Etiqueta: Memoria

Awá: esta no fue una tragedia de un día

Awá: esta no fue una tragedia de un día

Autor

Juan Arredondo

Fotografía

María de los Ángeles Reyes. Periodista del CNMH

Publicado

07 Mar 2018


Awá: esta no fue una tragedia de un día

“El peor episodio de nuestra vida”, así recuerda el pueblo Awá el 4 de febrero de 2009; el día que 17 personas, incluidas dos mujeres embarazadas, fueron asesinadas por las Farc en el resguardo Tortugaña Telembí, entre los municipios de Barbosa y Ricaurte, en el sur de Nariño. Siete años después, cuando el país piensa la paz, ellos siguen demandando respuestas y exigiendo que se les pida perdón.


Los indígenas Awá habitan en medio de montañas del sur de Colombia; de hecho, se denominan a sí mismos hombres de montañas y selvas. Están acostumbrados a moverse entre los altos y bajos de las pendientes que los rodean, y, desafortunadamente, han tenido también que aprender a moverse entre los altos y bajos del conflicto armado del que han sido víctimas en diversas formas.

La comunidad había tenido que convivir con los grupos armados que cruzan por la región aprovechando su cercanía con la frontera ecuatoriana. Con la implementación de la Política de Seguridad Democrática, que desplegó la presencia de la fuerza pública en muchos rincones del territorio nacional, varios de estos grupos empezaron a acusar a la población de ser informantes del Ejército. En un comunicado del 10 de febrero de 2009 la  Unidad Indígena del Pueblo Awá (Unipa) y la Organización Nacional de Indígenas de Colombia (Onic) denunciaron que:           

“En los últimos 10 años como consecuencia del conflicto armado se han registrado cinco desplazamientos masivos, desplazamientos individuales continuos hacia dentro y fuera del territorio, migración transfronteriza, cuatro masacres, aproximadamente 200 asesinatos, 50 afectados por minas antipersonales, secuestros, detenciones arbitraras, señalamientos, amenazas, reclutamiento forzado bloqueo de alimentos y medicamentos, utilización de bienes civiles, presión a los civiles para que sirvan de informantes.”

Tan solo en 2009, según Rutas del Conflicto, 30 personas fueron asesinadas en masacres perpetradas por las Farc y bandas criminales y otras 16, según el Cinep, murieron, a lo largo de todo el año, a manos de diferentes actores armados, incluidos algunos miembros de la fuerza pública.

“Históricamente hemos sido pueblos olvidados”

La masacre de Tortugaña Telembí del 4 de febrero fue la consecuencia de los enfrentamientos que sostenía el Ejército contra la columna Mariscal Sucre de las Farc. Desde septiembre de 2008 los líderes Awá habían estado denunciando que se encontraban en medio del fuego cruzado. La Defensoría, de hecho, emitió una resolución evidenciando la situación de vulnerabilidad del pueblo Awá, y la Corte Constitucional, por medio del auto 004 de 2009, tan solo nueve días antes de la masacre, declaró a los Awá, y a otros 34 pueblos indígenas, en riesgo de exterminio físico y cultural. Por eso pidió su protección inmediata.

Según Rider Paí, líder Awá,  los pronunciamientos oficiales mostraron que para todo el mundo era obvio que la población civil podía terminar pagando las consecuencias de ese conflicto ajeno, y así fue. El primero de febrero de 2009 miembros del Ejército, del Batallón Contraguerrilla Mártires de Puerres de la Brigada 29, habían entrado a la casa de varias familias, forzándolos, por diversos medios, a dar información sobre la presencia de las Farc en la región. Los Awá sabían que estaban contra la espada y la pared. De inmediato varios líderes fueron declarados objetivo militar de la guerrilla.

Tan solo tres días después, miembros de las Farc retuvieron a 20 personas del resguardo, incluyendo mujeres y niños, y los arrastraron a la quebrada El Hojal donde asesinaron y torturaron a 14 personas. La difícil situación de orden público hizo que fuera imposible salir a buscar a las personas.

La guerrilla regresó al resguardo a llevarse algunos de los niños huérfanos por ese hecho. El paradero de muchos de ellos todavía no se conoce. Además, por el miedo de futuras represalias, y por el mismo dolor que invadía a la comunidad, varias familias salieron desplazadas hacia Samaniego, Ricaurte, Barbacoas y a Planadas Telembí. El Cinep reportó que en ese año 1.300 personas Awá se encontraban viviendo en hacinamiento, y que se estaban presentando brotes de enfermedades por las precarias condiciones. Todo lo anterior fue denunciado por la comunidad, pidiendo un respaldo del gobierno nacional y reclamando respuestas por parte de las Farc, pero no fueron escuchadas.

“Sí, somos víctimas, pero también somos actores de nuestro propio destino”

Al nacer, los Awá entierran su ombligo en casa. Si son enterrados en otros lugares, o no son enterrados, hay un desequilibrio en su relación con el territorio. Tras la masacre, entonces, el tejido social del resguardo quedó muy afectado. Por eso, un par de meses después de la masacre, 700 hombres y mujeres recorrieron las montañas para encontrar a sus hermanos y regresar sus cuerpos a la tierra a la que pertenecía.

Encontraron siete cuerpos. Más adelante, en 2014 la Fiscalía les entregaría los restos de otros tres. Tan solo hasta ese año la comunidad pudo cerrar, parcialmente, uno de los capítulos más dolorosos en su historia (Ver Fotoreportaje Conmemora II). Rider Pai, sin embargo, asegura que las heridas siguen abiertas porque, debido a la gran cantidad de desplazamientos y a que nadie garantiza la seguridad en el resguardo, muchos cuerpos no han podido ser sembrados en donde también está sembrado su obligo.

Además, las respuestas institucionales han sido escasas. A pesar de haber sido el primer pueblo indígena en presentar el Plan de Salvaguarda Étnico que buscaba ejecutar lo ordenado por la Corte Constitucional, el Gobierno aún  mantiene el plan en etapa de consulta. “No hay garantías en salud para la población ni en educación. Nosotros seguimos viviendo en la zozobra. Apenas ayer la policía atentó contra dos mujeres. Lo que tenemos lo hemos construido nosotros”, dice Rider.

En un último intento por terminar con siete años de negligencia por parte del Estado, y violencia por parte de actores armados, la comunidad envió un comunicado al presidente Juan Manuel Santos y a alias “Timochenko”, máximo líder de las Farc, exigiendo “la solicitud formal de perdón de su parte a nuestras víctimas”.

El perdón, según ellos, servirá para abrir un camino de diálogo con los dos actores que más daño le han hecho a su comunidad. Un cara a cara que permita tener las respuestas que les han negado durante años. Como parte de la coyuntura nacional, Los Awá quieren ser reconocidos para reconstruir la historia que la guerra ha forjado en medio de ellos. “En este momento de un posible posconflicto tenemos toda la esperanza de que sean atendidas las medidas de reparación que requerimos como pueblo. Nosotros queremos aportar a la paz y necesitamos ser reconocidos”.

Descargar reportaje gráfico Once Ataúdes en la segunda edición de la revista Conmemora.

 


Asesinato, Awá, Farc, Memoria, Perdón, Tortugaña Telembí

Las Brisas: 16 años de un territorio donde emerge la vida

Las Brisas: 16 años de un territorio donde emerge la vida

Autor

CNMH

Fotografía

César Romero para el CNMH/span>

Publicado

11 Mar 2016


Las Brisas: 16 años de un territorio donde emerge la vida

  • El 10 de marzo del año 2000, 12 personas de la vereda Las Brisas fueron asesinadas en una incursión paramilitar. 

  • Conmemoración de este hecho luctuoso, con la presentación itinerante de telares, la presentación de documental “Memoria Latente” y el lanzamiento de la libro “Del ñame espino al calabazo. Objetos que despiertan memorias”.

  • Sábado 12 de marzo a las 10 a.m en la vereda Las Brisas, María la Baja-Bolívar.


El 10 de marzo del 2000, un grupo de 60 paramilitares al mando de Rodrigo Mercado Pelufo, alias ‘Cadena’, exjefe del Bloque Montes de María, llegó al corregimiento de Mampuján en el municipio de María la Baja, Bolívar, y ordenó a sus habitantes desplazarse a más tardar en la madrugada, amenazándolos con que, de no hacerlo, les “pasaría lo mismo que a los pobladores del Salado”, en referencia a la masacre ocurrida un mes antes. Este hecho produjo el desplazamiento de más de 300 personas. 

Luego de atemorizar a la población, los paramilitares retuvieron a siete campesinos y los obligaron a guiarlos por la denominada ruta de la muerte, hasta el Tamarindo, en la vereda Las Brisas en San Juan de Nepomuceno, un espacio de encuentro e intercambio de los pobladores. En el camino los 60 paramilitares de ‘Cadena’ se unieron a 90 hombres del Bloque Norte que venían de María la Baja, quienes llegaron a apoyarlos. El Tamarindo, un lugar tildado por los paramilitares como campamento guerrillero, estaba vacío y fue allí donde asesinaron el 11 de marzo a los 12 campesinos de Las Brisas. [Ver especial sobre Las Brisas].

El próximo sábado 12 de marzo, la comunidad en un evento masivo conmemorará 16 años de este horrible suceso, donde perdieron la vida Joaquín Fernando Posso Ortega, José Joaquín Posso García, Alfredo Luis Posso García, José del Rosario Posso García, Gabriel Antonio Mercado García, Rafael Enrique Mercado García, Wilfrido Mercado Tapia, Manuel Guillermo Yepes Mercado, Dalmiro Rafael Barrios Lobelo, Jorge Eliecer Tovar Pérez, Alexis José Rojas Cantillo y Pedro Adolfo Castellanos Cuten. La conmemoración contará con una comitiva de víctimas, instituciones del Estado y organizaciones sociales que saldrá desde San Juan, San Cayetano y Cartagena en solidaridad con la comunidad de Las Brisas. 

Habrá un acto religioso, la presentación itinerante de telares, la proyección del documental “Memoria Latente” y el lanzamiento del libro ‘Del ñame espino al calabazo. Objetos que despiertan memorias’, iniciativa de memoria creada por la comunidad de Las Brisas con apoyo del CNMH. Este libro recopila las experiencias resultantes del trabajo desarrollado en el proyecto Impreso en la Memoria, liderado por la Coordinación de Prácticas Artísticas y Culturales de la dirección del Museo Nacional de la Memoria del Centro Nacional de Memoria Histórica. Con este proyecto se buscó fortalecer y articular los procesos colectivos de reconstrucción de la memoria a través de prácticas artísticas y culturales en las comunidades de Las Brisas (departamento de Bolívar) y Tabaco (departamento de La Guajira).

CONMEMORACIÓN DE LAS BRISAS

DÍA: Sábado 12 de marzo 

HORA: 10:00 a.m 

LUGAR: Vereda Las Brisas, María la Baja-Bolívar

“>

Publicado en Noticias CNMH



Conmemoración, Memoria, Paramilitares, vereda Las Brisas

Alabaos, cantos de resistencia y memoria

Noticia

Autor

Laura Cerón

Fotografía

César Romero

Publicado

28 Mar 2016


Alabaos, cantos de resistencia y memoria

En la Catedral Primada de Colombia las luces se apagan, al fondo, una fila de mujeres con una batea en la cabeza entonan versos que retumban hasta el techo. Los alabaos son cánticos que desde distintas zonas del pacífico colombiano crean un puente entre los muertos que se van y los vivos que quedan.


Las mujeres que conforman el grupo Oro y Platino son nueve, todas nacidas y criadas en Condoto, Chocó, un municipio a tres horas de Quibdó, la capital del departamento. Una de ellas, María Jesucita Mosquera, de 47 años, siempre pensó que la vida no le alcanzaría para lograr cantar en la catedral más importante del país. En el momento en que mostraron Canto para no olvidar, presentación que hizo parte del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, la emoción la invadió por completo. “Nuestra cultura es vida, para nosotros visibilizar lo que hacemos los afro es muy importante, es un aporte que le hacemos al desarrollo del país a través de nuestra cultura”.

Declarado Patrimonio Inmaterial de la Nación desde 2014, los alabaos son cantos que reúnen a una gran cantidad de personas entorno a la muerte de un ser querido. De acuerdo a la edad del muerto, los cantos cuentan historias narradas por una voz líder y un coro de mujeres que responde. Si la persona murió en edad adulta los versos resultan románticos, se exalta la alabanza a Dios, se crean plegarias para que lo acoja, lo perdone, lo cuide y le abra las puertas del cielo. Por el contrario, si muere entre los 12 y los 18 años se cantan arrullos porque eran jóvenes que habían cometido pecado. Cuando muere un bebé el velorio es totalmente distinto, es una fiesta llamada gualí.  Como dice Jesucita “son niños que van derecho al cielo, es una fiesta, Dios los acoge inmediatamente”.

El interés por el canto en Jesucita nació desde muy pequeña cuando asistía a los velorios. Se emocionaba al escuchar las voces roncas y profundas de las mujeres más viejas del pueblo que cantaban y se contoneaban alrededor del difunto. Cuando alguien muere toda la comunidad se solidariza con las personas que han perdido a un ser querido. La tradición, que se remota a la colonia, en que los esclavos cantaban festejando que aquel muerto no sería más esclavo, ha perdurado de generación en generación. En el velorio mientras unos preparan el muerto, lo bañan y le ponen sus mejores ropas, otros cocinan para los asistentes. Mientras unos alistan y decoran la tumba, otros se congregan a rezar y cantar.  

Actualmente, las mujeres de Condoto reconocen el valor simbólico que tienen los alabaos en la construcción de memoria histórica. Los alabaos también contienen cantos sociales dedicados a la historia de su pueblo, a la violencia sufrida por el conflicto armado, al perdón y a la reconciliación. Los alabaos son el ejemplo de una manifestación tradicional de la cultura chocoana que resiste y que se niega a desaparecer, “ahora imagínese el aporte que nosotros traemos a la paz con nuestros cantos –afirma Jesucita con la emoción en los ojos- quién no se conmueve con un alabao, imagínese si todos los colombianos escucharan la lombriz o santa azucena. Nosotros en el Chocó somos ejemplo de solidaridad y unión”.

El Centro Nacional de Memoria Histórica realizará un evento de alabaos protagonizados por mujeres de la comunidad de Pogue, Chocó, el 9 de abril en el Museo Nacional.  Próximamente más información en el sitio web.

 


Cantos, Memoria

Descargue las memorias: Archivos para la paz

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

16 Jun 2016


Descargue las memorias: Archivos para la paz

Si no pudo asistir al seminario internacional “Archivos para la paz. Elementos para una política Pública” que tuvo lugar en Bogotá el 28, 29 y 30 de octubre de 2014, puede descargar aquí  las memorias.

Este evento fue organizado por la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos del CNMH y el Fondo de Justicia Transicional-PNUD.

Allí se presentó, por ejemplo, la experiencia de la agencia de gobierno alemana que maneja los archivos de la desaparecida STASI, del archivo de la Vicaría de la Solidaridad en Chile que recogió por muchos años las denuncias de las víctimas de la dictadura chilena, y se habló acerca del papel que cumplieron los archivos en el posconflicto guatemalteco.

También se denunciaron la desaparición de importantes archivos estatales, se discutió con la organización ‘Open Society Justice Initiative’ acerca del rol que deberían cumplir los archivos militares y de inteligencia en el proceso de paz que se está llevando a cabo en el país, y de lo que los archivos desclasificados estadounidenses pueden aportar a la verdad y a la justicia en Colombia.

En las memorias usted podrá encontrar estas y otras ponencias que lo ayudarán a entender la importancia de los archivos de derechos humanos para este momento histórico que está viviendo el país.

Descargar aquí las memorias.

 


Archivos, Memoria, Paz

17 años de atentado con casa bomba en Neiva

Familiares de las víctimas mortales del atentado participaron del homenaje a sus seres queridos. La Policía develó la escultura “Edificadores de Paz”

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

14 Feb 2020


17 años de atentado con casa bomba en Neiva

El Centro Nacional de Memoria Histórica acompañó a las víctimas de la explosión de una casa bomba en Neiva, en el homenaje que se les rindió por el atentado perpetrado el 14 de febrero de 2003.

La detonación en el perímetro del aeropuerto Benito Salas, de la capital del Huila, atribuida a la guerrilla de las Farc, provocó la muerte de 15 personas y dejó 66 más heridas.


La detonación de 200 kilos de explosivos sacudió las casas del barrio Villa Magdalena y la madrugada del norte Neiva. El estallido, a las 5:25 a.m., acabó con la vida de la fiscal especializada Cecilia Giraldo Saavedra, nueve policías y cinco civiles. Los vecinos del sector, cercano a la cabecera del aeropuerto Benito Salas, recuerdan imágenes de horror de cuerpos desmembrados y escombros del amanecer del 14 de febrero de 2003.

Otras 66 personas, en su mayoría habitantes del sector, sufrieron heridas graves por la explosión, que afectó sesenta casas alrededor de aquella en la que se escondía la bomba. El atentado fue atribuido a miembros de la columna móvil Teófilo Forero, de la guerrilla de las Farc.

Ante información de que se planeaba un atentado contra una visita presidencial programada justo ese día, las autoridades ordenaron allanamientos en varias casas, diligencias que estaban en ejecución en el momento de la detonación.

Un año después, un fiscal de la Unidad Nacional de Derechos Humanos profirió una resolución de acusación en contra de ocho miembros de la columna móvil Teófilo Forero de las Farc, sindicados por estos hechos. Según el testimonio de Wilson Díaz Ramos, alias “Bladimir”, desmovilizado de la guerrilla, los responsables del atentado fueron fusilados, señalados de haber filtrado información sobre sus planes.

El Centro Nacional de Memoria Histórica acompañó a las víctimas del atentado, en el homenaje que se rindió este 14 de febrero por sus vidas, en conmemoración de estos hechos que marcaron a la comunidad de la capital del Huila.



CNMH, Darío Acevedo Carmona, Memoria, Museo

Comunicado

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

13 Feb 2020


Comunicado

  • 36 personas muertas y 198 heridas dejó el carro bomba detonado en el parqueadero del edificio, en el norte de Bogotá, el 7 de febrero de 2003.
  • Los encargados de ubicar los explosivos también murieron en los hechos, siguiendo órdenes de las Farc.

Como lo informamos desde principio de 2020 en nuestro portal web, iniciamos, a finales del año pasado, un proceso de renovación del sitio www.centrodememoriahistorica.gov.co que implicaba algunas intermitencias y dificultades temporales en descargas y consultas de informes en parte de los contenidos.

En el banner explicativo, que estuvo ubicado en la parte superior de la web, se ofrecieron disculpas a los usuarios y se dispuso el correo electrónico bibliomemoria@cnmh.gov.co para enviarles a los interesados la información que no se encontrara en el sitio.

Es de aclarar que la actualización emprendida responde a la intención de contar con una página más amable, útil y moderna para los usuarios, servidores públicos y contratistas, que nos permita prestar un mejor servicio al ciudadano. Las publicaciones, contenidos y demás productos de interés construidos desde el año 2008 continuarán estando al alcance de todos y todas.

Esperamos que en las próximas horas se tenga al aire el total de los informes y otros contenidos históricos del CNMH, mientras tanto, con el ánimo de evitar mayores molestias en los usuarios, en este enlace se podrán descargar las publicaciones del CNMH, incluyendo las revistas Conmemora. https://we.tl/t-gksByHSyje

Responderemos a cualquier inquietud adicional en el correo comunicaciones@cnmh.gov.co



CNMH, Darío Acevedo Carmona, Memoria, Museo

Foto montaje edificio El Nogal

Hace 17 años el horror tocó a El Nogal

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

7 Feb 2020


Hace 17 años el horror tocó a El Nogal

  • 36 personas muertas y 198 heridas dejó el carro bomba detonado en el parqueadero del edificio, en el norte de Bogotá, el 7 de febrero de 2003.
  • Los encargados de ubicar los explosivos también murieron en los hechos, siguiendo órdenes de las Farc.

También era viernes. Frío, congestión en el tráfico, afanes… lo de siempre. Hasta que el horror tocó esa noche bogotana del 7 de febrero de 2003. A las 8:15 p.m., la detonación de una bomba de 200 kilos de anfo y clorato de potasio en el parqueadero del club El Nogal, en el norte de la capital, destruyó buena parte de la fachada y abrió un cráter del tercer al séptimo piso. En aquella tragedia ocurrida hace 17 años murieron 36 personas y otras 198 resultaron heridas. Quienes sobrevivieron llevan marcas, algunas más difíciles de sanar que las del cuerpo.

Un desespero inusual sacó a *César Páez —bogotano, diseñador de muebles— de una reunión con unos clientes y lo llevó a encontrarse con su esposa en el club.

“De pronto me empezó un escozor, unas ganas de irme. Y yo no tenía carro porque era pico y placa precisamente. Y hubo un momento que les dije a los clientes: qué pena con ustedes pero me tengo que ir, yo me voy”, recuerda.

Llegó al club, donde lo esperaba Catalina —arquitecta barranquillera, esposa y socia del negocio familiar—. Fue la última vez que la vio con vida. Le tenía agarrada la mano cuando explotó la bomba.

“Yo quedé un rato inconsciente. Y cuando desperté, estaba metido entre dos columnas de concreto; casi me voy al hueco del piso. Y las llamas salían de abajo”. Recuerdos que no se borran, aunque pase el tiempo.

“Para mí significa cortarme las alas a ras para nunca más volver a volar, porque con ella tenía una relación muy especial. Era una mujer muy hermosa, por fuera y por dentro. Muy amable, generosa con la gente que no tenía nada. Realmente es una pérdida muy grande”.

Según la Fiscalía, el atentado terrorista fue planeado por Herminsul Arellán, miembro de la columna móvil Teófilo Forero de las Farc. La intención era derribar el edificio entero, puesto que habían determinado que en el club se reunían altos funcionarios del Estado en medio de una difícil situación de orden público que atravesaba el país. Sin embargo, en los hechos también murieron Oswaldo y John Freddy Arellán —su hermano y su sobrino— a quienes habían encargado poner los explosivos, ocultos en el carro que manejaba el primero.

*Los nombres de los protagonistas de esta historia fueron cambiados por motivos de seguridad.



CNMH, Darío Acevedo Carmona, Memoria, Museo

Palabras del director del CNMH, Darío Acevedo, sobre primera piedra del Museo de Memoria de Colombia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

6 Feb 2020


Editorial

Palabras del director del CNMH, Darío Acevedo, sobre primera piedra del Museo de Memoria de Colombia

  • 640 grupos de investigación de todo el país podrán participar de la convocatoria del CNMH y Minciencias para proyectos sobre temas relativos al conflicto armado.
  • Cada proyecto de investigación contará hasta con 343 millones de pesos de financiación para su ejecución durante 18 meses.

El CNMH le comunica hoy al país, en este evento solemne presidido por el presidente de la República IVÁN DUQUE MÁRQUEZ, que da inicio a la construcción física del Museo de Memoria de Colombia en cumplimiento del mandato de la Ley de Víctimas 1448 de 2011 y e Decreto 4803 de 2011.

Con esta obra, el Estado colombiano dignifica, visibiliza y resguarda a las víctimas diversas y plurales del conflicto armado colombiano, para que la sociedad colombiana y el mundo nunca olvide los crímenes de guerra y de lesa humanidad que produjeron intenso dolor y sufrimiento a las comunidades y a la ciudadanía.

Para comprender con exactitud quienes estarán representados y quienes ocuparán un lugar en el Museo de Memoria conviene recordar el artículo tercero de la Ley de Víctimas que define la calidad de estas de la siguiente forma: “Se consideran víctimas, para los efectos de esta Ley, aquellas personas que individual o colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1º de enero de 1985, como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno”, definición a la que nos acogemos sin duda alguna.

Quiere ello decir que en el universo plural de las víctimas nos topamos con campesinos pobres y también con hacendados, con sindicalistas y también con empresarios, con maestros, con activistas políticos, con comunidades religiosas, con pueblos indígenas, afrodescendientes y rom, con habitantes de pueblos y municipios de la Colombia profunda, con líderes, partidos y movimientos políticos, con miembros de la comunidad LGBT, con defensores de derechos humanos y por supuesto con soldados y policías, todos ellos, en su correspondiente variedad de matices, colores, grados, clases, edades, sexos y creencias religiosas, porque todas ellas fueron objeto de heridas, privaciones, asaltos y daños en sus bienes y honra, en materia grave.

La construcción del Museo tiene dos componentes centrales a saber: de una parte, la Construcción Social y de otra, la Construcción física. La primera, diseñada y puesta en ejecución desde 2012 se refiere a la realización de talleres con las comunidades de víctimas, encuentros regionales y académicos y las itinerancias experimentales en varias ciudades. Además, en todas las actividades en las que se adelantan proyectos con las víctimas se recibe y se recopila objetos y textos de diversa índole para ser clasificados y analizados con miras a definir su lugar de exposición. Con estos materiales, documentos, ideas, narrativas, estadísticas, mapas, conceptos e insumos, unidos a nuevas experiencias, aportes y reflexiones, perfeccionaremos los lineamientos conceptuales y los guiones museológico y museográfico.

Visitantes nacionales y extranjeros tendrán la ocasión de formarse una opinión o visión sobre los graves hechos que victimizaron a millones de colombianos que huían de los enfrentamientos armados, que fueron expulsados a la fuerza de sus territorios, que sufrieron despojo, que perdieron a padres, madres, hijos y otros familiares, que fueron abusados sexualmente, reclutados siendo menores de edad, que sufrieron violaciones en sus rituales y costumbres, que fueron perseguidos por sus ideas o su militancia o por su misión constitucional e institucional.

El CNMH ha visitado decenas de comunidades a la largo y ancho del país e incluso en el exterior, para recuperar, preservar, visibilizar, dignificar y divulgar, las narraciones de las víctimas, pero también ha realizado acciones de reparación simbólica dando cuenta de sus procesos de recuperación emocional, espiritual y moral a través de los cuales las víctimas han demostrado al mundo y al país que hay caminos de superación que no implican llamados a la venganza creando ambientes de paz y convivencia y reconciliación. El pueblo colombiano y las víctimas de fenómenos de violencia política de reciente ocurrencia ha demostrado una inmensa capacidad de perdonar a los victimarios que con sinceridad piden perdón.

La construcción física es la que hoy nos tiene reunidos. El CNMH, fiel al mandato de la Ley, dará al servicio esta obra en dos años como testimonio perenne del compromiso del Estado colombiano desde el que se convoca a los colombianos a no olvidar, desde donde pretendemos que las generaciones actuales y las venideras exijan a los victimarios refrendar con firmeza su compromiso de no repetición, de que nada excusa la inhumanidad de sus acciones y a que entiendan que la generosidad de la democracia y la magnanimidad de la ciudadanía no es incondicional.

Permítanme reiterar el criterio con el que vengo trabajando con el equipo de directores de áreas, líderes de grupos de trabajo, investigadores y personal administrativo, según el cual el conflicto armado no es asimilable a la tragedia del pueblo judío perseguido con ánimos de exterminio por el régimen nazi, uno de los más criminales en la historia de la humanidad ni al régimen racista del apartheid de Suráfrica ni al terror estaliniano en la Unión Soviética ni a las detestables dictaduras sufridas por varios países latinoamericanos en las décadas pasadas. En nuestro caso tenemos una noción más o menos clara acerca de los hechos más terroríficos que se cometieron durante la confrontación: masacres, secuestros, asesinato de personas rendidas o civiles indefensos, uso de minas antipersonal, desapariciones forzadas, arrasamiento de pueblos humildes, de infraestructura social, torturas, y de quiénes fueron sus autores. En nuestro caso lo que nos distancia, a diferencia de otras situaciones, es que casi todo lo sabemos gracias a las investigaciones judiciales, a las crónicas de prensa, a la voz de las víctimas.

No es en el campo de lo ocurrido, de eso que los historiadores llamamos los acontecimientos, donde está el mayor de los problemas, aunque todavía hay sombras y hechos por aclarar. El acuerdo en estos tópicos no puede ir en detrimento de la interpretación fruto de investigaciones académicas que intentan construir hipótesis explicativas sobre todo lo ocurrido, para las cuales se precisa de información vasta y variada, tener en cuenta diversos fenómenos y cómo se entrecruzan, por ejemplo, el efecto altamente dañino y en gran medida estimulante del narcotráfico. Como bien lo dice el historiador británico colombianista reconocido Malcolm Deas:

“Los colombianos siempre han sido gente de diversos criterios y creencias. Nunca ha habido corrientes de opinión verdaderamente hegemónicas, ni “historia oficial” compartida. La imposibilidad de llegar a consensos sobre el pasado inmediato muestra eso, y no reconocerlo produce la confusión que se advierte en la polémica alrededor de la dirección del Centro de Memoria Histórica: el conflicto deja a los historiadores dos tareas, conexas pero distintas. Una es establecer el récord básico de qué pasó, trabajo necesario, y nada fácil, pero en el que cierto grado de acuerdo es posible. La otra es explicar por qué pasó, algo en extremo más difícil, y es vano pensar que en eso algún director o centro va a lograr imponer su autoridad.”

No quiero terminar sin referirme a criterios básicos que guiarán la vida del museo, criterios que habrán de signar el trabajo adelantado desde años atrás por nuestros equipos en el contacto con las víctimas y ser considerados en la elaboración definitiva de los guiones museológico y museográfico. En primer lugar, el museo debe reflejar el universo plural de las víctimas. En segundo lugar, el museo, en tanto entidad estatal, debe ser estricto en el cumplimiento del mandato legal de no producir ni tender a construir una verdad oficial del conflicto armado, ejercicio propio de dictaduras. En tercera instancia, el museo debe ofrecer una información amplia, precisa y rigurosa sobre las circunstancias de tiempo modo y lugar de los hechos victimizantes que se expondrán en sus salas. En cuarto lugar, el Museo debe tener una misión pedagógica clara y contundente de rechazo a la violencia política y de invitar a la reflexión sobre lo ocurrido durante el conflicto armado, sin la intención de incitar odios o venganzas y fomentar el respeto y el acatamiento de las instituciones democráticas, sin que se obvie la necesaria diferenciación entre víctimas y victimarios.

Queremos un museo en el que artistas nacionales y extranjeros nos honren con obras relativas a los hechos de violencia. En este sentido, el Museo de la Memoria será un espacio de representación que lo diferencia de los museos dedicados exclusivamente, con razones válidas, a registrar las atrocidades de un régimen político autoritario y liberticida.

Estimados amigos del Museo, hoy refrendamos ante el mundo y ante los colombianos la vigencia de nuestra democracia, nuestro deseo de paz, nuestro compromiso con la formación de las nuevas generaciones en la cultura del respeto y la tolerancia. El rescate de la memoria de las víctimas de crímenes horrendos no puede ser en vano porque se inspira en aquellos deseos profundos de recuperar los espacios de la vida tranquila, de la convivencia con seguridad, de respeto por las diferencias y de rechazo a la violencia. No hay, de parte del CNMH, ninguna duda, ninguna vacilación, ninguna incoherencia, ninguna debilidad en reconocer los hechos horrorosos que se cometieron afectando principalmente a la población civil. Queremos que la memoria perviva como vivencia propia de los seres humanos. Lo vivido y lo sufrido hacen y harán parte de nuestra existencia, pero, debemos aspirar a que esas narrativas del dolor y la resiliencia estén dirigidas a evitar que las comunidades y la ciudadanía sean sometidas de nuevo al sufrimiento.
No puedo terminar estas palabras sin dejar sentada nuestra gratitud y nuestro reconocimiento a todos los funcionarios y contratistas que desde el origen del CNMH han hecho posible haber llegado a este punto del proceso. Gratitud y reconocimiento que extiendo al señor Presidente Duque y a la doctora Susana Correa por su generoso apoyo y su respaldo para conmigo y para el equipo que me ha acompañado con denuedo, sin descanso y con gran vocación de servicio en este año de gestión. Gracias al Distrito Capital de Bogotá, a la empresa Bavaria por habernos facilitado este predio para la construcción del Museo, y en fin, a todas las entidades y organismos nacionales e internacionales, al cuerpo diplomático, por su solidario acompañamiento.

Convoco a todos ustedes a elevar un clamor unánime para que cesen los hechos criminales que han aumentado el dolor de las comunidades y familias colombianas, y a exigir a los violentos que cesen la matanza de líderes sociales, de las gentes indefensas, de soldados y de policías. No queremos más víctimas.

Darío Acevedo Carmona
Director General del CNMH
Bogotá D.C. febrero 5 de 2020



CNMH, Darío Acevedo Carmona, Memoria, Museo

CNMH y Minciencias abren convocatoria para democratizar la construcción de memoria

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

6 Feb 2020


CNMH y Minciencias abren convocatoria para democratizar la construcción de memoria

  • 640 grupos de investigación de todo el país podrán participar de la convocatoria del CNMH y Minciencias para proyectos sobre temas relativos al conflicto armado.
  • Cada proyecto de investigación contará hasta con 343 millones de pesos de financiación para su ejecución durante 18 meses.

La construcción académica de memoria del conflicto armado será un proceso público gracias al convenio entre el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para seleccionar 15 proyectos de investigación que recibirán financiación hasta por 343 millones de pesos.

En la convocatoria “Hacia una mayor comprensión del conflicto armado, las víctimas y la historia reciente del conflicto”, del CNMH y Minciencias, que estará abierta desde el 6 de febrero hasta el 6 de abril de este año, podrán participar 640 grupos de investigación de todo el país que trabajen en temas relacionados con la memoria histórica y el conflicto.

La iniciativa contará con 5.868 millones de pesos, aportados por el CNMH, y el proceso de evaluación y selección estará a cargo de Minciencias.

El director general del Centro Nacional de Memoria Histórica, Darío Acevedo Carmona, destaca que con esta iniciativa se abre una ruta para la pluralidad en el trabajo investigativo alrededor del conflicto armado en el país.

“El conocimiento sobre la memoria histórica de las víctimas del conflicto armado y el propio conflicto tiene que llegar a todas las regiones del país, consultar a la gente que ha investigado y no dejar eso en las propias manos del Centro de Memoria Histórica”, comentó.

La apertura de las inscripciones para esta convocatoria hace tangible una de las premisas básicas de la actual administración del CNMH: “La memoria la construimos todos y todas”.

El anuncio final de los elegidos se hará el 17 de junio. Los grupos de investigación que obtengan los mayores puntajes en el proceso de evaluación contarán con financiación por 18 meses para su trabajo académico.

Podrán participar de la convocatoria los grupos de investigación adscritos a Minciencias, en el área de Ciencias Sociales o Humanas en las categorías A o A1, en asociación con grupos de las categorías B o C o aquellos reconocidos por el Ministerio en todo el país.

“Le damos más legitimidad a los conocimientos en la medida en que en el esclarecimiento de los problemas nacionales intervengan grupos calificados por entidades respetables, que tienen autoridad en la materia”, agregó el director del CNMH. 

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CNMH, Darío Acevedo Carmona, Memoria, Museo

Primera piedra del Museo, tierra y memorias de todas las víctimas

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

6 Feb 2020


Primera piedra del Museo, tierra y memorias de todas las víctimas

  • Con un acto simbólico inició la construcción física del Museo de Memoria de Colombia, un espacio para que las víctimas y sociedad en general puedan reflexionar acerca de lo que nos ha sucedido durante años de conflicto armado.
  • El Museo de Memoria de Colombia se ubicará en Bogotá, en la calle 26 entre la carrera 29 y la Avenida de Las Américas, en un edificio con 14.139 metros cuadrados de área construida.
  • A la ceremonia de la Primera piedra del Museo acudieron representantes de organizaciones de víctimas, el presidente Iván Duque, el director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Darío Acevedo, la directora del Departamento de Prosperidad Social, Susana Correa, integrantes de la Fuerza Pública, académicos, congresistas, periodistas y representantes del cuerpo diplomático.

Allí estaban, rodeando el yarumo. Tantas y a la vez una. La “negra, negrita” del Carmen con la de los cafetales del Cauca, y la de Machuca, Antioquia, con la que llegó desde Buenaventura. Todas tierra; todas ilusión de paz.

Buenas noches les decimos/ buenas noches Bogotá/ Les venimos a contar/ lo que pasa en Bojayá/ Santa María, danos la paz/ que esta violencia no siga más/ Ustedes, los principales/ ¿cómo nos van a ayudar?

Con aquella consigna hecha canto inició un ensamble musical inédito entre las cantadoras de la comunidad de Pogue, Bojayá, y del grupo Echembeleck, conformado por mujeres del Pacífico desplazadas por la violencia.

Sus voces abrieron la ceremonia en la que se puso la primera piedra del Museo de Memoria de Colombia, un proyecto nacional que quiere articular la memoria del pasado con la construcción del futuro, que respetará la diversidad y la diferencia, y que contribuirá a la reconciliación y el reconocimiento de las víctimas.

“Con esta obra, el Estado colombiano dignifica, visibiliza y resguarda a las víctimas plurales y diversas del conflicto armado en Colombia. Para que la sociedad colombiana y el mundo nunca olviden los crímenes de guerra y de lesa humanidad que produjeron intenso dolor y sufrimiento”, aseguró Darío Acevedo, director del Centro Nacional de Memoria Histórica.

El desarrollo del acto estuvo marcado por momentos emotivos para los asistentes, como el descubrimiento de una placa conmemorativa y la siembra colectiva de un yarumo con tierra procedente de todas las regiones desde donde llegaron las víctimas. Allí afloraron consignas de vida: “Parimos hijos para la vida y no para la guerra”, “Queremos morir de viejos y no de pena porque asesinan a los nuestros”.

Durante el evento se proyectaron piezas audiovisuales que mostraron el proceso descentralizado de construcción social que ha tenido el Museo desde 2012: encuentros en los territorios, actividades pedagógicas, conmemorativas y artísticas, exposiciones e itinerancias. Todos esos aprendizajes siguen nutriendo la creación de este lugar de encuentro para las víctimas y para toda la sociedad.

Efraín Herrera - Presidencia

FOTO (Efrain Herrera – Presidencia): La puesta de la primera piedra del Museo refrendó el compromiso institucional con la memoria del conflicto y con las víctimas.

Nidia Mercedes Bermeo, representante de las víctimas ante el consejo directivo del CNMH, hizo un llamado para que el Museo refleje los estragos de la guerra, pero también las historias de las personas que “con su vida han servido de inspiración para seguir adelante”.

“Las víctimas han demostrado al mundo y al país que hay caminos de superación que no implican llamados a la venganza”, agregó Darío Acevedo ante un público en el que se encontraban representantes de organizaciones de víctimas de regiones como Santander, Huila, Cauca, Valle, Chocó, Putumayo y Antioquia.

Finalmente, se compartieron los criterios básicos que tendrá el Museo. Estos incluyen la construcción de ejes que reflejen el universo plural y diverso de las víctimas, desistir de la pretensión de promulgar verdades oficiales, y una misión pedagógica que rechace la violencia y que respete a las instituciones democráticas.

También el Presidente de la República, Iván Duque Márquez, habló de sus expectativas con la primera piedra y el inicio de la construcción del Museo: “Ninguna de sus piedras les devolverá a las familias los seres queridos que se han perdido en las manifestaciones abruptas de la crueldad; pero servirán para que todos, como nación, digamos: ¡Ya basta!”, afirmó.

El Museo abrirá sus puertas en 2022. El diseño del edificio, ganador de un concurso público internacional en 2015, tendrá más de 14.000 metros cuadrados y seis pisos que podrá albergar hasta 3.389 personas. Habrá cinco salas de exposición, una sala de reuniones y multipropósito (Black Box), con capacidad para 250 personas, y áreas destinadas al centro de documentación, una ludoteca y espacios de formación.

Galería

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