Etiqueta: Testimonios

Gloria González Ardila no era guerrillera

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

www.elmundo.es

Publicado

27 Ago 2015


Gloria González Ardila no era guerrillera

El pasado 20 de agosto en el municipio de San Antero, Córdoba, se realizó el acto de dignificación en memoria de Gloria González Ardila, víctima letal en una operación militar adelantada por el Ejército Nacional en el barrio San Javier de Medellín, el 7 de mayo de 2012.


En la ceremonia se reconoció que la muerte de la señora Gloria fue un hecho que nunca debió ocurrir. Ese día, a las seis de la mañana, tropas del Ejercito Nacional entraron en compañía de cuatro encapuchados, a la casa de Elkin Arbey Ortiz y Josué Rodríguez, quienes habían sido señalados por tener presuntos vínculos con la guerrilla. La muerte de Gloria ocurrió después de que una bala atravesó la casa de madera cuando los uniformados entraran a la casa vecina y dispararon.  Ese día no solo resultó afectada ella, sino su hija de 11 meses a quien amamantaba el día de los hechos, quien se dice, alcanzó a ingerir sangre de la madre.

Los hechos descritos generaron un profundo impacto, afectando su grupo familiar, no sólo por el sufrimiento de su muerte, sino por la estigmatización que tuvo que padecer al ser señalada como militante de la guerrilla. Lo anterior, no solo acabó con la vida de la señora Gloria, sino que fue el causante de sufrimientos venideros para su familia, como la quema de su vivienda, el desplazamiento y la ruptura de su núcleo familiar. 

El dictamen forense determinó que el proyectil que acabó con la vida de la mujer de 32 años, pertenecía a uno de los fusiles que usaban los militares de la IV Brigada que desarrollaron el operativo. En uno de los expedientes del caso se establece que los hombres del Éjercito se extralimitaron en el uso de la fuerza y las armas, por lo que fue investigado el capitán Julián Cadena, quien estuvo al mando de la operación.

La ceremonia de dignificación fue presidida por la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, dando cumplimiento a una de las medidas de satisfacción como parte a un proceso de reparación integral prevista dentro del Acuerdo de Solución Amistosa entre el Estado y la familia de la víctima.  Un acto de perdón público en el cual se reconoció que la señora González fue una mujer pujante, quien con su amor logró ser el eje central de su familia.  Según las palabras que se ofrecieron en la ceremonia, la señora Gloria dejó como legado en su familia valores de respeto, unidad familiar y sensibilidad frente a la injusticia, por lo que siempre será recordada como un ejemplo de vida, una mujer valiente e independiente, que siempre luchó por el bienestar de sus hijos.

El objetivo del evento era precisamente revindicar el buen nombre de la víctima, a quien se le marcó de haber pertenecido a grupos guerrilleros. El Estado busca con este tipo de actos rendir homenaje a las víctimas y dejar sentado que en pro del respeto y garantía de los Derechos Humanos trabaja cada día para que situaciones como estas no se repitan.

 


Conflicto Armado, Guerrilla, Mujer, Testimonios

El caso de Nydia Érika no puede volver a ocurrir

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

29 Ago 2015


El caso de Nydia Érika no puede volver a ocurrir

Este 30 de agosto se cumplen 28 años de la desaparición forzada de Nydia Érika bautista en Bogotá. Esa misma fecha, en la que se conmemora el Día Internacional del Detenido Desaparecido, los familiares de Nydia Erika y de miles de desaparecidos más se reunirán en las principales plazas del país para pedir verdad y que estos crímenes no queden impunes.


Desde el CNMH hablamos con Janeth Bautista, su hermana, para hablar de la desaparición de Nydia, el camino recorrido para encontrarla, el exilio que sufrieron ella y su familia, y cómo después de tantos años aún busca justicia y verdad.

¿Han pasado 28 años de la desaparición de Nydia Érika Bautista, para las nuevas generaciones y quienes no conocen su historia, qué nos puede contar sobre ella?

“Nydia Érika bautista es mi hermana, la hermana mayor de una familia de seis hijos. Ella era socióloga y economista de la Universidad Nacional y la Universidad Central de Bogotá respectivamente, y también fue militante del M19. Fue madre de un niño que quedó huérfano a los 12 años, Erik Antonio. Desde muy temprana edad trabajó en proyectos sociales, con estudiantes de la Universidad Nacional, con quienes trabajó en varios proyectos en Bosa para la creación de escuelas y jardines para los niños menos favorecidos. Fue precisamente esa inclinación social la que la llevó a tomar la decisión, a mediados de los años 80, de ingresar al M19. Una decisión que le costó la libertad y la vida”.

¿Cómo fue la desaparición forzada de Nydia Érika bautista?

“Nydia primero fue detenida en la III Brigada de Cali en mayo de 1986, allí fue torturada y detenida arbitrariamente, aunque luego fue puesta en libertad. Un año después fue desaparecida definitivamente en Bogotá, en una operación entre la III y XX brigadas del ejército en Bogotá.

El último día que la vimos con vida fue en la primera comunión de nuestros niños, de su hijo y mi hija. Siendo alrededor de las 6:00 p.m., cuando acompañaba a una amiga que había asistido a la reunión a coger el bus, fue abordada por varios hombres que la subieron a la fuerza a un jeep. Desde ese entonces iniciamos la lucha por encontrarla, ese día cambió mi vida para siempre”.

¿Cómo fue la reacción de la familia ante este caso de desaparición forzada?

“Fue un despertar en el sentido más doloroso de la palabra. En esa época estaba de presidente Virgilio Barco y mi madre como nortesantandereana y mi padre como liberal, había votado por él para Presidente. Para ellos fue un duro golpe ver cómo durante ese gobierno sucedieran este tipo de crímenes que nunca se imaginaron.

La lucha empezó estrellándonos con esa realidad, de que las personas de la oposición política no tenían derecho a un juicio justo y por el contario empezó a aplicarse lo que ocurrió en otros países del Cono Sur como Argentina, Uruguay y Chile, de llevarse a los familiares bajo un camino de la niebla para que los familiares no supieran de ellos. Nosotros no supimos de la militancia de Nydia en el M19 hasta 1986, y confiábamos en que existiendo una democracia, si ella había cometido algún delito tuviera el derecho a ser llevada ante un juez para que mediante el debido proceso se hiciera un juicio y la sancionara con lo que correspondiera, nunca con la desaparición forzada.

Mi padre fue el más golpeado, lo recuerdo muy bien. Era liberal hasta los tuétanos, había sufrido la Violencia política en la época de Gaitán, y al saber lo que había sucedido lo primero que hizo fue ir a la sede del partido comunista, nunca fue comunista pero lo hizo como un acto de rebeldía”.

¿Cómo inicia el proceso de búsqueda?

“Salí con mi padre con una foto de Nydia y con una denuncia que nos ayudó a hacer Alirio Pedraza, quien también sería desaparecido. Salimos a la calle a repartir volantes, preguntando si alguien la había visto. Nos subimos a los buses, como lo hacen ahora los vendedores ambulantes, a pregunta por su paradero. Llegamos a brigadas, hospitales, morgues, fuimos a la Procuraduría, hablamos con el doctor Carlos Mauro Hoyos, asesinado en 1988, y llegamos hasta la Procuraduría Delegada para las Fuerzas Militares, en donde preguntaron a las brigadas militares pero no había razón de su paradero. Sin embargo, en este camino conocimos a otros familiares de desaparecidos, conocimos la organización ASFADDES y empezamos a ir a marchas y reuniones con la esperanza de poder tener una respuesta.

A los tres años de buscarla, un suboficial del Ejército se acercó a la Procuraduría a confesar varios crímenes que había cometido la brigada, entre ellos el de mi hermana. Así fue como el doctor Jaime Córdoba Triviño, en esa época procurador de Derechos Humanos, nos informó que era posible que Nydia estuviera enterrada en Guayabetal, Cundinamarca, de acuerdo a la información que habían entregado, y efectivamente, la oficina de investigaciones especiales de la Procuraduría hizo la exhumación y allí encontramos a Nydia Érika. A pesar de que la entregaron en una bolsa de basura, pudimos despedirnos y darle cristiana sepultura”.

¿Qué significó para ustedes poder encontrarla?

“Fue un hallazgo muy importante para nosotros y para el país, porque en esa época era difícil encontrar desaparecidos. Eso provocó una ola de solidaridad dentro del movimiento de derechos humanos en Colombia. Estuvimos muy acompañados por ong, otros familiares, y en ellos nació la esperanza de encontrar a sus seres queridos desaparecidos.

Sin embargo también empezaron las amenazas y la persecución, una situación que nos llevó al exilio en 1997”.

¿Por qué toman la decisión de exiliarse?

“Nuestro exilio se empezó a marcar desde el 30 de agosto de 1995, fecha en la que se exilió el Procurador Delegado para Derechos Humanos, Hernando Valencia Villa, quien falló en contra de cuatro suboficiales destituyéndolos de la Brigada XX del Ejército incluyendo al General Álvaro Velandia Hurtado. A raíz de esa decisión tuvo que salir del país pues la cúpula militar le puso varias denuncias y lo tildó de simpatizante del terrorismo.

En 1997 también aumentaron las amenazas contra nosotros y decidimos exiliarnos. Mi caso fue bastante difícil pues estaba embarazada, sin embargo, pude salir del país y viví 10 años en el exilio. Una década en la que pude trabajar para Amnistía Internacional en Londres, también hice varias investigaciones sobre la violencia contra la mujer en Juárez y en Guatemala, y desde el exilio seguíamos luchando en el caso de Nydia Érika. En Colombia el caso paso a la justicia penal militar y mi hermana Rocío siguió al frente de todo. Después de 10 años decidí regresar al país, pues el exilio es estar muerto en vida”.

¿Qué pasó con los implicados en el caso de la desaparición de Nydia Érika?

Primero fue una lucha para quitarle el caso a la justicia penal militar y llevarlo a la justicia ordinaria, pues ellos querían que entregáramos los restos de Nydia para un examen de ADN, sosteniendo que eso era un montaje y que los restos exhumados no correspondían a mi hermana. Nosotros hicimos objeción de conciencia y no quisimos entregar el sitio donde estaba Nydia. El día de la audiencia, los compañeros de la Comisión Colombiana de Juristas, que eran los representantes legales del caso, interpusieron una tutela para que se suspendiera la diligencia militar y en ese momento también llegó un fax al juzgado de la Corte ordenando suspender la diligencia. De ahí en adelante la Corte decidió que el caso pasara a la justicia ordinaria y la exhumación finalmente se hizo por orden de la Unidad de Derechos Humanos. Entregamos el sitio y un año después salió la identificación con un 99.78% de identidad positiva de Nydia Érika. A pesar de las pruebas, el caso precluyó por dudas sobre la responsabilidad de los militares quedando en la impunidad hasta el día de hoy. Finalmente, el año pasado en vista de que los culpables siguen libres, interpusimos una acción de revisión y lo presentamos a la Corte Suprema de Justicia, pero aún no hemos obtenido respuesta.

¿Cómo van a conmemorar este 30 de agosto, Día Internacional del Detenido Desaparecido?

“Este año la conmemoración empezó desde el 27 de agosto, inició con un desayuno con varias embajadas, agencias de cooperación internacional y organizaciones de desaparecidos de varias regiones del país, un encuentro para denunciar la situación y plantear nuestras propuestas para la mesa de diálogos de paz porque creemos que la búsqueda de los desaparecidos debe tener relevancia en este proceso.

Además, el 30 vamos a realizar una galería de la memoria en la Plaza de Bolívar con los familiares del Palacio de Justicia, Familiares Colombia, MOVICE, las Madres de Soacha y otras organizaciones. También como organización vamos a tener una reunión con la Unidad de Víctimas para hablar de reparación, verdad y justicia, además, vamos a socializar cómo van los procesos penales de nuestros familiares. Finalmente, tendremos un taller sobre comisión de la verdad y justicia transicional. Sin embargo, el 30 de agosto es un día para que la sociedad se movilice y se conmueva con los 45 mil desaparecidos que hay en el país”.

Perfiles contra el olvido: Fundación Nydia Erika Bautista

 

Publicado en Noticias CNMH



Mujer, Nydia Érika, Testimonios, Víctimas

Guido, el testimonio de los desaparecidos en Argentina

Noticia

Autor

Harold García. Periodista del CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

07 Sep 2015


Guido, el testimonio de los desaparecidos en Argentina

En 1977, Laura Estela Carlotto fue desaparecida por la dictadura militar de Jorge Videla. Su madre, Estela de Carlotto, la buscó por todo el país y, tras escuchar distintos relatos, estableció que Laura tuvo un hijo en cautiverio, que fue raptado y víctima de un cambio de identidad. Como las demás madres de los desaparecidos, fue tildada de loca y, aun así, insistió en la búsqueda de su nieto hasta encontrarlo, el 5 de agosto de 2014.

Guido fue el nombre que le puso su madre desaparecida y fue el mismo que recuperó al adquirir su verdadera identidad, hace un año. Ignacio Guido Montoya Carlotto es el nieto 114 recuperado y cuenta que aún faltan por hallar a 400 solo en ese país: hijos de personas que fueron desaparecidas por la dictadura.

El viernes pasado hablamos con él,  el nieto de la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina, que se ha convertido en todo un símbolo para las víctimas de la desaparición.

Ya hace un año recuperó su verdadera identidad, ¿cómo es esa historia?

Crecí en un pueblo de La Pampa argentina y viví sin saber que era adoptado, sin saber que era un hijo de desaparecidos de la dictadura militar argentina. Mi abuela Estela de Carlotto me buscó durante 36 años, hasta que el 5 de agosto de 2014 nos reencontramos. A partir de ahí empecé un cambio de identidad, al menos en los papeles. Ya no me llamo Ignacio Hurban, sino  Ignacio Montoya Carlotto.

¿Habló con sus padres adoptivos sobre esa decisión de cambiar de nombre?

Por supuesto. No es una decisión, en Argentina es un trámite legal porque el apellido es de dominio público, entonces hablé con ellos y no hubo problema. Tenemos la mejor de las relaciones.

¿Al enterarse que era adoptado se le pasó por la cabeza que era hijo de una desaparecida?

El 2 de junio de 2014, el día de mis cumpleaños, me enteré de que soy adoptado y, al saberlo, fantaseamos con mi esposa con eso. El proceso de búsqueda duró poco. Hice el contacto con abuelas y luego con ADI. La Asociación del Derecho a la Identidad es una institución que lleva adelante las investigaciones y que ordena las extracciones de sangre para que se cotejen con el Banco Nacional de Datos Genéticos, fue creada por las abuelas y es donde constan las muestras genéticas de todos los familiares de desaparecidos. Al poco tiempo me llamaron para darme la noticia.

¿Cómo fue el primer acercamiento con su abuela?

Al otro día de enterarme nos encontramos. El 6 de agosto de 2014 fue el abrazo.

¿Por qué contar su historia en Colombia?

Nosotros cerramos de alguna manera un conflicto, que no es igual al de ustedes, pero que tiene características similares en cuanto a que trasladó muchísimo dolor a la gente. Me parece que contarlo está bien pues ayudamos a que no se sientan solos y estoy convencido de que podemos intercambiar experiencias. Es una manera de entender que a todos nos pasa lo mismo.

Ya está haciendo memoria, ya tiene la verdad y la justicia, ¿qué sigue en su vida?

Claro que la recuperación de mi nombre es un acto de justicia, uno de los más grandes, las responsabilidades fueron saldadas y estamos afirmados en esta nueva identidad. Fui criado por mis padres adoptivos, que no sabían absolutamente nada de este proceso; les guardo mucho respeto y cariño porque ellos hicieron de mi lo que yo soy hoy: para bien o para mal tengo la entereza para dar la cara y poder contarlo. Ahora, yo no soy un activista político, soy músico y toco el piano y planeo seguir haciendo eso.

¿Cuántos faltan?

Faltan alrededor de 400, que es una cifra enorme. El lunes pasado tuvimos la dicha de encontrar la niña 117. Faltan, pero el trabajo es incansable y no hay manera de detenernos.

Usted es hincha de River Plate, ¿ha preguntado si a su papá le gustaba el fútbol y era hincha de algún equipo?

Sí, obviamente, mi papá era hincha de River, de ahí viene. Y debe venir porque en todos los casos de todos los nietos que se han encontrado siempre los nietos son hinchas del club del que eran hinchas los padres. Es algo que se lleva en la sangre (risas).

¿Por qué dice que el reencuentro con su abuela lo celebró el pueblo argentino como un Mundial?

Porque no estamos acostumbrados en líneas generales a las historias con final feliz, y esta parecía ser una utopía de una abuela que nunca iba encontrar su nieto. Y de hecho, que lo haya encontrado una abuela tan querida por toda la Argentina se convirtió en una explosión de alegría. Fue una refutación de esa supuesta verdad.

Ya que la tiene al frente, ¿qué imagen tiene de ella?

Tuve que desarmar la imagen de Estela Carlotto presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo y hacer la de la abuela. Es mi abuela, con la diferencia que nos conocimos ya de grandes”.

¿Ha pensado en que su música se vuelva un himno para los desaparecidos?

Una de las canciones que escribí en el 2009 que se llama “Para la memoria”, es una canción que escribí hace mucho tiempo y se ha transformado en un estandarte. No soy un músico que hace música militante, hago música con las cosas que me pasan y entre las cosas que me pasan cuento todo esto.

Texto publicado también en el sitio web de PACIFISTA

 


Argentina, Desaparecidos, Guido, Testimonios

Un Nobel de Paz por la memoria

Un Nobel de Paz por la memoria

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

22 Feb 2016


Un Nobel de Paz por la memoria

Cuatro de las cinco víctimas postuladas al premio Nobel de Paz junto al presidente Juan Manuel Santos y el líder de las Farc, alias ‘Timochenko’, le contaron al CNMH la importancia para ellas de ser nominadas a este galardón.


La nominación la realizó el parlamentario noruego, Heikki Holmas, y sorprende por la diversidad de representantes que la componen: empezando por el presidente Juan Manuel Santos y alias ‘Timochenko’, jefe máximo de las Farc. De igual manera fueron postulados José Antequera, hijo del líder asesinado de la UP, José Antequera; Luz Marina Bernal del Colectivo Madres de Soacha que lucha en contra de las ejecuciones extrajudiciales; Jineth Bedoya, periodista víctima de violencia sexual por parte de las AUC; Leyner Palacios, líder de Bojayá, y Constanza Turbay, única sobreviviente de la familia Turbay, exterminada por las Farc, quienes eran líderes y políticos en Caquetá. El CNMH insistió hablar con Constanza Turbay pero no pudo contactarla.

“Hacer la paz es de valientes”: Palacios

Cuando tenía 26 años, en 2002, Leyner Palacios sobrevivió a uno de los hechos más fatídicos en la historia del conflicto armado en Colombia: la masacre de Bojayá. Este hecho puso al Chocó en la esfera pública, y Leyner Palacios empezó a ser reconocido como uno de los más importantes defensores de derechos humanos en Colombia. Sin embargo, la violencia y las injusticias que aquejaban la región no empezaron el 2 de mayo de ese año. Por eso, la lucha de Leyner va más allá de la reivindicación de las víctimas de la masacre. Su pugna gira en torno a todas las personas que se han visto afectadas por la violencia en el Medio Atrato, no solo por causa del accionar de los actores armados, también debido al abandono y la constante negligencia del Estado.

Frente a la postulación al Premio Nobel indicó: “Un reconocimiento al trabajo de construcción de paz que ha venido haciendo mucha gente en el país; gente que nunca ha tomado el camino de la guerra sino que ha buscado siempre resistir de forma pacífica”. Respecto al hecho de que estén juntos víctimas y victimarios en este grupo postulado al Nobel, Leyner Palacios se muestra receptivo. Dice que a pesar de que han sido generadores de violencia ahora “han tenido la valentía se sentarse a hablar  como enemigos, para hacer las cosas diferentes” y cree que es un esfuerzo que se debe reconocer y que es válido.

Denunciar el paramilitarismo: Antequera

José Antequera Guzmán tenía cinco años cuando su papá, José Antequera, fue asesinado el 3 de marzo de 1989 en el aeropuerto el Dorado de Bogotá. A José Antequera lo mataron por denunciar el paramilitarismo que reinaba a finales de los años 80. Para ese entonces, Antequera padre desplegaba una gran carrera política y prometía un enorme futuro como dirigente de la Unión Patriótica, UP. A partir del momento de la muerte de su padre, José Antequera hijo se ha dedicado a trabajar por la memoria histórica y por el esclarecimiento de los procesos de exterminio y despojo en Colombia.

En cuanto a la expectativa que le genera esta postulación opinó: “Esto nos sirve a nosotros para elevar nuestra voz, no solo frente al tema de los derechos de las víctimas, sino frente a muchos otros temas con los cuales estamos involucrados, con la paz en primer lugar y también con una perspectiva de pos acuerdo que tenga justicia social, una perspectiva de acuerdo verdaderamente democrática. La principal expectativa es que esto sea para que nuestra voz adquiera mayor peso, para que podamos influir e incidir mucho más en este país frente a muchos de los retos que tenemos. Creo que eso es un poco lo que ha venido pasando y para mí es ya una gran ganancia que la gente a partir de reconocer, a partir de valorar esa nominación, nos escuche más atentamente y valore lo que venimos haciendo”.

“Las víctimas somos aportantes para este proceso de paz”: Bernal

Ella no buscaba figurar en los medios de comunicación, foros sobre víctimas o recorrer el mundo contando su historia; ella era una madre, como muchas, pero un día su hijo fue desaparecido y fue presentado como guerrillero muerto en combate. Luz Marina Bernal es líder del Colectivo Madres de Soacha, madre de Fair Leonardo Porras de 26 años, desaparecido y asesinado en Ocaña, Norte de Santander, por integrantes de Ejército. Es una de las más representativas figuras nacionales para hablar sobre ejecuciones extrajudiciales y el caso de su hijo fue declarado crimen de lesa humanidad.

Con la humildad y sencillez que la caracterizan, dice que le “agradece al señor que los postuló —Heikki Holmas— porque “realmente para todos los que fuimos elegidos es un momento coyuntural, un momento importante, y digo coyuntural sencillamente porque se está trabajando un proceso de paz que realmente el país lo necesita, ya que estamos en conflicto hace más de 50 años y hemos aportado nosotros las víctimas una cuota muy alta para que ese proceso se dé ahora, ya que han existido otros procesos, pero han sido fallidos y esperamos que este proceso se lleve a un feliz término”.

La lucha y dignidad de Jineth Bedoya

El 25 de mayo de 2000, la periodista Jineth Bedoya se dirigía a la cárcel Modelo de Bogotá para una entrevista con el exjefe paramilitar, Mario Jaimes Mejía, alias el ‘Panadero’. Sin embargo, cuando intentaba ingresar al penal fue abordada por varios hombres que la drogaron y la agredieron física y sexualmente. Ese día inició su incansable trabajo por los derechos y la dignidad de las mujeres víctimas de la  violencia sexual.

“El 25 de mayo, hace 15 años, me robaron la vida —recuerda la actual Subeditora del periódico El Tiempo— sin embargo cuando me inscribí a la lista del Registro Único de Víctimas y empezó el proceso de reparación, inicié una lucha para que en esa misma fecha se reconociera y dignificara a miles de mujeres que como yo, fueron víctimas de violencia sexual en Colombia, y así entre todas recuperar lo que nos robaron”. Un sueño que se materializó en 2014 cuando el presidente Juan Manuel Santos, mediante el decreto 1480 de 2014, ordenó que cada 25 de mayo se conmemorara el Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual.

La ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz será el 10 de diciembre (fecha en que murió Alfred Nobel) en Oslo Noruega.

 


colombianos, Líderes Sociales, nominados, Paz, premio Nobel, Testimonios

La paz en palabras de los colombianos

La paz en palabras de los colombianos

Autor

Ayda María Martínez, periodista del CNMH

Fotografía

cortesía Camilo Andrés Rincón Díaz

Publicado

15 Mar 2016


La paz en palabras de los colombianos

Un joven costeño de 16 años lleva dos años recorriendo el país con su libro de la paz bajo el brazo. Son palabras alrededor del deseo de los colombianos por una nueva sociedad.


Personajes de la vida nacional como William Ospina, Alfredo Molano, Juan Gossaín, Manuel Roca, Carlos Duque, Ciro Guerra, palenqueras, vendedores informales, artesanos, recicladores, estudiantes, trabajadoras sexuales, entre otros, están unidos por un delgado hilo que llega a lo más profundo de sus deseos por un país mejor.

Todos ellos forman parte del grupo de colombianos que ya han plasmado sus pensamientos, letras o poemas en el “Libro de la Paz, escrito por nosotros para la humanidad”, iniciativa de Camilo Andrés Rincón Díaz,  un joven de Soledad, Atlántico, de 16 años y estudiante de grado 11 del Instituto O’Higgins, y quien retomó la idea de una historia que ya completa 25 años: el Libro Blanco de la Paz.

Desde hace dos años Camilo lleva este libro de 23×29 centímetros y 800 páginas empastadas en color verde, a “donde el viento lo lleve”. Todo empezó cuando tenía 14 años y su papá, Luis Rendón, un amnistiado del Ejército Popular de Liberación (EPL), le narró su experiencia con el “Libro Blanco por la Paz”. Se trata de una publicación de un 100x80cms que poseía aproximadamente mil hojas. El libro se perdió en las oficinas de la Dirección General para la Reinserción cuando se habían escrito 700 páginas.

25 años después, Camilo retomó el proyecto de su padre, pues “en esencia el libro es un espacio de inclusión social, que permite la libre de expresión de aquellas personas que no tienen acceso a la televisión y a la radio”.

Quiere recorrer el mundo

Toda biblioteca, plaza pública, librería, evento, paseo y hasta las calles en la ruta hacia su colegio se han convertido en escenario para hablar de paz con propios y extraños, porque “debe ser la confluencia de varios caminos”. Todos los escritos son especiales para él, incluso los que tienen errores de ortografía porque “la paz está por encima de eso, todos debemos escribir sobre la paz”.

Para este amante de la literatura y la filosofía se trata de la diversidad, de los varios pensamientos que se escriben. Por ello, se acerca a “cualquier desprevenido o atento, le echo el cuento y lo invito a escribir a la paz. Sus páginas están abiertas a todo tipo de persona, es pluriétnico, multicultural, es diverso, no conoce de partidos o movimientos políticos, respeta la diferencia”.

Tal vez por ello el libro contiene pensamientos escritos por uribistas, santistas, polistas y verdes que Camilo ha encontrado en Argentina, Cartagena, Barranquilla, Medellín o Bogotá. El libro que ya completa 400 páginas escritas quiere recorrer todo el país y, por qué no, el mundo.

“El país debe prepararse para el posconflicto, debe haber un cambio o transformación en el modelo de educación, cultura etc. Igualmente la paz no la construyen los actores armados, se fundamenta en el amor, el respeto y el cuidado de la naturaleza”.

 

El futuro del Libro de la Paz

Camilo aspira que la gente escriba mucho sobre la paz y que se multipliquen los libros, que reposen en un lugar visible, algo así como un museo, donde todos puedan conocer los escritos.

Por ello, no duda en abrir las páginas de este libro para que todos conozcan lo que ya se ha escrito y se proyecten en las páginas blancas que esperan por más letras, tinta e ilusión.

Apartes del libro:

“La esencia o la espiritualidad del libro de la paz se describe como el libro de la vida, se escribe con lágrimas, sangre y porque sí: con la fortaleza y la lucha, que vivan las letras de la paz y el amor”, Laura Senior.

 “Ha sido muy grato conversar una hora –o más- con Camilo, para comprender que la paz es algo más que un concepto, la paz son estos diálogos, son acciones de amistad y de reconciliación, la paz es construir entre todos un relato de país en el que podamos vivir juntos, y buscar por fin esa normalidad de la vida que durante un siglo o más nos negó la guerra”, William Ospina, enero 2016.

 “La paz es un camino que muchas veces hemos perdido, pero que gracias a la misma historia estamos recuperando después de tanta sangre y tanta muerte sobre los insurgentes”, Alfredo Molano.

“La paz está en el cementerio”, Ciro Guerra.

“La paz es una decisión de un pueblo que quiere cambiar su destino y definir sus diferencias por una vía distinta a la guerra y a la violencia; es un acto del espíritu que se verifica en lo político, pero ocurre en el corazón de las personas. No hay pueblos condenados, todos los pueblos pueden llegar a alcanzarla. Es una construcción que viene de la decisión de un pueblo”, Diana Uribe, enero 30/2016.

 “La paz y la estabilidad son fundamento del desarrollo económico y el bienestar, deseo lo mejor para el proceso de paz de Colombia”, Ha- Joon Chang, economista coreano

 “Luchar por la paz puede parecer una ingenuidad. No hacerlo es una ingenuidad aún mayor”, Moisés Naím, periodista venezolano.

 “La paz son derechos para la gente del común, afros, indígenas, blancos y la infinita gama cultural que tenemos en nuestro país. La paz es acabar con el hambre y darle dignidad a quienes nunca la han tenido: el pueblo. La paz es justicia social”, líder estudiantil de la Universidad del Atlántico, Kevin Siza Iglesias

 “La paz es una ilusión, es una ficción, no existe; es como la felicidad, el pájaro azul de la leyenda que todos persiguen y nadie captura. Si no existe la paz interior en el hombre, que vive en medio de la angustia, la incertidumbre, la necesidad, la frustración, es todavía más difícil y quimérico pensar en una paz que se instale definitivamente en los pueblos. No existe un método, un camino, un manual. Cuando haya un equilibrio político, social, económico, cultural, entonces habrá paz. Mientras haya lucha de clases, elites, oligarquías, no”, profesor de Derecho de la Universidad del Atlántico y líder de la asación de profesores.

 “Siembra la semilla de la paz en tu corazón, abónala con amor, riégala con honestidad, deja que entre la luz del perdón. Cuando de fruto, regálala al mundo”, Lewis, trabajador papelería Panamericana, enero 8, 2016

“Donde las altas montañas, donde nace el sol, el agua, el amor, pidió para que todos vivamos con amor y respeto hacia la tierra. Con gratitud”, Vaikuca, artesano ubicado en las calles de Cartagena.

“Quiciera que ubiera paz para que ahiga armonía amor comprencio. Menos biolencia no hubiera tanta miceria, más empleos. Fueramos un país unido” Wilfrido; vendedor de mecatos en los buses.

“Para mí la paz es que no hayga mas violencia en nuestro paiz y que no hayga mas maldad” (sic) Valentina  Vivian Vega Pérez; una niña junto a su abuela desplazadas por las AUC en la Guajira.

 


Colombia, Joven, Libro de la paz, Testimonios

  • 1
  • 2
Volver arriba