Autor: CNMH

Mis desaparecidos, nuestros desaparecidos

Noticia

Autor

Laura Cerón

Fotografía

Laura Cerón

Publicado

02 Jun 2017


Mis desaparecidos, nuestros desaparecidos

El pasado 26 de mayo se dio inicio a la Semana de la Desaparición Forzada en Bogotá. En el acto conmemorativo se encontraban víctimas de Barrancabermeja, Antioquia, Caldas, Meta y Bogotá que siguen luchando sin descanso hasta encontrar a sus familiares.


Uno por uno los asistentes que están sentados en las escaleras del Centro de Memoria Paz y Reconciliación esperan escuchar el nombre de su familiar desaparecido. La idea causa más consuelo que alegría. Al frente y en círculo, van apareciendo en pequeños cubos de cristal los rostros de hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres, abuelos, tíos, tías y sobrinos de los que nunca más volvieron a saber. 

Luz Marina López al escuchar el nombre de sus dos hijos baja por las escaleras mientras un joven rubio, su hijo menor, la toma de la mano y cuida sus pasos. Al llegar toma una figura en cada mano y las mira con detenimiento. La luz traslucida que pasa por la mitad dibuja el rostro de Diego Fernando y Ana María Ochoa, dos mellizos de 20 años que cayeron en una redada paramilitar mientras estaban en un bazar que se celebraba en un barrio de Barrancabermeja.  Corría el año 98 y desde entonces ella y su familia no han podido dar con el paradero de sus restos, aunque ya conozcan quiénes cometieron el crimen gracias a versiones libres de Justicia y Paz.

Luz Marina no dice nada pero su rostro carga con el dolor de todos estos años de ausencia. Al acercarme me dice que mire lo lindos que quedaron, que ella ya no quiere llorar más porque en sueños ambos le cuentan que están bien y le dicen que merece descansar.  Como ella, cada núcleo familiar baja, recibe a su ser querido y hace catarsis de la manera que puede. Algunos asistentes gritan “que nos los devuelvan vivos porque vivos se los llevaron”.

Son 154 figuras en total las que hacen parte de una obra artística llamada Souvenir que el artista Sair García hizo en homenaje a las familias y a las víctimas. “Como ustedes comparto la gran tristeza de tener un familiar desaparecido. Este es un elemento para que puedan interactuar con ellos desde el corazón”, les cuenta a los asistentes.

La entrega hace parte de la conmemoración de la Semana de la Desaparición Forzada. Una fecha que desde hace varios años han instaurado las mismas víctimas para que se visibilice uno de los crímenes que más impacto causa en la vida de los familiares, pues como relata el informe “Hasta encontrarlos” del CNMH, se enfrentan a la incertidumbre de saber su paradero y a la revictimización por parte de un sistema judicial que en muy pocos casos opera de forma efectiva. De los 60.630 desaparecidos de Colombia, tan solo 8.162 tienen algún tipo de información respecto a ese hecho.

Horas más tarde, una gran cantidad de personas sale del Centro de Memoria Paz y Reconciliación con un objetivo: recordarle a la ciudad sus desaparecidos. Con un clavel blanco y un sol abrasador caminan por la calle 26 hacia el occidente hasta la Universidad Nacional. Todos van a un ritmo lento, paciente, mientras cantan arengas y mencionan los nombres de sus familiares sin descanso.

La gente alrededor apenas mira las pancartas con las fotos y sigue su camino, otro diferente. Lo que muchos no saben es que entre el gentío hay varios grupos de familiares de víctimas de desaparición forzada que llevan más de 35 años exigiendo el paradero de sus seres queridos. Tal es el caso del Colectivo 82, formado después de que un grupo de 12 estudiantes de la Universidad Nacional y la Universidad Distrital fueran desaparecidos.

Una vez instalados en la Plaza del Che de la Universidad Nacional, el grupo Arlequín ofreció a las familias una obra de teatro. La representación era un homenaje a todos aquellos que no han bajado la guardia buscando a los suyos. En medio de la tarde, las familias disfrutaron de un ambiente de música y poesía.

Los padres de Jhon Ricardo Ubate Monroy, desaparecido hace 22 años reconocen que es muy difícil que el proceso avance más, “lo único que pedimos es que nos digan dónde están sus restos”, afirman. Para muchos el consuelo está en haber encontrado fortaleza en el otro que también ha sentido su dolor y lo comparte, así continuar buscándolos en los ríos, los bosques, las montañas.

Este año la conmemoración  se realizó en el marco de la acción conjunta que realiza el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el Programa de Alianzas para la Reconciliación, de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y ACDI/VOCA

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Desaparecidos


Desaparecidos

Entre estudiantes y campesinos nos entendemos

Noticia

Autor

César Romero

Fotografía

César Romero

Publicado

05 Jun 2017


Entre estudiantes y campesinos nos entendemos

Un trabajo académico de la Universidad del Norte, en Barranquilla, sirvió como pretexto para trabajar la memoria histórica del despojo en Montes de María.


Todo comenzó en una reunión cualquiera en 2015. Dos investigadoras de la Universidad del Norte fueron invitadas como observadoras a Los Montes de María a una reunión en la que varios campesinos expondrían, ante las autoridades, problemas agrarios de la zona. Fue un encuentro largo, confuso y colmado de quejas de la comunidad. Algo rutinario.

Pero Paola García, profesora de Ciencia Política, decidió convertir todo lo que había escuchado, en un trabajo académico y radial de memoria histórica sobre el despojo. Junto a otra profesora, Mónica Vásquez, eligieron a un grupo de estudiantes de las facultades de Derecho, Ciencia Política, Comunicaciones y Relaciones Internacionales, y a jóvenes de la Mesa de Interlocución de Los Montes de María para que se enseñaran mutuamente lo que supieran sobre el acceso a la tierra. Unos desde la teoría y otros desde la práctica. “Yo quería que los estudiantes conocieran de cerca lo que todos los días escuchaban en la teoría”, dice Paola.

Realizaron tres encuentros en los que dibujaron mapas, ubicaron las problemáticas, priorizaron temas y documentaron posibles soluciones. El trabajo incluyó, además, entrevistas a campesinos de la zona por parte de los estudiantes que posibilitaron reconocer una de las grandes problemáticas del territorio: el distrito de riego de María la Baja.

Este pueblo ha sido protagonista de la guerra paramilitar y fueron beneficiados hace años con la primera sentencia de Justicia y Paz, y con sentencias de restitución de tierra. Sin embargo, sus pobladores se están quedando sin agua. El Gobierno destinó 2.500 millones de pesos en proyectos productivos de maíz, ñame, yuca, cacao y plátano, pero se han venido secando.

A pesar de ser un pueblo a tan solo tres horas de la universidad, los estudiantes jamás se habían acercado y nunca, hasta el 2016, habían conversado con campesinos sobre el tema. “Estamos a tres horas de Montes de María pero para nosotros era Afganistán. Este trabajo cambió toda la percepción de los chicos”, dice una de las investigadoras.

Fue una experiencia exitosa que no solo dejó como resultado cápsulas radiales para la memoria sino la necesidad de buscar dentro de la universidad la posibilidad de convertir este tipo de metodologías en un asunto institucional pues este primer trabajo se hizo gracias a la Fundación Open Society.

Por eso –y para darle continuidad al trabajo sobre el problema del agua en María la Baja-, las investigadoras están buscando difundir el material recogido y repetir la experiencia sin depender de fundaciones: “Próximamente, le presentaremos a la decanatura una propuesta formal con esta metodología porque con ella demostramos que desde los territorios podemos aprender más”, dice Paola.

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Estudiantes


Estudiantes

Lideresas a favor de la igualdad

Noticia

Autor

Laura Cerón

Fotografía

Daniel Sarmiento

Publicado

18 May 2018


Lideresas a favor de la igualdad

En Colombia hay cerca de 2.150 personas víctimas de los sectores LGBT reconocidas en el Registro Único de Víctimas. Cada una de ellas ha sufrido una o múltiples victimizaciones en el marco del conflicto armado colombiano: violencia sexual, desplazamiento forzado, amenazas y homicidios.


A pesar de que el país ha avanzado en la garantía de sus derechos, lo cierto es que son muchas las violencias que viven a causa de la discriminación estructural y la estigmatización. Para 2016, la Defensoría del Pueblo atendió 298 casos en regiones como La Guajira, Magdalena, Atlántico, Bolívar, Córdoba, Urabá, Antioquia, Caldas, entre otros. Por ello, muchos líderes y lideresas desde sus municipios se han organizado y han convertido sus identidades en formas de resistencia desde la cotidianidad.

Este 17 de mayo se conmemoró el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia, Bifobia y Transfobia.  Hablamos con dos lideresas que desde Chaparral (Tolima) y Florencia (Caquetá) que luchan diariamente contra la discriminación.

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    Daniela Villareal, Asociación LGBTIChaparral, en Tolima

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    Zunga la perra roja, Asociación de personas transgénero en Caquetá (Asotranca) 

Daniela empezó su liderazgo en Chaparral una vez se identificó como mujer trans, primero con su familia y luego ante la gente de su municipio. Para ella su identidad siempre fue su bandera y lo demostró desde los inicios del reinado trans del río Tuluní, que nació como un paseo al río en el año 2000 y luego se convirtió en una plataforma de visibilización de todas las personas de los sectores LGBT principalmente mujeres trans y hombres gays. A nivel de trabajo con las víctimas han desarrollado acciones desde 2015 con la Asociación Chaparral Diversa.

“Trabajamos en un proyecto que consolida y documenta los casos de desaparición y asesinatos y así poco a poco hemos logrado tener participación social. Sin embargo, me amenazaron como a muchas otras con el respaldo de la gente y de la policía y tuve que volver a salir en 2016. Las otras chicas que se quedaron sí participaban en foros. Ahora nos están capacitando para brindar programas de asistencia en espacios públicos en los que se sensibiliza a la sociedad. Mostrarse como trans en Colombia es súper difícil. La gente lo ridiculiza a uno y siente que uno no debería existir. En Chaparral pasa igual, nos mostramos como trans en un pueblo de insurgencias, de grupos al margen de la ley y nos ganamos nuestros espacios en el pueblo. Todo viene desde la educación en el respeto entre todos, sin importar nuestra identidad sexual, nuestra raza, nuestro género. Ya lo estamos logrando, En los programas de educación, en los planes de políticas públicas de infancia y adolescencia dejamos plasmadas las capacitaciones en orientación y aceptación de identidades diversas”.

Zunga empezó a hacer activismo siendo estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad de la Amazonía, en Florencia, desde la Mesa Amplia Nacional Estudiantil.  Hace parte de Asotranca y en su trabajo como activista ayuda a mostar y denunciar las violencias que afectan a las personas transgénero en Caquetá. Dentro de los proyectos que desarrollan hacen caracterizaciones para exponer las violencias contra las personas de los sectores LGBTI en el marco del conflicto armado.

“Cuando empecé a ver que la discriminación me tocaba no solo por ser trans, sino también por ser de estrato uno, y venir de un departamento por el cual han circulado muchas violencias y muchos actores armados fue que sentí motivación por el liderazgo y tener agencia me ha obligado a salir de esos círculo de exclusión. A nosotras nos están amenazando por diversas causas, pero el ser LGBTI marca mucho esas violencias. Trabajar desde la memoria nos reivindica porque es una aliada que nos permite recordar y ver lo importante que es interseccionalizar nuestras luchas con las comunidades afro, las indígenas y cerrar esos ciclos de violencia. Es necesario hacer ejercicios cotidianos de respeto desde lo institucional, desde lo local. Podemos ayudar a una persona LGBTI a superar las barreras de exclusión reconociendo su identidad de género. Muchas veces nos niegan la identidad y el llamarnos mujer trans u hombre trans y es un paso importantísimo para cerrar brechas. No reproduzcamos discursos machistas, misóginos y transfóbicos. Es una deuda de la paz hablarnos desde el reconocimiento, desde el respeto y la celebración de la diversidad para poder acercarnos como hermanos”.

Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el 80 % de las mujeres trans de Latinoamérica mueren antes de cumplir 35 años. La mayoría mueren asesinadas. Es así como la muerte se convierte en una de las prácticas más usadas para eliminar a las personas de los sectores LGBT. Acabar con la discriminación no es fácil. El trabajo de Daniela y Zunga en contextos donde las violencias se acentúan a causa del conflicto armado, nos muestra que las garantías de paz y de no repetición están relacionadas a la eliminación de las violencias estructurales: que cesen las agresiones en las casas, en el colegio, en el barrio. Así mismo, en el reconocimiento de derechos también exigen tener las mismas oportunidades de acceso a la educación, al trabajo y a la salud.

Los sectores LGBT han sufrido de manera directa los embates del conflicto armado, y esperan, al igual que todos los colombianos, que en la paz esta situación sea diferente. Con su fortaleza se ha convertido en gestores políticos asumiendo la reclamación de sus derechos y sus comunidades.  (Puede leer Aniquilar la diferencia)

 

Publicado en Noticias CNMH

 


LGBTI, DDHH


DDHH, LGBTI

La memoria y la justicia

Noticia

Autor

Gonzalo Sánchez Gómez

Fotografía

Maria Paula Durán

Publicado

18 May 2018


La memoria y la justicia

Palabras en entrega de Informes del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)   a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)


La memoria y la justicia suelen ser percibidas en diferentes contextos y tradiciones intelectuales de forma antagónica. En los estados totalitarios, la politización judicial, que de hecho tiene lugar, se presta para asociar el aparato judicial a la condición de un simple agente de victimización, más que de protección de derechos. En ese tipo de regímenes, la memoria se proyecta como un lugar de denuncia y resistencia, donde se hacen visibles las impunidades y las responsabilidades criminales y políticas involucradas. La justicia como otro lugar de la opresión, y la memoria como sustituto de la justicia extraviada, resumen de esa contraposición.

En la otra orilla del espectro de tensiones entre la justicia y la memoria, y en un contexto de diferente naturaleza al mencionado anteriormente, la memoria puede constituirse en un grave impedimento para el despliegue de la justicia.  La memoria justiciera que enarbola como lema el ojo por ojo, diente por diente, se contrapone a un accionar ponderado de la justicia, en el cual las responsabilidades y las penas se establecen dentro de una lógica de protección de los derechos de toda la ciudadanía, incluidos los de quienes han sido sus violadores. Mientras la memoria en este caso reclama venganza como rasero de acción punitiva, la justicia defiende derechos.

Ahora bien, estos dos diferentes tipos de antagonismo distan de ser una fatalidad, si bien nos alertan sobre los peligros de la simplificación de la comprensión de las relaciones entre justicia y memoria, como dos opuestos sin más.

En Colombia, las dinámicas que han seguido justicia y memoria no han estado exentas de conflicto. Es sabido que la impunidad en nuestro país, ha sido a menudo no solo una demostración de incapacidad del sistema judicial para enfrentar los elevados niveles de criminalidad y de violencia, sino que la impunidad ha operado muchas veces como parte de un engranaje delictivo de gran envergadura. Con todo, de manera progresiva y en el marco de la creación de una nueva institucionalidad, desde la Ley de Víctimas, y ahora en el marco del proceso de paz adelantado por el gobierno nacional, se ha venido generando una aproximación productiva entre los dos escenarios de esclarecimiento, que hay que celebrar.

En el desarrollo concreto de estas relaciones la documentación judicial, por un lado, se ha convertido en un insumo y en un objeto de análisis importante para la reconstrucción de la memoria histórica, como lo ilustran los informes sobre justicia y paz realizados por el propio CNMH y que hacen parte del acumulado que hoy ponemos a disposición de la JEP.

Por otro lado, los informes de memoria histórica se han convertido a su vez en soporte importante de la acción judicial. De hecho, el CNMH ha producido una serie de informes como parte de medidas de reparación, a solicitud de fiscales, entre otros, Recordar para Reparar, sobre las masacres de Matal de flor Amarillo y de Corocito en Arauca; y La Justicia Que Demanda Memoria, las víctimas del Bloque Calima en el suroccidente colombiano. A esto se suma la incorporación en los fallos judiciales en el plano nacional, y en instancias internacionales como la CIDH, de los contenidos de los informes sobre las masacres de Trujillo, Segovia, la Rochela, el Salado, el Placer etc.

En el escenario de la justicia transicional, en el que se inscribe la JEP, la comprensión de la violencia del conflicto armado dentro de lógicas judiciales como crímenes de sistema, macrocriminalidad, máximos responsables, permite redimensionar el trabajo de esclarecimiento realizado desde Memoria Histórica. En consecuencia, la apuesta que hacemos pública hoy, es la de una invitación al trabajo complementario entre la justicia y la memoria, entre la JEP y el CNMH, sin que ninguno de los dos campos o instancias pierda su sello diferencial.

Ese es el propósito que nos alienta al hacer entrega a la JEP de los informes de acceso público, realizados por Memoria Histórica a lo largo de los últimos diez años, en torno al esclarecimiento de las lógicas del conflicto armado, como un aporte significativo a la inmensa tarea que afronta la Jurisdicción Especial para la Paz. Confiamos en que el análisis de los actores armados, de las diferentes modalidades de victimización, el esclarecimiento y la comprensión de los contextos, las dinámicas territoriales, y el establecimiento de los daños, aspectos todos ellos abordados por el CNMH en sus diferentes informes, habrán de constituirse en insumo para la construcción de la verdad judicial, que tantas expectativas genera no solo en las víctimas, sus principales destinatarias, sino en la sociedad en general.

Ahora bien, no obstante estas líneas de colaboración, es importante reconocer y construir las diferencias entre la verdad judicial y la memoria histórica, sus propósitos específicos y los tipos de relaciones, particularmente con las víctimas. La verdad histórica y la verdad judicial siguen distintas lógicas y sentidos, se asientan en diferentes metodologías y escenarios, y tienen diferentes protagonistas. La memoria, más que a individualizar, apunta abiertamente a desentrañar responsabilidades estructurales, tramas sociales y políticas, con un sentido que no se restringe a la determinación de los victimarios y de las culpabilidades.

Asimismo, el valor dado al testimonio y las modalidades del mismo en una y otra instancia son de diversa naturaleza y alcance, y es fundamental que así se mantengan. La voz de la víctima en el escenario de la memoria histórica excede el rol de simple fuente de información, y la aproximación entre esta y el CNMH se realiza de forma voluntaria exclusivamente. Por ello, aunque la memoria puede aportar a la verdad judicial, la judicialización de la memoria no deja de ser un riesgo, que hay que contemplar.

Mientras que la justicia es y seguirá siendo una atribución estatal, la memoria no dejará de ser esencialmente una construcción social. El lugar de producción y de legitimación de uno y otro campo son irreductibles, y su diferenciación es requerida en aras de preservar la pluralidad como elemento esencial de la democracia.

Desde luego hay muchos pendientes. Pero Colombia ha avanzado mucho en uno y otro campo: el de la justicia y el de la memoria. Fortalecer y potenciar esos acumulados en tiempos de posconflicto turbulento es una tarea de todos, como Estado y como sociedad. 

Señora Presidenta de la JEP, Magistrada Patricia Linares; Magistrada Julieta Lemaitre, Presidenta de la Sala de Reconocimiento: Señores y señoras magistrados y magistradas: en nombre del Centro Nacional de Memoria Histórica les hacemos entrega solemne hoy de nuestro acumulado, materializado en los 80 informes a la vista. Muchas gracias.

Mayo 17 de 2018

Publicado en Noticias CNMH



Informes, JEP

El cacique de la caricatura

Noticia

Autor

Juan Camilo Gallego Castro

Fotografía

Isabel Valdés

Publicado

21 May 2018


El cacique de la caricatura

Arles Herrera dejó a un lado su nombre cuando pasó a llamarse Calarcá, uno de los caricaturistas más importantes del país. En el 2017 donó cerca de 2.800 de sus trabajos al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). La historia de un maestro de maestros.


Calarcá no sabe ahora si su seudónimo obedece al cacique que defendió a los pijaos de los españoles o al municipio en el que creció. La suya era una familia campesina del Quindío, que tenía por tradición comprar libros de segunda expuestos sobre ruanas en la plaza de mercado del pueblo. Ya en la casa leían en voz alta. Era la entretención de la tarde. La radio era un lujo que su familia no se permitía.

Cada semana un hombre les vendía los fascículos de una novela sobre los carbonarios, aquel movimiento anterior a la Revolución Francesa, en donde se hablaba de la lucha de los trabajadores. Fue su epifanía: la lucha social.

Su familia luego se desplazó al Valle del Cauca. En Cali aprendió sus primeras bases de pintura, retrato y paisaje con el pintor payanés Hernando González. Hasta que llegó a Bogotá y se vinculó con el Partido Comunista recién terminó la dictadura de Rojas Pinilla.

Aquel momento sagrado de un joven de veinte años parece distante en un hombre con el cabello muy blanco, fundido como la niebla, entre las orejas y los ojos oscuros, que ahora recuerda cómo se convirtió en el principal caricaturista del periódico La Voz Proletaria, hoy Semanario Voz.

“Ya había visto las caricaturas políticas del periódico El Gato. Pacho Gato era el dueño. Las había visto y me llamaban la atención, pero nunca pensé que sería caricaturista”, dice Calarcá.

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    Caricatura Calarcá – Betto

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    Caricatura Pastrana – Calarcá

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    Caricatura Uribe-Santos – Calarcá

Antes de ser Calarcá, su nombre era Arles Herrera. En 2014, su cumpleaños 80, Betto, caricaturista de El Espectador y uno de los más importantes del país, lo homenajeó con una caricatura en la que se le ve de perfil. Su cabello blanco ondeante, acompañado por un gesto que parece ser una sonrisa escondida entre el bigote oscuro.

Un maestro de maestros

Harold Trujillo, conocido como Chócolo, dice que Calarcá “es un caricaturista excelso: inteligente, crítico, claro y breve. Todo un expresionista dotado de una línea plástica genial. Su obra es importante porque sus dibujos contienen una visión personal de la realidad nacional, que constituyen un banco de imágenes sobre un importante período de nuestra historia”.

En ese sentido, Raúl Fernando Zuleta, caricaturista de El Colombiano y profesor de artes de la Universidad de Antioquia, asegura que “es innegable que Calarcá es un referente de la caricatura colombiana, en especial del género de la caricatura fisionómica, donde se podría decir que todos los caricaturistas colombianos dedicados a este género han tenido alguna influencia de él”.

En el país la caricatura fisionómica la desarrolló con maestría Ricardo Rendón a principios del siglo XX. Zuleta agrega que “desde entonces este género no había tenido un exponente cuyo trabajo se centrara casi principalmente en la fisionomía. Esta caricatura había tenido cierto estilo clásico, y Calarcá logra experimentar nuevas formas y estilos, con lo cual se vuelve en referente.”

Chócolo señala que Calarcá también influyó en su obra “por su excelente humor, su precioso dibujo y su tratamiento crítico de la escena política y social nacional e internacional.”

A pesar del reconocimiento de sus colegas, Calarcá cree que el humor de la caricatura colombiana se parece al de Frankenstein: “el discurso nuestro es tieso, rígido. Se dicen muchas verdades, pero hay que saberlas decir con gracia, con picante, con la metáfora, la anécdota.”

Entonces a veces hace las veces de Frankenstein y en la mayoría de ocasiones su humor parece más fresco y natural, más contundente a la hora de criticar a los presidentes de turno desde Carlos Lleras Restrepo hasta Juan Manuel Santos.

Son miles sus caricaturas. Cerca de 2.800, publicadas en los periódicos La Voz Proletaria y Semanario Voz, cuyas copias fidedignas fueron donadas al CNMH. Estas caricaturas harán parte del fondo Fundación Semanario Voz, que se podrá consultar próximamente en el Archivo Virtual de Derechos Humanos.

Arles era un indio, Calarcá es el cacique. Un maestro, un maestro.

Publicado en Noticias CNMH



Archivos, Calarcá, Semanario Voz

La memoria que demanda justicia

Noticia

Autor

Maria Paula Durán

Fotografía

Maria Paula Durán

Publicado

22 May 2018


La memoria y la justicia

El pasado 17 de mayo el Centro Nacional de Memoria Histórica entregó 80 de sus publicaciones, en su mayoría informes de esclarecimiento en clave de memoria, a la Jurisdicción Especial para la Paz.


En medio de un acto protocolario en las instalaciones de la sede de la JEP, el director general Gonzalo Sánchez —y los directores técnicos de varias áreas del CNMH— entregó a la presidenta de esta entidad, Patricia Linares, y a los magistrados de la Sala de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad, el acumulado de investigaciones de memoria histórica que, por diez años, el Centro han construido con las víctimas del conflicto armado.

La magistrada Patricia Linares, quien a lo largo de su carrera trabajó y acompañó de cerca varios procesos del Centro de Memoria, dio apertura al encuentro, manifestando su interés y satisfacción por poder recoger, desde la labor de la JEP, la información, los testimonios y los aprendizajes plasmados en 80 informes de memoria histórica.

Acumulado

La presentación de la entrega estuvo desglosada por la información que los directores técnicos entregaron a la JEP. La primera en hacerlo fue Camila Medina, directora técnica de Construcción de la Memora del CNMH. Medina explicó los aportes de los informes, recogidos en siete líneas de investigación:

  • Memorias regionales, donde se encuentran los informes de los casos emblemáticos que marcaron la historia del conflicto armado.
  • Basta Ya regionales
  • Modalidades de violencia, donde se encuentran los informes de carácter nacional que dan cuenta de distintos hechos violentos como la desaparición forzada, la violencia sexual, entre otros.
  • Actores armados
  • Factores dinamizadores
  • Sujetos victimizados
  • Herramientas metodológicas

(Vea aquí el listado completo de los informes que hacen parte de cada una de las líneas de investigación)

Seguidamente, Andrés Suárez, asesor de la dirección general CNMH, y coordinador del Observatorio de Memoria y Conflicto, presentó los aportes que esta área ha hecho en términos de esclarecimiento. El OMC ha buscado responder la pregunta: “¿Quién le hizo qué a quién, cuándo dónde y cómo?” estableciendo, de esta manera, los presuntos responsables, los hechos victimizantes, las circunstancias de modo, el perfil de las víctimas, y el tiempo y lugar, a partir de 7.644 documentos y 585 fuentes.

Adicionalmente, Margoth Guerrero, directora técnica del Archivo de los DDHH del CNMH, presentó el acumulado y experiencias de esta dependencia. Por un lado, la creación e implementación del Registro Especial de Archivos como mecanismo de protección. Por otro lado, la creación de una Política Pública de Archivos de DDHH, Memoria Histórica y conflicto armado. Y, finalmente, la conformación de archivos plurales. Muchos de estos registros, tanto del Archivo como del Observatorio, han alimentado los informes de memoria entregados a la JEP.

De la misma manera, Álvaro Villarraga, director técnico de Acuerdos de la Verdad del CNMH, presentó el trabajo de acopiar los testimonios de más de 17 mil excombatientes de los grupos paramilitares, en el marco de la ley 1424.

Finalmente, Luis Carlos Sánchez, director técnico del Museo de Memoria Histórica de Colombia, presentó los avances de los diferentes procesos relacionados con la construcción física, de contenidos y programática del Museo. Además, extendió una invitación a la JEP a trabajar de manera conjunta con esta institución, que será un legado y un instrumento para el diálogo intergeneracional.

Memoria y justicia

Gonzalo Sánchez, por su parte, hizo entrega oficial de los textos, precedida de una reflexión sobre la relación entre la memoria y la justicia (Vea aquí las palabras del director del CNMH).  

Sánchez habló de la tensión que ha existido entre memoria y justicia en varios escenarios y sobre los peligros de la judicialización de la memoria pero también de la memoria justiciera. Y, finalmente, habló sobre los momentos en que la justicia ha tomado como insumo a la memoria y también cuando la justicia entiende a la memoria como una forma de reparación.

En suma, para Sánchez, esa relación debe ser complementaria. El acto de entrega de los informes de memoria es, entonces, justamente eso, una apuesta para que dos instituciones, la que trabaja por la memoria y la que trabaja por la justicia, actúen de manera conjunta en pro de la justicia restaurativa, teniendo como centro a las víctimas.

Para cerrar, el profesor Sánchez le entregó el informe Basta Ya a Julieta Lemaitre, magistrada Sala de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad (JEP). “Cuando empezó el trabajo del Grupo de Memoria Histórica, una colega nos advirtió que las víctimas siempre nos harían la siguiente pregunta: ¿Qué van a hacer ustedes con mi palabra? Hoy podemos decir que una respuesta importante es que las estamos entregando a la justicia”, le dijo Sánchez a Lemaitre.

Publicado en Noticias CNMH



Informes, JEP

La montaña se mueve

Noticia

Autor

William Moreno Hernández

Fotografía

Daniel Sarmiento

Publicado

23 May 2018


La montaña se mueve

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) presentó en la FILBo el informe “Un bosque de memoria viva”, en el que campesinas y campesinos de las 54 veredas y 13 corregimientos que conforman la Alta Montaña de El Carmen de Bolívar cuentan la historia de su comunidad mediante relatos, recuerdos e imágenes. Esta investigación se lanzará oficialmente en El Carmen de Bolívar el 4 de agosto.


Hoy se conmemoran 17 años de esta masacre que enlutó al país, un episodio en el que el pueblo bojayaseño, en el Medio Atrato chocoano, quedó entre el fuego cruzado de las confrontaciones que venían sosteniendo, allí, el frente móvil José María Córdoba,

“Exigimos un subsidio/ Por el aguacate que se murió/ No nos han dado este auxilio/ Que fue por lo que la montaña se movió”, dice ‘La montaña se mueve’, una canción que compuso William Jaraba Pérez, profesor y líder, para recordar la movilización de la Alta Montaña en la ‘Caminata Pacífica por la reparación integral’, convocada por el Movimiento Pacífico de la Alta Montaña.

La canción, que hace parte del informe, rememora lo sucedido el 5 de abril de 2013, cuando más de 1.600 habitantes de la Alta Montaña, “llenos de motivos, cansados de tantas necesidades y pocos derechos”, como expresa la investigación en su introducción, se dieron cita en la vereda Arroyo de Arena en el corregimiento de San Isidro, Bolívar, para exigir sus derechos.

Fue gracias a la Caminata Pacífica que se conformó, ese mismo mes, una mesa de diálogo en San Jacinto, Bolívar, “en la que se suscribieron 91 compromisos entre la comunidad y el Gobierno en materia de acceso a vías, servicios públicos, derechos civiles, políticos, económicos, sociales, ambientales y culturales, y, en especial, a la reparación integral. “Le recordamos al país que en la Alta Montaña habitábamos campesinos, que teníamos derecho a vivir, trabajar y permanecer en nuestra tierra y que, como ciudadanos, teníamos derechos que el Estado debía garantizar”, manifestó el Movimiento Pacífico de la Alta Montaña de los Montes de María” dice “Un bosque de memoria viva”.

Se discutió con las autoridades asuntos como la afectación de la economía campesina tras la muerte del aguacate en la región y la estigmatización de la zona en medio del conflicto armado. También se solicitó la construcción de un proceso de memoria con la participación de la comunidad. Esta última petición fue transmitida en 2014 al CNMH, el cual inició una tarea de concertación con la comunidad. Así, lideresas y líderes de la Alta Montaña manifestaron su interés en adelantar un “proceso de memoria viva”.

La memoria viva

“Los delegados de la Alta Montaña explicaron que un proceso de memoria viva significaba integrar la participación activa de la comunidad en la recopilación y difusión de sus memorias, así como en la construcción de ese proceso en el territorio”, dice el informe. “Es un trabajo en el que ellos no son fuentes o guías de los investigadores, sino que hacen parte del equipo del proyecto, son el sentimiento y la voz de sus memorias”, explica Carmen Becerra, investigadora del CNMH. El resultado de ese ejercicio de memoria viva se presenta en el informe ‘Un bosque de memoria viva, desde la Alta Montaña del Carmen de Bolívar’.

“En todo el corazón de los Montes de María/ al pie, donde nace, la Alta Montaña/ en medio de una hermosa serranía/ nace el amor por mi tierra amada”, así inicia San Isidro Labrador (2017), una décima de Osvaldo Valdés, que también hace parte del informe. Valdés ha sido docente, tallerista de fortalecimiento organizacional y conciliador en equidad por el Ministerio del Interior y de Justicia. Él es uno de los narradores de esta historia.

En las páginas de este informe el lenguaje se diversifica y “la palabra escrita es entendida como mecanismo de transmisión de las memorias”. Por eso, el lector encontrará poesía, cantos y cuentos, entre otras manifestaciones. “Son palabras que, desde años atrás, la comunidad tenía anotadas en cuadernos, en hojas sueltas o simplemente estaban anidadas en su memoria, esperando a ser contadas, recitadas e incluso cantadas. Asimismo, y gracias a la participación de un equipo de documentadores y reporteros audiovisuales locales, el informe contiene fotografías que dan cuenta de la cotidianidad de la Alta Montaña y de su proceso participativo”, se explica en el informe.

“Los Montes de María son hermosísimos y esperamos que cuando leas estas líneas pienses en nuestro territorio y en cada árbol de nuestro bosque que reflejan nuestra identidad”, escribe en “Un bosque de memoria viva” la lideresa campesina Angelina González, un fragmento de su poema ‘La vida de una mujer montemariana’ (2017).

Y es que precisamente el pasado 15 de mayo Angelina recibió un reconocimiento en Hazañas Maestras del canal RCN, donde se enalteció a 12 docentes a nivel nacional por su esfuerzo y dedicación en su labor como educadores.

Un bosque de memoria viva, desde la Alta Montaña del Carmen de Bolívar’, narra el origen de la comunidad. Por ejemplo los troncos del matarratón, en la tercera parte, cuentan la historia del proceso organizativo de la comunidad y la labor de líderes, lideresas, maestros y mujeres, quienes no han escatimado esfuerzos en la lucha por sus derechos. Del tronco se extienden las ramas que une a las comunidades de la Alta Montaña y que hoy configura su identidad, como las fiestas, los eventos deportivos y las escuelas.

Los frutos, de este “bosque”, rememoran la prosperidad de la economía campesina de los Montes de María, como consecuencia de la bonanza del aguacate. Entre tanto, el capítulo sexto narra cómo la región fue invadida por una planta parásita, la maleza, que simboliza los daños, los derechos vulnerados y la violencia que la comunidad sufrió cuando el conflicto armado llegó a su territorio.

La investigación viene acompañada, además, de un documento metodológico escrito por el equipo de investigación del CNMH que acompañó a la comunidad. “Este informe entrega dos aportes. Primero, explica  cómo se construyó  un informe de memoria con la participación de las campesinas y campesinos de la Alta Montaña, en el que la comunidad es autora. Esa participación le aporta a su dignificación y reconocimiento porque atiende lo que ellos pedían, que era contar por sí mismos su historia. Y en segundo lugar, es un insumo metodológico para que otras comunidades tengan un referente claro de cómo pueden desarrollar por sí mismas un proceso de memoria”, explica Carmen Becerra, coordinadora e investigadora del informe.

Publicado en Noticias CNMH



Alta Montaña, Carmen de Bolívar

70 mil personas visitaron el Museo en la FILBo

Noticia

Autor

Daniel Sarmiento

Fotografía

Daniel Sarmiento/María Paula Durán

Publicado

23 May 2018


70 mil personas visitaron el Museo en la FILBo

16 días. 70 mil asistentes. 103 eventos. 162 protagonistas que viajaron a Bogotá a contar sus historias. Así fue la exposición Voces para transformar a Colombia.


Los museos de memoria deben contar lo que pasó cuando hubo violencia. Ese relato no es sencillo ni plano, y menos en Colombia, donde la violencia sigue. Así que la gran pregunta es cómo contarlo. Esa es la tarea que desde hace seis años tiene el Museo de Memoria Histórica de Colombia. La primera gran respuesta a esa pregunta fue la exposición ‘Voces para transformar a Colombia’, que estuvo abierta durante los 16 días de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo), y fue visitada por más de 70 mil personas.  

La narración de la exposición se hizo a través de tres voces: la del cuerpo, la de la tierra y la del agua. Esas voces contaron historias conocidas y poco conocidas de violencia y resistencia: por ejemplo, la del puerto de Buenaventura, la de los lugares sagrados de los wiwa en la Sierra Nevada y la de la Organización Femenina Popular en el Magdalena Medio. Durante el recorrido había cómics, murales, objetos íntimos, canciones, experiencias en realidad virtual y hasta una mata de coca.

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    Lina Palacios en FILBo 2018 – Foto: María Paula Durán/CNMH

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    Alabadoras – Foto: Daniel Sarmiento/CNMH

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    Eje Cuerpo – Foto: María Paula Durán/CNMH

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    Obra de teatro

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    Conmemora Radio – Foto: Daniel Sarmiento/CNMH

“En un museo de memoria no entras a mirar. Entras a ser interpelado”, dijo en El Espectador el escritor Daniel Ferreira. Cuando el equipo del Museo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) escogió la FILBo para presentar esta exposición, lo hizo pensando en el amplio y diverso público que podía atraer, pero con dudas sobre si en ese escenario masivo, con la presión de recorrer muchos pabellones en poco tiempo, los visitantes sí se tomarían el tiempo de ser interpelados, en lugar de solo mirar de paso.

Contrario a ese temor, la participación de más de 70 mil personas hizo que durante esas dos semanas el Museo estuviera vivo. Una parte importante de esa vida se la dieron los protagonistas de las historias, que viajaron desde sus territorios a participar en la exposición. 162 personas, además de las que ya estaban en Bogotá, estuvieron contando sus propios relatos, hablaron con el público, resolvieron dudas y conocieron casos y personajes de otras regiones del país.

Luz Marina Bernal, madre de Fair Leonardo Porras, ejecutado extrajudicialmente, fue varios días a acompañar y explicar la pieza que la representaba. Las mujeres de la Comuna 13 de Medellín hicieron lo mismo. También indígenas wiwa y barí, y representantes de la Organización Femenina Popular y del Consejo Comunitario de La Larga y Tumaradó, y Lina Palacios, víctima de violencia sexual, y personas de Buenaventura y de Trujillo, Valle, entre otros y otras.

88 de esos visitantes participaron también en la programación dentro del pabellón: 103 eventos, entre conversatorios, conciertos, rituales, cine y obras de teatro. Hubo una charla cantada entre Inés Granja y Gumercindo Palencia, dos maestros tradicionales del Pacífico y el Atlántico. Una obra de teatro sobre la delicada situación que vive la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Un performance sobre la violencia contra las comunidades ribereñas. Un ciclo de cine con películas animadas sobre conflicto armado. Un ritual de un grupo de mujeres afrodescendientes que le cantaron a Bojayá en el aniversario de la masacre.

En la programación y los recorridos también participaron niños, niñas y adolescentes, con rutas y eventos diseñados para ellos, que por las mañanas llenaban el pabellón. En el segundo piso de la exposición, dentro de una casa construida a muchas manos, dejaron sus mensajes: “no permitamos que nos sigan arrebatando nuestros sueños”, “somos futuro”, “queremos paz”, “aún hay esperanza”. En ese mismo piso funcionó también un espacio de Conmemora Radio, por donde pasaron víctimas, artistas, académicos y visitantes ocasionales. En la radio hubo entrevistas, lecturas, conversaciones, música y teatro en vivo.

La exposición, explicó en Conmemora Radio Lina Díaz, del equipo del Museo, sirvió para confrontar la idea de que la sociedad colombiana es indiferente: “Muchas veces tenemos imaginarios sobre el cansancio de los colombianos para hablar de la guerra, pero ‘Voces para transformar a Colombia’ nos demostró que seguimos preocupados por lo que está pasando, con posturas muy diversas: vimos que sí nos interesa saber, que sí nos interesan las historias de esas víctimas. La gente se sentaba a leer con calma, a escuchar los relatos. Vimos personas que volvieron a llevar a familiares y amigos. La gente tiene cosas para decir y se quiere comprometer”.

Lo que pasó entre el 17 de abril y el 2 de mayo es apenas un primer paso. El verdadero éxito de esta exposición, y de lo que será el Museo cuando inaugure su edificio en 2020, son las reflexiones, debates y acciones transformadoras que promueve en el público. Puede conocer más sobre el proyecto del Museo en www.museodememoria.gov.co

 

Publicado en Noticias CNMH



Bogotá, MNMH, Voces para Transformar a Colombia

Carlos Lozano siempre luchó por la paz

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Semanario Voz

Publicado

24 May 2018


Carlos Lozano siempre luchó por la paz

El director del Semanario Voz murió este 23 de mayo. Recordamos a un hombre que le apostó a la paz y que donó los archivos del periódico al Archivo de DDHH del CNMH para que lo conozcan las nuevas generaciones.


“Yo llego al periódico Voz en la década de los años 80. Antes estuve cinco años en Hungría, que era un país socialista, y donde era dirigente de la juventud comunista. Ya era abogado. Regresé a Colombia en el 80 y empecé a trabajar en el Partido Comunista”. Así recordó Carlos Lozano Guillén la vez que abandonó Europa para vincularse con el partido y el entonces periódico Voz de la Democracia.

Manuel Cepeda Vargas, entonces director del periódico, le pidió a Lozano que se encargara de la sección juvenil. Cada ocho días la escribía y cada mes se encargaba de hacer una separata para jóvenes. Así ingresó a Voz de la Democracia, que pocos años después cambió de nombre y pasó a llamarse Semanario Voz.

Una vez Cepeda renunció a la dirección del periódico, pidió que su reemplazo fuera Lozano. “Nunca me imaginé que fuera a ser director del partido por tantos años. No se me pasó por la cabeza. Fue muy sorpresivo. Luego se presentaron varios nombres, entre ellos el mío, y me designaron. Y ahí quedé”, dijo en entrevista con el Centro Nacional de Memoria Histórica.

En su último año como director del Semanario Voz, se encargó de liderar la donación de copias fidedignas de todo el archivo del periódico, compuesto por más de 55 mil páginas en 2798 ediciones, publicadas desde 1957. Asimismo, alrededor de 2800 caricaturas publicadas por Arles Herrera, conocido como Calarcá. (Ver: Las tres estaciones del Semanario Voz)

Lozano Guillén, oriundo de Ibagué (Tolima), fue una figura destacada del Partido Comunista, vocero de Marcha Patriótica e integrante del movimiento Colombianas y Colombianos por la paz. Desde su actividad política y su papel como director del Semanario Voz apoyó los diálogos de La Habana entre el gobierno y las Farc. “Creo que le dedicamos mucho espacio al tema de la paz, que era necesario, indispensable. Eso fue algo que nos especializó, sin desmedro de la información popular, que es parte de la vida misma del periódico”, aseguró.

También fue autor de libros como Diálogos de la Habana: El difícil camino de la paz (2014) y ¿Guerra o paz en Colombia? Cincuenta años de un conflicto sin solución (2006).

El Centro Nacional de Memoria Histórica rinde un homenaje a Carlos Lozano Guillén por su compromiso con la paz, el periodismo y la memoria.

 

Publicado en Noticias CNMH



Carlos Lozano, Paz, Semanario Voz

Bibliotecas con memoria fortalece la paz

Noticia

Autor

Rossih Amira Martínez Sinisterra

Fotografía

CNMH

Publicado

28 May 2018


Bibliotecas con memoria fortalece la paz

En Colombia las bibliotecas han venido ampliando su agenda cultural y educativa al ritmo de la dinámica social que desarrolla el país para la construcción de la paz. Dinamismo que permite la instalación de una oferta de espacios de lectura y consulta sobre temas relacionados con la memoria histórica, los derechos humanos y la paz, así como referente a los desafíos que integra la propuesta de consolidar procesos de reconciliación, reincorporación y convivencia pacífica en el país.


Es así como cada vez más las bibliotecas anuncian actividades que permita a sus visitantes conocer, investigar, informar y reflexionar sobre diferentes hechos emblemáticos, que marcan las diversas narrativas desarrolladas en los caudales de la memoria histórica del país.

Las bibliotecas de las instituciones educativas y sus comunidades no están al margen de esta realidad que encarna responsabilidades y retos pedagógicos para lograr la transformación que requiere la construcción de paz en Colombia, por ello la estrategia Bibliotecas con Memoria del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) articula esfuerzos con el Equipo de Pedagogía en varias regiones del país para llegar a bibliotecas escolares en donde, según Alejandra Londoño coordinadora del proyecto Red de Maestras y Maestros por la Memoria y la Paz de Colombia del CNMH, los docentes “han diseñado estrategias desde la pedagogía de la memoria, para hacer de la enseñanza de la historia un espacio no sólo de comprensión de hechos y acontecimientos del pasado, sino además un escenario de debates y diálogos en el que la memoria es a la vez relato y posibilidad de transformación de las situaciones de injusticia que nos aquejan”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Colegio Florentino González (Coromoro, Santander)

Desde el 2016 la estrategia Bibliotecas con Memoria del CNMH ha entregado alrededor de 1.826 colecciones, que corresponden a un aproximado de 45.650 informes, distribuidos en bibliotecas públicas, comunitarias, escolares, universitarias y en diversos centros culturales y de documentación en todas las regiones del país, como aporte al proceso de reparación integral y simbólica de las víctimas y la sociedad colombiana.

Con el material entregado a las bibliotecas escolares se ha venido fortaleciendo las actividades de consulta e investigación que protagonizan estudiantes de secundaria en diversas regiones de Colombia. Con experiencias significativas que promueven los docentes se ha permitido llegar no sólo a la comunidad estudiantil, sino también a la población en general, tal como lo explica Martha Cecilia Andrade Acosta de la Institución Educativa Policarpa Salavarrieta en el municipio de Samaniego, Nariño. “Nosotros tenemos el proyecto escolar del Museo de la Memoria en la biblioteca, en donde hemos dispuesto el material recibido de Bibliotecas con Memoria y la comunidad visita mucho este sitio, pues también lo ha podido consultar organizaciones sociales y estudiantes de otros colegios”.

Por medio de esta estrategia las diferentes investigaciones que ha publicado el CNMH llegan a las instituciones educativas, como herramientas que fortalecen los espacios de consulta, promoción de lectura e investigación que realizan y promueven los docentes en los colegios; como sucede en la Institución Educativa Salen del municipio de Isnos, al sur del Huila; en donde una docente de Filosofía y Ética ha venido desarrollando una línea de trabajo sobre ‘Ética, Valores Humanos y Educación para la Paz’, ella hace uso del material publicado por el CNMH y entregado a la biblioteca. Su nombre es Marcela Peña Castellano y ella nos narra cómo le ha dado uso pedagógico a varios documentos: “Una es la cartilla de pedagogía sobre El Salado en donde hay un ejercicio sobre la repartición de tierras y también consultamos un informe sobre la reforma agraria lo que potenció el ejercicio de investigación con los estudiantes acerca de cómo se hace una reforma agraria y su importancia”.

La diversidad del material entregado propicia la articulación de diferentes áreas educativas, como lo señala Marcela, que además del trabajo con Filosofía, resalta que otras docentes desarrollan actividades en la biblioteca sobre memoria histórica “con la profesora de Artes los estudiantes están trabajando sobre cómo el arte también es holístico y expresa las situaciones de violencia en Colombia y a través de los informes y libros ellos han podido indagar algunos testimonios acerca de lo ocurrido en el País”.

Publicado en Noticias CNMH



Bibliotecas con Memoria, Pedagogía

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