Tres libros para la memoria histórica desde Antioquia, con apoyo del CNMH
Antioquia, Carnaval de La Gigantona, CNMH, El libro blanco de Yarumal, Finca La Galleta, Informes, Lanzamiento, Libros, Memoria Histórica, Montebello, Segovia, Yarumal
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CNMH
La masacre cobró la vida de 46 personas, entre ellas 10 mujeres, 4 menores de edad y un adulto mayor.
Foto: Manuel Cepeda.
20 noviembre 2023
Conmemoramos una de las masacres emblemáticas del conflicto armado colombiano, perpetrada en el marco de un escenario de terror contra disidentes políticos que se extendió a lo largo de casi dos décadas por todo el país y que tiene en el exterminio de la Unión Patriótica (UP) la más funesta y reprochable de sus expresiones.
Nota: Esta publicación contiene fragmentos del informe Silenciar la democracia. Las masacres de Remedios y Segovia, disponible aquí.
A finales de los ochenta, Remedios y Segovia (Antioquia) tenían una larga tradición organizativa y de movilización social. La apertura democrática de entonces fue vivida allí como una promesa que les permitiría a distintas corrientes de la izquierda proyectarse en condiciones más favorables en la escena política institucional. Sin embargo, lo que muchos veían como una oportunidad para la renovación política fue visto por los poderes locales y regionales, secundados por guarniciones militares de la región, como una real o potencial amenaza que debía ser «erradicada» y así lo hicieron: conformaron grupos paramilitares y comenzó el exterminio.
Entre 1982 y 1997, en los municipios de Remedios y Segovia hubo catorce masacres y centenares de asesinatos selectivos. En este escenario de terror perpetrado por paramilitares y miembros de las Fuerzas Militares, se documentaron al menos cuatro masacres que hicieron parte de una escalada criminal contra activistas políticos, líderes sociales, militantes de la UP y defensores de derechos humanos.
El 11 de noviembre de 1988, un grupo de hombres armados cometió una masacre en la cabecera municipal de Segovia y en el área urbana del corregimiento La Cruzada del municipio de Remedios. El ataque cobró la vida de 46 personas, entre ellas 10 mujeres, 4 menores de edad y un adulto mayor.
Los responsables de esta masacre fueron los paramilitares del grupo Muerte a Revolucionarios del Nordeste (MRN o Los Realistas), que actuaron con la ayuda y aquiescencia del Ejército Nacional de Colombia. El MRN apareció públicamente después de que se conocieran los resultados de las elecciones del 9 de marzo de 1986, en las cuales la Unión Patriótica alcanzó seis de las diez curules en los concejos municipales de Segovia y Remedios. Como reacción, el MRN empezó a hacer grafitis, boletines, cartas, sufragios y comunicados de prensa que anunciaban el exterminio.
«Barreremos el nordeste de tanta escoria marxista. No aceptaremos alcaldes comunistas en la región, como tampoco concejos municipales integrados por idiotas campesinos o vulgares obreros como los de la Unión Patriótica que no tienen la inteligencia para manejar estos municipios que siempre nos han pertenecido. Espérennos. ¡Saldremos con un gran golpe mortal! M. R. N.», decía uno de los comunicados que repartieron los paramilitares en la región.
En las veredas Cañaveral y Manila, de Remedios, se cometió una masacre entre el 4 y el 12 agosto de 1983; en Segovia, se cometieron dos el 11 de noviembre de 1988 y el 22 de abril de 1996; y en en el casco urbano de Remedios, una el 2 de agosto de 1997.
Estas masacres son emblemáticas de una violencia sistemática contra disidentes políticos que se extendió a lo largo de casi dos décadas por todo el país y que tiene en el exterminio de la UP la más funesta y reprochable de sus expresiones.
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Antioquia, Masacre de Segovia, Segovia, unión patriótica, UP
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CNMH
Memorial de la ausencia, en honor a las víctimas de la Operación Orión ubicado en el Cementerio La América de la Comuna 13 de Medellín. Fotografía de Ángela María Muñoz, de la dimensión territorial del Museo de Memoria.
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24 octubre 2023
En un emotivo acto de recordación y reflexión, durante los días 16 y 17 de octubre se realizaron en Medellín los actos de conmemoración por los 21 años de la Operación Orión, aquel trascendental operativo militar que dejó una profunda huella en la comunidad que habita en la Comuna 13 de la capital antioqueña.
La dirección del Museo de Memoria de Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) acompañó las actividades de conmemoración realizadas durante el 16 y el 17 de octubre en los cementerios La América y El Universal. Su participación se debe a que el CNMH, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV) y la Corporación Jurídica Libertad han documentado los impactos de la Operación Orión, entre los que destacan el registro de 17 personas ejecutadas por la fuerza pública, 71 asesinadas por paramilitares, 12 que sufrieron torturas, 92 desaparecidas y más de 80 heridas. Estos datos reflejan las dimensiones del sufrimiento vivido por la comunidad durante aquel oscuro período de la historia de la ciudad.
Además, se ha conocido que Medellín cuenta con más de 740.000 víctimas del conflicto armado, según el Registro Único de Víctimas con datos actualizados hasta el 31 de agosto de 2023.
Taller de escritura realizado en el marco de la conmemoración por los 21 años de la Operación Orión. Fotografía de Ángela María Muñoz, de la dimensión territorial del Museo de Memoria.
La conmemoración se inició el lunes 16 de octubre a las 9:00 a. m. en el Cementerio La América de la Comuna 13 con una emotiva eucaristía y la instalación del memorial de la ausencia, en honor a las víctimas de la Operación Orión. Además, en el transcurso del día, la comunidad compartió un sancocho comunitario que reunió a todos en un gesto de unidad. Y se realizaron talleres de escritura, con los que se brindó a los asistentes la oportunidad de expresar sus vivencias y reflexiones sobre el conflicto. Ese día la jornada culminó con presentaciones artísticas que transmitieron mensajes de esperanza y resiliencia.
Las actividades continuaron el martes 17 de octubre en el Jardín Cementerio Universal. Allí se llevó a cabo un ritual simbólico en memoria de las víctimas del conflicto en Medellín. Luego, se realizó un recorrido por ese lugar, que se ha convertido en un espacio fundamental de memoria, albergando las historias de muchas víctimas.
Conoce también nuestra estrategia «Naturaleza y territorio en el marco del conflicto armado»
Finalmente, se desarrolló un conversatorio sobre la importancia de las memorias en la ciudad, en el que participaron el proceso «Hacemos Memoria», de la Universidad de Antioquia, la Subsecretaría de Derechos Humanos, la Mesa Distrital de Víctimas y el Museo Casa de la Memoria.
Las personas acuden al Cementerio La América de la Comuna 13 para iniciar los actos de conmemoración por los 21 años de la Operación Orión. Fotografía de Ángela María Muñoz, de la dimensión territorial del Museo de Memoria.
En Medellín, los antioqueños eligieron realizar el 16 y 17 de octubre de cada año, actividades de memoria como consecuencia de la Operación Militar Orión ocurrida en el año 2002, una intervención militar que lamentablemente estuvo marcada por graves violaciones a los derechos humanos de los habitantes de la Comuna 13.
La conmemoración del Día de la Memoria y los 21 años de la Operación Orión son un recordatorio de la importancia de honrar a las víctimas del conflicto y trabajar juntos para construir un futuro más justo y pacífico en Medellín. La memoria es un pilar fundamental en el camino hacia la reconciliación y la paz.
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Antioquia, CNMH, Machuca, Memoria, Memoria Histórica, Segovia
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CNMH
Ilustración del CNMH sobre los habitantes de Machuca.
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19 octubre 2023
Este 18 de octubre se cumplen 25 años de la masacre que sacudió a este corregimiento antioqueño, luego de que el ELN hiciera explotar un oleoducto y el fuego incinerara a 84 personas.
De sobrevivir sí que saben los habitantes de Machuca, el único corregimiento que tiene el municipio de Segovia, en el nordeste antioqueño. Aunque su nombre real es Fraguas —que tomó de una finca en los años cuarenta, cuando comenzó a llegar población afrodescendiente al territorio—, pasó a llamarse coloquialmente Machuca porque ese era el nombre de una mina que estaba cerca de la quebrada Machuquita.
En Colombia todos conocieron al corregimiento como Machuca por la misma razón por la que han sido conocidos tantos otros territorios de la geografía nacional: por la violencia. Fue el 18 de octubre de 1998. La explosión del oleoducto que pasaba por el corregimiento, propiedad del Oleoducto Central de Colombia (Ocensa), dejó 84 víctimas mortales —la mitad de ellas niños— y la certeza de dónde quedaba aquel lugar. La madrugada de ese día, el ELN dinamitó el tubo, lo que ocasionó que el petróleo se derramara sobre el río Pocuné. Luego, al dinamitar un puente, el río ardió.
Desde dos días antes, los habitantes del pueblo venían escuchando rumores que advertían sobre el hecho. Algunos lugareños, como Maribel Agualimpia, recuerdan el temor y la zozobra, el no saber qué hacer ante el no saber qué esperar. «La masacre nos impactó mucho porque este es un corregimiento muy pequeño, donde todos nos conocemos. Quizás no somos familia, pero nos duele todo lo que les pase a los demás», cuenta en su testimonio.
Pie de foto: Portada del pódcast Machuca: más allá de la violencia.
La voz de ella, como la de otros habitantes y sobrevivientes de Machuca, narra la historia de este pueblo colombiano antes, durante y después del conflicto armado. Particularmente, lo hacen los estudiantes de la Institución Educativa Rural Fray Martín de Porres que pertenecían al semillero de Radio y Memoria de Machuca, vinculado a la emisora escolar. Ellos y ellas crearon Machuca: más allá de la violencia, una iniciativa de memoria acompañada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) que derivó en una serie radial. Se trata de un proceso de memoria que permitió un diálogo intergeneracional entre los habitantes del corregimiento de Fraguas.
A lo largo de cinco episodios, se escuchan las memorias de una comunidad pluriétnica comprometida con su corregimiento, que insiste en afirmar el carácter pacífico de su territorio. Es una invitación para los colombianos a conocer un territorio rodeado de vegetación, ríos, fiestas, sueños e historias.
Una historia única de resistencia
Cuatro fechas marcaron la vida de los machuqueños: 1998, 2001, 2002 y 2015. De la primera fecha han pasado ya dos décadas y media. Todo comenzó cerca de las 2 a. m.; así lo recuerdan quienes vivieron ese suceso que marcó un antes y un después en la historia del corregimiento.
Pie de foto: Ilustración del CNMH sobre el renacer de Machuca.
Tras aquella madrugada de fuego, las incursiones de grupos armados no dieron tregua. Los enfrentamientos entre paramilitares, guerrillas y Ejército cesaron por temporadas y se acrecentaron en otras, como en 2015, probablemente el año más violento para Machuca, incluso más que 2001, cuando los paramilitares cometieron una masacre, o 2002, cuando el ELN retornó. En ambas ocasiones, los grupos armados se levantaron en asonada y señalaron a algunos de sus habitantes para luego masacrarlos.
Así que Machuca ha sabido caerse y levantarse. Sus habitantes saben de sobrevivir, de sobreponerse a los más grandes temores. Dos décadas y media después de ese 18 de octubre, cuando ardió el corregimiento, Machuca sigue contando su historia y creando sus memorias. Su resistencia es única.
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Antioquia, CNMH, Machuca, Memoria, Memoria Histórica, Segovia
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CNMH
Foto: CNMH
01 septiembre 2020
El pasado 12 de agosto, la Estrategia Nación Territorio y Participación de Víctimas del Centro Nacional de Memoria Histórica realizó el primer taller del módulo de formación Reflexionando sobre los lugares de memoria del conflicto colombiano. Experiencias y aprendizajes, dirigido a autoridades regionales y mesas de participación de víctimas municipales.
En este espacio participaron representantes de siete municipios: Segovia y Angostura (Antioquia), Tierra Alta (Córdoba), San Pablo (Bolívar), Neiva (Huila), Riosucio (Caldas) y Santa Bárbara Iscuandé (Nariño), todos ellos reunidos con un mismo objetivo: entender qué es un lugar de memoria y cómo materializarlo.
De acuerdo con Yohanna Cuervo, enlace nacional de la Estrategia Nación Territorio y quien lideró el taller, los lugares de memoria son iniciativas que surgen de un proceso reivindicativo de visibilización de hechos que afectaron a la comunidad. “Es este proceso el que genera la necesidad de un espacio físico que les permita dinamizar las acciones y permanecer en el tiempo”, sostuvo.
Sin embargo, no en todos los casos los lugares de memoria parten de una iniciativa ciudadana, sino que obedecen al desarrollo de proyectos institucionales que corren el riesgo de no articularse con las organizaciones de víctimas y derechos humanos y pueden convertirse en museos, parques o casas de la memoria inactivos por la falta de apropiación social por parte de la comunidad. “Los lugares de memoria son procesos difíciles, necesitan una sostenibilidad económica, pero también social. No se trata de conseguir unas instalaciones, sino de crear una institución de memoria en el ámbito local”, aseguró Cuervo.
Es por ello que desde el CNMH se vio la necesidad de realizar un módulo de formación para aquellos municipios que incorporan un proyecto para la construcción de un lugar de memoria en su plan de desarrollo, Plan de Acción Territorial (PAT) o en la formulación del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Entre ellos se encuentra Neiva, que tiene proyectado en su plan de desarrollo la construcción de un lugar de memoria que se convierta al mismo tiempo en fuente de ingresos económicos para las víctimas a través de la comercialización de sus productos.
Entre los referentes, se habló del Salón del Nunca Más en Granada (Antioquia), conocido como el primer lugar de memoria en Colombia, que en sus once años de historia ha sido ejemplo de la perseverancia y dignidad de una comunidad que decidió hacer visibles los rostros de cientos de hombres, mujeres y niños víctimas de la violencia. También se presentó el caso de la Minga Muralista del Pueblo Nasa, una iniciativa que traspasó los límites de un espacio y tomó los muros de todo Toribío (Cauca) para retratar escenas de paz y resistencia que generan revitalización cultural y apropiación social.
Cabe mencionar que el CNMH, a través de la Dirección de Museo de Memoria de Colombia, el equipo de Iniciativas de Memoria y la Estrategia Nación Territorio, viene acompañando los procesos de construcción, apropiación y fortalecimiento de lugares de memoria desde 2014. Dentro de ellos se puede mencionar La Casa de la Memoria del Pacífico Nariñense, el lugar de memoria departamental del Meta, el Parque de Memoria de El Castillo (Meta) y la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación de Cali, entre otros.
Una recomendación primordial para las autoridades territoriales al planear un lugar de memoria es reconocer a los actores que han trabajado procesos de memoria en la comunidad y darles participación para generar una visión compartida sobre el lugar. Este fue el primero de tres talleres virtuales que se realizarán con el fin de sentar las bases de los que serán los futuros lugares para la construcción social de la memoria histórica.
Leer más sobre lugares de memoria en Colombia:
acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional
Angostura, CNMH, Estrategia Nación Territorio, memoria y comunidad, Neiva, Riosucio, San Pablo, Santa Bárbara Iscuandé, Segovia, Tierra Alta
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CNMH
Gearóid Ó Loingsigh
22 Nov 2014
El próximo 22 y 23 de noviembre el CNMH acompañará las actividades de conmemoración de los 26 años de la Masacre en Segovia y Remedios, en Antioquia.
Durante décadas esta subregión del nordeste del departamento ha sufrido las consecuencias del conflicto armado colombiano. Con el objetivo de combatir a las guerrillas, el Ejército y la Policía establecieron alianzas con los grupos paramilitares de la zona, hecho que convirtió a la población civil en objetivo militar. Matanzas, desplazamientos y masacres se convirtieron en el día a día de los habitantes de esta zona del país.
Para que los macabros crímenes no se vuelvan a repetir en la historia venidera, La Asociación de Víctimas y Sobrevivientes del Nordeste conmemorará el vigésimo sexto aniversario de la matanza de civiles en los municipios de Segovia y Remedios el 11 de noviembre de 1988, así como las cometidas en los municipios de Amalfi, Vegachí y Yolombó. También para recordar a las otras víctimas de asesinatos selectivos y a las organizaciones sociales y partidos políticos victimizados.
Allí, el CNMH liderará un taller de reparación simbólica y socializará la segunda edición del informe “Silenciar la democracia”.
Esta conmemoración se inscribe en el marco del proceso de recuperación de la memoria y la dignificación de las víctimas, con el fin de que no queden en el olvido los crímenes de lesa humanidad, se castigue a los responsables, haya justicia, verdad, reparación integral y garantías de no repetición para que haya paz duradera.
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CNMH
El Colombiano, Medellín, 25 de abril de 1996
29 Abr 2015
Segovia, un pequeño pueblo minero, se levanta entre las montañas del Nordeste de Antioquia. En el parque central hay un monumento que rinde homenaje a las víctimas de la masacre del 11 de noviembre de 1988. Sin embargo, su tamaño no parece hacerle justicia a la magnitud de los hechos violentos que ha padecido su población.
La comisión del Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, llegó el viernes 24 de abril después de cuatro horas de viaje por tierra desde Medellín. El objetivo: asistir y participar en la primera conmemoración de la masacre ocurrida el 22 de abril de 1996.
Con advertencias anónimas de un asesinato masivo, el pueblo de Segovia ya se preparaba para lo peor. Grafitis intimidantes, llamadas amenazadoras, extraños caminando por las calles encapuchados, boletines con advertencias que llegaban debajo de las puertas infundieron terror en la población.
Finalmente, el 22 de abril, a las 2:25 pm, aterrizó en el aeropuerto de Otu una avioneta comercial. Entre sus pasajeros se encontraban seis hombres que llegaban hacer parte del grupo victimario.
El capitán Rodrigo Antonio Cañas Forero, del Ejército Nacional, los esperaba en la pista para recibirlos. Tras mantener unas charlas en la base militar de Otu y en el estadero del aeropuerto, estos seis hombres se reunieron con otros dos que habían llegado, por tierra desde Medellín, en un carro de la empresa Frontino Gold Mines (FGM).
Montados en un campero y después de varios inconvenientes, los ocho hombres llegaron a las 7:40 p.m. al salón de billares Villa Flay ubicado en el barrio La Paz (casco urbano de Segovia). Encapuchados y armados con granadas, pistolas automáticas y revólveres, estos sicarios obligaron a las personas que se encontraban dentro del establecimiento a tenderse en el piso. Acto seguido, los ejecutaron. Solo algunas pocas personas lograron salvarse, pues aprovecharon los cortos momentos en que los victimarios se quedaban sin municiones. Cuando un hombre que se encontraba allí devolvió el fuego, los sicarios abandonaron el lugar.
Pero el terror no acabó. A las 8:00 p.m. el campero se estacionó frente al salón de billares El Paraíso, en el barrio José Antonio Galán (o El Tigrito); los hombres armados descendieron del vehículo para repetir el ataque. Finalmente, estos ocho asesinos emprendieron la huida por la vía hacia Puerto Berrio dejando una estela de muerte a su paso.
A las 10 de la mañana del 25 de abril de 2015, víctimas del conflicto armado en Segovia y sus alrededores empezaron a llegar a la Casa de la Cultura del pueblo. Allí, abogados provenientes de Medellín y de Bogotá, invitados por la Asociación de Víctimas y Sobrevivientes del Nordeste Antioqueño, atendieron individualmente a cada una de las familias para escucharlos, resolver sus inquietudes y brindarles una asesoría jurídica de acuerdo con cada caso.
A las 2:30 p.m. se dio inicio formal a la primera conmemoración de la masacre de 1996, 19 años después de los hechos. Luis Fernando Álvarez, director de la Asociación de Víctimas y Sobrevivientes del Nordeste Antioqueño, recordó a los asistentes que allí no solo los convocaba la masacre del 96, sino todas las ocurridas en el pueblo y todas las otras formas de violencia que han llenado de luto y de dolor a Segovia. Además, recalcó que las muertes no fueron aisladas, fueron premeditadas y con ellas se buscó silenciar los proyectos de vida de muchas comunidades y a la oposición política. “Queremos que estos hechos no se vuelvan a repetir en el futuro y podamos vivir sin escuchar el fuego de las metralletas y de los fusiles; que todas las comunidades levanten la memoria en honor de todas las personas que fueron asesinadas”, afirmó.
Cuando Luis Fernando Álvarez finalizó su intervención, la canción “No se puede sepultar la luz” empezó a sonar en el fondo del auditorio. En la pared central, frente a todos los asistentes, los nombres de las víctimas fatales y lesionadas de la masacre de 1996 empezaron a aparecer, uno por uno. Luego, empezaron a pasar lentamente antiguas noticias de prensa sobre los hechos publicados en los periódicos y revistas más importantes del país. El silencio se apoderó del salón.
Al finalizar la canción, Daniel Cabezas, religioso jesuita, se tomó el estrado para recordarles a los asistentes la importancia de seguir creyendo en Dios porque siempre está caminando al lado de cada una de las personas. Pidió recordar a las personas que murieron para decir “No Más” y seguir con la convicción de construir un país mejor.
Acto seguido, el grupo de hip hop, The raza, se subió al escenario. Inspirados en las historias de sus padres y en lo que vivieron desde pequeños, estos chicos nacidos en Segovia aprendieron a plasmar sus angustias, dolores y palabras de protesta en canciones. Además de cantar dos de sus composiciones, invitaron a los asistentes a recordar a las personas que ya no están, pero que nunca se olvidarán.“Memorias de un pueblo” retumbó en el lugar como un homenaje a las víctimas.
Posteriormente Ronald Villamil, investigador del CNMH y relator del informe “Silenciar la democracia. Las masacres de Remedios y Segovia 1982 – 1997”, subió al escenario para presentar la segunda edición de esta importante investigación. Además de agradecer a las personas que hicieron posible la realización de este texto, Villamil enfatizó en las deudas que tiene el Estado con esta comunidad. Asimismo, explicó las novedades que incluye esta segunda edición del informe, entre las que se cuenta la condena al político liberal César Pérez García como determinador y coautor de la masacre de 1988.
Luego, algunas víctimas presentes reclamaron justicia, verdad y reparación, y exigieron que estos hechos no se vuelvan a repetir.
A la salida del evento, todos los asistentes recibieron un ejemplar del texto “Silenciar la democracia”.
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CNMH
Gearoid Ó Loingsigh
18 Jun 2015
El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) rechaza los recientes asesinatos a cuatro habitantes de Segovia, Antioquia, así como las amenazas a varios de sus líderes comunales y personas que apoyaron la investigación del informe “Silenciar la democracia” sobre uno de los casos emblemáticos de la violencia en el nordeste antioqueño.
Las amenazas se dieron a conocer desde los primeros días de junio a través de un panfleto firmado por un “grupo revolucionario que lucha por la equidad social” en donde declara objetivo militar a líderes como Manuel Escalante, además de habitantes que realizan actividades como la venta de oro, expendedores de droga y a la población Lgtbi. También insta a la población a confinarse en sus casas a partir de las 6:00 de la tarde.
El CNMH con sus trabajos, como es el caso de “Silenciar la Democracia”, sobre las masacres de Remedios y Segovia, busca evidenciar las dinámicas del conflicto armado y de las diversas manifestaciones de violencia que han ocasionado graves consecuencias —expresadas en el alto grado de victimización sufrido por la población— precisamente en aras de contribuir a que se consoliden los propósitos de no repetición de tales situaciones. Como parte de las recomendaciones en el informe general de memoria histórica “¡Basta Ya!” demanda a los grupos armados ilegales el cese de las acciones violentas contra la población, y a las autoridades a todo nivel su concurso para consolidar un logro efectivo de las garantías de no repetición.
El CNMH reconoce el gran aporte de la población de Segovia para conocer los graves efectos del accionar de los actores armados en el tejido social y hace un llamado a las autoridades para actuar con diligencia y eficacia para que cese este tipo de amenazas y las demás violaciones a los derechos humanos que se registran, para que se investigue lo ocurrido y se proceda en consecuencia.
El momento histórico que vive el país demanda el fin de la confrontación armada, el respaldo al proceso de paz en curso, el aliento a la fase de transición hacia una paz estable, duradera y a la creación de condiciones para la reconciliación. En tal contexto, persistimos en nuestra labor como ente estatal comprometido con el deber de promover la memoria histórica y con ello conseguir aportar a la reparación de las víctimas, y en la defensa y promoción efectiva de los derechos humanos.
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Laura Cerón
Laura CerónLaura Cerón
16 Nov 2018
Recordarlo todo: 30 años de la masacre de Segovia
Los habitantes de este pueblo antioqueño conmemoraron a las 46 víctimas de la masacre perpetrada por los paramilitares hace tres décadas. Este acto sirvió para recordar al pueblo que alguna vez fue remanso de oro y paz.
A cada persona que entró al auditorio del Museo Casa de la Memoria de Medellín le entregaron un clavel blanco. Las paredes las decoraron con las fotografías de las personas que ya no están porque los desaparecieron o los mataron. En el escenario, un pequeño altar con mantel blanco rodeado de más flores y, sobre el mantel, un listado con los nombres de los 46 hombres y mujeres que asesinaron hace tres décadas en las calles de Segovia, al norte de Antioquia: Pablo, Shirley, Libardo, Jorge, Rosa, Luz, Jesús, Roberto… El listado completo lo leyeron al final del acto.
Se trató de la conmemoración en Medellín de los 30 años de la masacre de Segovia, el pasado 11 de noviembre. Llegaron un poco más de 100 personas para recordar lo que pasó pero, especialmente, para encontrarse. La mayoría pertenece a ASOVISNA (asociación que reúne buena parte de los sobrevivientes y familiares), viven en la capital antioqueña desde hace años y hablan sobre su pueblo como si se tratara del paraíso perdido. Recordaron los familiares muertos, sí, pero a leguas se notaba que la conmemoración también les servía como pretexto para preguntar por familiares, amigos o el hijo “de tal” que se atrevió a regresar al nordeste a trabajar en minería a pesar de continuar como “zona roja” en términos de violencia.
Hubo lágrimas. Hacer la conmemoración de la primera gran masacre de la historia del conflicto armado en Colombia cometida en un casco urbano, también es recordar el miedo y el dolor que ha acompañado a los sobrevivientes durante años. Para algunos, esos sentimientos están acompañados por un deje de frustración política, pues gran parte de las víctimas pertenecían a las disidencias políticas del momento, en especial, simpatizantes y militantes de la Unión Patriótica (UP). Hace siete años elCentro Nacional de Memoria Histórica lanzó el informe “Silenciar la Democracia”, en alusión a la gran mordaza impuesta ese 11 de noviembre y a las 200 personas asesinadas selectivamente entre 1982 y 1997 en esta región. Sin contar con las otras 14 masacres que ocurrieron en la zona y que dejaron 147 víctimas fatales. No todas eran de la UP, también hubo del Partido Conservador, del Liberal, de las juntas cívicas y de las juntas sindicales.
La masacre de Segovia del 88 es la más conocida por la opinión pública por lo que implicó en términos de terror y sevicia, y porque casi cada familia del pueblo tiene una historia que contar sobre ella. Pero algunos de los asistentes al acto conmemorativo en Medellín hablaron más de lo ocurrido a mediados de los noventa, cuando un comando paramilitar perpetró un alto número de asesinatos colectivos. Fue ahí -recuerdan- cuando colapsaron las relaciones comunitarias, y el miedo a pensar y hablar de una manera diferente se apoderó de la gente. Fueron asesinados líderes campesinos, autoridades locales, exalcaldes, exconcejales, profesores y miembros de la Fuerza Pública. A veces, dichas muertes eran precedidas de secuestro o desapariciones forzadas. Aún no se sabe el paradero de algunos de ellos. Aunque los actores y la forma de la guerra han cambiado después de 1998, esta se ha perpetuado hasta hoy, a tal punto que varios de los asistentes también hicieron memoria de familiares asesinados hace tan sólo cinco o seis meses.
“Como ciudadanos debemos trabajar por la verdad y la justicia. Si no lo hacemos, nos convertimos en cómplices de nuestra historia”, afirmó el cura durante la misa de conmemoración.
La esperanza que existe entre los segovianos es que exista una nueva generación que reivindique la dignidad y la vida.
El fin de semana del 11 y 12 de noviembre, también se realizaron conmemoraciones en Segovia, lideradas por otras dos organizaciones de víctimas: la Corporación Acción Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño Cahucopana (Cahucopana), y la Corporación para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos Reiniciar; quienes estuvieron acompañados por organizaciones campesinas de la región, organismos internacionales y la Alcaldía del municipio.
Además de un acto solemne en la plaza central, hubo un recorrido por las calles y lugares donde hace treinta años fueron asesinadas las 46 personas (desde el barrio La Madre hasta la plaza central). La marcha fue acompañada por familiares de víctimas, miembros de las organizaciones civiles, funcionarios locales, dos bandas marciales y estudiantes de colegio, quienes se unieron –durante las dos horas que duró el recorrido- para hacer memoria colectiva de un hecho que no debió ocurrir.
Carlos Morales, líder de Cahucopana, hizo énfasis, especialmente, en las exigencias de justicia y las garantías de no repetición. “Para hablar de justicia, hay que empezar por conocer toda la verdad”, dijo en la plaza. Según las investigaciones judiciales, la violencia política del nordeste estuvo protagonizada por redes criminales articuladas por miembros activos de la Fuerza Pública que operaban en la región, unidos a civiles y grupos paramilitares. Por la masacre de Segovia de 1988 hay condenas contra paramilitares, militares y un político.
Pero no es suficiente. Por eso, representantes de la Comisión de la Verdad y de la Justicia Espacial para la Paz (JEP) fueron invitados a Segovia para que acompañaran la conmemoración. Allí se sentaron en la plaza central a escuchar a las víctimas que quisieron compartir su testimonio. “El genocidio contra la UP es un caso que está en la JEP, cuyo reto es poder contar a la sociedad y a las víctimas qué fue lo que pasó y poder establecer los máximos responsables”, dijo Reinere de los Ángeles Jaramillo, magistrada del Tribunal de paz de la JEP.
A dicha frase tal vez habría que agregarle la necesidad porque Segovia vuelva a ser un lugar digno para vivir en paz, y donde pensar diferente no se convierta jamás en un pretexto para que llegue la muerte.
Pablo Emilio Gómez Chaverra |
Shirley Cataño Patiño |
María del Carmen Idárraga de Gómez |
Jorge Luis Puerta Londoño |
Carlos Enrique Restrepo Pérez |
Libardo Antonio Cataño Atehortua |
Carlos Enrique Restrepo Cadavid |
Luz Evidelia Orozco Saldarriaga |
Gildardo Antonio Restrepo Cadavid |
Rosa Angélica Masso Arango |
Luis Eduardo Sierra |
Jesús Antonio Benítez |
Jesús Antonio García Quintero |
Pablo Emilio Idárraga Osorio |
Luis Eduardo Hincapié |
Roberto Antonio Marín Osorio |
Fabio de Jesús Sierra Gómez |
Luis Adalberto Lozano Ruíz |
Diana María Vélez Barrientos |
Guillermo Darío Osorio Escudero |
Olga Lucía Agudelo de Barrientos |
María Soledad Patiño |
Luis Ángel de Jesús Moreno San Martín |
Juan de Dios Palacio Múnera |
Henry Albeiro Castrillón |
Jesús María David |
Francisco William Gómez Monsalve |
NN masculino |
Jesús Eduardo Hernández Sierra |
NN masculino |
María Dolly Bustamante |
Robinson de Jesús Mejía Arenas |
José Danilo Amariles Ceballos |
Julio Martin Flórez Ortiz |
Jairo Alfonso Gil |
Regina del Socorro Muñoz de Mestre |
Jairo de Jesús Rodríguez Pardo |
José Abelardo Osorio Betancur |
Jesús Emilio Calle Guerra |
Oscar de Jesús Agudelo López |
Guillermo de Jesús Areiza Arcila |
Jesús Orlando Vásquez Zapata |
Fabio Arnoldo Jaramillo Fernández |
Jesús Avalo |
Jesús Aníbal Gómez García |
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06 Nov 2018
La conmemoración por los 30 años de la masacre de Segovia, Antioquia, rendirá homenaje a las 46 víctimas que dejó la incursión paramilitar perpetrada el 11 de noviembre de 1988. Sus participantes harán un recorrido histórico por los lugares donde fueron asesinadas.
Para las familias y las organizaciones sociales, la verdad frente a los hechos ocurridos en 1988 es fundamental para alcanzar una transición hacia la paz en el municipio.
Según el informe del CNMH, Silenciar la democracia: Las masacres de Remedios y Segovia (1982-1997), en el Alto nordeste antioqueño se registraron 32 masacres entre 1982 y 2002.
El próximo 11 de noviembre se llevará a cabo la conmemoración “La verdad, un camino hacia la reconciliación. Nunca más una masacre en Segovia”. Esta acción simbólica, organizada por los familiares de las víctimas, las organizaciones sociales y la administración municipal, busca interpelar a la sociedad frente al asesinato de 46 personas ocurrido el 11 de noviembre de 1988.
La conmemoración iniciará con una eucaristía por el barrio La Madre en Segovia y sus participantes harán un recorrido histórico por las paradas en lugares donde fueron asesinadas las víctimas. En la plaza central también se hará una jornada contra el olvido que incluye la instalación de un foro, actos culturales y simbólicos.
Hace 30 años, los sueños por un cambio alternativo en el municipio de Segovia fueron interrumpidos por la violencia paramilitar. Los conflictos sociales producidos por el auge del oro a principios de los años 80 en la región, además de su acelerado crecimiento demográfico, derivaron en un movimiento social liderado por los sindicatos de la región.
Desde 1986, con la apertura electoral fruto de la descentralización política del Estado, varios de estos movimientos sindicales, sociales y campesinos se unieron al partido de la Unión Patriótica (UP) transformándose en actores determinantes del proceso electoral y la protesta social. El partido de la UP logró ganar las alcaldías de Apartadó, Mutatá, Remedios, Yondó y Segovia en el departamento de Antioquia. Sin embargo, esto también les llevó a convertirse en blanco particular del escalamiento de la violencia del conflicto armado.
Desde que la UP alcanzó 6 de las 10 curules en los respectivos concejos municipales de Segovia y Remedios a sus habitantes los tildaron de guerrilleros y comunistas. El punto más álgido de la violencia llegó el 11 de noviembre de 1988, cuando una alianza criminal entre miembros de la Fuerza Pública, paramilitares del Magdalena Medio y políticos regionales bajo el nombre de “Muerte a Revolucionarios del Nordeste” (MRN) asesinó a 46 personas y según la comunidad dejó sesenta personas heridas y familias desplazadas incluyendo a la Alcaldesa de la UP en ese entonces, Rita Ivonne Tobón Areiza, quien se encuentra en el exilio.
Por estos hechos, la Corte Suprema de Justicia condenó a 30 años de prisión al ex representante a la Cámara por el Partido Liberal, César Pérez, quien se alió con miembros del Batallón Bomboná y del comando de Policía de Segovia, así como con los paramilitares Fidel Castaño y Henry Pérez, este último ex jefe de las Autodefensas de Puerto Boyacá, para cometer esta masacre luego de que su partido perdiera las elecciones del 86. En su momento fue condenado Fidel Castaño como determinador y 2 civiles y 5 miembros de las Fuerza Pública por su participación en la planeación y ejecución de las amenazas y la masacre.
A pesar del dolor que han dejado las heridas de la guerra, durante los últimos 8 años, la Corporación Acción Humanitaria por la Convivencia y la Paz del Nordeste Antioqueño (CAHUCOPANA) y la Corporación Reiniciar vienen impulsando anualmente la conmemoración de este hecho, con el objetivo de seguir exigiendo la verdad sobre lo sucedido, para que así haya justicia, reparación y garantías de no repetición.
“Queremos un municipio donde se respete la vida de aquel que piensa diferente, donde los campesinos y campesinas no sean estigmatizados, donde los líderes, lideresas y los defensores de derechos humanos puedan caminar libremente sin temor alguno”- Líder de Segovia.
Fecha: 11 de noviembre de 2018
Hora: 09:00 a.m.
Lugar: Barrio La Madre
Segovia, Antioquia
Publicado en Noticias CNMH
Conmemoraciones, Masacre, Segovia, Semana por la Memoria, Víctimas
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