¿Y dónde es el partido?
Noticia
Autor
Harold García
Fotografía
CNMH
Publicado
01 Jun 2018
¿Y dónde es el partido?
El próximo 5 de junio se estrena por Señal Colombia la serie documental “¿Y dónde es el partido?”, donde se relata las historias de ocho comunidades del país y sus resistencias en la guerra a través del fútbol.
Juan Reyes hace lo posible por ir gran parte de la semana al barrio Miramar, en Buenaventura, donde se desempeña como profesor deportivo, una labor que, advierte, “puede minimizar la violencia”. Porque a los jóvenes “se les inculca principios, valores y amor al deporte, para que puedan tener una oportunidad más adelante por medio de la disciplina deportiva”. Este hombre afro y sonrisa ancha, que fue jugador profesional en los años 90, reconoce que la ciudad de Buenaventura, una de las más violentas en el país, se puede transformar al crear espacios deportivos dignos donde los jóvenes puedan practicar y fomentar sus capacidades. “Si no tenemos escenarios donde los niños, niñas y adolescentes puedan jugar fútbol es muy difícil”.
Y es que el barrio Miramar, como muchos otros en el país, le otorgó a un rectángulo improvisado lleno de arena y polvo el nombre de cancha. Allí los niños corren tras la pelota aprendiendo de la mano del profesor Reyes cosas como el compromiso, el compañerismo y la amistad, obvio sin dejar nunca de divertirse, porque el fútbol es diversión, así sea sobre un tierrero asfixiante. Pero no siempre ha sido solo esparcimiento, o negocio, también el fútbol es utilizado, así como lo hace Juan Reyes, en una herramienta de organización comunitaria. Y sino que lo diga la serie documental ¿Y dónde es el partido?, que se emitirá entre el 5 al 15 de junio, de martes a viernes con repetición del 18 al 27 de junio a las 8:30 p.m. por Señal Colombia. Una producción audiovisual sobre ocho comunidades del país, donde se relatan sus historias de supervivencia en la guerra a través del fútbol.
Aquí los televidentes encontrarán en estas ocho historias soluciones alegres, porque el fútbol es felicidad, a problemas insolubles en la cotidianidad de las regiones: problemas de salud, falta de carreteras, exigencias de vías públicas, educación y justicia. Redimir las ausencias que les ha dejado el conflicto armado por medio de la organización social, que se ve catapultada en escenarios de integración como el fútbol, una adicción, patear la pelota como niños, que los ha llevado a construir procesos de concertación y unión.
Ocho capítulos conmovedores donde se ven las fortalezas de los sobrevivientes al conflicto armado por medio de un deporte tan popular como el fútbol. Hay dos capítulos de comunidades indígenas (Atshintujkua de la Sierra Nevada de Santa Marta y Bocas del Yí en Vaupés); dos de mujeres (Corocito en Arauca y Buenaventura); otro de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), comunidad ganadora del Premio Nobel Alternativo de Paz en 1990; uno de un árbitro en El Tambo (Cauca); y otro sobre la Fuerza Pública en Bogotá. Un recorrido geográfico a través de la importancia del fútbol para hacerle frente a la violencia.
Ni el fútbol se salvó de la guerra
A pesar que el mundo cada cuatro años, por esta época, entra en la fiesta del fútbol a causa del Mundial, en estos territorios el fútbol nunca deja de ser un motor de empuje en la resolución de los problemas, pero también ha sido un punto de ataque por parte de los grupos armados. Por ejemplo en Corocito (Arauca) la guerra llegó vestida de infamia la noche del 8 de febrero de 2003. Los paramilitares del Bloque Vencedores de Arauca, al mando de alias el ‘Cantante’ y ‘Cero Tres’, se tomaron el pueblo y –amenazando, golpeando sembrando miedo- desplazaron a la comunidad dejando a su paso 12 personas asesinadas, entre los que se encontraban, en su mayoría, integrantes del equipo de fútbol de Corocito. “La idea era clara: fragmentar la comunidad y acabar con lo que más nos unía”, dicen los sobrevivientes que retornaron de nuevo a sus tierras.
Algo parecido, desgraciadamente, sucedió con 12 jóvenes en Punta del Este, Buenaventura, a pocos metros del barrio Miramar. Una masacre que enlutó a la comunidad el 19 de abril de 2005. Los muchachos fueron engañados para jugar un partido de fútbol, por el que le pagarían 200 mil pesos a cada uno, pero en vez de encontrar un balón para patear y divertirse, hallaron la muerte. Según un vídeo de la Fundación Rostros & Huellas, “esta masacre fue llevada a cabo por estructuras de la estrategia militar encubierta de tipo paramilitar cuando se aplicaba la política de Seguridad Democrática”.
Los indígenas de Bocas de Yí, en Vaupés, también se vieron afectados. Su comunidad era un lugar de paso constante por parte de la guerilla de las Farc. Así aprovecharon su poder violento para reclutar a los jóvenes de la zona, lo que, de paso, generó que se creara el estigma de que esa comunidad indígena era afín al grupo armado.
Tal vez la guerra ha sacado los momentos más degradantes de nuestra historia. Masacres, violaciones a los derechos humanos, desapasiones forzadas, secuestros, niños que han dejado su infancia por empuñar armas. Pero tanto dolor y resistencia impulsó a comunidades como la ATCC en La India (Santander) a promover la paz, a dejar a los civiles fuera de la guerra: “Ni con ustedes, ni con ellos; nosotros solos”, es el lema que han difundido desde el 24 de mayo de 1987, que se reunieron con la guerrilla de las Farc, con el objetivo de dejarles claro que ellos no harían parte de su guerra. Acto que después repitieron con los paramilitares al igual que con el Ejército Nacional. Esta gesta los llevó a recibir el Premio Nobel de Paz Alternativo en 1990.
Algo en común que tienen estas cuatro regiones del país es que han encontrado en el fútbol la manera de afrontar las dificultades que impuso la guerra. Se han reunido alrededor del balón para fortalecer sus organizaciones sociales y para solucionar las indiferencias porque siempre será mejor que lleguen balones para divertirse que armas para matarnos. Y esto es lo que veremos este año en la serie documental ¿Y dónde es el partido?
“Llegar a esta zona cargado de balones no cargado de armas, si yo pongo a escoger a los jóvenes ellos van a escoger el balón”, concluye Juan Reyes.
Publicado en Noticias CNMH