamos mucha atención a lo del conflicto, como que lo escuchaba en la televisión, era interesante, pero el hecho de que ahora comenzamos a trabajarlo en las clases y saber dónde surgió, realmente sientes el dolor que sintieron esas personas y empiezas a tomar conciencia de que realmente fue horrible y que no quisiera volver a repetir eso, a vivirlo”.

La memoria en el aula

El ejercicio alrededor del caso de El Salado permitió que algunos profesores exploraran posibilidades de acercamiento mucho más intimas entre sus estudiantes y el caso. La profesora Ana María Durán, en el colegio Campo Alegre, en Bogotá, buscó acercar la experiencia de sus estudiantes más allá del estudio y comprensión del caso, llevándolos al Carmen de Bolívar, a El Salado, para que ellos mismos pudieran hacer ejercicios de memoria con los sobrevivientes y retornados. El resultado de este proceso fue una publicación con relatos cortos de los estudiantes, que reproducimos a continuación, en los que narraran, con su propia voz, la resistencia al conflicto armado.

Una de las estudiantes que fue a la salida de campo, Juana Durán, escribió lo siguiente: “El Salado carga una cicatriz indeleble, pero también unas manos que trabajan el campo y tocan instrumentos, pies que bailan los cantos de bocas que, a su vez, cuentan interminables historias. Historias, un plural que abre ojos, desvanece prejuicios y nos enseña que, aunque en El Salado hubo muerte, hoy, de diferentes maneras, decide vivir”.

Descargue aquí el libro “Memorias del retorno”

Cada testimonio de los estudiantes que se acercaron al caso de El Salado, es una muestra de la forma viva de resistencia que han construido sus habitantes. Ahora, para un grupo de jóvenes en el país, recordar y conmemorar esta tragedia cada mes de febrero ya no es sinónimo de horror. Ahora ellos ven, más allá del horror, la esperanza que pudieron conocer y aprehender de quienes hace tiempo vivieron esa tragedia, se sobrepusieron al dolor y ahora luchan para ser constructores de paz en sus regiones, y por medio de su ejemplo, de todo el país.

Tras diecisiete años hay que seguir recordando la masacre, reconociendo que El Salado es más que eso; después de todo, como se lee en el epígrafe del informe del CNMH de El Salado: “Cuando las sociedades, al igual que los individuos, contemplan sus heridas, sienten una vergüenza que prefieren no enfrentar. Pero el olvidar trae consecuencias importantes: significa ignorar los traumas, que de no ser resueltos permanecerán latentes en las generaciones futuras. Olvidar significa permitir que las voces de los ‘hundidos (Levi) se pierdan para siempre; significa rendirse a la historia de los vencedores’.

Publicado en Noticias CNMH


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