Autor: CNMH

Mercado Audiovisual del Paisaje Cultural Cafetero

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Autor

CNMH

Foto

ARMENIA 18-22 SEPTIEMBRE 2023

Publicado

08 agosto 2023


Mercado Audiovisual del Paisaje Cultural Cafetero

El Mercado regional del Eje Cafetero organizado por la Fundación Cine en las montañas, se realizará de 18 al 23 de septiembre de 2023 en la ciudad de Armenia – Quindío.

El Mercado es un espacio para que públicos, estudiantes y realizadores de los departamentos de Risaralda, Caldas, Quindío, Tolima y el norte del Valle participen en talleres de formación, conferencias, masterclass, encuentros sectoriales, muestra comercial y lanzamiento de la maleta de cine regional y exhibición de películas destacadas para fortalecer el sector audiovisual y cinematográfico de la región con la participación de expertos, profesionales, representantes de instituciones y empresas nacionales.

El Mercado cuenta con la participación del Ministerio de Cultura, Mintic, Patrimonio Fílmico Colombiano, Centro Nacional de Memoria Histórica -CNMH-, British Council, Asociación Nacional de Directores de Fotografía, Festival de cine de Cartagena, Proimagenes, Secretaria Deptal de Cultura del Quindío, Cinemark entre otros. Nos acompañaran profesionales y personas representantes de las más importantes instituciones y empresas de la industria audiovisual para que presenten sus proyectos de apoyo y desarrollo para la región en el 2024.

Mayores informes:

mercadoaudiovisualpcc@gmail.com


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Los invitados al Colegio Gabriel García Márquez llevaron envueltos, galletas, palitos de queso, buñuelos y otros alimentos para compartir en el pícnic literario.

«El sabor de la memoria»: un picnic que crea lazos a través de la comida

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Autor

CNMH

Foto

Los invitados al Colegio Gabriel García Márquez llevaron envueltos, galletas, palitos de queso, buñuelos y otros alimentos para compartir en el pícnic literario.

Publicado

03 agosto 2023


«El sabor de la memoria»: un picnic que crea lazos a través de la comida

 

  • Desde el Colegio Gabriel García Márquez y gracias a la gestión de la biblioteca especializada de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos, estudiantes e integrantes de distintos colectivos se reunieron para reflexionar, sentir y saborear la memoria histórica de sus territorios.

 

La memoria está estrechamente relacionada con el sentir; un aroma, una fotografía, una textura e incluso un sabor pueden transportar a cualquiera a lugares o momentos que no recordaba. Según David Landínez, de Prosofi Javeriana, para hablar de memoria en la Unidad de Planeación Zonal (UPZ) La Flora,  existe un elemento que caracteriza e identifica a sus habitantes: la comida. «Es ella la que los hace estar en unidad», dice.

A partir de esa premisa, surgió la idea de organizar el pícnic literario «El sabor de la memoria» en el Colegio Gabriel García Márquez, ubicado en la localidad de Usme (Bogotá). El 28 de julio, asistieron alrededor de 30 personas, entre ellas estudiantes e integrantes de colectivos como La Olla Artística, Macondo Gabo, La Quinta Comunica, Incitar para la Paz, la Red de Huertas, Prosofi Javeriana, Enredados y Zon Bijao.

Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el espacio estuvo liderado por la biblioteca especializada de la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos (DADH). «El CNMH nos acompaña para hablar sobre la construcción de paz y de la memoria, que es tan importante para nosotros como comunidad», manifestó Landínez.

Lee también: Rutas de las Resistencias: una construcción por la memoria de Bolívar (https://centrodememoriahistorica.gov.co/ruta-de-las-resistencias-una-construccion-por-la-memoria-de-bolivar/).

La actividad estaba pensada al aire libre como un pícnic tradicional; sin embargo, las nubes que opacaron el cielo obligaron a un cambio de planes. Los participantes se reunieron en un salón que contaba con unas mesas largas decoradas con los clásicos manteles de cuadros blancos y rojos. Cualquiera que se asomara al recinto sentía un ambiente de camaradería, acompañado por las risas y el olor de los alimentos. «La comida hace eso: genera un vínculo con el otro para que hablemos de las realidades sociales que nos atañen», dijo el vocero de Prosofi Javeriana.

Reconocer al otro

Los participantes del pícnic «El sabor de la memoria» empezaron a caminar en un recinto cerrado para reconocer al otro.Los participantes del pícnic «El sabor de la memoria» empezaron a caminar en un recinto cerrado para reconocer al otro.

Los protocolos formales no fueron característicos del pícnic. El primer ejercicio consistió en caminar en el salón para encontrarse con otros y reconocerlos en ese andar. Poco a poco empezaron a formarse grupos de ocho personas de todas las edades, con el fin de promover la diversidad y el respeto a la diferencia.

Eliana Quitian, docente de comunicaciones del colegio, señaló que ese encuentro intergeneracional se dio gracias a que la escuela es un espacio abierto al territorio y a la comunidad. «Nosotros estamos dispuestos a hacer ese diálogo todo el tiempo», comentó la profesora, y destacó la apuesta por una transformación pedagógica con «las historias de los barrios, de los estudiantes, de su memoria, sus realidades y universos personales».

Para conocer todas las perspectivas, no solo se dejaron las puertas abiertas, sino que también se realizó una presentación que estuvo marcada por el alimento que cada invitado llevó al evento. «Nos vamos a quitar los títulos —dijo Landínez—. Yo no soy el estudiante de ciencias políticas, soy un joven curioso e inquieto que se convence de que la paz se puede lograr en comunidad».

El vocero dijo que llevó unos pandebonos, «porque para mí representan a Bogotá; en cada panadería encuentro uno». Otros compartieron envueltos, galletas, buñuelos, crispetas e incluso una bandeja paisa.

«Este ejercicio implica reconocer al otro desde su sentir, porque estamos compartiendo algo desde lo emocional», afirmó Andrés Guzmán en representación de la biblioteca especializada de la DADH. El profesional lideró el pícnic desde esa apuesta reflexiva, invitando a los asistentes a reflexionar desde una armonía con lo sensible y lo personal.

Eliana Quitian estuvo de acuerdo con su postura: «Si yo miro esta mesa, los encuentro a cada uno de ustedes», manifestó, y destacó que la comida y la memoria son magia. «A veces nos puede doler, como quien mencionaba el envuelto que su mamá hacía y que, de pronto, ya no está», añadió.

Territorio, género y construcción de paz

La entrega de la comida no fue formal. En varias bandejas se sirvieron las crispetas, las galletas, los buñuelos y los envueltos; quien quisiera ir pasando por las mesas podía tomar algo de comer. El momento de merendar estuvo acompañado por el bullicio de la conversación; los invitados —en grupos de ocho personas— empezaron a reflexionar sobre la historia del país.

Lee también: En San Carlos, las mujeres le apuestan a la cocina como método de memoria (https://centrodememoriahistorica.gov.co/mujeres-de-san-carlos-cocinan-sus-memorias-y-crean-un-recetario/).

La comida los unió en un mismo espacio y les permitió conversar sobre sus perspectivas respecto al conflicto armado colombiano. «La guerra ha atravesado de extremo a extremo nuestro país», resaltó Landínez mientras entregaba unos papelitos con unas palabras. «Van a discutirlas entre ustedes —detalló — y lo harán desde tres ejes: el territorio, el género y la construcción de paz».

Después de que las bandejas quedaron casi vacías, los participantes plasmaron sus reflexiones en tres murales que tenían por título el nombre de cada eje. 

«Todos somos seres humanos y merecemos el mismo respeto. No importa la orientación sexual», se leía en la cartelera sobre género. En la del territorio se hablaba sobre la soberanía alimentaria, y en la de construcción de paz se mencionaba la necesidad de «reconocer la historia, las condiciones y los contextos de las personas».

Ese 28 de julio, el pícnic literario acercó a la comunidad con los estudiantes del Colegio Gabriel García Márquez para trabajar por conocer la historia del territorio y de los líderes y lideresas que lo habitan. «La comida nos activa la memoria matizando el recuerdo, creando vínculos con las otras personas», indicó Quitian, y Martha María Lesmes, una huertera de la tercera edad, le dio la razón: «Este espacio me trajo a la memoria olores, sabores, recuerdos de la familia y de nuestros territorios».


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, Conferencia, Estallido social, Instituto Caro y Cuervo, Lenguajes, Literatura., Paro nacional

“La paz total requiere de una verdad total”: María Gaitán Valencia

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Autor

CNMH

Foto

La directora del Centro Nacional de Memoria Histórica acompañó el VIII Foro Internacional de Víctimas, en Caracas, Venezuela. Allí insistió en la necesidad de escuchar las memorias de las y los exiliados y de ponderar las resistencias que han gestado en los destierros ocasionados por el conflicto.

Publicado

02 agosto 2023


“La paz total requiere de una verdad total”: María Gaitán Valencia

Entre el 28 y el 31 de julio se realizó el VIII Foro Internacional de Víctimas en Caracas. Decenas de organizaciones sociales, sobrevivientes del conflicto y líderes y lideresas sociales del movimiento de víctimas exiliadas se dieron cita en la capital venezolana con un propósito central: fortalecer sus procesos de exigibilidad de derechos con miras a potenciar su participación en el camino hacia la paz total.  

María Gaitán Valencia, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), acompañó este foro y se unió al llamado de las víctimas exiliadas en relación con la necesidad de «oxigenar» la memoria histórica del conflicto armado para activar su potencial reparador, transformador y movilizador. 

Durante el foro María Gaitán recordó que, orientado e inspirado por las víctimas y sus organizaciones, el CNMH contribuye al horizonte de la paz completa desde la escucha y el acompañamiento comprometido de los dolores e impactos de la guerra, pero también de aquellas luchas sociales desde las que el pueblo colombiano ha resistido a las violencias estructurales que facilitan la persistencia y degradación de la guerra. «Estas luchas, que son ancestrales, son los faros éticos y morales de nuestra sociedad. En ellas están las claves para comprender las raíces del conflicto armado, pero también las posibles rutas de su transformación», dijo Gaitán. 

En la misma dirección, las organizaciones de víctimas que organizaron el foro expresaron que  «las verdades y memorias de las víctimas serán un instrumento reparador de los dolores, la orfandad, la tortura y la muerte causadas por la guerra» y que  «todos los acuerdos de paz requieren de la presencia real e indelegable de las víctimas con su memoria».  

Lee también: artistas cantan, bailan y actuan la Paz Total 

La directora del CNMH insistió en que «la paz total necesita de una verdad total», es decir, una verdad que revele y comprenda las causas de la guerra; que pondere la verdad de las mujeres, de los pueblos étnicos y de las poblaciones diversas; que entienda que del territorio nacional también hacen parte quienes están en el exilio; que dé cuenta de quiénes han sido los responsables del conflicto, y que, además de interpelar a la sociedad, la movilice hacia los encuentros y  diálogos necesarios «para sembrar colectivamente otros futuros posibles».  

Las organizaciones de víctimas que participaron del foro recalcaron, finalmente, que las víctimas que se encuentran en el exterior deben integrarse a los procesos de reformas institucionales, económicas, sociales y políticas que adelanta el gobierno del cambio y, especialmente, a tareas como la reconstrucción de la memoria histórica de la guerra, que también se forja, se escucha y se dialoga desde los destierros de los que miles de colombianos aún no ha podido regresar. 


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Caracas, CNMH, Foro Internacional de Víctimas en Caracas, Paz Total, Venezuela

Así será la primera conferencia nacional «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura»

Así será la primera conferencia nacional «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura»

Autor

CNMH

Foto

Entre el 12 y el 15 de septiembre se realizará la primera conferencia nacional «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura», organizada por el Instituto Caro y Cuervo.

Publicado

02 agosto 2023


Así será la primera conferencia nacional «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura»

  • La iniciativa del Instituto Caro y Cuervo se realizará entre el 12 y el 15 de septiembre, de manera virtual y presencial. Participarán el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH); el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación; el colectivo La Mariacano; la Dirección de Artes, y el Programa Especial Jóvenes por el Cambio del Ministerio de Cultura.

La ola de jóvenes que salió a las calles en el 2021 marcó la historia del país. Su espíritu transformador reclamaba por una Colombia más justa y sus peticiones desembocaron en la elección del Gobierno del Cambio. Esos impactos no solo se representaron en las urnas, sino que se han convertido en materia de análisis desde diferentes frentes.

Tras dos años de ocurrido, el estallido social será analizado desde la óptica del impacto que tuvo en los lenguajes y en la literatura. Entre el 12 y el 15 de septiembre se llevará a cabo la primera conferencia nacional anual «Estallido social 2021 en Colombia: lenguajes y literatura», organizada por el Instituto Caro y Cuervo (ICC). 

Medófilo Medina, director del ICC, comentó que en el encuentro se analizarán la variedad de lenguajes reivindicativos que hubo durante el estallido social: «El hecho de que los manifestantes no utilizaran términos como compañero o compañera y que, más bien, se utilizaran términos como parcero o parcera, son algunas de las peculiaridades».

Esas palabras representan la diversidad de manifestaciones y expresiones que rodearon el paro nacional. Pero este no será el único componente que se analizará en la conferencia: también se hablará sobre las demandas, la participación social y las modalidades de liderazgo, y la represión estatal en contra de la protesta social, ciudadana y juvenil.

La directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), María Gaitán Valencia, ha mencionado en más de una ocasión su admiración por lo que lograron los manifestantes. «Yo le agradezco a toda esa muchachada que salió a las calles a transformar», manifestó Gaitán, quien resaltó que un evento como este es relevante para la sociedad, «porque se hace un llamado al espíritu transformador que genera la rabia».

El CNMH es uno de los socios entusiastas del evento y será el encargado de organizar la segunda edición de esta conferencia anual. El ICC también cuenta con el apoyo del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación; el colectivo La Mariacano; la Dirección de Artes, y el Programa Especial Jóvenes por el Cambio del Ministerio de Cultura.

Conozca la programación

La primera conferencia nacional «Estallido social de 2021 en Colombia: lenguajes y literatura» empezará con un preencuentro virtual en el que se analizará la protesta social en América Latina y el papel de las redes sociales y los medios de comunicación. 

De forma presencial habrá dos espacios: en el primero se dictarán una serie de ponencias dirigidas por investigadores que han estudiado a profundidad el fenómeno histórico y el segundo estará dedicado a los testimonios de los protagonistas del estallido social en diferentes ciudades y regiones, para que puedan compartir sus perspectivas de lo vivido en el 2021.

Consulta y descarga la programación del evento aquí. Diligencia este formulario para manifestar tu interés en participar.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, Conferencia, Estallido social, Instituto Caro y Cuervo, Lenguajes, Literatura., Paro nacional

Ruta de las Resistencias: una construcción por la memoria de Bolívar

Autor

CNMH

Foto

En la foto, la piragua que construyeron y pintaron los integrantes de la Ruta de la Resistencias con su lema «Aquí estamos».

Publicado

01 agosto 2023


Rutas de las Resistencias: una construcción por la memoria de Bolívar

 

  • Durante la Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena (Felicar), un grupo de organizaciones y medios comunitarios se reunió para dialogar y contar las apuestas de resistencias que han tenido desde sus territorios.

 

«Rema, rema, remaaa. Remo mi destino, ¡remaaa!». Sin quererlo, esos versos se convirtieron en la armonía que identificó a la Ruta de las Resistencias, una iniciativa de memoria colectiva construida durante la Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena (Felicar). La canción le dio la bienvenida a las organizaciones que participaron en el encuentro y, dos días después, con ella ofrecieron la despedida, rememorando los lazos que allí tejieron. 

Siete colectivos y medios comunitarios llegaron al estand del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en la Felicar. Como si los hubiese convocado el sonido del tambor —característico de la Ruta de las Resistencias—, asistieron al espacio propuesto por la Escuela de las Memorias del CNMH, la cual pretende recoger, difundir y potenciar los procesos de memoria en los territorios. 

Desde el 21 hasta el 23 de julio, se realizó un ejercicio de juntanza entre las organizaciones Generación V+, La Boquilla TeVe, La Comadre, Las Callejeras, Vokaribe Radio, Corporación Rural Montes de María y Por Nuestras Raíces. Alrededor de 25 personas dialogaron y construyeron ese performance que se presentó a los visitantes de la Felicar. 

Walter Hernández Índigo, integrante de Vokaribe Radio, explicó que la Ruta de las Resistencias combina la teatralidad, la música y la pintura no solo con el propósito de contar lo que sucedió en el territorio, sino también para sugerirle «a la sociedad un sentido transformador de las memorias». Para el líder, la puesta en escena también podría entenderse como una estrategia de comunicación que le permite a cualquiera conectarse, de manera intergeneracional, con su sentir.

Primera estación: «Soberanía»

En la primera estación de la Ruta de las Resistencias, Damaris Támara personifica a una abuela que cuenta los impactos del desplazamiento forzado.

«¡Bienvenidos a la Ruta de las Resistencias!», dijo Damaris Támara, vocera de Por Nuestras Raíces, mientras sonaba el tambor que llamaba a los visitantes de la Felicar a participar en el espacio. «Esta es la historia y la memoria de organizaciones, colectivos y medios de comunicación del Caribe. ¡Sígannos!».

En tres ocasiones, Támara le dio la bienvenida a los espectadores de la Felicar para luego personificar a una abuela que le cuenta una historia a su nieto. «Yo soy de por allá de las montañas, María, donde nosotros sí éramos felices —manifestó la lideresa recordando cómo su tierra le servía para cultivar—. Allá lo que había era comida, ¡hombe! No teníamos que resistir como ahora, cuando nuestras tierritas nos han quitado y ya no tenemos dónde sembrar». 

Después de sus palabras, todos gritaron: «¡Aquí estamos!», como lema insignia de la Ruta de las Resistencias. Esa frase quedó grabada no solo en la memoria de los participantes, sino también en la piragua que hicieron y pintaron previamente, la cual reposaba en esa primera estación llamada «Soberanía». 

Segunda estación: «Resistencias y juventudes»

Los sollozos de una menor retumbaron en los parlantes y la voz de un hombre tomó fuerza en el escenario improvisado: «Si no quieren correr la misma suerte que está corriendo la niña, tienen 24 horas para irse». De esa forma, le dieron cara al desplazamiento forzado, que sacó a esa abuela y a su nieto de la ruralidad, para enfrentarse después a las injusticias de la ciudad.

Las desigualdades sociales urbanas fueron recordadas con las arengas más reconocidas del estallido social de 2021: «¡Vamos pueblo, carajo! El pueblo no se rinde, carajo». Las voces se unificaron en una sola para también cantar: «¡A parar para avanzar, ¡viva el Paro Nacional!».

 

 

Sus proclamas resonaron en la segunda estación «Resistencias y juventudes», donde las y los jóvenes contaron cómo las injusticias de la ciudad afectan a las nuevas generaciones y a las víctimas del desplazamiento forzado. «Les tocó resistir y volver a iniciar su vida en condiciones precarias», indicó Midia Gómez, de Las Callejeras, quien destacó que, mientras haya resistencia, «la memoria está viva y es transformadora».

Por su parte, Milton Patiño, de Vokaribe Radio, dijo la frase que recogió todo el pensamiento de esa segunda parada: «Del campo a la ciudad, de la ciudad al campo, para que sean todas las memorias, todas».

Tercera estación: «Memoria y resistencia»

En la construcción de la Ruta de las Resistencias, los participantes escribieron y acomodaron sus reflexiones en un tendedero.

Los participantes siguieron caminando hasta llegar a la tercera estación: «Memoria y resistencia». Todos y todas cerraron los ojos y se dispusieron no solo a recordar, sino también a perdonar a quienes los llevaron a las grandes ciudades. «Hoy, también vamos a pedir perdón a la tierra, para que podamos caminar en paz», afirmó una lideresa. 

Esos pensamientos sobre el significado de resistir quedaron plasmados en dos murales. Con plumones, lapiceros y pinturas, el público y los integrantes de las organizaciones escribieron: «Una mente abierta sabe que el respeto da paz», «¿Cómo termina la guerra? Extrañando a muchos que no volveré a ver», «Somos uno», «Cuéntame mil veces cómo terminó la guerra y mil veces lloraré». 

La Ruta de las Resistencias fue un ejercicio para recordar aquello que duele y poderlo transformar. Si bien los integrantes se despidieron ese 23 de julio y viajaron hacia sus territorios, cada uno sabe que tejieron algo que los une, que reconocen en el otro y que, seguramente, cuando se vuelvan a encontrar cantarán: «Rema, rema, remaaa. Remo mi destino, ¡remaaa!».

 


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, colectivos, Felicar, organizaciones, Ruta de las Resistencias

La memoria histórica presente en el Festival Internacional de Cine por los DD. HH.

La memoria histórica presente en el Festival Internacional de Cine por los DD. HH.

Autor

CNMH

Foto

Franja de Cine-documental del Centro Nacional de Memoria Histórica

Publicado

31 julio 2023


La memoria histórica presente en el Festival Internacional de Cine por los DD. HH.

Con la franja de cine-documental «Todas las memorias todas», el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) participará en la 10.a edición del Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos (FICDEH), que se realizará del 10 al 17 de agosto, con siete largometrajes y tres cortometrajes que recogen las experiencias de resistencias y luchas de las víctimas, así como sus esfuerzos de reconciliación en todo el territorio nacional.

El Centro Nacional de Memoria Histórica le apuesta a las iniciativas de paz y de memoria histórica que se registran en todo el territorio a través de diversos formatos. De hecho, con las temáticas de los documentales y cintas que forman parte de la franja «Todas las memorias todas», la entidad quiere destacar las resistencias, la defensa de los derechos de las víctimas y sus esfuerzos de construcción de paz y reconciliación

El acceso a muestras de siete largometrajes y tres cortometrajes de forma gratuita busca que más colombianos se concienticen de que la paz es un trabajo que realizan los colombianos desde sus propios territorios.

Programación de la franja de cine-documental «Todas las memorias todas»

 

Barranquilla

Fecha: 14 de agosto
Hora: 2:00 p. m.
Lugar: Barrio Villas de San Pablo
Dirección: Diagonal 136 #9D – 60
Proyección del documental Güegui, latidos del pueblo gunadule
Duración: 75 minutos

 

Bogotá  

Fecha: 15 de agosto
Hora: 3:00 p. m.
Lugar: Universidad Externado de Colombia, Edificio H, Auditorio 1
Dirección: Calle 12 # 1-17
Proyección documental Mandeleros, memorial del retorno, seguida de una conversación entre Dayro Carrasquilla, artista del barrio Nelson Mandela de Cartagena, y Anyi Cárdenas del equipo de producción audiovisual del CNMH
Duración: 28 minutos + conversación

 

Fecha: 16 de agosto
Hora: 10:00 a. m.
Lugar: Universidad Externado de Colombia, edificio I, salón 604
Dirección: Calle 12 # 1-17
Proyección del documental La ACIT. Resistencia y memoria ancestral del pueblo pijao
Duración: 31 minutos

 

Fecha: 16 de agosto
Hora: 2:00 p. m.
Lugar: Universidad Externado de Colombia, edificio G, salón G 302
Dirección: Calle 12 # 1-17
Conversatorio ¿El país más feliz del mundo? Liz Arévalo de la Estrategia psicosocial del CNMH y Carlos Molina, médico psiquiatra, conversarán sobre las secuelas del conflicto armado en la salud mental de los colombianos, moderado por el periodista Alejandro Pino.

 

Cali

Fecha: 12 de agosto
Hora: 8:30 p. m.
Lugar: Museo La Tertulia
Dirección: ​​Carrera 1 # 5-105 oeste
Documental Relatos de resistencia en los Montes de María
Duración: 13 minutos

Fecha: 16 de agosto
Hora: 6:00 p. m.
Lugar: Sala Audiovisual Cali
Dirección: Carrera 5 # 6-05
Documental Mandeleros, memorial del retorno
Duración: 28 minutos

 

Cartagena

Fecha: 14 de agosto
Hora: 4:00 p. m.
Lugar: Universidad del Sinú – auditorio
Dirección: Av. El Bosque, transversal 54 # 30-453
Documental Renacer, construcción colectiva de paz en San Pablo de Borbur
Duración: 26 minutos

 

Cúcuta

Fecha: 13 de agosto
Hora: 4:30 p. m.
Lugar: Casa PuenteraDirección: Av. El Bosque, transversal 54 # 30-453
Documental Chochoma ijua. Tierra del Bochoromá
Duración: 28 minutos

Fecha: 14 de agosto
Hora: 11:00 a. m.
Lugar: Casa Puentera
Dirección: Transversal 11 #16A-03 Barrio Aniversario
Documental ¡Basta ya! Montes de María. Memorias de identidad, resistencia y construcción de paz
Duración: 38 minutos

 

Manizales

Fecha: 12 de agosto
Hora: 6:30 p. m.
Lugar: Sala Olimpia- Teatro Fundadores
Dirección: Calle 20 #20-44
Documental En La Chinita cantamos por la memoria y por la paz
Duración: 6 minutos

 

Medellín

Fecha: 15 de agosto
Hora: 4:00 p. m.
Lugar: Politécnico Jaime Isaza Cadavid
Dirección: Carrera 48 # 7-151 – El Poblado
Documental Cumaribo resistencia al olvido
Duración: 32 minutos.

Pereira

Fecha: 15 de agosto
Hora: 6:00 p. m.
Lugar: Colegio La Salle
Dirección: km 6 vía Cerritos, entrada 1
Documental Mandeleros, memorial del retorno
Duración: 28 minutos

Fecha: 17 de agosto
Hora: 9:00 a. m.
Lugar: Colegio La Salle
Dirección: km 6 vía Cerritos, entrada 1
Documental ¡Basta ya! Montes de María. Memorias de identidad, resistencia y construcción de paz
Duración: 38 minutos

 

Quibdó

Fecha: 13 de agosto
Hora: 7:00 p. m.
Lugar: Malecón
Dirección: Malecón
Documental El Tigre no es como lo pintan
Duración: 16 minutos

 

Fecha: 15 de agosto
Hora: 12:00 m.
Lugar: Institución educativa Agropecuaria Cristo Rey de Tutunendo       
Dirección: Institución educativa Agropecuaria Cristo Rey de Tutunendo
Documental Chochoma ijua. Tierra del Bochoromá
Duración: 28 minutos

 

Villavicencio

Fecha: 12 de agosto
Hora: 4:30 p. m.
Lugar: Universidad Santo Tomás
Documental Mandeleros, memorial del retorno
Duración: 28 minutos

 

Conoce más sobre las películas acá: https://centrodememoriahistorica.gov.co/documentales/


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Tres momentos inolvidables del CNMH en la Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena (Felicar)

Tres momentos inolvidables del CNMH en la Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena (Felicar)

Tres momentos inolvidables del CNMH en la Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena (Felicar)

Autor

CNMH

Foto

En la foto, los integrantes de las organizaciones que construyeron la Ruta de las Resistencias durante la Felicar

Publicado

31 julio 2023


Tres momentos inolvidables del CNMH en la Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena (Felicar)

Entre el 17 y el 23 de julio, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) participó en la Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena (Felicar), donde recordar y resistir fueron los dos nortes de las actividades que se realizaron.

«El territorio habla y el centro tiene que escuchar», afirmó María Gaitán Valencia, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), en una de las charlas de la Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena (Felicar). Ese es el pilar de esta administración, que busca reconocer y escuchar cada una de las voces que han vivido el conflicto armado y, en este caso, las del departamento de Bolívar, territorio protagonista de la feria.

Gaitán Valencia manifestó que, para combatir el memoricidio, «Bogotá tiene que conocer y hacer visible lo que está haciendo el territorio para sanar». A través del canto, el baile, el arte y la escritura, las víctimas han trabajado por transformar su dolor y transitar hacia la paz; sin embargo, mientras eso no lo sepa el centro del país, el fantasma del olvido seguirá acechando.

La directora reconoció la importancia de estos procesos transformadores y se refirió a cómo la labor del CNMH debe estar encaminada hacia ellos. «La memoria histórica se ha pensado como un producto», alertó sobre los informes, los videos y las exposiciones que se han realizado, y si bien estos recopilan la información de lo que ha acontecido, «un producto no transforma, un proceso sí».

Con el objetivo de destacar y referir los procesos que se ejecutan desde el territorio, mencionamos tres momentos inolvidables del CNMH en la Felicar.

 

Las visitas guiadas por el Archivo de los Derechos Humanos

Un grupo de estudiantes se acerca para escuchar la visita por el Archivo de los Derechos Humanos del CNMH liderada por Nartyjulieth Vásquez.
Un grupo de estudiantes se acerca para escuchar la visita por el Archivo de los Derechos Humanos del CNMH liderada por Nartyjulieth Vásquez.

Nartyjulieth Vásquez lidera la visita guiada por el Archivo de los Derechos Humanos en la Felicar.
Nartyjulieth Vásquez lidera la visita guiada por el Archivo de los Derechos Humanos en la Felicar.

Nartyjulieth Vásquez lidera la visita guiada por el Archivo de los Derechos Humanos en la Felicar.
Nartyjulieth Vásquez lidera la visita guiada por el Archivo de los Derechos Humanos en la Felicar.

 

Nartyjulieth Vásquez nunca hace dos charlas iguales y las visitas guiadas por el Archivo de los Derechos Humanos no fueron la excepción. En cinco ocasiones, la profesional acaparó la atención del público, especialmente la de los jóvenes, para destacar la importancia de preservar y custodiar el material que documenta las graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario (DIH) durante el conflicto armado colombiano.

«Nuestra vida se configura de archivos y estos son vitales para que no olvidemos lo que nos pasó, para que no se repita lo mismo», explicó Vásquez. La vocera fue enfática en que no todo constituye un archivo (por ejemplo, los documentales, informes y pódcast que realizan otras direcciones del CNMH no se consideran archivo). «El archivo son esos documentos que surgen por una necesidad judicial y a partir de ahí pueden generarse una cantidad de acciones para contar lo que sucedió», agregó.

Como ejemplo, Nartyjulieth mostró parte del archivo de Fabiola Lalinde, una madre que buscó a su hijo desaparecido por más de tres décadas: «se lo devolvieron en una cajita con 69 huesos». Vásquez llevó solo un par de documentos, de una recopilación que pesó 25 kilos, sobre la búsqueda para encontrar a Luis Fernando Lalinde Lalinde.

«Su madre levantó el croquis de lo que le pasó a su hijo y no solo nos enseñó su resistencia, sino que nos mostró que sí se puede lograr», comentó la experta. Asimismo, expuso algunos de los contenidos que se realizaron para visibilizar su historia, como la canción Lalinde, recopilada en el pódcast Tocó cantar, o el documental 25 kilos de verdad.

 

Conversatorios para no olvidar lo que pasó en Bolívar

Lanzamiento del informe sobre los bloques paramilitares de los Montes de María y La Mojana en la Felicar.
Lanzamiento del informe sobre los bloques paramilitares de los Montes de María y La Mojana en la Felicar.

«Toda memoria es una forma de resistir al olvido —afirmó Lukas Rodríguez, investigador del CNMH—. Cuando llegamos a los territorios, ellos [los habitantes] eran conscientes de la necesidad de contar». Sus palabras tienen que ver con el lanzamiento del informe sobre los bloques paramilitares de los Montes de María y La Mojana, en el que la comunidad de Bolívar mostró su interés por conocer los impactos de estas estructuras en su territorio.

El ejemplar tiene por nombre una frase mencionada por Dagoberto Villadiego, un líder comunitario de los Montes de María. «Cuando le preguntamos por qué era necesario hablar de memoria, él respondió: “Por un poco de verdad para respirar”», indicó Rodríguez. Esa oración también representa el valor de aquellos que alzaron la voz después de 15 o 18 años de silencio.

Así fue la presentación del informe en El Carmen de Bolívar

Durante el conversatorio, la población conoció que el informe cuenta con los testimonios de los paramilitares desmovilizados que hicieron parte del Mecanismo No Judicial de Contribución a la Verdad y la Memoria Histórica. No obstante, «escuchamos no solo a los que fueron responsables, sino que corroboramos esa información con las organizaciones y las víctimas», puntualizó Carlos Mario López, director de Acuerdos de la Verdad (DAV).

En ese ejercicio, los investigadores se percataron de que los miembros de la estructura paramilitar se autodenominaban «Bloque Héroes de los Montes de María», pero resignificaron ese nombre a petición de la comunidad. De acuerdo con Lukas Rodríguez, lo primero que les decían era que «no los consideraban héroes, porque habían hecho mucho daño».

La población de Bolívar mostró su agradecimiento por la labor del CNMH, no solo en ese espacio, sino también en la charla «Escuelas del terror paramilitar, variaciones de la violencia en el Caribe colombiano». En ese encuentro se habló de la trayectoria de estas estructuras en la región y de las acciones deshumanizantes que se conocieron en el proceso.

Las escuelas del terror fueron modelos de enseñanza que estaban transitoriamente en el territorio. «Ernesto Báez, quien diseñó toda la estrategia paramilitar que operó en el país, nos contó antes de su muerte que en esas escuelas nunca le enseñaron a un hombre a disparar un arma, sino por qué hacerlo», recordó Alberto Santos, asesor de la dirección general del CNMH.

Los investigadores comprobaron que el objetivo era aniquilar al otro, «construir una imagen en la que el otro es un peligro, un monstruo», detalló Santos. En ese sentido, los paramilitares cometieron su accionar bajo la lógica de que «si usted no le hace eso a él, él se lo va a hacer a usted»; bajo esa premisa se cometieron actos deshumanizantes, especialmente contra los campesinos en el Canal del Dique y los Montes de María.

El paso del padre Francisco de Roux por la Ruta de las Resistencias

El padre Francisco de Roux dialoga con la directora María Gaitán Valencia en el estand del CNMH en la Felicar.
El padre Francisco de Roux dialoga con la directora María Gaitán Valencia en el estand del CNMH en la Felicar.

Los primeros pasos de la construcción de la Escuela de las Memorias fueron visibles para siete organizaciones de Bolívar: Generación V+, La Boquilla TeVe, La Comadre, Las Callejeras, Vokaribe, Corporación Rural Montes de María y Por Nuestras Raíces.

La iniciativa a cargo del equipo de pedagogía y comunicaciones busca recoger, difundir y potenciar los procesos de memoria, para así generar su apropiación social. El primer encuentro presencial se dio precisamente en la Felicar entre el 21 y el 23 de julio.

 

Desde el Centro Nacional de Memoria Histórica estamos comprometidos con el legado de la Comisión de la Verdad.

 

Durante esos tres días, los medios regionales y las organizaciones se juntaron para escuchar sus procesos y resistencias, y, durante ese tiempo, dialogaron para construir la Ruta de las Resistencias. «Estamos haciendo memoria de lo que ocurre en el territorio para que también se le proponga a la sociedad un sentido transformador de las memorias», manifestó Walter Hernández Índigo, de Vokaribe.

El padre Francisco de Roux, otrora presidente de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV), pasó por el estand del CNMH cuando las organizaciones estaban trabajando en la construcción de la ruta. El sacerdote se quedó un tiempo para dialogar con la directora María Gaitán Valencia y otros participantes, especialmente con los integrantes de Generación V+, una red juvenil que busca seguir difundiendo el legado de la Comisión de la Verdad.

La Ruta de las Resistencias se convirtió en un acto performático con tres estaciones: «Soberanía», «Resistencias y juventudes» y «Memoria y resistencia». El 23 de julio se presentó tres veces a los participantes de la Felicar con la esperanza de que quienes lo vieran entendieran el sentido transformador de la memoria, del tejer y de la resistencia en la que trabajan las comunidades en Bolívar.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Archivo de Derechos Humanos, Bolívar, Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, Felicar, Feria Latinoamericana del Libro de Cartagena, Paramilitarismo, Ruta de las Resistencias

Braille, cerámica y acuarela: así se moldea un mural para el Museo de Memoria de Colombia

Braille, cerámica y acuarela: así se moldea un mural para el Museo de Memoria de Colombia

Braille, cerámica y acuarela: así se moldea un mural para el Museo de Memoria de Colombia

Las mujeres de la Organización de las Madres de Víctimas de los Falsos Positivos (Mafapo), junto a Luis Fernando Borja —compareciente de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)— y la artista Pilar Meira, crean una obra que busca hacer visibles los nombres de la mayor cantidad posible de víctimas del conflicto armado en Colombia. Crónica de un encuentro estremecedor y restaurador.

Braille, cerámica y acuarela: así se moldea un mural para el Museo de Memoria de Colombia

Foto

Las mujeres de Mafapo se reunieron junto a Luis Fernando Borja, compareciente de la JEP, en el taller de la artista Pilar Meira. Compartieron un taller de braille para crear las piezas del gran mural que honrará a los más de 6.402 ‘falsos positivos’, así como a otras víctimas del conflicto armado, que alojará el Museo de Memoria de Colombia.

Publicado

27 julio 2023


Las mujeres de la Organización de las Madres de Víctimas de los Falsos Positivos (Mafapo), junto a Luis Fernando Borja —compareciente de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)— y la artista Pilar Meira, crean una obra que busca hacer visibles los nombres de la mayor cantidad posible de víctimas del conflicto armado en Colombia. Crónica de un encuentro estremecedor y restaurador.

Debe ser la casa más linda de esa cuadra de la localidad bogotana de Barrios Unidos. Esa mañana del miércoles está custodiada por unos escoltas, aunque no lo parece. Unos jardines verticales ocultan el taller de arte y la terraza cuidadosamente restaurada y ambientada con bancas de madera y piedras lisas. También ocultan la reunión entre siete mujeres y un hombre que se sientan juntos alrededor de la mesa del comedor.

—¿Y le ha dado paz? —le pregunta una de ellas al hombre.

—¡Uffff! Esto me roba todo el tiempo —responde él.

***

Luis Fernando Borja es compareciente en la JEP. Esa mañana bogotana está rodeado de siete mujeres. Seis de ellas pertenecen a Mafapo, la asociación fundada por las madres de las víctimas de falsos positivos de Soacha que toman café mientras lo escuchan. Él, coronel en retiro, comandante y subcomandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre, en Toluviejo, sabe de las 60 ejecuciones extrajudiciales que ordenó y ejecutó. Sobre eso les habla.

—¿Por qué hacía eso?  —pregunta una mujer de ojos tristes, como todas las otras mujeres que están allí. Suelta una lágrima.

—Porque lo aprendí en el Ejército —responde él, en apariencia tranquilo. Usa sus manos para acentuar, señalar… como si así recordara mejor—. Esto que estoy diciendo me está costando muchísimo.

***

Borja está sentado allí porque Jacqueline Castillo, la representante legal de Mafapo, se lo pidió. Ella lo escuchó en una audiencia que transmitió la JEP; lo escuchó hablar sobre lo que hizo, sobre sus convicciones de entonces, sobre lo que lo movía, y vio algo en él que les hacía falta a ella y a las mujeres de Mafapo: sinceridad por parte de los victimarios. Jacqueline por fin vio a un compareciente que aportaba a la verdad y lucía atribulado por sus acciones. Así que fue a la JEP, pidió su número y lo contactó.

—Cuando yo era subteniente y asesinaba personas, en ese tiempo no las presentaba como bajas en combate… quedaban a la vera del camino. Era 1987.

***

«Hay que involucrar a los comparecientes», dice Jacqueline. Por eso llamó a Luis Fernando, como prefiere que lo llamen, como lo reitera una y otra vez. Lo invitó a esa jornada, a esa casa-taller, y él responde las preguntas de las mujeres que lo rodean.

—¿Y alguna vez pensaron que iban a estar sentados con estas mujeres que les dañaron la vida, que les dañaron las carreras? Cuando fue al revés: ustedes nos hicieron trizas.

—Nosotros nos creíamos dioses con uniforme. Nunca pensé que esas personas tuvieran familia.

***

Luis Fernando dice que él fue «el traidor del Ejército». Se acogió a la JEP y tuvo contacto con la Comisión de la Verdad, entidad donde habló durante casi un mes y donde solicitó tener contacto con sus víctimas: primero contactaron a María Margarita Flórez Pineda, quien organizó a las madres de Toluviejo. Luego de recibir apoyo psicosocial durante casi un mes, los familiares de las víctimas asistieron a un evento privado con él: fueron dieciocho personas de diez familias. Después vino el encuentro público y la idea de hacer un proyecto productivo en conjunto, entre las víctimas y el compareciente, más allá de «los trabajos, obras y actividades con contenido restaurador-reparador (Toar)» que deben realizar algunos comparecientes ante la JEP.

Hilando la Rueca es una fundación que nació de esa iniciativa y que se convirtió en uno de los Toar acogidos por la JEP. Luis Fernando es el único compareciente que hace parte de la fundación: los demás son personas que trabajan por la defensa de los derechos humanos.

—¿Por qué habló?

—Por mi familia.

***

«Yo sabía lo que había hecho. Yo recojo a mi papá y a mi mamá y les dije. Luego a mis hijos y a mi señora de ese momento. Siempre tuve ese peso», dice Luis Fernando. Luego vino el divorcio, el exilio de sus hijos, los perdones difíciles, las lágrimas insuficientes.

—«Buena, Borja. Este mes le corresponden cinco». Era un concurso, el que quedara de primero… Y todas las noches, el comandante Montoya hacía el ranking de los diez primeros para poder ascender. «Faltan dos para quedar de primeros. Esta noche haga dos». Y yo se los hacía…

***

 

«Ahora hay que cerrar el círculo», dice Pilar Meira, una artista que parece tener siempre el delantal puesto, anfitriona de esa casa-taller con jardín encantador. Frente a una mesa llena de cerámicas pintadas con acuarelas de diferentes colores, nombradas por las diferentes regiones de Colombia, dice que «era un tema» que le «taladraba la cabeza». El objetivo era crear una obra basada en el sistema braille, para hacer «visible lo invisible».

Pero no podía ser una obra individual, en solitario. Debía hacerlo con quienes estaban conectadas con eso que quería revelar: los asesinados y desaparecidos. Por eso lo hizo con las mujeres de Mafapo, tantas veces manoseadas, tan instrumentalizadas y llenas de viajes en su agenda de búsqueda constante de verdad.

—Los fiscales nos decían: «Dejen eso, eso fue hace mucho tiempo. No podemos meter a tanta gente a la cárcel» —dice Luis Fernando.

***

Hace dos meses, finalmente, Meira y Mafapo empezaron a trabajar juntas. Las mujeres de la organización ya tenían la idea de un memorial, así que la artista les propuso conceptualizarlo: hornear a mil grados una placa que lleva impresa, en braille, el nombre de la persona asesinada o desaparecida. Cada placa está pintada según la región donde ocurrió la desaparición o el asesinato: hay gamas de color para cada teritorio; por ejemplo, la Orinoquía va pintada de tonos rosáceos y morados. Las placas pintadas cubrirán once muros de 7 × 9 metros en el Museo de Memoria de Colombia, que actualmente construye el Centro Nacional de Memoria Histórica.

—¿Alguna vez le llegó a perdonar la vida a alguien?

—No, yo de verdad fui muy malo.

***

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

 

El braille se mueve en casillas. Se escribe el nombre de la persona en una hoja cuadriculada y luego el patrón se traslada a unos moldes de cerámica. Son las madres, las hermanas y las hijas quienes escriben, con puntos que suben y bajan, los nombres de aquellos que extrañan. Luis Fernando escribe el de una de sus víctimas.

—¿Y por qué lo hacían?

—Por información. «El de ahí es guerrillero». Todo valía en la guerra…

***

Ellas y él cuentan los puntos con cuidado, ajenos a la conversación entre Meira y María Gaitán, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica, quien esa mañana visita el taller de la artista; rubrican en braille, con la dedicación de un artesano, el nombre «Diego». Juntos, víctimas y compareciente, empiezan a darle forma a una de las grandes obras que albergará el Museo de Memoria, como lo subraya la directora del CNMH. Gaitán tiene claro que la idea es que el mural permita leer no solo los nombres de las víctimas de los denominados «falsos positivos» (que son más de 6.402), sino que esta obra esté en permanente construcción e incluya a la mayor cantidad posible de víctimas del conflicto armado. Porque las memorias son vivas y se edifican a diario.

—Antes se llamaban «legalizaciones». Tengo casos de cuando yo era teniente, en 1987. Legalizar era asesinarlo, colocarle las armas y reportarlo. Y cuentan los de atrás que eso ya se venía haciendo.

***

Esta tarea inacabable tiene algunas acciones pendientes: conseguir un espacio para que las mujeres de Mafapo continúen recibiendo los talleres de braille, cerámica y pintura en acuarela; trazar la ruta de la posible cooperación para materializar la obra en las dimensiones soñadas; y lograr que este mural haga parte de los siete puntos de reparación que deben involucrar a los comparecientes de la JEP.

—Esto me cambió la vida […]. Yo siento que debo estar haciendo esto. Siento la necesidad en mi corazón.

—¿Y le ha dado paz?

—¡Uffff! Esto me roba todo el tiempo.

Braille, cerámica y acuarela: así se moldea un mural para el Museo de Memoria de Colombia

Las mujeres de la Organización de las Madres de Víctimas de los Falsos Positivos (Mafapo), junto a Luis Fernando Borja —compareciente de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)— y la artista Pilar Meira, crean una obra que busca hacer visibles los nombres de la mayor cantidad posible de víctimas del conflicto armado en Colombia. Crónica de un encuentro estremecedor y restaurador.

Debe ser la casa más linda de esa cuadra de la localidad bogotana de Barrios Unidos. Esa mañana del miércoles está custodiada por unos escoltas, aunque no lo parece. Unos jardines verticales ocultan el taller de arte y la terraza cuidadosamente restaurada y ambientada con bancas de madera y piedras lisas. También ocultan la reunión entre siete mujeres y un hombre que se sientan juntos alrededor de la mesa del comedor.

—¿Y le ha dado paz? —le pregunta una de ellas al hombre.

—¡Uffff! Esto me roba todo el tiempo —responde él.

***

Luis Fernando Borja es compareciente en la JEP. Esa mañana bogotana está rodeado de siete mujeres. Seis de ellas pertenecen a Mafapo, la asociación fundada por las madres de las víctimas de falsos positivos de Soacha que toman café mientras lo escuchan. Él, coronel en retiro, comandante y subcomandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre, en Toluviejo, sabe de las 60 ejecuciones extrajudiciales que ordenó y ejecutó. Sobre eso les habla.

—¿Por qué hacía eso?  —pregunta una mujer de ojos tristes, como todas las otras mujeres que están allí. Suelta una lágrima.

—Porque lo aprendí en el Ejército —responde él, en apariencia tranquilo. Usa sus manos para acentuar, señalar… como si así recordara mejor—. Esto que estoy diciendo me está costando muchísimo.

***

Borja está sentado allí porque Jacqueline Castillo, la representante legal de Mafapo, se lo pidió. Ella lo escuchó en una audiencia que transmitió la JEP; lo escuchó hablar sobre lo que hizo, sobre sus convicciones de entonces, sobre lo que lo movía, y vio algo en él que les hacía falta a ella y a las mujeres de Mafapo: sinceridad por parte de los victimarios. Jacqueline por fin vio a un compareciente que aportaba a la verdad y lucía atribulado por sus acciones. Así que fue a la JEP, pidió su número y lo contactó.

—Cuando yo era subteniente y asesinaba personas, en ese tiempo no las presentaba como bajas en combate… quedaban a la vera del camino. Era 1987.

***

«Hay que involucrar a los comparecientes», dice Jacqueline. Por eso llamó a Luis Fernando, como prefiere que lo llamen, como lo reitera una y otra vez. Lo invitó a esa jornada, a esa casa-taller, y él responde las preguntas de las mujeres que lo rodean.

—¿Y alguna vez pensaron que iban a estar sentados con estas mujeres que les dañaron la vida, que les dañaron las carreras? Cuando fue al revés: ustedes nos hicieron trizas.

—Nosotros nos creíamos dioses con uniforme. Nunca pensé que esas personas tuvieran familia.

***

Luis Fernando dice que él fue «el traidor del Ejército». Se acogió a la JEP y tuvo contacto con la Comisión de la Verdad, entidad donde habló durante casi un mes y donde solicitó tener contacto con sus víctimas: primero contactaron a María Margarita Flórez Pineda, quien organizó a las madres de Toluviejo. Luego de recibir apoyo psicosocial durante casi un mes, los familiares de las víctimas asistieron a un evento privado con él: fueron dieciocho personas de diez familias. Después vino el encuentro público y la idea de hacer un proyecto productivo en conjunto, entre las víctimas y el compareciente, más allá de «los trabajos, obras y actividades con contenido restaurador-reparador (Toar)» que deben realizar algunos comparecientes ante la JEP.

Hilando la Rueca es una fundación que nació de esa iniciativa y que se convirtió en uno de los Toar acogidos por la JEP. Luis Fernando es el único compareciente que hace parte de la fundación: los demás son personas que trabajan por la defensa de los derechos humanos.

—¿Por qué habló?

—Por mi familia.

***

«Yo sabía lo que había hecho. Yo recojo a mi papá y a mi mamá y les dije. Luego a mis hijos y a mi señora de ese momento. Siempre tuve ese peso», dice Luis Fernando. Luego vino el divorcio, el exilio de sus hijos, los perdones difíciles, las lágrimas insuficientes.

—«Buena, Borja. Este mes le corresponden cinco». Era un concurso, el que quedara de primero… Y todas las noches, el comandante Montoya hacía el ranking de los diez primeros para poder ascender. «Faltan dos para quedar de primeros. Esta noche haga dos». Y yo se los hacía…

***

 

«Ahora hay que cerrar el círculo», dice Pilar Meira, una artista que parece tener siempre el delantal puesto, anfitriona de esa casa-taller con jardín encantador. Frente a una mesa llena de cerámicas pintadas con acuarelas de diferentes colores, nombradas por las diferentes regiones de Colombia, dice que «era un tema» que le «taladraba la cabeza». El objetivo era crear una obra basada en el sistema braille, para hacer «visible lo invisible».

Pero no podía ser una obra individual, en solitario. Debía hacerlo con quienes estaban conectadas con eso que quería revelar: los asesinados y desaparecidos. Por eso lo hizo con las mujeres de Mafapo, tantas veces manoseadas, tan instrumentalizadas y llenas de viajes en su agenda de búsqueda constante de verdad.

—Los fiscales nos decían: «Dejen eso, eso fue hace mucho tiempo. No podemos meter a tanta gente a la cárcel» —dice Luis Fernando.

***

Hace dos meses, finalmente, Meira y Mafapo empezaron a trabajar juntas. Las mujeres de la organización ya tenían la idea de un memorial, así que la artista les propuso conceptualizarlo: hornear a mil grados una placa que lleva impresa, en braille, el nombre de la persona asesinada o desaparecida. Cada placa está pintada según la región donde ocurrió la desaparición o el asesinato: hay gamas de color para cada teritorio; por ejemplo, la Orinoquía va pintada de tonos rosáceos y morados. Las placas pintadas cubrirán once muros de 7 × 9 metros en el Museo de Memoria de Colombia, que actualmente construye el Centro Nacional de Memoria Histórica.

—¿Alguna vez le llegó a perdonar la vida a alguien?

—No, yo de verdad fui muy malo.

***

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

  • Taller mural museo MAFAPO

 

El braille se mueve en casillas. Se escribe el nombre de la persona en una hoja cuadriculada y luego el patrón se traslada a unos moldes de cerámica. Son las madres, las hermanas y las hijas quienes escriben, con puntos que suben y bajan, los nombres de aquellos que extrañan. Luis Fernando escribe el de una de sus víctimas.

—¿Y por qué lo hacían?

—Por información. «El de ahí es guerrillero». Todo valía en la guerra…

***

Ellas y él cuentan los puntos con cuidado, ajenos a la conversación entre Meira y María Gaitán, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica, quien esa mañana visita el taller de la artista; rubrican en braille, con la dedicación de un artesano, el nombre «Diego». Juntos, víctimas y compareciente, empiezan a darle forma a una de las grandes obras que albergará el Museo de Memoria, como lo subraya la directora del CNMH. Gaitán tiene claro que la idea es que el mural permita leer no solo los nombres de las víctimas de los denominados «falsos positivos» (que son más de 6.402), sino que esta obra esté en permanente construcción e incluya a la mayor cantidad posible de víctimas del conflicto armado. Porque las memorias son vivas y se edifican a diario.

—Antes se llamaban «legalizaciones». Tengo casos de cuando yo era teniente, en 1987. Legalizar era asesinarlo, colocarle las armas y reportarlo. Y cuentan los de atrás que eso ya se venía haciendo.

***

Esta tarea inacabable tiene algunas acciones pendientes: conseguir un espacio para que las mujeres de Mafapo continúen recibiendo los talleres de braille, cerámica y pintura en acuarela; trazar la ruta de la posible cooperación para materializar la obra en las dimensiones soñadas; y lograr que este mural haga parte de los siete puntos de reparación que deben involucrar a los comparecientes de la JEP.

—Esto me cambió la vida […]. Yo siento que debo estar haciendo esto. Siento la necesidad en mi corazón.

—¿Y le ha dado paz?

—¡Uffff! Esto me roba todo el tiempo.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

San Andrés de Pisimbalá siembra su «Jardín de Hierbas para la Memoria»

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Autor

CNMH

Foto

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Publicado

18 julio 2023


San Andrés de Pisimbalá siembra su «Jardín de Hierbas para la Memoria»

Este corregimiento de Inzá, en el departamento del Cauca, ha sanado los dolores de la guerra tomando lo que da la tierra: las plantas han sido aliciente para curar los males corporales y espirituales. Así lo narra el más reciente lugar de memoria que echó raíces en este territorio.

En San Andrés de Pisimbalá todo es de guadua: las camas, las mesas, el bahareque que sostiene las casas, las ventanas, las sillas del parque y los bosques húmedos de guaduales hundidos en la cordillera de los Andes. La guadua soporta el corregimiento entero, que está conformado por cuatro veredas y donde hay una profunda conexión con la tierra.

Y si la guadua lo sostiene todo en este corregimiento famoso por albergar el Parque Arqueológico de Tierradentro, el verde de las hierbas y las plantas adorna todo Inzá, el municipio que lo acoge, muy cerca al nudo cordillerano andino del macizo colombiano, donde nacen los ríos Cauca y Magdalena. El romero se derrama sobre las macetas; la sábila crece como una corona; la desvanecedora muestra su forma de corazón y el orozú luce sus capullos de minúsculas flores.

La simbiosis con la tierra ha mantenido de pie a la comunidad campesina que comparte el territorio con varios pueblos indígenas, y que ha sembrado y usado hierbas y plantas para sanar los dolores corporales, pero también para curar las heridas que dejó la guerra, una guerra que llegó hasta allí por la conveniencia de su geografía y que ha permanecido en el territorio.

 

Los enfrentamientos entre la guerrilla y la fuerza pública, tan devastadores en distintos lugares, también lo fueron en Pisimbalá. Allí todos recuerdan las ráfagas de fuego y el sonido de las balas del 17 de marzo de 1967. «Nosotros teníamos como cinco años, no sabíamos qué era un helicóptero. Ese día bajaba una chiva y, según [los lugareños], ahí venían unos policías, y los policías miraron a los que venían a pie, y esos empezaron a dispararles a los de la chiva», recuerda Leticia Findicue, quien vive justo sobre el punto donde la guerrilla decidió ultimar a los heridos. «A esta gruta los trajeron amarrados y los mataron», cuenta, sentada sobre los escalones que conducen a la gruta de las Siete Cruces que instaló allí la comunidad para recordar a los asesinados.  Las balas alcanzaron a varios líderes de la vereda Brisas de Ullucos, así como a dos hermanas misioneras de la Madre Laura.

Otros males para curar

El reclutamiento forzado también alcanzó a Pisimbalá. Desde hace varias décadas, las familias campesinas han visto cómo las antiguas FARC-EP venían por sus hijos y nietos; hoy lo hacen las disidencias de ese grupo guerrillero. Veían cómo los arrancaban de la tierra y subían montaña arriba, hasta perderse en las estribaciones de la cordillera. Algunos de ellos regresaron como fugitivos y le fueron arrebatados de nuevo, para siempre, a la tierra, al campo, a la familia.

En la escuela de la vereda El Parque lo recuerdan, porque en ese lugar acabaron con los sueños de una adolescente que había sido alumna. Su retrato está allí ahora, en el nuevo lugar de memoria extendido del corregimiento, llamado «Jardín de Hierbas para la Memoria». Como no podía ser de otra manera, la guadua soporta la estructura de los paneles que conforman una exhibición que se integra a través de una ruta expositiva de ocho módulos ubicados a lo largo de las cuatro veredas del corregimiento: San Andrés Centro Poblado, El Parque, Segovia y Brisas de Ullucos.

 

Conoce también la iniciativa de memoria creada por jóvenes del Teatro Esquina Latina de Cali

 

Cada uno de los dispositivos expositivos está sembrado en algún lugar que —de acuerdo con la elección de sus habitantes— debe ver nacer nuevos recuerdos. Así lo planteó el Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC) creado para esta comunidad campesina, que estuvo acompañado por el Centro Nacional de Memoria Histórica a través de su Estrategia de Reparaciones y que enfatiza en la necesidad de «resignificar los sitios de terror presentes en el territorio». De este modo, donde antes los cuerpos cayeron, hoy está presente su memoria a través de una exposición que transita por el contexto histórico de cada vereda, por los hechos victimizantes vividos en ese lugar exacto y por las plantas que la comunidad ha sembrado para curarse colectivamente.

El 9 de julio se llevó a cabo la inauguración de la exposición «Jardín de Hierbas para la Memoria» en las cuatro veredas de Pisimbalá. Aquí, los líderes de la vereda Segovia. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.
El 9 de julio se llevó a cabo la inauguración de la exposición «Jardín de Hierbas para la Memoria» en las cuatro veredas de Pisimbalá. Aquí, los líderes de la vereda Segovia. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

«El objetivo es buscar un alivio a tanto dolor que hemos tenido como víctimas. Cada planta que hay dentro de esa resignificación la hemos tomado para poder dormir, para poder estar más tranquilos, para poder, en algún momento, olvidarnos de tanto dolor que ha ocasionado la guerra. Plantas para sanar el alma», explica María Pencue, sentada sobre una banca de guadua en la escuela de la vereda El Parque, a pocos metros de donde sus vecinos ayudan a levantar el lugar de memoria. «Muchas veces yo sé que hemos tenido acompañamiento psicológico y eso nos ha servido muchísimo, pero en el fondo lo que nos ha aliviado a nosotros son las plantas», agrega la lideresa.

Traigo la ruda, la albahaca, la paz…

En San Andrés de Pisimbalá, las hierbas tienen un significado especial, porque han curado dolores que no pasaron antes por la cabeza de nadie. La albahaca, por ejemplo, ha sido la aliada en los momentos de tristeza: «Cuando usted siente que no puede dormir, que siente angustia, se toma un té de albahaca», refiere Pencue. El toronjil ayuda con los dolores del corazón y las taquicardias, y la hierbabuena se usa para tranquilizarse.

«La ruda tiene muchos usos. Por ejemplo, si hay una persona que falleció y hay niños pequeños, la tradición antigua es que, si voy al velorio de una persona, hay hielo, y voy a llevar al niño de hielo. Entonces si voy al velorio me llevo una matica de ruda, porque dicen que la ruda cura el hielo». Lo dice Fernando Perdomo, líder de la vereda Segovia.

Ese vademécum incluye bebidas que, por supuesto, son hechas a base de hierbas, como el chirrinchi de menta, que promete aliviar la gripa; o como la panela orgánica de limoncillo o maracuyá, producto del trabajo con la caña de azúcar, que los pisimbaleños procesan en los patios y terrenos abiertos.

«Algunos van al hospital, otros van adonde los yerbateros, pero a la mayoría le gustan las plantas, porque, como dicen por ahí, y yo soy uno de ellos, si una planta no le hace bien, tampoco le va a caer mal; pero si una pasta le cura una cosa, le perjudica otra». A esa tradición se encomienda Fernando, que tomaba paico —una aromática que hacía su mamá— cuando tenía dolor de estómago.

Tomando lo que la tierra les ofrece, los lugareños de San Andrés de Pisimbalá se han mantenido en pie, han construido sus casas y parques, y han sanado sus dolores; de allí que, para ellos, no haya mejor receta que la tierra misma. Su conexión vital pasa por entender lo que nace de ella, tomarlo y usarlo con respeto. Saben de la paz porque conocen los secretos de la despensa asombrosa que los rodea, de la armonía en la que habitan. Se han sostenido entendiendo que hay que sembrar lo que sana para cosechar alegrías.

Los pisimbaleños han transmutado los dolores del cuerpo y del alma gracias a las plantas, esas mismas que vienen del campo que cuidan y cosechan. El jardín de hierbas que riegan día a día es la memoria viva de su resistencia.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Cauca, CNMH, hierbas, Memoria, Memoria Histórica, Paz, San Andrés de Pismbalá

Desde Barbosa (Antioquia), se presentó el especial digital que fue construido por la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, y el Museo de Memoria de Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Lanzamiento de Transformar lo vivido: memorias desde nuestros cuerpos

Desde Barbosa (Antioquia), se presentó el especial digital que fue construido por la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, y el Museo de Memoria de Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Autor

CNMH

Foto

Desde Barbosa (Antioquia), se presentó el especial digital que fue construido por la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, y el Museo de Memoria de Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Publicado

12 julio 2023


Lanzamiento de Transformar lo vivido: memorias desde nuestros cuerpos

  • El 7 de julio, el Museo de Memoria de Colombia y la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales lanzaron oficialmente el especial web sobre violencia sexual dentro y fuera del conflicto armado en Colombia.

 En la guerra, el cuerpo es el primer territorio impactado donde quedan las marcas de la violencia ejercida por los victimarios. «Al principio reconocíamos el abuso carnal violento, pero no habíamos mirado más allá», manifestó Ángela Escobar, coordinadora nacional de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales (RMVP). Para la lideresa, quienes sufren este flagelo «ya no pensamos en el día en que nos violaron, sino en sus consecuencias».

Pasar la página implica recordar y reconocer sus historias; sin embargo, «lo enfocamos mucho en que “no pude seguir estudiando” o que “fui desplazada”», señaló Escobar, pero destacó que los impactos ante la violencia sexual van mucho más allá. El mismo cuerpo les estaba hablando —a su manera— y mostrando los daños que ha recibido: algunas de las víctimas tienen incontinencia urinaria, cicatrices, depresión, ansiedad e incluso enfermedades de transmisión sexual (ETS).

Tal como se plasman los daños en un territorio, lo que ocurrió en sus cuerpos terminó registrado en pliegos de papel. La Red de Mujeres Víctimas y Profesionales desarrolló un trabajo basado en cartografías de los cuerpos de mujeres cis y trans miembros de la comunidad LGBTIQ+, e incluso hombres heterosexuales. «Lo más interesante es que no tienen nombres, porque muchas veces no han dejado ese miedo de decir: “esta soy yo”», puntualizó Ángela.

Aun así, sin nombres y sin rostros, las cartografías fueron un impulso para lograr el especial digital sobre violencia sexual Transformar lo vivido: memorias desde nuestros cuerpos. Después de tres años de creación, el Museo de Memoria de Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y la RMVP lanzaron, desde la Casa de la Cultura de Barbosa (Antioquia), el interactivo web que recopila lo que piensan las víctimas, lo que quieren y lo que les pasó.

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida por Centro Nacional de Memoria Histórica (@centromemoriah)

 

Sacar a flote: la guerra no se inventó la violencia sexual

Durante el lanzamiento el 7 de julio, las participantes mencionaron en más de una ocasión que la violencia sexual no nació con la guerra, sino que ha existido desde hace mucho tiempo atrás. «En los hogares, en la casa y en la misma familia se ha mantenido oculto», indicó Fanny Escobar, integrante de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales.

El especial web resalta la importancia de reconocer que ese tipo de violencias se intensifican en la guerra y están presentes día a día debido a un orden patriarcal. «El espacio más peligroso para una mujer es su propia casa, su propia familia», comentó el alcalde de Barbosa, Édgar Gallego Arias, quien no solo asistió al encuentro, sino que también aplaudió que la iniciativa contemplara a aquellas víctimas fuera del conflicto armado: «Todas tienen derecho a la justicia, la reparación y la no repetición».

«Voces que irrumpen»: un abismo de dolor en el alma de las víctimas

En la imagen, Judith Ospina, integrante de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, presenta una cartelera que diseñó para hablar sobre la violencia sexual en el conflicto.
En la imagen, Judith Ospina, integrante de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, presenta una cartelera que diseñó para hablar sobre la violencia sexual en el conflicto.

Desde los preparativos logísticos del evento, una cartelera llamó la atención con la frase «La violencia sexual en el conflicto armado: un abismo de dolor en el alma de las víctimas». La pancarta fue levantada por quien la escribió, Judith Ospina, integrante de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, para mostrar «ese vacío de tristeza y dolor» que llevan a cuestas.

Así como ella, otras mujeres se atrevieron a hablar gracias al trabajo de la RMVP. «La red ha sido como esa madrina o mamá nacional que nos ha acogido a nosotras», explicó Fanny Escobar, porque, después de recibir acompañamiento y asesoramiento, las víctimas regresan a sus regiones diciendo: «no es hora de callar, es hora de levantar la voz».

 

Lea también: «¡Estoy viva!»: un grito de resistencia a la violencia sexual en el conflicto armado

 

Ese megáfono impulsado por la organización cuenta con voces diversas. «No solo fue mi cuerpo, sino también los cuerpos de muchas hermanas trans a lo largo del país», afirmó Catha Rendón, coordinadora nacional del grupo focal de mujeres trans víctimas de violencia sexual para la RMVP. Los grupos armados legales e ilegales les decían, por ejemplo, que «los cuerpos de hombres son de hombres y los cuerpos de hombres no pueden ser mujeres».

Esas voces que han irrumpido fueron recopiladas en el especial digital de violencia sexual. Según Rendón, las víctimas sienten tranquilidad con el lanzamiento: «Con esto vamos a empezar a visibilizar estas acciones que ocurrieron en el conflicto», dijo la coordinadora con la esperanza de que el proceso permita buscar «más respeto y tolerancia por las víctimas de violencia sexual».

 «Nunca será lo mismo, pero aquí estamos»

Durante el lanzamiento, la Mesa Municipal de Víctimas de Medellín presentó en la Casa de la Cultura de Barbosa la obra de teatro Ponte en mis zapatos para exponer las violencias del conflicto.
Durante el lanzamiento, la Mesa Municipal de Víctimas de Medellín presentó en la Casa de la Cultura de Barbosa la obra de teatro Ponte en mis zapatos para exponer las violencias del conflicto.

En la Casa de la Cultura de Barbosa, las voces de las víctimas resonaron. No solo se presentó el especial Transformar lo vivido: memorias desde nuestros cuerpos, sino que también hubo un conversatorio en el que el arte fue el protagonista. «Lamentablemente, la historia de nuestro país no nos ha permitido ver que el arte es fundamental en el desarrollo de la sociedad y la democracia», detalló Pilar Rueda, asesora en género de la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP); sin embargo, iniciativas como las de la RMVP buscan cambiar esa perspectiva.

 

«Vimos cómo el arte repara —precisó Ángela Escobar sobre el especial digital— y cómo el dolor, el sufrimiento, la vergüenza y la tristeza se convierte en algo bonito». No solo las cartografías y el interactivo son prueba de ello, sino que el mismo encuentro les permitió llenarse de «valentía y empoderamiento, convirtiéndonos en sanadoras, en constructoras de paz», manifestó Judith Ospina.

El arte permite transformar y así lo demostró la Mesa Municipal de Víctimas de Medellín con su obra Ponte en mis zapatos. Los actores interpretaron las historias de aquellas y aquellos que habían sufrido distintas violencias durante el conflicto, mientras las espectadoras no apartaban la mirada ante lo que veían, incluso si se les atravesaba unas cuantas lágrimas.

«El arte nos ayuda a sacar, a sanar y a liberar nuestra alma», concluyó Fanny Escobar. Si bien considero que las víctimas son como un espejo roto porque «nunca vuelven a ser igual», también han aprendido a sanar: «En el especial vi esas mariposas en el fondo y yo siento que soy una de esas, que ahora puedo volar, que por medio de la escritura pude soltar».


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Barbosa, Centro Nacional de Memoria Histórica, especial web, Lanzamiento, Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, Víctimas, Violencia Sexual

Volver arriba