Categoría: Noticia

La Memoria Vive Y Resiste

Boletín de prensa 9 de abril 2024

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

17 de marzo 2024


«La memoria vive y resiste»: Colombia conmemora el 9 de abril, Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado

Bogotá D.C., Colombia, 17 de marzo de 2024

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) reconoce la memoria como la brújula del futuro para construir una paz duradera en el territorio colombiano. Con ocasión del 9 de abril —Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado— nos sumamos a las luchas y resistencias que construyen un camino hacia la reconciliación.

El CNMH escuchará Todas las memorias, todas, en medio de la diversidad de voces, testimonios, resistencias y memorias que caracterizan a Colombia. Por tal razón, el próximo martes 9 de abril seremos el megáfono de las historias que provienen de cada vereda, pueblo, barrio y ciudad.

Bajo la premisa «La memoria vive y resiste», convocamos a la sociedad colombiana a unirse a la conmemoración del Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado. Así pues, los invitamos a levantar sus voces desde cada rincón del territorio.

Desde el CNMH los escucharemos y seguiremos reflexionando sobre el valor de los procesos de memoria y su papel en la construcción de paz total. Próximamente, compartiremos la programación completa para conmemorar este 9 de abril.


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Comunicado a la opinión pública

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha acompañado cuatro procesos con las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para conocer sus experiencias y afectaciones en el marco del conflicto armado colombiano.

La fuerza pública también contribuye a la construcción de memoria histórica con el CNMH

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha acompañado cuatro procesos con las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para conocer sus experiencias y afectaciones en el marco del conflicto armado colombiano.

CNMH, construcción de memoria histórica, Fuerza Pública, Fuerzas Militares, Iniciativas de Memoria, Policía Nacional

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El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes abre la convocatoria para el Programa Nacional de Estímulos 2024, Programa Nacional de Estímulos 2024, Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, READH.

Ya está abierta la convocatoria para el Programa Nacional de Estímulos 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes abre la convocatoria para el Programa Nacional de Estímulos 2024

Publicado

1 Marzo 2024


Ya está abierta la convocatoria para el Programa Nacional de Estímulos 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes

-La convocatoria cerrará el próximo 5 de marzo de 2024 y destinará 240 millones de pesos a nueve propuestas enfocadas en gestión de archivos fotográficos, sonoros, étnicos y de derechos humanos.

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), desde la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, le informa a la opinión pública que ya está abierta la convocatoria para participar en el Programa Nacional de Estímulos 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.

El CNMH hace un llamado especial a las organizaciones, entidades, líderes y lideresas que han participado en el Registro Especial de Archivo de Derechos Humanos (READH). El programa destinará 240 millones de pesos a nueve propuestas enfocadas en el rescate, organización, preservación, conservación y circulación de archivos fotográficos, sonoros, étnicos y de derechos humanos.

La convocatoria cerrará el 5 de marzo de 2024. Estas son las cuatro modalidades de becas en las que pueden participar: 

 

  1. Beca de Gestión de Archivos Fotográficos: Su objetivo es asegurar el rescate de colecciones fotográficas en soportes análogos fotoquímicos con valores históricos y estéticos en riesgo de desaparecer. Proyectos de inventario, organización, descripción, restauración o digitalización serán apoyados. La beca entregará 2 estímulos por 20 millones de pesos cada uno.
  2. Beca de Gestión de Archivos Sonoros: Esta beca respalda la preservación, conservación y circulación de colecciones sonoras nacionales, privadas o institucionales en riesgo de desaparecer. La beca entregará 1 estímulo por 20 millones de pesos.
  3. Beca de Gestión de Archivos Étnicos: Está dirigida a la organización, conservación y preservación de archivos que contengan información relevante sobre grupos étnicos colombianos. Pueden ser archivos de grupos étnicos o de investigadores, organizaciones y personas naturales. La beca otorgará 3 estímulos por 30 millones de pesos cada uno.
  4. Beca de Gestión de Archivos de Derechos Humanos: Esta beca apoya la organización, conservación y preservación de archivos de derechos humanos pertenecientes a organizaciones de la sociedad civil, colectivos, ONG e investigadores. Entregará 3 estímulos por 30 millones de pesos cada uno.

 

Para conocer más información, consulte la página del Archivo General de la Nación que detalla las condiciones para participar en el Programa Nacional de Estímulos 2024. Recuerde que este año la postulación de las propuestas deben hacerse a través del aplicativo dispuesto por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en https://estimulos.mincultura.gov.co/#/home.

 

La Dirección de Archivo de los Derechos Humanos reitera su agradecimiento con las comunidades y organizaciones que han participado en el READH. Desde el CNMH, estamos comprometidos en darle alcance a esas iniciativas que siguen enriqueciendo la labor de la protección de los derechos humanos. 

 

 


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Las comunidades afrodescendientes de la región de la cuenca del río Cacarica todavía recuerdan la Operación Génesis, ejecutada entre el 24 al 27 de febrero de 1997 ��️ La ofensiva fue una acción coordinada entre paramilitares y el Ejército Nacional, quienes desplazaron alrededor de 3500 personas.

Operación Génesis: un memorial por las víctimas de Riosucio

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

La Operación Génesis, ejecutada entre paramilitares y el Ejército Nacional, desplazó alrededor de 3500 personas de comunidades afrodescendientes.

Publicado

27 Febrero 2024


Operación Génesis: un memorial por las víctimas de Riosucio

-Hace 27 años, la población de la región de la cuenca del río Cacarica fue despojada de sus territorios ancestrales tras la ofensiva ejecutada por paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) y el Ejército Nacional.

En febrero de 1997, los animales que habitaban en la cuenca del río Cacarica presintieron el desplazamiento masivo que vivieron las comunidades afrodescendientes de la región. «Me daba mucha tristeza que cuando uno se iba montando al bote […], los perros empezaban a aullar, las vacas a bramar como desesperadamente», contó Ana Luisa Ramírez Flórez, habitante de Riosucio (Chocó).

Entre el 24 y 27 de febrero de 1997, a los botes y lanchas se subieron alrededor de 3500 personas víctimas de la Operación Génesis: una ofensiva coordinada entre el Ejército Nacional y paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), quienes actuaron con el pretexto de retomar zonas controladas por la guerrilla de las FARC-EP.

«Lo que pasó cambió mucho el seno de las familias —explicó Luis Octavio Martínez, habitante de la región—. Muchos fuimos separados de nuestro hogar para poder salvaguardar nuestra vida». Las comunidades no solo fueron despojadas de sus territorios, sus costumbres y creencias ancestrales, sino que también migraron a lugares desconocidos, viviendo en condiciones indignas y de hacinamiento por casi cuatro años.

Por esas acciones, en 2013, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (IDH) declaró al Estado colombiano como «intencionalmente responsable de haber incumplido su obligación de garantizar los derechos a la integridad personal y a no ser desplazado forzadamente». Asimismo, no habría garantizado la asistencia humanitaria y el retorno seguro de las víctimas.

Tras 27 años de este flagelo, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) recuerda la Iniciativa de Memoria Histórica (IMH) Memorial por las Víctimas de Riosucio, Chocó, impulsada por la Asociación Rural de Desplazados de Riosucio (Asorude) y la Asociación Campesina del Municipio de Riosucio (Acamuri) para sembrar y retomar las prácticas sociales y culturales que dejaron en 1997.

Conoce también el informe La guerra vino de afuera, sobre la injerencia paramilitar en el sur del Chocó

A través de un libro de postales, este proceso de memoria hace un reconocimiento a la resistencia y al deseo de retorno de las comunidades víctimas del desplazamiento masivo. En el ejemplar están recopiladas las voces y la historia de Ana Luisa Ramírez, Luis Octavio Martínez y algunos otros líderes y lideresas que retornaron a la cuenca del río Cacarica.


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un día para recordar a las víctimas de la masacre de San José de Apartadó

21 de febrero, un día para recordar a las víctimas de la masacre de San José de Apartadó

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Publicado

21 Febrero 2024


21 de febrero, un día para recordar a las víctimas de la masacre
de San José de Apartadó

– Hoy es un día para hacer memoria, para recordar a las víctimas de la masacre de San
José de Apartadó ocasionada el 21 de febrero de 2005.

 

Bogotá, 14 de febrero de 2024. Eran las ocho de la mañana cuando un grupo de 60 paramilitares pertenecientes al
Bloque Héroes de Tolová, liderados por Diego Fernando Murillo Bejarano, alias don
Berna, interceptaron y perpetraron el homicidio de una familia de agricultores, habitantes
de San José de Apartadó, que se dirigía a recolectar cacao en la vereda Mulatos. Ese
mismo día, en horas de la tarde, en la vereda La Resbalosa del municipio de Tierralta,
Córdoba, llevaron a cabo el asesinato de otra familia dentro de su propia vivienda.
Las víctimas fueron asesinadas sin usar armas de fuego. Tres de ellas eran menores de
edad, quienes fueron encontradas con lesiones en su cráneo y estómago causadas con
un machete. También fue silenciada la voz de reconocidos líderes de la comunidad, eran
Luis Eduardo Guerra y Alfonso Bolívar Turbequia, dos hombres que habían dado su vida
por el servicio.
La justicia no llegaba, hasta que el aterrador testimonio del paramilitar Jorge Luis Salgado
dio paso a que las autoridades finalmente actuaran:

Los niños estaban debajo de la cama. La niña era muy simpática, de unos 5 o 6
años y el peladito también era curiosito […]. Propusimos a los comandantes
dejarlos en una casa vecina, pero dijeron que eran una amenaza, que se volverían
guerrilleros en el futuro […]. Cobra tomó a la niña del cabello y le pasó el machete
por la garganta.

Un juzgado especializado de Antioquia condenó a 20 años de cárcel a siete mandos
medios del Bloque Héroes de Tolová. De acuerdo con testimonios de desmovilizados, los
paramilitares fueron protegidos por miembros de la Compañía Bolívar del Batallón de
Infantería n.° 47, adscrita a la Brigada XVII del Ejército. Meses después, el Ministerio de
Defensa reconoció su responsabilidad por los hechos.
El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) dignifica la memoria de las víctimas de
la masacre de San José de Apartadó, eleva las luchas de sus líderes y lideresas que
dedicaron su vida a promover el desarrollo humano en la comunidad y contribuye a la
transformación cultural y de paz de todo el territorio colombiano.


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CNMH recibe informe anual sobre vulneraciones a pueblos indígenas en Colombia

CNMH recibe informe anual sobre vulneraciones a pueblos indígenas en Colombia

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Publicado

15 Febrero 2024


El CNMH recibe el informe anual sobre las vulneraciones a los pueblos indígenas de Colombia

-La Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) entregó su informe anual de 2023 al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), revelando la vulneración de derechos de los pueblos indígenas por parte de grupos ilegales y actores estatales.

-A partir de este primer encuentro, se acordó el intercambio de datos del conflicto entre el Observatorio de Derechos Humanos de la ONIC y el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Bogotá, 14 de febrero de 2024. El Centro Nacional de Memoria Histórica recibió el informe anual de la Organización Nacional Indígena de Colombia que revela la vulneración de los derechos fundamentales de las poblaciones indígenas en Colombia. Este informe, entregado por el consejero Gerardo Jumi, secretario general de la ONIC, destaca cómo grupos al margen de la ley y actores estatales han perpetrado violencias contra estas comunidades.

Según las cifras del Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONIC, en 2023 se registraron 58 726 víctimas indígenas, principalmente por confinamientos, hostigamiento, desplazamientos y falta de atención humanitaria. Estas violaciones son especialmente prevalentes en territorios fronterizos, zonas costeras y regiones con conflictos socioambientales y economía ilegal.

El secretario general de la ONIC expresó: «con la entrega de este informe, buscamos que el país conozca el inminente riesgo de desaparición que enfrentan los pueblos indígenas, principalmente por hostigamiento, desplazamientos y falta de atención humanitaria».

María Gaitán Valencia, directora general del CNMH, destacó la importancia del informe y afirmó: «este documento que recibimos es profundamente valioso por varias empatías que podemos iniciar desde ya. Es una deuda histórica que el país tiene y que nosotros desde el Centro Nacional de Memoria Histórica estamos empeñados en saldar».

Alberto Santos, asesor de la Dirección General y coordinador del Observatorio de Memoria Histórica del CNMH, añadió: «en el Centro Nacional de Memoria Histórica nos enfocamos en recolectar y preservar la documentación relacionada con el conflicto armado en Colombia. Reconocemos que la memoria histórica no solo se trata de la reconstrucción del pasado, sino también de entenderla como una memoria del presente».

Durante la entrega del informe también participó Ricardo Torres, director de Pedagogía del CNMH, quien destacó la importancia de abordar la situación para promover una comprensión profunda y sensible de los desafíos que enfrentan las comunidades indígenas en Colombia.

En este primer encuentro, se acordó el intercambio de datos entre el Observatorio de Derechos Humanos de la ONIC y el Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH. Esta colaboración busca no solo documentar y visibilizar las violencias contra las comunidades indígenas, sino también implementar medidas efectivas que garanticen su protección integral.

La cooperación entre ambos observatorios permitirá un abordaje más comprehensivo de estas problemáticas y generar datos sólidos que respalden acciones concretas.


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Lugares del horror y la memoria: claves del informe sobre el Bloque Catatumbo

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

Foto

Hornos de Juan Frío durante inspección judicial. Fotografía suministrada por La Opinión al CNMH.

Publicado

2 enero 2024


Lugares del horror y la memoria: claves del informe sobre el Bloque Catatumbo

La más reciente investigación del CNMH reconstruye la historia del Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia, que operó en 30 municipios de Norte de Santander entre 1999 y 2004.

 

En la larga historia del conflicto armado en el departamento de Norte de Santander ―ubicado al nororiente colombiano, en la frontera con Venezuela―, sobresalen los impactos humanitarios producidos por el Bloque Catatumbo (BC) de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Una estructura compuesta por cuatro frentes desplegados en 30 municipios, bajo el comando de Jorge Iván Laverde Zapata, conocido como el Iguano.

Para aportar al esclarecimiento de los crímenes perpetrados por esta estructura, el Centro de Nacional de Memoria Histórica (CNMH) acaba de presentar en Cúcuta su más reciente informe: Memorias de sobrevivientes al Bloque Catatumbo, compuesto por dos tomos. La investigación hace parte de una serie sobre el origen y la actuación de los grupos paramilitares en las regiones, que reúne centenares de testimonios de excombatientes vinculados al Mecanismo no Judicial de Contribución a la Verdad ―entre otras fuentes―.

El tomo I, titulado El estallido de un trueno ajeno, reconstruye la historia del BC, que operó entre 1999 y 2004, cuando se desmovilizó como resultado del proceso de negociación entre las AUC y el Gobierno colombiano. El documento detalla las estructuras y formas de operar de los frentes La Gabarra, Tibú, Fronteras y El Tarra.

 

 
 
 
 
 
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El tomo II, Guerra sin fronteras, resistencias sin límites, está centrado en los daños que el BC produjo en la sociedad nortesantandereana, pero también en las estrategias de afrontamiento de familias, comunidades y organizaciones. Estas últimas, situadas en el marco de la justicia transicional existente, la recomposición de formas organizativas y el impulso de acciones territoriales de memoria.

Entre muchos de sus aportes, el informe se destaca por la documentación de los espacios donde se violentaron y ocultaron los cuerpos de las víctimas; bienes civiles  ―rurales y urbanos, privados y comunitarios― empleados como centros de tortura, asesinato, inhumación y cremación. Además, registra aquellos lugares que han sido renombrados, resignificados y erigidos como monumentos en memoria de las víctimas.

Los sitios del horror

El BC ha sido reconocido públicamente por incinerar los cuerpos de sus víctimas. En una antigua fábrica de ladrillos ubicada en el corregimiento Juan Frío, en el municipio Villa del Rosario, varias decenas de cuerpos ―previamente inhumados― fueron cremados en hornos para evitar que fuesen descubiertos por la Fiscalía General.

 

Además de esos hornos ―recientemente intervenidos por la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas― el informe del CNMH documentó la existencia de otros lugares de incineración a cielo abierto: las fincas Pacolandia, de Cúcuta; y Aguasucia, ubicada en inmediaciones del río Táchira.

 

Consulte aquí el El estallido de un trueno ajeno

 

Los ríos de la región también fueron usados para la desaparición de las víctimas. Al respecto, el informe señala: “Los principales ríos convertidos en acuafosas fueron los ríos San Martín, Campo Tres, Oro, Tarra, Zulia, Sardinata y, por supuesto, Catatumbo. En este último se establecieron puntos frecuentes de desaparición forzada”.

 

Ruinas de calabozo paramilitar en la base El Sesenta. Fotografía de Jhon Jairo Jácome para La Opinión y suministrada al CNMH.

 

Los paramilitares, además, establecieron centros urbanos de detención, tortura y asesinato: en La Gabarra, la base paramilitar El Sesenta y una casa ubicada en el barrio Once de Noviembre; en Tibú, “la casa de los enfermos”; en El Tarra, las residencias El Popular, El Capri y América; y en Las Mercedes (Sardinata), la Cantina Verde.

La destinación de viviendas y bases paramilitares para la perpetración de graves crímenes ocurrió «en prácticamente todos los municipios donde tuvo control el BC», según el informe. La Cúcuta urbana no fue la excepción; parqueaderos ubicados en el sector de Alejandría fueron usados como sitios de retención, mientras un sector de la central de abastos que se encontraba desocupado fue utilizado como lugar de torturas y ejecuciones.

 

Consulte aquí Guerra sin fronteras, resistencias sin límites

 

Espacios de uso comunitario también fueron usados por los paramilitares para arrojar los cuerpos de sus víctimas, lo que produjo temor en la población y restringió su uso. Así ocurrió con una cancha de fútbol ubicada en el barrio Cerro Norte, de Cúcuta, nombrada como El Chulo por la frecuente aparición de cadáveres. El sitio conocido como La Virgen, en Sardinata, también «fue convertido en una zona de ejecución y de abandono de cadáveres», de acuerdo con la investigación.

Lugares de memoria

Algunos de los sitios donde el BC perpetró graves crímenes han sido apropiados, renombrados y resignificados por organizaciones y comunidades de la región, tal como destaca el informe del CNMH.

Es así como en distintos municipios se han erigido placas y monumentos en memoria de las víctimas: en La Gabarra, en el sitio donde funcionó la base El Sesenta; en Sardinata, en la Virgen de la Ye, la Casa de la Cultura y el cementerio del corregimiento Las Mercedes; en El Tarra, en el parque principal; y en Cúcuta, en la central de abastos.

 

Memorial por las víctimas en el cementerio del municipio de Sardinata. Fotografía de Camilo Villamizar Hernández para el CNMH.

 

Otros lugares han sido renombrados. La cancha El Chulo se llama hoy cancha de La Paz; una asociación cultural de El Tarra lleva el nombre del exalcalde José de Dios Díaz Núñez, asesinado por el BC en 2003; y el frigorífico de Sardinata fue llamado Félix María Hernández Casas, en honor al pesero asesinado por paramilitares en 2000.

 

Lea también: 14 042 desmovilizados de grupos paramilitares han aportado a la memoria histórica

 

Las comunidades también han destinado lugares para la construcción de memoria y la documentación de violaciones a los derechos humanos. Es el caso de la Casa de la Memoria de El Aserrío, en Teorama; y las tres Casas de Derechos que existen en el Catatumbo.

 

La investigación del CNMH destaca el “insuficiente acompañamiento del Estado” a las iniciativas de memoria de los municipios donde operó el BC, donde existen importantes demandas de la comunidad para dignificar la memoria de las víctimas en el espacio público.

Otros hallazgos

Los dos tomos de Memorias de sobrevivientes al Bloque Catatumbo contribuyen al esclarecimiento de las alianzas entre el BC y agentes estatales, las fuentes de financiación de esa estructura paramilitar y los crímenes perpetrados contra la población civil.

Haciendo uso de múltiples fuentes, la investigación concluyó que «este grupo paramilitar tuvo como uno de sus patrones de macrocriminalidad el arrasamiento de caseríos completos», lo que fracturó la economía campesina y habilitó la siembra de grandes extensiones de palma de aceite.

Esta publicación se suma a otros aportes realizados por el CNMH para la reconstrucción de la memoria en Norte de Santander. Entre ellos, Hacer la guerra y matar la política. Líderes políticos asesinados en Norte de Santander (2014), Con licencia para desplazar. Masacres y configuración territorial en Tibú, Catatumbo (2015) y Catatumbo: memorias de vida y dignidad (2018).


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La Ruta Pacífica de las Mujeres: un movimiento feminista que abraza los territorios

«En Urabá no hay resistencia, hay berraquera»

Autor

CNMH

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Movilización Nacional de la Ruta Pacífica de las Mujeres «Un viaje de alegría y fiesta por la vida» en el Bajo Cauca y el Norte de Antioquia. Crédito: Ruta Pacífica de las Mujeres.

Publicado

18 diciembre 2023


La Ruta Pacífica de las Mujeres: un movimiento feminista que abraza los territorios

Desde 1996, la organización feminista, pacífica y antimilitarista ha transitado Colombia poniendo en el centro el cuerpo de las mujeres como territorio de violencias en el conflicto armado.

 

En la tierra donde el banano brota con facilidad y el conflicto armado ha dejado una huella imborrable, empezó a sonar un llanto colectivo de dolor que alcanzó los oídos de más de mil mujeres en Colombia. En 1996, al Urabá antioqueño llegaron alrededor de mil quinientas mujeres para abrazar a aquellas cuyos cuerpos eran desgarrados por la violencia.

«Supimos que había un corregimiento donde el 70 % de las mujeres eran víctimas de violencia sexual», dice Marina Gallego Zapata, coordinadora nacional y cofundadora de la Ruta Pacífica de las Mujeres (RPM). Esa cifra despertó las alarmas de las organizaciones de mujeres y se sumó a la intranquilidad por el pico de desplazamientos y masacres que había en la subregión. «Teníamos que hacer algo por esas víctimas totalmente invisibles en Colombia», agrega.

En ese momento, la RPM no existía, pero la necesidad de una movilización era latente. «No hubo que convencer a nadie, sino que más bien canalizamos la situación para juntarnos», explica la coordinadora nacional. En una época en la que no existían las redes sociales, las organizaciones —en su mayor parte de Medellín— aparecieron en los periódicos de la época, nacionales e internacionales, y llegaron hasta Mutatá (Antioquia).

 

 

De acuerdo con Kelly Echeverry Alzate, coordinadora de la RPM en Antioquia, desde esa movilización se empezó a tejer y a construir el movimiento. «La Ruta cruza todos esos territorios que eran negados para las mujeres y reivindica que este país también nos pertenece», puntualiza.

 

 
 
 
 
 
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Una sombrilla de organizaciones

Han pasado 27 años desde la consolidación del movimiento feminista, pacifista y antimilitarista, y una de las razones por las que se ha mantenido en el tiempo tiene que ver con las organizaciones que lo componen. «Las que vinieron no fueron mujeres individuales —señala Marina—. Cuando decidimos crear la Ruta, fue una decisión colectiva de nueve regiones».

Las cerca de mil quinientas mujeres que llegaron a Mutatá estuvieron impulsadas por el dolor de las víctimas. «Cuando uno escucha a las cofundadoras, había mucha indignación y creo que eso convocó a otras feministas», precisa Kelly sobre el movimiento que pone en el centro el cuerpo de las mujeres como territorio afectado por violencias sistemáticas.  «La RPM es un proceso, es como una sombrilla en la que están todas las organizaciones».

En vez de debilitarse, el tejido que se construyó desde noviembre de 1996 se ha fortalecido. «Yo no sé si las fundadoras sabían que esto iba a perdurar durante más de veinte años y se iba a volver un movimiento tan potente», indica la coordinadora de Antioquia. Así, Mutatá fue la primera de muchas movilizaciones que buscaron la paz y la reivindicación de las mujeres.

 

Le puede interesar: «¡Estoy viva!»: un grito de resistencia a la violencia sexual en el conflicto armado

 

«Del 2000 al 2009, la RPM se mantuvo, se sostuvo y se consolidó en medio de un país que no daba para negociaciones», comenta Gallego. A diferencia de otras organizaciones que desaparecieron bajo la política de Seguridad Democrática, «nosotras nos hicimos al lado de las mujeres y mantuvimos una agenda hasta que llegó el Acuerdo de Paz con las FARC», añade.

Ni un hombre, ni una mujer, ni un peso para la guerra

La Ruta Pacífica de las Mujeres ha pasado por el territorio a contracorriente. «Que un montón de mujeres entraran sin pedir permiso a Mutatá, sin militarizar la zona, es un acto de profunda rebeldía y sentido por la vida», sostiene Echeverry. Y ese ejercicio por y para las mujeres generó una fuerza colectiva de decir «aquí estamos».

Las feministas que le han apostado a seguir los caminos tejidos desde Urabá entendieron que los armados también podían ser los hijos e hijas de las activistas. «Este movimiento no solo es en contra del uso y gasto en las armas —reflexionó Kelly—, sino que es también en contra de la militarización de la vida civil y cotidiana».

 

 

Sin la consigna con la que nació la RPM («ni un hombre, ni una mujer, ni un peso para la guerra»), el movimiento no sería lo que es hoy. «El camino del antimilitarismo ha sido nuestro polo a tierra. Es nuestro apellido fundante, que propende por la recuperación de la vida y del territorio dignamente», afirma la coordinadora de Antioquia.

Tanto Kelly como Marina han encontrado un apoyo colectivo en la Ruta, y esa sensación también se ha replicado a lo largo del país. «Creo que la movilización es un abrazo real a los territorios», dice Echeverry. Las mujeres saben que cuentan con un apoyo, saben que si violan a una o incluso si reclutan a un menor de edad la Ruta denunciará.


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