El secuestro en la Iglesia La María: los lazos que nacieron en el cautiverio
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La comunidad wayuu de Bahía Portete se reúne para el lanzamiento del documental Koptushi waya shikije wamuliala, «Unidos después de nuestro sufrimiento»
28 septiembre 2023
Tras el lanzamiento del documental «Unidos después de nuestro sufrimiento», la comunidad wayuu espera que el mundo entero conozca su historia para así mejorar sus condiciones de vida tras la masacre paramilitar que vivieron en 2004
La noche en Bahía Portete (La Guajira) podría ser de una oscuridad absoluta, de no ser por las pocas luces de Puerto Bolívar que se ven a lo lejos y las estrellas que reposan en el cielo. No obstante, un sábado de septiembre, los habitantes de aquel desierto tuvieron una vista mucho más iluminada, gracias a la proyección del documental Koptushi waya shikije wamuliala, «Unidos después de nuestro sufrimiento»
Rubia Meza, integrante de la comunidad wayuu de Bahía Portete, destacó que era la primera vez que veían una película en su territorio y expresó su emoción ante el largometraje que contaba la historia de la tierra que los vio nacer. «Esto nos fortalece, al saber cosas nuevas que antes estaban guardadas por temor», señaló la participante del documental.
El 9 de septiembre, alrededor de 50 personas se reunieron para ver el largometraje liderado por el pueblo wayuu y apoyado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Cada espectador recordó lo que pasó en Portete el 18 de abril de 2004: ese domingo, 40 paramilitares pertenecientes al Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) con lista en mano masacraron a seis personas, y entre ellas cuatro mujeres.
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Tras la visualización del documental, los sentimientos eran de alegría y de dolor. «No sabía que este pueblo había pasado por tanto sufrimiento», dijo con la voz entrecortada Zoraida Machado, miembro de una delegación venezolana que fue invitada a Portete. La vocera del país —que recibió en su momento a las víctimas de la masacre— hizo un llamado a seguir luchando por recuperar el territorio.
—Este pueblo necesita su escuela, su centro asistencial y más que nada, necesita agua.
3⃣Al caer la noche, empezó la proyección del largometraje que contó la historia de Bahía Portete más allá de la masacre paramilitar del 18 de abril de 2004. Los espectadores expresaron su alegría por el resultado: «sé que esto nos va a ayudar para recuperar nuestro territorio». pic.twitter.com/4uzCWftSPc
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) September 12, 2023
Rolan Fince Uriana, autoridad tradicional de Iwasaí, indicó que el trabajo que se realizó pretende enseñarle al mundo lo que pasó en su territorio. «Queremos mostrarle al Gobierno nacional lo que sucedió aquí hace 19 años —precisó el miembro de la comunidad wayuu—. Que sepan que esto no es mentira, que es una realidad porque somos dolientes de este sufrimiento».
Por su parte, Marian Aguilar, lideresa de la iniciativa de memoria histórica, comentó que tienen muchas expectativas con el largometraje: «quisimos hacer este documental para mostrar cómo están verdaderamente nuestras comunidades, cómo está Bahía Portete». Asimismo, resaltó las carencias que hay en el territorio y que afectan a las próximas generaciones wayuu.
La comunidad wayuu de Bahía Portete reunida para hablar acerca del trabajo realizado en el documental Koptushi waya shikije wamuliala, «Unidos después de nuestro sufrimiento»
«Tenemos que estar lejos así nos duela», afirmó Aguilar, quien reside en Maicao (La Guajira). Los habitantes de Portete realmente no han podido retornar a su tierra porque no existen las condiciones para vivir como un colegio, un centro de salud o un hospital apto para sus hijos. «Por esas necesidades nos obligan a estar lejos de nuestra comunidad», agregó.
Lo cierto es que el impacto del documental fue notorio para el pueblo wayuu. Rolan Fince contó que la mañana siguiente al lanzamiento recibió varias llamadas acerca del producto audiovisual: «me preguntaban si era verdad lo que decíamos y claro que lo es. Nosotros no podemos estar inventando algo que es toda una realidad».
A pesar de que el largometraje habla de la desaparición de personas, la masacre y el desplazamiento forzado, el pueblo wayuu mantienen la esperanza de ser escuchados para retornar con todas las condiciones. «Que esto sirva para la sensibilización del Estado porque somos también ciudadanos y merecemos un respeto», puntualizó Rubia Meza.
El deseo de todos se resume en las palabras de Marian Aguilar: «queremos ser escuchados en cualquier rincón del mundo; de que alguien en realidad diga que esos wayuu existen». Quienes conozcan su historia podrán saber cuál es el vínculo que tiene la comunidad con su territorio ancestral y las luchas que están ejerciendo para recuperarlo y retornar a aquel desierto que es su hogar.
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En la imagen, Isabel Fince Epinayú, antigua profesora de Bahía Portete y miembro de la comunidad wayuu.
11 septiembre 2023
«Unidos después de nuestro sufrimiento»: un documental sobre la resistencia en Bahía Portete
En 2004, la comunidad wayuu de Bahía Portete (La Guajira) fue víctima de una masacre perpetrada por 40 paramilitares. Lo que vivieron ocasionó una ruptura del lazo que tenían con el territorio y ahora trabajan por recuperarlo.
En la Alta Guajira, hay un lugar donde el desierto se encuentra con el mar: es el territorio ancestral de miembros de la comunidad wayuu. Se trata de Bahía Portete, un paraje que tenía un lazo invulnerable con sus habitantes, pero donde, en 2004, 40 paramilitares pertenecientes al Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) cometieron una masacre. Con lista en mano, asesinaron a seis personas, entre ellas a cuatro mujeres.
La masacre ocasionó un desplazamiento masivo que despobló Portete y, con el tiempo, esa conexión ancestral que pasaba de generación en generación empezó a fracturarse. «Muchas de mis tías fallecieron por un daño moral y murieron en Venezuela porque extrañaban su territorio», manifiesta Rubia Meza Uriana, miembro de la comunidad wayuu.
Desde hace un par de años, las víctimas comenzaron a retornar poco a poco a su tierra. Aunque no todas han regresado, los miembros wayuu presenciaron las consecuencias del abandono tras la masacre. «Cuando regresamos, la soledad era tal que solo sentíamos la brisa y el sonido del viento —comenta Ricardo Fince Uriana, palabrero de la comunidad—. Sentíamos temor, como si nos estuviéramos escondiendo de alguien».
El retorno es una prueba de la resistencia y fortaleza del pueblo wayuu. Sus esfuerzos por reconstruir los lazos que tenían con el territorio y reanudar sus costumbres quedaron evidenciados en el documental Koptushi waya shikije wamuliala, que traduce Unidos después de nuestro sufrimiento.
En mayo de 2021, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) apoyó el desarrollo de la pieza audiovisual, potenciando y difundiendo la voz de la comunidad wayuu. Aunque en la narración los participantes y autores de la iniciativa de memoria denuncian los daños que sufrieron por la violencia paramilitar, también demuestran que Bahía Portete es mucho más que esa masacre.
Después de dos años de trabajo, el largometraje será lanzado oficialmente el 9 de septiembre en Bahía Portete. El producto de memoria histórica se proyectará en una pantalla inflable en aquel desierto que vio partir su comunidad y que nuevamente los abraza en su lucha.
El documental expone que, si bien el vínculo del pueblo wayuu con el territorio no es inalterable, sí es indestructible. Así, el temor de la violencia paramilitar no evitó que la comunidad regresara al lugar que la vio nacer, pues a pesar de la distancia no se «pudieron desapartar de estas tierras», según señala Alfredo Meza Uriana, habitante de Bahía Portete.
El desierto de Bahía Portete, donde la comunidad wayuu ha retornado tras la masacre paramilitar perpetrada el 18 de abril de 2004.
El pueblo wayuu le manifestó al CNMH la importancia de hablar sobre su hogar más allá de la masacre, porque su historia no empezó ese 18 de abril de 2004. Así, pues, el documental comienza narrando las enseñanzas y costumbres que los abuelos y abuelas le han transmitido a la comunidad desde hace décadas.
Rubia Meza Uriana precisa que sus ancestros, a pesar de que no fueron a la escuela, «tenían unos valores increíbles que nos transmitían con amor». Esas lecciones hicieron que Portete fuera una pieza clave en la identidad del pueblo wayuu. «El querer este territorio es como parte de la vida misma», indica. Sin embargo, tras la masacre todo cambió.
Por el impacto de la violencia se fueron muchos menores de edad que perdieron el mensaje que se pasaba de generación en generación. De acuerdo con Alfredo Meza, cuando regresaron tenían otras costumbres y «muchos no querían hablar su lengua materna», mientras otros la perdieron. La violencia creó una brecha generacional. «Bahía Portete se vino a ruinas», dice Mariana Fince, de la comunidad wayuu.
Según Rolan Fince Uriana, autoridad tradicional de Iguazaí, lo que sucedió en la bahía no fue cualquier cosa: «Eso fue un desplazamiento donde quedó un pueblo fantasma». Lo perdieron todo. Quienes lograron escapar llegaron al monte, en medio de la nada y sin un rumbo claro; sabían que ese día no solo habían dejado su tierra, sino que sus familiares habían sido asesinados.
De acuerdo con el informe del CNMH La masacre de Bahía Portete: mujeres wayuu en la mira, ese domingo 40 paramilitares del Frente Contrainsurgencia Wayuu del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) recorrieron la zona torturando, quemando y asesinando a las víctimas con lista en mano. También saquearon sus casas e incluso profanaron su cementerio.
Pese a que en la pieza audiovisual se menciona lo que sucedió y se señala como responsable y actor intelectual de la masacre a José María Barros Ipuana, alias Chema Bala, este no es el tema principal de la historia. El pueblo wayuu reconoce el valor que tiene como comunidad y el producto narrativo constituyó una oportunidad para honrar a aquellos que lucharon por tener una vida digna.
El pueblo wayuu sigue luchando por el territorio y alza sus voces para que esta vez —a diferencia de ese abril de 2004— el Estado colombiano sí lo escuche. «Queremos oportunidades para los jóvenes que hemos perdido y que nuestro territorio siga ese desarrollo, como el acceso a agua potable, pero manteniendo nuestra cultura», indica Rubia Meza Uriana.
«Yo lo que quiero para el pueblo guajiro es la paz», asegura Alfredo Meza y destaca que los wayuu no son una etnia de guerra o conflicto, «somos gente de paz». Por esa razón, los esfuerzos por reconectar con la tierra y transmitir las costumbres a los más jóvenes no cesan. «Aquí lo que se quiere es que seamos unidos como antes, como venían manejando nuestros ancestros», añade.
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26 mayo 2023
En el marco de una reunión protocolaria sostenida entre la Directora General, María Gaitán Valencia, y el Embajador de los Emiratos Árabes Unidos, S.E. Salem Rashed Alowais, se abordaron temas sobre la paz, el contexto nacional y las oportunidades de trabajo bilateral en materia de construcción de memoria.
El miércoles 17 de mayo, en las instalaciones del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), la Directora General, María Gaitán Valencia, en compañía del equipo Asesor en Cooperación Internacional (ECIA) de la entidad, recibieron la delegación de la Embajada de los Emiratos Árabes Unidos, dirigida por su Embajador para Colombia, S.E. Salem Rashed Alowais, el Analista de Políticas Hani Al Kantar y el equipo de relacionamiento internacional de la embajada.
Con ocasión de esta reunión, en nombre de su país, el Señor Embajador extendió su mensaje de apoyo para fortalecer los asuntos de paz en Colombia, reconociendo el devenir histórico del conflicto al interior del territorio y la importancia de impulsar modelos de trabajo que internacionalmente los Emiratos Árabes Unidos aplican con el objetivo de lograr la armonía y la tolerancia en las naciones más violentadas por estos hechos.
De igual manera resaltó que desde 2019 la Embajada de los Emiratos Árabes Unidos viene estrechando sus lazos de cooperación en materia de posconflicto, lo que conduce al apoyo de acciones de investigación y desarrollo de memoria histórica. Al respecto, el Embajador manifestó el interés de realizar un intercambio de experiencias con el Centro Hedayah, en la medida que se compartan modelos de trabajo alrededor de temas de conflicto y paz. En este sentido, la Directora General del CNMH expresó sus más altas consideraciones para lograr un acercamiento directo y materializar las visitas que estén contempladas en este propósito común.
Tras este valioso encuentro, la Directora María Gaitán Valencia aprovechó la oportunidad para presentar un panorama histórico del país, dejando claro el alto compromiso que tiene el CNMH para esclarecer la verdad y sostener la paz desde la integralidad social y los principios de la democracia.
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Arauca, CNMH, Documental, La zozobra del llano, Mesa Municipal de Víctimas, Puerto Rondón
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El 17 de mayo el parque principal de Puerto Rondón se iluminó con el estreno de la pieza audiovisual «La zozobra del llano: cuando el alcaraván cantaba y los perros ladraban»
24 mayo 2023
En Puerto Rondón (Arauca), cerca del parque principal, hay un monumento que simboliza la resistencia de la población. En los años 80, organizaciones extranjeras construyeron un tanque de agua que con el tiempo se transformó en una infraestructura que cuenta la historia del pueblo. «Si usted lo mira fijamente, tiene muchas cicatrices de las tomas guerrilleras que ha soportado», dijo Sandra Sarmiento, coordinadora de la Mesa Municipal de Víctimas.
De acuerdo con la lideresa —que lleva más de doce años en ese oficio—, el que conoce la zona y sabe lo que es vivir un disparo reconoce en esas cicatrices las tomas guerrilleras del ELN o de las extintas FARC-EP. «Gracias a él, hoy no somos de ningún tipo de guerrilla, sino que el pueblo ha salido adelante», puntualizó Sarmiento.
La resistencia que representa el tanque no solo se queda en los huecos de las balas que le quedaron marcados, sino que la misma población ha trabajado por resignificar a Puerto Rondón.
La Mesa Municipal de Víctimas, con apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), impulsó el desarrollo de un documental que busca contar su historia, la que ni siquiera ha quedado consignada en libros.
La zozobra del llano: cuando el alcaraván cantaba y los perros ladraban fue el resultado de la perseverancia de la población. En el audiovisual Norberto Álvarez, integrante de la Mesa Municipal de Víctimas, manifestó su deseo de que Puerto Rondón sea reconocido por algo más que la violencia: «quiero que sea recordado como el municipio que a pesar de las dificultades siempre ha persistido».
El 17 de mayo Puerto Rondón se iluminó con el estreno del documental desde su parque principal. Alrededor de 90 personas se congregaron para ver la iniciativa de memoria que busca desmentir la estigmatización a la que han sido sujetos históricamente. «Para nadie es un secreto que nosotros por ser de Arauca nos dicen guerrilleros», precisó Sarmiento.
Por su parte, Rigoberto Galindo, integrante de la Mesa Municipal de Víctimas, mencionó que la realidad «no es como lo nombran en las redes sociales, que el departamento de Arauca es solo conflicto». Si bien en el territorio hay influencia de grupos armados ilegales, «acá hay más gente buena que gente mala», añadió.
Con ese objetivo presente, el documental está construido para contar la historia del municipio a partir de seis capítulos: la violencia bipartidista, el conflicto armado, la resistencia, el recrudecimiento del conflicto, las exigencias al Estado y la memoria de Puerto Rondón.
De acuerdo con Sandra, ese fue el norte para la construcción de la pieza narrativa. «La iniciativa nace porque no tenemos una historia escrita; es como si no hubiese pasado nada», destacó la lideresa y mencionó que este proceso permite una reparación histórica. «Necesitamos rescatar nuestra historia y que no se vuelva a repetir. Esa es la motivación más grande».
#DebesSaber | El 17 de mayo, Puerto Rondón (#Arauca) se iluminó con el estreno del documental 🎥«La zozobra del llano, cuando el alcaraván cantaba y los perros ladraban». En el parque principal, la comunidad se congregó también para escuchar sobre el proceso de realización. pic.twitter.com/fAZEZxnyiO
— Centro Nacional de Memoria Histórica (@CentroMemoriaH) May 19, 2023
Sacar adelante la pieza audiovisual también fue un reto para sus participantes. En 2021, en medio de la contingencia por la pandemia de la covid-19, «no contábamos con las herramientas tecnológicas», expuso Sarmiento y resaltó la dificultad al no tener una red de internet estable. A pesar de eso, el audiovisual se volvió una realidad gracias al compromiso de los rondoneños.
Elsy Torralba, exconcejal de Puerto Rondón, mencionó en el documental que la violencia los cambió y este proceso de memoria es prueba de ello. «Afortunadamente, a nosotros los llaneros nos cambió para bien —precisó la también lideresa—. Nos convertimos en mejores personas».
Este proceso demuestra que Sandra Sarmiento tenía razón cuando indicó que el tanque de agua era un monumento simbólico. Pese a las tomas guerrilleras no se ha caído, y si bien las cicatrices las conoce su pueblo, los integrantes de la Mesa Municipal de Víctimas se dieron a la tarea de poner en palabras esas marcas que no solo quedaron en la infraestructura, sino también en su población.
La zozobra del llano: cuando el alcaraván cantaba y los perros ladraban está disponible en la página web del CNMH y en su canal de YouTube
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2 mayo 2020
El compromiso del Centro Nacional de Memoria Histórica con la comunidad de Bojayá no se acaba. Durante la conmemoración de los 18 años de la masacre cometida por la guerrilla de las Farc en su territorio, el director de la entidad, Darío Acevedo Carmona, anunció la creación de un espacio virtual para fortalecer la presencia de las víctimas en el proceso de reparación. Además, se refirió al vínculo del Equipo de Enfoque Étnico de la entidad con la población, que ha generado acciones de acompañamiento, memoria y preservación de sus tradiciones.
“Estamos trabajando en la creación de un sitio web que les permitirá a las organizaciones, en especial al Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, fortalecerse y mantener viva la memoria”, anunció el profesor Acevedo, acompañado por el director de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, Ramón Rodríguez Andrade, y José de la Cruz Valencia, integrante del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, en una rueda de prensa que se transmitió este 2 de mayo por la plataforma Facebook Live.
No obstante, el director del CNMH reconoció que la presión por parte de grupos armados ilegales sigue siendo una preocupación para los habitantes de Bojayá. “En estos momentos hay presiones del denominado clan del Golfo y del Eln. La comunidad está solicitando negociaciones. Conozco la buena voluntad del Gobierno Nacional de hacer acercamientos, pero sobre la base de ciertas condiciones”, advirtió.
El CNMH presentó este sábado el documental Renacientes, producción audiovisual en la que participaron gestores locales y habitantes de Bojayá durante el proceso de reparación simbólica, que cuenta el encuentro de varias generaciones como ejercicio de memoria, resistencia y construcción de paz en su territorio.
La directora del Equipo de Enfoque Étnico del CNMH, Tania Helena Gómez, destacó el acompañamiento de la entidad, desde 2017, en las diligencias de identificación e individualización de las víctimas de la masacre, a cargo de la Fiscalía General de la Nación y el Instituto de Medicina Legal, que fueron parte de los acuerdos de La Habana, luego de que la guerrilla de las Farc reconociera su responsabilidad en los hechos. El CNMH aportó para consolidar la metodología de encuentros familiares a través de un grupo de memoria local, junto al Comité por los Derechos de las Víctimas, gestores de memoria y el equipo local de Comunicaciones, para la elaboración de 40 álbumes que reconstruyen la vida de las personas fallecidas para sus familias y que fueron entregados en noviembre de 2019 durante la ceremonia de despedida colectiva Bojayá honra a los sagrados espíritus.
Así mismo, respondiendo a las solicitudes de la comunidad y a los compromisos asumidos durante el proceso de acompañamiento, se realizó un mural en homenaje a los niños y niñas fallecidos en la masacre y se reconstruyó otro mural de memoria muy significativo para la población, elaborado en 2004 en la escuela del antiguo Bellavista. Ambas obras fueron realizadas en un intercambio de saberes del que participaron niños y niñas, gestores locales, alabadoras y sabedoras de Bellavista y el corregimiento de Pogue.
“Este año es una conmemoración muy especial, porque después de 18 años es la primera vez que podemos dirigirnos particularmente a personas plenamente identificadas, dirigir una oración específica a la persona que estamos orando”, resaltó José de la Cruz Valencia. En su condición de integrante del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, agregó que para la comunidad “el proceso de exhumación, identificación y entrega de los restos tuvo un éxito de un 90 por ciento, porque hoy Bojayá sigue esperando por algunos de sus familiares que están en condición de desaparecidos”.
El director de la UARIV, Ramón Rodríguez, explicó que el Plan de Reparación de la comunidad de Bojayá contiene 35 acciones que han sido concertadas con la comunidad.
“La Unidad para las Víctimas ha invertido más de 1000 millones de pesos entre el proceso de ruta y de implementación del Plan Integral de Reparación Colectiva del sujeto Comunidad Afro de Bellavista y este año seguiremos con estos procesos, con el pago de la atención humanitaria y de la indemnización individual, proyectamos el pago de 874 indemnizaciones, manteniendo los criterios de priorización establecidos”, aseguró.
Se refirió también al compromiso de la entidad con las medidas atención y prevención de emergencias. En los próximos días llevarán ayuda humanitaria a la comunidad embera del río Chicué, en Bojayá, que sufrió desplazamiento por los enfrentamientos entre grupos armados ilegales. “El 11 de este mes estaremos acompañando a estas familias afectadas de siete comunidades del resguardo del río Chicué, unas 156 familias, aproximadamente 730 personas que se desplazaron”, anunció.
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Bojayá, CNHM, Darío Acevedo Carmona, Documental, Ramón Rodríguez, Renacientes, Tania Helena Gómez
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21 Oct 2014
Acaba de terminar la Muestra Internacional Documental de Bogotá (MIDBO) en el marco de la VII Semana por la Memoria. ¿Cuál es el aporte que hace el cine colombiano a la memoria histórica?
No es exactamente una sala de cine comercial. Las sillas son estáticas donde difícilmente cabe una persona gruesa, sin espacio para alojar las gaseosas o palomitas de maíz que compran muchos al ir a ver películas. Caben no más de doscientas personas y la semana pasada estuvo casi a reventar.
“La primera preocupación de un festival de cine es asegurar la asistencia. Más allá de hablar si la sala está llena o desocupada hoy, debemos hablar de cómo el cine puede apoyar al basto escenario y proceso de resolver nuestro conflicto. La memoria que produce el cine, que da cuenta de cualidades nacionales y locales. Nuestro cine sobre el conflicto se ha quedado en la exposición del trauma y el dolor, pero no es lo único. Trascender y atreverse a través del cine a encontrar otras salidas, contribuir al debate, convencer al público, a las sociedades en su conjunto de que el cine puede ser un instrumento no solo de representación, si no de transformación de estas realidades que nos trastornan”, comentó Pablo Mora director general de la MIDBO, quienes proyectaron la semana pasada cinco documentales que retrataron la coyuntura política de Colombia a través de un ciclo denominado “Espejos para salir del horror”, una forma de hablar de la guerra y la resolución de conflictos armados vistos desde Indonesia, Cambodia, Chile y Sudáfrica.
El jueves 16 de octubre empezaron con la primera tanda de la muestra, “Horror e indiferencia”, y los asistentes pudieron ver el documental “El acto de matar” de Indonesia, sobre el golpe de estado militar de 1965, con el que llegó el genocidio de miles de comunistas, reales o presuntos, que fueron asesinados por los escuadrones de la muerte. Unas décadas después, el pasado subsiste inmortalizando sus actores. Una cinta de más de tres horas, oscura, cruda y demencial que invita a los asistentes analizar la forma en que deben ser contadas las historias de los victimarios. “Para el Centro Nacional de Memoria Histórica es muy importante abrir escenarios para la discusión de las memorias más allá del plano académico y de las víctimas, para mostrar otras representaciones del horror del conflicto. Como la representación de los victimarios y no solo las víctimas.” Manifestó Patrick Morales, investigador del CNMH.
Al otro día llegó el turno para hablar sobre “Trauma, verdad y reparación” con la proyección de la película “Nostalgia de la luz”, una verdadera obra de arte que muestra la forma más bella y simple de narrar el horror de una manera limpia, estética y hermosa entre el cielo y la tierra, entre la luz del cosmos y los seres humanos. En Chile, a tres mil metros de altura, los astrónomos venidos de todo el mundo se reúnen en el desierto de Atacama para observar las estrellas. Aquí, la transparencia del cielo permite ver hasta los confines del universo. Abajo, la sequedad del suelo preserva los restos humanos intactos para siempre: momias, exploradores, mineros, indígenas y osamentas de los prisioneros políticos de la dictadura. Mientras los astrónomos buscan la vida extraterrestre, un grupo de mujeres remueve las piedras: busca a sus familiares, buscan sus desaparecidos. “Las mujeres son capaces de poner su tragedia en función de ayudar a otros de sobreponerse de esa tragedia. Y eso me parece admirable, cuando pasan por esa lucha encontrando los restos de sus familiares, ahí no terminan y ponen toda su experiencia en función de una organización y como dicen algunas de ellas: “descansaremos hasta el día que encontremos el último desaparecido”, dijo Martha Nubia Bello, coordinadora del informe Basta Ya, al finalizar el documental.
MIDBO nos trajo películas de otros países que relatan historias muy similares a las nuestras, al conflicto descarnado de los paramilitares, a las tomas guerrilleras, a los desaparecidos. Países que han hecho sus transiciones, películas situadas en el tiempo posterior a los procesos de resolución de conflictos, lo que nos llama de nuevo a preguntarnos ¿Cómo hablar de memoria en medio del conflicto armado?, hablar de lo general a través de las historias concretas. Atrevernos apostar por narrativas diferentes de contar la guerra.
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08 Mar 2015
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer y desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) queremos destacar el importante rol que ellas han cumplido en los procesos de memoria y resistencia de diferentes regiones del país.
Una fecha en la que debemos recordar que son ellas quienes han sufrido el impacto más fuerte de las acciones armadas, teniendo que enfrentar muchas situaciones dolorosas como enterrar a sus hijos, sacar los cadáveres de sus esposos de los ríos y buscar en fosas los restos de sus familiares.
Y a pesar de tanto sufrimiento, son estas mismas mujeres las que han elaborado diferentes procesos de memoria histórica para visibilizar la violencia, los daños causados y sus particulares formas de resistencia. “Como lo hemos mostrado en muchos informes, las mujeres han sido víctimas pero también lideresas. Han transitado en medio de la guerra y han transformado su realidad circundante” destaca María Emma Wills. Un liderazgo que merece todas las garantías por parte de la sociedad y, especialmente, del Estado.
Actualmente, desde el CNMH adelantamos un informe nacional sobre violencia sexual en el conflicto armado. Un esfuerzo que permitirá construir memoria e identificar los factores sociales, económicos y culturales que le dieron origen a este tipo violencia. “La construcción del informe, cuya publicación se proyecta para junio de 2016, incluye un proceso de concertación con organizaciones de víctimas y de mujeres, sistematización de bases de datos sobre violencia sexual en el marco del conflicto armado, entrevistas en profundidad y talleres de memoria histórica con mujeres víctimas de violencia sexual” resalta Nancy Prada, directora del enfoque de género del CNMH.
Además, reconociendo la importancia de su testimonio, desde el CNMH hemos construido líneas de trabajo para que todos los procesos de las diferentes áreas de trabajo incluyan la participación efectiva de mujeres, incluyendo también a aquellas víctimas mujeres que se reconocen lesbianas, bisexuales o transgeneristas.
Según cifras del Registro Único de Víctimas (RUV), al 31 de marzo de 2013 se estima que 2.420.887 mujeres han sido víctimas de desplazamiento forzado, 1.431 de violencia sexual, 2.601 de desaparición forzada, 12.624 de homicidio, 592 de minas antipersonal, 1.697 de reclutamiento ilícito y 5.873 de secuestro.
Hoy hacemos un homenaje a Yolanda Izquierdo y su lucha por volver a su tierra, a Magola Gómez y su pasión por la política, a Soraya Bayuelo y su entusiasmo inagotable, a la lucha de la hermana Maritze desde Trujillo, a la periodista Silvia Duzán a quien conmemoramos hace poco por los 25 años de su asesinato, y a Jineth Bedoya por su trabajo para detener la violencia contra la mujer. También reconocemos la invaluable labor de las Madres de la Candelaria, las memorias orales de las cantadoras de alabaos de Bojayá y la fuerza infinita de las madres de Soacha. En general, este 8 de marzo recordamos a todas esas mujeres que han luchado para que la barbarie que sufrieron, nunca se repita.
Documental basado en el informe El Placer. Mujeres, coca y guerra en el Bajo Putumayo.
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07 May 2015
En ocasiones olvidamos los otros rostros del conflicto armado, por ello se lanzó en el marco de la FILBO el documental Rostros de la Memoria, que nos recuerda que el relato de la guerra está acompañado por las historias de vida de quienes resisten a ella a través de iniciativas artísticas y culturales.
En este documental se muestran los rostros de aquellos quienes desde la dignidad y la resistencia, apelan a su identidad y al arte para recordar lo sufrido y relatar lo soñado. Producido por el Centro Nacional de Memoria Histórica con apoyo de USAID y OIM, el documental Rostros de la Memoria conduce al espectador, a través de las voces de quienes sufrieron los rigores de la guerra, por un camino habitado por diversas iniciativas que van desde el grafiti, el canto, la música, el arte, las peregrinaciones, los salones y lugares de memoria.
En la Feria del Libro de Bogotá, algunos de sus protagonistas conversaron con sus pares de otras regiones y con el público que vio en primicia el documental; dialogaron sobre cómo la guerra les llegó y los afectó, sobre cómo y para qué recordar lo vivido, sobre cómo resistieron y se mantuvieron de pie, sobre el perdón y la reconciliación.
Ereiza Mosquera de Pogue de Bojayá respondió las preguntas del público cantando alabaos y habló sobre cómo la memoria fortalece la cultura en su región; Orlando Naranjo de Afavit de Trujillo, Valle del Cauca, habló sobre la importancia de heredar las luchas y transmitir la memoria a las nuevas generaciones. Jaime Montoya de Granada, Antioquia, envió un mensaje de unión leyendo su poesía Víctimas somos todos. Oscar Zapata, víctima y mediador del Museo Casa de la Memoria de Medellín, compartió con los asistentes su formación política y cómo este lugar de la memoria se ha convertido en un resguardo para poder seguir amplificando su voz hacia Colombia.
El documental presenta iniciativas de memoria que deben ser conocidas por el país por su riqueza expresiva y larga trayectoria, pero además porque son referencia para inspirar otros procesos, como el graffitour de la Comuna 13 en Medellín, los cantos de alabaos en Pogue, el Parque Monumento en Trujillo, El Salón del Nunca Más en Granada, el Museo Casa de la Memoria de Medellín y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá.
Camilo Pérez, director del documental, aseguró que “lo más importante en este momento es escuchar las voces de las personas que han sufrido y han resistido para que el relato subjetivo no se sobreponga a lo que dicen las víctimas”.
¿Ya conocen estos rostros de las memorias?
Los invitamos a ver el documental completo.
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19 Jun 2015
Pocos conocen el grave genocidio que se cometió contra la población de Camboya. Se calcula que murieron 1,7 millones de personas, aproximadamente la cuarta parte de la población. En términos porcentuales, es la aniquilación de una misma sociedad más grande de la Historia.
“Cuando ves de dónde viene Camboya y lo comparas cómo era hace 30 años, te das cuenta de lo felices y afortunados que somos de estar vivos, de poder expresar nuestros sentimientos, que se pueden hacer películas, que la creatividad y la imaginación están vivas, que los Jemeres Rojos no destruyeron y no pueden destruir el pensamiento y la imaginación”. Estas son las palabras de Rithy Panh, director de la película recomendada hoy en CINE + MEMORIA: “La imagen perdida”.
Para él estar vivo y tener la posibilidad de contar su historia no es poca cosa. Tuvo la oportunidad de salir como refugiado a Francia en donde adelantó estudios de cine documental. No todos los jóvenes de su época corrieron la misma suerte. “La imagen perdida” es un retrato íntimo de sus recuerdos. Es la reconstrucción de una historia vivida en carne propia, una historia de familia. Es el relato del fin de una guerra civil que contrario de lo que la población pensaba, dio paso a uno de los peores regímenes de terror jamás instaurando.
Entre 1970 y 1975 se libró en Camboya una guerra civil, reflejo de la que se vivía en Vietnam. Después de cinco años de guerra, de millones de muertes y después de la retirada del ejército estadounidense, el grupo guerrillero comunista de los Jemeres Rojos triunfaron en el poder apoyados por China. Estos, en nombre de la igualdad, tomaron Phnom Penh e instauraron la Kampuchea Democrática al mando del Pol Pot.
El régimen que instauraron buscaba la ruralización de toda la población y perseguía cualquier otro oficio que no fuera la agricultura. Las personas de las ciudades eran llevadas a campos de “rehabilitación” de lo urbano en donde eran obligados a trabajar 20 horas al día y eran despojados de todas sus posesiones y separadas de sus familias. Quienes se oponían al régimen eran asesinados y quienes desobedecían eran torturados.
El nombre del documental responde a la búsqueda que emprende el director por encontrar imágenes que reflejaran sus vivencias del pasado. Al no encontrarlas, recurre a la recreación de las escenas presentes en su memoria a través de figuritas hechas de barro, entre estas y las imágenes de archivo que sí pudo encontrar. El documental nos relata un periodo oscuro de la historia, un retrato íntimo de quien vive la guerra en carne propia y sobrevive para contarla.
Publicado en Cine + memoria
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