Autor: CNMH

Teatro Esquina Latina: 50 años de arte, memoria y comunidad para Cali

Teatro Esquina Latina: 50 años de arte, memoria y comunidad para Cali

Orlando Cajamarca, director del Teatro Esquina Latina. Foto: Cortesía Jair Cerón

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CNMH

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Orlando Cajamarca, director del Teatro Esquina Latina. Foto: Cortesía Jair Cerón

Publicado

12 julio 2023


Teatro Esquina Latina: 50 años de arte, memoria y comunidad para Cali

Como parte de la celebración de las cinco décadas de la compañía teatral, se realizó el lanzamiento de la multimedia «Jóvenes, teatro y comunidad», resultado de una iniciativa de memoria que acompañó el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

En el tradicional barrio San Fernando, de Cali, hay una edificación de tres pisos que se confunde con una casa convencional. Pero no es una casa cualquiera. Allí hay una cofradía que desde hace 50 años le infunde vitalidad a la escena cultural de la capital del Valle del Cauca. Es la sede del Teatro Esquina Latina, una de las compañías teatrales más importantes de Colombia, que germinó tras las reuniones informales de un grupo de estudiantes de la Universidad del Valle. «Queríamos simple y llanamente compartir nuestro tiempo libre como una actividad extracurricular», recuerda Orlando Cajamarca, su fundador y director.

Dada la nostalgia de una universidad que se había ido al barrio Meléndez —y que dejaba acá «el mosto de lo que había sido»—, y la efervescencia de un movimiento cultural continental que cuestionaba el establecimiento, Esquina Latina se convirtió en un grupo representativo que buscó hacer teatro y elevar la práctica académica. «Durante muchos años fuimos el resultado de la mezcla de Los Beatles y del Che Guevara de la época. La tempestad política de los setenta, esa convulsión en el Cono Sur, las dictaduras, la canción protesta, el rock and roll, el hipismo y la apertura… Todo era parte de la formación del momento y empezamos a querer interpretar esa letra muerta que decía que las artes tenían que estar en los sectores culturales», rememora Cajamarca.

 

Conoce más sobre los lugares de memoria histórica de Cali

 

Con ese ímpetu juvenil, que durante 25 años los mantuvo y los hizo pensar en el compromiso con la teatralidad y el espíritu del momento, los miembros de Esquina Latina se plantearon comenzar a vincularse con los sectores populares de Cali. Así, en la década de los ochenta empezó la relación con sectores como Aguablanca o Terrón Colorado, adonde llegaron actores y actrices con sociodramas. «Pero nos dimos cuenta de que la gente, más que les lleváramos cosas, querían era hacer teatro». La estimulación directa llegó con el programa «Jóvenes, teatro y comunidad».

De las calles a la web

Este mural está ubicado en la comuna 15 de Cali, en la fachada del Centro Cultural Abriendo Puertas. Foto: Cortesía Jair Cerón.
Este mural está ubicado en la comuna 15 de Cali, en la fachada del Centro Cultural Abriendo Puertas. Foto: Cortesía Jair Cerón.

 

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), a través de su Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica, acompañó a los animadores teatrales del programa «Jóvenes, teatro y comunidad» a contar estas dos décadas y media de trabajo mediante diferentes formatos y a verterlos en una multimedia que lleva el mismo nombre.

Esquina Latina llegó a los sectores populares presentando el teatro como una alternativa, como una opción de vida. «No hemos pretendido hacer teatro profesional, sino de aliento social; que el teatro sea un compañero para que chicos, chicas y adultos se apropien de esta herramienta de vida, para la creación de una ciudadanía pensante», explica Cajamarca. Paulatinamente se fue creando y consolidando una red de teatro que se ha expandido a las comunas 1, 13, 14, 15, 18 y 20 de Cali; a los municipios de Candelaria, Florida y Pradera, del sur del Valle del Cauca, y a los municipios de Buenos Aires, Corinto, Miranda y Puerto Tejada, en el norte del Cauca.

La metodología fue más o menos así: de estos lugares provenían los animadores teatrales de Esquina Latina, una suerte de líderes sectoriales que, a su vez, empezaron a liderar el proceso de «Jóvenes, teatro y comunidad» en sus lugares de origen. Ellos y ellas han pensado y aplicado diferentes metodologías participativas desde los doce grupos teatrales de base, conformados por 500 niños, niñas, adolescentes, jóvenes y algunos adultos, para promover proyectos de vida ligados al arte, la resistencia cultural, la construcción de paz y la reflexión de sus contextos, y así posibilitar una mirada al pasado desde la luz de la memoria crítica.

Ellos y ellas han salido a las calles de sus comunas y municipios para hacer memoria y mapear lugares representativos por medio de mapas parlantes y andantes, colchas de retazos e historias de vida. Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que levantaron estas cartografías han vivido violencias desde el conflicto armado, como la amenaza constante de reclutamiento y el desplazamiento forzado, y otras que se exacerbaron luego del estallido social, como la estigmatización.

A través de relatos escritos, pódcast, fotografías, mapas, videos y docudramas, los nuevos artistas reflexionan en la multimedia sobre la importancia del quehacer artístico, los impactos de la guerra, otras violencias en el territorio, los lugares y recorridos con memoria que han identificado y el plan de replicabilidad que se han propuesto para seguir promoviendo, desde un proceso cultural comunitario, la memoria histórica desde y para los territorios.

Camila Mojica, líder de la iniciativa de memoria histórica «Jóvenes, teatro y comunidad»; Yuranni Forero, coordinadora de la Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH; Lucenith Castillo, coordinadora del programa  «Jóvenes, teatro y comunidad», y Lida Tascón, coordinadora de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación. Foto: Cortesía Jair Cerón.
Camila Mojica, líder de la iniciativa de memoria histórica «Jóvenes, teatro y comunidad»; Yuranni Forero, coordinadora de la Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH; Lucenith Castillo, coordinadora del programa «Jóvenes, teatro y comunidad», y Lida Tascón, coordinadora de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación. Foto: Cortesía Jair Cerón.

Lo anterior se relaciona profundamente con las nuevas apuestas del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y del Gobierno del cambio, como lo señaló Yuranni Forero, coordinadora de la Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH, en el lanzamiento de la multimedia «Jóvenes, teatro y comunidad»: «Tenemos dos grandes desafíos: la transversalización y la territorialización; que el CNMH esté en contacto permanente con el territorio. Tenemos un eslogan-mandato: el territorio habla y el centro escucha. Hay que hacer un trabajo conjunto con las comunidades, hay que seguir fortaleciendo los procesos que se gestan en los territorios. El CNMH tiene que abocarse, desde sus diferentes instancias, a trabajar de manera conjunta para dar respuestas pertinentes y oportunas a las peticiones que nos hacen las comunidades».

Desde el 2020, en plena pandemia, el CNMH ha acompañado a los animadores teatrales y gestores de memoria de Esquina Latina por medio de una metodología pensada y aplicada desde la virtualidad, y mediante el uso de cajas de herramientas viajeras para consolidar la multimedia.

Otro lugar de memoria para Cali

En el marco del lanzamiento de la iniciativa de memoria histórica «Jóvenes, teatro y comunidad», la Alcaldía de Cali, por medio de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación, le entregó a Esquina Latina el reconocimiento como lugar de memoria de Cali «por su valioso aporte a la construcción de la memoria histórica de las comunidades del oriente y la ladera de la ciudad», como lo mencionó Lida Tascón Bejarano, coordinadora de dicha Casa.

Lida Tascón, coordinadora de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación, lee la declaratoria del Teatro Esquina Latina como lugar de memoria de Cali. Foto: Cortesía Jair Cerón.
Lida Tascón, coordinadora de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación, lee la declaratoria del Teatro Esquina Latina como lugar de memoria de Cali. Foto: Cortesía Jair Cerón.

«A partir de su apuesta escénica, [Esquina Latina] aporta a la construcción de nuevos imaginarios de país, de sentidos de vida esperanzadores y espacios de memoria de procesos comunitarios», dijo Tascón. Y agregó: «el aporte de Esquina Latina a la memoria de las comunidades lo convierte en un lugar de memoria porque, además de contribuir a una dimensión espacial que tiene una relación directa con el territorio, involucra una dimensión simbólica y pública para sensibilizar, desde el arte, a la sociedad en general».


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Alejandro Villa, director técnico de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos; Erik Arellana, poeta, documentalista e investigador, y Myriam Loaiza, gestora de acopio de archivos en el exilio del CNMH, luego de la firma oficial de la entrega del archivo.

Erik Arellana entrega su archivo personal al CNMH

Alejandro Villa, director técnico de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos; Erik Arellana, poeta, documentalista e investigador, y Myriam Loaiza, gestora de acopio de archivos en el exilio del CNMH, luego de la firma oficial de la entrega del archivo.

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Alejandro Villa, director técnico de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos; Erik Arellana, poeta, documentalista e investigador, y Myriam Loaiza, gestora de acopio de archivos en el exilio del CNMH, luego de la firma oficial de la entrega del archivo.

Publicado

7 julio 2023


Erik Arellana entrega su archivo personal al CNMH

El documentalista, poeta e investigador entregó al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), a través de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, su trabajo en cinco grandes apartados documentales.

En 1982, entre marzo y septiembre, el escuadrón Muerte a Secuestradores (MAS), con ayuda del F2 de la Policía, detuvo y desapareció forzadamente a trece personas. Ocho eran estudiantes de universidades públicas de Bogotá, acusados de haber secuestrado y asesinado a los hijos del narcotraficante Jáder Álvarez.

Seis años después, en 1988, Erik Arellana tenía 15 años y comenzó a disparar flashes. Él grabó los audios de los testimonios del Caso Colectivo 82 en la Universidad Distrital de Bogotá. De este modo empezó su carrera como documentalista, cubriendo la conmemoración de esos estudiantes desaparecidos por el Estado. Alguien le dijo que había que tomarle foto a todo, y él hizo caso.

De eso han pasado tres décadas y media. Hoy, Erik Arellana también se ha transformado en poeta e investigador. En defensor de derechos humanos no, porque ya lo era y lo sigue siendo, porque no hay otro camino, no hay una forma distinta de entender la vida. Empezó a entenderlo a los 12 años, cuando desaparecieron forzosamente a su madre, Nydia Érika Bautista.

En la alquimia de quien ha vivido el dolor, la ausencia y la catarata de preguntas sin demasiadas respuestas, Erik ha fotografiado, grabado, documentado, escrito, luchado, llorado. Conjugando estos verbos se le han ido casi cuatro décadas, recogidas en casetes, CD, revistas impresas… Los ha juntado y les ha puesto nombre para que resuenen: «Indelebles, lo que no puede borrarse». Ahora, los ha entregado.

En un sencillo y sentido acto, Erik Arellana cedió su archivo personal al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Alejandro Villa, director técnico de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, y Myriam Loaiza, gestora de acopio de archivos en el exilio, recibieron el inventario documental compuesto por cinco apartados: Desaparición forzada, Comunidades indígenas, Memoria con hijos e hijas de crímenes de Estado, Trabajo artístico de memoria con comunidad y Exilio y retorno.

Arellana, durante la firma del acta de entrega de su archivo personal.
Arellana, durante la firma del acta de entrega de su archivo personal.

«Este archivo puede dar grandes aportes a la mirada de los derechos humanos desde varias perspectivas. He acompañado al movimiento social por 30 años como fotógrafo y realizador, y durante 10 años como investigador», señaló Arellana. Esa mixtura le da una dimensión particular al archivo, que incluye documentales, audiovisuales, fotografías, investigaciones, trabajo escrito, entre otros formatos.

 

Arellana precisó que esta entrega la hace ahora al CNMH, y no antes, porque no sintió el respaldo de la anterior administración. «A mi retorno del exilio, en 2017, me lo pidieron, pero al ver la anterior administración me dio miedo». Así que para el CNMH este es un espaldarazo en su nueva etapa, que comenzó el año pasado. «Recién llegados al CNMH, advertimos que uno de los mayores retos sería recuperar la confianza. La forma de hacerlo es aproximándonos a su conocimiento, a su saber», destacó Villa.

Para Loaiza, uno de los grandes aportes del archivo «Indelebles» es ser «el primero en el CNMH sobre exilio y retorno. Es muy significativo porque la gente que ha sufrido el exilio lo quiere borrar, es muy poco lo que encontramos. “Indelebles” quiere dignificar a las personas que han tenido que salir del país y han estado esperanzados en el proceso de paz y en volver a su país, su territorio».

Se espera que, luego del procesamiento técnico y la digitalización de los soportes, el archivo esté disponible digitalmente en un mes. Si bien hay un estado de deterioro importante en algunos medios magnéticos, «podremos recuperar la mayoría», afirmó Loaiza, para que puedan ser consultados en www.archivodelosddhh.gov.co

Erik Arellana, el chico que a los 15 años ya tomaba fotografías en el velorio de Bernardo Jaramillo Ossa, sabe que este acervo documental es esencial. «Fui amenazado por tener documentación de varios casos de derechos humanos, de desapariciones forzadas, así que yo creo que eso debe estar en el CNMH». Su resistencia, convertida en exilio y retorno, en poesía y en investigación, es como el archivo que hoy entrega a Colombia para alimentar todas las memorias todas: es indeleble.


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Veinte jóvenes del programa «Jóvenes, teatro y comunidad» recorrieron la comuna 1 de Cali y visitaron el Parque de la Estatua, un lugar de memoria del sector. Foto: Cortesía Jair Cerón (Esquina Latina)

Jóvenes de Valle y Cauca reescriben con teatro los lugares que habitan

Veinte jóvenes del programa «Jóvenes, teatro y comunidad» recorrieron la comuna 1 de Cali y visitaron el Parque de la Estatua, un lugar de memoria del sector. Foto: Cortesía Jair Cerón (Esquina Latina)

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Veinte jóvenes del programa «Jóvenes, teatro y comunidad» recorrieron la comuna 1 de Cali y visitaron el Parque de la Estatua, un lugar de memoria del sector. Foto: Cortesía Jair Cerón (Esquina Latina)

Publicado

7 julio 2023


Jóvenes de Valle y Cauca reescriben con teatro los lugares que habitan

Un recorrido por las comunas 1 y 18 de Cali, en el marco del lanzamiento de la iniciativa de memoria histórica «Jóvenes, teatro y comunidad», expuso el impacto del trabajo colectivo del Teatro Esquina Latina en diferentes sectores de estos departamentos.

La boda roja cuenta la historia de un quinceañero que acaba en tragedia y está inspirada en Bodas de sangre, de Federico García Lorca. Se trata de una obra que retrata varias de las realidades del barrio Terrón Colorado, en la comuna 1 de Cali. Allí, los problemas entre pandillas se agudizaron y llevaron a sus pobladores a habituarse a la violencia urbana, a las fronteras invisibles, y a los escándalos en El Bar de Nelly y el estadero La Terraza. A la zozobra.

 

 

Dos décadas después de haber llevado a cabo un proceso de paz entre pandillas, la estatua de un Simón Bolívar envuelto en la bandera tricolor nacional, sosteniendo un pergamino con las palabras «Paz y Libertad», mira al horizonte y recuerda que, aunque aún hay una violencia residual —mucho menos intensa—, un acuerdo fue posible en su momento. Alrededor de la figura, veinte adolescentes del programa «Jóvenes, teatro y comunidad», del Teatro Esquina Latina, escuchan la historia de su origen.

El relato se lo sabe de memoria Yury Andrea Marín, una de las animadoras teatrales de «Jóvenes, teatro y comunidad», programa que trabaja por municipios o comunas y que ha aplicado diferentes metodologías participativas desde doce grupos teatrales base. Los grupos están conformados por 500 niños, niñas, adolescentes, jóvenes y algunos adultos, y su objetivo es promover proyectos de vida ligados al arte, la resistencia cultural, la construcción de paz y la reflexión de sus contextos, para posibilitar una mirada al pasado desde la luz de la memoria crítica.

La estatua que le da nombre al parque del barrio Terrón Colorado. Foto: Cortesía Jair Cerón (Esquina Latina)
La estatua que le da nombre al parque del barrio Terrón Colorado. Foto: Cortesía Jair Cerón (Esquina Latina)

«Este parque no era así, no tenía esos colores […]. Terrón Colorado es un barrio que se ve marginado, peligroso, pero uno, que es el que vive aquí, se da cuenta de que no es así», cuenta Marín sobre esta comuna que comenzó, como tantas otras, como una invasión.

El Parque de la Estatua, ubicado en la calle 22 oeste, entre las avenidas 7A y 8A oeste, en el barrio Terrón Colorado (zona de laderas de Cali), es un lugar icónico para la memoria, pues allí las pandillas llegaron a un acuerdo que antes de los años dos mil parecía imposible: sus colores han pintado la esperanza de días mejores para los vecinos del sector, quienes todavía señalan con el dedo las marcas de los días más brutales, como las puñaladas en la puerta de un bar.

 

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Las comunas 1, 13, 14, 15, 18 y 20 de Cali; los municipios de Candelaria, Florida y Pradera, del sur del Valle del Cauca; y los municipios de Buenos Aires, Corinto, Miranda y Puerto Tejada, del norte del Cauca, son los lugares donde han surgido decenas de animadores teatrales formados en el programa «Jóvenes, teatro y comunidad».

Aquella mañana de sábado en que hicimos el recorrido por las comunas 1 y 18, dos decenas de chicos y chicas que hacen parte de esta estrategia de formación conocieron realidades de otras geografías, del hábitat de sus compañeros. Lo que sabían hasta el momento era lo que contaban las obras de teatro que habían visto en escena, como La boda roja o Los reinos de la muerte. Ahora saben otras cosas.

Los jóvenes artistas visitaron diferentes lugares de Cali para entender los procesos territoriales de cada uno de los doce grupos de base del Teatro Esquina Latina. Foto: Cortesía Jair Cerón (Esquina Latina)
Los jóvenes artistas visitaron diferentes lugares de Cali para entender los procesos territoriales de cada uno de los doce grupos de base del Teatro Esquina Latina. Foto: Cortesía Jair Cerón (Esquina Latina)

Una conversación a propósito de la memoria

—¿Qué es la memoria? —les pregunta María Camila Mojica a los jóvenes que la acompañan en el recorrido.

—Lo que se conserva a través del tiempo.

—Inmortalizar algo.

—Recordar algo.

—¿El actor para qué usa la memoria? —pregunta ella de nuevo.

—Para recordar los libretos.

—Para contextualizar las historias.

En ese parque de colores, la memoria empieza a entretejerse más claramente con el teatro, la cartografía del conflicto armado y las violencias que propone el programa de formación del Teatro Esquina Latina. Mojica toma las repuestas de los artistas y empieza a conectarlas, a darles un sentido colectivo. Ella es la líder de la iniciativa de memoria «Jóvenes, teatro y comunidad» que impulsó la compañía de teatro caleña, iniciativa que apoyó el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y que tuvo como resultado la construcción de una multimedia donde reposa el proceso de la cartografía de memoria que propone Esquina Latina.

«La memoria es el baúl del que el actor bebe para construir arte», dice Mojica. Agrega que «la convivencia, que se necesita en el teatro, también es necesaria para crear acuerdos de paz, para lograr otras formas de habitar el territorio». Las actitudes y aptitudes que se requieren en el quehacer teatral son las mismas que se necesitan para la construcción de paz, para los acuerdos comunitarios e, incluso, para la memoria colectiva. Lo que los jóvenes hacen sobre el escenario —los pactos que los mantienen unidos como grupo— son un ejemplo, a pequeña escala, de la convivencia. Su talento tiene otra dimensión, aún más profunda: su habilidad en el proscenio los acerca a la paz. Su historia colectiva reescribe la narración de los lugares convulsos de donde vienen, donde habitan. Cada escena es un nuevo comienzo.


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Archivo de Derechos Humanos, CNMH, Liverpool, Reino Unido

La Comisión de la Verdad y la Dirección de Archivo de los DDHH del CNMH realizan el READH

Visita de la Universidad de Liverpool al Archivo de Derechos Humanos del CNMH

De izquierda a derecha: Claire Taylor, Gilberto Villa, Myriam Loaiza, Cecilia Acosta y Patricia Barrera

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De izquierda a derecha: Claire Taylor, Gilberto Villa, Myriam Loaiza, Cecilia Acosta y Patricia Barrera

Publicado

5 julio 2023


Visita de la Universidad de Liverpool al Archivo de Derechos Humanos del CNMH

La vicedecana de la universidad inglesa y su equipo exponen posibilidades de articulación con el CNMH.

En una visita de intercambios, el 15 de marzo de 2023 la Dirección de Archivos de los Derechos Humanos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) recibió en sus instalaciones a la profesora Claire Taylor, Vicedecana adjunta de Investigación de la Facultad de Historias, Lenguas y Culturas del Departamento de Lenguas, Culturas y Cine; y a Patricia Barrera y a Cecilia Acosta, investigadoras del proyecto Memoria, Víctimas y Representación del Conflicto Colombiano, liderado por la Universidad de Liverpool, Reino Unido.

 Ellas han desarrollado procesos de reconocimiento y reivindicación de víctimas del conflicto armado colombiano —especialmente de mujeres—, que hacen parte de organizaciones sociales como la Ruta Pacífica de las Mujeres, la Organización Femenina Popular-OFP, la Corporación ZOSCA, la Fundación GUAGUA y la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales. El trabajo de la profesora Taylor y de las investigadoras Barrera y Acosta ha estado concentrado en la investigación desde la voz de las víctimas y en la construcción participativa de piezas museísticas y técnicas de archivo, desde la visión de las personas que han sufrido daños por el conflicto y desde sus necesidades en materia de memoria, verdad y reparación integral. 

En el encuentro, el director de Archivos de los Derechos Humanos del CNMH, Gilberto Villa, expuso las principales estrategias de territorialización que se están construyendo, tanto a nivel nacional como internacional, además de las relacionadas directamente con el Archivo de los Derechos Humanos. A su vez, Claire y su equipo mencionaron el trabajo realizado en territorio y las posibilidades de articulación con diferentes áreas del Centro Nacional de Memoria Histórica y con su Dirección de Archivos de los Derechos Humanos. A su vez, la profesora e investigadoras hicieron entrega del Calendario «Un Museo Para Mí», producto de su colaboración con Mujer Diáspora, una organización que representa a las mujeres colombianas exiliadas en el Reino Unido.

De esta alianza estratégica derivarán acciones conjuntas que conducirán a renovar y a potenciar la presencia del CNMH en el territorio nacional y abrirá puertas en el Reino Unido para procesos de archivo con víctimas del conflicto armado en el exilio, organizaciones sociales u organismos internacionales.


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: El más reciente taller se realizó en la Biblioteca de la Universidad de La Salle, en Bogotá.

Bibliotecas: espacios para la apropiación social de la memoria histórica

: El más reciente taller se realizó en la Biblioteca de la Universidad de La Salle, en Bogotá.

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El más reciente taller se realizó en la Biblioteca de la Universidad de La Salle, en Bogotá.

Publicado

5 julio 2023


Bibliotecas: espacios para la apropiación social de la memoria histórica

  • El Gobierno del cambio, a través de los «Talleres Centro de Interés» que promueve el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), busca continuar con la apropiación social de las memorias del conflicto en bibliotecas universitarias, comunitarias y públicas del país.

En el libro Medellín, memorias de una guerra urbana se relata cómo «las bibliotecas no solo fueron un lugar alternativo frente a la violencia, sino que literalmente se convirtieron en lugares de refugio en medio de la guerra». Ejemplo de ello es la Biblioteca Comfenalco Centro Occidental en la comuna 13 de Medellín, que es considerada un lugar de resistencia por dos razones: primero, por permanecer abierta y funcionando a pesar de los fuertes enfrentamientos entre grupos armados de la más diversa procedencia y, segundo, por ofrecer una alternativa de vida y ofrecer protección a la población civil en medio de las violencias y los combates.

Habitantes de la comuna 13 recuerdan que los bibliotecarios no solo mantuvieron abierta esta biblioteca, sino que llevaron a cabo acciones de resistencia como «cerrar las puertas para evitar que los combatientes entraran, ubicar un lugar seguro debajo de las escaleras para resguardase, llamar a las casas de los niños para avisar que estaban a salvo, abrazar a los usuarios para tranquilizarlos, presentar películas infantiles con el volumen alto para evitar que los niños escucharan los enfrentamientos y así aislarlos de la situación».

Como en la comuna 13, decenas de bibliotecas comunitarias en Colombia han sido verdaderos refugios y escenarios para conversar, escuchar, divertirse, aprender, soñar y darle vuelo a la imaginación y la creatividad de comunidades e individuos agobiados por la guerra.

Ella es Nartyjulieth Vásquez Quijano, integrante del equipo de la Biblioteca Especializada de la Dirección de Archivos del CNMH y encargada de los Talleres Centro de Interés.
Ella es Nartyjulieth Vásquez Quijano, integrante del equipo de la Biblioteca Especializada de la Dirección de Archivos del CNMH y encargada de los Talleres Centro de Interés.

Considerando este potencial de las bibliotecas como espacios de encuentro, resistencia e intercambio ciudadano, desde el 2021, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) promueve y realiza los Talleres Centro de Interés, cuyo propósito es potenciar la circulación y apropiación social de la memoria histórica del conflicto armado en bibliotecas comunitarias, escolares, públicas y universitarias.

En las bibliotecas, los centros de interés son fondos de conocimiento que están separados del resto de la colección y que contienen materiales audiovisuales y bibliográficos de una temática específica. Estos recursos se presentan a los usuarios de maneras alternativas a las convencionales para promover su apropiación y conocimiento. Es por esta razón, que se busca que cada vez más centros de interés dedicados a las memorias de la guerra y los profesionales que se ocupan de estos centros esten capacitados no solo para diseñarlos y promoverlos, sino también para acompañar a los usuarios en la aproximación a las verdades de la guerra.

El más reciente de los talleres tuvo lugar el pasado 23 de junio en la Biblioteca de la Universidad de La Salle, en Bogotá. Allí se dieron cita varios bibliotecólogos, promotores de lectura, mediadores, entre otros profesionales. Intercambiaron ideas para que estudiantes y la comunidad universitaria en general puedan acceder, de manera cuidadosa, ética y responsable, a documentos, libros, producciones audiovisuales y otros materiales que contienen las memorias del conflicto armado.

A través de diferentes estrategias, los profesionales de la Biblioteca de la Universidad de la Salle ya promueven la circulación de la memoria histórica entre la comunidad universitaria.
A través de diferentes estrategias, los profesionales de la Biblioteca de la Universidad de la Salle ya promueven la circulación de la memoria histórica entre la comunidad universitaria.

Nartyjulieth Vásquez Quijano, integrante del equipo de Biblioteca Especializada de la Dirección de Archivos del CNMH, cuenta que algunas bibliotecas —como la de la Universidad de La Salle— proponen ejercicios interesantes que consisten en motivar a jóvenes becarios de diferentes regiones del país a impulsar procesos de promoción de lectura en sus lugares de origen. «En este tipo de prácticas, que desbordan el carácter estrictamente académico de una biblioteca, encontramos una gran oportunidad para propiciar diálogos ciudadanos alrededor de las memorias del conflicto», apunta Vásquez.

La gran apuesta —añade Juan Carlos Sierra Escobar, director de Bibliotecas de las Universidad de La Salle— es potenciar la vitalidad social de la biblioteca. «Estos son lugares vivos que se inscriben en contextos y realidades políticas particulares y que, por tanto, deben dar respuestas a las preguntas de las comunidades y, en particular, a las inquietudes sociales por la memoria histórica», concluye Sierra.


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La Comisión de la Verdad y la Dirección de Archivo de los DDHH del CNMH realizan el READH

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Publicado

30 junio 2023


La Comisión de la Verdad y la Dirección de Archivo de los DDHH del CNMH realizan el READH

El Registro Especial de Archivos de los Derechos Humanos READH contribuye a saber cuáles son y dónde están los archivos referidos a las graves manifestaciones y violaciones de los derechos humanos e infracciones al DIH.

El Centro Nacional de Memoria Histórica, por medio de su Dirección de Archivo de los Derechos Humanos (DADH) y su Estrategia READH y Territorialización realizó durante abril y mayo de 2023 el proceso de entrega del Registro Especial de Archivo de Derechos Humanos a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV), actualmente en Liquidación. Los registros se realizaron en el marco del proceso de transferencia de la información que adelanta la Comisión de la Verdad en Liquidación, mediante un convenio suscrito entre la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y el Archivo General de la Nación (AGN). Es así que mediante comunicación oficial, la DADH hizo entrega de los registros a la CEVL y a las dos entidades que participaron en dicho convenio.

El Registro Especial de Archivo de Derechos Humanos, READH, permitió identificar, localizar, caracterizar y describir toda la producción documental de la Comisión de la Verdad, a partir de la sistematización de 33 registros correspondientes a las dependencias que produjeron archivos de derechos humanos. Con la implementación del Registro Especial de Archivo de Derechos Humanos – READH se cumple con la medida de protección para los archivos de derechos humanos que estipula el Protocolo de Gestión Documental, y se efectúa como medida de satisfacción de los derechos de las víctimas y de cumplimiento del deber de memoria del Estado.

El proceso del READH también permite que todo el trabajo realizado por la Comisión de la Verdad en los años de su funcionamiento pueda fortalecer los procesos y las estrategias de acopio, procesamiento técnico y consulta de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos del CNMH y de las otras direcciones técnicas. Asimismo, se espera que una fracción de la documentación relacionada con los derechos humanos pueda ser parte del Archivo Virtual de los Derechos Humanos en cumplimiento de las medidas de satisfacción que la Ley 1448 de 2011 contempló para el Centro Nacional de Memoria Histórica como parte de la reparación simbólica hacia las víctimas del conflicto armado.


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Cuatro talleres dictó el CNMH durante el Arte Fest. En ellos participaron más de 60 niños, niñas y adolescentes de diferentes parte de Colombia.

Mirarse a los ojos y reescribir la historia, la propuesta de los talleres del Arte Fest

Mirarse a los ojos y reescribir la historia, la propuesta de los talleres del Arte Fest

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CNMH

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Cuatro talleres dictó el CNMH durante el Arte Fest. En ellos participaron más de 60 niños, niñas y adolescentes de diferentes parte de Colombia.

Publicado

26 junio 2023


Mirarse a los ojos y reescribir la historia, la propuesta de los talleres del Arte Fest

El Centro Nacional de Memoria Histórica, a través de sus estrategias de Pedagogía y Comunicaciones, llevó al festival de Barranquilla cuatro talleres de construcción de paz y memoria histórica. Así transcurrió la jornada.

Aunque era de día, las luces artificiales empezaron a aparecer. El mapa de Colombia, contorneado con extensiones de pequeñas lucecitas, comenzó a iluminarse con velas que destellaban en azul, fucsia, morado y amarillo. Cada uno, a su tiempo, contaba de dónde había llegado, qué le recordaba ese lugar, e intentaba ubicarlo con su vela en el mapa dibujado en el piso.

«Gracias por estar aquí, por el viaje que hicieron. Gracias por su presencia». Así, Paola Camargo, del equipo de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), le daba la bienvenida a los 20 chicos y chicas que, en el suelo, respiraban lentamente. De fondo, sonaba la guitarra y la voz de Martha Gómez desde un reproductor:

Para el viento, una cometa
Para el lienzo, un pincel
Para la siesta, una hamaca
Para el labio, un pastel
Para el silencio, una palabra
Para la oreja, un caracol
Un columpio para la infancia
Y al oído un acordeón
Para la guerra, ¡nada!

Lucho llegó de Momil, Córdoba; Pipe de Sabanalarga, Atlántico; Alejandro vino de Yacopí, Cundinamarca; Michelle desde El Bagre, Antioquia; Ivanna de Cereté, Córdoba; Karen de Caparrapí, Cundinamarca… Juntos pintaron un mapa de luz, escucharon —incluso por primera vez— acerca de los lugares de origen del otro y reconocieron su diversidad.

De eso se trató el taller de «Construcción de paz», uno de los tres que, simultáneamente, las estrategias de Pedagogía y Comunicaciones del CNMH dictaron en el marco del Arte Fest, a los niños, niñas y adolescentes participantes de este festival.

«La paz la construimos en diversidad», continuó Camargo, luego de la presentación de cada participante, después de conocerse. «Tener paz implica tener diálogos con imposibles», agregó la funcionaria, quien dejó varias preguntas en el aire para responderlas internamente: ¿a quiénes me cuesta escuchar?, ¿estoy dispuesta a tener un diálogo con un imposible?

Luego vinieron las miradas a los ojos. El ejercicio de caminar y soltarse, y luego detenerse cuando la facilitadora del taller lo pedía, cuando era tiempo de quedar como estatuas, también era tiempo de quedar de frente, sosteniendo la mirada, a un desconocido. «Las miradas nos permiten conectar con otras personas. La construcción de paz viene de reconocer al otro». 

 

Dos pisos abajo, los talleres de «Juventudes, artes y memorias» y «Criminalización y resistencias» también seguían su curso. En el primero, usaron el arte dramático para expresar sus ideas sobre la vida, la libertad y la felicidad. En el segundo, hablaron sobre las apuestas de los jóvenes y sus memorias a partir de los sonidos de las violencias y las movilizaciones sociales.

: Cuatro talleres dictó el CNMH durante el Arte Fest. En ellos participaron más de 60 niños, niñas y adolescentes de diferentes parte de Colombia. : Cuatro talleres dictó el CNMH durante el Arte Fest. En ellos participaron más de 60 niños, niñas y adolescentes de diferentes parte de Colombia.

Era una nueva piragua…

Esta no era la piragua de Guillermo Cubillos, al menos no como la conocemos. Era una piragua nueva, reescrita por casi 45 participantes de Arte Fest. «Me contaron los abuelos que hace tiempo…», dice la primera estrofa de la composición del mítico José Barros. La cosa era así: reescribir eso que los abuelos nos contaron, incluidos los barullos y dolores del conflicto armado. Cambiar la letra y el ritmo, incluso el baile. Transformarla de cumbia a bullerengue. Hacerla armonizar con la danza del son de negro de Santa Lucía, Atlántico. Hacer que funcionara, darle un nuevo sentido. Esa era la otra propuesta del CNMH, a través de su Estrategia de Pedagogía, que propuso la actividad en el día dedicado a los talleres.

Luego de más de cuatro horas de pruebas a ensayo y error, ajustes de acordes y melodías, ensamble en los movimientos, la nueva piragua empezó a remar. En el calor insoportable de la tarde de Barranquilla, sensación térmica de 45°, como si navegara sobre el mismo Magdalena, la reinterpretación fluyó. Aquí los compositores, allá los músicos, acá los bailarines. Agua para la tregua, sombra para las danzantes en pollera, y un repetir interminable para hacerlo perfecto.

Sobre las ocho de la noche, con una temperatura mucho más llevadera, la nueva piragua nació oficialmente. Más de 500 personas en el público escucharon la historia del reclutamiento forzado de menores, de los cuentos oscuros de las anteriores generaciones, de una guerra que no afloja.

Ahora se rema sobre la piragua para darle otro rumbo. Así como se reescribió su historia esa tarde caliente, se podrá seguir adaptando hasta que el final sea el que nos guste. Más de 600 niños, niñas y adolescentes, reunidos en un barrio remoto de Barranquilla, lo han descubierto.


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Arte Fest: 610 artistas colombianos cantan, bailan y actúan la «Paz total»

Arte Fest: 610 artistas colombianos cantan, bailan y actúan la «Paz total»

El Arte Fest se llevó a cabo del 16 al 19 de junio en el barrio Villas de San Pablo, en Barranquilla.

Autor

CNMH

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El Arte Fest se llevó a cabo del 16 al 19 de junio en el barrio Villas de San Pablo, en Barranquilla.

Publicado

26 junio 2023


Arte Fest: 610 artistas colombianos cantan, bailan y actúan la «Paz total»

  • En la tercera edición de este festival, liderado por Asodesvisa, en Barranquilla, se reunieron centenares de artistas de Colombia para demostrar cómo sus puestas en escena siguen narrando la guerra y sus sombras, pero también la esperanza.

Llegaron de todas partes, de cerca y de muy lejos. Desde las costas del Pacífico, del Bajo Cauca, del altiplano cundiboyacense, de la sabana costeña, del Canal del Dique… A algunos les tomó 36 horas en bus, a otros apenas un parpadeo en un trayecto de no más de dos vueltas al reloj.

Llegaron a poblar un colegio gigante donde otros niños, niñas y adolescentes, como ellos y ellas, reciben clases. Lo convirtieron en una gran vecindad donde subían y bajaban, durante ese fin de semana, con toallas en la mano, cepillos de dientes y crema dental; con la pollera rosada colgada sobre el antebrazo y el sombrero de ala ancha cubierto con papel de colores.

Hicieron de los salones de clase sus habitaciones y patios de ensayo. Arrinconaron sillas y maletas, inflaron colchones e improvisaron un campamento impensado: un pelotón de bailarines, músicos, actores y actrices. Una legión de 610 artistas.

El Arte Fest es a todo o nada. Es un festival gestado y alojado en Villas de San Pablo, un barrio del suroccidente de Barranquilla mayoritariamente poblado por familias que debieron desplazarse forzosamente, y que hoy habitan viviendas de interés social. Con apenas tres ediciones, el festival, organizado por la Asociación para el Desarrollo Social Villas de San Pablo (Asodesvisa), está lejos de estar en el radar de los eventos culturales de la ciudad. Ni qué decir del fastuoso Carnaval de Barranquilla.

 
 
 
 
 
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El Arte Fest se aferra a los apoyos institucionales del sector de la inclusión social —como el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) o la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV)— y a programas de concertación, como los del Ministerio de Cultura, para echar a volar. Con el fin de dimensionar lo que se ha logrado, vale la pena considerar lo que falta: condiciones más dignas para el arte. Se espera que bailar en una tarima frente a 600 niños, niñas y jóvenes no sea un reto colosal, sino un disfrute total.

Los nuevos símbolos, las nuevas instituciones

Los nuevos símbolos, las nuevas instituciones

El primero de los conversatorios del Arte Fest giró en torno a la necesidad de apoyo y de acompañamiento constante. Al escenario del Polideportivo de Villas de San Pablo se subieron para hablar, en mecedoras, los invitados a la conversación. En primer lugar, dialogaron los representantes de las entidades estatales y otras instituciones: María Gaitán, directora del CNMH; Sonia Londoño, subdirectora de la Unidad para las Víctimas; Mauricio Sarmiento, del Ministerio del Interior; María Vicenta Moreno, directora de Fomento Regional del Ministerio de Cultura; Paola Eljaik, líder y gestora social, y Walter Hernández, artista y comunicador, cofundador de Vokaribe Radio y Systema Solar.

Gaitán fue la primera en intervenir en el panel «Paz total desde una perspectiva cultural».

Gaitán fue la primera en intervenir en el panel «Paz total desde una perspectiva cultural». La directora del CNMH dejó claro que la gran respuesta a la participación de la cultura en esta política de Estado «se da en esta mecedora […]. El gran poder que tenemos como colombianos es nuestra diversidad y las resistencias. Estas mecedoras arrullan los relatos de nuestros ancestros, que cuentan lo que estamos viendo hoy en expresiones fantásticas, dramáticas, que han permitido que el pueblo resista», porque, como también aseguró Gaitán, el territorio canta, baila, teje, conversa, reclama.

La directora del CNMH invitó al público a escucharse entre sí: «Hemos sido un país profundamente dividido, y en este escenario estamos sentados por agrupaciones, por los grupitos con los que vinimos. Cuando empecemos a mezclarnos, ahí es que estamos empezando a entendernos».

Esa riqueza que se junta, que se mezcla, es evidente desde la cabeza: en la diversidad de sombreros que tenemos en Colombia y que se alzan sobre uno y otro, provenientes de todas las regiones. Y es que en este Gobierno del cambio la diversidad se expresa en el vestir, no se homogeniza en un protocolo, como lo señaló Walter Hernández, moderador del conversatorio: «Ya no vienen acá con camisa blanca ni zapatos blancos», a lo que el público aplaudió con fuerza.

«Ese Ministerio de Cultura siempre estuvo ausente, no creíamos en nada de lo estatal», afirmó María Vicenta Moreno, funcionaria de dicha cartera. Ahora, el discurso da la vuelta, y ese misterio «se está enfrentando a unas estructuras sistemáticas que no permiten que avancemos». La tarea, entonces, es desaprender lo establecido y garantizar formas prácticas y reales de llegar a los territorios porque, como afirmó Sonia Londoño, de la UARIV, «ustedes nos han demostrado que hay otras formas de sanar desde la cultura».

El arte, ni precarizado ni romantizado: político

El arte, ni precarizado ni romantizado: político

Antes de finalizar el primer momento de diálogo e intervenciones, un gestor cultural y director de grupos folclóricos del corregimiento de La Paila, en el municipio de Zarzal, Valle del Cauca, subió a la tarima para agradecer la titánica labor de José Eduardo Arrieta, director del Arte Fest, e hizo un llamado a la necesidad de volver la vista sobre los grupos congregados en esa mañana; sobre los cientos de niños, niñas y adolescentes que sortean condiciones adversas de transporte y estadía para reunirse e intercambiar experiencias en torno a la danza, la música, las artes escénicas. «Estuvimos 36 horas viajando en un bus para llegar acá. Nos merecemos condiciones más dignas para la cultura», exclamó.

La segunda parte del conversatorio «Paz total desde una perspectiva cultural» trató justamente sobre esta idea: es necesario hacer un llamado colectivo desde el arte y la cultura, pero sobre todo es imperativo trabajar desde lo institucional y sistemático para cambiar estas nociones.

«La paz no puede ser el silencio de los oprimidos». Así de fuerte y así de alto habló Magdalena Moreno, lideresa, cantadora y activista de Santander. Para ella, su lucha transformadora como mujer trans y negra vale la pena en espacios como el Arte Fest, que resulta transgresor y disruptivo, amplio y diverso, y le responde a la pompa y al derroche que suele haber en otros escenarios culturales de mayor bagaje y alcance. «Ya hay transformación con venir acá, algunos 24 horas, otros 36 viajando», expuso Moreno.

Escenarios como el Arte Fest le dan un sentido político al arte, que no puede ser romantizado desde la precariedad con la que suelen trabajar las iniciativas culturales. «Las artes también tenemos dignidad, y esa dignidad la tenemos que buscar, no romantizando la pobreza, sino reclamando el lugar que nos merecemos», agregó la cantadora, antes de entonar con fuerza una de sus composiciones.

Arte Fest: 610 artistas colombianos cantan, bailan y actúan la «Paz total»

Una vez finalizó el conversatorio, las presentaciones volvieron a la tarima para que el arte siguiera haciendo lo que sabe hacer. Desde Lorica y Cereté, en Córdoba, llegó un bullerengue que contó sus dolores: los desplazamientos, el reclutamiento, la desaparición forzada. Desde Necoclí resonó una canción, entonada por el grupo El Totumo Encantado, sobre los días oscuros de la guerra. Si hacer del sufrimiento una canción no resulta transformador, acaso ¿qué lo podrá ser? Esa tiene que ser la «Paz total»: hacer posible lo imposible. 


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Jardín de Hierbas para la Memoria

Jardín de hierbas para la memoria de San Andrés de Pisimbalá

Jardín de hierbas para la memoria

Catálogo

Jardín de hierbas para la memoria de San Andrés de Pisimbalá


Este catálogo sintetiza el trabajo realizado en el marco del PIRC San Andrés de Pisimbalá, sujeto de reparación campesina ubicado en Inzá, Cauca, con cuyos habitantes se concertó la realización del JARDÍN DE HIERBAS PARA LA MEMORIA. Este es un lugar de memoria extendido en el territorio que se integra a través de una ruta expositiva por cuatro veredas del corregimiento: San Andrés Centro Poblado, El Parque, Segovia y Brisas de Ullucos.

A través de este recorrido se narran los hechos sucedidos en el marco del conflicto armado, con ilustraciones y fotografías que resignifican aquellos lugares de terror en donde fueron asesinadas personas a causa de la guerra en este territorio, pero en los que la comunidad busca, a través de plantas medicinales, sanar el dolor vivido y que su memoria perdure como representación de un pueblo lleno de dignidad y resistencia.


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Las sobrevivientes que participaron en el informe La verdad de las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, en el departamento de Bolívar.

«¡Estoy viva!»: un grito de resistencia a la violencia sexual en el conflicto armado

Las sobrevivientes que participaron en el informe La verdad de las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, en el departamento de Bolívar.

Autor

CNMH

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Las sobrevivientes que participaron en el informe La verdad de las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, en el departamento de Bolívar.

Publicado

20 junio 2023


«¡Estoy viva!»: un grito de resistencia a la violencia sexual en el conflicto armado

  • En el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, el CNMH y la Ruta Pacífica de las Mujeres recuerdan las marcas imborrables que dejó esta práctica en las víctimas y cómo ellas han encontrado la manera de sobrevivir.

En una vereda en Bolívar, un grupo de mujeres encontró refugio en el deporte para olvidarse de los problemas ocasionados por el conflicto armado. Dunia León, coordinadora de la Ruta Pacífica de las Mujeres en ese departamento, expuso que «ellas se juntaron y armaron equipos de fútbol sin saber jugar, solo para estar juntas». 

Al menos 30 mujeres se tomaron dos o tres calles del corregimiento de San José del Playón, de 2:00 a 5:00 de la tarde, tras vivir el conflicto, especialmente desde 1989. «Después de las seis ya no podíamos estar afuera —explicó una de ellas ante la Ruta—. Como todas éramos adultas y teníamos marido, teníamos que ir a atender la cocina». 

Durante esas tres horas, se dedicaron al deporte para distraerse y, quizá, sin saberlo, también fue un tiempo para resistir. «El saludo de ellas era una manera de darle ánimo a las otras», precisó Dunia León en entrevista con el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Cada que llegaba una mujer a esas calles se decía la una a la otra: «¡Estoy viva!».

Ese tejido colectivo quedó registrado en el informe La verdad de las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, que se basa en la experiencia de más de mil voces afectadas por la guerra. Está compuesto por dos tomos y una versión resumida que salió a la luz en 2013. Fue una iniciativa de la Comisión de Verdad y Memoria de la Ruta Pacífica de las Mujeres. 

 
 
 
 
 
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«En principio, pareció una idea muy loca porque estábamos en pleno conflicto», manifestó la coordinadora de Bolívar. A pesar del miedo y el silencio que imperaba por la presencia de los actores armados, se propusieron recoger esas memorias de las mujeres. «Veíamos que su situación no era visibilizada —detalló Dunia—. Eran mostradas como una víctima secundaria: eran la esposa, la madre o la hija, pero no se contaba lo que les pasaba directamente».

Violencia sexual en el conflicto armado

En el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, el CNMH y la Ruta Pacífica de las Mujeres recuerdan los estragos que ha dejado esta práctica en la vida, la memoria y los cuerpos de las víctimas. En el informe mencionado, algunas de ellas narraron las experiencias que las llevaron a ser utilizadas como botín de guerra.

«Los paramilitares hicieron conmigo lo que quisieron», afirmó una víctima de San Miguel (Putumayo) a la Ruta y mencionó que sufrió ataques físicos con «machete, de darme por todas las costillas». Después, fue violada por cuatro o cinco personas, dejándola «como nuestro señor Jesucristo, prácticamente amolada, prácticamente vuelta nada».

León comentó que al principio las mujeres no se atrevían a exponer lo que les había pasado a nivel sexual porque consideraban que era una práctica que no se puede probar y que, en el fondo, impera un manto de vergüenza. A pesar de su silencio, las consecuencias sí fueron más profundas, pues también afectó a los más cercanos a ellas.

Lea también: «La guerra me volvió una mujer de cuatro letras»: Mary Luz López.

Una mujer le dijo a Dunia que su esposo tuvo que presenciar la violencia sexual que sufrió: «lo amarraron para que viera cuando varios la estaban violando y, desde ahí, él nunca quiso volver a tener relaciones con ella». De acuerdo con León, ese actuar fue una ofensa a su hombría y a su virilidad, ya que al ser «accedida carnalmente por otros, le quitaba ese privilegio del que era dueño en primer lugar».

De esa forma, el patriarcado que impera en la guerra termina cobijando a todos. «A algunas mujeres las violaban y luego las mandaban a cocinar para después violar a sus hijas», recordó la vocera de la Ruta. Destacó que la militarización en los pueblos exacerbó ese tipo de violencias con la presencia de los grupos armados legales e ilegales que, muchas veces, trabajaron juntos.

Comisión de Verdad y Memoria: un bastón para las mujeres

Las sobrevivientes que participaron del informe La verdad de las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, en el departamento de Bolívar.
Las sobrevivientes que participaron del informe La verdad de las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, en el departamento de Bolívar.

En el conflicto armado, los perpetradores transmitieron un mensaje de dominación a través de los cuerpos de las mujeres. Ese terror se perpetuó en el tiempo y, por eso, a las víctimas les costó mucho tomar fuerza y alzar la voz. Eso lo expuso la Ruta cuando recogió sus voces, debido a que muchas de ellas no se atrevieron a manifestar la violencia sexual que vivieron.

En 2011 y 2012, la Comisión de Verdad y Memoria escuchó a mil mujeres, de las cuales el 13 % sufrió de violencia y tortura sexual; sin embargo, Dunia León resaltó que el porcentaje es mucho mayor. «En ese momento muchas no se atrevían a hablar, pero luego, con los procesos que se hicieron, hablaron más abiertamente», añadió.

Las experiencias recogidas en dicho informe llegaron a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV); incluso, impulsaron a otras a contar su historia. La coordinadora cree que «esas mil víctimas fueron un bastón para que otras mujeres se anexaran a los procesos y luego decidieran dar su testimonio a la CEV».

Expresar lo que les pasó es uno de los primeros pasos para resistir y afrontar el conflicto armado, pero no solo se quedan allí. «Ellas se dieron cuenta de que solas les iba peor y que es necesario organizarse para apoyarse con más fuerza», indicó León. El tiempo les ha dado a las mujeres la capacidad de recrear tejidos colectivos y, para Dunia, «eso ha hecho que sobrevivan». 

En la guerra, los violentos —como ella nombra a los actores armados— no solo enviaban mensajes de terror, sino que se aseguraban de quitarles la dignidad a las mujeres violándolas. Ellos saben que «una mujer con dignidad es una mujer que levanta la voz»; ahora, muchas de ellas también lo reconocen y resuenan desde la colectividad. 

 


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