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Nunca invisibles: mujeres farianas, adiós a la guerra

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Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

02 Nov 2018


Nunca invisibles: mujeres farianas, adiós a la guerra

Como preámbulo al lanzamiento del corto documental de la Iniciativa de Memoria Histórica Nunca invisibles este próximo 15 de noviembre, publicamos hoy “Nunca invisibles: una iniciativa de memoria histórica de mujeres farianas”, el primero de cuatro textos que acercarán al lector a las historias de vidas y al proceso que viven las mujeres excombatientes y exclandestinas de las Farc en su tránsito a la vida en la legalidad. ¿Qué lugar han tenido las mujeres en la guerra?, ¿por qué se unieron a la guerrilla? o ¿cómo se vive el amor y la amistad en medio del riesgo constante a perder la vida o no volverse a encontrar? Son algunos de los interrogantes que se exploran en esta serie y en el documental.

En 2018 el Centro Nacional de Memoria Histórica, con el apoyo del gobierno de Canadá y el PNUD, priorizó a la iniciativa Nunca invisibles para prestar acompañamiento técnico y financiero para el desarrollo de este proceso de memoria de  un grupo de mujeres ex combatientes y ex clandestinas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), que busca reconstruir y resignificar, a través de un documental sus experiencias, miradas, vivencias e historias de vida personales y colectivas antes de ingresar a las filas de la guerrilla, durante su participación en este grupo armado y ahora de vuelta a la legalidad, tras el proceso de paz de La Habana.

Nunca invisibles: mujeres farianas, adiós a la guerra es una serie de cuatro crónicas escritas a partir de las experiencias de vida de mujeres excombatientes y exclandestinas de las Farc, que hace parte del proceso de la iniciativa de memoria histórica “Nunca invisibles”, priorizada y acompañada en 2018 por el CNMH con recursos del gobierno de Canadá a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. Los contenidos son responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan las opiniones del CNMH, del gobierno de Canadá o del PNUD.

 

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Iniciativas de Memoria


Iniciativas de Memoria

¡Gracias a quienes creen y defienden la memoria!

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Autor

Maria Paula Durán

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Maria Paula Durán

Publicado

02 Nov 2018


¡Gracias a quienes creen y defienden la memoria!

  • Está a punto de cumplirse un ciclo en el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNHM), que durante una década estuvo bajo la dirección del profesor Gonzalo Sánchez Gómez.
  • En este momento de transición, organizaciones de víctimas, académicos e intelectuales del país y del mundo, columnistas y líderes de opinión, hicieron un llamado para que se proteja el legado del CNMH y se continúe con su misión, de reconstruir la memoria del conflicto y contribuir a la reparación de las víctimas.

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)  se prepara para un cambio en su dirección. Después de diez años, nuestro director Gonzalo Sánchez Gómez está próximo a retirarse y el Gobierno Nacional tiene el reto de elegir un nuevo líder para la entidad, encargada de recuperar las memorias de lo ocurrido en el conflicto armado colombiano, y de contribuir a la reparación integral y el derecho a la verdad del que gozan las víctimas.

En las últimas semanas organizaciones nacionales e internacionales, periodistas y líderes de opinión, se han pronunciado frente a la transición que vivirá el Centro Nacional de Memoria Histórica, y han expresado la necesidad de que se conserve el legado de estos diez años de trabajo y se continúe con su misión. En esta década el Grupo de Memoria Histórica, que nació en el 2007 con la Ley de Justicia y Paz, y el CNMH, creado a través de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras (Ley 1448 de 2011), ha realizado 153 publicaciones; 80 de ellas corresponden a informes de esclarecimiento.

Decenas de mensajes de apoyo al CNMH, han circulado por medios de comunicación y redes sociales, firmados por asociaciones como la Red Colombiana de Lugares de Memoria y la Mesa por la Verdad; líderes de las víctimas como Leyner Palacios y las madres de Soacha; congresistas como Aída Avella, Ángela María Robledo y María José Pizarro; columnistas como León Valencia, Santiago Gamboa, Ricardo Silva, Rafael Orduz, Mauricio Albarracín,  Yolanda Reyes, Nicolás Rodríguez, Carlos Cortés, María Jimena Duzán y Daniel Samper Ospina; caricaturistas como Chócolo y Matador; y académicos e intelectuales internacionales.

¡A todas y todos ellos, nuestro más profundo agradecimiento!

Estos fueron algunos de estos llamados:

  1. Proponen conformar un “bloque social y político” para defender el Centro de Memoria
  2. Perder la memoria
  3. Nombrar la memoria
  4. Reescribamos nuestra historia
  5. La memoria en su laberinto
  6. Incertidumbre
  7. ¿Qué país queremos?
  8. Por el ojo de la chapa
  9. Sanidad
  10. Más sectores sociales y académicos rechazan aspiración de Mario Pacheco al CNMH
  11. Intelectuales de Francia piden mantener perfil del Centro de Memoria
  12. Académicos internacionales rechazan nombramiento de director del CNMH
  13. Gracias a Gonzalo Sánchez y al CNMH
  14. ¿El negacionismo como directriz del Centro de Memoria Histórica?
  15. Académicos internacionales abogan por el Centro de Memoria Histórica
  16. Memoria amenazada
  17. La mala hora de la memoria histórica
  18. El deber de la memoria debe preservarse

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CNMH, Gonzalo Sánchez, Memoria, Reparación, Víctimas

Si los ríos y los árboles hablaran, ¿qué nos contarían sobre la guerra?

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María Luisa Moreno Rodríguez

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María Luisa Moreno Rodríguez

Publicado

03 Nov 2018


Si los ríos y los árboles hablaran, ¿qué nos contarían sobre la guerra?

  • En la vereda Las Brisas de San Juan Nepomuceno, Bolívar, un árbol de tamarindo que era el lugar de encuentro y descanso de la comunidad, fue elegido por los paramilitares para masacrar a doce campesinos. Este es uno de los paisajes de la guerra que hizo parte de los recorridos realizados por un equipo de investigación del Centro Nacional de Memoria Histórica.
  • Los paisajes contienen historias que relatan o callan la memoria del conflicto armado. Esto aparece reflejado en el libro “Narrativas de la guerra a través del paisaje” y el especial web “Recorridos por los paisajes de la violencia en Colombia” que dan cuenta de los relatos alrededor de los árboles, los cuerpos de agua, las ruinas, los puentes y los caminos de varios rincones del país. El lanzamiento de estos productos tendrá lugar el 8 de noviembre en la ciudad de Cali.

En un pulso constante entre el recuerdo y el olvido, los antiguos campamentos de la guerrilla de las FARC negocian su supervivencia ante el avance de la naturaleza que día a día busca echar raíces sobre las ruinas que nos recuerdan un proceso de paz fallido. Actualmente, las antiguas moradas de alias “Joaquín Gómez”, “Adán Izquierdo” y el “Mono Jojoy” son espacios abandonados que si bien parecen silenciosos, contienen múltiples huellas del paso de la guerra por el territorio colombiano. 

Este es uno de los 12 escenarios por los que transita el proyecto “Recorridos por los paisajes de la violencia en Colombia”, una investigación del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) que aborda la construcción de la memoria a partir de los relatos alrededor de los cuerpos de agua, las ruinas, los puentes, los caminos y los árboles de varias regiones del país. Otro ejemplo de este trabajo lo encontramos en la vereda Las Brisas de San Juan Nepomuceno (Bolívar), donde el árbol de tamarindo, que suponía un lugar de encuentro, descanso, intercambio de productos, fiesta y juego para la comunidad, fue el lugar que el Bloque Héroes de los Montes de María eligió para torturar y masacrar a doce campesinos de la zona acusados de hacer parte de las filas de la insurgencia. 

Árbol de tamarindo, vereda Las Brisas del municipio de San Juan Nepomuceno (Bolívar), 2016. – Fotografía: Javier Díaz Melo para el CNMH. 

Los resultados de este proceso serán socializados el 8 de noviembre de 2018 en la ciudad de Cali, mediante el lanzamiento del especial web “Recorridos por los paisajes de la violencia en Colombia” y del libro “Narrativas de la guerra a través del paisaje”. Con estos insumos el CNMH espera mostrar, a partir de imágenes, ilustraciones, sonidos, videos, cartografías y relatos, que los paisajes han sido víctimas y testigos de la violencia en Colombia y que en ellos es posible hallar una valiosa herramienta para comprender los hechos ocurridos en el marco del conflicto armado, dignificar a las víctimas y poner en marcha medidas de reparación que tengan en cuenta las condiciones diferenciales de cada población y territorio.

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Cali, Semana por la Memoria

Conmemoración de la masacre de Segovia, ¿quién tiene la verdad 30 años después?

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CNMH

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CNMH

Publicado

06 Nov 2018


Conmemoración de la masacre de Segovia, ¿quién tiene la verdad 30 años después?

La conmemoración por los 30 años de la masacre de Segovia, Antioquia, rendirá homenaje a las 46 víctimas que dejó la incursión paramilitar perpetrada el 11 de noviembre de 1988. Sus participantes harán un recorrido histórico por los lugares donde fueron asesinadas.


Para las familias y las organizaciones sociales, la verdad frente a los hechos ocurridos en 1988 es fundamental para alcanzar una transición hacia la paz en el municipio.

Según el informe del CNMH, Silenciar la democracia: Las masacres de Remedios y Segovia (1982-1997), en el Alto nordeste antioqueño se registraron 32 masacres entre 1982 y 2002.

El próximo 11 de noviembre se llevará a cabo la conmemoración “La verdad, un camino hacia la reconciliación. Nunca más una masacre en Segovia”. Esta acción simbólica, organizada por los familiares de las víctimas, las organizaciones sociales y la administración municipal, busca interpelar a la sociedad frente al asesinato de 46 personas ocurrido el 11 de noviembre de 1988.

La conmemoración iniciará con una eucaristía por el barrio La Madre en Segovia y sus participantes harán un recorrido histórico por las paradas en lugares donde fueron asesinadas las víctimas. En la plaza central también se hará una jornada contra el olvido que incluye la instalación de un foro, actos culturales y simbólicos.

Hace 30 años, los sueños por un cambio alternativo en el municipio de Segovia fueron interrumpidos por la violencia paramilitar. Los conflictos sociales producidos por el auge del oro a principios de los años 80 en la región, además de su acelerado crecimiento demográfico, derivaron en un movimiento social liderado por los sindicatos de la región.

Desde 1986, con la apertura electoral fruto de la descentralización política del Estado, varios de estos movimientos sindicales, sociales y campesinos se unieron al partido de la Unión Patriótica (UP) transformándose en actores determinantes del proceso electoral y la protesta social. El partido de la UP logró ganar las alcaldías de Apartadó, Mutatá, Remedios, Yondó y Segovia en el departamento de Antioquia. Sin embargo, esto también les llevó a convertirse en blanco particular del escalamiento de la violencia del conflicto armado.

Desde que la UP alcanzó 6 de las 10 curules en los respectivos concejos municipales de Segovia y Remedios a sus habitantes los tildaron de guerrilleros y comunistas. El punto más álgido de la violencia llegó el 11 de noviembre de 1988, cuando una alianza criminal entre miembros de la Fuerza Pública, paramilitares del Magdalena Medio y políticos regionales bajo el nombre de “Muerte a Revolucionarios del Nordeste” (MRN) asesinó a 46 personas y según la comunidad dejó sesenta personas heridas y familias desplazadas incluyendo a la Alcaldesa de la UP en ese entonces, Rita Ivonne Tobón Areiza, quien se encuentra en el exilio.

Por estos hechos, la Corte Suprema de Justicia condenó a 30 años de prisión al ex representante a la Cámara por el Partido Liberal, César Pérez, quien se alió con miembros del Batallón Bomboná y del comando de Policía de Segovia, así como con los paramilitares Fidel Castaño y Henry Pérez, este último ex jefe de las Autodefensas de Puerto Boyacá, para cometer esta masacre luego de que su partido perdiera las elecciones del 86. En su momento fue condenado Fidel Castaño como determinador y 2 civiles y 5 miembros de las Fuerza Pública por su participación en la planeación y ejecución de las amenazas y la masacre.

A pesar del dolor que han dejado las heridas de la guerra, durante los últimos 8 años, la Corporación Acción Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño (CAHUCOPANA) y la Corporación Reiniciar vienen impulsando anualmente la conmemoración de este hecho, con el objetivo de seguir exigiendo la verdad sobre lo sucedido, para que así haya justicia, reparación y garantías de no repetición.

“Queremos un municipio donde se respete la vida de aquel que piensa diferente, donde los campesinos y campesinas no sean estigmatizados, donde los líderes, lideresas y los defensores de derechos humanos puedan caminar libremente sin temor alguno”- Líder de Segovia.

Fecha: 11 de noviembre de 2018
Hora: 09:00 a.m.
Lugar: Barrio La Madre
Segovia, Antioquia

 

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Conmemoraciones, Masacre, Segovia, Semana por la Memoria, Víctimas

Segunda parte – De las mujeres y el amor en medio de la guerra

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CNMH

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CNMH

Publicado

09 Nov 2018


Segunda parte – De las mujeres y el amor en medio de la guerra

¿Estaba permitido amar en medio de la guerra? ¿Como se vivían las relaciones humanas sentimentales bajo la constante presión de moverse de un campamento a otro? ¿Cuántas historias de amor y amistad quedaron perdidas en la selva?


Preparando el lanzamiento del corto documental Nunca invisibles: mujeres farianas, adiós a la guerra, este próximo 15 de noviembre a las 6:00 p.m. en el auditorio del Museo Nacional en Bogotá y el 17 de noviembre en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorproación Antonio Nariño, en Iconoczo Tolima, publicamos hoy la segunda entrega de la serie de cuatro textos sobre Nunca invisibles, la iniciativa de memoria de mujeres excombatientes y exclandestinas de las Farc.

En 2018 el Centro Nacional de Memoria Histórica, con el apoyo del gobierno de Canadá y el PNUD, priorizó a la iniciativa Nunca invisibles para prestar acompañamiento técnico y financiero para el desarrollo de este proceso de memoria de  un grupo de mujeres ex combatientes y ex clandestinas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), que busca reconstruir y resignificar, a través de un documental sus experiencias, miradas, vivencias e historias de vida personales y colectivas antes de ingresar a las filas de la guerrilla, durante su participación en este grupo armado y ahora de vuelta a la legalidad, tras el proceso de paz de La Habana.

Nunca invisibles: mujeres farianas, adiós a la guerra es una serie de cuatro crónicas escritas a partir de las experiencias de vida de mujeres excombatientes y exclandestinas de las Farc, que hace parte del proceso de la iniciativa de memoria histórica “Nunca invisibles”, priorizada y acompañada en 2018 por el CNMH con recursos del gobierno de Canadá a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. Los contenidos son responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan las opiniones del CNMH, del gobierno de Canadá o del PNUD.

 

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Iniciativas de Memoria


Iniciativas de Memoria

Lecciones de una activista introvertida: una entrevista a la inglesa Sarah Corbett

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Craftivist Collective – Flickr

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Craftivist Collective – Flickr

Publicado

14 Feb 2019


Lecciones de una activista introvertida: una entrevista a la inglesa Sarah Corbett

  • Una de las invitadas al Hay Festival Cartagena, y creadora del colectivo “Craftivism”, nos contó cómo el arte y las manualidades son su herramienta más poderosa en la defensa de los derechos humanos.
  • En uno de sus proyectos escondió rollos de papel en tiendas de ropa de grandes marcas, con el mensaje: “Si somos lo que vestimos, ¿no deberíamos tratar de estar seguros de que nuestra ropa esté hecha por trabajadores bien pagados y tratados dignamente?”.

La inglesa Sarah Corbett, fundadora del colectivo Craftivism (una fusión de las palabras craft: arte u oficio y activism: activismo), tiene tatuadas unas tijeras que le cubren el antebrazo izquierdo casi por completo. “Son mi herramienta para hacer cambios”, dice. Luego enseña el brazo completo y se ven dibujados, también, un carrete de hilo, un metro de modistería, un trozo de lana… Esos son los instrumentos con los que Sarah trabaja para defender, reclamar y reivindicar los derechos humanos. El suyo -explica- es un activismo tranquilo que utiliza las artes y las manualidades para despertar la curiosidad de la gente, para generarle preguntas, para confrontarla “amablemente” y lograr que empaticen con sus causas.

Por ejemplo: uno de sus proyectos más célebres consistió en repartir pequeños rollos de papel, en tiendas de ropa de grandes marcas, con el mensaje: “Por favor, ábreme”. Los rollos, amarrados con cintas de colores, estaban acomodados en los bolsillos de chaquetas, pantalones y abrigos, de marcas acusadas de explotación laboral. Al abrir los rollos se leía el siguiente mensaje: “La ropa hace a la persona. Esa es una gran responsabilidad, ¿verdad? Si somos lo que vestimos, ¿no deberíamos tratar de estar seguros de que nuestra ropa esté hecha por trabajadores bien pagados y tratados dignamente?”. De este estilo son todas sus intervenciones, que buscan rechazar la violencia, defender los derechos de quienes padecen enfermedades mentales, reivindicar los derechos laborales…

  • Proyecto en contra de la explotación laboral en la industria de la moda: en estos rollos de papel, se hizo un llamado al comprador para reflexionar sobre el origen de las prendas.

  • “Puedes decir cuál es la condición de un país, al mirar el estado de sus mujeres”, mensaje de una campaña contra la violencia de género.

  • Sarah Corbett creció en una familia de activistas en Liverpool, Reino Unido. Desde niña, estuvo inmersa en protestas en defensa de los derechos humanos.

Sarah Corbett fue una de las invitadas al Hay Festival Cartagena (celebrado del 31 de enero al 3 de febrero), con el apoyo del British Council. En su libro How to be a craftivist: the art of gentle protest cuenta cómo las personas tímidas e introvertidas, como ella, pueden convertirse en activistas sin necesidad de levantar la voz ni el dedo acusador.

En Colombia el activismo está muy estigmatizado; incluso hay quienes se refieren a los activistas como terroristas o delincuentes, logrando desviar el debate de las causas que están defendiendo. ¿Cómo romper ese estigma?

Mi apuesta (el craftivism) es por una protesta tranquila, amable, que intenta atraer a gente que no está de acuerdo con el activismo violento, confrontativo. Es mi manera de mostrar que el activismo no solo puede ser ruidoso, agresivo, violento. Tu puedes hacer activismo desde la calma, el respeto; abriendo conversaciones con personas que no están de acuerdo contigo, argumentando esas diferencias, yendo a la raíz de los problemas.

El activismo que yo hago es pausado, tiene un proceso de pensamiento. Y siempre es respetuoso. En mi colectivo hay personas tímidas, introvertidas, silenciosas, que realmente quieren trabajar por generar un cambio, pero no ven en la protesta agresiva una manera de hacerlo. Yo creo que el  craftivism es una manera de romper ese estigma.

Uno de sus proyectos más publicitados ocurrió en tiendas de ropa de grandes marcas relacionadas, desde hace mucho tiempo, con prácticas de abuso y explotación laboral. Si ya el mundo conocen denuncias e investigaciones sobre esos abusos, si ya se han hecho todo tipo de protestas en contra de estas marcas y la situación sigue igual, ¿cómo puede generar un cambio un gesto tan sencillo como poner en los bolsillos de chaquetas o abrigos, un rollo de papel confrontando a la gente sobre el consumo de estas tipo prendas?

Este tipo de trabajo toma tiempo y no hay técnicas para garantizar una respuesta rápida. Además, debe ser un trabajo combinado con otro tipo de estrategias: hacer lobby con las grandes compañías y con los políticos, trabajar con los usuarios hasta que decidan cambiar sus hábitos. Mi propuesta no pretende hacer sentir mal al comprador o señalarlo, sino estimularlo para despertarle la curiosidad.

Son mensajes pensados desde la sicología y la sostenibilidad: preguntas abiertas, mensajes positivos y hasta poéticos, que generan recordación. Además, estéticamente, son mensajes bellos que atraen a la gente. Con este proyecto, además, llegamos a medios de comunicación de todo el mundo, y a través de ellos también estábamos entregando nuestro mensaje. Si lo haces estratégicamente, de una forma que no es agresiva, que no excluye a la gente, que no los hace sentirse culpables, vas a animarlos a sumarse, a hacer parte de tu causa.

Generalmente el activismo está relacionado con alzar la voz y el suyo, en cambio, es un activismo que utiliza las manos como principal herramienta. ¿Por qué para usted son más poderosas las manos que la voz?

Yo no los pondría a competir. Creo que necesitamos recurrir a todas las estrategias. Hoy sabemos que gritar y reaccionar de una manera violenta no cambia las mentes. Es muy posible que ni siquiera te escuchen, así estén de acuerdo contigo. No tiene sentido comunicarnos con gritos, o decirle a alguien “tienes que hacer esto”, porque no va a ser tan efectivo. En cambio si le damos elementos a la gente para que cambie sus ideas o sus acciones, hay un efecto a más largo plazo. Si les dices: “¿tu crees que si haces esto puede ser beneficioso o puedes beneficiar a alguien? O ¿qué tal si haces esto, qué piensas?”. Eso es más impactante. Cuando somos agresivos y bullosos la gente se siente presionada y lejana a ti. Mucha gente se siente frustrada con el activismo porque no los escuchamos, porque no empatizamos con ellos, porque no tratamos de entender cómo se sienten. Necesitamos ser más maduros y respetuosos para ser más efectivos.

Usted misma dice que el craftivism no fue una creación suya, que hay mucha gente que viene trabajando en este tipo de activismo… ¿Quienes son esas personas que la inspiran a usted?

Muchas. Yo leo mucho sobre psicología, neurociencia y ciencias del comportamiento. Brené Brown (El poder de ser vulnerable) es una de mis heroínas. He leído todos sus libros. Ahora estoy leyendo a Rutger Bregman (Utopía para realistas). Pero tengo que decir que mis activistas favoritos son Mandela, Martin Luther King, Gandhi y Eleanor Roosevelt. Ella es una de mis mayores referentes.

Uno de los principales proyectos del Centro Nacional de Memoria Histórica, es el Museo de la Memoria Histórica de Colombia, que está en proceso de construcción. ¿Qué objeto no podría faltar en un museo de memoria de su vida?

Para mí las tijeras son muy importantes, son mi logo. Por eso las tengo tatuadas. Yo colecciono tijeras porque, metafóricamente, son mi manera de darle forma al futuro y hacer parte del cambio. En ese museo de la memoria de mi vida tendría que haber unas bonitas tijeras. Tengo un par de mi abuela que significan mucho para mi. Son mi herramienta para hacer cambios.



Activismo, Arte, Craftivism, Derechos Humanos, Inglaterra, Manualidades, Moda, Sarah Corbett

Nuestras publicaciones ya están en más de 600 bibliotecas del país

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

15 Feb 2019


Nuestras publicaciones ya están en más de 600 bibliotecas del país

En el 2017 el Centro Nacional de Memoria Histórica creó la estrategia Bibliotecas con Memoria para ampliar el acceso a sus publicaciones. Nuestros informes y productos están en 16 departamentos.


Hoy, cerca de 600 bibliotecas públicas, privadas, escolares y universitarias de 16 departamentos del país, cuentan con una colección de libros sobre la memoria histórica del conflicto armado colombiano. Este es el resultado de la estrategia Bibliotecas con Memoria, que creamos en el 2017 con el objetivo de aumentar el acceso a nuestras publicaciones, especialmente en los territorios más alejados y afectados por la guerra.

“Se trata de una estrategia de divulgación y difusión para que la memoria histórica del conflicto armado se convierta en un bien público y de acceso para todo el país”, explicó el coordinador de Bibliotecas con Memoria, Jadín Samit Vergara. Esta estrategia es, además, un mecanismo de reparación simbólica para las víctimas y la sociedad en general.

Las regiones con más bibliotecas dotadas con colecciones de libros, videos, series radiales y herramientas multimedia del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) son Nariño, con 65 bibliotecas públicas municipales; Bogotá y Cundinamarca, con 33 bibliotecas y centros de documentación; Atlántico con 27; Valle del Cauca con 20; La Guajira con 14 y Cartagena con 16 bibliotecas universitarias.

Dos de los grandes logros de esta estrategia en el 2018 fueron llevar la colección completa del CNMH a la sede Bogotá de la Universidad Nacional, y la inclusión de nuestro material en los catálogos de las 18 sedes de la Universidad Cooperativa de Colombia en todo el país. Este año tenemos el reto de actualizar las colecciones de las instituciones de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas y de la Red Cultural del Banco de la República. Además, se realizarán eventos de entrega de libros a bibliotecas de La Guajira, Arauca, Caquetá, el Eje Cafetero, Antioquia, Córdoba y Chocó.

“Los municipios y regiones más apartadas del país somos quienes más hemos sufrido el conflicto armado y por eso es importante que nuestros estudiantes, padres de familia y docentes accedan a la memoria histórica”, dijo la profesora Martha Andrade, de la Institución Educativa Policarpa Salavarrieta de Samaniego (Nariño). Además, señaló que “desde que recibimos la colección de libros del CNMH hemos iniciado una serie de talleres, jornadas académicas y trabajos audiovisuales, hechos por nuestros estudiantes con teléfonos, para que toda la comunidad entienda que la violencia y la guerra no pueden volver a repetirse”.

Todas las publicaciones y contenidos sonoros y audiovisuales del CNMH están disponibles, para su libre descarga, en la web www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes

Para más información:

Jadín Samit Vergara, coordinador de la estrategia Bibliotecas con Memoria
Teléfono: (+57) 317 647 0810
Email: bibliomemorias@centrodememoriahistorica.gov.co

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Bibliotecas, Colombia, Libros, Memoria, Memoria Histórica, Paz, Reconciliación

Tres iniciativas de excombatientes que están construyendo paz con arte

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Camilo Ara

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Camilo Ara

Publicado

18 Feb 2019


Tres iniciativas de excombatientes que están construyendo paz con arte

Los invitamos a recorrer tres proyectos de memoria histórica, que nacieron en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación para exmiembros de las Farc. Un documental, una obra de teatro y unos murales, que narran tres visiones de la vida después de las armas.


Los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), para excombatientes de las Farc, se han convertido en lugares de encuentro y creación. Allí, algunas personas han dado, literalmente, un paso de las armas al arte para contarle al país que es posible convivir sin hacernos daño, sin matarnos los unos a los otros.

El Centro Nacional de Memoria Historia (CNMH), por medio de las Iniciativas de Memoria, acompañó durante 2018 tres proyectos artísticos desarrollados por excombatientes de esa guerrilla. Con cámaras de video, brochas, pintura y danza, estas personas narraron su pasó de la violencia a la convivencia.

Un documental

  • Yorli, excombatiente de las Farc, es una de las protagonistas del documental “Nunca invisibles, mujeres farianas, adiós a la guerra”.

  • Yorli, excombatiente de las Farc, es una de las protagonistas del documental “Nunca invisibles, mujeres farianas, adiós a la guerra”.

  • Yorli, excombatiente de las Farc, es una de las protagonistas del documental “Nunca invisibles, mujeres farianas, adiós a la guerra”.

  • Mural en el parque central de Orito, Arauca.

Una mujer joven sonríe, alza un bebé. Es un niño. También sonríe. Son madre e hijo. Ella relata su historia de vida: el antes, el durante y el después de ingresar a la guerrilla de las Farc, las circunstancias que la llevaron a tomar esa decisión. Sentada, ahí, ahora como excombatiente, comparte sus relatos y hace memoria.  

—Nosotras que somos las protagonistas de esta lucha, que hemos estado allí… además de ser mamás también podemos ayudar a construir una sociedad nueva.

Es Yorli. Habla sin disimulo, mirando fijamente a la persona que la está entrevistando. Su relato, junto al de otras cuatro compañeras y la hija de dos exintegrantes de las Farc, hacen parte del documental “Nunca invisibles: mujeres farianas, adiós a la guerra”. Seis historias de vida y un único propósito: visibilizar las distintas experiencias y trayectorias de las mujeres en la guerra y su paso a la vida civil. El adiós a las armas. Un documental hecho por ellas, producto de un proceso de encuentro, escucha y conversación.

Los acentos marcados, las diferentes entonaciones, dejan ver que son de latitudes distintas. También sus rasgos muestran la diversidad de Colombia: indígena, afro, mestizas. Todas coinciden en que quieren convivir como iguales. Ese mensaje también lo han enviado otras decenas de mujeres que pertenecieron a esa guerrilla. Según el Censo socioeconómico de las FARC, realizado en el 2017 por la Universidad Nacional de Colombia a 10.015 exguerrilleros, las mujeres representaban el 23% en ese grupo armado.

Las memorias de Mariana, Patricia, Esther, Nancy, Yorli y María Alejandrareflejan los deseos de muchos, que vivieron inmersos en confrontaciones armadas. De mujeres que desean convivir en un país en paz, donde quepan las diferencias, donde no se extermine al que piensa diferente. “Nosotras como mujeres nos interesa mucho aportarle la verdad desde lo que fue nuestra vida militante. No todas las mujeres que hicimos parte de las Farc nos alzamos en armas, otras cumplían más unos papeles de tipo político y clandestino, entonces también decidimos que estas mujeres merecían ser reconocidas… Por eso decimos ‘adiós a la guerra’, dejar atrás las armas y hacer política por las vías legales”, explica Liliany Obando, gestora de la iniciativa “Nunca invisibles”.

Vea el documental “Nunca invisibles: mujeres farianas, adiós a la guerra”.

A 750 kilómetros al norte del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Antonio Nariño (Icononzo, Tolima), donde estas mujeres grabaron “Nunca invisibles”, se encuentra otra experiencia de arte realizada por excombatientes. Está en Arauquita, municipio de Arauca. Allí se escucha en coro decir:

Comenzamos esta noble historia
que pasó en la vida de Colombia.
De la guerra venimos
y a la paz caminamos,
pero para ello reclamamos
nos presten toda su atención…
y al final sólo esperamos
que al comprender lo sucedido,
logremos entre todos…
la reconciliación.

Se trata de la iniciativa de memoria “Desde el arte araucando caminos de reconciliación”, realizada por miembros del ETCR Martín Villa. “Araucando” es un neologismo: una palabra creada por los integrantes de este proyecto, para nombrar lo que hacían en búsqueda de la reconciliación. Una metáfora basada en dejar las armas para empuñar guitarras, tambores y pinturas, que invitan a trabajar desde la diversidad y el reconocimiento del otro a pesar de las contradicciones. “A través de la cultura hemos ido a muchas partes y hemos dado a conocer qué clase de personas somos y no como la humanidad creía que éramos. No somos inhumanos”, dice Alcides Silva, un afro con mostacho y mirada perdida.

Luego de un proceso de formación y reflexión sobre memoria histórica, nació la idea de una obra de teatro. “El montaje es una alegoría de vivencias de la guerra y la paz, en la que se muestran acontecimientos claves de la vida de tres excombatientes en el tránsito hacia este camino: dejación de armas, entrega colectiva de elementos u objetos de guerra y encuentro con sus familias. A través de ellos, van narrando sus vivencias en el marco del conflicto armado, mientras se ven enfrentados al dilema de continuarlo o tomar el camino de la paz”, explican los autores de este proyecto en el cuaderno “Desde el arte araucando caminos de reconciliación”, que también surgió en este proceso.

Richard Díaz, gestor de esta iniciativa de memoria, asegura que “a través del arte podemos aportar a la transformación política y social de país, en este caso de forma coyuntural al proceso de paz que estamos llevando a cabo. El arte ayuda a desinhibirnos; ayuda a terminar con temores de vernos al interior, de reflexionar, de acercarnos al otro. Nos ponemos en los zapatos del otro”.

Vea el vídeo en el siguiente enlace sobre esta iniciativa.

Unos murales

Al otro extremo del país, pasando de norte a sur, en Putumayo, está la fundación Caracolas de Paz. Allí, un grupo de mujeres viene trabajando (de la mano de la fundación Inty Grillos y habitantes del ETCR Heiler Mosquera de La Carmelita) en la iniciativa “La ruta del color y la memoria”: una intervención del espacio público a través de murales, que narran las historias de las personas LGBT en la guerra y que invita a los caminantes a hacer una reflexión sobre la reconciliación y la convivencia. Parte de las mujeres de este grupo se reconocen como mujeres lesbianas víctimas del conflicto armado.

Esta iniciativa posibilitó encuentros entre habitantes del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación “Heiler Mosquera” de La Carmelita, y miembros de los sectores LGBT de Orito, Puerto Asís y Sibundoy. Diálogos que por décadas se pensaron imposibles, que permitieron reconocer los dolores y sufrimientos vividos en la guerra. En esos encuentros se exaltó, principalmente, la apuesta común por construir “una sociedad sin discriminaciones por razones de género, orientación sexual ni ideología política”, explica un cuadernillo que realizó la iniciativa.

Estas galerías a cielo abierto son otra prueba del arte como vehículo sanador de los odios y las marcas de la violencia, como una herramienta para la transformación social. “Este fue el escenario de un encuentro impensado en años atrás, de miradas que se cruzaron en un principio desde los recelos acumulados por la guerra, pero que terminaron en abrazos y sonrisas después de jornadas de trabajo que, desde el juego, el arte y la creatividad, activaron memorias individuales y colectivas que se entrelazaron en la construcción de cuatro murales pintados a múltiples manos”, explica La Ruta del Color y la Memoria.

Las enseñanzas

Durante décadas el país se dividió a causa de la violencia. La guerra nos envolvió en odios, rencores y muerte. Y muchos creyeron que el único camino para lograr sus objetivos, era el exterminio inequívoco de la diferencia. Pero hoy, después de que la guerrilla más longeva de Sudamérica dejó las armas, se abrieron nuevos caminos. Y ejemplo de ello ha sido el trabajo realizado con las experiencias artísticas de los excombatientes por medio de las Iniciativas de Memoria del CNMH.

Estas iniciativas nos han permitido tener “la certeza de la humanidad de los excombatientes y las excombatientes”, como explica Vladimir Melo, coordinador de las Iniciativas de Memoria del CNMH. Y continúa diciendo, que estos proyectos son una oportunidad para “reconocer a los guerreros como seres complejos en sus motivaciones, experiencias, expectativas. La importancia de construir una memoria plural, que integre las voces y los relatos de las distintas personas que han participado en el conflicto armado, para poder escucharnos y hacer viable la paz”.  

La semilla ya está sembrada y depende de la voluntad activa de la sociedad en general, para que ese proceso de germinación llegue a buen puerto. “Debemos darnos la oportunidad de escuchar las voces de quienes vivieron la guerra desde el otro lado. Por eso la memoria debe ser una aliada para la paz y la reconciliación; debe ser un puente que permita acercar a las víctimas y a los excombatientes en el propósito de comprender lo que pasó, y así aportar a la verdad, a la justicia, a la reparación simbólica y a la no repetición de los sufrimientos y crímenes que marcaron el doloroso camino del conflicto armado”, concluye Helga Bermúdez, investigadora del CNMH.

 

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El resurgir del Movimiento Cívico del Oriente Antioqueño

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Publicado

13 Nov 2018


El resurgir del Movimiento Cívico del Oriente Antioqueño

Dos décadas después de que exterminaran este Movimiento que lideró la defensa del territorio por los megaproyectos, algunos sobrevivientes volvieron a alzar su voz, a hacer memoria y a dignificar el nombre de sus 224 líderes asesinados entre 1983 y mediados de los 90. Su archivo fue incluido en el Registro Especial de Archivos de Derechos Humanos (READH).


Juan Camilo Gallego Castro 

Parecía un asunto de tragos, de añoranzas, de reencuentro con amigos. Parecía, eso creía Carlos Alberto Ruiz Ospina en diciembre de 2013. “Hombre, le decían, ¿vas a dejar morir todo? ¿Que se acabe todo por lo que luchamos?”. “Hagan una petición por escrito y ya miramos”, les respondió. La carta llegó y desde entonces retomó de nuevo lo que luchó por décadas. No más en enero de este año la Unidad de Víctimas admitió como víctima del conflicto armado y como sujeto de reparación colectiva al Movimiento Cívico del Oriente Antioqueño, al cual ingresó en 1980.

Carlos Ruiz dice, mientras se toma un tinto en el parque de Marinilla, Antioquia, que es uno de los pocos sobrevivientes de aquel Movimiento al que le asesinaron 224 de sus líderes. ¿Cómo se explica?

A principios de los años 60, dice Ruiz, el Oriente antioqueño (conformado por 23 municipios) era una región conservadora, católica, campesina y de pequeñas propiedades. “Medellín se alimentaba de sus productos y de pronto llega una avalancha de cuatro o cinco mil hombres que se meten en una montaña a trabajar en todo el complejo hidroeléctrico, en el embalse de El Peñol-Guatapé, cuya construcción inició en 1964. Cada fin de semana esos tipos salen a la calle, ¿a qué? Se destruyen las familias, pululan el alcohol, las drogas y la drogadicción. Luego el antiguo Peñol queda bajo las aguas del embalse y ese pueblo pierde su vocación”.

A raíz de esto, según Ruiz, pasan tres cosas: cambia la tenencia de la tierra, cambia el uso de la tierra y cambia la actividad del hombre.

El Oriente antioqueño fue definida como la región industrial y comercial de Antioquia. Entonces no solo la convierten en la zona que genera la tercera parte de la energía del país, sino que también abren la autopista Medellín-Bogotá, que parte en dos la región; luego construyen un puerto seco: el aeropuerto José María Córdova.

A esos cambios de pocas décadas se opusieron los líderes del Movimiento Cívico del Oriente Antioqueño. Lo hicieron por el alto costo de la energía que pagaban las comunidades, si se entendía que era en sus territorios en donde se generaba; pero también los desplazamientos e incumplimientos y atropellos y las compras forzadas de los cuales fueron víctimas los habitantes del Oriente mientras se impusieron estos megaproyectos; a los cambios de los cuales nunca fueron consultados.

En defensa del territorio se organizó el Movimiento Cívico. Primero hubo paros locales y subregionales y luego dos grandes paros cívicos en 1982 y 1984. Una región paralizada. El líder del Movimiento fue Ramón Emilio Arcila, “el más importante que tuvo el Oriente antioqueño en el siglo XX. En ese tiempo él era el estratega y yo el organizador”, recuerda Ruiz.

En 1983 asesinaron a Julián Conrado David en San Carlos, y así siguieron los demás integrantes del Movimiento, incluso a Ramón Emilio Arcila el 30 de diciembre de 1990. Carlos Ruiz se salvó de la muerte en dos atentados. El primero en 1984 en San Luis, Antioquia, en un foro donde era ponente. Varios políticos conservadores amigos suyos le dijeron que “olía a formol”, que tenía que salir de allí porque lo iban a matar. En la segunda ocasión, cuatro años después, un amorío fue su salvación. No pasó la noche en su casa y los asesinos lo creyeron allá. Al irrumpir de madrugada no lo hallaron, él andaba en otra cama. Jesús María Valle, amigo personal de Ruiz y de Ramón Emilio Arcila le aconsejó que se fuera de Antioquia. Por muchos años estuvo por fuera del Oriente, cada tanto regresaba. “Hay un valor ético que es superior al miedo. Al estar en el Eje cafetero siempre venía a Medellín”, dice.

Entre 1983 y mediados de los noventa arreció la persecución a los líderes del Movimiento Cívico. Por eso, en 2013 le dijeron a Ruiz, en medio de los tragos de una noche Marinilla, que no podía dejar morir el Movimiento, la lucha, la defensa de la región. Tantos años después le interesa indagar en las causas de lo que le sucedió a su región, para que no se repita. Junto a otros líderes del Oriente crearon la Corporación Movimiento Cívico del Oriente Antioqueño Ramón Emilio Arcila (Comcrear), con la idea de recuperar la memoria histórica del Movimiento, reivindicar y dignificar los dirigentes cívicos asesinados y trabajar para que lo sucedido y no permanezca impune. A este trabajo se sumaron personas de El Peñol, El Carmen de Viboral, Granada, Rionegro, El santuario, Guatapé, San Rafael, San Carlos, Guarne y La Unión.

El archivo del Movimiento está dividido entre sus líderes, pues aún no cuentan con una sede. Están las actas de constitución de las juntas cívicas de la región, memorias, monografías, recortes de prensa, registros audiovisuales, entrevistas a sobrevivientes, entre otros. Este es uno de los 313 archivos de derechos humanos que el Centro Nacional de Memoria Histórica ha identificado en Antioquia desde 2015, y uno de los 2043 del país.

De 1958 a septiembre de 2018 en el Oriente antioqueño hubo 9.181 asesinatos selectivos y 214 masacres. El Movimiento Cívico no solo fue víctima del conflicto social de la región, sino que este luego derivó en un conflicto armado. En los 80 y 90, “nos volvimos un problema para los poderes locales y regionales. Teníamos legitimidad y respaldo”, puntualiza Carlos Ruiz.

 

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Movimiento Cívico del Oriente Antioqueño, Registro Especial de Archivos DDHH

Rubén Darío Acevedo se posesionó como nuevo director del CNMH

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Publicado

21 Feb 2019


Rubén Darío Acevedo se posesionó como nuevo director del CNMH

  • Luego del acto oficial de posesión, celebrado este jueves 21 de febrero, el nuevo director aseguró, en reunión con el equipo de trabajo del Centro de Nacional de Memoria Histórica, que  la memoria no puede servir para estimular las venganzas y que “vamos a escuchar a las víctimas que no han sido escuchadas”.
  • Además, en el proceso de empalme, señaló que se darán garantías para la conservación de los archivos de derechos humanos que reposan en la entidad, y que está dispuesto a hablar con quienes han expresado temor por el futuro de sus archivos.

Este jueves 21 de febrero se posesionó como nuevo director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el historiador Rubén Darío Acevedo Carmona. Su nombramiento ya había sido oficializado por la Presidencia de la República, a través del decreto 247 del 19 de febrero del 2019. Rubén Darío Acevedo es historiador y magister en Historia de la Universidad Nacional de Colombia (1985 y 1992), y doctor en Historia de la Universidad de Huelva, España (2004), donde su tesis fue calificado como “sobresaliente cum laude”.

Gran parte de su trayectoria profesional ha transcurrido en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, a la que estuvo vinculado desde 1987. Su último cargo en esta institución fue como vicedecano Académico de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. En esta universidad también se desempeñó como profesor; Secretario Académico;  director del Área Curricular de Ciencias Humanas y Sociales, y de los posgrados de Historia; director de la revista Historia y Sociedad, de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas; y miembro de la Comisión de Convivencia Universitaria y de la Comisión de Asuntos Disciplinarios. Acevedo fue distinguido como profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia en el 2017.

Ha sido, además, evaluador de proyectos de investigación de Colciencias, miembro de la Red Iberoamericana de Estudios Parlamentarios, fundador de la Escuela Nacional Sindical Medellín, y profesor de la Universidad Autónoma Latinoamericana y del Instituto Superior de Artes. Ha asistido como profesor invitado a diversas universidades de Colombia, España, Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Brasil.

Rubén Darío Acevedo, durante su presentación frente al equipo de trabajo del CNMH.

En 1986 publicó su primer libro (Gerardo Molina, el intelectual, el político) y en el 2018, su último (De Historia y de política, compilación de ensayos e investigaciones), sumando seis libros de su completa autoría, dos compilaciones, y 16 publicaciones como coautor. Además de una treintena de artículos en revistas nacionales e internacionales. Ha sido colaborador de medios como El Tiempo, El Colombiano, Carta Universitaria y UN Periódico. Desde septiembre del 2012, y hasta comienzos del pasado enero, fue columnista del diario El Espectador.

Luego del acto de posesión, que se realizó en horas de la mañana, Darío Acevedo convocó al equipo de trabajo del CNMH, para hacer una primera presentación. En su intervención, Acevedo aseguró que  la memoria no puede servir para estimular las venganzas sino que tiene que “servir como catarsis”, como “un testimonio válido para los investigadores” que están trabajando en la búsqueda de la verdad de lo que nos sucedió. “Vamos a escuchar a las víctimas que no han sido escuchadas”, dijo.

Rubén Darío Acevedo añadió que todo lo relacionado con los conflictos y violencia política del país son temas muy controversiales, y que ni él ni la institución van a determinar cuál es la versión final. “Pretendo adelantar un trabajo basado en criterios profesionales y académicos. Respetaré integralmente el testimonio de las víctimas”.

En el proceso de empalme con el director saliente se ha aclarado que los archivos de organizaciones de víctimas, y de las demás instituciones o personas naturales, “están a buen recaudo” y que se dará garantía para su conservación. El nuevo director manifestó su disposición para reunirse con los dirigentes y líderes de las organizaciones que han manifestado temores, sobre el respeto que por ley se debe mantener sobre ese patrimonio de la memoria histórica.

Por último, el director del CNMH aseguró que responderá próximamente a la invitación que le hizo el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, para conversar acerca de la cooperación interinstitucional sobre temas comunes.

 

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CNMH, Darío Acevedo Carmona, DPS, ExDirector CNMH, Memoria

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