- El 11 de abril de 2002, fecha en que las Farc secuestró a los 12 diputados del Valle, Carlos Alberto Cendales, subintendente de la Policía, y Walter López y Héctor Sandoval, conductor y camarógrafo de RCN, fueron asesinados mientras ejercían sus labores.
- El Centro Nacional de Memoria Histórica, la Comisión de la Verdad y la Gobernación del Valle conmemoran los 19 años del secuestro de los diputados y de la muerte de estas tres personas.
A Carlos, Walter y Héctor con frecuencia los traen a la mente. Su familia, sobre todo. En ese revivir tan propio y a la vez tan natural en el que se recuerda a quienes ya no están, cada tanto se suman vecinos, compañeros de trabajo y de la vida también.
Quienes hoy siguen aquí para recordarlos, no pueden referirse al 11 de abril de 2002, fecha en que las Farc secuestró a los 12 diputados del Valle, si no es a través de la semblanza de ellos, tres valerosas personas que dando lo mejor de sí en sus oficios encontraron la muerte.
Carlos Alberto Cendales, subintendente de la Policía, fue asesinado a sangre fría por los secuestradores en medio de la operación guerrillera cuando cuidaba el edificio de la Asamblea del Valle del Cauca. Walter López y Héctor Sandoval, conductor y camarógrafo de RCN, murieron mientras cubrían la noticia de la fuga de los guerrilleros.
Hoy, cuando se conmemoran 19 años de estos hechos, el Centro Nacional de Memoria Histórica, la Comisión de la Verdad y la Gobernación del Valle se unieron para recordar sus vidas y conocer un poco más sobre ellos y sus legados, punto central del homenaje ‘Por la Memoria, la Reconciliación y la Verdad’, acto de conmemoración en el cual participaron los familiares de estas víctimas.
“Fue una experiencia dolorosa porque recordar a un familiar es muy triste, pero fue bonito volver a los años vividos”, comentó John Jairo López, hermano de Walter, durante el evento, que se transmitió en vivo a través de las redes sociales de las instituciones que lideraron la conmemoración.
Freddy Sandoval, hermano de Héctor, aseguró que, en medio de todo el dolor, “lo bonito es recordar que realmente hubo un incidente que modificó nuestra paz colombiana, nuestra paz en la familia, que deja muchas incertidumbres. Nosotros nunca lo vamos a olvidar, la cuestión es que por este medio la sociedad no los va a olvidar”.
Cuando menciona “este medio”, Freddy se refiere al compilado de biografías y al documental que hacen de una apuesta por exorcizar la muerte, identificar las particularidades de una trayectoria, comprender los legados de una vida, dimensionar el significado de las vidas perdidas y entender lo que se fracturó en las familias y la sociedad. (Ver Informe El caso de la Asamblea del Valle).
Tanto la pieza audiovisual como la publicación hacen parte del ejercicio de memoria del que hicieron parte las familias de estas víctimas y que lideró el Centro Nacional de Memoria Histórica para contar las historias poco conocidas de estas personas que murieron en el marco de este suceso que sacudió al país.
“El CNMH acogió esta investigación porque era fundamental visibilizar a todas las víctimas de este hecho violento, además del secuestro de los diputados del Valle. En medio de enfrentamientos fueron asesinados dos miembros del equipo de Noticias RCN que cubrían la noticia. De alguna manera el secuestro de los diputados ensombreció en la opinión pública estas muertes, por eso acogimos estas historias de vida y dignificamos su memoria”, señaló William Mancera, investigador del CNMH que acompañó la documentación de este caso.
Precisamente para visibilizar estas tres vidas que con frecuencia suele ignorar la cobertura mediática al recordar los hechos alrededor de la Asamblea del Valle, compartimos las semblanzas de estas tres víctimas desde la perspectiva de personas cercanas a ellos:
Cendales, hombre de familia y única autoridad que descubrió el engaño de las Farc
*El perfil biográfico de Carlos Alberto Cendales, se elaboró a partir de la voz de Luz Marina Cendales, una de sus hermanas, cuyo relato está consignado en su libro Un sueño para Morir (Cendales, 2017). A partir del cual se realizó un trabajo conjunto para llegar a una versión editada para la publicación El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación.
Carlos Alberto nació el 13 de mayo de 1974 en el seno de una familia muy unida. Los Cendales Zúñiga provienen de la unión de José Joaquín Cendales Romero, natural de la ciudad de Calarcá (Quindío), y Jael Zúñiga, nacida en Cajibío (Cauca). Su madre, desde muy niña, junto a María Ercilia, su hermana gemela, y su abuela materna, quien las crió, fueron víctimas desplazadas por la violencia liberal-conservadora de los años 50.
De ese matrimonio, que duró más de 35 años, nacieron ocho hijos: Yolanda, Marta Cecilia, José Orlando, Rossana, Hernando, Luz Amparo, Carlos Alberto y yo. ‘Beto’ fue el menor, y llegó de manera sorpresiva cuando sus padres ya habían decidido no tener más hijos, pues su madre tenía 40 años, lo que generaba temor por su salud.
Desde muy pequeño, Carlos Alberto quiso ser policía. “Siempre mostró una gran vocación por serlo, pues en nuestra familia era una constante la afinidad con la institución. En esto creo que influyó mucho el que yo estuviera casada con Fernando Perdomo Yusti, quien hacía parte de la Policía Nacional. Cuando me visitaba en Popayán, Carlos Alberto esperaba a que Fernando se fuera a dormir y de pronto se me presentaba totalmente uniformado, se miraba al espejo diciéndome: “Algún día me voy a poner este uniforme; cuando termine de estudiar, voy a ser policía”, recuerda su hermana Luz Marina.
‘Beto’, como cariñosamente le decían los hermanos y amigos, terminó de forma destacada el bachillerato en el mismo colegio donde inició su etapa escolar: el Instituto Técnico Nacional de Comercio Simón Rodríguez.
Por petición de su mamá se inscribió en una universidad para estudiar la carrera de Derecho -otra de sus vocaciones-, pero simultáneamente lo hizo también en la Policía. “Mi mamá -cuenta su hermana-, le decía que estudiara en la universidad, que ella estaba dispuesta a pagarle la carrera pues para eso contaba con la pensión de papá, pero él se inclinaba más por ser policía, porque la verdad, era su sueño, su gran anhelo”. Cendales se convirtió en policía.
Al cabo de un tiempo, Carlos Alberto salió trasladado a Buga, ciudad ubicada a 78 kilómetros de Cali, donde conoció a María del Carmen, una muchacha de 16 años que dejaría su estudio y su familia para convertirse en su compañera permanente.
Así lo recuerda: “Yo lo conocí cuando tenía 16 años y nos enamoramos y al poco tiempo de conocernos tomamos la decisión de vivir juntos. Los seis años de estar en familia los vivimos muy felices” (CNMH, entrevista a María del Carmen Blanco, 2017, 25 de abril).
María del Carmen quedó embarazada y el 5 de enero del año 2000 nació Luisa. Y así llegó para Carlos Alberto la que sería su mayor alegría y el motivo más grande para vivir. Él le escogió el nombre desde que estaba en el vientre. “Si es niña me encantaría que se llame Luisa María”, repetía emocionado.
En esos primeros meses del 2002, el conflicto armado arreciaba en todo el país. El asesinato en el oriente de Cali de Monseñor Isaías Duarte, el arzobispo de la ciudad, lo sorprendió mucho. El sufrimiento del niño Andrés Felipe Pérez, quien en reiteradas oportunidades clamaba a las FARC la liberación de su padre, el cabo José Norberto Pérez, para despedirse de él, pues el cáncer que padecía lo deterioraba día tras día y solo esperaba reencontrarse con su padre, también lo impactó como persona y como uniformado, pero sobre todo como papá.
Se acercaba la Semana Santa y Carlos Alberto fue notificado de que ya no saldría a reforzar los puestos policiales de otra ciudad, como en algún momento se había dicho, sino que continuaría con el servicio de vigilancia en la Gobernación.
Por esos días, a través de informes de la inteligencia de la policía, les habían hablado de una posible escalada terrorista en varias ciudades del país, lo que obligó a un acuartelamiento en primer grado. Contaba que en una reunión matutina o relación general para dar órdenes y asignar tareas. Les sugirieron tener cuidado y estar alertas porque, según las informaciones, en Cali había un “león dormido” y cuando este despertara causaría estragos.
Ante ese comentario su mamá siempre muy angustiada le decía que por favor se cuidara, que ante cualquier situación peligrosa se escondiera, que ella no soportaría tan siquiera la idea de que algo malo le fuera a ocurrir, a lo que Beto le respondió abrazándola y diciéndole que había que afrontar las cosas como se presentaran.
Lamentablemente, el 11 de abril de 2002, el subintendente Cendales fue asesinado por miembros de las Farc que desarrollaban su estrategia para secuestrar a los diputados del Valle. Él fue el único en darse cuenta de que en realidad quienes ingresaron a la Asamblea no eran integrantes del Ejército que querían trasladar a los dirigentes ante la amenaza de una bomba.
Walter Hayder López, el mensajero ascendido a conductor
* El perfil biográfico de Walter se construyó a partir de conversaciones con sus hermanos John Jairo y Martha Cecilia. Con las voces de sus amigos del colegio Atenas: Roberto Tobón, Patricia Sepúlveda y Kelvin Soles y con los aportes de su amigo y compañero de trabajo en RCN Jhoni Ramírez.
Walter nació el 3 de noviembre de 1964 en la ciudad de Cali. Rodeado de su familia y amigos, vivió una infancia muy alegre en las calles de su barrio: “Mi hermano tuvo una niñez tranquila. Pobre y con necesidades, pero muy feliz. De niños jugábamos ponchados, yermis, cojín de guerra, quiebra huesos, montábamos en cicla, andábamos descalzos” (CNMH, entrevista a John Jairo López, 2017, 22 de noviembre).
Walter se casó con Luz Marina Flórez Ortiz. Del matrimonio nacieron sus dos hijos, Steven y Hayder Walter. Gracias a un sorteo en el banco lograron pagar su casa en Ciudad Córdoba. Quienes lo conocieron dan fe de que Walter siempre se caracterizó por ser un buen papá. “Le puedo decir que era un excelente padre, respondía por sus hijos, siempre estaba pendiente de ellos, los amaba. Los llevó derechito en la vida y esperaba que crecieran, estudiaran y no perdieran el amor por la familia. Los hijos le heredaron la alegría y la capacidad de trabajo” (CNMH, entrevista a John Jairo López, 2017, 22 de noviembre).
Por medio de una agencia de empleo, Walter ingresó a RCN en 1998, primero como mensajero y después como conductor. En enero del 2002 Walter fue ascendido. “Resulta que la persona que trabaja con nosotros como conductor, tuvo una lesión y no pudo manejar más, entonces hicieron un cambio. Walter pasó a ser nuestro conductor. De hecho, cuando Walter murió tan solo llevaba tres meses como conductor” (CNMH, entrevista a Jhoni Ramírez, 2017, 17 de agosto).
“Mi hermano estuvo en una toma guerrillera en el norte del Cauca. Me contaba que apenas se escuchaban los disparos y que era muy emocionante. Yo le decía: “Walter, donde lo pelen ¿qué va a hacer usted?” (CNMH, entrevista a John Jairo López, 2017, 22 de noviembre).
También fue a los lugares alejados, donde se desarrollaban las noticias de último minuto: “Con Walter nos tocó cubrir el accidente del avión de la aerolínea Tame, donde murieron 20 personas, en Cumbal, Nariño. El avión se estrelló contra el volcán en el mes de febrero del 2002 y el lugar fue declarado camposanto” (CNMH, Entrevista a Jhoni Ramírez, 2017, 17 de agosto).
Walter Hayder López López o como le decían sus amigos más cercanos, el ‘viejo Whaly’, murió el 11 de abril de 2002 como consecuencia de una hemorragia masiva, causada por las lesiones internas que le dejó un proyectil calibre punto 50 que impactó al techo de la camioneta desde la que cubrían lo que sucedía con los diputados. Su cuerpo sin vida quedó recostado toda la noche sobre el timón de la camioneta y no pudo ser trasladado.
Héctor Sandoval, un apasionado de las cámaras
*El perfil biográfico de Héctor se narró a partir de las voces de su mamá Orfa María y sus hermanos Juan Diego y Fredy Enrique. También, con la entrevista a sus amigos y compañeros de trabajo Juan Bautista y Jhoni Ramírez.
Doña Orfa María y Don Carlos Enrique se conocieron en el Valle del Cauca. Del matrimonio de un bogotano y una patiana nacieron cuatro hijos: Fredy Enrique, Luis Carlos, Juan Diego y Héctor Hernando. Héctor nació el 14 de febrero de 1975 en la ciudad de Cali.
Héctor fue jugador de la selección de voleibol del Valle. “Fue un gran deportista, midiendo 1,70 era el armador de la selección de la Liga del Valle. Mi hermano empezó en el equipo del Colegio Caldas en Palmira y de ahí pasó a la Liga. Cuando yo llegaba de vacaciones le decía para molestarlo: “¡Tremendo enano y jugando voleibol!” (CNMH, entrevista a Fredy Enrique Sandoval, 2017, 30 de abril).
Su padre Carlos fue por muchos años el jefe técnico de Caracol Televisión y trabajó en algunas telenovelas y en varios programas infantiles de los años ochenta y noventa. “Él nos introduce en el mundo de la pantalla chica. De hecho, todos mis hermanos y mis tíos aún trabajan en el medio” (CNMH, entrevista a Fredy Enrique Sandoval, 2017, 30 de abril).
“Construíamos el set con los corotos de la casa, instalábamos las luces con las bombillas de navidad y filmábamos con unas cámaras hechas con cajas de cartón. Cuando mi mamá se iba para el trabajo al Seguro Social, hacíamos el montaje”, recuerda su hermano Fredy.
Después de haber trabajado en varias programadoras como camarógrafo, Héctor ingresó a RCN a mediados de 2000. Lo enviaron a hacer los reportajes de importancia para el canal como la liberación de los secuestrados de La María (1999), el secuestro masivo del Kilómetro 18 (2000), la masacre del corregimiento de Barragán en el municipio de Tuluá (2000), entre otras. También, Héctor Hernán era muy bueno capturando las secuencias de los partidos de fútbol.
Hizo también su propia vida familiar. Se casó con María del Pilar Castro en Palmira. De esa relación nació su único hijo Juan Sebastián. “Héctor conoció a su esposa en las novenas de diciembre que se organizaban en el barrio. Cuando Héctor, murió el niño tenía 5 años” (CNMH, entrevista a Orfa María Muñoz, 2017, 26 de abril).
Héctor soñaba con seguir en su carrera en el mundo de la imagen: “Era tan profesional que tenía toda la confianza de sus jefes para editar las imágenes. Con el tiempo nos dimos cuenta de que él estaba estudiando para hacer camarógrafo de producción a nivel de telenovelas. Sus amigos nos contaron que muy pronto en RCN lo iban a trasladar para que trabajara en Bogotá” (CNMH, entrevista a Fredy Enrique Sandoval, 2017, 30 de abril).
El legado de Héctor sigue muy presente en su familia y amigos. Como padre, como hermano y como hijo dejó recuerdos inolvidables y enseñanzas para todos. Su mamá tiene su cuarto intacto y guarda todos los objetos que le regalaba.