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Memoria en la Asamblea del Valle

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Ivan Sierra

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Ivan Sierra

Publicado

20 Jun 2018


Memoria en la Asamblea del Valle

Colombia ha vivido momentos muy álgidos de dolor en medio del conflicto armado. Uno de ellos es el secuestro y posterior asesinato de los 11 diputados del Valle, quienes fueron retenidos durante 5 años por la guerrilla de las Farc. Ahora, en el décimo primer aniversario de esta conmemoración y en medio de un proceso de paz, las familias recuperan la memoria de sus familiares a través de sus perfiles biográficos.


El secuestro ha sido uno de los mecanismos más usados en el país como herramienta de prolongación de la guerra. Esta práctica se empezó a generalizar desde la década del 70 y según datos del Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto (ONMC) entre los años 1970 y 2016 fueron secuestradas 39.281 personas.

En el caso de la Asamblea del Valle, la compleja discusión legal muestra que lo sucedido el 11 de abril de 2002 puede entenderse como “toma de rehenes”, la cual ocurre en el marco del conflicto armado y  priva a una persona de su libertad, condicionándola a la satisfacción de exigencias formuladas por la otra parte.

17 personas fueron sacadas de la Asamblea bajo el engaño de una supuesta amenaza de bomba. En el operativo murieron el subintendente Carlos Alberto Cendales, el conductor Walter López y el camarógrafo Héctor Sandoval de la cadena RCN.

Para muchos este era un desastre anunciado. Meses antes los diputados habían manifestado sus inquietudes en materia de seguridad, pues como muchos políticos del país se sentían bajo amenaza ante la advertencia de las FARC de “retener” políticos para lograr un intercambio con sus guerrilleros presos.

Fue así como el 11 de abril inició un doble cautiverio. Por un lado para los 12 diputados que durante 5 años caminaron por Buenaventura y Argelia en el Valle del Cauca; López de Micay y El Tambo en el Cauca y Leyva, El Charco e Iscuandé en Nariño, territorios que durante muchos años estuvieron en disputa de múltiples actores armados.

Por otro lado está  el cautiverio emocional de 12 familias que buscaron la liberación de sus seres queridos. En esa época la única forma de comunicarse era con pruebas de supervivencia o mensajes en programas radiales. Tan solo recibieron 7 pruebas de supervivencia y sus sentimientos y cotidianidades los mandaban a través de programas como “Voces del Secuestro” y emisoras como “La Carrilera” y la Cadena Radio Súper.

A pesar de las diferencias políticas, las familias de los diputados se unieron a la lucha de cientos de familiares de secuestrados que buscaron un acercamiento entre el gobierno de Álvaro Uribe y las FARC. Sin embargo, ni el dolor de las familias, ni la diplomacia internacional lograron convencer a las partes de llegar a un acuerdo especial para la liberación de los secuestrados.

La experiencia del secuestro a nivel nacional deshumanizó aún más el conflicto armado colombiano. Para Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), esta modalidad de violencia se convirtió en el signo de la degradación de la guerra. El secuestro de los 12 diputados se constituyó como una de las violaciones  más graves al Derecho Internacional Humanitario en el país.

Del secuestro al asesinato

El 23 de junio de 2007, las FARC firmaron un comunicado del Comando Conjunto de Occidente en donde se informó a la opinión pública que el 18 de junio de 2007, 11, de los 12, diputados murieron en un fuego cruzado y que uno, Sigifredo López, sobrevivió. Fue así como desde el 29 de junio empezó la lucha de las familias por recuperar los cuerpos de los diputados. Sin embargo solo hasta el domingo 9 de septiembre sus cuerpos llegaron hasta la ciudad de Cali a través de un protocolo liderado por la Cruz Roja.

Para los familiares de un secuestrado enterarse que este murió en cautiverio es muy difícil.  Según la Fundación País Libre “al saber que la persona murió, la sorpresa y la incredulidad invade a los dolientes pues no están preparados para afrontar ese nuevo golpe. Sienten que no es justo que luego de sufrir el horrible proceso del secuestro tengan que enfrentar ahora un momento aún más difícil”.

Para el año 2016, en medio de los diálogos entre el Gobierno y las FARC, Jorge Torres alias ‘Pablo Catatumbo’ habló frente a los familiares de los diputados en un acto temprano de reconocimiento de responsabilidades: “En nombre de las FARC, y de su Delegación de Paz, queremos expresar nuestro más sincero y público reconocimiento de responsabilidad y pedir perdón a las víctimas y familiares de los 11 diputados del Valle del Cauca, los cuales se encontraban retenidos y bajo responsabilidad de nuestra organización […] Sea esta la ocasión para rendir un tributo que honre la verdad y la dignidad de las víctimas, pero que también nos ayude a superar el odio y la venganza como forma de solución a nuestros conflictos”.

Ahora, a pesar de que las familias han asumido el proceso de perdón de forma individual, el acuerdo de paz abre la posibilidad de conocer la verdad sobre los hechos y resolver las preguntas que se acumularon durante los 5 años del cautiverio.

Entre tanto, las familias de los once diputados secuestrados y asesinados por las FARC: Juan Carlos Narváez, Ramiro Echeverry, Jairo Hoyos, Alberto Quintero, Rufino Varela, Nacianceno Orozco, Héctor Fabio Arismendi, Edison Pérez, Francisco Giraldo, Carlos Alberto Barragán y Carlos Alberto Charry, de Sigifredo López, único diputado sobreviviente de los hechos, y también del subintendente Carlos Alberto Cendales, el conductor Walter López y el camarógrafo Héctor Sandoval trabajan en la  construcción de sus perfiles biográficos como proceso de memoria.

A través de la narración de sus historias de vida, las familias encuentran la humanidad perdida en medio de la guerra, visibilizan sus duelos y luchas por la vida privada y sus apuestas públicas durante esos años de secuestro. “Con la creación de los perfiles, que se materializarán a través de un informe y una serie documental, también se busca generar empatía con una sociedad que desde la estigmatización y el desconocimiento ha justificado los actos de la guerra. Se espera que los perfiles biográficos no dejen tranquilo al lector, sino que permitan un encuentro con el otro, consigo mismo y con la forma en que la guerra se ha inscrito en su propia biografía”, dice Gloria Restrepo investigadora del CNMH.

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Conmemoraciones, Diputados del Valle, Reparaciones, Secuestro

Familiares de los diputados del Valle del Cauca entregan informe de memoria a la JEP

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Publicado

26 Oct 2018


Familiares de los diputados del Valle del Cauca entregan informe de memoria a la JEP

Los seres queridos de los representantes, secuestrados en el 2002 y asesinados cinco años después por las FARC, realizaron el acto simbólico este viernes 26 de octubre en una audiencia de la Jurisdicción Especial para la Paz. Esta investigación será presentada a la opinión pública el 10 de noviembre en Cali y el 23 del mismo mes en Bogotá.


El libro “El caso de la asamblea del valle: tragedia y reconciliación”, es el primer ejercicio de memoria histórica que realizan los familiares de los diputados del Valle secuestrados el 11 de abril del 2002 por la guerrilla de las FARC. Este viernes 26 de octubre, en medio de una audiencia pública sobre secuestro político citada por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), los familiares de las víctimas le entregaron a los magistrados este informe realizado de la mano de investigadores del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Este libro es una reconstrucción íntima de las vidas de los once diputados asesinados en cautiverio en el 2007 (Alberto Quintero, Carlos Alberto Barragán, Carlos Alberto Charry, Edison Pérez, Francisco Javier Giraldo, Héctor Fabio Arizmendi, Jairo Javier Hoyos, Juan Carlos Narváez, Nacianceno Orozco, Ramiro Echeverry y Rufino Varela), del único sobreviviente de este hecho (Sigifredo López), y de las otras tres personas que murieron el día del secuestro: el conductor Walter Hayder López López y el camarógrafo Héctor Hernando Sandoval Muñoz, de RCN, quienes estaban cubriendo lo sucedido; y el subintendente Carlos Alberto Cendales.

Aquí compartimos el prefacio del libro, escrito por el director del CNMH, Gonzalo Sánchez, y los invitamos al lanzamiento oficial que se realizará los días 10 y 23 de noviembre en Cali y Bogotá, respectivamente:

“El caso de los 12 diputados del Valle, secuestrados por las FARC con ardides, mientras sesionaban en la sede de la Asamblea Departamental, el 11 de abril de 2002, es un símbolo trágico de la crueldad y del envilecimiento de nuestro conflicto armado. La paz firmada con esta guerrilla, y la institucionalidad creada para que los procesos de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición relacionados con sus acciones arrojen resultados, ayudarán sin duda a esclarecer lo que falta por saber sobre este hecho atroz, así como a juzgar a los responsables. Será el camino hacia la no repetición y la reconciliación por las que apuestan los propios familiares de las víctimas que dejaron aquí su testimonio.

El informe contribuye al esclarecimiento sobre la manera como fue planeado y ejecutado el secuestro con varios meses de anticipación, sin que las autoridades hubieran tomado en serio los fundados temores sobre su inminencia; señala los comandos responsables a cargo de la operación y el modo de accionar de la guerrilla alrededor del secuestro; también ofrece una testificación directa de la marcha forzada por los Farallones de Cali primero y luego la larga travesía a la que fueron sometidos los diputados por la selva, las montañas, los pantanos y los páramos de la región del suroccidente del país; del largo cautiverio padecido; de las enfermedades, el hambre y las múltiples penurias; de las condiciones inhumanas de cualquier secuestro, que obliga a la víctima a poner su vida entre paréntesis y a luchar por conservarla recurriendo a una fuerza física y emocional que no sabía que era capaz de gestionar.

Este informe arroja luz sobre algunas de las zonas oscuras que quedan alrededor de la modalidad de secuestro político; del secuestro en general como práctica degradante de la guerra; hace que nos planteemos las preguntas que quedan pendientes por resolver. Pero, sobre todo, consideramos que este informe logra el propósito fundamental para el que fue elaborado: dignificar a todas las víctimas directas e indirectas de este hecho atroz: al subintendente Cendales quien custodiaba el edificio, asesinado a sangre fría por los secuestradores en medio de la operación guerrillera; al conductor y al camarógrafo de RCN quienes murieron mientras, en ejercicio de su profesión, cubrían la noticia de la fuga de los guerrilleros, en medio de un operativo militar desenfrenado y sin contemplaciones; a los 11 diputados secuestrados, mantenidos en cautiverio durante cinco años e inesperadamente asesinados en un protocolo inhumano de respuesta al fuego que sus captores consideraron erróneamente enemigo; y al único diputado que sobrevivió y fue liberado después de siete años de cautiverio.

Pero también al hijo que va al cementerio a hablar con su padre; a la hija a la cual la guerra le arrebató su infancia; a la madre que esperaba una anunciada liberación del hijo, “pero siempre pasaba algo”; la soledad deliberada del hijo frente a las primeras pruebas de sobrevivencia, con una mezcla de alegría y de tormento interior: “Entonces yo me fui para mi casa y las vi solo. Empezaron a salir uno a uno los diputados. Mi papá creo que salió en la mitad: parecía un cadáver. Cuando lo vi empecé a llorar”. También se registra el momento de las añoranzas: “En música le gustaban los temas Viejo Farol y Lejos de Ti, que eran tangos, y de muy niño, Amor Divino, de Leo Dan”.

Se evoca aquí el difícil reto del encuentro con los jefes guerrilleros en la iglesia de San Francisco, en Cali, después de la firma de los acuerdos: “con nuestras lágrimas de 14 años recogidas en nuestras manos, pedimos a Dios que, a sus asesinos, los comandantes de las FARC, cada que laven su cuerpo recuerden las lágrimas nuestras para que esas lágrimas les sirvan de fuerza al levantarse cada mañana y cumplir su decisión de construir paz”.

Se evidencian los esfuerzos de los propios secuestrados por tranquilizar a los suyos a través de las pruebas de supervivencia: “Todos sus mensajes estaban cargados de amor y sabiduría, llegó hasta dedicarle una canción a mi mamá”. Y en la misma dirección, el padre que motiva a sus hijos: “siempre nos decía era que termináramos la escuela, que nos enfocáramos, que estudiáramos, o sea, él quería que nosotros siguiéramos adelante”.

En suma, por estas páginas circulan escenas de indignación, de afecto, de espera y también de perdón.

De manera previa, el CNMH publicó dos informes sobre el secuestro: Una verdad secuestrada, que elabora una base de datos sobre el secuestro, sus víctimas y la distribución de responsabilidades entre los actores armados ilegales; y Una sociedad secuestrada, que es un informe temático sobre este crimen de lesa humanidad, que es prohibido por el Derecho Internacional Humanitario.

El secuestro, hay que decirlo con claridad, somete a sus víctimas a múltiples formas de violencia continuada, que no solo dura el tiempo del cautiverio, sino que tiene secuelas posteriores a la liberación. Es un crimen atroz, que afecta no solo a los secuestrados sino a todo su núcleo familiar, psicológica y económicamente, razón por la cual los familiares y amigos de las víctimas sienten que también su vida es puesta en cautiverio, entre paréntesis, forzados a permanecer atentos a las pruebas de supervivencia, a enviar mensajes de apoyo que no saben si logran llegar hasta ellos, o incluso a quedar en medio de la presión del Estado y la de los secuestradores.

En ese sentido, el CNMH considera que además de los secuestrados, son muchos los miles de víctimas de este flagelo en nuestro país, con distintos grados de afectación, que van desde la enfermedad, el trauma, e incluso la muerte. Pero, como si esto fuera poco, es un delito que, en nuestro país, ha tenido un desenlace fatal en un alto porcentaje de casos (de las 37.094 víctimas de secuestro entre 1958 y 2018, 1.147 han muerto o han sido asesinados durante su cautiverio, según reporta el Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH).

Desde otro ángulo el tema de los liderazgos políticos impactados por el conflicto armado, a través de asesinatos, secuestros y confinamientos, ha sido abordado en nuestro informe Hacer la guerra y matar la política en donde se explora la reflexión no solo de la sustitución de las armas por la política, sino del ejercicio de la vida política misma y en últimas de la democracia como víctimas de la guerra.

Como sello característico, este informe se elaboró con la activa participación de los familiares y amigos o copartidarios cercanos de las víctimas. Ellos dejaron aquí su testimonio, sin mediaciones es su propia voz la que narra quién era cada uno, como padre, esposo, hijo, compañero de vida o amigo, como militante de un partido político y como funcionario, el proyecto de vida, el lazo afectivo o el hogar que quedó trunco.

En este informe consignamos el testimonio del dolor de cada familiar afectado, pero sobre todo su manera de sobreponerse al impacto de los hechos, su resiliencia y resistencia constantes, su lucha por elevar su caso a asunto de Gobierno y de sociedad a fin de lograr un acuerdo humanitario que mantuviera viva la esperanza de su liberación, los sueños imposibles de fuga, las movilizaciones ciudadanas, el cara a cara con los perpetradores, y por último, como ya se dijo, su invitación sufrida y generosa a la reconciliación para frenar la tentación a las venganzas sin fin. Todo ello sin eludir el reclamo interpelante de uno de los secuestrados: “A veces pienso que no sé quiénes son más infames, si los que nos secuestran o los que nos olvidan”. Si el secuestro pretendió separarlos, aislarlos de nosotros, que la memoria nos vuelva acercar a ellos, ese es nuestro compromiso.

No solo estigmatizamos a las víctimas anónimas, a los civiles de las regiones apartadas del país. Cuando la violencia se cierne sobre alguien, se levanta el dedo acusador: “por algo sería”. Por eso, en el CNMH no hemos cejado en nuestro empeño de luchar contra la estigmatización prejuiciosa de una buena parte de la sociedad, cuando no indiferente y ajena al dolor de los otros.

Por ello, dignificar a cada una de las víctimas de este secuestro masivo, así como a sus familiares, sigue siendo una tarea pendiente. Confiamos en que este informe ayude a llenar algunos de los tantos vacíos que dejó el secuestro de los diputados de la Asamblea Departamental del Valle, aunque en estricto sentido no haya manera de llenar el abismo de soledad e injusticia abierto entre un padre y la hija de dos años que fueron separados para siempre, de un abuelo que no vio nacer a sus nietos, de un compañero que seguirá siendo extrañado, o de la madre o el padre que murieron sin volver a abrazar a los hijos perdidos por la deshumanización de la guerra.

Que estas páginas sean el inicio del reconocimiento estatal y social de una deuda de memoria pendiente con las víctimas fatales de estos hechos y con sus familiares que siguen cargando su dolor y su reclamo de justicia y pleno esclarecimiento.

A ustedes familiares de los diputados, les ofrecemos nuestra solidaridad y un gracias infinito por habernos convertido en depositarios de su palabra. Confiamos en que este libro sea una expresión material de nuestra gratitud, pero también de nuestro deber de dar audiencia y espacio a sus voces”.

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Diputados del Valle, JEP, Valle del Cauca

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega III: Walter López López

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CNMH

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CNMH

Publicado

19 Nov 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega III: Walter López López

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. Esta tercera entrega de la serie documental “Somos más que 11”, está dedicada a otra víctima del asalto a la Asamblea del Valle, de la que poco se conoce: Walter López López, conductor del canal RCN, quien murió en el cubrimiento de este hecho.


Dos días antes de su muerte, Walter Sandoval tuvo el presentimiento de que pronto alguien de su familia iba a faltar. Pensó que sería su padre. “Hacía un año que nos habíamos reencontrado con papá después de 8 años. Lo volvimos a ver con diabetes y problemas respiratorios. Pensamos que se iba a morir y vea, el que faltó fue Walter”, contó John Jairo Sandoval,  hermano de Walter Sandoval, otra de las víctimas fatales que dejó el asalto de las FARC a la Asamblea del Valle el 11 de abril del 2002. Ese día, Walter estaba conduciendo el carro del canal RCN, en el que se movilizaban dos reporteros que cubrían el hecho. En medio del operativo de rescate de las fuerzas armadas, Walter recibió un impacto de bala.

“Walter era un berraquito. No se le arrugaba trabajar en lo que fuera -dijo John Jairo-. Si le tocaba recoger naranjas, las recogía. Fue vendedor de biblias, trabajó en una droguería, pasó unos años en una empresa de seguridad… Desde 1998 había logrado entrar a trabajar RCN como mensajero y en el 2002 fue ascendido a conductor. Me decía orgulloso que le estaba yendo bien”.

El carro que Walter estaba manejando, iba tras el rastro del bus en que la guerrilla llevaba secuestrados a once diputados del Valle y a otros funcionarios de la Asamblea. Por petición de los diputados, ya las FARC habían liberado a algunas personas, y los periodistas tenían la esperanza de encontrar nuevas liberaciones. A las 2:30 pm el grupo de periodistas empezó a ver como se acercaba un helicóptero Arpía, que estaba ametrallando y lanzando cohetes hacia una montaña apartada. “El helicóptero se hizo justo encima de nosotros y disparó cohetes hacia la montaña. Nosotros hicimos una banderita con una rama y un pañuelo”, testificaron los periodistas.

Cuando cesaron los ataques, los periodistas  decidieron devolverse. Juan Bautista, quien iba en el carro de RCN, recordó: “Dentro del vehículo, Walter dijo: ‘Voy a ir hasta esa curva para devolverme’. La pequeña curva estaba a escasos cinco metros de donde nos encontrábamos. En el trayecto escuchamos el sonido de un helicóptero que se acercaba. Me agacho y veo en el suelo la sombra de esa mole metálica negra que empieza a disparar. Segundos después, siento que algo impacta en el carro. Cuando alzo la cabeza, observó un hueco en el techo del carro. Inmediatamente Walter se va para un lado, quedando su mano derecha junto a la palanca de cambios”.

Walter se había levantado en una familia con siete hermanos que, a pesar de una vida difícil, se mantuvieron unidos. “La última vez que estuvimos juntos fue en el aeropuerto despidiendo a mi hermano Gilberto, que se fue a otro país  a buscar una mejor forma de vida. Eso hace más de 25 años”, contó su hermano John Jairo.

Y continuó: “Después se fueron al exterior Martha y Bayolet. Ese día Walter le dijo  a Bayolet: ‘hermanita no sé si nos volvamos a ver, pero yo te quiero mucho’. Y no nos pudimos volver a reunir. Para mi familia, después de la muerte de Walter vinieron una serie de sucesos dolorosos como la muerte de mi papá. A los cuarenta días de haber enterrado a mi papá, los paramilitares asesinaron a mi hermano Alex. A Keneth le dispararon siete veces mientras estaba parado en una esquina. Pero bueno… Dios no nos da nada que no podamos soportar ¿no?”.  

“¿Sabe qué me voy a llevar a la tumba? -agregó Jhon-. La risa de mi hermano, era contagiosa  y sincera. Se reía con nada y se sonrojaba”. A su compañero de trabajo, Jhoni Ramírez, también lo contagió la alegría de Walter: “era caleño hasta en su forma de vestir: camiseta, jean y zapatillas. Amante de la salsa al estilo guateque. Bailarín de la salsa de golpe. Bromista hasta el cansancio. El viejo ‘Whaly’ hace falta”. Así era Walter.

Hay una imagen que sus compañeros de trabajo nunca van a olvidar: Walter reclinado sobre la cabrilla de su carro, la mano junto a la barra de cambios, ya sin vida, pero en su puesto de trabajo. Murió trabajando, cumpliendo su deber, lo que siempre hizo en la vida.

Lea el relato completo de la vida de Walter descargando aquí el libro“El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” y siguiendo la serie documental “Somos más que 11” que estaremos publicando hasta el 10 de diciembre.

 

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega IV: Héctor Sandoval Muñoz

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CNMH

Publicado

20 Nov 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega IV: Héctor Sandoval Muñoz

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta cuarta entrega de la serie documental “Somos más que 11”, conocerá la historia de un camarógrafo de RCN que perdió la vida cubriendo este hecho: Héctor Hernando Sandoval Muñoz. Un apasionado por las imágenes; una persona audaz, independiente y con afán de vivir la vida.


El día del asalto de las FARC a la Asamblea del Valle, el 11 de abril del 2002, una bala de ametralladora disparada desde un helicóptero Arpía de la Fuerza Aérea impactó a Walter López, el conductor del carro de RCN que transportaba a los periodistas que cubrían el hecho. Mientras los reporteros atendían al conductor, nuevamente fueron impactados. 

Juan Bautista, uno de los periodistas, recuerda: “Nosotros empezamos a gritar: ‘¡No disparen!, ¡somos periodistas!’”.  Luego se lanzaron hacia la montaña para librarse de los impactos, y se dieron cuenta de que el camarógrafo Héctor Hernando Sandoval Muñoz estaba herido en su pierna izquierda. A pesar de los intentos de sus compañeros por auxiliarlo, Héctor murió en el Hospital Departamental de Cali al siguiente día.

“Mi hermano murió en su ley, en su trabajo. Murió rescatando a su amigo”, dijo su hermano Fredy. Su compañero Juan Bautista aseguró que hasta sus últimos momentos Héctor fue un apasionado por la imagen:  “Me pidió que lo grabara. Me dijo: ‘flaquito, grábame’. Le dije: ‘tranquilo hermano, voy a buscar ayuda’. Y me respondió: ‘Marica, me estoy muriendo, grábame’”.

La carrera profesional de Héctor comenzó tempran0. Sus hermanos recordaron que entró al medio de la televisión a los 19 años y se formó en la Academia de Dibujo Profesional de Cali, donde estudió diseño y producción de audiovisuales. Un vecino que trabajaba en RCN lo recomendó y allí encontró las oportunidades que había soñado. “Era muy bueno grabando las escenas de los partidos de fútbol. Lo hacía tan bien que le encomendaron la edición de las imágenes y aspiraba a ser camarógrafo de producción de telenovelas”, recordó su hermano Juan Diego.

Su encuentro con la fuerza vital del periodismo le llegó cuando empezó a cubrir las noticias de orden público. En uno de estos cubrimientos, la explosión de un laboratorio de coca que él seguía a través del visor de su cámara, estuvo a punto de perder un ojo. Un vidrio le produjo una herida en la cara que lo mandó al hospital Valle de Lili. Cuando su madre Orfa recibió su llamada, desde la sección de urgencias, se alarmó pero entendió que ese era el precio que debía pagar su hijo, por seguirle la pista a la turbulenta historia del país con una cámara al hombro.

El trabajo en los medios de comunicación había sido común en la familia. Su padre, Carlos Enrique Sandoval, fue por muchos años jefe técnico de Caracol televisión. “Todos mis hermanos y mis tíos aún trabajan en el medio”, contó Fredy. De hecho,  Juan Diego, su otro hermano, oficiaba como camarógrafo de Telepacífico y Luis Carlos, su hermano también, era conductor de la Fly de RCN, en el momento en que hacían estas evocaciones.

Se les renovaba la admiración al recordar los trofeos ganados por su hermano. “Mi hermano se ganó varios premios como reportero gráfico. Se ganó uno por un documental sobre la protección ecológica del Río Cauca. También, cuando salió de la universidad, obtuvo un premio como mejor estudiante”, contó Fredy.

Más que esos trofeos o sus trabajos de reportería, a Héctor lo definieron los últimos momentos de su vida. Las imágenes de esos minutos de espanto se conservaron en su cámara, que quedó encendida en el suelo durante los abaleos. Esas imágenesle recordaron a su hermano Juan Diego que “Héctor siempre decía que quería hacer una noticia que saliera a nivel mundial, que tuviera una repercusión nacional y lamentablemente la hizo, por cosas del destino fue la noticia de su muerte”.

Lea el relato completo de la vida de Héctor Sandoval Muñoz descargando aquí el libro“El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” y siguiendo la serie documental “Somos más que 11” que estaremos publicando hasta el 10 de diciembre.

 

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega V: Alberto Quintero Herrera

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Publicado

21 Nov 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega V: Alberto Quintero Herrera

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta quinta entrega de la serie documental “Somos más que 11”, nos adentramos en la vida de Alberto Quintero Herrera, quiense desempeñó como concejal y alcalde antes de ocupar el puesto de diputado, y estuvo a punto de convertirse en sacerdote. Aquí su historia.


 

Los hermanos, familiares, amigos y un sacerdote cercano a Alberto Quintero Herrera, uno de los once diputados del Valle del Cauca secuestrados y asesinados por las FARC, coinciden en que este hombre vivía en una dualidad: la religión y la política. Quiso ser sacerdote pero confesaba, con la misma facilidad, que también quería llegar a la presidencia.

El padre Aimer Osorio, su compañero de estudios en el seminario, aseguró que Alberto “sentía ese gran amor a Dios y eso lo vinculaba con su deseo de servir al prójimo. Creció mucho en la vida espiritual estando en el seminario. Pero por necesidades familiares regresó al Valle. Con frecuencia nos encontrábamos en la calle y, como dos buenos amigos, nos saludábamos y reíamos de lo vivido en esa época”.

Lucía Quintero, hermana de Alberto, contó que su mamá “sufrió mucho” para pagarle los estudios en el seminario. “Nos las arreglábamos para sostenernos con el salón de belleza, pero ya hubo un momento  en que fue muy difícil subsistir. Alberto dejó sus estudios religiosos y regresó con nosotros para ayudarnos. Cuando volvió trajo unos conejitos, dizque de raza rusa, y puso una conejera. Pero al fin acabó con ese negocio que no le dio resultado”.

El hombre político apareció mientras se desempeñaba como docente. “Comenzó a hacer política y empezó a formar grupos o ‘comandos de juventudes”, contó su hermano José Diego Quintero. Así comenzó su vida política que fue muy activa. Antes de llegar a ocupar una curul de diputado por segunda vez fue secretario de Gobierno, concejal, auditor fiscal y alcalde de Cartago.

En esa faceta de servidor público, se unió el espíritu del religioso y la inteligencia práctica del político. Así lo describió su hermana Luz Mery: “Lo que hizo fue humanizar la administración pública. Nunca persiguió a nadie políticamente, sino que decidía la conformación de su equipo por las capacidades de las personas”. Y su hermano José Diego compartió esa opinión: “Profesionalizó la administración pública, es decir, las personas que estaban allí era por su capacidad más que por una recomendación política. Siempre respetó mucho ese criterio”.

A pesar de las dificultades que le ocasionó su gusto excesivo por la bebida, que logró superar, su actividad política fue muy próspera. “El mejor legado de Alberto está representado en lo que continuamos siendo hoy, el movimiento político ‘Albertistas en acción’, que no sólo sobrevivió a la pérdida física de su inspirador y creador, sino que se mantuvo vigente en momentos muy difíciles para hacer política”, dijo su hermano José Diego Quintero.

Conozca más detalles de la vida de Alberto Quintero Herrera descargando aquí el libro“El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”, y siguiendo la serie documental “Somos más que 11” que estaremos publicando hasta el 10 de diciembre.

 

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

Presentación en Bogotá de: “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”

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Publicado

22 Nov 2018


Presentación en Bogotá de: “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”

  • Durante dos años las familias de los 12 diputados del Valle del Cauca secuestrados por la guerrilla de las FARC en abril del 2002, y posteriormente asesinados (el único sobreviviente fue Sigifredo López), se reunieron con investigadores del Centro Nacional de Memoria Histórica para realizar el primer ejercicio de memoria colectiva sobre este hecho.
  • El día 23 de noviembre, en Bogotá, se lanzará el libro “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”, que reconstruye las vidas de las víctimas y el minuto a minuto de aquella toma a la Asamblea del Valle. Además, se coprodujeron 16 cortos documentales con los familiares.

“Somos la unidad antiexplosivos del Batallón Primero Numancia (del Ejército). Por favor, damas y caballeros, desalojen los edificios para, así mismo, desactivar las bombas. Tomemos la dirección hacia el parque de la Gobernación (del Valle). Para los diputados hay un vehículo especial”. Utilizando este discurso, y vestidos con uniformes de la Fuerza Pública, el 11 de abril del 2002 un grupo de guerrilleros de las FARC ingresó a la Asamblea del Valle, en pleno corazón de Cali, y secuestró a doce diputados; en esta incursión murió el subintendente Carlos Alberto Cendales, quien vigilaba el edificio, y un conductor y un camarógrafo de RCN, que estaban cubriendo el hecho. Cinco años después, once de los diputados fueron asesinados en cautiverio.

 

“Este libro es un grito de defensa de la dignidad humana desde el dolor de las familias de los diputados del Valle del Cauca y desde el corazón de todos los impactados por uno de los hechos más desgarradores del conflicto armado colombiano”: 
Francisco de Roux, Presidente de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad


El CNMH presentará el próximo 23 de noviembre, en Bogotá, el primer ejercicio de memoria histórica sobre este hecho. “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”, es el nombre de este libro en el que los familiares de las víctimas, de la mano de investigadores del CNMH, reconstruyeron la memoria de sus seres queridos: de los 11 diputados asesinados en cautiverio el 2007 por las FARC (Alberto Quintero, Carlos Alberto Barragán, Carlos Alberto Charry, Edison Pérez, Francisco Javier Giraldo, Héctor Fabio Arizmendi, Jairo Javier Hoyos, Juan Carlos Narváez, Nacianceno Orozco, Ramiro Echeverry y Rufino Varela), del único sobreviviente de este hecho (Sigifredo López), y de las otras tres personas que murieron el día del secuestro (Carlos Alberto Cendales, Walter López y Héctor Sandoval) 

Este libro, como explica Gloria Restrepo, investigadora del CNMH, “es una creación participativa; es un conjunto de narraciones de familiares y amigos que desde la nostalgia reconstruyen las vidas de sus seres queridos ”. El texto transita por los testimonios de dolor de amigos y familiares, por el nuevo sentido que cobró sus vidas, por los desafíos que ha representado la búsqueda de la justicia y verdad, y por el acto de reconciliación que protagonizaron en el 2016, cuando las FARC les pidieron perdón por esta masacre. 

En “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”, está también su lucha por elevar este caso a un asunto de Gobierno y de país. Ellos fueron algunos de los abanderados de la propuesta de un acuerdo humanitario, que mantuviera viva la esperanza de la liberación de sus familiares, y lideraron innumerables movilizaciones ciudadanas con ese fin. En todos los escenarios, los familiares de los diputados siempre hicieron una invitación generosa a la reconciliación, y llevaron el reclamo interpelante de uno de los secuestrados: “no sé quiénes son más infames, si los que nos secuestran o los que nos olvidan”, dijo en cautiverio el diputado Juan Carlos Narváez.

 

“Durante el cautiverio de mi padre, las FARC también secuestraron nuestras vidas. Nuestros días cambiaron radicalmente. Mi madre siempre esperaba una llamada para reunirnos, para el acuerdo humanitario, o una llamada de mi papá”. 
Diana Echeverry, hija del diputado Ramiro Echeverry


Este libro es, también, un homenaje a la valentía de ellos, los sobrevivientes. Es una oportunidad de dignificar sus relatos, y de reconocer sus luchas y sus apuestas por el perdón, la resiliencia y la construcción de futuro. 

Este proceso de memoria histórica incluyó también la coproducción, con las familias, de 16 cortos documentales sobre las vidas de cada una de las víctimas. Además, se diseñó una galería que estará expuesta en la Asamblea del Valle desde el 10 de diciembre de 2018.

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Cali, Diputados del Valle, Semana por la Memoria

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega VI: Héctor Fabio Arismendy Ospina

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Publicado

22 Nov 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega VI: Héctor Fabio Arismendy Ospina

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. El protagonista de esta sexta entrega de la serie documental “Somos más que 11” es un avezado músico y abogado, que lideraba la orquesta de salsa “La Sabrosura”: el diputado Héctor Fabio Arismendy, asesinado en cautiverio. Esta es su historia.


En las imágenes que amigos y familiares conservan de Héctor Fabio Arismendy, diputado del Valle del Cauca secuestrado y asesinado por las FARC, casi siempre aparece él componiendo, formando grupos musicales, haciendo música y organizando conciertos. Al escucharlos, es difícil no preguntarse ¿cómo describir a Héctor: como músico o como político?

Cuando Arismendy se entregó por completo a la política, se sintió desilusionado. Hablar en público lo asustaba y sentía que su integridad física estaba en peligro. Incluso, pensó dejarlo todo para volver a la música. Pero no lo hizo.

Arismendy tenía solo 25 años cuando fue nombrado secretario de Gobierno Municipal de Cartago. Desde ese cargo, vivió la experiencia de “El Cartagazo”: una enorme manifestación que protagonizaron los habitantes de este municipio en 1983, exigiendo su derecho a tener servicios públicos. Después trabajó en las rentas departamentales, hasta que le anunció a su familia que se había lanzado al Concejo.

A partir de ese momento toda su familia y amigos se entregaron a la actividad política. “Le pusimos el pecho a esa campaña para ponerlo de primero. Distribuimos a Cartago por grupos que él llamaba ‘fogoncitos’, eran como 15 o 20. Y en medio de eso iba formando líderes que nos acompañaban. Y para completar, hacíamos ese trabajo a pie porque no teníamos vehículo”, recuerda su amiga Marlene Giraldo.

El novato concejal repitió curul. En una segunda campaña contaron como puntos a favor sus triunfos musicales y su encanto personal. Aunque en algún momento manifestó su desilusión, buscó un tercer período como concejal y probó sus capacidades después en Invías como secretario de transportes en momentos difíciles. Había conflicto con las empresas transportadoras y, por primera vez, tuvo que usar chaleco antibalas y camioneta blindada. Fueron seis meses intensos que terminaron con su aspiración a la Asamblea.

La política lo traía y llevaba como una dama exigente. Así debió pensarlo cuando tuvo que vencer su timidez frente al público y aprender técnicas de oratoria, para obtener un discurso con “calor humano”. Su amiga Olga Gómez le decía: “Párese así”, “hable así”, “suéltese que está muy rígido”, “mire al frente”, “que se vea convencido”, “hable con el corazón en la mano”. Así su voz y sus ideas configuraron una campaña con “calor humano” que lo llevó a la Asamblea. Pero esa curul de diputado, tan gozosamente celebrada, le costó todo.

“Yo veo a mi papá como un superhéroe”, dijo su hijo Juan Camilo, con seriedad. Y su hermano Sebastián describió así el cambio en su vida, luego de la muerte de Héctor Fabio: “Dejé de ser un niño, enfoqué todo en vengarme”. Años después, durante los diálogos de paz entre las FARC y el Gobierno, la vida puso a Sebastián frente a frente con la guerrilla. “Yo juré matarlos a todos cuando solo tenía 9 años. Sin embargo les dije que ya los había perdonado, y que también yo me había perdonado y por eso era libre y feliz. Pero ellos, como nunca lo había esperado, me escucharon con respeto y ponían atención a todas mis palabras. Al final Pablo Catatumbo nos dijo: ‘No nos enorgullecemos del asesinato de los diputados. Eso nunca debió pasar. Hoy hacemos un reconocimiento público y pedimos perdón. Ojalá ustedes nos perdonen”.

La  sabiduría musical de su padre –ese arte de combinar notas y silencios y convertirlos en armonía- dejó en Sebastián y en los suyos una huella imborrable.

Conozca el relato completo de la memoria de Héctor Fabio Arismendy Ospina descargando aquí el informe “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” y siguiendo la serie documental “Somos más que 11” que estaremos publicando hasta el 10 de diciembre.

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega VII: Carlos Alberto Charry Quiroga

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Publicado

23 Nov 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega VII: Carlos Alberto Charry Quiroga

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta séptima entrega de la serie documental “Somos más que 11”, conocerá la historia del diputado Carlos Alberto Charry Quiroga: matemático, contador y político pragmático, que trabajó por el deporte y la tercera edad. Aquí su historia.


 

Durante cinco años las familias de los 11 diputados del Valle del Cauca, secuestrados el 12 de abril del 2002 por las FARC, acudieron a todos los actos públicos y privados que pudieron para obtener su liberación. Pero sus esfuerzos fueron inútiles. Ni las FARC, ni el Gobierno atendieron esa apremiante y angustiada demanda de libertad. El 5 de julio de 2007, una movilización ciudadana en Cali exigía a gritos la entrega de los cadáveres de los diputados que habían sido asesinados por la guerrilla.

Ese día, en un ambiente tenso por la indignación y el dolor, se escuchó la voz de Carolina Charry, hija de Carlos Alberto Charry, una de las víctimas, quien acusaba al Gobierno por no haber hecho lo suficiente para devolver con vida a los secuestrados por una guerrilla “sin ideales y cargada de injusticia y maldad”.

Cuando por fin pudieron enterrar sus cuerpos, Carolina veía cómo descendía el ataúd con su padre: “Todo el mundo lloraba menos yo. Pero cuando empezó a bajar ese féretro reaccioné y dije: ‘Esto es real’… y ¡uf!, me rompí. Lloraba y lloraba y dije algo así como ‘démosle un aplauso porque él fue siempre un gran ser humano’. Todo el mundo aplaudió”.

Las imágenes que Carolina conserva de su padre, están cargadas de afecto y admiración. Desde el detalle pintoresco de cuidar una cabrita herida en un lote del  barrio, o de disfrutar como niño los días que pasaban en familia en la finca, recogiendo piedras, criando cerdos y compartiendo el almuerzo con sus vecinos; hasta el hecho de haber guardado hasta el final del cautiverio dinero escondido en su cinturón, a la espera del día en que, ya libres, tuvieran que alquilar un carro para llegar a casa.

Carolina y su hermana Laura habían sentido esa grandeza de alma en las pruebas de supervivencia de su padre, en las que este hombre, con su vida en vilo, les manifestaba que estaba preocupado por su transporte a la universidad, por el portátil que les sería indispensable para estudiar o por los cursos de francés que deberían tomar.

Su principio, como político, era “todos somos iguales y merecemos vivir mejor”. Su interés en buscar soluciones antes que discursos políticos, y su pasión por ayudar, marcaron su vida política. Cada etapa de su ascenso hasta diputado, las cumplió con esfuerzo y con un invariable espíritu de superación para servir.

La espera de su familia comenzó con la voz tranquilizadora de Carlos Alberto, en una llamada que le hizo a su esposa Gaby el día del secuestro. “Todos los años de la vida pensamos que iba a volver. Todos los 31 (de diciembre) decíamos: ‘este va a ser el último año nuevo sin él’. Hicimos todo lo que pudimos para que volvieran”, contó Gaby.

Esa espera culminaría con la noticia de su muerte. Y su hija Laura anotó entristecida: “Mira cómo son las cosas, el asesinato fue el día de mi graduación como bachiller”. Ese día terminó la primera espera y comenzó la segunda: la de la entrega de los cadáveres. “Mi mamá todos los días iba a Medicina Legal y le decían ‘ya llega, ya llega’”. Los cadáveres llegaron en once bolsas, y desde el principio a Gaby puso su atención en la tercera. Después de las diligencias de reconocimiento de cajas dentales, ADN y huellas dactilares, Gaby volvió a preguntar: “¿quién era el número tres?” y el forense, después de revisar la lista oficial, le dijo: “Es Carlos Charry”. Había terminado la segunda espera.

Conozca el relato completo de la memoria de Carlos Alberto Charry Quiroga descargando aquí del libro “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación”, y siguiendo la serie documental “Somos más que 11” que estaremos publicando hasta el 10 de diciembre.

 

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega VIII: Francisco Javier Giraldo Cadavid

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Publicado

27 Nov 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega VIII: Francisco Javier Giraldo Cadavid

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. Esta octava entrega de la serie documental “Somos más que 11” está dedicada al más joven de los diputados: Francisco Javier Giraldo, quien tenía 32 años al momento del asalto de la guerrilla. Era un destacado líder político de las juventudes liberales.


 

La familia de Francisco Javier Giraldo, uno de los doce diputados secuestrados por las FARC en la toma a la Asamblea del Valle el 11 de abril del 2002, tocó todas las puertas que conocía para lograr su liberación. No eran ajenos al mundo de la política y, además, el joven diputado se había ganado sus propias credenciales, para mover y conmover a personajes influyentes y poderosos que actuaran en su favor; comenzando por Álvaro Uribe Vélez, a quien había apoyado en la campaña de 1998. “Pacho fue el primero en llevarlo al Valle, cuando no tenía ninguna opción”, recuerda Álvaro José Giraldo, su hermano.

Fue eso lo que impulsó a Ángela, su hermana, a presentarse en la Casa de Nariño durante el lanzamiento del libro del político José Renán Trujillo, titulado “La promesa inconclusa” y prologado por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. Entre firma y firma de ejemplares del libro, Uribe le dijo: “Hijita, espérate un momento; espérame ahí”. Después agregó: “Habla con tu gobernador”. “Las FARC no negociarán con el gobernador, negociarán con usted”, le replicó ella con firmeza. El presidente, entonces, le dio un número de teléfono y un tiempo después, en una llamada, le diría: “Estados Unidos no nos deja negociar con terroristas”.

Ángela se reunió con algunos congresistas demócratas en Washington, quienes firmaron un comunicado en apoyo al Intercambio Humanitario, que ella le llevó al entonces presidente Uribe. “Yo necesito un pronunciamiento del Consejo de Estado”, fue la respuesta del presidente. Insistente, Ángela obtuvo también ese apoyo y la respuesta de Álvaro Uribe fue que el intercambio pondría en riesgo la seguridad nacional.

Cuando en una nueva llamada ella le informó que en una encuesta del Centro Nacional de Consultoría, la mayoría de los encuestados veían con buenos ojos el Acuerdo Humanitario, Uribe le anunció su decisión unilateral de liberar a un grupo de guerrilleros. Pero las FARC recibieron mal el ofrecimiento del presidente, ya que no resultaba de un acuerdo entre las partes. Aquel sería uno de los tantos momentos en que se cerraron las puertas del Acuerdo Humanitario.

El perfil de Francisco Javier Giraldo en el libro “El Caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” no solo se adentra en la lucha de su familia por este Acuerdo, sino que reconstruye la memoria de un joven que quiso cambiar la política con principios como cero mentiras para conseguir votos. Como su padre Ramón Elías Giraldo, Francisco Javier era un convencido de que el principal fin de la política era ayudar a los demás.

Sus sueños eran lograr el 100% de cobertura educativa en el Valle y favorecer el acceso a la vivienda para las personas de escasos recursos. Diego Vélez recuerda que su amigo Javier, o ‘Pacho’, solía decir que la gente debería participar en política a conciencia y no por una gaseosa o una empanada. Diego mantiene la imagen de ‘Pacho’ en un hogar infantil de un barrio vulnerable, conmovido hasta las lágrimas al ver que los niños se turnaban el único par de zapatos que tenían.

Uno de los momentos más difíciles que tuvo que enfrentar la familia de Francisco Javier durante su secuestro, fue la muerte de su papá Ramón Elías Giraldo. Todos coincidían en que Ramón “no se le arrugaba a nada”, y por eso fue tan difícil verlo derrumbado, enfermo y deprimido.

Socorro, la madre de ‘Pacho’, aseguró que su hijo les dejó “una herencia de amor y perdón”. Y su hermana Ángela agregó que aunque es difícil perdonar “no podemos ser inferiores a la voluntad que él tenía”.

Conozca la historia completa de Francisco Javier Giraldo Cadavid descargando aquí el informe“El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” y siguiendo la serie documental “Somos más que 11” que estaremos publicando hasta el 10 de diciembre.

 

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

Serie documental “Somos más que 11” – Entrega IX: Edison Pérez Núñez

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Publicado

28 Nov 2018


Serie documental “Somos más que 11” – Entrega IX: Edison Pérez Núñez

El Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el primer ejercicio de memoria sobre el caso de los diputados del Valle del Cauca, secuestrados y asesinados por las FARC. En esta novena entrega de la serie documental “Somos más que 11” conocerá la historia de Edison Pérez Núñez, un diputado que supo enfrentar una limitación visual, con la misma entereza con la que luchó para recuperar su curul en la Asamblea tras demostrar un fraude electoral.


 

Por once votos, Edison Pérez Núñez casi pierde su curul de diputado del Valle en las elecciones del año 2000. La campaña había sido dura: muchas veces llegaba a su casa a las tres de la mañana y salía tres horas después a seguir explicando sus propuestas en Riofrío, El Dovio, Darién, Buga, Palmira, Tuluá y Cali. Una tarea extenuante cuyo fruto casi le es arrebatado cuando, después de inesperados cortes de energía en el centro de cómputo electoral, el conteo de la votación fue alterado.

Edison no era un hombre que se rindiera sin luchar. Al estudiar el mapa electoral, surgió la primera hipótesis: en un caserío a medio día de viaje desde Buenaventura, con no más de 30 familias, una comunidad que había denunciado que se abstuvo de votar por amenazas de grupos armados, apareció en el conteo oficial con 33 votos. Con ese dato Edison introdujo el caso. Investigaron, se probaron las irregularidades y descubrieron que los números de cédula de los supuestos votantes, no coincidían con los de la comunidad. Así se inició un proceso judicial por suplantación de identidad, que un año y medio después le dio a Edison la entrada como diputado a la Asamblea del Valle.

Edison encaró esa dificultad con la misma decisión con la que había superado en su vida otros obstáculos. Los que lo conocieron recuerdan su interés por la lectura a pesar de sus limitaciones visuales, su inclinación a estar preguntando e investigando, su vocación de servicio; y los buenos resultados de su actividad política en la alcaldía de Tuluá, en donde lideró una ambiciosa reforma administrativa que salvó al municipio de la quiebra. Se propuso, además, animar un movimiento de renovación democrática y creó “Espacios”, un proyecto para estimular empleos y movilizar a personas indiferentes y pasivas.

Para enfrentar sus problemas de visión, usaba un computador con letra grande, una lupa o los ojos de alguien que le leyera. El 11 de abril del 2002, día en que guerrilleros de las FARC secuestraron a doce diputados del Valle, incluído él, su preocupación principal fue tranquilizar a su madre enviándole un mensaje de calma. Nunca en su agitada agenda política dejó de cuidarla.

Cuando estaba secuestrado, Edison Pérez envió un mensaje que su familia y amigos no pueden olvidar. En una de las pruebas de supervivencia, ante la cámara de video, mostró la palma de su mano con el mensaje: “¿Hasta cuándo?”. Esa fue su forma de presionar a un Gobierno renuente a adoptar un Acuerdo Humanitario que, según los familiares de los diputados secuestrados y asesinados en cautiverio, habría podido salvarles la vida. También hay otro mensaje imborrable de esos días de secuestro: uno de agradecimiento por la llegada de unas gafas que reemplazaron las que había perdido.

“Era  un mal político en el sentido de que lo compartía todo y por eso nunca se enriqueció. Si para resolver la necesidad de alguien tenía que sacar parte de su salario, no dudaba en hacerlo”, aseguró el periodista William Loaiza.

Conozca la historia completa de Edison Pérez Núñez descargando aquí el informe “El caso de la Asamblea del Valle: tragedia y reconciliación” y siguiendo la serie documental “Somos más que 11” que estaremos publicando hasta el 10 de diciembre.

 

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Diputados del Valle, Serie documental Somos más que 11

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