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Muros de la verdad en el Putumayo: voces de las mujeres para que sus memorias no mueran

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Tejedoras de vida del Putumayo

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Tejedoras de vida del Putumayo

Publicado

09 May 2019


Muros de la verdad en el Putumayo: voces de las mujeres para que sus memorias no mueran

  • Este homenaje a la vida y trabajo de las mujeres, que por su liderazgo fueron víctimas de desaparición forzada y feminicidios en el Putumayo, fue posible con recursos del Programa Justicia para una Paz Sostenible de USAID, y acompañado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).
  • El proceso de reconstrucción de la memoria realizado dejó como producto la elaboración de tres murales en los que participaron más de 60 mujeres.

Putumayo, 9 de mayo 2019. Como un homenaje a todas las mujeres que tejieron vida defendiendo sus derechos en el Putumayo, nació la iniciativa de memoria histórica, Muros de la Verdad, con el fin de visibilizar y reivindicar las lideresas de ese departamento, a través de lenguajes simbólicos plasmados en murales.

Este proceso de reconstrucción de la memoria, realizado en los corregimientos El Placer, La Dorada y Puerto Colón, de los municipios Valle del Guamuez y San Miguel, dejó como producto la elaboración de tres murales que buscan dignificar la memoria de mujeres víctimas de desaparición forzada y feminicidios. 

  • Mural del Placer, Puerto Colon, Putumayo. – Las mujeres de este territorio se integraron para la creación de este muro realizando una ronda en la que cada una de ellas exponía símbolos, imágenes o aquellos motivos que consideraran importantes para su inclusión en el Muro de la Verdad de este corregimiento.

  • Mural del Placer, La Dorada, Putumayo. – Este mural Simboliza el río, la naturaleza de la región. Igualmente, conmemora tanto aquellas mujeres que no están presentes así como a aquellas que resistieron al conflicto y continúan siendo líderes de la comunidad.

A partir de estos hechos de violencia, en el marco del conflicto armado, los muros de la verdad reflejan la resiliencia de las mujeres que presenciaron la barbarie y se resisten a vivirla nuevamente, por lo que hacen un llamado exigiendo justicia.

Fátima Muriel, presidenta de la asociación Alianza Departamental de Organizaciones de Mujeres Tejedoras de Vida, aseguró que la participación en estas iniciativas fortalece a las familias, resalta su labor y compromiso con aquellas mujeres que han sido víctimas, alza su voz para decir no a la guerra, no más hogares destruidos y lo usan como lenguaje simbólico pidiendo no impunidad.

En la creación de estas obras de arte participaron más de 60 mujeres, quienes a través de talleres de memoria histórica desde un enfoque sicosocial, reflexionaron sobre los duelos, y la sanación del cuerpo y la mente para dignificar la memoria de lo ocurrido.

El proceso, desde 2018, fue acompañada por la Estrategia de Apoyo a Iniciativas de Memoria Histórica del Centro Nacional de Memoria Histórica, con recursos del Programa Justicia para una Paz Sostenible de USAID, y le apuesta al fortalecimiento de la memoria de las mujeres que relatan la violencia vivida.

Juan Daniel Salazar, líder de Cooperación y Alianzas Estratégicas del CNMH, destaca que “las mujeres putumayenses nos demuestran hoy que su testimonio permanece en sus comunidades, su valentía será recordada, su fortaleza será un ejemplo”.

“El CNMH no desmayará para escuchar, tanto a las madres de Soacha como a las mujeres de la Corporación Rosa Blanca, a los familiares de los policías y soldados de todos los grados mutilados, secuestrados o asesinados fuera de combate, a las víctimas, sin distinción alguna para garantizar que la construcción de la memoria colombiana se nutra de todas las voces”, concluyó.

 

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Desaparición Forzada, Feminicidio, Mujeres, Muros de la Verdad, Putumayo, Víctimas

Los afro en Colombia son más que 4 millones: pujanza y resiliencia

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Juan Pablo Esterilla

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Juan Pablo Esterilla

Publicado

22 May 2019


Los afro en Colombia son más que 4 millones: pujanza y resiliencia

En el marco del conversatorio ¿Cómo vamos con la implementación del Decreto Ley 4635? Avances y desafíos frente a las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, Viviana Ferro, subdirectora de la Unidad de Víctimas, y representantes de las comunidades negras del país, reconocieron que es necesario fortalecer -en terreno-, los marcos jurídicos que pretenden garantizar la reivindicación de sus derechos frente a las consecuencias del conflicto de una mamera diferenciada.


Este 21 de mayo se celebra en Colombia el Día de la Afrocolombianidad. En Colombia habitan personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.

En un conversatorio, propiciado por la Unidad de Víctimas, y realizado el pasado lunes 20 de mayo en el auditorio Hemiciclo, de la Universidad Tadeo Lozano, en Bogotá, entidades estatales, representantes afrodescendientes y organizaciones sociales, expusieron planes y necesidades de esta población que en Colombia supera las 4 millones 316 mil personas, según datos del Dane en 2015.

El espacio contó con la presencia de Catalina Velásquez, coordinadora del Enfoque Diferencial en el Departamento de Prosperidad Social (DPS); Andrea González, miembro de la plataforma de proyectos Nuestro Flow; Mabel Torres, científica afrocolombiana de la Misión de Sabios; Odórico Guerra, coordinador de la Mesa Nacional de Participación Efectiva de las Víctimas; y Joel Palacios, creador del emprendimiento de chocolates tipo exportación Late Chocó.

Los expositores propusieron estrategias que redunden en oportunidades para la población afrocolombiana y se refirieron a la pertinencia de concebir proyectos que partan desde el propósito de fortalecer cadenas productivas para  generar valor y garantizar la comercialización de productos de los territorios.

Como Rosa Romaña, ganadora del Premio Nacional de Paz 2010 y coordinadora de la Fundación Macoripaz, Andrés Beltrán, líder social del Carmen del Darién, Chocó, comentó que“hay que garantizar la reconstrucción del tejido social y la tenencia del territorio”.

 

  • “Hay unas practicas discriminatorias muy naturalizadas que impiden ver la riqueza de nuestra diversidad”, dijo Andrea González de la plataforma Nuestro Flow.

  • “Los territorios somos socios y hacemos parte de la solución para construir país y generar posibilidades reales para la comunidad afro del país”, dijo Mabel Torres.

Este evento de la Unidad de Víctimas tuvo como objetivo seguir trazando mecanismos idóneos de modelos de gestión y marcos de intervención, dentro de lo que surgieron reflexiones como que, si bien en Colombia existe -y de manera particular respecto a otros países latinoamericanos-, una Ley que castiga los actos de discriminación y racismo, todavía hay dinámicas de intervención y no intervención que están coadyudando a escenarios que alejan la posibilidad de construir paz y bienestar para las comunidades negras.

Se destacó, en el diálogo, que cada vez es más frecuente la incorporación de coordinaciones de asuntos étnicos, tanto en instituciones del Estado como en organizaciones privadas.

“Aún hoy en día el color de piel determina en dónde estás; necesitamos más funcionarios negros en la institucionalidad, en posiciones de liderazgo”, sostuvo la profesora María Isabel Mena, investigadora en temas de discriminación y racismo.

 

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Afrocolombiano, Chocó, Paz, Pobreza, Racismo, Reparación, Víctimas

Estamos con las mujeres víctimas de violencia sexual

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Daniel Sarmiento

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Daniel Sarmiento

Publicado

25 May 2019


Estamos con las mujeres víctimas de violencia sexual

El 25 de mayo se conmemora el Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual con ocasión del Conflicto. Este se desprendió del Decreto 1480 expedido el 5 de agosto de 2014, y cuyo objetivo es reconocer la valentía, trabajo y resistencia de miles de mujeres víctimas de violencia sexual, reivindicar su dignidad y rechazar este delito.


Según el Registro Nacional de Información para la Unidad de Víctimas, con corte a mayo del 2019, en Colombia 26534 mujeres han sido víctimas de delitos contra la libertad y la integridad sexual en desarrollo del conflicto armado violencia sexual, cometidos a partir del 1 de enero de 1985, según fecha límite establecida en la Ley de Víctimas.

 

Dentro de los delitos contra la libertad y la integridad sexual están el aborto forzado, la trata de personas, el abuso sexual, el embarazo forzado, la pornografía infantil, el acceso carnal violento, la esclavitud sexual, la mutilación sexual, el acoso sexual y la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes.


El director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Darío Acevedo, envía un mensaje de solidaridad y compromiso con las víctimas de violencia sexual en el día de su dignidad.

“Desde el CNMH trabajamos en ese sentido: dignificar. Por esto, entendemos el apoyo emocional y psiquico que le debemos garantizar a las víctimas. El Estado colombiano debe garantizar que haya una recuperación emocional de las sobrevivientes que sufrieron indesiblemente durante el conflicto armado, lesiones en su alma, espíritu y cuerpo”.

Así pues, desde el Centro Nacional de Memoria Histórica hemos buscado constituir un camino para satisfacer el derecho a la verdad que tienen las víctimas del conflicto armado colombiano y la sociedad en su conjunto. “La dignificación de las víctimas, se entiende, también, en dar a conocer la memoria del sufrimiento y en este campo el CNMH viene trabajando desde hace años y lo seguirá haciendo”, recalcó, el director del CNMH, Darío Acevedo.

En este sentido, y a pesar de que existe una premisa que asegura que la violencia sexual entraña lo “indecible”, el trabajo desarrollado por el CNMH muestra que, en los tiempos y condiciones apropiados, esto es, que resulten seguros y dignificantes, las víctimas se ven motivadas a iniciar procesos de memoria.

“Queremos que las víctimas de todos los colores, plurales, de guerrillas, de agentes del Estado, de organizaciones armadas ilegales, en su conjunto, puedan contar sus historias y darlas a conocer en las publicaciones que hacemos desde el CNMH”, enfatiza el director de la entidad.

Para Adriana Serrano y Nancy Prada, investigadoras del más reciente texto del Enfoque de Género del CNMH, y que lleva por nombre “Memoria Histórica con víctimas de violencia sexual: aproximación conceptual y metodológica”, cuando se adelanten procesos de memoria histórica sobre la violencia sexual, es importante abrir la historia de sus vidas al antes y después de la violencia armada.

Desde el CNMH hemos querido hacer eco de esa premisa con el saber acumulado a través de la realización de informes y balances como: La memoria histórica desde la perspectiva de género. Conceptos y herramientas (2011), Mujeres y guerra: víctimas y resistentes del Caribe colombiano (2011), El Placer. Mujeres, coca y guerra en el Bajo Putumayo (2012), Crímenes que no prescriben. La violencia sexual del Bloque Vencedores de Arauca (2016), y el Informe Nacional de Violencia Sexual (2017).

Adicionalmente, para Prada y Serrano, la construcción de paz en Colombia, demanda ejercicios de memoria histórica sobre la violencia sexual que ha tenido lugar en el marco de la guerra, pues de esta manera se pueden comprender las razones profundas de su ocurrencia y su relación con la violencia sexual en espacios de cotidianidad.

 

En el mismo lapso (2012 a 2019), la Unidad de Víctimas ha indemnizado, de manera administrativa, a 7.494 mujeres


El Centro Nacional de Memoria Histórica sigue en su compromiso de dignificar a las víctimas, de cuestionarse sobre el para qué se ha usado la violencia sexual en el marco del conflicto armado, el por qué se usa este tipo de violencia, quiénes son sus víctimas y cuáles son las dimensiones cuantitativas de la misma.

 

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Conflicto, Memoria Histórica, Mujeres, Reparación, Víctimas, Violencia Sexual

Respecto del lanzamiento de la publicación sobre sindicato de industria del aceite de palma

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CNMH

Publicado

28 May 2019


Respecto del lanzamiento de la publicación sobre sindicato de industria del aceite de palma

El Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, avanza en la publicación y lanzamiento de sus investigaciones, relatos e informes, como parte esencial de su actividad misional, y en ningún momento, por razones ajenas a temas logísticos y presupuestales, ha detenido alguno de esos procesos.


Uno de los productos publicados, entre 2017 y 2018, fue el informe Y a la vida por fin daremos todo, en el que se establecen diversas problemáticas que han afectado a miembros de diferentes organizaciones sindicales de la industria del aceite de palma en Cesar.

De este informe fueron entregadas varias copias a organizaciones relacionadas en él para que lo distribuyeran entre miembros e interesados. De igual manera, como parte de la divulgación que hizo el CNMH de la investigación, se publicaron podcasts en la página de internet de la entidad.

En febrero pasado, a la llegada de la actual dirección al CNMH, se encontraron dos solicitudes: una, de Fedepalma, gremio empresarial que representa el sector, señalado en el informe, y quienes reclamaban que en la investigación no fueron tenidos en cuenta sus testimonios, por lo que solicitaban poder expresar tales puntos de vista.

El director general del CNMH, Darío Acevedo, le respondió la petición a este gremio afirmándoles que no es de su competencia realizar modificaciones o añadiduras a una investigación, de tiempo atrás, que ya fue publicada. Sin embargo, invitó a los representantes de Fedepalma a que plantearan sus consideraciones frente al informe y a analizar si estas podrían estar incluidas en unas memorias del mismo.

La otra solicitud llegó al CNMH por cuenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria del Cultivo y Procesamiento de Aceites y Vegetales (Sintraproaceites), seccional San Alberto (Cesar). Esta petición fue respondida, el 12 de marzo pasado, por nuestro director, Darío Acevedo, en el sentido de que la publicación del informe en mención, que ya se les había entregado, era para ellos y estaba a disposición y en manos de las organizaciones relacionadas en él.

El CNMH, en voz de su director, Darío Acevedo, enfatiza que “nunca hubo un rechazo a la promoción y divulgación del libro, lo que se dio fue una petición (de Sintraproaceites) para asistir al lanzamiento en tres municipios del Cesar, y no pudimos aceptar, porque estábamos recién llegados, en labores de empalme, no teníamos operador logístico, que es el que proporciona los tiquetes, y las comisiones de viaje. Pero nunca utilizamos la palabra rechazo o negativa”.

Respecto al lanzamiento de dicha publicación, este martes 25 de mayo, por parte del Centro de Memoria y Reconciliación del Distrito y la Universidad de los Andes, el CNMH aclara que nunca se recibió ninguna nota de invitación por parte del sindicato, que es el receptor de la publicación y a quien se había encargado de la distribución del libro, que además es gratuita. Agrega el director Acevedo, que “esto era un acto de cortesía que se debía tener, con nosotros por ser los promotores de la publicación e investigación”.

“Ese libro, cabe anotar, lo recibió nuestra dirección y fue un legado de la dirección anterior, que lo publicó en diciembre, entonces nos parece descortés que estas dos entidades, una Universidad y un Centro de Reconciliación y Memoria, amigo nuestro, no nos haya preguntado”, recalca el director del CNMH.

Vale recordar que el CNMH cumple con un intenso cronograma de lanzamientos de publicaciones, como el del pasado jueves 11 de abril, del informe El Caso de la Asamblea del Valle, Tragedia y Reconciliación, donde estarán, además de directivas de la entidad, autoridades regionales y familiares de víctimas.

El director Acevedo, como lo ha expresado a diferentes medios de comunicación, ratifica que “las víctimas de violencia antisindical hacen parte del universo plural de víctimas y por tanto son parte de nuestros trabajos de memoria”.

 


Aceite de Palma, Conflicto Armado, Darío Acevedo Carmona, ExDirector CNMH, Informes, Uniandes, Víctimas, Y a la vida por fin daremos todo

Iglesia La María, 20 años del secuestro del Eln

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Publicado

30 May 2019


Iglesia La María, 20 años del secuestro del Eln

El domingo 30 de mayo de 1999 en el sur de Cali, más exactamente en la iglesia La María, 194 personas fueron secuestradas por miembros del frente José María Becerra del Eln. Este hecho pasaría a la historia como el secuestro masivo más grande perpetrado en Colombia.


Como era usual, los feligreses acudían puntual a la eucaristía que se realizaba a las 10 a.m. cada domingo en la capilla de la iglesia La María, ubicada en el barrio Ciudad Jardín, entre la carrera 127 y la avenida Cañasgordas de la ciudad de Cali. Aquel 30 de mayo de 1999 no fue la excepción y casi 200 personas asistieron para escuchar la palabra de Dios a través de la voz del párroco Jorge Humberto Cadavid.

Los primeros 30 minutos de misa transcurrieron con normalidad, hasta que hombres armados y con uniformes del Ejército, irrumpieron con dos camiones tipo furgón, se presentaron como miembros del Gaula y alertaron sobre la pronta explosión de una bomba en el lugar, por lo que pedían que los 194 presentes ingresaran rápidamente a esos dos vehículos.

La mayoría, desconfiada, no obedeció la orden. Incluso, Yaslín Durán Córdoba, escolta de uno de los asistentes a la misa, se percató que las botas que utilizaban los supuestos integrantes del Gaula no eran parte de la indumentaria habitual. Cuando intentó reaccionar fue asesinado.

En ese momento los guerrilleros realizaron tiros al aire y obligaron, sin distinción alguna, que todos los presentes, incluidos niños, adultos mayores y hasta el párroco se subieran a los camiones. Pronto se reveló que aquellos hombres eran parte del frente José María Becerra del Eln. De esta forma inició el calvario de un secuestro que tendría como escenario las enredadas y boscosas montañas de los farallones de Cali.

La noticia del secuestro masivo más grande realizado en Colombia (hasta hoy) se expandió con rapidez. La conmoción se apoderó de la ciudad y el país. Horas más tarde, y gracias a la presión del Ejército, los secuestradores se vieron obligados a dejar en el camino a algunos de los secuestrados.

Al final del día, quedaron 93 personas en poder del Eln, ya que de las 194 secuestradas inicialmente, 86 fueron dejadas en el camino y 15 más escaparon de sus secuestradores. El Ejército se encargó de recogerlas y llevarlas al Batallón Pichincha de Cali para que pudieran encontrarse con sus familiares.

Con el liderazgo del arzobispo de Cali, Monseñor Isaías Duarte Cancino (Q.E.P.D.), la ciudadanía se movilizó y se tomó las calles para exigir la entrega inmediata de los secuestrados.

El 7 de junio de 1999 las voces de miles de caleños gritaban: “¡Los queremos libres, vivos y en paz!” en  la gran marcha que fue llamada “No más”, la primera de muchas que surgieron como expresión de rechazo al secuestro en el país. Además, monseñor Isaías Duarte excomulgó a los secuestradores y denunció las pretensiones económicas que tenía el Eln a cambio del intercambio de los plagiados.

En el transcurso de 6 meses y medio, todos los secuestrados fueron dejados en libertad. La entrega de las personas se daba en grupos pequeños. La fecha de la última liberación fue el 11 de diciembre de 1999. Años más tarde se sabría que las denuncias de monseñor Duarte eran ciertas, y que cada liberación tuvo su precio.

Arte, memoria y sanación

Para Juan Daniel Otoya Vernaza, quien estaba presente en la iglesia aquel 30 de mayo y fue secuestrado junto a su hermano, su padre y madre ese momento cambió su vida. Tenía 11 años y aún recuerda con precisión cada momento del plagio: estaba junto a su familia y fue obligado por miembros del Eln a separarse de ellos. Luego lo abandonaron en medio de la carretera.

Fue ahí cuando sintió que su mundo se iba en aquellos camiones que se dirigían a los farallones. Una mujer de un acento paisa muy marcado, también liberada en ese inhóspito lugar y cuyo nombre no recuerda, lo acogió y protegió hasta que llegaron al batallón.

Desde ese momento empezó a dibujar constantemente superhéroes hasta que su madre, Isabella Vernaza, fuera liberada, a principios de noviembre de 1999. Hoy entiende que esos dibujos representaban su anhelo de rescatar a su familia. El 13 noviembre se da la liberación de su padre, Alfredo Otoya y fue el fin de aquella historia. O por lo menos eso creía Juan Daniel.

Años más tarde, mientras estudiaba artes, se cuestionó su pasado y trató de buscar un sentido a lo que constantemente dibujaba. Veía cómo sus trazos eran el desahogo de un episodio que aún no había enfrentado del todo. Por esta razón empezó un proceso pictórico para representar sus recuerdos y a través de ellos contar la historia del secuestro de la iglesia La María.

Asegura que este proceso fue clave para sanar las heridas que aún no terminaban de cicatrizar. Pero lo que más le ayudó a superar todo lo relacionado con el aquel episodio fue hablar, en sus propias palabras, “hablar de mi experiencia y contar mis temores se convirtió en una manera de afrontarlos, de entenderlos y de sanar”. Compartir su memoria con otros fue la pieza final que le ayudó a superar aquel traumático secuestro.

Conmemoración del secuestro de la iglesia La María

Hoy jueves 30 de mayo, cuando  se cumplen 20 años de aquel secuestro, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) acompaña a las víctimas y trabajará en la recuperación de sus memorias,  de la mano de un equipo liderado por Diego Arias, líder cívico de Cali.

De igual manera, el director del CNMH, Darío Acevedo, anunció que se adelantará un proceso con las víctimas del secuestro del kilómetro 18, también en Cali, acto que fue ejecutado por el Eln, meses después del acontecido en la iglesia La María.

Dada la relevancia de este hecho para la ciudad de Cali, para el país y para aquellos que vivieron aquel secuestro en carne propia, hoy jueves se realizará una eucaristía a las 5 de la tarde en la iglesia La María.

Esta acción conmemorativa se realiza, de acuerdo a las palabras entregas al noticiero regional NOTI5 por Víctor Manuel López, miembro de la Arquidiócesis de Cali, “para recordar este suceso y pedir  a la sociedad, no solo de esta ciudad, sino de Colombia entera, que cada día rechace todo acto de violencia”.

Además se presentará “Pintar para no olvidar. 20 años del secuestro en la iglesia la maría” la exposición que realizó Juan Daniel Otoya y que fue parte de su proceso de sanación para superar lo vivido durante su secuestro y el de su familia. La exhibición se abrirá después de la eucaristía y estará abierta hasta el 3 de junio.

Durante esta íntima ceremonia religiosa las víctimas del secuestro de La María y sus familiares harán presencia para dignificar la memoria de Yaslín Durán Córdoba, asesinado durante el secuestro, y hacerle frente al olvido de una sociedad que aún les debe reconocimiento y reparación.

 


Cali, Conflicto Armado, Eln, Iglesia La María, Iniciativas de Memoria, Secuestro, Víctimas

CNMH y ex secuestrados de La María inician ruta de trabajo para recopilar sus memorias

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Victor Álvarez

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Victor Álvarez

Publicado

31 May 2019


CNMH y ex secuestrados de La María inician ruta de trabajo para recopilar sus memorias

La reconstrucción de los hechos que enmarcaron el secuestro, por parte del Eln, de 194 personas que asistían a una eucaristía en la iglesia de La María de Cali, hace 20 años, los aprendizajes y secuelas, son insumos que recoge el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) para iniciar un proceso que conlleve a la elaboración conjunta de sus memorias.


Este jueves 30 de mayo, luego del homenaje de conmemoración y la presentación de la exposición de la obra “Pintar para no olvidar”, de Juan Daniel Otoya, artista plástico y víctima de este secuestro, Darío Acevedo, director del CNMH; Rafael Tamayo, director del Museo de Memoria Histórica de Colombia (MMHC) y Susana Correa, directora del Departamento de Prosperidad Social manifestaron a las víctimas su compromiso para adelantar un proceso de iniciativa de memoria y escucharon propuestas para lograr el trabajo que se espera, esté listo a finales de este año.

“El Gobierno Nacional se solidariza con las víctimas del secuestro del Eln en La María y, precisamente, esta reunión es para que nos ayuden a reconstruir las memorias”, indicó la directora de Prosperidad Social.

Por su parte, el director del CNMH manifestó que la entidad tiene por objeto misional la recuperación y conservación de la memoria de las víctimas de las violencias políticas que han sacudido al país desde 1985 para contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido.

“El ejercicio de recordar el secuestro de muchos de ustedes no tiene la finalidad de estimular un sentimiento de venganza ni de alimentar el odio contra los responsables de estos crímenes de lesa humanidad que no fueron actos aislados que se puedan calificar como errores. Se practicaron sistemáticamente, con plena conciencia, y total cinismo justificatorio”, dijo Acevedo.

Rosana Ramírez, una de las víctimas del secuestro de La María, destacó la importancia de reconstruir la memoria de lo sucedido para que nuevas generaciones conozcan los hechos y los aprendizajes.

“Todos nos preguntan qué nos dejó el secuestro: fueron cosas dolorosas, las familias las más golpeadas, porque no saben cómo está uno allá, en el cautiverio. También situaciones hermosas: aquí están las diferencias de todas las orillas, pero eso al momento que nos encontramos se deja a un lado y el abrazo es con todo el corazón”, apuntó.

Añadió que “las nuevas generaciones no saben que hubo un secuestro masivo, que nos sacaron de una iglesia. Por eso la memoria es fundamental, a través del arte, la cultura, los diálogos. Un pueblo sin memoria está declarado a repetir todo lo malo que le pasó”, enfatizó.

En ese sentido, Patrick Martínez, otro de los secuestrados de La María, aceptó que después de 5 meses en esa condición aprendió que lo más importante que quedó fue la amistad.

“Ya no somos exsecuestrados, sino amigos, familia”, resaltó y anotó que es importante reconstruir la memoria, porque “uno se olvida de tantas cosas y lo vivido queda atrás, pero tiene que servir como base para crear un futuro y las generaciones que vienen tienen que conocer todas las posiciones, los actores, cuál era el pensamiento de cada una de las personas involucradas en esta guerra que hubo y hacer sus propias ideas”, concluyó.

 


Darío Acevedo, Ex Secuestrados, ExDirector CNMH, Iglesia La María, Memoria, Secuestro, Víctimas

No más secuestros

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Juan Sebastián Sanabria

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Juan Sebastián Sanabria

Publicado

04 Jun 2019


No más secuestros

Quiero presentar un saludo muy especial a todos los presentes, a las víctimas del secuestro de La María, a las autoridades civiles y religiosas, a la doctora Susana Correa, directora del Departamento para la Prosperidad Social de la Presidencia de la República, a nuestro amigo Diego Arias impulsor de este evento, al joven artista Juan Daniel Otoya Vernaza y a todas las personas que han hecho posible este acto de recordación.

Hoy 30 de mayo de 2019 nos reunimos para rendir tributo a las víctimas de una de las acciones más crueles cometidas por las guerrillas colombianas, la del ELN en este caso. El país no había salido del estupor y el repudio por las atrocidades cometidas por las mafias narcotraficantes, los grupos paramilitares y las guerrillas entre los años 80 y 90 del siglo pasado.

El secuestro de cerca de 150 personas sacados a la fuerza de un acto religioso en un sitio de culto confirmó el rumbo terrorista de un proyecto que en principio se presentaba bajo un manto revolucionario y que, con el paso de años de infructuosos intentos por coronar el poder por la vía de las armas y el fracaso en ganar el apoyo de la población que decían representar, cayó en la fosa de la degradación en la que todos los crímenes, incluso los más horrendos, tenía justificación.

A la acción depredadora e inhumana de las guerrillas no escapó ningún sector social ni político ni económico. Pueblos misérrimos, empresarios, periodistas, sacerdotes, docentes, campesinos acusados de soplones, gentes común y corrientes, policías y soldados y hasta el medio ambiente sufrieron ataques inmisericordes.

Las guerrillas colombianas en todas sus siglas convirtieron su ideología marxista leninista y revolucionaria en patente de corso para barrer con los más elementales principios de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Se validó y dio por legítimo el secuestro, el asesinato de civiles, el uso de armas artesanales como los cilindros-bomba y las minas antipersonal, la voladura de oleoductos con la consecuente contaminación de ríos y afluentes, la muerte de millones de peces y aves y el daño a los acueductos. Derribaron torres de energía para privar al pueblo de este servicio público, usaron animales, bicicletas, collares y hasta niños cargándolos con bombas para, supuestamente, propinarle golpes al enemigo.

El ejercicio de recordar el secuestro de muchos de ustedes no tiene la finalidad de estimular un sentimiento de venganza ni de alimentar el odio contra los responsables de estos crímenes de lesa humanidad que no fueron actos aislados que se puedan calificar de errores o hechos aislados pues se practicaron sistemáticamente, con plena conciencia y total cinismo justificatorio.

Lo que nos anima en esta conmemoración y en todos los trabajos que hacemos diferentes entidades estatales y cívicas es, por el contrario, doblemente positivo. En primer lugar porque hemos comprendido que para las generaciones actuales y futuras es un deber moral y ético no echar al olvido tanta degradación  y el dolor causado a miles de familias que sufrieron tan intenso dolor, de tal manera que podamos erigir como parámetro infranqueable el principio de no repetición exigible a los victimarios de todos los colores: guerrillas, paramilitares, agentes del estado y grupos armados organizados e ilegales

En segundo lugar, queremos que los crímenes atroces no reciban el beneficio de la amnistía ni el perdón gratuito de los ciudadanos hacia los autores, sino que se aplique la justicia en términos transicionales. La noción de justicia transicional no puede ser entendida como impunidad sino como castigo regulado y reducido como está estipulado en la justicia internacional y en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de la que Colombia es signataria.

Hoy quiero confirmar que el Centro Nacional de Memoria Histórica conformó un equipo profesional bajo el liderazgo de Diego Arias, para adelantar en esta ciudad (Cali) la recuperación de la memoria de las víctimas del secuestro masivo de La María, de las víctimas del secuestro del kilómetro 18, ambos crímenes cometidos por el Eln, y además, la de los familiares de los asesinados Isaías Duarte Cancino obispo de esta ciudad y del miembro del Comité Central del partido Comunista Colombiano, José Cardona Hoyos asesinado por las Farc por oponerse a la combinación de todas las formas de lucha.

El Centro Nacional de Memoria Histórica tiene por objeto misional la recuperación y conservación de la memoria de las víctimas de las violencias políticas que han sacudido el país desde 1985 para contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido. Por supuesto, y no sobra reafirmarlo en este escenario, queremos que nuestra labor misional contribuya a la obtención de la paz. Estoy convencido que llegaríamos más pronto al disfrute de la anhelada paz, si la buscamos dignificando a las víctimas y aplicando los principios de la justicia transicional. Pero también elevando un clamor nacional para que el Eln, la llamada disidencia de las Farc y otros grupos armados organizados e ilegales se comprometan a cesar todo tipo de hostilidades en el entendido de que el pueblo colombiano será, como ya ha sido y lo ha demostrado, generoso en el perdón y en la reintegración de sus militantes.

Los invito a visitar la exposición del artista Juan Daniel Otoya Vernaza cuya familia fue una de las víctimas del secuestro masivo.

Darío Acevedo Carmona, Cali 30 de mayo de 2019
Director General Centro Nacional de Memoria Histórica

 


Darío Acevedo, Ex Secuestrados, ExDirector CNMH, Iglesia La María, Memoria, Secuestro, Víctimas

Estas entidades apuestan a cooperar con el CNMH para trabajar por las víctimas

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Juan Sebastián Sanabria

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Juan Sebastián Sanabria

Publicado

10 Jun 2019


Estas entidades apuestan a cooperar con el CNMH para trabajar por las víctimas

  • Directivas del CNMH se reunieron con el Alto Consejero para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, y el Coordinador del Centro de Memoria Paz y Reconciliación.
  • El trabajo conjunto, y la dignificación de las víctimas, fueron los ejes centrales de la primera reunión entre las tres instituciones.

El trabajo conjunto es indispensable al momento de reparar y apoyar a las víctimas en sus procesos de construcción de  memoria colectiva. En ese propósito, directivas del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), se reunieron este viernes con Gustavo Quintero, Alto Consejero para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación del Distrito, y Carlos Arturo Charria, Coordinador del Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá, para  identificar las líneas de cooperación y trabajo conjunto entre las tres instituciones.

Como lo expresó Juan Daniel Salazar, del Equipo de Cooperación y Alianzas Estratégicas del CNMH, “Los mandatos misionales de estas instituciones tienen muchos puntos en común, y a partir de estos encuentros queremos construir espacios en los que sean incluidas narrativas plurales y diversas de las víctimas, pues ellas son lo más importante de nuestros procesos y a las que nos debemos como instituciones y como país”.

Por su parte, el Coordinador del Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá, resaltó la importancia de continuar trabajando de manera conjunta por la dignificación del relato de las víctimas.

“Es muy importante buscar estrategias de manera conjunta para que los cuidadanos puedan comprender e involucrarse con los relatos, reconociendo a las víctimas del conflicto armado y dignificando su voz, más allá de un instrumento político”, agregó Charria.

De igual forma, el Alto Consejero para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, Gustavo Quintero, destacó la importancia del trabajo conjunto y la forma como este es un ejemplo nacional.

“Estamos enviando un mensaje para que todas las organizaciones y las víctimas se unan a este tipo de iniciativas que antes de juzgar y de crear algún tipo de estereotipo, lo que tenemos que hacer como sociedad y como país es caminar de la mano y construir conjuntamente desde las distintas miradas y respetando al otro, entendiendo los distintos dolores de cada uno de los protagonistas del conflicto, también entendiendo que es conjuntamente que se puede, no solamente hacer ejercicios de construcción de memoria, sino también esa tan anhelada reconciliación que necesita el país”, concluyó Quintero.

 


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“¿Cómo nos defendemos si la Ley de víctimas se acaba?”

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Autor

Harold García

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Harold García

Publicado

10 Jun 2019


“¿Cómo nos defendemos si la Ley de víctimas se acaba?”

Esta pregunta se hacen María Isabel García y Humberto Ariza, los dos representantes de las víctimas en el Consejo Directivo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), quienes, de manera franca, le piden a la Corte Constitucional ver con detenimiento la demanda impuesta por los exministros Juan Fernando Cristo y Guillermo Rivera para ampliar la Ley 1448 hasta 2030.


En el momento que María Isabel García tuvo que desplazarse de la comuna 13 de Medellín, en 2010, su mente y corazón estaban luchando contra todo vacío interior causado por el conflicto, y su única motivación era salvar a su familia. Junto a su esposo, y sus cuatro hijas,  empacaron sus recuerdos y emprendieron un recorrido incierto. El desplazamiento, a simple vista, generó en ella marcas invisibles que se esconde en su enorme sonrisa. Hoy, 9 años después, con 50 años, es la coordinadora de la Mesa de Víctimas de Risaralda, donde, con el tiempo y tenacidad, se convirtió en una líder indiscutible en la región, recibiendo, lastimosamente, no sólo buenas noticias por su trabajo: “Actualmente cuento con esquema de seguridad por amenazas”, dice.

Esta mujer, de pelo rubio y ojos verdes, decidió empoderarse de las más de 500 personas sin identificar (NN) que se encuentran enterradas en el cementerio Monseñor Jesús María Estrada de Marsella, un lugar de estructura majestuosa, bella, que es patrimonio artístico e histórico de la Nación. “Hoy el municipio debe ser un lugar priorizado por la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, ya que contamos con 573 NN enterrados en el cementerio”, insiste María Isabel.

La desaparición forzada puede ser catalogada, dentro de todos los crímenes cometidos, como una de las estrategias más desgarradoras en la violencia armada del país. Según el Observatorio de Memoria y Conflicto (OMC), 80.472 personas fueron víctimas de este crimen desde 1958 a 2018, de las cuales 12 pertenecen al municipio de Marsella, donde vive María Isabel. Si el registro que muestra el Observatorio es tan bajo en esta región,  entonces ¿por qué en el cementerio hay centenares de NN?

Esta absurda ecuación estadística es el retrato desgajado que la muerte a través de la guerra ha dejado a su paso por las regiones de Colombia. Según el OMC el número de víctimas fatales que registran en su base de datos entre 1958 y el 15 de septiembre de 2018 es de 261.619. Todas estas cifras contrastan con la gentil aprobación que dan los pobladores del municipio de Marsella: “Es un lugar muy tranquilo”, dice María Isabel. Pero a principios de la década de los noventa se identificaba esta parte del eje cafetero como “uno de los municipios más violentos del país”, debido a los indicadores de homicidios reportados por el DANE en esa época. Sin embargo, esto no tenía nada que ver con la realidad que allí se vivía. El subregistro, al parecer mal informado, les daba el calificativo mortuorio a la comunidad, debido a los desaparecidos que el conflicto estaba arrastrando con aciago desde el Norte del Valle, y que bajaban por el río Cauca para detenerse en un remolino de la vereda Beltrán. Los muertos si eran colombianos, pero no de Marsella, venían de otra parte donde la guerra estaba en su máxima degradación.

El especial multimedia “Ríos de vida y muerte: tras la ruta de desaparición forzada en el río cauca”: explica que “las víctimas eran llevadas hasta una hacienda (En Trujillo, Valle del Cauca) donde las descuartizaban vivas con una motosierra, algunos hombres eran castrados, y eviscerados aquellos que serían lanzados a las aguas del río Cauca; a plena luz del día y con total impunidad. Este trato inhumano fue el que sufrió el sacerdote Tiberio Fernández, asesinado el 17 de abril de 1990 y cuyo cuerpo fue recuperado días después en el Cauca. Este caso emblemático dejó bien en claro que para los criminales no había límites ni personas intocables”.


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La historia de Marsella es compleja. No es un reducto de grupos armados, y sin embargo la guerra les encajó un estigma de pueblo violento el cual no le corresponde. “La historia de Marsella debe concientizarnos, y yo quiero hacerle un llamado a los que imparten la Ley, que nos faltan muchas víctimas por escuchar y reparar de las 8 millones según el Registro Único de Víctimas, es llamarlos para que sepan que a través del proceso de paz nosotras las victimas éramos el centro, se supone, pero somos el centro de nada porque nada nos beneficia ni siquiera hemos podido reparar la mitad de víctimas”, explica María Isabel mientras se debate entre llorar o contener sus lágrimas, tal vez de rabia o impotencia.

 Fotografía: Harold García/CNMH

El relato de Humberto Ariza no es menos desolador. También fue desplazado, de Villa Nueva Bolívar, y al único lugar que encontró llegar, gracias a un familiar, fue San Andrés. “Es muy duro, porque no eres reconocido, uno llega de ilegal porque no tienes residencia, con el tiempo debes certificar tu estadía en la isla, no eres un turista, pero tampoco eres un ciudadano. Yo para salir y volver a entrar debo tener aprobación. Los desplazados no teníamos nada, gracias a la Ley de Víctimas empezamos procesos que hasta el día de hoy los hemos mantenido”, dice.

Al ingreso de la Corte Constitucional reza la frase de Santander: “Colombianos las armas os han dado independencia, las leyes os darán libertad”, hoy está en manos de ellos la demanda impuesta por los exministros Juan Fernando Cristo y Guillermo Rivera y muchos representantes de víctimas, como María Isabel y Humberto, les piden que se “pongan en nuestros zapatos y vean la Ley de Víctimas  como un instrumento de paz y reconciliación”.

 


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El director del Museo de Memoria Histórica de Colombia hace un llamado a debatir las ideas para no repetir la historia

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Autor

Laura Cerón

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Laura Cerón

Publicado

16 Jun 2019


El director del Museo de Memoria Histórica de Colombia hace un llamado a debatir las ideas para no repetir la historia

Desde hace décadas, las víctimas, sus organizaciones y comunidades han trabajado en una idea: no dejar que los hechos de violencia y de resistencia sean olvidados. El Museo Nacional de Memoria Histórica nace desde esta conquista social. A partir de su formulación en la Ley de Víctimas y reconociendo la importancia que tiene la reparación simbólica, el museo se convierte en una piedra angular y garantiza que sus memorias sean escuchadas, visibilizadas y promovidas en una sociedad que construye caminos de paz.


Hablamos con Rafael Tamayo, actual director del museo, sobre los retos y proyectos que tiene este espacio pedagógico y cultural en los próximos años. Con su trayectoria profesional como docente de varias universidades y subgerente de entidades sin ánimo de lucro como la Fundación San Antonio, Tamayo asume la dirección de un equipo de trabajo que tiene al hombro uno de los proyectos más importantes del Centro Nacional de Memoria Histórica.

La ley de víctimas y los resultados que derivan de ella son el resultado de enormes esfuerzos de las víctimas y sus organizaciones, ¿Cómo han participado ellas en el museo?

Casi todo lo que se ha hecho en el museo deriva de un trabajo con las víctimas. Esto es un insumo loable y simbólico. Si bien el museo tendrá un edificio, en el corazón sus actividades se derivan de una gran cantidad de talleres regionales que muestran la intención de las personas que han participado en esta construcción de que tengamos un proceso de reparación simbólica bien anclado. El museo está pensado como un museo de exposiciones temporales para poder dar espacio a la infinidad de voces. Así, el museo será un lugar dinámico. Lo que tenemos para contar es mucho y el énfasis siempre estará en las voces de las víctimas.

El CNMH lleva ocho años investigando y recogiendo insumos sobre el conflicto armado. ¿Cómo se va a ver ese legado en el museo?

El museo, por un lado, acogerá como una subdirección la actual dirección de Archivos de Derechos Humanos. Uno de los trabajos se reflejará en el repositorio de consulta de archivos, imágenes y documentos que actualmente tiene el Archivo, pero que deberán integrarse de forma digital. Con las otras direcciones, el museo tiene la gran posibilidad de visibilizar no solo los textos sino de crear otros dispositivos de difusión de los que podemos echar mano para que, por ejemplo, las exposiciones del museo tengan un contenido que sustente y visibilice el trabajo de los investigadores, aprovechando por ejemplo las nuevas tecnologías.

¿Cuáles son los principales retos que asume el museo en lo que queda de 2019?

Tenemos exposiciones en cuatro ciudades del país que buscan acercar la pluralidad de voces que han participado en la primera muestra expositiva del museo. Queremos consolidar su identidad en las diferentes regiones. Se viene la creación de la personalidad jurídica del museo, la consolidación de redes con otras instituciones tanto de memoria como culturales a nivel nacional e internacional. Por delante está pensar todos los proyectos que se vienen para el 2020: los 10 años de la dirección de Acuerdos de la Verdad, convocatorias artísticas y de investigación en memoria y el diseño de la bienal de la memoria: una apuesta en la que confluyen asuntos sobre conflicto, memoria y arte junto a un programa de estímulos.

¿En qué estado está la construcción del museo?

La construcción está retrasada por asuntos prediales. El terreno es donado por la administración de Bogotá y necesita un saneamiento predial, esperamos que en tres meses el lote esté perfecto desde el punto de vista jurídico. Se espera que su construcción se de en octubre del 2019. Este proceso de construcción duraría aproximadamente dos años y a finales de 2021 estaríamos inaugurando el museo. Los recursos económicos están reservados por el gobierno nacional y no hay ningún riesgo financiero para su construcción.

No todos comparten las mismas visiones sobre el conflicto. ¿Es posible entender este museo como un lugar que va a permitir disensos y conversaciones difíciles?

La idea es que el museo sea un lugar puente entre las diferentes voces y posiciones ideológicas y políticas. Queremos convertirnos en un lugar seguro donde el diálogo tiene unas reglas de respeto, escucha y atención al otro. No queremos hacer proselitismos, queremos fortalecer el diálogo, para ello será fundamental las voces de las víctimas. El reto es diferenciar qué piezas son la voz de las víctimas, fuentes primarias, objetivas, que nos dan su testimonio y cuáles otras serán piezas más mediadas.

En otra ocasión usted mencionaba que el museo depende de una política de Estado, más no de un gobierno. ¿Podría explicarnos esto mejor?

Si bien todas las instituciones pueden tener modificaciones con los gobiernos de turno, el andamiaje que se construye del museo implica que, independientemente del gobierno que tengamos, ahora o en el futuro, la misionalidad del museo debe continuar: que sea un lugar en el que aprendamos del conflicto, en el que estén visibles las voces de las víctimas es algo que muy difícilmente cambiará en el futuro. Confiamos en que independientemente del color político del gobierno del momento, honren la memoria social y reconozcan la importancia del museo, de su capacidad conciliadora a nivel nacional. El gran reto es mostrarle a la gente que no estamos haciendo proselitismo si no construyendo nación.

¿Cuál cree que podría ser el rol de un museo como este en la actualidad nacional?

El museo va a servir como lugar para el diálogo donde se encuentren todos los sectores sociales, no solo las víctimas sino medios de comunicación, grupos sociales, partidos políticos. Queremos que nos vean como un lugar donde tanto desde lo material como lo simbólico es posible entendernos como una nación con una historia reciente común; como un lugar seguro en el que pueden exponer sus argumentos, en el que pueden escuchar y ser escuchados sin la necesidad de ser violentados. El ejemplo que nos dan las víctimas nos muestran que hay dos opciones: o debatimos nuestras ideas o volver a repetir esta historia.

 


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