Autor: CNMH

Un reconocimiento que tocó corazones

Un reconocimiento que tocó corazones

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

18 Dic 2015


Un reconocimiento que tocó corazones


Pocos colombianos saben que un día después de que Fabiola Lalinde fuera notificada de la inclusión de su archivo en el Registro de Memoria del Mundo de la Unesco, tuvo que ser hospitalizada por una falla cardiaca. Fabiola, de 79 años, pasó más de una semana en una clínica en Bogotá,  lejos de su Medellín, digiriendo la noticia, tratando de procesar la emoción de que uno los máximos organismos de la educación en el mundo haya decidido proteger el archivo de la madre de un desaparecido por el Estado colombiano.

Apenas hasta el pasado 16 de diciembre, cuando se hizo la entrega oficial del certificado de reconocimiento, Saadia Sánchez Vegas, directora de la oficina de la Unesco para Colombia, supo del incidente, y frente a esto no pudo dejar de opinar: “es de las pocas veces que escucho que un corazón no haya resistido una emoción positiva, cómo será lo que esto habrá puesto de vida en ella”.

Y es que como lo expresó Gonzalo Sánchez Gómez, director general del CNMH, el recibir el certificado, “este no solo tiene un sentido muy político, sino que también toca vidas, toca familias, toca corazones”.

La entrega del certificado al CNMH, entidad que tiene en custodia el archivo de Fabiola y que lo postuló ante la Unesco, se dio dos días después de que la mesa de negociaciones de La Habana diera a conocer el acuerdo parcial alcanzado sobre el tema de las víctimas. Allí se reconoció particularmente a las víctimas de desaparición forzada con la creación de una comisión de búsqueda.

Fabiola Lalinde es una de las víctimas más emblemáticas de este atroz crimen, no solo porque Luis Fernando Lalinde Lalinde, su hijo, fue el primer desaparecido reconocido por la Comisión Interamericana de Justicia, sino porque ella y su familia han dedicado más de treinta años de su vida a la recuperación de la memoria de su hijo. Para el momento en que ella inició su búsqueda, la desaparición forzada no estaba tipificada como delito en Colombia, así que ella abrió camino en un país que no tenía especialistas forenses que pudieran ayudarla a encontrar los restos de su hijo, en el que las víctimas no recibían atención psicosocial y donde no existía lo que ahora llamamos memoria histórica.

Con su lucha consiguió obtener verdad, el Ejército tuvo que reconocer su responsabilidad en la desaparición de Luis Fernando, aunque todavía no ha conseguido justicia, ninguna persona ha sido aprehendida por esta desaparición y ella todavía, 31 años después, no ha recibido la indemnización por los perjuicios económicos que este crimen le trajo a su familia. Para Fabiola esto implicó ser víctima de múltiples persecuciones, que la llevaron incluso a estar injustamente encarcelada acusada de narcotráfico. Tuvo que dejar de trabajar, perdió la casa en la que vivía y en este momento atraviesa serias dificultades económicas.  

De allí que la directora de la Unesco destacara la necesidad de reconocer su experiencia. “Con el registro en el programa de Memoria del Mundo, la memoria de doña Fabiola no solo será más  perdurable, sino que saldrá de su intimidad para ser memoria de la humanidad, nunca más será olvido”.   

De la misma manera, Gonzalo Sánchez destacó que “es muy importante que se reconozca un trabajo construido desde el corazón por una víctima en la coyuntura presente, aquí hay un mensaje muy grande de respaldo a las víctimas. Ellas van a tener que seguir enfrentando muchas dificultades en lo que se viene del proceso de paz, y este reconocimiento es poner una estrellita más a su lucha. Porque este proceso necesita y va a necesitar de mucha ayuda”.

Descargar el certificado del Programa Memoria del Mundo de la Unesco.

Vea aquí el video de Saadia Sánchez Vegas, directora de la Oficina de UNESCO en Quito y Representante para Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela, hablando sobre la importancia de que este archivo esté registrado el programa de Memoria del Mundo.

Publicado en Noticias CNMH



reconocimiento, Registro de Memoria del Mundo, Unesco

Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Autor

Gonzalo Sánchez

Fotografía

elespectador.com

Publicado

28 Dic 2015


Yo estuve en… El acto de reconocimiento de las Farc ante víctimas de Bojayá

Gonzalo Sánchez fue uno de los pocos invitados a la ceremonia en la que el jefe guerrillero “Pastor Alape” se disculpó con los habitantes del pueblo chocoano por el cilindro bomba que acabó con la vida de 79 personas, en mayo de 2002.


Texto publicado en elespectador.com

El acuerdo sobre víctimas del Gobierno y las Farc, revelado el 15 de diciembre en La Habana, Cuba, deja ver no sólo que la paz está más cerca, sino también que las víctimas han logrado con su reclamo tener un lugar central dentro del proceso de paz en Colombia, y sobre todo que las negociaciones mismas han transformado a los protagonistas de la mesa.

Pero dicho consenso en torno al tema de las víctimas tiene su antesala en Bojayá, Chocó. En el antiguo pueblo de Bellavista, a orillas del río Atrato.

En Bellavista viejo, el 6 de diciembre, domingo, a un costado de la iglesia, bajo el sol y en sillas plásticas blancas, se ubicaron más de 600 víctimas de frente a una delegación de las Farc. Esperaban escuchar el reconocimiento de un crimen que los marcó para siempre, entre miradas fijas, con lágrimas algunos y en medio de la solemnidad, todos, observaban a la insurgencia dar la cara. Las víctimas habían ido a La Habana, ahora La Habana venía a las víctimas.

Las víctimas fueron llegando en lanchas a Bellavista, que hoy está prácticamente deshabitado, luego de que en 2002 las Farc lanzaran dos pipetas de gas en contra de los paramilitares que utilizaron a la población como escudo. Las pipetas, un arma prohibida y de difícil dirección, cayeron dentro de la iglesia, en la cual murieron aproximadamente 79 personas civiles y 100 más resultaron heridas. Los familiares de las personas muertas y los heridos fueron recuperándose poco a poco, con el transcurrir de los años.

Bojayá puso al descubierto todas las perversiones de la guerra. Mostró hasta dónde la confrontación invocada en defensa de las comunidades terminaba haciéndoles daño, destruyéndolas, provocándoles muerte, dolor, crueldad y desesperanza. Y precisamente todo el impacto de la guerra cayó sobre los más débiles: niños y ancianos. Con Bojayá, la guerra en Colombia se quedó sin argumentos.

Al mismo tiempo, Bojayá nos señaló que la masacre es una expresión de la violencia, pero no la única, y la violencia no se circunscribe sólo a una fecha, a un lugar o a unas víctimas. La responsabilidad por la masacre es distinta a la responsabilidad más general por la violencia en la región.

Desde el 18 de diciembre de 2014, luego de la primera visita de las víctimas de Bojayá a La Habana, ellas comenzaron un proceso y un trabajo de día a día basado en el reclamo de sus derechos, en la consulta a las comunidades de la región y en la posibilidad del perdón. De esta forma, desde Bojayá, nos ofrecieron a todos en Colombia una profunda lección de pedagogía social que potenció su significado en el contexto de las negociaciones.

La ceremonia del 6 de diciembre, con una obra de teatro juvenil y la voz de las víctimas, solemne y austera, enfrentó a la insurgencia a sus propias víctimas, y a las delegaciones de la comunidad afectada hasta hoy por la guerra, les permitió reclamar en su territorio explícitamente: nunca más aquí. La escena, en síntesis, permitió ver frente a frente el disminuido poder de un guerrero y el poder moral de una víctima.

Bojayá es un hito en la construcción de paz. Las víctimas lograron una aceptación de responsabilidad por parte de los perpetradores y en su propio pueblo, en el lugar del oprobio, las víctimas prepararon el escenario largamente. Con sentido de proceso, no de coyuntura. Con sentido de reconciliación, no de retaliación.

El modo como se estructuró y formalizó el encuentro del 6 de diciembre envió un mensaje profundo para los próximos actos de reconocimiento de responsabilidades que la territorialización de la convivencia seguirá demandando.

La comunidad de Bojayá les enseñó al país y a este proceso de paz que las tareas son de larga duración, en su gestación y en su continuidad. Que en actos de esta naturaleza no sólo la insurgencia (en este caso), o quien sea en otros, debe responder a las exigencias de las víctimas, sino que la reparación y la reconciliación sólo son posibles si hay respuesta efectiva a dichas exigencias, y no instrumentalización de sus expectativas.

Las víctimas de Bojayá nos mostraron lo que significa construir tejido de garantías para las comunidades y proyectaron tareas y exigencias concretas al Estado, a la insurgencia y a la sociedad.

Las víctimas nos están enseñando, y nos dicen hoy, después de Bojayá y del acuerdo de La Habana: la reconciliación es un acto que debe comprometer a todos para que la paz sea un proceso sin retorno.

Director del Centro Nacional de Memoria Histórica

 


Bojayá, Farc, Paz, Víctimas

Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Residente de la comunidad de Tanguí se desplaza para regresar a su casa después de tres meses de vivir en una escuela pública en la ciudad de Quibdó.

Autor

CNMH

Fotografía

Juan Arredondo, 2014

Publicado

31 Dic 2015


Un documento obligatorio para los negociadores en La Habana

Así lo aseguró Maicol Martínez Vásquez, representante de las víctimas de desplazamiento forzado ante la Mesa Nacional de Víctimas, a propósito del lanzamiento del informe “Una nación desplazada”, del Centro Nacional de Memoria Histórica.


Son cuatro tomos que componen esta serie que retrata el drama que viven más de 6 millones de personas que están en condición de desplazamiento por el conflicto armado.

¿Cuál es la importancia de este informe para las víctimas?

Realmente nosotros celebramos con júbilo que este hecho se esté dando, una memoria desde la cual todos los colombianos, desde el conocimiento del conflicto y desde el material recopilado, es y será la verdadera reparación. Hemos visto que las dinámicas del conflicto se han dado de diferentes formas, y los victimarios han desplazadoy utilizado el conflicto para desarraigar al pueblo. Con estos documentos vamos a poder garantizar que no haya una repetición, porque cuando uno se adentra en estos documentos se da cuenta que no solamente las personas de estratos bajos, de estratos medios, sino también los estratos altos sufrieron una gran cantidad de hechos a causa de este conflicto.

En esa memoria suya, personal, ¿qué le sucedió?

Nosotros con mi familia sufrimos un desarraigo en 1998, un grupo armado nos sacó de nuestra finca en el sur del Tolima. Después de varios secuestros y varias extorciones a mi madre y varios integrantes de la familia, nos vimos en la obligación de dejar nuestras tierras, dejar lo que sabíamos hacer, desplazarnos a una ciudad a escondernos por razones de seguridad y luchar por subsistir.

¿Cómo han sido estos 17 años fuera de su territorio?

Lo primero es que legas a un sitio donde las personas que no conoces están en la misma situación que la tuya, o simplemente no han podido hacer algo mejor en temas de restablecimientos económico, porque tu empiezas desde cero, es supremamente difícil y más en una ciudad como Bogotá, que el que no la conoce se lo come. Pero igual el ser humano se adapta a las circunstancias y trata de sobrevivir. Pero volver a comenzar, que tus hijos no crezcan bajo las costumbres, bajo todo ese tema cultural que le da identidad al ser humano, es muy difícil porque te lo quitaron.

¿El colombiano es indiferente con las víctimas?, en este caso, ¿Los colombianos son indiferentes con los desplazados?

Muchas veces tú escuchas en otros escenarios e incluso en conversaciones informales que con las víctimas aparte del tema del abandono del Estado, la principal deuda que hay es la deuda social. Es la deuda de esa indiferencia, porque cuando muchas personas dicen: ‘es que todos somos víctimas, todos los 47 millones de colombianos’, sí, pero los 47 millones tuvieron un porcentaje de su población, que hoy en día está alrededor de los siete millones y medio con los cuales fueron indiferentes. Eso es una deuda social que Colombia debe empezar a pagarnos a las víctimas. Los colombianos se deben apropiar de estas memorias, como las de este informe. 

¿Usted cree que este informe cumple en algo las necesidades de las personas desplazadas?, ¿Qué le agregaría o qué le quitaría a ese informe?

Nosotros lo hemos estado leyendo, no todo porque es muy extenso. Nosotros no le quitaríamos absolutamente nada. Si nosotros analizamos el documento, vemos que es un trabajo realizado a conciencia y apoteósico, es una gran investigación científica, es un trabajo cercano a las víctimas que toca las cifras.

Sí, pero cómo hacer con las personas que no saben leer, este es un informe de casi mil páginas, ¿cómo lograr difundirlo de manera masiva?

Eso es un tema pedagógico, también está la animación “Pueblo sin tierra” basada en este informe. Y dentro de todo esto los profesionales que conocen del tema seguramente que conocen muchas herramientas para lograr este objetivo. El llamado es que no lo dejen de hacer, que sigan buscando esas herramientas, porque nos dan una esperanza para que la sociedad se reivindique con nosotros desde el punto de vista de la indiferencia.

En este momento se está negociando con las Farc un proceso de paz, grupo armado que ha sido causante de un porcentaje alto de desplazamiento en el país, ¿Qué pasa en este proceso de paz con el desplazamiento?

Nosotros como víctimas queremos participar de estos diálogos de una manera más activa. Los representantes de las instituciones del Estado están diciendo siempre que: “las víctimas son las que legitiman el proceso de paz”, y si nosotros legitimamos el proceso de paz, ¿por qué no estamos allá?, entonces es un proceso ilegítimo. Nosotros somos los encargados de hablar sobre perdón, olvido, y muchos temas más.

No queremos hablar de cifras, de números, pero ¿cómo le damos rostro a más de seis millones de desplazados?

Es divulgar historias, divulguemos las entrañas del conflicto. De qué manera se dio, cuáles fueron las dinámicas y cuáles fueron los verdaderos motores para que los diferentes grupos armados de esta guerra pudieran cometer tantos delitos, con una mirada indiferente no solo del Estado sino de la sociedad. Esa debería ser la columna vertebral. Los negociadores en La Habana deben leer este informe, es un deber histórico y parte del verdadero arrepentimiento, es un compromiso, y es parte también del aporte integral a las víctimas, leer y apropiarse de estos documentos. 

Descargar toda la serie de informes sobre desplazamiento forzado, Una nación desplazada.
 


Desplazados, Farc, Habana, Informe, Negociadores, Víctimas

“Mientras los grupos nos azotan, los niños bailan”

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

María Paula Durán

Publicado

09 Abr 2015


“Mientras los grupos nos azotan, los niños bailan”

Magüi Payán es un municipio internado al sur del Pacífico, en el departamento de Nariño. Allí a pesar de las difíciles circunstancias planteadas por el conflicto armado, la extrema pobreza y un nivel de desplazamiento que hoy tiene a dos mil personas provenientes de la zona rural en el casco urbano, sus habitantes siempre tienen una sonrisa para ofrecer.

Esa actitud de los habitantes de esta región siempre ha sido el motivo que inspira a Juan Angulo, un artista que ha participado activamente en las actividades del Centro Nacional de Memoria Histórica en la región y que hoy estuvo en primera fila como parte de los invitados especiales al lanzamiento oficial del Museo Nacional de la Memoria.

Él llegó con un regalo especial para Juan Manuel Santos, “el gesto del currulao”, un cuadro de formato medio, que a través de la técnica de espátula y óleos de colores cálidos, muestra a una bailarina tradicional de la región del Pacífico, en medio de un escenario donde se difuminan los hechos de violencia que los azotan.

“En estas pinturas están todos los golpes que han recibido nuestros mayores, reflejados en nuestros niños y en nuestra gente, que a pesar de tantas dificultades y aislamiento, están sonriendo siempre. Mientras los grupos nos azotan, los niños bailan”, aseguró que este tipo de expresiones podrán ser conocidas por todos los colombianos, pues el Museo Nacional de la Memoria tendrá un espacio para darlas a conocer.

El “Gesto del currulao” busca mostrar las formas de resistencias pacíficas de los habitantes de la región, sin olvidar que la alegría de sus habitantes oculta el hambre, las dificultades y la falta de oportunidades para los campesinos, agregó Juan, quien aspira a que su obra entre a formar parte de la colección de obras de artistas colombianos que se exhiben en las paredes del Palacio de Nariño.

“Quiero que a través de mi obra, los colombianos vean la belleza natural de mi región, pero también los hechos de la violencia. Quiero que todos puedan ir algún día a estas tierras, a pesar de que se demoren tres días para llegar. Estoy seguro que la persona que lo conozca, no querrá salir de allá” 

 


Arte, Grupos Armados, Magüi Payán, Niños y Niñas, Pacífico

Resumen fotográfico de presentación del #MuseodelaMemoria

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

María Paula Durán

Publicado

09 Abr 2015


Resumen fotográfico de presentación del #MuseodelaMemoria

Este 9 de abril, en la calle 26 con calle 34, se hizo el lanzamiento oficial del predio donde se construirá el Museo Nacional de la Memoria. Aquí, un resumen fotográfico del importante evento:

Publicado en Noticias CNMH



9 de Abril, Fotografía, Memoria Histórica, Museos de Memoria

Cinco puntos claves que debes saber sobre el Museo Nacional de la Memoria

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

César Romero

Publicado

12 Abr 2015


Cinco puntos claves que debes saber sobre el Museo Nacional de la Memoria

Es común que se asocie a los museos con espacios estáticos, apagados, poco útiles, reservados para intelectuales o un púbico especializado. Y eso es justamente lo que no será el Museo Nacional de la Memoria.


 Del Oro, de la Moneda, de cera o de un artista, museos hay muchos que preservan en el tiempo algo que es preciado por su valor y que merece ser expuesto y recordado. Lo cierto es que además de esto, el Museo de la Memoria albergará no solo objetos y visitantes, sino también sus historias, sus recuerdos y sus propuestas.

Un espacio dedicado al conocimiento de la historia reciente, que procura la apropiación social del tema del conflicto interno e invita a la reconciliación, se hace imprescindible en una sociedad que se escandaliza y critica con dureza cuando en otros países ocurren hechos violentos, pero que muchas veces  calla o ignora la tragedia que ha sucedido en el propio.

Aquí les presentamos cinco puntos clave sobre el Museo Nacional de la Memoria:

1 – Salda una deuda histórica: luego de más de medio siglo de conflicto, hay una deuda pendiente del Estado y la sociedad colombiana con las víctimas del conflicto armado. Cumple con una función reparadora y tiene como propósito fundamental dignificar a las víctimas, promoviendo su reconocimiento, el reconocimiento de sus memorias y de sus historias.

2 – Cumple una función esclarecedora: la sociedad requiere saber cuál es la dimensión de la guerra que ha vivido el país, cuáles son sus causas, los responsables, los cambios que ha sufrido el conflicto a lo largo de su duración, es decir, construir un relato que permita entender qué ha pasado y por qué.

3 – Fomenta la diversidad y pluralidad de las voces: a través del diálogo y la participación de los diferentes sectores de la sociedad desde todas las regiones y ciudades, busca ser una plataforma para la construcción en común de la memoria, donde confluyen iniciativas artísticas, sociales, académicas, pedagógicas y de reflexión y se comparten los diferentes relatos y experiencias.

4 – Visibiliza el relato de la paz: al tiempo que hay violencia también hay iniciativas de paz. Paralelo al dolor y la guerra, las víctimas y diversos sectores de la sociedad han promovido iniciativas de memoria y apuestas para construir la paz y resistir a la guerra. Es tiempo de valorar y visibilizar esa resistencia que han hecho indígenas, afrodescendientes, mujeres, habitantes de las regiones apartadas y que el país no conoce.

5 – ¿Por qué en Bogotá?: en su objetivo de ser un centro de integración y reconciliación, el museo  funcionará como una red y un lugar de diálogo y sensibilización para que haya reconciliación y no repetición de los hechos violentos. Por eso se plantea ser un lugar para la reflexión, la creación y divulgación, de modo que lo sucedido en las regiones sea conocido en todo el país y, para eso, Bogotá es un escenario ideal por su centralidad y por la importancia que tiene para la construcción de la opinión pública.

El Museo Nacional de la Memoria es la cristalización de un proceso de construcción de memoria histórica que ya había dado un primer gran paso con el informe ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad, pero que no termina ahí, sino al contrario, inicia una nueva etapa, esta vez con mayor protagonismo y participación de la sociedad.

“Nosotros no vamos a ser portadores de una verdad, no va a haber una verdad oficial, el museo tiene que ser un espacio donde se pongan en diálogo distintas versiones e interpretaciones, y que los colombianos entendamos que ese diálogo es necesario”, asegura Martha Nubia Bello, de la Dirección de Museo Nacional de la Memoria.

De acuerdo con la académica e investigadora, el mayor reto es que sea un lugar en el que las víctimas se sientan representadas, pero a la vez reparadas.

 


Museo Nacional de la Memoria, Paz

San Onofre conmemora a las víctimas de las Auc

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Departamento de Sucre, años 70. Archivo Nacional de DD.HH (CNMH). Colección Edelmira Pérez

Publicado

13 Abr 2015


San Onofre conmemora a las víctimas de las Auc

Después del dominio paramilitar en la década del 90 y comienzos de este siglo, la comunidad de San Onofre, Sucre, se sumió en el silencio. Solo hasta hace tres años desenterraron el valor para reencontrarse entre vecinos y reunirse a recordar y a conmemorar a los familiares y amigos que no sobrevivieron a esos años de opresión. Este jueves, 16 de abril, es la fecha elegida por la comunidad para hacer memoria y sembrar nuevas semillas sin miedo.


En los años 90 los paramilitares fueros los dueños y señores de San Onofre, Sucre, y sus veredas aledañas. No había otra opción de justicia o de orden social diferentes a los que los hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia imponían a fuerza y fuego. Alrededor, en el área de los Montes de María, cometieron más de 40 masacres. Las lógicas eran simples: si no gustabas de los paras te mataban, te desaparecían y te desterraban, si gustabas de ellos, a la larga, también hacían lo que querían contigo, tu familia y tus vecinos.

Rodrigo Mercado Pelufo, alias “Cadena”, fue uno de los jefes paramilitares que estableció un orden social a su antojo entre los habitantes de San Onofre. La gente debía comportarse y relacionarse entre ellos como él lo exigía: regulaban la vida afectiva y sexual de las personas, especialmente de las mujeres, quienes fueron discriminadas, menospreciadas y abusadas. Desaparecieron hombres y mujeres por ser señalados de drogadictos, prostitutas o ladrones.

Las mujeres fueron, quizás, las más golpeadas. Según las “normas sociales” de los paramilitares, ellas no podían reunirse, conformar grupos o socializar. Las personas Lgtbi también fueron sometidas al escarnio público. La comunidad lleva grabada en su memoria escenas de humillación y dolor como aquel campeonato de boxeo al que fueron forzados varios homosexuales del municipio para entretener a los paramilitares, o reinados de belleza, donde niñas, menores de edad, eran forzadas a desfilar ante ellos en vestido de baño.

Las cosas empezaron a cambiar desde la desmovilización de las Auc, pero sólo hasta hace tres años la comunidad recuperó el valor necesario para reunirse, reencontrarse con sus vecinos de las veredas, recordar aquellos años de opresión y conmemorar a quienes no sobrevivieron.

Para este 2015, San Onofre volverá a congregarse en la cabecera municipal y a compartir un día de recuerdos y homenajes a sus familiares asesinados y desaparecidos. Las actividades programadas se llevarán a cabo gracias al apoyo de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Agenda III Conmemoración a las Víctimas de San Onofre

Bajo la coordinación de la Mesa Municipal de Víctimas, este jueves 16 de abril, los habitantes del casco urbano y de las veredas de San Onofre participarán de una jornada que contará con:

Saludos y mensajes de diferentes actores de la sociedad civil, una ceremonia religiosa de acción de gracias, rendición de cuentas por parte de la Mesa de Víctimas a la comunidad, la presentación artística de un grupo folclórico de la región, un acto simbólico que comprenderá la realización de una pintura de gran formato en tela con la ayuda de todos los asistentes, y un almuerzo comunitario para cerrar la jornada.

El transporte para los habitantes de las veredas será provisto por la organización del evento.

 


AUC, Conmemora, San Onofre, Víctimas

Los mamos se reúnen para preservar sus memorias

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Autor

CNMH

Fotografía

© Romel Rojas, OIM.

Publicado

14 Abr 2015


Los mamos se reúnen para preservar sus memorias

El pasado 9 de abril, mientras en Colombia se marchaba para conmemorar el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto y en Bogotá se presentaba el predio donde se construirá el Museo Nacional de la Memoria, en la Sierra Nevada de Santa Marta representantes de seis comunidades indígenas se reunían para hablar de la memoria histórica de sus pueblos, del territorio cómo víctima del conflicto y sobre cómo lograr transmitir sus recuerdos y conocimientos a las nuevas generaciones.


9 de abril

Faltaban algunos minutos para las diez de la mañana cuando llegamos a Gotzheyii, resguardo del pueblo wiwa asentado en la cuenca del río Guachaca en Magdalena, donde se realizaría el primer encuentro indígena para reflexionar sobre el territorio como víctima del conflicto armado. Después de tres horas de viaje desde Santa Marta y tras haber transitado por senderos empinados y agrestes, representantes de las comunidades awá, chimila, embera, wayuu, nasa y el grupo de enfoque étnico del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) esperábamos reunidos cerca de Zalemakú Sertuga, una escuela para los jóvenes wiwa que viven en estas montañas. Entre miradas inquietas y asombradas de los más jóvenes, al ver tantos nuevos visitantes en su resguardo, apareció Yeismith Armenta Amay, coordinador del proceso de memoria histórica de esta comunidad indígena, quien amablemente nos dio la bienvenida.

“Primero nos vamos a reunir para entregar el pensamiento a la madre tierra” indicó. Caminamos unos metros hasta un pequeño cerro donde estaban reunidos los mamos, autoridades de las comunidades que habitan en este relieve montañoso del norte del país. Pasaron tres o tal vez cuatro minutos cuando Yeismith habló nuevamente con el grupo de visitantes “¿Qué pensarían si el sol se apagara, si se volviera rojo o negro?”, nos preguntó en este ritual de la entrega del pensamiento. Pasaron otro par de minutos, hubo reflexión, silencio y finalmente las autoridades aprobaron nuestro acceso a Gotzheyii, donde nos trataron como miembros de su comunidad.

En medio de un día nuboso y gris, como si los dioses del agua, el aire y la tierra estuvieran tímidos de mostrarse ante los visitantes, empezó la jornada de trabajo. “A pesar de los diferentes lenguajes, formas de vestir y culturas hoy nos reunimos con un mismo fin: pensar la memoria histórica desde la madre tierra y compartir el trabajo de cada pueblo indígena” expresó Edgar Alberto Velasco, representante de la comunidad nasa misak del Cauca. A su presentación lo siguieron los awá del Putumayo y Nariño, las wayuu de la Guajira, los embera del Chocó y los chimilas de San Ángel, Magdalena.

Para los sobrevivientes, el transitar por las ruinas del antiguo centro de salud, el Colegio Departamental César Conto, la casa de las hermanas Agustinas y la iglesia San Pablo Apóstol, hoy en día certificada como santuario, les sigue generando emociones como nostalgia y tristeza, pero a la vez, se ha vuelto en un cuadro que los invita a seguir resistiendo, recordando y clamando por derechos y garantías de no repetición. Escuche a continuación

Ahora era el turno de Ramón Gil, máxima autoridad de los wiwa en la Guajira y Magdalena y un sobreviviente del rayo que cayó en la parte alta de la Sierra Nevada en octubre de 2014, hecho en el que 11 indígenas perdieron la vida. “Me disculparán, pero no sé hablar muy bien” empezó su discurso el mamo Ramón, sin embargo, sus palabras llenas de sentido e ideas claves controvertían su afirmación. “Los pueblos indígenas venimos hablando de memoria histórica desde hace mucho tiempo, pero no solo miramos lo material, nos enfocamos más en lo espiritual y lo cultural. ¿Se puede reparar un lugar sagrado?”, preguntó. También aseguró que “el dinero y los recursos materiales no son suficientes por eso necesitamos una reparación espiritual. Debemos pensar el territorio como un cuerpo, hablar de los padres espirituales y compartir esta sabiduría para recuperar y sanar nuestros territorios sagrados”.

La tarde transcurría en Gotzheyii y a pesar de la nubosidad que continuaba arropando la Sierra Nevada el calor y la humedad cada vez se sentían más fuertes. Luego de un breve receso para almorzar, cada comunidad continuaba narrando los procesos de memoria y resistencia en su territorio. Las representantes wayuu contaban cómo han resistido en sus territorios a pesar de la aridez del terreno, la falta de agua y poca ayuda de los gobiernos nacionales. “Después de 11 años de la masacre que se cometió en Portete por parte de grupos paramilitares finalmente hemos regresado al territorio. Es un terreno desértico y no tenemos los ríos que bañan a estas tierras, pero es nuestro territorio y por eso hemos luchado más de diez años para volver a él” contó Carmen Fince Uriana, representante de esta comunidad asentada en Uribia, Guajira.

La palabra continuó en voz de los representantes chimila, embera y awá. Estos últimos contaron cómo el conflicto ha afectado sus territorios en el sur del país. “Durante siglos la tierra nos lo ha dado todo. Nos ha dado alimento, medicina, comida y hogar sin pedir nada a cambio. Pero hoy el territorio está enfermo, ha sido explotado, entregado a las multinacionales y por querer defenderlo nos han tildado de pertenecer a uno u otro grupo armado trayendo muerte a nuestras comunidades” intervino Edgardo Pai, representante awá del resguardo Tortugaña Telembí. Los bombardeos, fumigaciones, atentados a oleoductos y la siembra de minas antipersonal, así como la explotación del oro, los megaproyectos y la proliferación de la minería ilegal son algunos de las principales afectaciones a los territorios de cada uno de los pueblos que estaban reunidos.

Cayó la tarde en Gotzheyii y hubo nuevo receso para comer: pescado, plátano y yuca. Un café y continuó la jornada de trabajo. Esta vez Yeismith tomó la palabra y compartió algunas ideas para que la memoria de los pueblos indígenas vaya más allá de un informe. “La memoria debe ser alimento de nuestras comunidades, debe hacer parte de nuestro plan de vida. Desde las escuelas indígenas los jóvenes deben aprender su historia, así aunque termine el acompañamiento del CNMH el proceso de memoria continuará y seguirá vivo” puntualizó. Cerca de las 10:00 p.m. finalizó el primer día de trabajo y las hamacas brindadas por los wiwa nos esperaban para descansar unas horas y continuar escuchando las demandas de estas comunidades, a las que se les ha violentado su territorio y su cultura desde hace 500 años

10 de abril

A las 6:00 a.m. inició la segunda jornada de trabajo. Con un baño en la cuenca del río Guachaca –que en esta época de sequía es solo un pequeño caudal que no sobrepasaba la altura de las rodillas– desayuno y una nueva entrega del pensamiento a la madre tierra iniciamos las actividades del viernes. Las nubes seguían sobre nosotros y continuaban escondiendo la majestuosidad de la Sierra Nevada, incluso la lluvia se hizo presente por un momento. Sin embargo, la expectativa por la visita de Gonzalo Sánchez, director general del CNMH, se notaba en las autoridades presentes, sin duda esperaban esta oportunidad para darle a conocer sus ideas para que el proceso de memoria histórica indígena sea una realidad.

Cerca de las 9:30 a.m. arribó a Gotzheyii el director del CNMH y junto a él un grupo de periodistas que se interesaron en documentar este encuentro.

Como sucedió a nuestra llegada, los reunieron para hacer la entrega de pensamiento y minutos después pudieron entrar al resguardo. Nuevamente todos nos reunimos para hablar de memoria. Brevemente wiwas, awás, wayuus, chimilas, nasas y emberas se presentaron y narraron sus aportes al proceso de memoria histórica. Después de escuchar un resumen de todas las ideas destacadas del día anterior y a cada uno de los representantes, el director del CNMH tomo la vocería: “queremos escuchar  sus reclamos y necesidades, no son muchos o mejor muy pocos los encuentros entre pueblos indígenas de diferentes regiones y este es un primer paso para seguir realizándolos. Por eso en el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto hemos querido acompañarlos, ustedes han sido excluidos e invisibilizados y queremos ser sus voz” resaltó. Además, dejó en claro que este encuentro no será un hecho aislado, sino el primer paso para que las memorias de los pueblos indígenas sean conocidas y divulgada por todo el país.

El apoyo a la transmisión de las memorias dentro y fuera de los pueblos indígenas, la generación de dos nuevos encuentros regionales con autoridades tradicionales, y la posibilidad de un encuentro nacional, y el apoyo para crear una cartografía de los sitios sagrados que han sido afectados por el conflicto, fueron algunos de los compromisos que quedaron después del encuentro.

Finalmente, al mediodía del 10 abril terminó el primer encuentro indígena para pensar el territorio como víctima. Un primer paso para seguir construyendo la historia de los pueblos indígenas en Colombia, una memoria viva que debe de servir a las mismas comunidades y para que la sociedad, ajena a sus problemas, conozca lo que han tenido que padecer los pueblos indígenas y cómo han resistido.

¿Cómo visibilizar todas las memorias de las comunidades étnicas del país? ¿Cómo las comunidades indígenas pueden, ellas mismas, elaborar su memoria histórica? ¿Para qué servirá y cómo serán narradas estas memorias? ¿Cuál será la participación de las memoria indígena en el Museo Nacional de la Memoria? Estos fueron algunos interrogantes que quedaron al final de una jornada extensa, preguntas que se continuarán respondiendo en un nuevo encuentro en otra región del país y así continuar tejiendo las memorias plurales de todo del país.

 


Los Mamos, Memoria Histórica, Pueblos Indígenas

“Contribuir a la verdad hace parte del cambio”

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Ricardo González

Publicado

15 Abr 2015


“Contribuir a la verdad hace parte del cambio”

“Recibir esta certificación hace parte de un cambio en la vida de nosotros. Es muy difícil venir a contar lo que uno sabe, pero, tal vez, podemos ayudar de alguna forma para que todos sepan lo que le pasó al país”.

Con estas palabras Marlon, una de las primeras personas desmovilizadas en el departamento de Antioquia en recibir certificación por aportar a la verdad, dio la bienvenida a una nueva etapa de su vida en la que quiere demostrar que le apuesta a un nuevo proyecto personal que ayude a la paz y la reconciliación de su comunidad y de su país.

Hoy puedo decir que duermo tranquilo y que hay familias orgullosas de nosotros por haber dado el cambio que dimos”, agregó Marlon durante su breve intervención en una entrega colectiva de certificaciones de contribución a la verdad y a la memoria realizada en el Museo Casa de la Memoria de Medellín.

Se trata de una de las 375 certificaciones de contribución efectiva a la verdad por parte de personas desmovilizadas cobijadas por la Ley 1424 de 2010 que ya están en proceso de entrega en el departamento de Antioquia.

Para Álvaro Villarraga, director de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica se trata de un momento importante para las personas que están siguiendo la ruta de reintegración y retorno a la vida civil luego de haber hecho ruptura y abandono de grupos armados ilegales.

“La certificación da fe y constancia de un aporte positivo a la verdad. Su esfuerzo le contribuye a las víctimas, a la sociedad, supera la historia de violencia grave, sistemática y masiva que comprometió al fenómeno paramilitar. Su actuación da fe de una actitud ciudadana de construcción de memoria histórica”, dijo.

Villarraga recordó que el derecho a la verdad responde a un esfuerzo colectivo de la sociedad y anunció que en el segundo semestre del año se harán los procesos de contribuciones voluntarias para que participen todos los sectores de la sociedad que consideren que pueden aportar elementos de construcción de verdad sobre el conflicto armado colombiano.

Es un éxito de ustedes, se reivindican a sí mismos moralmente, rompen con la violencia y con el legado de violación a los derechos humanos. Deconstruye una historia de violencia paraconstruir una historia de verdades”.

A la fecha en el departamento de Antioquia, la DAV ha recibidolos acuerdos de la verdad provenientes de 3.866 personas en proceso de reintegración, 1.486 de ellas ya se acercaron a entregar sus relatos.

Estos aportes son el resultado del mandato de la Ley 1424 de 2010 que busca contribuir al logro de la paz perdurable, la satisfacción de las garantías de verdad, justicia y reparación a las víctimas, a través de los aportes de personas desmovilizadas del paramilitarismo no vinculadas a delitos de lesa humanidad, que hubieran incurrido únicamente en los delitos de concierto para delinquir simple o agravado, entre otras, como consecuencia de su pertenencia a dichos grupos.

 


Cambio, Comisión de la Verdad, Verdad

Vals con Bashir

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CNMH

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CNMH

Publicado

15 Abr 2015


Vals con Bashir

El cielo es amarillo, oscuro y abundante. La ciudad gris desborda de una esquina una horda de perros enfurecidos que corren desmesuradamente por atrapar su presa. Corren rápido, tanto, que los charcos y demás obstáculos de la calle no son problema para seguir al frente. De fondo la música agita los nervios junto a los ladridos de los salvajes animales y la poca saturación de color dan la sensación de angustia y terror en menos de 60 segundos. Pero todo es un sueño, un horrible recuerdo que dejó la guerra por su paso en lo más entrañable de un mortal. Eso es “Vals con Bashir”, una animación que recrea las memorias de los momentos más difíciles vividos por los excombatientes de la guerra del Líbano en los años 80. 

Aunque no lo aparente, Ari Folman sufre por no recordar a diferencia de sus compañeros un episodio muy importante que sucedió en la guerra.  Es así que Folman decide reunirse, en diferentes partes del planeta, con cada uno de los hombres con los que combatió en la guerra para que su memoria recuerde lo que pasó.  La frustración de este personaje lo lleva a escuchar testimonios violentos y desconcertantes que poco a poco le hacen recordar todo lo que ocurrió. Es el tejer de la memoria, es el construir conjunto.   

“Vals con Bashir” es el resultado de un ejercicio detallado de memoria histórica. En palabras de Lucas Ospina: “el documental como monumento”. Y es que los tiempos de crisis agudizan el ingenio, floreciendo iniciativas como el documental, y mucho más la animación.

Ese romántico hijo del séptimo arte, un ideal permanente en la mente de los asistentes a salas de cine que genera adhesiones incondicionales. Persisten modelos clásicos, sí, pero la realidad tiene muchas caras y ahí es donde está el reto del Centro Nacional de Memoria Histórica: saber contar la guerra colombiana de diferentes maneras. “El recurso de la animación produce un efecto extraño, la voz de los personajes los hace emotivos, pero visualmente lucen mecánicos, una suerte de zombis. Este distanciamiento intencional se comprende al final de la película”, dice Lucas Ospina. 

 

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