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Comunicado a la opinión pública con ocasión de La Minga Indígena del Chocó en Bogotá

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Autor

ONIC

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ONIC

Publicado

14 Nov 2018


Comunicado a la opinión pública con ocasión de La Minga Indígena del Chocó en Bogotá

El Centro Nacional de Memoria Histórica y la Organización Nacional Indígena de Colombia, hacen un llamado para que se dé atención y se abra el diálogo con los indígenas Embera, Woainaan y Zenú que marcharon hasta Bogotá para reivindicar sus derechos.


Como plataforma de la voz de las víctimas del conflicto armado y, en este caso especial, la de los pueblos indígenas de Colombia, el Informe Nacional de Pueblos Indígenas y el enfoque Étnico del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), llamamos la atención sobre la difícil situación que atraviesan los más de 450 indígenas del Chocó que marcharon hasta la ciudad de Bogotá.

Las cifras recogidas por el CNMH y la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) dan cuenta de la histórica y profunda crisis en la que han vivido los pueblos Embera, Woaunaan y Zenú, que hoy se concentran en Bogotá para reivindicar la vida digna en sus territorios. Según los datos recogidos en el registro de afectaciones a pueblos indígenas que hará parte del próximo Informe Nacional de Pueblos Indígenas, entre 1959 y el 2017, en estas comunidades se han registrado 36.453 casos de victimización por diferentes modalidades, siendo la más recurrente el desplazamiento, lo que refleja el impacto desproporcionado del conflicto sobre estas poblaciones que han estado en el centro de los intereses de grupos armados.

Hoy estos pueblos están atravesando una emergencia humanitaria, que devela nuevas formas del conflicto armado y su proyección en el tiempo; además del reiterado incumplimiento de acuerdos con las comunidades indígenas, que no encuentran más opción que movilizarse pacíficamente para reivindicar sus derechos.

Tras su llegada a la capital el domingo 11 de noviembre, no puede ser la indolencia institucional la estrategia para superar la riesgosa situación que enfrentan niños, niñas, mujeres y hombres poco acostumbrados a la ciudad y sus duras condiciones. Hacemos un llamado para que a través del diálogo y la concertación se provean las garantías necesarias para la negociación teniendo claro que, ante cualquier situación, es deber del Estado velar por los derechos fundamentales de los ciudadanos colombianos en su conjunto.

 

Publicado en Noticias CNMH



Bogotá, Chocó, Desplazamiento, Embera, Gobierno Nacional, Indigenas

Las 33 masacres que devastaron a San Carlos

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CNMH

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CNMH

Publicado

10 Jul 2019


Las 33 masacres que devastaron a San Carlos

Un 10 de julio de hace 15 años las Farc mataron a siete campesinos en San Carlos, Antioquia. Esa fue solo una de las 33 masacres que guerrilleros y paramilitares cometieron en menos de una década en ese municipio.


Después de casi tres años de total abandono, el corregimiento Samaná, en San Carlos, Antioquia, volvió a ser habitado a principios de 2004. Unas 70 personas, que habían huido de sus tierras por culpa de la violencia, creyeron que ya era seguro retornar. Pero no fue así: el 10 de julio, cinco meses luego de su regreso, siete campesinos fueron masacrados por guerrilleros del frente IX de las Farc.

“Se llevaron a todos los hombres, a las mujeres no, y dijeron que si nos poníamos a hacer mucho escándalo que nos mataban a todos por parejo… pero mataron fue a los hombres, que porque estaban cultivando, estaban trabajando en las tierras…”, nos contó una mujer durante la investigación de nuestro informe San Carlos. Memorias del éxodo en la guerra. El miedo forzó a desplazarse a 413 personas.

Ese municipio del oriente antioqueño, ubicado en la zona de embalses que produce una tercera parte de la energía del país, tiene una larga historia de sangre derramada: solo entre 1998 y 2005, los sancarlitanos fueron víctimas de 33 masacres, que dejaron 205 muertos. De esas, 23 fueron cometidas por paramilitares, 6 por las Farc y las demás por grupos sin identificar. Además, en ese mismo periodo, hubo 126 víctimas de asesinatos selectivos, 156 de desapariciones forzadas y 78 de minas antipersonal.

Te invitamos a conocer más acerca del informe “San Carlos. Memorias del éxodo en la guerra

Hasta antes de 1998, los habitantes de San Carlos recuerdan la presencia cotidiana de las guerrillas: dormían en sus casas, les pedían comida, les robaban animales. Pero la situación empezó a complicarse tras la llegada de los paramilitares en 1999. La guerrilla, que se sintió acosada, empezó a aumentar los retenes, los robos, las minas, los secuestros, las amenazas y los asesinatos selectivos. Y los paramilitares, para desplazar a la guerrilla e implantarse en el territorio, expusieron también su peor repertorio violento.

En nuestro informe explicamos que las masacres fueron parte esencial de la guerra en San Carlos por tres razones. Primero, por su intensidad y persistencia: muchas en muy poco tiempo. Segundo, por el exceso de violencia, la crueldad y en algunos casos la sevicia. Y tercero, por su potencial comunicativo para amplificar el terror. También identificamos tres tipos de masacres: en las que los habitantes fueron convocados y luego asesinados en público, en las que los armados recorrieron rutas del terror por varias veredas y en las que los victimarios instalaron retenes y “lista en mano” buscaron a sus víctimas.

Para los paramilitares, dice la investigación, se trataba de romper lazos sociales y “demostrarle a la población local la incapacidad de la guerrilla para protegerlos y la vulnerabilidad del territorio bajo su control”. Mientras que para la guerrilla las masacres “eran estrategias militares decididas y pensadas como retaliación frente a acciones de los paramilitares”.

La población civil, de poco más de 25 mil habitantes, quedó en medio de esa disputa, en una época recordada por las víctimas como “la guerra total”. Fue tan grave que, según cifras del Registro Único de Víctimas, casi 18 mil personas se desplazaron entre 1998 y 2005. “El desplazamiento fue una estrategia directa que los diferentes grupos armados emplearon para generar el desalojo y obtener el control de territorios con alto valor geoestratégico en el marco de la confrontación armada, o para desterrar a quienes consideraban enemigos directos o colaboradores del bando contrario”, explicamos en el informe.

Te invitamos a conocer el documental “Memorias del éxodo en la guerra

Ante la devastación del territorio, el exterminio del movimiento cívico y la violencia contra líderes y personas del común, los habitantes de San Carlos buscaron formas individuales y colectivas para resistir o sobrellevar el dominio de los grupos armados: usar los espacios a horas determinadas, adoptar lenguajes cifrados para comunicarse, acudir a su tradición religiosa, no entregar las escuelas a los armados, tratar de negociar con sus victimarios y hasta conformar grupos para enfrentarlos directamente.

También, a medida que pudieron retornar, crearon iniciativas de memoria histórica y reconstrucción del tejido social. Una de las más importantes fue el Centro de Acercamiento para la Reconciliación y la Reparación (CARE), un lugar de memoria que la comunidad creó en 2008 en un edificio que había sido usado por paramilitares y narcotraficantes. A ese lugar se le suman otras iniciativas, como jardines de memoria o mingas muralistas, con las que los habitantes de San Carlos le apuestan a comprender y resignificar lo que pasó en la guerra.

 


Desplazamiento, Farc, Masacres, Paramilitares, San Carlos

Tiempos de Vida y Muerte, el portal de las memorias indígenas

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Autor

Diana Gamba

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Diana Gamba

Publicado

12 Ago 2019


Tiempos de Vida y Muerte, el portal de las memorias indígenas

El 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas declarado por la Organización de Naciones Unidas, fue el día escogido para lanzar el sitio web del primer Informe Nacional de los Pueblos Indígenas. El portal se divide por entramados y tejidos, y mediante gráficas, videos, cifras e ilustraciones comparte las memorias de los 102 pueblos indígenas de todo el país.


El sitio web está construido como un telar: tiene dos entramados de larga duración, cada uno compuesto por tres tejidos. El primer entramado es sobre la historia política de los pueblos y las formas en que distintas violencias han atacado sus principios. Entre tanto, el segundo se centra en la concepción de vida y conflicto, con un especial énfasis en las afectaciones contra “la red vital”.

El sitio web es un avance de lo que se encontrará en el Informe, trabajo que se inició en 2017 y que se lanzará el próximo 12 de noviembre.

  • La unión de bases de datos de la ONIC y CNMH permitió registrar cifras de hechos victimizantes contra los pueblos en los últimos 60 años. – Fotografía: Diana Gamba/CNMH

  • “Para nosotros ha sido una historia de violencia de larga duración, desde 1492 hasta la actualidad. Que los pueblos pervivan es una responsabilidad de la humanidad”. – Fotografía: Diana Gamba/CNMH

  • “Queremos vivir tranquilos, queremos vivir en paz y que Colombia se reconozca en su diversidad.  Cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra”, dijo Óscar Montero. – Fotografía: Diana Gamba/CNMH

Con la presentación de la información que está alojada allí, con la asistencia de delegados y delegadas de diferentes pueblos indígenas, con música, danza y rituales de armonización se llevó a cabo el lanzamiento del sitio web del Informe Nacional de Pueblos Indígenas, un trabajo conjunto entre el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), que explica las violencias, sus consecuencias y las formas como han sido enfrentadas por los pueblos indígenas.

Durante el lanzamiento del portal, Óscar Montero, coordinador de este, expresó que el espacio fue una oportunidad para reivindicar y comentar la existencia de los pueblos indígenas, su lucha y resistencia.

En su concepto, el sitio web narra la larga duración de la violencia que ha ocurrido contra los pueblos indígenas. “Queremos que se conozca esa historia para que no se repita. Yo quiero que mi hija no repita lo que vivió el pueblo Kankuamo. En la página está lo que ha pasado con nosotros, pero también la memoria viva, aquella que muestra la riqueza de la diversidad de nuestro país”, agregó Montero.

La conmemoración de un nuevo Día Internacional de los Pueblos Indígenas se produce en momentos en que los 102 pueblos del país han declarado la emergencia humanitaria, económica y social. Esto ante las dinámicas de desplazamiento, confinamiento y asesinatos que se han venido presentado en zonas como el norte del Cauca y todo el pacífico colombiano. Según cifras de la ONIC, en el último año han sido asesinados 100 indígenas. “Exigimos garantías para que pare el genocidio”, dijo Luis Acosta, coordinador nacional de la Guardia Indígena en el Cauca.

A propósito del riesgo de extinción física y cultural de los pueblos indígenas, tal y como lo indica el Auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional, el sitio web hace énfasis en el concepto de “la mala muerte”. Sobre ella, Carlos Benavides, investigador de Tiempos de Vida y Muerte: la lucha de los pueblos indígenas de Colombia, expresó que el asesinato de un líder, mamo o autoridad tradicional indígena implica la pérdida de saberes y sentidos de relación con la madre tierra.  “La muerte de una sola persona puede convertirse en una masacre contra los pueblos, pues un líder es el reflejo y sabiduría de la comunidad”, agregó Benavides.

Para Óscar Montero, este trabajo de más de dos años, el cual llevó a investigadores de la ONIC y CNMH a recorrer selvas, mares, sabanas y también ciudades, debe apuntar a que la sociedad colombiana los acompañe y entienda que los indígenas también hacen parte del país. “La sociedad civil debe saber que no solo nos acaban con los asesinatos, sino también con discriminación, racismo y políticas públicas”.

Rafael Tamayo, director encargado de construcción del CNMH, dijo que el sitio web “Tiempos de Vida y Muerte: la lucha de los pueblos indígenas de Colombia” considera que este es uno de los primeros trabajos académicos como territoriales entre una institución pública con vocación de reparación simbólica y académica, y los representantes de unos pueblos que históricamente han sido marginados y olvidados.

Así pues, este trabajo conjunto pretende colaborar con la difusión y comprensión de los procesos sociales y culturales de los pueblos indígenas. Al respecto, Rafael Tamayo recalcó que “el informe también demuestra la intención del Estado de trabajar por asuntos sociales y culturales sin perder de vista las afectaciones con ocasión del conflicto”.

Durante el evento, no sólo se enfatizó en las afectaciones físicas (ya sea individuales o colectivas), sino también en los daños que la guerra y ciertos proyectos económicos generan a la naturaleza y la cultura de los pueblos originarios. Así pues, el segundo entramado del sitio web presenta el concepto de “red vital” como la trama que relaciona el mundo natural, espiritual y humano y que frecuentemente se ve alterada por la violencia. “Si hay una alteración en el altiplano cundiboyacense, eso afecta también a las comunidades que están en la Sierra, por ejemplo”, dijo Carlos Benavides, investigador del informe.

El sitio web y posteriormente el informe que será lanzado en noviembre, estará siendo socializado en diferentes ciudades en actividades tanto del CNMH como de la ONIC. Los invitamos a entrar, recorrer y comprender esta propuesta narrativa www.memoria.onic.org.co/

 


Cauca, CNMH, Desplazamiento, Informe Nacional de Pueblos Indígenas, Memoria, ONIC, Pueblos Indígenas, Violencia

“Sin Tiempo para Olvidar”, la iniciativa que visibiliza a las personas mayores

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Juan Pablo Esterilla

Fotografía

Juan Pablo Esterilla

Publicado

28 Ago 2019


“Sin Tiempo para Olvidar”, la iniciativa que visibiliza a las personas mayores

  • En el marco de la celebración internacional del mes por el reconocimiento de los derechos humanos de las personas mayores, el Centro Nacional de Memoria Histórica presentó el sitio web de Sin Tiempo para Olvidar, Memorias y Derechos de las Personas Mayores Víctimas del Conflicto Armado Colombiano en Barrancabermeja, una iniciativa de reconstrucción de memoria histórica liderada por la organización CORPOIDES en el departamento de Santander.
  • En ella, 24 personas mayores que residen en este municipio de Santander, describen hechos y contextos relacionados al conflicto, el mismo el cual han vivido en carne propia.
  • El cd de Sin Tiempo para Olvidar y su sitio web son los productos finales de esta iniciativa acompañada por el Enfoque Diferencial de Personas Mayores del CNMH. Los videoclips con sus respectivos perfiles, fotos y radiohistorias surgieron tras meses de jornadas de encuentro y entrevistas durante el 2018.

El público presente en la Cinemateca Distrital de Bogotá conoció este lunes 26 de agosto, las historias de doña Cleo, Eloisa Niño, Melida Silva, Wilson Suárez y Esterio Sarabia. Sus relatos, captados en pequeños cortos audiovisuales, son la muestra de que un grupo significativo de las personas mayores en Colombia, están teniendo una vejez y proceso de envejecimiento doloroso por culpa de diferentes manifestaciones de la violencia.

Según cifras del Registro Único de Víctimas, con corte reciente de junio, por lo menos 746.000, -el 8% del total de víctimas del conflicto armado- han sido personas mayores de 60 años. De estas personas, cerca del 70% ha sido víctima de desplazamiento forzado.

Y es que, durante el espacio, el cual contó con la presencia de Marlon Acuña, líder del Enfoque Diferencial de Personas Mayores del CNMH, y Paul Álzate, coordinador y realizador audiovisual de esta iniciativa de memoria histórica, recordaron la urgencia de garantizar que los relatos de estas personas mayores víctimas del conflicto armado en Colombia sean conocidos por las próximas generaciones.

  • “Ellos son la única fuente que nos pueden proveer ese conocimiento de lo que se vivía décadas atrás, su legado es muy importante”, Marlon Acuña. – Fotografía: Juan Pablo Esterilla/CNMH

  • La reconstrucción del tejido social, los diálogos intergeneracionales y la construcción de paz son solicitudes expresadas por las personas mayores en Colombia. – Fotografía: Juan Pablo Esterilla/CNMH

Uno de los puntos en los que giró en torno el conversatorio, fue el proceso de metodología que debió seguirse para poder desarrollar un producto con unas piezas con un tiempo límite de duración.

“Ese fue un reto y aprendizaje muy bonito. Las personas mayores tienen mucho que contar, han vivido mucho y cuando les preguntábamos por el conflicto nos decían -qué tanto quiere que nos devolvamos en el tiempo ¿hasta los 40s?”, comentó Acuña.

Adicionalmente, se discutió sobre las dinámicas a las que se están enfrentando las personas mayores víctimas del conflicto armado en Colombia. Estas van desde la incertidumbre sobre el paradero de un familiar desaparecido hasta la inseguridad, frustración y miedo que genera un presente sin estabilidad económica y en el que con cierta frecuencia son excluidos.

Para Álzate, sufrir la violencia teniendo 60 años o más, implica una afectación mayor. “Si asesinan a la persona que les ayuda económicamente, aparece el abandono y si quien fallece es su pareja, la depresión también se presenta con facilidad”, agregó.

El espacio sirvió también para destacar los roles que las personas mayores han venido desempeñando para reconstruir no solo sus familias, sino también sus comunidades. A la función de ser los cuidadores de sus nietos, por ejemplo, se les suma las de crear espacios para contar historias, compartir con la comunidad, hacer incidencia y volverse gestoras de paz o memoria.

Los invitamos entonces a conocer Sin Tiempo para Olvidar, un sitio web cuyas voces reflejan las consecuencias de la violencia, así como los recursos para hacerle frente a la guerra durante su experiencia acumulada de vida.

 


Barrancabermeja, Desplazamiento, Memoria, Personas Mayores, Vejez, Violencia

“El arte nos tiene de pie”, Elena Hinestroza

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Autor

Camilo Lozano

Fotografía

Camilo Lozano

Publicado

22 Oct 2019


“El arte nos tiene de pie”, Elena Hinestroza

Como parte de la agenda cultural de la exposición Voces para Transformar a Colombia, el pasado 10 de octubre se presentó en la cinemateca del Museo La Tertulia “Cantos ancestrales para la vida”, una producción creada por las organizaciones comunitarias: La Casa Cultural El Chontaduro, la fundación Sé quién soy y la agrupación Integración Pacífica para rendir homenaje a las mujeres que son inspiración, bastón y fuerza de sus comunidades.


Combinando música, poesía, danza, saberes ancestrales y teatro esta puesta en escena representó las vivencias de cientos de mujeres, incluidas las mismas protagonistas de la obra, que tuvieron que dejar sus territorios por causa del conflicto armado en el Pacífico Colombiano y empezar una nueva vida. Ahora viven junto a sus familias en el oriente de Cali, un sector marginal de la ciudad en donde las condiciones de seguridad, salubridad y servicios básicos son deficientes.

“El arte nos tiene de pie” afirmó Elena Hinestroza, directora de la agrupación musical Integración Pacífica y actriz de la obra, quien reveló que luego de desplazarse en 2007 de su natal Timbiquí a Cali duró un año en un estado en donde la tristeza era constante, pero fue gracias a la música que pudo superarla. “Cada vez que escribía una canción mojaba la hoja del cuaderno, la arrancaba y volvía a escribir, ya cuando no lloraba decía ya voy sanando, ya me voy sintiendo mejor”, continuó.

Elena considera que la obra no solo es una representación de la vida de cientos de mujeres sino que es un llamado a la acción “mientras allá reclutan para la guerra nosotras llamamos personas para la paz y yo sé que somos más”, dijo y así lo reclama en su canción “Paz para Colombia” que interpretó durante su intervención.

Al finalizar los espectadores aplaudieron durante cerca de cinco minutos y la maestra Hinestroza cerró con la frase “Si las personas que viven en las ciudades nos apoyan gracias, muchas gracias, no nos podemos cansar, vamos a hacer historia”, dejando claro la convicción de todas aquellas mujeres que la acompañaron durante la presentación de seguir construyendo paz, no solo en Cali sino en todo el país.

 


Desplazamiento, Mujeres, Música, Pacífico, Teatro

Pichilín: una comunidad contra la estigmatización

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Juan Sebastián Sanabria

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Juan Sebastián Sanabria

Publicado

19 Nov 2019


Pichilín: una comunidad contra la estigmatización

  • Este mes se lanzó “No señor, guerrilleros no. ¡Somos campesinos y campesinas de Pichilín!, un compilado de cuentos e ilustraciones que narran lo que la comunidad del corregimiento de Pichilín (Morroa, Sucre) vivió durante casi cincuenta años.
  • La construcción del texto se hizo a través de distintos talleres, entrevistas y encuentros con personas de la comunidad.
  • El esfuerzo colectivo de campesinos por recuperar tierras, la incursión de actores armados, las muestras de solidaridad entre sus habitantes y los esfuerzos por volver a ser ejemplo de fortaleza organizativa hacen parte de los relatos.

Quienes visiten Pichilín hoy, hace 10 años o hace 50, se encontrarán con una comunidad “carta cabal”, a prueba de todo.

Y es que, desde sus inicios, sus pobladores, hombres y mujeres campesinos, han acumulado experiencias que los han marcado. Para demostrarlo, basta devolverse al inicio de Pichilín como corregimiento, proceso que, por demás, es tema central del primer capítulo de esta publicación del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Para aquel entonces -finales de los sesentas e inicios de los setentas-, la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) hizo una movilización nacional que exhortó a los campesinos a recuperar más de mil haciendas y latifundios que estaban sin trabajar. Esta se hizo por todo el país, y en Sucre no fue la excepción. Allí lograron conformarse juntas directivas departamentales respetadas por sus campesinos.

Luego de que otras fincas ganaderas fueran recuperadas, el 12 de octubre de 1971 llegó el turno para la finca Pichilín.

“Bueno, el día de la recuperación de Pichilín, el 12 de febrero de 1971, fecha que nunca olvidaré, nos encontramos temprano como habíamos acordado. Íbamos Donaldo Salgado, Luis Enrique Salgado, Elías Vitola, Bonifacio Salgado, al que le decimos ‘Bone’, Tomás Vitola, Miguel Pérez Vitola y otro poco de campesinos. Éramos un grupo grande y nos repartimos por toda la finca” (fragmento extraído de “La recuperación de nuestras tierras es lo más valioso que hemos hecho en toda nuestra historia”).

Según se señala en el texto, la Policía y Los Pájaros (escuadrones de seguridad que trabajaban para terratenientes), intentaron detener a los campesinos, pero sus esfuerzos fueron infructuosos, pues rápidamente estos empezaron a construir sus ranchos. Fue así como se recuperó a Pichilín, tierra que solo sería titulada 17 años después, el 4 de octubre de 1988.

Sin embargo, Pichilín, al igual que muchos otros territorios en Colombia, ha visto a los ojos a la violencia. La antigua guerrilla de las Farc, grupos paramilitares y agentes del Estado colombiano cometieron hechos violentos contra la población.

Esas dinámicas, también se esbozan en este libro, una publicación que recogió las voces y memorias de sus pobladores mediante un lenguaje literario. Con ello, se buscó seguir estimulando el interés por parte de la población más joven del corregimiento y posibilitar la continuidad generacional de los procesos comunitarios de la región de Los Montes de María.

Así pues, diferentes narraciones del segundo capítulo, “Cuando el conflicto nos golpeó”, confrontan al lector con los impactos que dejaron en Pichilín: el ingreso de las Farc en los inicios de los noventas, la masacre de los paramilitares en diciembre del noventa y seis, los posteriores procesos de desplazamiento y retorno, los años de confrontación entre la Armada y la guerrilla, los asesinatos selectivos y las permanentes sospechas de pertenecer a uno u otro bando.

Con ellos, también llegó un alto nivel de estigmatización hacia su comunidad. Algunos habitantes de pueblos vecinos, de los grupos armados y hasta en el interior del propio corregimiento la ejercieron y produjeron desde ‘la ruptura de los lazos comunitarios, pasando por la desintegración familiar y terminando en una profunda sensación de incertidumbre y desconfianza” (fragmento de “Cuando el conflicto nos golpeó”).

No obstante, en las líneas de este capítulo, también aparece una cotidianidad plasmada de resistencias por quedarse, de acciones para mantener familias unidas y de estrategias para sobrevivir y evadir a los actores armados.

Finalmente, en el tercer y último capítulo del libro, “Ahora la lucha es por las organizaciones”, se asiste al relato del proceso de reconstrucción de esta población entre el año 2004 y el año 2018. El retorno de las Juntas de Acción comunal y los comités, la aparición de organizaciones, la configuración de una Asociación de Víctimas y el liderazgo que están ejerciendo las mujeres son contados con detalle.

“Ahora, con la convicción más fuerte de que pelear por sus intereses y derechos, dar su opinión y visibilizar su inconformidad frente a lo que no les parece justo, no debe ser motivo de estigmatización ni de criminalización”.

Los invitamos entonces a que conozcan una historia de campesinos, de voces que han vivido, resisten y luchan.

* Con este libro se dio cumplimiento por parte del Centro Nacional de Memoria Histórica a la primera sentencia emitida por parte del Consejo de Estado el 9 de julio de 2014 con respecto a la comunidad de Pichilín, a la sentencia de Restitución de Tierras del 3 de junio de 2016 y al PIRC (Plan Integral de Reparación Colectiva) de abril de 2014.

 


ANUC, Campesinos, Conflicto Armado, Desplazamiento, Farc, Montes de María, Paramilitarismo, Pichillín, Sucre

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