‘En el ojo de la aguja’, obra teatral que contó con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica para poder ser vista por migrantes en diferentes partes del mundo y la comunidad en general, recibió dos Premios Telly, galardones americanos de la industria del video.
La producción obtuvo dos distinciones de bronce en las categorías de Mejor Dirección Artística y Mejor Producción Remota. Los Telly exaltan lo mejor de la industria de la televisión y el video, y se unen a otra serie de galardones del círculo de premios independientes latinoamericanos que ya ha recibido la obra del colectivo teatral Tabula RaSa de Nueva York.
A la obra, que protagonizan los personajes de la señorita Tik y el señor Tak y Toe, se le premió por lograr, entre otras, seguir utilizando un lenguaje teatral, pero acomodándose al lenguaje audiovisual y de video, y por conjugar de increíble forma el concepto visual, el vestuario, las máscaras, la lírica, el lenguaje poético y el lenguaje plástico.
‘En el ojo de la aguja’ es una iniciativa de memoria histórica que fue posible también gracias al Foro Internacional de Víctimas, organización que tiene representación en 23 países y que se creó en 2013 como una herramienta ciudadana de las personas migrantes y exiliadas que componen la diáspora colombiana para exigir ser voz y parte del Acuerdo de Paz que se llevó a cabo entre la guerrilla de las Farc y el gobierno nacional.
La iniciativa marca un precedente significativo en las maneras de contar el conflicto en medio de la pandemia. El Centro Nacional de Memoria Histórica, por medio de la Estrategia de Apoyo a Iniciativas de Memoria, ofreció acompañamiento para que las voces de las víctimas en el exterior tuvieran eco en Colombia y en sus países de refugio durante una transmisión virtual de la obra que se llevó a cabo el pasado 28 de octubre.
Quienes hayan tenido la oportunidad de ver ‘En el ojo de la aguja’ quizás se hayan animado rápidamente a dar una impresión sobre esta o, por el contrario, puede que se hayan dado un tiempo no solo para reflexionar en torno a ella, sino también para verse “movidos a la acción”, tal y como me lo sugiere en una charla, Ramiro Sandoval, director de la obra.
Pero más allá de esto, lo que resulta crucial es que esta obra y su posibilidad de transmisión resultan fundamentales para avanzar en “puentes” que logren unir las memorias de personas que han padecido el desarraigo, pero que esperan ser tenidos en cuenta y sentirse parte del Estado-Nación más allá del lugar del mundo en el que se encuentren.
“Es importante el trabajo de memoria con las comunidades en el exterior porque allí es donde se mantiene o donde se crea ese hilo de conducción entre la gran nación colombiana en el exterior y el origen, el territorio. Es fundamental el apoyo a esta iniciativa porque es un gran esfuerzo de construcción, de puentes con la comunidad en el exterior haciendo memoria, que algunos incluso ya no querían y habían dejado atrás. Es clave porque tenemos mucho que aportar y lo único que necesitamos son esos puentes para permitirnos hacer ese tránsito, sentir que podemos ir y volver y que no hay una pérdida de arraigo, que podemos volver al centro, pero también a la periferia en la que ya somos ciudadanos, ya somos residentes o ya hemos construido otras cosas”, agrega Ramiro.
La obra empezó a estructurarse desde 2017, año en el que Tabula RaSa inició una investigación, creación colectiva y reflexión sobre la otredad y sobre cómo las personas tienden a expulsar esta. Luego, ese proceso se retroalimentaría con trabajo de campo realizado en Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación como los de Icononzo (Tolima) y La Variante (Tumaco).
“Quienes estaban allí eran personas que habían estado en trashumancia y ahora estaban en un lugar estático, pero a otro nivel también están en una transición a la vida civil. Para la obra retomamos sus historias desde el punto de vista humano. Después llegamos a Nueva York, compartimos ese material y lo llevamos a un nivel más poético, anecdótico”, sostiene Sandoval.
Valga agregar que esta pieza artística también se alimentó de conocer otras experiencias de gente en los Estados Unidos que ha sido desplazada o exiliada, y de víctimas de otras guerras y situaciones. De esas historias se alimentaron los personajes y las dimensiones de la obra, en donde no son diferentes quienes “quisieron irse”, pero que no son conscientes que no tenían otra opción, como quienes salieron de su país temiendo por su integridad.
En ‘En el ojo de la aguja’ el foco entonces no recae sobre ese desplazamiento que es el exilio en sí, sino más bien en esa transición que engendra un “limbo” para quien lo ha experimentado. “Es una especie de transición que no permite al individuo declarar una relación con el territorio y esa sensación es de la que nosotros queremos hablar y que queremos que el público de alguna manera empatice o sienta. Se puede disentir mucho sobre el concepto, pero el sentirlo y conocerlo desde adentro, desde la emoción, no es muy común. Ese estado de desplazamiento, ese estado de desarraigo”, anota Ramiro Sandoval.
De esta manera, la obra, la cual tiene prevista una serie de funciones virtuales para lo que resta del año y que será transmitida durante el Festival de Mujeres en Escena por la Paz en el mes de agosto, obtiene una distinción que se une a otras más del teatro latino independiente en Nueva York, como el Premio OLA, de la Organización Hispana de Actores Latinos, un premio ACE de la Asociación de Cronistas de Espectáculos en NY; un premio de Teatro Alternativo Latinoamericano, LATA, por creación colectiva; y cinco nominaciones a los premios ATI, Artistas de Teatro Independiente.
“La gente debería verla porque es única, porque tiene unos detonantes de emociones, de pensamientos, de reflexiones; tiene muchos matices que son muy relevantes para hoy día, concluye Ramiro.