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Aquitania se moviliza

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Autor

Ana Ligia Higinio

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Ana Ligia Higinio

Publicado

15 Jul 2016


Aquitania se moviliza

Aquitania, que sufrió un desplazamiento masivo en 2003, tiene un reencuentro con su pasado este sábado 16 de julio, desde las 9:00 a.m., cuando los habitantes de este corregimiento de San Francisco (Antioquia) conmemoraran 13 años de este suceso. Si bien la fecha exacta es el 20 de julio, Ana Ligia Higinio, líder de esta comunidad, explica que un fin de semana es más efectivo convocar a la población: “Vamos hacer una movilización por la dignidad de las víctimas”.


El desplazamiento forzado es uno de los delitos que ha afectado de manera más significativa las víctimas del conflicto armado en Colombia. Más de seis millones de personas se han visto forzadas a desplazarse dentro y fuera del país, abandonando sus hogares, sus tierras, sus bienes, sus costumbres, sus comunidades y sus medios de vida.

“Llevamos una década escogiendo temas de revictimización”, dice Ligia al referirse sobre el evento que van realizar. La idea es que cada año escogen un hecho violento a causa del conflicto armado y promueven la conmemoración a través de él. Anteriormente han realizado homenajes sobre minas antipersonal, violencia sexual, asesinatos selectivos. Este año será sobre reclutamiento forzado.

Ya cuentan con 30 testimonios de personas que sufrieron este flagelo, y la idea es que sirvan como insumo para el “Libro de la memoria” que pretenden tener listo en 2023, cuando se cumplan 20 años del desplazamiento masivo de este corregimiento, a causa del enfrentamiento entre el Noveno Frente de las Farc y las Auc del Magdalena Medio.

“La movilización por la dignidad de las víctimas y el fortalecimiento colectivo”, como la nombra Ligia, contará con el apoyo de la Agenda Conmemorativa del Centro Nacional de Memoria Histórica, una exposición de la galería de la memoria, jornada de la luz, desde el sábado al domingo, y un velorio colectivo en homenaje a las personas asesinadas durante estos años de conflicto.

MÁS INFORMACIÓN:

Sandra Álvarez
Estrategia de Participación de Víctimas
Centro Nacional de Memoria Histórica
sandra.alvarez@centrodememoriahistorica.gov.co 
Tel: 300 882 4067

 


Aquitania, Moviliza

La paz en palabras de los colombianos

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Autor

Camilo Andrés Rincón Díaz

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Camilo Andrés Rincón Díaz

Publicado

15 Mar 2016


La paz en palabras de los colombianos

Un joven costeño de 16 años lleva dos años recorriendo el país con su libro de la paz bajo el brazo. Son palabras alrededor del deseo de los colombianos por una nueva sociedad.


Personajes de la vida nacional como William Ospina, Alfredo Molano, Juan Gossaín, Manuel Roca, Carlos Duque, Ciro Guerra, palenqueras, vendedores informales, artesanos, recicladores, estudiantes, trabajadoras sexuales, entre otros, están unidos por un delgado hilo que llega a lo más profundo de sus deseos por un país mejor.

Todos ellos forman parte del grupo de colombianos que ya han plasmado sus pensamientos, letras o poemas en el “Libro de la Paz, escrito por nosotros para la humanidad”, iniciativa de Camilo Andrés Rincón Díaz,  un joven de Soledad, Atlántico, de 16 años y estudiante de grado 11 del Instituto O’Higgins, y quien retomó la idea de una historia que ya completa 25 años: el Libro Blanco de la Paz.

Desde hace dos años Camilo lleva este libro de 23×29 centímetros y 800 páginas empastadas en color verde, a “donde el viento lo lleve”. Todo empezó cuando tenía 14 años y su papá, Luis Rendón, un amnistiado del Ejército Popular de Liberación (EPL), le narró su experiencia con el “Libro Blanco por la Paz”. Se trata de una publicación de un 100x80cms que poseía aproximadamente mil hojas. El libro se perdió en las oficinas de la Dirección General para la Reinserción cuando se habían escrito 700 páginas.

25 años después, Camilo retomó el proyecto de su padre, pues “en esencia el libro es un espacio de inclusión social, que permite la libre de expresión de aquellas personas que no tienen acceso a la televisión y a la radio”.

Quiere recorrer el mundo

Toda biblioteca, plaza pública, librería, evento, paseo y hasta las calles en la ruta hacia su colegio se han convertido en escenario para hablar de paz con propios y extraños, porque “debe ser la confluencia de varios caminos”. Todos los escritos son especiales para él, incluso los que tienen errores de ortografía porque “la paz está por encima de eso, todos debemos escribir sobre la paz”.

Para este amante de la literatura y la filosofía se trata de la diversidad, de los varios pensamientos que se escriben. Por ello, se acerca a “cualquier desprevenido o atento, le echo el cuento y lo invito a escribir a la paz. Sus páginas están abiertas a todo tipo de persona, es pluriétnico, multicultural, es diverso, no conoce de partidos o movimientos políticos, respeta la diferencia”.

Tal vez por ello el libro contiene pensamientos escritos por uribistas, santistas, polistas y verdes que Camilo ha encontrado en Argentina, Cartagena, Barranquilla, Medellín o Bogotá. El libro que ya completa 400 páginas escritas quiere recorrer todo el país y, por qué no, el mundo.

“El país debe prepararse para el posconflicto, debe haber un cambio o transformación en el modelo de educación, cultura etc. Igualmente la paz no la construyen los actores armados, se fundamenta en el amor, el respeto y el cuidado de la naturaleza”.

 Trabajador de la finca bananera Zulemar en el municipio de Carepa.

 

El futuro del Libro de la Paz

Camilo aspira que la gente escriba mucho sobre la paz y que se multipliquen los libros, que reposen en un lugar visible, algo así como un museo, donde todos puedan conocer los escritos.

Por ello, no duda en abrir las páginas de este libro para que todos conozcan lo que ya se ha escrito y se proyecten en las páginas blancas que esperan por más letras, tinta e ilusión.

Apartes del libro:

“La esencia o la espiritualidad del libro de la paz se describe como el libro de la vida, se escribe con lágrimas, sangre y porque sí: con la fortaleza y la lucha, que vivan las letras de la paz y el amor”, Laura Senior.

 “Ha sido muy grato conversar una hora –o más- con Camilo, para comprender que la paz es algo más que un concepto, la paz son estos diálogos, son acciones de amistad y de reconciliación, la paz es construir entre todos un relato de país en el que podamos vivir juntos, y buscar por fin esa normalidad de la vida que durante un siglo o más nos negó la guerra”, William Ospina, enero 2016.

 “La paz es un camino que muchas veces hemos perdido, pero que gracias a la misma historia estamos recuperando después de tanta sangre y tanta muerte sobre los insurgentes”, Alfredo Molano.

“La paz está en el cementerio”, Ciro Guerra.

“La paz es una decisión de un pueblo que quiere cambiar su destino y definir sus diferencias por una vía distinta a la guerra y a la violencia; es un acto del espíritu que se verifica en lo político, pero ocurre en el corazón de las personas. No hay pueblos condenados, todos los pueblos pueden llegar a alcanzarla. Es una construcción que viene de la decisión de un pueblo”, Diana Uribe, enero 30/2016.

 “La paz y la estabilidad son fundamento del desarrollo económico y el bienestar, deseo lo mejor para el proceso de paz de Colombia”, Ha- Joon Chang, economista coreano

 “Luchar por la paz puede parecer una ingenuidad. No hacerlo es una ingenuidad aún mayor”, Moisés Naím, periodista venezolano.

 “La paz son derechos para la gente del común, afros, indígenas, blancos y la infinita gama cultural que tenemos en nuestro país. La paz es acabar con el hambre y darle dignidad a quienes nunca la han tenido: el pueblo. La paz es justicia social”, líder estudiantil de la Universidad del Atlántico, Kevin Siza Iglesias

 “La paz es una ilusión, es una ficción, no existe; es como la felicidad, el pájaro azul de la leyenda que todos persiguen y nadie captura. Si no existe la paz interior en el hombre, que vive en medio de la angustia, la incertidumbre, la necesidad, la frustración, es todavía más difícil y quimérico pensar en una paz que se instale definitivamente en los pueblos. No existe un método, un camino, un manual. Cuando haya un equilibrio político, social, económico, cultural, entonces habrá paz. Mientras haya lucha de clases, elites, oligarquías, no”, profesor de Derecho de la Universidad del Atlántico y líder de la asación de profesores.

 “Siembra la semilla de la paz en tu corazón, abónala con amor, riégala con honestidad, deja que entre la luz del perdón. Cuando de fruto, regálala al mundo”, Lewis, trabajador papelería Panamericana, enero 8, 2016

“Donde las altas montañas, donde nace el sol, el agua, el amor, pidió para que todos vivamos con amor y respeto hacia la tierra. Con gratitud”, Vaikuca, artesano ubicado en las calles de Cartagena.

“Quiciera que ubiera paz para que ahiga armonía amor comprencio. Menos biolencia no hubiera tanta miceria, más empleos. Fueramos un país unido” Wilfrido; vendedor de mecatos en los buses.

“Para mí la paz es que no hayga mas violencia en nuestro paiz y que no hayga mas maldad” (sic) Valentina  Vivian Vega Pérez; una niña junto a su abuela desplazadas por las AUC en la Guajira.

Publicado en Noticias CNMH


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Mujeres indígenas: resistencia en Jambaló

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

18 Jul 2016


Mujeres indígenas: resistencia en Jambaló

Entre noviembre de 2014 y septiembre de 2015 el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), con el apoyo de USAID y OIM, participó en una iniciativa de memoria histórica de las mujeres indígenas Nasa y Misak del resguardo de Jambaló. El jueves 21 de julio se dará cierre a este proceso con un evento en el resguardo, a las 9 a.m.


Jambaló, en el departamento del Cauca, es un lugar lleno de riqueza; un territorio donde han convivido con sabiduría los pueblos indígenas Nasa y Misak. En medio del conflicto armado, la Columna Móvil Jacobo Arenas, y el frente 6 de las FARC, buscaron aprovechar el abandono estatal para hacer presencia en este territorio. Hoy en día los pueblos indígenas de esta región han emprendido una lucha incansable no solo contra las guerrillas sino contra cualquier actor armado que los ha afectado, bandas criminales y el Ejército, para defender su territorio, su cultura y su derecho a vivir en paz.

Las mujeres, como ellas mismas cuentan, han llevado en sus hombros una lucha incansable por el respeto de su territorio y de la vida que ellas engendran: “Fuimos las mujeres que trabajamos hombro a hombro sin importar lo que pudiese pasar con nuestras vidas, sólo pensando trabajar por la defensa del territorio y de la vida como derecho fundamental”, dice Carmen Ramos, participante del proceso.

Por esta razón, la iniciativa de memoria histórica tuvo como objetivo principal reconstruir las memorias de las violencias ejercidas sobre las mujeres indígenas Nasa y Misak, y sobre la comprensión de los procesos de resistencia ejercidos por ellas en el conflicto armado.

En este trabajo se realizaron 21 talleres de memoria, en los que participaron mujeres de las zonas alta, media y baja del resguardo, y se desarrolló la cartilla “Hilando memorias para tejer resistencias”. Allí están condensadas las experiencias de las mujeres, sus relatos y la forma como ellas se entienden a sí mismas, como agentes de resistencia, en medio de un territorio en donde la violencia no les ha dado tregua:

 “Somos hijas de la luna, hermanas de la estrella, llevamos la fuerza de lucha de la Cacica Gaitana y de Maria Madigua, mujeres que con mucha sabiduría encontraron varios caminos que permitieron salir al paso de los grandes terrateniente en el Cauca”: Plan de trabajo Programa de Mujer -Proyecto Global Plan de Vida.

El Centro Nacional de Memoria Histórica, OIM y las autoridades del resguardo invitan a todas las mujeres interesadas y participantes del proceso a la presentación de este material el próximo jueves 21 de julio desde las 9:00am, en el Resguardo Indígena de Jambaló.

Agenda:

1. Bienvenida.

2. Recuento del trabajo realizado a partir de la entrega y muestra de la cartilla

3. Muestra fotográfica del proceso y del documental “Mujeres en Resistencia”.

4. Conversatorio

5. Minga Muralista y cierre del proceso

6. Actividad cultural de cierre

Información:

adriana.solorzano@centrodememoriahistorica.gov.co

maria.reyes@centrodememoriahistorica.gov.co

 


Indigenas, Jambaló, Mujeres, Resistencia

Avanza intercambio entre Smithsonian y el CNMH

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

15 Mar 2016


Avanza intercambio entre Smithsonian y el CNMH

El encuentro se realiza en Bogotá desde el 14 de marzo hasta el próximo viernes, con el fin de fortalecer y continuar con los lazos de cooperación y asistencia técnica entre ambas instituciones. 


La visita es el segundo de los intercambios entre el Centro Nacional de Memoria Histórica y el Instituto Smithsonian, y hace parte de los compromisos que desde 2015 impulsan ambas instituciones para la cooperación técnica en el desarrollo del proyecto del Museo Nacional de la Memoria (MNM). El encuentro es apoyado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a través del Programa de Fortalecimiento Institucional para las Víctimas. 

El Instituto Smithsonian es una de las experiencias más sobresalientes en el continente americano en materia de investigación y creación de museos, ya que comprende un amplio complejo de instituciones museales (19) y acumula una valiosa experiencia en asesorías para la creación y el fortalecimiento de museos de memoria en el mundo. Es a partir de esta trayectoria que el Instituto reconoce la importancia y profundidad de los debates sociales, políticos, culturales, pedagógicos, museológicos, museográficos, estéticos y arquitectónicos que se enfrentan en la puesta en marcha de proyectos como el MNM.

Para Evi Oehler, arquitecta y manager de proyectos del Instituto, el intercambio es aprendizaje colaborativo entre las experiencias de ambas instituciones debido a la similitud entre los proyectos: ¨creemos que es un ejercicio en conjunto, compartimos los mismos retos, sin embargo el MNM se propone unos de los objetivos más significativos que puede tener un museo, la reconciliación¨. En esa misma línea Liz Tunick de la Oficina de Relaciones Internacionales resalta: ¨reconocemos la valiosa experiencia del CNMH en relación a los diálogos con la comunidades, estamos muy interesados en aprender cómo se reflejan en la construcción del MNM¨.

Para esta ocasión la agenda de intercambio incluye la visita al Museo Nacional de Colombia, al Centro de Memoria Paz y Reconciliación Distrital (CMPR), el Museo del Oro, la presentación del diseño del proyecto arquitectónico del Museo Nacional de la Memoria, la socialización de casos de estudio como el Museum of African American Culture (Museo Nacional de Arte y Cultura Afroamericana)y el National Museum of the American Indian (Museo Nacional de los Indios Americanos), y jornadas de discusión y recomendaciones al proyecto del MNM.

El evento cuenta con la participación de los arquitectos Judson McIntire y Evi Oehler, Liz Tunick Cedar del Instituto Smithsonian; del equipo de la Dirección del Museo Nacional de la Memoria, el equipo interventor del diseño (Arquitectura y Espacio Urbano ) y de los arquitectos Felipe González-Pacheco (MGP arquitectura y urbanismo), María Hurtado de Mendoza y César Jiménez de Tejada  (Estudio Entresitio), ganadores del Concurso Público Internacional de Anteproyecto Arquitectónico para el diseño del Museo Nacional de la Memoria.

Publicado en Noticias CNMH


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Lanzamiento de El Topacio, una masacre olvidada

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Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

22 Jul 2016


Lanzamiento de El Topacio, una masacre olvidada

El lanzamiento de este informe se llevará a cabo el  28 de julio a las 7:00 p.m. en el parque principal de San Rafael, Antioquia.


  • Esta investigación reconstruye la masacre de 14 mineros de la vereda El Topacio ocurrida entre el 12 y 14 de junio de 1988. Un hecho que no ha recibido la atención que se merece a pesar de ser un hito en la memoria de los habitantes de la región.
  • La década de los 80 es una de las más violentas en el país: 182 masacres dejaron 1.242 víctimas. Tan solo en el año de 1988 se registraron 64 masacres. 

Memorias de una masacre olvidada, la nueva investigación del Centro Nacional de Memoria Histórica, reconstruye la masacre de 14 mineros de la vereda El Topacio (municipio de San Rafael, Antioquia) ocurrida entre el 12 y 14 de junio de 1988 a manos de un grupo de hombres armados vestidos con prendas camufladas. Las víctimas de este hecho fueron secuestradas, descuartizadas y arrojadas al río Nare. El 20 de junio se hallaron partes de los cuerpos desmembrados, y luego las trasladaron en helicóptero hasta el cementerio de San Rafael. La vereda se vació: todos sus habitantes, unas 500 personas, huyeron al casco urbano o a otros municipios. 

La década de 1980 es conocida como una de las más violentas en el país: 182 masacres dejaron 1.242 víctimas. Pero el pico más atroz se dio en 1988 con el registro de 64 masacres, entre las que se cuentan algunas tan conocidas como las de las fincas Honduras y la Negra, Mejor Esquina, Coquitos y Segovia. La masacre de El Topacio, aunque ocurrió el mismo año, no ha recibido la misma atención a pesar de ser un hito en la memoria de los habitantes de la región. 

Este informe se convierte en una forma de recordar y llamar la atención sobre un hecho marcado por la crueldad y la sevicia que no debe ser olvidado jamás. Este trabajo es el resultado de un proceso de construcción de memoria sobre la masacre ocurrida en El Topacio que se llevó a cabo con los familiares, allegados de las víctimas y habitantes del municipio de San Rafael, por lo que recoge sus voces y su tono. Por medio de estas fuentes se pudo reconstruir los años de terror que vivieron los habitantes de San Rafael, atrapados entre la presencia histórica de las Farc y dos oleadas de llegada de los paramilitares, primero a fines de los años ochenta y luego a fines de los noventa y comienzos del 2000. 

La investigación da cuenta del modo en que esta masacre se inscribió en el exterminio de la Unión Patriótica, en la estigmatización de los habitantes de las veredas del cañón del río Nare como auxiliadores de las Farc y en la descripción de los procesos penal y contencioso administrativo contra algunos miembros del Ejército en este hecho. 

El proceso judicial que se abrió en su oportunidad no dio frutos e igual suerte han corrido las investigaciones que a partir de 2010 la Fiscalía inició y que aún hoy, casi 30 años después, no arrojan resultados ni responsables. 

El informe cierra con varias recomendaciones. Entre otras, llama al Estado a preservar los archivos de todo tipo que puedan contribuir al esclarecimiento; a las Farc a reconocer las infracciones al DIH que cometieron; y a las empresas de energía a aceptar su culpa en los impactos generados por la construcción de las hidroeléctricas. Además, pide a la justicia esclarecer tanto la relación entre los paramilitares y el Ejército, como los hechos ocurridos. 

MÁS INFORMACIÓN:
Tatiana Peláez. Comunicadora del CNMH
Celular: 300 657 0140
Correo electrónico:
tatiana.pelaez@centrodememoriahistorica.gov.co

 


Lanzamiento, Masacre, Olvido, Topacio

Puerto Torres renace en sus recuerdos

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Autor

César Romero

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César Romero

Publicado

17 Mar 2016


Puerto Torres renace en sus recuerdos

Luego de ser confinados por paramilitares, entre 2001 y 2002, y vivir la estigmatización de su territorio, la comunidad de Puerto Torres, inspección de Belén de los Andaquíes en Caquetá, experimenta un nuevo aire. Esta es la historia de dos personajes que, después de muchos años, han vuelto a visitar estas tierras y participar del acto de reconocimiento como sujetos de reparación colectiva.


El pasado 4 de marzo de 2016 la población de Puerto Torres celebró, por decirlo así, que la Unidad de Víctimas reconoció a esta comunidad y a La Mono como sujetos de reparación colectiva. Los pocos habitantes que se quedaron en la región luego del dominio paramilitar, sufrido por la presencia del Bloque Sur Andaquíes, se encontraron en la escuela del pueblo y allí escucharon a las diferentes instituciones del Estado de que todo lo que padecieron sí pasó, que no debe volver a repetirse y tanto dolor debe repararse.

El silencio con el que las personas esperaban en el recinto, se vio interrumpido por el inicio del evento, que trajo consigo un ambiente de agradecimientos y solicitudes. Primero, palabras de reconocimiento para los dirigentes políticos que aportaron para el almuerzo, luego para quien puso los papas, y también hubo palabras de gratitud por el escenario. Todo fue cambiando hasta la intervención de los pobladores, quienes después de 15 años de lo que vivieron en su territorio, por fin sentaron su voz. Los niños de la escuela compartieron sus preocupaciones por la falta de sillas, mesas, balones y computadores; los habitantes se apropiaron por un tiempo, que pudo ser más largo, de la palabra, esa misma que les había quitado la guerra. “Aquí el gobierno no ha existido desde hace mucho tiempo. La carretera no está pavimentada, tenemos un puente caído desde hace mucho y nuestros proyectos productivos no se incentivan”.

Y es que esa mezcla de sentimientos, reclamos y gratitudes, tiene una explicación. Antes, a estas tierras no venían los políticos en campaña. Ninguna institución del Estado llegaba al territorio y, además, allí recaía una estigmatización porque los paramilitares se habían apoderado del pueblo, una cuadra con 40 casas. Hasta se apropiaron de la iglesia, la casa cural y la escuela, para cometer actos de tortura,  “capacitar”, si se puede llamar así, a sus hombres sobre cómo asesinar, descuartizar y enterrar a sus víctimas de la manera más rápida y sin dejar, aparentemente, rastro. La mayoría de los asesinados fueron campesinos acusados de ser guerrilleros.

En la época de la presencia paramilitar en Puerto Torres varios pobladores se vieron forzados a dejar sus casas, potreros y cultivos. Aquí, hasta el cura se había ido. En el 2001, cuando el padre Fredy Galindo era seminarista, fue enviado por el padre de Belén de los Andaquíes a Puerto Torres. “Yo ni sabía que esta gente estaba ahí, y cogen y me envían en el mixto” —un carro que funciona como medio de transporte entre municipios y veredas—, recuerda Fredy. En ese carro llegó a La Mono donde se encontró el primer anillo de seguridad, y luego a la última loma que se empina en la carretera y desde donde se divisa todo Puerto Torres. Allí, en un mirador de los paramilitares, le preguntaron quién era y qué venía a hacer; la defensa a su miedo, que ocultaba con una serenidad teatral, fue mostrar el carnet de seminarista. De inmediato lo dejaron pasar.

Al bajar a la zona urbana, incrédulo al desborde del horror que allí se vivía, se fue a la casa cural a dejar sus cosas. “¡Virgen santísima!”, exclamó al ver solo sangre, rasguños y una cama sin colchón; huellas de las torturas.

Al decidir que allí no se quedaría, buscó a dos mujeres del lugar para que lo acompañaran donde el comandante, en la tienda del casco urbano. Al rato, llegó en camioneta. “Comandante, me enviaron como seminarista y vengo a pedir permiso para poder celebrar la Semana Santa”, se presentó el padre Fredy con la seriedad que lo caracteriza. “Vea, haga lo que tenga que hacer, vino a una misión y tiene que cumplirla, pero no queremos ver a nadie después de las 6:00 p.m., usted haga lo suyo, pero sin movimientos raros”.

Nadie transitaba a esa hora por orden de los paramilitares, era un pueblito a oscuras, casi fantasma. Luego de esa charla corta, como quien pide permiso a un padre autoritario, el comandante le ofreció a Fredy un pan, un pedazo de salchichón y una gaseosa. “Comí delante de él. Al terminar, él sacó un fajo de billetes y pagó”. Ese mismo pan, el que el padre Fredy había acabado de comer, era uno de los que hizo con la comunidad para recolectar recursos para la celebración de la Semana Santa. ¿Quiénes compraban los panes? Los mismos paramilitares. Se sentaban, se quitaban las botas y comían mientras contaban sus historias de combate entre chistes.

Los pocos habitantes que quedaban en el pueblo se dirigían a la iglesia. Los paramilitares antes de ingresar al recinto religioso se quitaban la gorra pero no el fusil. Un año después, en 2002, el padre Fredy volvería hablar con el comandante, vender pan, dar la misa y bendecir a todos los que asistían a la ceremonia.

El padre Fredy, luego de esos años, no volvió a Puerto Torres hasta  2015, para marchar por la paz. También regresó el pasado 4 de marzo, un viernes, donde las personas, olvidadas de este pueblo al sur de Colombia, tuvieron la oportunidad de ser escuchadas de nuevo. “Hoy Puerto Torres renace de las cenizas, y créannos, el pueblo está totalmente dispuesto a la construcción de una paz”, comentó en su intervención la única profesora de la escuela del lugar. 

Antes de 2015, cuando se lanzó el informe “Textos corporales de la crueldad. Memoria histórica y antropología forense”, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), Puerto Torres era otro pueblo olvidado de Colombia. Y es que gracias a este informe —narra las infamias que ocurrieron en el poblado, la exhumación de 36 cuerpos por un equipo forense del CTI en 2002, los relatos de la angustiosa espera de los familiares de estas víctimas—  elaborado por Helka Quevedo, el CNMH puso el tema en agenda y ayudó como puente para que otras instituciones miraran a Puerto Torres después de muchos años. 

Publicado en Noticias CNMH


Puerto Torres


Puerto Torres

La danza de la liberación

Noticia

Autor

Carolina Moreno

Fotografía

María Paula Durán

Publicado

26 Jul 2016


La danza de la liberación

El 18 de agosto se presentará la obra en el municipio Puerto Libertador, departamento de Córdoba.


A través de un proceso de creación colectiva, la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Montería, ASOMUES, creó la obra de teatro “La danza de la liberación”, una apuesta por la sanación a través del baile y el ritual.

Al toque de gaitas y tambores, la obra recuerda el conflicto colombiano, como el desplazamiento forzado y la búsqueda de restitución de tierras y de otros derechos. Algunos fragmentos de la obra surgieron de las experiencias de vida de las mujeres de la Asociación, la posibilidad que encontraron de hablar sobre “cosas que de pronto uno vivió pero que no comenta, y que con la actuación y la obra uno las puede decir”, explica Katty Girón.

“Las mujeres querían darle un nombre a la obra, que mostrara cómo el sufrimiento y el dolor son cadenas, y como a través de rituales como el teatro y el baile, se pueden romper esas cadenas”, cuenta Esther Polo, codirectora de la obra de teatro.

Este grupo de mujeres habitantes de barrio Villa Melisa (Montería), una urbanización de interés social para víctimas del conflicto armado, empezó a reunirse en la Asociación en 2014 para sacar adelante proyectos productivos comunitarios. En 2015 iniciaron un proceso de creación colectiva con la obra “El poder de la transformación”, una metáfora sobre el ciclo vital de las personas que han sido víctimas del conflicto armado en Colombia.

Según afirma Bellarmina Gutiérrez, una de las mujeres participantes, este proceso “nos permitió conocernos más, acercarnos más, mirar la fortaleza de cada una”. La experiencia positiva que les dejó la primera obra motivó a las mujeres a generar la segunda producción, “La danza de la liberación”, que se estrenó el pasado 9 de abril en el Teatrino de Montería, como parte de las actividades de conmemoración del día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado.

La puesta en escena volverá a las tablas el próximo 18 de agosto, en el municipio Puerto Libertador, departamento de Córdoba.

Teaser de la obra

Publicado en Noticias CNMH



Danza, liberación

La verdad que piden los exiliados

Noticia

Autor

Harold García

Fotografía

Harold García

Publicado

22 Mar 2016


La verdad que piden los exiliados

Detrás de una exiliada o un exiliado —y frente a ellos— hay demasiadas historias. Su destino es difuso: no son de allá, donde llegaron, pero sí de acá, el lugar que aman, del que les tocó huir. Con un pasado sobre la espalda que ha puesto en juego su vida, recorren una cultura diferente cada día. ¿Qué lleva a una persona exiliada a seguir luchando por su país, ese mismo que un día le dio la espalda?


Es la historia de Imelda Daza Cotes (Leer testimonio completo en Voces del Exilio), una cesarense de 67 años. Economista de la Universidad Nacional y vinculada desde muy temprana edad a la política, ayudó a consolidar la Unión Patriótica (UP) en Cesar en 1985. En 1986 la UP participó en elecciones, logrando siete concejales en siete municipios del departamento, más un diputado. Ella fue elegida concejal del partido en Valledupar y es la única sobreviviente de esos ocho líderes elegidos en el Cesar.  “Allí arrasaron con todo, los asesinaron”, dice.

La UP fue atacada sistemáticamente durante casi una década, dejando un saldo de dos candidatos presidenciales, ocho congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes y 5.000 militantes asesinados. (Lea también José Antequera, un legado que no muere)

Imelda tuvo claro que tenía salir del país, al exilio. “La mayoría de mis compañeros sostenían que a todos no nos podían matar, que había enfrentar todo eso, que había que insistir. Ninguno sobrevivió a la insistencia. ¡A todos los mataron!”, recuerda mientras se le hace un nudo en la garganta. En su memoria está grabado, como a casusa de esos hechos, que ella llama “nefastos”, fue que Ricardo Palmera, alias ´Simón Trinidad´, “decidió vincularse a la insurgencia, se resistió al exilio, a dejar su país, resistiéndose a quedar inerte y desarmado”, agrega.  

Ella se fue primero para Bogotá, creyendo que allí era posible sobrevivir, pero las amenazas fueron persistentes. Una organización de derechos humanos le ayudó a salir hacia Perú pero en Lima no logró la aprobación del asilo y fue entonces cuando José Rivera, un gran amigo, se enteró de su situación, y la orientó para irse a Suecia. Allí vivió 27 años,  entre 1989 y 2016.

“El exilio es una experiencia muy dura, es una vivencia terrible, porque es la ruptura brusca de un proyecto político, de un estilo de vida y sobre todo de unos sueños. Es romper con todo, es abandonar el espacio familiar, cultural, social y laboral. Es llegar a lo desconocido, a un país que si bien tiene un excelente programa de acogida, es un país en el que no somos bienvenidos. No seamos ingenuos, hay respeto pero uno nunca dejará de ser el diferente”.

Según las cifras de Acnur, para 2013 en España, Francia, Noruega, Suecia, Reino Unido y Suiza había un total de 1.657 colombianos y colombianas refugiadas, solicitantes de asilo y en situación similar al refugio: 525 en España, 541 en Francia, 89 en Noruega y Suecia, 178 en el Reino Unido, y 324 en Suiza. (Ver Proyecto Exilio del CNMH)  

 

Ya en Suecia Imelda debía organizarse y seguir adelante por sus tres pequeños hijos, no había alternativa. Se vinculó a la política en Suecia, a la Social Democracia, fue Concejal durante 12 años en el pueblo donde vivió, y tres veces candidata al parlamento. Después de varios años decidió fundar su propio partido de izquierda. En 2015 fue elegida otra vez como concejal, pero su interés seguía siendo otro “no es Suecia lo que a mí me trasnocha, a mí lo que me duele, me desvela y me preocupa está aquí, aquí quería volver. Tengo muy arraigado mi espíritu caribeño, soy incapaz de adaptarme por siempre a otro lugar”.

La persona que se exilia sueña con el retorno. Para Imelda, después de 27 años, una serie de circunstancias la llevaron a regresar. “El año pasado fui invitada por la Unidad de Víctimas a un evento, dos días después fui a Valledupar, y tres días más tarde era candidata a la Gobernación de Cesar, sin conocer a nadie. Solo a los hijos de las víctimas, hijos de mis compañeros asesinados, a quienes yo había dejado muy pequeños. Los que ahora me pedían que lo que su padre no había podido hacer, yo sí lo podía lograr. Imposible decir que no”.

Aceptó el reto y se embarcó de nuevo en la política colombiana. Para ella es una experiencia extraordinaria, “volví al Cesar profundo y a dimensionar el drama social que allí se vive”. Regresó con su esposo y sus hijos siguen Suecia. “La segunda generación de colombianos hijos de exiliados, que se sienten integrados a esa sociedad, allí viven bien, hacen parte de ella, pero nunca pierden su identidad colombiana”, dice.

El pasado 10 de marzo en Bogotá se realizó el encuentro: “Representación y simbología del exilio colombiano: el relato de quienes retornan”, donde 65 personas escucharon historias como la de Imelda, y se hicieron varias exigencias al Estado alrededor de la situación de la diáspora colombiana. Una de ellas, es saber la verdad. “Porque es la verdad la única que nos va a definir el alcance de la justicia, la verdad la que nos va permitir saber a quién debemos perdonar, y con quién nos tenemos que reconciliar”, concluyó Imelda.

Conoce el especial Las voces del exilio. Memorias de colombianos en el exterior.

Publicado en Noticias CNMH


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Movice denuncia exterminio a líderes de izquierda

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Autor

Carolina Moreno

Fotografía

Carolina Moreno

Publicado

22 Mar 2016


Movice denuncia exterminio a líderes de izquierda

En el marco de la octava jornada en homenaje a las víctimas de crímenes de Estado, que se adelantó el pasado 15 de marzo, diversas organizaciones sociales se dieron citan en la Plaza de Bolívar, en Bogotá, para denunciar lo que consideran un “rearme paramilitar en Colombia”.

Este 2016 se cumplen ocho años de homenaje a las víctimas de crímenes de Estado en Colombia. Los actos conmemorativos que suelen adelantarse cada 6 de marzo, en esta oportunidad tuvieron lugar el martes 15 de marzo. Diversas organizaciones sociales realizaron una concentración en la Plaza de Bolívar de Bogotá, acompañada de una rueda de prensa para exponer la situación de las víctimas de crimenes de Estado en Colombia. En departamentos como Antioquia, Valle del Cauca, Meta y Sucre se realizaron las tradicionales movilizaciones.

Y es que fue con movilizaciones que se hizo el primer homenaje a las víctimas, el 6 de marzo del 2008. Entonces, cerca de dos millones de personas salieron a las calles de Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena y Barranquilla. La jornada, según lo señalado por sus convocantes, no era una respuesta a la marcha realizada ese mismo año, el 4 de febrero, contra las Farc. Por el contrario, aseguraban que era resultado de la crítica a la desmovilización paramilitar. “Aquí hay de fondo una discusión que es el problema de orden publico, el monopolio de la fuerza, el comportamiento de los funcionarios y de los miembros de la fuerza pública, y la relación con los grupos paramilitares que consideramos que en este momento con el instrumento que hay, que es la Ley de Justicia y Paz, no se resuelve de una manera satisfactoria”, declaró en su momento Iván Cepeda.

Para Soraya Gutiérrez, del Comité de Impulso del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) “las organizaciones habían tenido que enfrentarse a una Ley de Justicia y Paz negacionista, que no reconocía que en Colombia existieran víctimas diferentes a las generadas por el conflicto armado entre el Estado y las guerrillas; personas que son víctimas del conflicto social y de las políticas sistemáticas y generalizadas creadas desde altos niveles del Estado que buscan eliminar a sectores alternativos que reivindican derechos, y que por lo tanto, son víctimas del Estado”.

Lo que inició entonces como una movilización para denunciar ese “negacionismo”, y hacer manifiesta la existencia de víctimas de crímenes cometidos por el Estado, se ha convertido con el paso de los años en una iniciativa de encuentro y memoria colectiva, que convoca a diferentes expresiones sociales en un esfuerzo por trascender lo aprobado por la Ley de Justicia y Paz, pero también para promover y fortalecer el diálogo entre organizaciones para la realización de propuestas judiciales y extrajudiciales de reparación integral, sanción moral y política.

Las jornadas de conmemoración del 6 de marzo han contado con un sinnúmero iniciativas en los diferentes departamentos del país, entre las que se cuentan galerías itinerantes de la memoria, foros de debate público, talleres de memoria, plantones y movilizaciones, fomentadas por organizaciones como la Asociación de Familiares y Víctimas de la Masacre de Trujillo, la Fundación Nicolás Neira, las Madres de Soacha, la Unión Patriótica, y el Movice, entre otras.

“Las víctimas han encontrado un escenario para poder recordar a sus seres queridos pero hacer memoria de quienes eran ellos es también hacer memoria de lo que reivindicaban, y de los procesos sociales que fueron destruidos. Por eso la memoria para nosotros es transformación, es poder decir que somos ciudadanos y ciudadanas con derechos, que no exigimos medidas paliatorias de reparación, sino medidas que ataquen las causas que han generado la criminalidad del Estado”, asegura Soraya Gutiérrez-.

Victimas advierten incremento de amenazas y asesinatos

En el octavo homenaje anual a las víctimas de crímenes de Estado, las organizaciones valoraron el trabajo adelantado a lo largo de los últimos años que les permitió exponer ante la mesa de conversaciones de paz de La Habana, la necesidad de que el quinto punto incluya la necesidad de contemplar la responsabilidad del Estado en la eventual comisión de la verdad.

“Allí hay un escenario, y allí vamos a seguir luchando para que haya reformas estructurales que permitan una depuración al interior del Estado, pues son instituciones como el Ejército y la Policía las que como caldo de cultivo, han alimentado la persecución contra el movimiento social y popular en Colombia”, señala Soraya Gutiérrez. Sin embargo, asegura que este logro se ve disminuido ante la realidad que viven actualmente las organizaciones de derechos humanos en Colombia; denuncian que las situaciones de riesgo y seguridad persisten para las víctimas de crímenes de Estado.

En el último mes se registraron 54 agresiones a líderes y lideresas sociales, y 28 asesinatos, entre los cuales se encuentran 13 líderes de restitución de tierras y de movimientos en defensa de los derechos humanos, y 15 asesinatos “en el marco de las mal llamadas acciones de limpieza social, parte de la estrategia de terror y zozobra para controlar a las comunidades donde hacen presencia (los grupos paramilitares)”, indicó Ángela Castellanos, de la Corporación Acción Humanitaria por la Convicencia y la Paz del Nordeste Antioqueño.

Cabe recordar que en 2015 fueron asesinados 51 defensores y defensoras de derechos humanos en Colombia (Informe de Amnistía Internacional), y en 2014 fueron asesinadas 55 (informe Somos Defensores), lo que supondría un incremento cercano al 200% en asesinatos en el primer trimestre del año. Por otra parte, desde que se implementó la Ley de Justicia y Paz en 2005, 86 personas han sido amenazadas, atribuyendolas a las “bacrim” o parmilitares desmovilizados, y han sido asesinados 71 reclamantes de tierras (informe Human Right Watch 2013) con una sola condena a los autores materiales y sin investigaciones en curso respecto a los autores intelectuales.

Las organizaciones sociales participantes en la conmemoración aseguraron que “estos hechos constituyen una respuesta de sectores de ultraderecha ante los anuncios de un inminente cese al fuego bilateral y la eventual firma del acuerdo de paz con las Farc, como a los anuncios de los avances en los diálogos con el ELN”, por lo que solicitan a la mesa de diálogos de paz de La Habana y a los países garantes, que se cree una comisión del más alto nivel “que depure las instituciones del Estado que perpetúan la impunidad en Colombia, y que dé garantías de no repetición porque no es posible que a las puertas de la firma de un acuerdo de paz, se esté iniciando un segundo genocidio”.

Para el Movice, el homenaje a las víctimas de crímenes de Estado sigue siendo en el 2016 tan vigente como en 2008, en tanto el reconocimiento de la magnitud del fenómeno paramilitar, la reparación y no repetición, sigue siendo una tarea pendiente por parte del Estado colombiano.

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Memoria y dignidad campesina

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27 Jul 2016


Memoria y dignidad campesina

Entre 1999 y 2004 el Bloque Calima de las Auc se tomó buena parte del Valle del Cauca. Miles de personas fueron asesinadas o tuvieron que desplazarse de sus tierras. Hoy los sobrevivientes siguen reclamando justicia por los crímenes cometidos. Según una investigación de la Consejería de Paz del departamento, se cometieron 60 masacres, dejando 771 personas asesinadas y alrededor de 800 desaparecidos, entre otros hechos victimizantes.


Desde el año 2012 los campesinos de la región, junto con la Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle del Cauca -Astracava-, realizan la conmemoración departamental por las víctimas de conflicto armado: “Memoria y Dignidad Campesina”, constituyéndose como un aporte valioso en la construcción de una cultura de paz para evitar el olvido de la guerra en esta zona del país.

Siguiendo esta costumbre, que ya empieza a convertirse en una tradición, el próximo 30 de julio de 2016 la Plaza Cívica de Boyacá, de la ciudad de Tuluá, será anfitriona de la IV conmemoración de “Memoria y dignidad campesina”, enmarcada en un contexto de “esperanza y alegría que motiva la cercanía del Acuerdo Final de los diálogos de paz entre el gobierno nacional y las Farc; diálogos que han sabido poner en el centro de sus acuerdos justamente a las víctimas para darle como horizonte claro a su i mplementación la satisfacción plena de los derechos a la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición que exigen y merecen las víctimas del conflicto social y armado”, explican los organizadores del evento.

Esta conmemoración ha pretendido generar propuestas para que la comunidad resuelva de manera pacífica, tolerante y respetuosa los conflictos que se generan. También está orientada al fortalecimiento de la convivencia y la intervención psicosocial que necesitan las víctimas del conflicto. El Centro de Memoria Histórica invita a todos a no olvidar los hechos ocurridos en esta comunidad. 

AGENDA PLAZA CÍVICA DE BOYACÁ, DE LA CIUDAD DE TULUÁ

9:30-10:20 a.m.: Misa Campal. 

10:20-10:50 a.m.: Acto simbólico (Isabel López, Grupo “Gestos Teatro”) 

10:50:11:30 a.m.: Presentación de la Campaña “Por la Paz de la Nación el campesinado le pone el Corazón” y del Comité Pedagógico por la Paz (Coordinación Campesina del Valle) 

11:30-12:20 p.m.: Intervención sobre el acuerdo de Víctimas de la Habana y sus beneficios para la construcción de la paz con justicia social. 

12:20-12:40 p.m.: Presentación del mural en homenaje a las víctimas (Colectivo Letincel).

13:30-14:30 p.m.: Presentaciones Culturales. 

Apoyan: Centro Nacional de Memoria Histórica y Personería Municipal de Tuluá 

 


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