Autor: CNMH

Casa de los Abuelos paternos de Bernardo Jaramillo con sus hijos, Bernardo y Paula.

Este lunes 30 de enero, a las 9: 00 am hora Colombia, la CIDH emitirá fallo sobre demanda en contra del Estado Colombiano por el genocidio de la (U.P)

El Centro Nacional de Memoria Histórica considera que el natalicio de Jorge Eliécer Gaitán es una oportunidad para pensar el país desde las propuestas alternativas

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CNMH

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Luisa Fernanda Santamaría acompañada por compañeras de su hermana Marta Santamaría en el funeral de su padre, del Doctor: Gabriel Jaime Santamaría, Colegio la Javiera, 27, 28 y 29 de octubre de 1989.

Publicado

27 enero 2023


Este lunes 30 de enero, a las 9: 00 am hora Colombia, la CIDH emitirá fallo sobre demanda en contra del Estado Colombiano por el genocidio de la (U.P)

  • Desde ciudades como Medellín y Bogotá, habrá reuniones presenciales en algunos casos y en otros virtual por medio de un link que suministrará la Corte para presenciar el fallo.
  • Un grupo de viudas liderado por Consuelo Arbeláez, viuda de Santamaría, quien fue la asesora de su esposo y secretaria departamental de la Unión Patriótica, y abogados representantes del proceso, se reunirán por esfuerzos propios en el Museo Casa de la Memoria de Medellín para conocer el fallo de la CIDH.

“Al final de este túnel, tiene que haber luz” fueron las palabras del Doctor: Gabriel Jaime Santamaría, Fundador y Presidente de la Unión Patriótica en Antioquia, Diputado por la UP y Vicepresidente de la Asamblea Departamental de Antioquia. Lugar donde fue asesinado por Agentes Estatales en complicidad del DAS y Paramilitares el 27 de octubre de 1989.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos de Costa Rica, ha anunciado que este lunes 30 de enero a las 8: 00 am hora Costa Rica y 9: 00 am hora Colombia, notificará la sentencia vía Streaming a través de un link, el fallo sobre la demanda en contra del Estado Colombiano por el genocidio contra la Unión Patriótica, movimiento surgido por los acuerdos de paz de 1985 y el cual fue víctima de un sistemático plan en donde se acabó con la vida de hombres intelectuales y humanistas de la época que hacían parte del partido político nuevo:” Unión Patriótica”.

Los integrantes de la Unión Patriótica fueron perseguidos y hostigados, no solo en sus lugares de trabajo, sino también en sus domicilios, como fue el caso del líder de la UP en Medellín; Hernando de Jesús Gutiérrez, quien fue asesinado en su casa, delante de su madre, esposa y su hija Liliana Gutiérrez, todo esto con el afán de aniquilar este partido y sus ideas, pero también con el interés de destruir su núcleo familiar. Para esto se utilizaron múltiples planes de ejecución como: detenciones arbitrarias, desplazamientos forzados, torturas y exilios.

Por eso este lunes 30 de enero desde las 8: am, hora Costa Rica y a las 9: 00 am, hora Colombia, desde diferentes ciudades como Medellín y Bogotá, habrá reuniones de manera presencial en algunos casos y en otros de manera virtual por medio de un link que suministrará la Corte, para presenciar este momento crucial, en donde se espera que “Al final de este túnel se encuentre una luz”, como decía en repetidas ocasiones Gabriel Jaime Santamaría.

A pesar de los más de 30 años de espera, búsqueda, investigaciones y diferentes acciones emprendidas por las viudas y sus familias, representadas por abogados, se espera un fallo justo en donde se esclarezca esta impunidad y de esta manera se otorgue algo de paz para las víctimas y el país. Y así poder continuar con la defensa de los territorios, sobre todo en Antioquia que hoy por hoy es considerado como un territorio priorizado, pues se demostró que en esta región se sufrieron los mayores asesinatos y hechos violentos en contra de la UP.

Todo este proceso se pudo conseguir gracias al informe entregado ante JEP y CEV. Titulado “El Exterminio, Lideres, Dirigentes y Militantes de la Unión Patriótica en Antioquia”. Realizado por un grupo de viudas liderado por Consuelo Arbeláez, viuda de Santamaría, quien fue la asesora de su esposo y secretaria departamental de la Unión Patriótica y representadas por los abogados “Derechos con Dignidad”. Quienes se reunirán el día del fallo, por esfuerzos propios en el Museo Casa de la Memoria de Medellín, con el fin de encontrar apoyo y seguir en la tarea obligada por la búsqueda de la justicia, la verdad, la no repetición y la reparación integral.

Las expectativas de las víctimas apuntan a que el Estado Colombiano sea condenado y responsable del genocidio desatado en contra de la UP. Debido a que se prueba que fue un plan orquestado y ejecutado por Agentes Estatales en complot con grupos Paramilitares, quienes actuaron de manera sistemática asesinando a los líderes, dirigentes y simpatizantes del grupo político Unión Patriótica.

Se espera también que luego del fallo, el gobierno les otorgue total respaldo y se reconozca ante las víctimas y el país, que fueron crímenes de Estado. Para que este hecho sea ejemplar tanto a nivel nacional como internacional y así se restablezca la dignidad de las familias y se elimine la estigmatización, dándole prioridad al derecho que tienen todas las victimas a visibilizar sus testimonios y memorias.

  • Calles de Fredonia Antioquia, la rabia por la pérdida de su concejal Darío Henao reflejada en los rostros de los protestantes. Periódico Voz, Bogotá 1986.

  • Pleno Regional en medio de la campaña electoral con el Frente Democrático, Manuel Cepeda Vargas, interviniendo. Periódico Voz, Bogotá 1977.

  • Foto estudio para la campaña electoral “Venga esa mano País” Bernardo Jaramillo. 1989.

  • Mitin del P.C.C en las afueras de la Basílica Metropolitana, parque Bolívar de Medellín, Gabriel Jaime Santamaría año 1978.

  • Bogotá, salida hacia el cementerio con el féretro de Manuel Cepeda, foto periódico la Voz, Bogotá 1994.

  • Bogotá Palacio de Nariño. Hablando sobre la propuesta de tregua de las FARC.

  • Casa de los Abuelos paternos de Bernardo Jaramillo con sus hijos, Bernardo y Paula.

Archivo fotográfico y de video; cortesía exposición y documental “Álbumes de Memoria y Narraciones Visuales. Galería UP” de Luisa Santamaria


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Plaza Gaitán

El Centro Nacional de Memoria Histórica considera que el natalicio de Jorge Eliécer Gaitán es una oportunidad para pensar el país desde las propuestas alternativas

El Centro Nacional de Memoria Histórica considera que el natalicio de Jorge Eliécer Gaitán es una oportunidad para pensar el país desde las propuestas alternativas

Autor

CNMH

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El Centro Nacional de Memoria Historica rinde homenaje a la memoria y legado de Jorge Eliécer Gaitán.

Publicado

23 enero 2023


El Centro Nacional de Memoria Histórica considera que el natalicio de Jorge Eliécer Gaitán es una oportunidad para pensar el país desde las propuestas alternativas

  • María Gaitán rechaza, en este aniversario, que se mancille el nombre del líder popular y democrático por parte de grupos criminales como el del Clan del Golfo.
  • El CNMH anima a recuperar el legado de aquellos, que como Gaitán, propusieron y trabajaron para una Colombia diferente.

El 23 de enero de 1903 nació Jorge Eliécer Gaitán, jurista, escritor y político que marcó no sólo su tiempo, sino a varias generaciones de colombianos y latinoamericanos. En el 120 aniversario de su nacimiento, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) considera que fechas como esta deben servir al país para pensar y pensarse. “En nuestro país tenemos un calendario doloroso de efemérides violentas, es hora de recuperar las que hablan de vida. Por eso, esta es una oportunidad para mirar atrás y no sólo ver la devastación de la violencia, sino las propuestas de país alternativas que propusieron personas como Jorge Eliécer Gaitán”, anima María Gaitán Valencia, directora del CNMH y nieta del carismático líder popular.

“Solemos hacer énfasis en el asesinato de Gaitán y en la persecución feroz y violenta del gaitanismo, pero el natalicio debería abrirnos los ojos a todos aquellos y aquellas que han soñado y propuesto una Colombia diferente, inclusiva y diversa”, concluye. “Lo que no queremos es que se manipule su figura ni su nombre, ni su legado. Y eso es lo que se está haciendo al reproducir sin pudor el nombre manipulado del que se ha dotado de forma espuria un grupo criminal como es el Clan del Golfo. El gaitanismo es antagónico a lo que ese grupo hace, el nombre de Gaitán no puede ser mancillado de esa forma”

Jorge Eliécer Gaitán fue un importante académico, alcalde de Bogotá, ministro, líder popular en todo el país, y jefe único del liberalismo en el momento de su asesinato, el 9n de abril de 1948.

Gaitán propugnaba una “democracia participativa” para evitar que las oligarquías siguieran dominando el país a su antojo, planteaba la necesidad de una “democracia económica” para lograr una justicia social incluyente, llamaba a la movilización y la corresponsabilidad de las y los ciudadanos en los cambios necesarios, propugnaba el voto obligatorio para que este no dependiera de caciques locales y recuperaba la idea bolivariana del “cuarto poder” -el Poder Moral-, entre otras ideas.

El magnicidio de 1948 puso fin a su vida, pero no a sus ideas, que han influido a partidos y movimientos a lo largo y ancho de América Latina.

“Como en el caso de Gaitán, las élites políticas, económicas y culturales del país han intentado enterrar su legado -lo que llamamos el memoricido-, pero la idea justa de Colombia por la que murió Jorge Eliécer sigue siendo vigente”, explica María Gaitán, quien, desde el CNMH; anima a recuperar esta y otras “memorias dignas y retadoras” en este momento de cambio profundo de Colombia, “cuando tan necesario es recuperar los proyectos de construcción de un país en paz, justo e incluyente”.


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Una juntanza por la vida y la memoria del movimiento social afrocolombiano

Una juntanza por la vida y la memoria del movimiento social afrocolombiano

Una juntanza por la vida y la memoria del movimiento social afrocolombiano

Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

15 diciembre 2022


Una juntanza por la vida y la memoria del movimiento social afrocolombiano

El CNMH convocó la “Juntanza de organizaciones afrocolombianas para integrar a los otros de la memoria histórica”  donde la directora del CNMH, María Gaitán Valencia, escuchó las necesidades de varios representantes de organizaciones afrocolombianas entre las cuales está, la creación de un informe nacional de la memoria de dicha población.

Atendiendo un llamado de varias organizaciones del movimiento social afrocolombiano como la Asociación Colombiana de Economistas Negras – Mano Cambiada, el Colectivo Posá Cuir de Posá Suto, la Corporación de Educación e Investigación Intercultural para los pueblos -CEIP-, DEC Foundation, la Fundación CED Pacífico, la Fundación para el desarrollo de la cultura desde las artes Vivearte, la Fundación Derecho y Niñez (Fundeniñez) y la Fundación cultural zarakua, en cabeza de Diana Lorena Montaño, Gerente general de Kombilesa, asociacion que trabajan contra el racismo, la discriminación racial, la violencia de género y la intolerancia, entre otros, la Estrategia de Pedagogía del CNMH convocó la “Juntanza de organizaciones afrocolombianas para integrar a los otros de la memoria histórica” y de esta manera escuchar a quienes por tanto tiempo han perdido su voz.

 

 

En este espacio, que se desarrolló en las instalaciones del CNMH, los participantes y representantes de distintas organizaciones compartieron algunas de sus necesidades referentes a “la creación, socialización y validación de un informe nacional de la memoria del pueblo negro, afrocolombiano, raizal y palenquero”, con este se busca que la sociedad colombiana pueda entender mejor las situaciones y razones que llevaron a que estos pueblos hayan sido de los más afectados por causa del conflicto armado en el país.

Desde el punto de vista pedagógico, Diana Montaño menciona que “se hace necesaria la creación de una herramienta que facilite la comprensión de la historia y memoria del pueblo negro, afrocolombiano, raizal y palenquero y la transmisión de los saberes, teniendo en cuenta que los espacios de etnoeducación y cátedras de estudios afrocolombianos cuentan con reglamentación desde el año 1995 con el decreto 804”. Cabe recordar que con la Asociación Kombilesa se habían tenido acercamientos y se había compartido un dispositivo lúdico, desarrollado por el CNMH, que es una herramienta para socializar, sensibilizar y recolectar hechos emblemáticos de las comunidades afrodescendientes.

 

 

Se espera que para el año 2023 esta ‘juntanza’ se repita de manera periódica con el fin de ir encontrando, cada vez más, puntos en común y rutas de trabajo que sean facilitadoras en el arduo proceso de comprensión de las luchas y la historia de estas comunidades afectadas por la violencia, así como también de la creación de herramientas que sean puentes en el difícil proceso de construcción de memoria histórica en Colombia.


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Foto de archivo. Fachada del edificio en donde funciona la Contraloría General en Bogotá, Colombia, 19 de julio, 2019. REUTERS/Luis Jaime Acosta

La Contraloría General de la República FENECIÓ la cuenta fiscal del Centro Nacional de Memoria Histórica de la vigencia fiscal 2021

Foto de archivo. Fachada del edificio en donde funciona la Contraloría General en Bogotá, Colombia, 19 de julio, 2019.  REUTERS/Luis Jaime Acosta

Autor

CNMH

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REUTERS/Luis Jaime Acosta

Publicado

15 diciembre 2022


La Contraloría General de la República FENECIÓ la cuenta fiscal del Centro Nacional de Memoria Histórica de la vigencia fiscal 2021

Una vez finalizada la Auditoría  Financiera de la vigencia 2021 por parte de la Contraloría General de la República, la cual comprendió: i) estado de situación financiera, ii) estado de resultados, iii) estado de cambios en el patrimonio, iv) notas a los estados financieros y v) la Información presupuestal para la misma vigencia; la Contraloría General de la República emitió, entre otros, los siguientes conceptos:

“El presupuesto del Centro Nacional de Memoria Histórica, fue preparado y ejecutado en todos los aspectos materiales de conformidad con la normatividad presupuestal aplicable. Teniendo en cuenta que no se evidenciaron incorrecciones, se determina que el manejo presupuestal fue RAZONABLE”. “El sistema Integrado de Gestión del CNHH incluye la caracterización del proceso de gestión financiera, en el cual se observaron manuales y procedimientos actualizados que incluyen puntos de control para garantizar la calidad de la información financiera y presupuestal. A través de las pruebas de auditoría, se observó el cumplimiento a dichos procedimientos y la efectividad de los controles establecidos”.

Por lo anterior, la Contraloría General de la República FENECIÓ la cuenta fiscal del Centro Nacional de Memoria Histórica de la vigencia fiscal 2021. 

Éste,  es  el  resultado  de  un  trabajo  arduo  y  responsable  de  todos  los colaboradores que de una u otra forma intervienen en el proceso financiero, por lo que resulta pertinente resaltar las  actividades  y  reconocer  los  esfuerzos  que  se  realizan  en  todas  las  dependencias,  que  propenden  por  el adecuado funcionamiento  de  la  entidad,  acatando  los  lineamientos  que  desde  la  Dirección  Administrativa  y Financiera se imparten para lograr los propósitos institucionales.

Ver el informe aquí


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Las memorias del conflicto a través de las bibliotecas públicas

Las memorias del conflicto a través de las bibliotecas públicas

Las memorias del conflicto a través de las bibliotecas públicas

Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

12 diciembre 2022


Las memorias del conflicto a través de las bibliotecas públicas

  • El CNMH y la Biblioteca Nacional de Colombia sumaron esfuerzos técnicos y administrativos para desarrollar acciones de distribución, circulación y promoción social y académica de productos de memoria histórica.
  • La alianza con el Ministerio de Cultura generó un aporte a la apropiación social de la memoria histórica a través de la participación de 3.319 personas en espacios de diálogo en las bibliotecas públicas del país.

“¿De quién es la sangre?, preguntan las madres desesperadas/ buscamos hijos sin rótulos ni uniforme/ buscamos el fruto de nuestras entrañas/ y suenan fusiles lejanos/ parece que hambre llevaran”. Estas palabras las escribió Zuly Lorena Tavera, bibliotecaria de Güepsa, Boyacá, al final de uno de los talleres formativos de la Estrategia de Pedagogía del centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en el marco de la alianza que la entidad tienen con la Biblioteca Nacional. Tavera se preguntaba a través de un poema ‘¿De quién son los muertos?’Son las vidas de nuestros hermanos/ Es la memoria que a balazos reclaman./ Huérfanos y viudas quedan/ en la guerra de nadie/ sin más reparos que flores y sepulturas/ mientras el pan y la tierra reparten”.

La bibliotecaria de Güepsa es una de las Más de 3.319 personas que participaron de espacios de diálogo alrededor de la producción del (CNMH a través de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas (RNBP) en 2022. La alianza entre el Centro y el Ministerio de Cultura —formalizada en el Convenio 4470- 2021 y ejecutada junto a la Biblioteca Nacional de Colombia— sirvió, además, para formar a bibliotecarios del país en la generación de actividades para la memoria histórica a través de la lectura, la escritura y la oralidad.

 

 

Espacios de diálogo con la memoria de las víctimas

La Estrategia de Pedagogía realizó Rutas de Memoria, para promover la lectura a través de cineforos y tertulias en las cuales 3.319 personas conocieron los productos del CNMH sobre el conflicto armado en el país. Este recorrido de 143 actividades de socialización y circulación cubrió 144 bibliotecas de 127 municipios en los departamentos de Bolívar, Boyacá, Caldas, César, Cundinamarca, Huila, Nariño, Norte de Santander, Risaralda, Santander, Sucre, Tolima y Valle del Cauca.

Así mismo, 11 talleres Entretejiendo Memorias y de Centro de Interés a lo largo del año —presenciales y bajo la modalidad de virtualidad— sirvieron para ofrecer a bibliotecarios del país metodologías para aportar a la apropiación social de la memoria histórica desde las bibliotecas. En estos encuentros formativos participaron 214 bibliotecarios de 185 bibliotecas, distribuidas en 150 municipios de 29 departamentos.

Desde el componente de gestión de colecciones se enviaron 4649 materiales producidos por el CNMH, entre físicos y digitales, a los 32 departamentos del país para que estén al servicio de la comunidad, clasificados, catalogados y procesados en 332 bibliotecas públicas de 303 municipios. Este acervo de la memoria de las víctimas incluye pódcast, especiales digitales, documentales y otros audiovisuales, así como una variedad de textos que abarca productos de iniciativas de memoria histórica de organizaciones de víctimas del conflicto armado, informes de investigación y de esclarecimiento, biografías, documentos metodológicos, pedagógicos, y archivos documentales, entre otros.

 

Las memorias del conflicto a través de las bibliotecas públicas

 

Una estrategia para difusión de la memoria histórica

Las bibliotecas pertenecientes a la RNBP han cumplido un papel estratégico en la difusión y promoción de la producción del CNMH. Por ello el convenio permitió definir una ruta de apropiación social de la memoria histórica en las bibliotecas y promover la participación de las víctimas del conflicto armado, como medida de contribución a la verdad, a la memoria histórica y a la reparación simbólica.

Que no mueran hijos nuestros,/ por guerras ajenas,/ que el poder no se pague en muertos,/ dejando la tierra yerta”. Como Zuly Lorena Tavera en su poema, bibliotecarios y participantes de las actividades lideradas por la Estrategia de Pedagogía contaron su dolor y sus experiencias con un conflicto armado que ha llegado también a todos los rincones del país.


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“¡Qué bonito reencontrarnos en este país nuevo!”

“¡Qué bonito reencontrarnos en este país nuevo!”

“¡Qué bonito reencontrarnos en este país nuevo!”

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CNMH

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CNMH

Publicado

11 diciembre 2022


“¡Qué bonito reencontrarnos en este país nuevo!”

  • La Semana por la Memoria, luego de seis días de intensa agenda, dejó conversas, juntanzas, música y momentos que nadie olvidará. Porque para eso es la memoria: para habitarla por siempre, para transformar el devenir.

Todas las memorias todas son plurales, diversas, a veces disímiles. Pero todas las memorias todas suelen encontrarse en un camino común que no es siempre el mismo. Unas bajan de las estribaciones de Sierra Nevada de Santa Marta, desde Atánquez, el corazón del pueblo Kankuamo. Otras llegan con el fuego yanakona, que no se apaga pese a la diáspora que obligó el desplazamiento forzado, y levantan su Casa Grande. Algunas cruzan ríos, o a selva del Putumayo, y atraviesan montañas. La de los Montes de María, o la serranía de La Loma, en Medellín, incrustada en lo alto de la Comuna 13. También caminan, desde una y otra localidad de Bogotá. Y todo para encontrarse en la vereda del futuro.

Fue en el andén norte de la Avenida Jorge Eliécer Gaitán, conocida popularmente como la calle 26, entre las carreras 15 y 16, que lo hicieron. Allí coincidieron los miembros del Consejo Comunitario Santo Madero, del corregimiento El Paraíso, San Jacinto, en el departamento de Bolívar. Y la comunidad de la etnia Gunadule, del resguardo de Arquía, en Chocó. Y las mujeres de Mafapo, las Madres de Falsos Positivos de Soacha. Y las lideresas del Salón de la Memoria de Alejandría (Antioquia). Y los familiares de Dylan Cruz. Y decenas de personas y organizaciones más que han sido atravesadas por el dolor, pero han tenido que tejerse de nuevo para cruzar el camino que les queda: el de recordar para no repetir; el de hacer memoria para asegurarse de que nunca más; el de resistir ante las embestidas de las violencias, el de construir futuro desde la sabiduría y la experiencia de lo comunitario.

Cinco carpas blancas fueron el escenario de un vaivén de conversas y juntanzas que tenían como máxima un verbo: escuchar. Escuchar los dolores, los miedos, sus formas de tramitarlo. Los anhelos, las esperanzas, lo que tienen guardado. Las resistencias, la fuerza, las convicciones. Escuchar para seguir cruzándose en los caminos de las memorias, que son muchas y son todas, como también sus propósitos más íntimos. Memorias que son anterior a todo, porque está en el cosmos, en el universo, como explicó José Pereira, líder del resguardo muisca de Cota, Cundinamarca, en una armonización que precedió a la jornada más luminosa de la Semana por la Memoria, una apuesta del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) para juntar y escuchar a las víctimas, organizaciones de víctimas, artistas, defensorxs de los Derechos Humanos y cualquier otra persona que tuviera algo que decir y aportar a esa paz total que “será con todos y todas, o no será”, como mencionó la directora del CNMH, María Gaitán, en esa tarde noche de velas encendidas y almas iluminadas.

De la tierra, del fuego, de las semillas. De los pueblos nativos, los pueblos originarios, somos memoria. Que reposa en el sol, en las lagunas. En el agua que cayó en algunas frías tardes bogotanas y acompañó los diálogos, pero nada que no pudiera arreglar el tinto o la aromática imprescindibles del puesto ambulante junto a la primera carpa.

A lo largo de esas estructuras de lona blanca se escuchó hablar del arte como edificador de memoria, como tramitador del dolor, como vehículo de acompañamiento psicosocial. Como fuente sanadora de los dolores y recuerdo permanente de los que no están pero que no dejan de estar, de los muertos y de las personas desaparecidas forzadamente, pintados con laca, vinilo y aerosol en tantas paredes como han podido. Como Nydia Érika Bautista, desaparecida el 30 de agosto de 1987, y cuyo mural de colores se levanta en la Universidad Nacional de Colombia, uno de los puntos que visitó la Caravana por la Memoria, uno de los eventos de cierre de la Semana por la Memoria, que convocó a vecinos de diferentes barrios capitalinos, como Nuevo Chile, Molinos, Verbenal o El Dorado. El recorrido salió de la Plaza de Bolívar, del corazón bogotano, y se irrigó por la ciudad, como el lugar de memoria de Nicolás Neira, en la calle 18 con 7, y el de Dylan Cruz, a solo unas cuadras. Allí donde cayeron, víctimas de la brutalidad policial.

En las carpas también se habló – ¡cómo no! – de la memoria latente en esa calle 26 que ha invisibilizado al peatón para darle prelación al aparato vehicular. Esa avenida, que es frontera y punto de quiebre entre sur y norte, y que en los últimos años ha visto desfilar a miles de personas que han expresado su hartazgo en movilizaciones sociales difíciles de ignorar por la dimensión de su convocatoria, pero sobre todo, por el tamaño de sus reclamos. Esa avenida retratada a lo largo de las décadas, que aloja el Eje de Paz y Memoria, que ha visto cómo sus vecinos se alejan entre sí mientras ven pasar el Transmilenio.

 

 

Ese espacio de cercanía

Pero las memorias no solo recorren caminos diferentes, sino que encuentran diversas formas. Algunas son fotografías, otras murales, y otras lugares y archivos. Sobre esos contornos que habitan, que crean, se dialogó en las juntanzas, ese espacio natural que es de quienes apenas se conocen pero tienen algo en común; que se configura sentados uno al lado del otro, cuando aparece la cercanía, y lo que queda es hablar, conversar, dialogar, y tejer nuevos puntos comunes, intersecciones. Horas de conversación, registradas y sistematizadas para orientar al Centro Nacional de Memoria Histórica en su nueva andadura. María Gaitán Valencia, en la clausura de la Semana, recogía el reto: “Quiero que sepan que esta Semana por la Memoria ha sido un especio de aprendizaje inmenso para el Centro Nacional de Memoria Histórica, que nuestros equipos han sistematizado lo hablado para que podamos incorporar sus propuestas y reflexiones a nuestro accionar. Lo vamos a hacer. No podrá ser todo al tiempo ni todo será de inmediato, pero tienen mi compromiso, nuestro compromiso, de que vamos a trabajar para ello”.

En las carpas, Alejandría quedaba al lado de Toribío, y El Vergel, frente al resguardo Marcelino Tascón, en el municipio de Valparaíso. Las fronteras que alejan, que hacen ver a Cauca lejos de Antioquia, se borraron para 19 iniciativas de memoria histórica de 10 departamentos del país que compartieron espacio para conocerse entre sí, sus procesos, luchas y resistencias, y para mostrarse a quienes caminaron por la 26 durante la semana. La Minga Muralista de Toribío pudo hablar de los días y noches pintando más de 20 murales en su territorio, y vender mochilas tejidas por el pueblo Nasa. Desde Antioquia, el Consejo de Kakuabanas llegó por primera vez a un encuentro como este para compartir la luz del pueblo Embera a través de sus artesanías, hecha de mostacillas de los colores de la Madre Tierra. Las Soberanas, mujeres que dejaron las armas para apostarle a proyectos autosostenibles, colgaron sus prendas para vender, al igual que el costurero «Kilómetros de vida y memoria». Hubo café de Chaparral (Tolima), cuyes de chocolate de El Vergel (Nariño), mochilas del territorio kankuamo de la Sierra Nevada… Hubo todo un país en esas carpas del encuentro, a lo largo de seis días imborrables para quienes vinieron a traer sus saberes, y para quienes pudimos recibirlos.

 

Esa música que no para

Si hubo conversas, juntanzas e iniciativas, la música no quiso fallar, porque nuestra memoria ha sido cantada desde tiempos ancestrales. Los cierres musicales le daban otro color a la caída de la tarde, al inicio de las noches. Por la tarima pasaron Las comadres, de largos vestidos y voces potentes, que cantaron, casi lloraron, a los desaparecidos, y a las madres que piensan qué estarían haciendo, que merecen saber si sus hijos están vivos o muertos. Rapearon los Embera Warra, que en su lengua enseñaron a decir buenos días y buenas tardes y buenas noches, y narraron sobre su comida, su cultura y sus ancestros, recordaron el papel equilibrador de los jaibanás y lograron una conexión poderosa con el público.

El escenario les quedó pequeño a los Músicxs Segunda Línea, porque 16 artistas con tanta fuerza necesitan siempre más. Se bajaron junto al público, al que contagiaron con letras poderosas y desafiantes, incómodas para aquellos que creen en la represión policial como respuesta al descontento generalizado. Para Bosa, para las víctimas del 9S, para la Guardia Indígena, un repertorio dedicado con platillos que suenan contra el piso e instrumentos hechos a la medida de sus reclamos, como una tambora con clave incorporada, y un acordeón con amplificador propio. “Nunca guardaremos silencio”, su despedida.

Para bajar el telón, el sol decembrino de Bogotá, que se asomó frente a los cerros y vio el compartir de la olla comunitaria que preparó el colectivo Sentipensante. Y más música: unos inmensos Adriana Lizcano y Edson Velandia, dueños de una lista de reproducción que incomoda al establecimiento y que gusta a quienes creen en la paz, con preguntas exactas sobre lo que debe dar la vuelta para empezar, de verdad, a edificarla.

Con Arrechas, sonó el tambor, que representa el símbolo de la Tierra, y Adriana cantó el cansancio de abuelas, tías, bisabuelas, y el peso histórico de las violencias que han sufrido. Con Madre Patria, un “villancico que acaba de cumplir cuatro años”, Edson entonó un ya clásico, y puso de pie a los casi dos centenares de asistentes que se congregaron en el cierre de una semana que regaló una 26 diferente en ese tiempo que duró. En la mañana del domingo 11 de diciembre ya no hay carpas con gente que se escuche ni tarimas para músicos con repertorios que interpelan y no complacen. La Semana por la Memoria es finita, pero su semilla es potencialidad, es futuro conjugado, es respeto practicado en comunidad. Este espacio fue pensado para recordar y recordarnos, pero, ante todo, para transformar el tiempo que viene. Una plataforma de todas las memorias todas, que solo cabían en el infinito espacio abierto que borra los filtros y permite que lo accedan sin protocolos. Aunque ya no sea, una cosa queda, como dijo Edson Velandia antes de la última nota: “¡Qué bonito reencontrarnos en este país nuevo!”.


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La memoria es el camino

La memoria es el camino

La memoria es el camino

Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

10 diciembre 2022


La memoria es el camino

  • La Caravana por la Memoria recorrió Bogotá, honrando la vida de quienes han sido arrancados por la violencia y trazando una ruta que incluye las experiencias y acciones de resistencia en los territorios del país.
  • Un emotivo concierto de Adriana Lizcano y Edson Velandia marcó el cierre de la Semana por la Memoria y el inicio de un camino por recorrer con todas las memorias.

Recorrer y contar la memoria —una y muchas veces— porque la memoria es un camino. Un camino del pasado pero, ante todo, de lo que está por venir; un camino que recorre la espiral del tiempo, en la cosmogonía de los pueblos indígenas, y que atraviesa calles, veredas, ríos y selva. La Caravana por la Memoria, recorrido propuesto en la jornada final de la Semana por la Memoria organizada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (Cnmh), partió de la Plaza de Bolívar, en el corazón de Bogotá.

La Casa del Florero fue el espacio para recordar a las personas desaparecidas durante la retoma del Palacio de Justicia. Pilar Navarrete, integrante del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), recuerda allí una vez más a su esposo Héctor Jaime Beltrán, mesero de la cafetería del Palacio, en el último lugar donde se sabe que llegó con vida. Invita a los marchantes con un adagio popular a crear y mantener los lugares de memoria en toda la ciudad y en el país: “Si quieres ir más rápido, camina solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado”.

El camino continúa con una parada en la carrera séptima con la Avenida Misak (Jiménez), el lugar donde fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. Una placa conmemorativa ubica el sitio donde empezó la ausencia del líder popular y la estrategia de exterminio de la legión que lo seguía. Una marca más profunda en la memoria del país. Cada ausencia no es un muerto si se recuerda con dignidad. Cada nombre es una vida y una posibilidad de continuar sus luchas y anhelos.

Luis Piñero, 48 años, venezolano de nacimiento y bogotano de corazón, pregunta el porqué de la procesión que pasa por el frente de su negocio ambulante en el Centro de Bogotá. “Qué bueno es recordar nuestros muertos. Los míos están lejos de aquí, pero los siento —cuenta pensando en quienes se quedaron atrás de sus pasos, pero todavía están en su memoria—. Qué bueno, compa”.

Mañana puede ser tu hijo o tu hermano

Calle 18 con carrera séptima. El sitio donde fue asesinado Nicolás Neira, un joven de 15 años, presente en las manifestaciones del 1 de mayo de 2005. Es difícil estar allí para Ángel Amaneceres, representante de la campaña contra la violencia policial. “Esta violencia nos ha arrebatado no solo a Nico sino a muchos compañeros y compañeras”. Ella cree aún en este recorrido que inicia, en este camino para encontrarse, para tejer la memoria y para continuar los proyectos políticos y sociales de aquellos que ya no están presentes. “Estamos convencidos de que nuestra voz solo se hace más fuerte si recordamos y si hacemos viva la memoria de nuestros hermanos y hermanas”.

Transeúntes, comerciantes y vendedores ambulantes presencian el paso de la Caravana, escuchan los mensajes del trabajo de diversas comunidades que tienen un solo propósito: resistir al olvido inducido, provocado.

Un camino, el de la memoria, que puede corregir el rumbo perdido al andar. “Esta caravana es una apuesta por recuperar la confianza de la ciudadanía y las víctimas”, apunta David Medina al llegar a la calle 19 con carrera 4, el sitio donde el disparo de un miembro del ESMAD acabó con la vida de su sobrino Dilan Cruz en las protestas del 23 de noviembre de 2019. “No es Nicolás, no es Dilan, sino todos. Que esa indiferencia se acabe y nos demos cuenta de que no son solo emblemas, nombres, estadísticas, sino que tenían familias: padre, madre, tal vez hijos… y que son muchos y mañana puede ser tu hijo o tu hermano; hasta tú mismo”, pide al recordar a Dilan. “No más impunidad”, corean decenas de personas que lo escuchan.

La Caravana sigue. En el Parque de la Independencia, sobre la carrera séptima, se encuentran los participantes, venidos de Nuevo Chile, Molinos, Verbenal, en Bogotá; de Soacha, de Cauca, Nariño, Antioquia y de todo el país, al cierre de una Semana por la Memoria dedicada a recorrer en juntanzas todas las memorias. Siguen por la calle 26, por la que realmente se llama Avenida Jorge Eliécer Gaitán. El Eje de Paz y Memoria de Bogotá –aún por desarrollar a pesar de que el decreto distrital que lo creo data de 2014- es espacio también para compartir los sabores y aromas de una olla comunitaria del colectivo Sentipensante, la manera sabrosa y vegana de compartir el recuerdo de esta ruta. La Caravana, repuestas las fuerzas, parte hacia la Universidad Nacional, habitada por memorias que cuentan múltiples relatos de luchas y represión del movimiento social.

 

 

Por veredas, ríos y selvas

Más allá de la ruta de la Caravana, ese camino que es la memoria, llega a todo el país, siguiendo los pasos de las violencias, a través de veredas, ríos y selvas. De ese camino, que enseña y advierte a las nuevas generaciones para la no repetición, dialogaron bajo la carpa principal de los encuentros de la Semana por la Memoria, los representantes del resguardo indígena de Arquía, en Unguía, Chocó, y del Consejo Comunitario de Santo Madero, de corregimiento El Paraíso, en San Jacinto, Bolívar, dos comunidades acompañadas por la Estrategia de Reparaciones del Centro Nacional de Memoria Histórica.

A 1,5 kilómetros de la frontera con Panamá, los indígenas del pueblo Gunadule del resguardo de Arquía se comunicaban con sus hermanos de las comunidades Paya y Púcuro a través de una trocha que se interna en el Darién hacia el país vecino. Hasta que paramilitares bajo el mando de Fredy Rendón Herrera, alias el Alemán, masacraron en medio de este paso ancestral a 3 de sus sailas —sabedores tradicionales— y 2 líderes comunitarios, el 17 de enero de 2003. La reapertura del camino, cerrado por el miedo durante 18 años, fue documentada en un audiovisual que llamaron Güegui, latidos del pueblo Gunadule —güegui significa corazón en idioma gunayala— realizado con el acompañamiento del CNMH.

“Sabemos que los indígenas no tenemos la culpa de lo que pasa —dice Nelson Yabur, secretario del resguardo—. El conflicto es ajeno, pero nos afecta. Decidimos recordar porque es como multiplicar el conocimiento de lo que pasó a la nueva generación. Algunos jóvenes tal vez quieren seguir el camino de los grupos ilegales que están en el territorio. Esta memoria es para decirles que este no es un buen camino”.

El Consejo Comunitario Santo Madero plasmó el recorrido de sus memorias en la serie radial Santo Madero un territorio que se lleva en las venas, de cuatro capítulos que cuentan la historia que los une a los palenques, su cultura y tradiciones, la afectación del conflicto armado desde los 80 y las resistencias de su comunidad para permanecer en su territorio. “No es fácil sobrevivir en los Montes de María, porque las pretensiones externas son complejas, con megaproyectos que arrasan la economía familiar y campesina”, reconoce Amilkar Rocha, representante legal del Consejo Comunitario, que hace un recuento del paso de la violencia por su comunidad.

“Sufrimos violencia en la Guerra de los Mil Días, en la guerra bipartidista y en el conflicto armado. Entendimos que los patrones que involucraron nuestra comunidad en la violencia se repitieron por participar directa o indirectamente del conflicto”, explica Amilkar, que coincide con Nelson en los aprendizajes que representa el camino de la memoria. Los nombres de las violencias parecen caprichosos, sus consecuencias, no.

 

 

Un camino que debe continuar

“Somos la memoria de nuestros hijos. Y sus manos, sus ojos y sus bocas, porque ellos no pueden hablar”. Las Madres de Soacha, víctimas de ejecuciones extrajudiciales suman sus palabras a la construcción de este camino colectivo, y con ellas abrieron paso a la música como cierre de seis días dedicados a hacer visibles las memorias del conflicto armado y de la violencia.

La directora del CNMH, María Gaitán Valencia, marcó también el camino que sigue. “Estamos felices del tejido y complicidad que ha comenzado a tomar forma. En apenas cinco semanas desde el inicio de esta administración del CNMH se puso en pie este espacio de confianza y dignidad en plena Avenida Jorge Eliécer Gaitán”, señala para el futuro, desde ese escenario íntimo en el que se convirtió durante una semana en el Eje de Paz y Memoria. “Cerramos la Semana por la Memoria, pero en realidad lo que hacemos es comenzar un trabajo emocionante, necesario y lleno de retos”.

Y las canciones de Adriana Lizcano y Edson Velandia, cargadas de dignidad, denuncia, memoria y auténtica identidad popular, resonaron entre la gente y se tomaron la noche de la calle 26. El camino que es la memoria sigue. La memoria es el camino.


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Esta es nuestra historia, la de las memorias que no se han contado

Esta es nuestra historia, la de las memorias que no se han contado

Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

8 diciembre 2022


Esta es nuestra historia, la de las memorias que no se han contado

  • Líderes y lideresas de diversos procesos de memoria histórica acompañados por el CNMH aportaron sus experiencias en un diálogo sobre sus resistencias al conflicto armado y la construcción de una historia común pero propia que debe ser contada.
  • La quinta jornada de la Semana por la Memoria incluyó también la Juntanza alrededor de los archivos de la memoria y la lectura Voces para todas las memorias.

Las historias de esa Colombia sembrada de dolores y de dignidad; las que no se han escuchado y que abarcan miles de páginas escritas, cientos de libros, horas de documentales, fotografías, ilustraciones, murales, canciones, tejidos… Esas historias las cuentan quienes han visto crecer la guerra en sus territorios. Todas nuestras y de un país desconocido al mismo tiempo, y que deben ser contadas porque hieren las almas y la tierra donde están enterradas, pero tambien abren la posibilidad de futuro. Representantes de 19 iniciativas de memoria histórica abrieron, en la Semana por la Memoria convocada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), una narración que habrá que continuar con un hilo común: el espanto de la violencia y el valor para emprender acciones que evite su repitición.

“Esta es nuestra historia”, dice María Ernestina Rosero, venida del corregimiento El Vergel, del municipio La Llanada, en Nariño, con sus memorias de todas las veces que ha sentido sonar las balas a sus 75 años. M-19, FARC, ELN, paramilitares, Rastrojos y el Ejército han llevado la guerra a sus montañas. Recuerda el día que llegaron guerrilleros exigiendo atención médica para un hombre herido y aún maltratando al personal del puesto de salud. “Le habían volado un dedo de la mano derecha y estaba todo ensangrentado en la cara, con hojas que le habían puesto; el ojo ya no estaba, estaba estripado. Nos trataba tan mal y quería que le pusiéramos el ojo, quería volver a ver y que nosotros teníamos que devolverle el ojo. Botaba sangre a raudales, pero las curas se las quitaba”. La voz se le quiebra al contar el terror de aquella urgencia que no estaban en capacidad de atender y que dispersó el sobrevuelo del avión fantasma. Cuando volvió a mirar la sala, ya no estaba aquel hombre malherido, solo las paredes manchadas de sangre y el desorden.

Esa historia nuestra, de violencia, dolor y resistencia de la gente pasa también por la Comuna 13 de Medellín. “Estas historias no se han contado como es —dice Graciela Mejía, lideresa desde hace 30 años de este sector del occidente de la capital antioqueña, donde recuerdan la guerra que se tomó sus calles y sus casas durante la operación Orión y otras intervenciones militares en 2002, que pretendían desterrar milicias guerrilleras— yo creo que los que sufrimos el dolor de la violencia somos los que tenemos la verdad”.

Esa misma historia, de asesinatos y el miedo que provoca la huida, la cuentan los campesinos de las veredas Combia, Yarumal, El Buey, San Bartolo, Guayaquil, Santo Domingo, Santa Rita, La Cristalina, La Honda, San Miguel Santa Cruz, El Cardal, Fátima, Minitas y San Miguel Abajo, y del corregimiento de Mesopotamia, territorios de los municipios La Unión, El Carmen de Viboral y Abejorral, en el suroriente de Antioquia, que no quieren volver a vivir el temor del conflicto armado que marcó sus vidas entre 1990 y 2010. Y la cuentan, en la diversidad de los paisajes de un país multicultural, comunidades étnicas amenazadas por el riesgo del exterminio físico y cultural por cuenta del accionar de grupos armados en sus territorios ancestrales. Narran sus afectaciones, para hacerlas visibles los indígenas del pueblo Kankuamo en la Sierra Nevada, del pueblo Pijao en el sur del Tolima, del pueblo Emberá Chamí, y los exiliados del pueblo Yanakona en Bogotá y del cabildo Nasa en Cali, y del Consejo Comunitario de Puerto Limón de Putumayo.

 

Nuestra historia, en el campo y la ciudad

La comunidad de El Vergel escribió el libro Memorias de El Vergel, un jardín entre montañas, apoyado por el CNMH. “Queríamos contar nuestra historia, pero no podíamos hablar solo de la violencia, porque nadie iba a leer solo de la guerra. Entonces empezamos por contar la historia del pueblo… eso también había que contarlo”, explica María Ernestina. Pero no es la única acción que han emprendido por hacer visible su territorio como una manera de resistir al conflicto armado. “En ocho años hemos trabajado con los niños, en reuniones con los mayores les hemos contado esta historia, pero suavecito. La colcha de la violencia la bordamos las mujeres con los casos que nos cobijaron de la guerra, cada una en su familia, pero no pudimos traerla porque es muy pesada”. Todas son piezas de una historia inacabada, hoy están en el proyecto de encontrar un lugar para la Casita Vergeleña, el lugar para mostrar sus memorias. “Para nosotros no se ha acabado la guerra”, advierte después de contar los choques armados que siguen aconteciendo en sus montañas.

También los pobladores de la Comuna 13 de Medellín, en su mayoría jóvenes miembros de colectivos culturales, plasmaron sus experiencias del conflicto armado y sus acciones sanadoras que se encuentran en el arte en el libro ilustrado Arte, memoria y vida. Comuna 13 y vereda La Loma. El Consejo Comunitario de Puerto Limón construyó el documental Negros Somos, producto audiovisual con el que buscan mantener sus prácticas ancestrales y unir alrededor de ellas a las generaciones de su comunidad. La comunidad de Mesopotamia y sus veredas cercanas reunió los testimonios de sus campesinos en la serie documental Mesopotamia, refugio de amor. Son algunas piezas de esta historia nuestra que el CNMH tiene como misión apoyar para que sea contada.

“Yo creo que cada uno pensábamos solo en la violencia que vivimos. Pero me di cuenta en este encuentro del dolor y de las tragedias por las que han pasado familias en otros territorios, que yo no los conocía porque esto nunca fue hablado en el país”, reflexiona Graciela, que antes de sus experiencias en la Comuna 13 de Medellín, pensaba que el conflicto armado solo se vivía en el campo. “Una mañana salí a trabajar a las cinco de la mañana. Yo tengo dos hijas. Encontrar en dos esquinas dos mujeres jóvenes, asesinadas en una noche… me devolví porque había dejado mis niñas solas, soy madre soltera y yo vi a mis hijas ahí, en esas jóvenes muertas”, recuerda con un nudo que no la deja hablar. “Mi familia me dijo que tenía que salir de ahí, porque no era un lugar para criar a mis hijas, pero me dije que tenía que seguir luchando por ese lugar donde conseguí mi casa y me siento orgullosa de haberle arrebatado, a través del teatro, algunos chicos a la violencia y de haber salvado a muchas niñas de la prostitución”.

A pesar de ese compartir de historias conmovedoras, historias hermanas, nacidas de la misma guerra en el país, Graciela destaca esta, su primera experiencia en un encuentro alrededor de la memoria. “Haber compartido y aprendido de otras iniciativas y tener la oportunidad de decir qué quiero para mi comuna: un lugar de memoria, porque tenemos mucho qué contar”.

A María Ernestina le entristece que a pesar de tantas veces que la violencia se ha tomado el Jardín entre Montañas que es El Vergel para sus pobladores, sea un lugar desconocido en el país. “Si no saben de La Llanada, mucho menos de El Vergel”. Sin embargo, se alegra de poder contar su historia por estos días en la capital del país, durante la Semana por la Memoria. Se reconoce en un video grabado para documentar su participación en el encuentro de iniciativas de memoria y escucha su voz de acento marcado, pensando en lo que dirán los niños y las niñas de El Vergel cuando la vean en las pantallas.

 

Voces para todas las memorias

La tarde de la quinta jornada de la Semana por la Memoria, en la avenida Jorge Eliécer Gaitán —la calle 26 entre las carreras 15 y 17— en el Eje de Paz y Memoria de Bogotá, incluyó además la Juntanza alrededor de los archivos de la memoria, una conversación franca y diversa  sobre la memoria desde el trabajo realizado por comunidades y procesos que , en muchos casos, o nunca habían tenido relación con el CNMH o habían perdido la confianza en la entidad durante la anterior administración. La importancia de los archivos en la construcción de la memoria histórica y la necesidad de impulsar la conformación de archivos comunitarios fueron temas del diálogo que se puede revivir a través de la transmisión, disponible en el enlace https://www.facebook.com/CentroMemoriaH/videos/430924072433245. En la Juntanza estuvieron experiencias de diverdsas partes del país y durante algo más de tres horas, las propuestas y los anhelos tejieron un futuro de colaboración posible.

Y el cierre, a partir de las 6:00 p. m. reunió alrededor de Voces para todas las memorias, una lectura en común con escritorxs y artistas. La propuesta, final de un día dedicado a compartir las historias que han motivado acciones de las comunidades a partir de sus propias experiencias con el conflicto armado, trajo al presente textos literarios sobre las décadas de los 40 y 50 de siglo XX. Que resultan clave para revertir el memoricidio en el país.

“—¿Y qui’ubo’el chinito? —preguntó Tránsito, interesada.

—Me llevaron pa’l hospital, y pu’ay a los cinco o seis días me echaron pa la calle porque no me podían tener más. Y el angelito empelotico, y ¿ónde conseguía y’una got’e leche? Yo me puse a pedir limosna, y golví donde ese desgraciao y golvió y lla’un policía, y como los inmundos pacos tan solo sirven pa’cabar de joderlo a uno, salí’empujones otra güelta. Y otra noche me golvieron a llevar a la Policía y yo con el angelito en los brazos, muertecito di’hambre y de jrío. Y quisque yo era una mala mujer y quisque me llevaban pa’l panóutico por tar matando al muchachito, y otra güelta pa la calle. Y yo buscando ónde me recibían el muchachito, ¡y ónde! Y otra noche me golvieron a llevar y ay sí me lo quitaron y lo mandaron quisque pa la Cruz Roja, y a yo me metieron diez días en la correccional, quisque por tar matando al muchachito”

Uno de los textos de la lectura colectiva fue un fragmento de ‘El día del odio’, del escritor José Antonio Osorio Lizarazo, pero, tras recuperar este texto, así como ‘El Monstruo’, de Carlos H. Pareja o Viento Seco, de Daniel Caicedo, el público asistente se fue animando y la noche se convirtió en un micro abierto en el que la poesia, los relatos y la memoria se hicieron comunidad.


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Los lugares de memoria, la juntanza necesaria que acaba de iniciar

Los lugares de memoria, la juntanza necesaria que acaba de iniciar

Los lugares de memoria, la juntanza necesaria que acaba de iniciar

Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

8 diciembre 2022


Los lugares de memoria, la juntanza necesaria que acaba de iniciar

  • La juntanza Lugares de Memoria fue un espacio para escuchar las iniciativas de las comunidades alrededor de los espacios donde residen sus historias, resistencias aprendizajes y reclamos.
  • La cuarta jornada de la Semana por la Memoria incluyó un concierto con Musicxs Segunda Línea, que iluminaron la noche al grito de “¡Enciendan la música y apaguen la guerra!”

La esquina donde Nicolás Neira fue impactado por una cápsula de gas lacrimógeno disparada por un agente del ESMAD; la iglesia destruida por cilindros bomba, con una multitud que se resguardaba adentro durante enfrentamientos entre paramilitares y guerrilleros, o el último lugar donde llegaron con vida las personas desaparecidas durante la retoma del Palacio de Justicia. Otros tantos… Hay lugares donde la memoria habita, donde es lección, sanación y también reclamo que se renueva alrededor del país. Historias, ausencias, dolores y territorios se contaron y se nombraron bajo la carpa principal de actividades en el cuarto día de la Semana por la Memoria organizada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Exploratorio Nacional y Casa Museo Gaitán, familiares de Nicolás Neira o de Dilan Cruz, Palacio de Justicia, Centro de Memoria Afrodiáspórica Muntú Bantú, Museo Casa de la Memoria, Museo de la Memoria de Caquetá, Lugar de Memoria Interétnico del Medio Atrato, Escuela de Memoria del Suroriente de Bogotá, Pueblo Muisca o colectivo Épsilon… los nombres de una conversación abierta sobre la memoria sembrada, germinada y en crecimiento en los territorios donde perviven recuerdos y clamores de reconocimiento de la verdad, justicia y no repetición.

“Bellavista, que es la cabecera de Bojayá, donde ocurrió la masacre de 2002, fue reubicada en 2007. Pero la comunidad dijo, este lugar donde están nuestros ombligos sembrados y donde quedó derramada la sangre de nuestros familiares no vamos a permitir que desaparezca y que la maleza lo consuma”, explica José de la Cruz Valencia, miembro del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, que impulsa la conformación de un lugar de memoria que sea un parque en reivindicación de la memoria, con un sendero que una al Nuevo Bellavista con la antigua cabecera, destruida en medio del conflicto armado y desmantelada en el traslado obligado.

 

 

No más violencia policial

“El territorio es un libro que leemos con los pies”, apuntó sin metáforas, en medio de esta juntanza, de este diálogo sobre los lugares donde la memoria vive, Ángel Amaneceres, representante de la campaña contra la violencia policial y líder del proceso de un lugar de memoria dedicado a Nicolás Neira, que fue asesinado a los 15 años, en la carrera 7 con calle 8 de Bogotá, en medio de las manifestaciones del 1 de mayo de 2005. “Esta es una larga lucha en contra del olvido, contra la amnesia colectiva. Por donde muchos transeúntes pasan todos los días vemos que hay historia”.

No solo él habló de Nicolás. A través de un escrito de 2007, también se escucharon las palabras de Yuri Neira Torres, su padre, exiliado en Europa por amenazas de muerte. “Nico murió a punta de golpes propinados por otros jóvenes, mayores que él, vestidos con cascos, petos, escudos, pistolas, bolillos. Nico murió a manos de jóvenes formados, entrenados y armados por el Estado, jóvenes convertidos en implacables guardianes del poder”.

Las palabras en la voz de Ángel, que trajeron uno de los nombres que viven en las esquinas de la capital y se quebraron en el recuerdo, tuvieron respuesta también en la voz de David Medina, tío de Dilan Cruz, muerto por el disparo de una recalzada —una bolsa textil llena de perdigones metálicos— con una escopeta calibre 12 en manos de otro miembro del ESMAD, el 23 de noviembre de 2019, mientras protestaba sobre la calle 19 con carrera 4. El desmonte de esta unidad policial fue un reclamo al nuevo Gobierno que se repitió en la conversación.

 

 

¿Por qué no pintar todas las calles?

La protesta posible, sin la represión como respuesta, es también una exigencia a la que se sumó Pilar Navarrete, representante de las personas desaparecidas durante la operación de retoma del Palacio de Justicia [allí fue desaaprecido su esposo Héctor Jaime Beltrán, mesero en la cafetería del Palacio]. Cuando interviene, reconoce que en la ciudad de Bogotá hay diversos lugares de memoria por cada una de las personas que fueron asesinadas durante el estallido social de 2019 y de ello dan cuenta las acciones urbanas y los murales pintados en las calles. “¿Por qué no pintamos todas las calles y las amamos? Los museos no pueden ser fósiles; tenemos que contar lo que ha pasado en este país. Que nos dejen caminar por las calles con nuestras fotos. Y decir que, en ese mural, ahí está mi esposo”.

Para Pilar es muy significativo que el Museo de la Independencia – Casa del Florero invitara a su grupo a presentar la obra de teatro ‘El Palacio en Llamas’. “Para nosotros fue muy importante presentarnos en el lugar donde fueron llevados nuestros familiares, donde fueron torturados y donde fueron reasignados a los lugares donde fueron asesinados”. Sin embargo, también tiene presente que nunca, a lo largo de 37 años, les han permitido a los familiares de los desaparecidos conmemorar el 5 y 6 de noviembre en la Plaza de Bolívar, donde ha habido espacio para pistas de hielo, árboles de navidad gigantes o intervenciones de otras organizaciones.

 

¿Son víctimas o héores?

También quedaron debates abiertos en la juntanza sobre los lugares de memoria. “Juntanza, esa palabra es la organización más importante que construyó la gente negra en la Colonia para luchar contra el amo”, explica Sergio Mosquera, coordinador del Centro de Memoria Afrodiáspórica Muntú Bantú, en Quibdó. Este lugar documenta la historia desde la captura, comercialización y esclavización de hombres y mujeres del África en América hasta las secuelas presentes del racismo y la reivindicación de sus aportes en la transformación del país. “Los cuerpos de los africanos los trajeron desnudos y encadenados, más no las mentes”.

“Todos estos jóvenes que estuvieron en las marchas y a muchos los mataron, ¿son víctimas? ¿Ustedes se sienten víctimas? —interpela Gloria Gaitán, hija de Jorge Eliécer Gaitán, a muchas de las personas presentes— ¡Son héroes! El heroísmo produce dignidad”. Esa propuesta de cambiar la denominación de víctimas por la de héroes es también parte de la conversación con Sergio, quien se siente conmovido por las palabras de Gloria y se designa como “el último liberal gaitanista que queda en el Chocó”. Ambos coinciden en que el concepto de héroes en los museos oficiales y en la mayoría de las estatuas reconoce a las clases dominantes. “Los más humildes son los verdaderos héroes”, defiende Gloria, quien lidera desde hace más de 60 años el proyecto del Exploratorio Nacional, como un capitolio del país nacional, al margen del “capitolio de los politiqueros”. “¿Qué era lo que quería Gaitán? Nadie contesta bien. Lo que quería era acabar con la democracia representativa para instaura la democracia participativa que la ciudadanía fuera la que definiera el rumbo del gobierno y los representantes estuvieran al servicio del pueblo”.

La juntanza es un infinito espacio para la escucha atenta. En esta Semana por la Memoria, el debate sobre los lugares donde la memoria reside y vive a través de las comunidades, no termina. Debe continuar y contar también aquellas historias que no se han narrado y que para algunos todavía son invisibles. De hecho, en una larga jornada vespertina de trabajo en grupos, en la que se reunieron Lugares de Memoria e Iniciativas de Memoria de todo el país surgió un largo listado ee propuestas que mandatan al CNMH hacia el futuro. “Hoy nos hemos sentido escuchados, se nota que este es otro gobierno diferente… ahora se debe traducir en la realidad”, resume una de las participantes.

 

“¡Enciendan la música y apaguen la guerra!”

La Avenida Jorge Eliécer Gaitán palpita de otra manera con estas juntanzas, con este espacio libre en el que no hay que pasar controles de seguridad, no hay zonas VIP, ni hay unas voces  con más peso que otras. El frío parece sentirse menos al calor de las juntanzas y las noches vienen cargadas de sorpresas. La de este jueves fue sonora, alegre, poderosa. El cierre de la cuarta jornada de la Semana por la Memoria quedó en manos de Músicxs de Segunda Línea, una iniciativa musical que nació en 2019 y ha consolidado una apuesta por ritmos del Pacífico para acompañar ese clamor ciudadano que exige dignidad social. Su lema -“¡Enciendan la música y apaguen la guerra!”- resonó en la calle, en un espacio para sentir, cantar y bailar la memoria. Hay música en homenaje a la guardia indígena, hay denuncia, hay dignidad, hay rabia organizada que estalla a ritmo de chirimía y que genera una energía colectiva difícil de definir. Segunda Línea apagó la guerra durante una hora y lo único que se escuchó es su música y un latido común difícil de acallar.


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Un fuego de todos los fuegos, una memoria de todas las memorias

Un fuego de todos los fuegos, una memoria de todas las memorias

Un fuego de todos los fuegos, una memoria de todas las memorias

Autor

CNMH

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CNMH

Publicado

7 diciembre 2022


Un fuego de todos los fuegos, una memoria de todas las memorias

  • Cientos de personas con faroles encendidos acompañaron a las víctimas del conflicto armado en la marcha Iluminemos la memoria, por la Avenida Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, dentro de las actividades de la Semana por la Memoria.
  • Líderes y lideresas de 19 iniciativas de memoria histórica de todo el país que son acompañadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica, y cientos de ciudadanos participaron de una actividad de armonización en la que compartieron el fuego y sus experiencias de resistencia conflicto armado.

Un solo fuego, encendido por cientos de corazones, recorrió la avenida Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá —el Eje de Paz y Memoria— entre la carrera 17 y la avenida Las Américas, donde se construye el Museo de Memoria de Colombia. Fuego que une, que conforta y que ilumina. Con el fuego en las manos y en el corazón, la ciudad acompañó a las memorias de las víctimas del conflicto armado y del resto de violencias que sufren comunidades, organizaciones y pueblos del país en una marcha para iluminar un nuevo  camino por recorrer, para hacer visibles historias de dolor y de resistencia y seguir andando juntos en la búsqueda de una paz total que sea plural.

Fuego que purifica la palabra y armoniza el espíritu. De todo el país, 19 organizaciones de víctimas del conflicto armado que lideran iniciativas apoyadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) se juntaron en el tercer día de la Semana por la Memoria para compartir las montañas, los ríos, los saberes —sus fuegos— y construir un espacio sagrado en un espiral que es el tiempo, el camino recorrido. Fuego para mirarse a los ojos, para reconocer en ellos las historias personales, los dolores marcados por la violencia y la esperanza compartida.

 

Muchos nombres para encender un solo fuego

Graciela Mejía, participante de la iniciativa de memoria histórica Arte, memoria y vida: Comuna 13 y vereda La Loma, contó la historia de su nombre. Cuando nació, en el que hoy es el Hospital General de Medellín, su mamá se hizo amiga de una enfermera que le preguntó si tenía pensado un nombre para la niña y le pidió que le pusiera el suyo, porque ella no tenía una hija para nombrarla. Entonces su mamá hizo un trato con ella, llamaría a la niña Graciela, como ella, a cambio de que fuera su madrina. Con una vela encendida que ubicó en el espiral, ofreció el color blanco, marcado en su memoria como un llamado por la paz.

«Veníamos de la operación Mariscal y luego la operación Orión. Fueron muchas jornadas de balas, día y noche. Allá, en la Comuna 13, hay una heroína que se llama Socorro Mosquera, que en el desespero sacó una sábana blanca por una ventana y empezó a agitarla. Y la gente que quedaba empezó a sacar trapos blancos en señal de que estábamos cansados de la guerra. En el sector de El Salado, el Veinte de Julio y Las Independencias se veían a lo lejos los trapos blancos». Agregó además que la luz es vida, que la luz del trabajo hecho para construir memoria no se debe apagar «si dejamos apagar esa llamita, pronto volvemos a repetir la historia».

«El nombre mío lo sacaron mis papás de una película mexicana. No conocían los nombres de los pueblos originarios porque esa cultura se ha ido perdiendo», contó Yeinner Quijano, participante de la iniciativa de memoria histórica Recuperando y caminando nuestra memoria Pijao. Con su vela encendida, ofreció algo sagrado de su pueblo en la construcción colectiva: «El fuego es muy sagrado en nuestro pueblo Pijao. Nosotros tenemos el árbol del fuego, que es la palma de cera, con la que nuestros ancestros encendían el fuego. Ellos no defendían tesoros, defendían eso», explicó.

Fuego que ilumine y lleve paz a los que ya no están. «Quiero prender esta luz por mis familiares. Que, aunque no era su día cuando los masacraron, los guíe en ese camino en que están y puedan ir en paz», señaló Zoila Remedios Epinayú, de Bahía Portete, en La Guajira, participante de la iniciativa Memoria histórica familiar desde el territorio ancestral: caso del clan Epinayú.

«Arodis no es un nombre común. —contó Arodis Marina Arias, indígena del pueblo Kankuamo, del colectivo de Comunicaciones El Mochilón de la Sierra—. Ese nombre me lo colocó mi madrastra, no sé por qué. Pero siento que tener este nombre me ha servido para ser más fuerte, más resiliente. Pensé que soy única y estoy con un propósito en esta tierra». Con su vela encendida, dijo que para ella es muy importante irradiar luz. Cada uno irradia la luz que lleva dentro. «No podemos dar algo que no tenemos. Solo si yo tengo paz en mi alma y en mi corazón, la puedo transmitir a mis hijos y va a irradiar en mi hogar y puedo ir a otras partes a transmitir ese mensaje».

 

Un fuego que ilumine las memorias y no se apague

Si en la mañana fue el fuego personal que porta el espíritu de la comunidad, en la tarde, cerca de 300 personas se juntaron para participar de la marcha Iluminemos la Memoria, en la Av. Jorge Eliécer Gaitán (conocida como calle 26) de Bogotá. En el punto de encuentro, bajo la carpa principal de actividades de la Semana por la Memoria convocada por el CNMH, se escuchó la voz de José Pereira, líder del pueblo Muisca: «Los pueblos nativos somos memoria, somos parte del origen, del legado y la existencia de nuestros pueblos. Y ahí hay todo un legado que vuelve a nacer, vuelve a revivir en nosotros, que reposa en nuestras montañas, en nuestras lagunas, en el sol, en el aire, en la luna, en la comida, y que reposa en la esencia, en la genética, en la molécula, la parte más pequeña de todos y de cada uno de nosotros. Todos somos esa memoria, ahora es tiempo de que esa memoria se mueva en nosotros y nos mueva también», dijo momentos antes de que el fuego de los corazones, el fuego que une, conforta e ilumina, saliera a la calle para hacer visibles todas las memorias.

«En esta marcha de las velitas estamos conmemorando a todos los hombres, mujeres y niños que nos han sido arrebatados en el marco del conflicto armado en cada uno de nuestros territorios —dijo María Ernestina Rosero, del corregimiento El Vergel, del municipio La Llanada, en Nariño—. No ha habido tiempo para poder llorar y darle cabida al dolor, porque todo nos lo habían prohibido. Pero hoy ellos se deben sentir felices porque les rindamos homenaje y vayamos sanando lo que nos ha dejado su ausencia». Un solo fuego recorrió las calles para ser memoria de todas las memorias.

La directora del CNMH, María Gaitán Valencia, cerró esta noche en la que Fogo Circo y la Batucada Bembé ahuyentaron la tentación de anclarse en el dolor con un espectáculo de luz y música vibrante. María Gaitán aseguró ante las decenas de personas que habían llegado en marcha hasta el pie del que será el Museo de Memoria de Colombia que: “Las violencias que sufrimos, y ante las que resistimos, no son solo las del conflicto armado y, por supuesto, no son sólo las que vienen de 1958 para acá. Las colombianas y los colombianos sufrimos una invasión violenta hace ya muchos siglos; acogimos a cientos de miles de personas esclavizadas que se unieron a nuestras resistencias; sabemos desde hace siglos lo que es la injusticia, la avaricia de las oligarquías, la corrupción, el crimen organizado, la impunidad… pero también sabemos lo que es, y seguimos sufriendo, no contar con la educación y salud adecuadas o con el alimento más básico. Por eso es tan importante que iluminemos la memoria, como estamos haciendo en esta tarde. La memoria que algunos han querido ocultar o contra la que han atentado de forma directa. Vivimos en el país del memoricidio, pero eso no tiene porque seguir ocurriendo”.

Y al terminar sus palabras unas inmensas lonas fueron iluminadas sobre la fachada nor-oriental del edifico aún en construcción. El mensaje era claro: “Contra el Memoricidio”.


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