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Las víctimas de La Palizúa no se olvidan

Noticia

Autor

Nury Martínez – Investigadora del Grupo de Reparaciones Colectivas.

Fotografía

CNMH

Publicado

04 Sep 2015


Las víctimas de La Palizúa no se olvidan

 

El pasado 15 de agosto la comunidad campesina de La Palizúa, ubicada entre los municipios de Plato y Sabanas de San Ángel, Magdalena, conmemoró los 18 años del día en que tuvo que desplazarse forzadamente por amenazas de grupos paramilitares comandados por Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40”.

El evento tuvo como objetivo hacer un reconocimiento público en el territorio a todos los hombres y mujeres de la comunidad que sufrieron las alteraciones causadas por el conflicto armado; a los que murieron, desaparecieron o soportaron graves violaciones a sus derechos, como los sobrevivientes que retornaron voluntariamente y continúan la lucha por la tierra y la vida o sus amigos y familiares que no han podido regresar por faltas de garantías y condiciones dignas.

Esta conmemoración se realiza cada año. En este ocasión estuvo acompañada por el equipo de reparaciones colectivas Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, como un ejercicio del derecho a no olvidar y a generar garantías de no repetición de estos hechos violentos. Estos actos se han convertido en espacio de reencuentro de la comunidad para reconstruir su tejido social,  su memoria colectiva y dignificación de las víctimas. El CNMH apoya estos esfuerzos en búsqueda de una reparación integral a esta comunidad.

El encuentro contó con la participación de hombres y mujeres que habitan actualmente la vereda de La Palizúa y de varios personas que no han podido retornar a su territorio. Los acompañaron campesinos de otras comunidades cercanas como La Pola, Bejuco Prieto, Canaán y Caño de Agua. También estuvieron presentes representantes rurales de Las Pavas y los Montes de María, así  como organizaciones e instituciones estatales, entre ellas: la Unidad de Víctimas, el equipo de Entrelazando y la unidad de Restitución de Tierras, de acuerdo a la solicitud de la comunidad, de entrega oficial de títulos de algunos predios del sector Las Planadas.

Memoria en trova

Ronaldo Guette es campesino de La Palizúa y gestor de memoria de su comunidad. Para esta conmemoración quiso narrar los recuerdos e imágenes que conserva de La Palizúa en estas coplas que compartió con los asistentes al evento.

Hoy te habla La Palizúa
Por: Ronaldo Guette

Hoy te habla La Palizúa
Haciendo un poco de memoria
Pa’ que escuchen los aquí presentes
Un poco de mi historia.

Yo era una tierra descuidada
A la vera de un camino
Recuerdo ese hermoso día
Cuando llegaron mis campesinos.

En los años de los ochenta
A mí Dios me bendijo
Con la llegada de los campesinos
Y los adopté como mis hijos.

Empezaron a cultivar
Productos de pan coger
Para que estas familias
Tuvieran de qué comer.

Nos fuimos entrelazando
Y a mí claro me queda
Esos lazos de amistad
Con las demás veredas.

Todo era muy hermoso
Y vivíamos muy contentos
Pero jamás me imaginé
Que llegara ese momento de tormento.

Y fue pasando el tiempo
Todavía no he terminado
Fue un momento muy duro
Cuando mis hijos los desplazaron.

Con el dolor de una buena madre
Esto yo lo viví nadie me lo dijo
Es un momento muy triste
Cuando a la madre se le marchaba un hijo.

Memorias muy recordadas
Yo lo digo en este momento
Personas que no puedo olvidar
A Dalmiro, Gabriel y Perfecto.

De ellos tengo un gran recuerdo
Cosa que nunca se olvida
Hoy recuerdo estos baluartes
Que por mí dieron la vida.

El tiempo que estuvieron desplazados
Esto yo no lo quería
Yo quedé en unas manos
De quien no merecían.

Siempre guardaba la esperanza
Y no dejaba de llorar
Guardaba la esperanza
Que tenían que regresar.

Hoy que ya regresaron
Me siento muy contenta
Para estos campesinos
Brindarle mi riqueza.

Y con un poco de voluntad
De las entidades del Estado
Les juro que yo tendré
Pa’ mis campesinos lo deseado.

Con las manos levantadas al cielo
Les voy a decir por qué
Con el alma le ruego a Dios
Que esto no vuelva a suceder.

 


La Palizúa, Olvido, Víctimas

Bojayá quiere ser un referente de paz

Bojayá quiere ser un referente de paz

Autor

Maria de los Ángeles Reyes
Periodista del CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

19 Feb 2016


Bojayá quiere ser un referente de paz

El domingo 21 de febrero se llevará a cabo en la Iglesia de Bellavista, en Bojayá, el primero de varios lanzamientos de la nueva publicación del periodista español Paco Gómez titulada La guerra no es un relámpago. El libro, de la editorial Icono, es un entramado de historias que relata la realidad actual del Medio Atrato, Pacífico colombiano, y las percepciones que tienen diversos actores acerca de la inminente paz que llegará al país.


Este es el segundo libro que Paco Gómez publica acerca de la comunidad del Medio Atrato. En agosto de 2002, cuando trabajaba como periodista en Bucaramanga publicó Los muertos  no hablan que trata de la resistencia civil en el Medio Atrato apenas tres meses después de uno de los episodios más dolorosos y cruentos de la historia de la región: la masacre de Bojayá. Ahora, con La guerra no es un relámpago, los protagonistas de estas historias son quienes dan continuidad a esos relatos de resistencia para construir la memoria colectiva de un pueblo cuya esencia es, precisamente, el valor de resistir en medio de la guerra.

La historia empieza con el acto público de perdón que hicieron las Farc el 6 de diciembre de 2015 en Bojayá, y se va entrelazando con el relato de uno de los líderes más importantes de la comunidad: Leyner Palacios, hoy postulado, junto con otras cuatro víctimas, Santos y “Timochenko”, al Premio Nobel de Paz.

Leyner Palacios, sobreviviente de la masacre, ha trabajado toda su vida por la defensa de los derechos de su comunidad. Para él, ese 2 de mayo fue el detonante para que los ojos del país y del mundo se pusieran sobre un lugar que ha sufrido una crisis humanitaria desde la década de los 90.  “La masacre puso en evidencia que había un total abandono del Estado, que no nos protegió, que nunca brindó salud y educación, y que aún después del 2002, hasta el 2006 y aún ahora, sigue permitiendo que se violen muchos de nuestros derechos”.

Precisamente por eso el nuevo libro de Paco Gómez apenas menciona el día de la masacre. Su objetivo es mostrar que Bojayá no es más un referente de guerra, sino que la misma comunidad trazó un nuevo capítulo y quiere hablar de paz. Para Leyner Palacios, a partir del 6 de diciembre empezó un proceso, que será largo y difícil pero que conducirá, no tiene la menor duda, a la reconciliación y a la paz de Colombia. “Nosotros, como bojayaseños, tenemos toda la esperanza y voluntad de trabajarle a eso. No queremos que la historia que nosotros vivimos se repita en ninguna parte del mundo. Y nuestra experiencia de paz tiene mucho que enseñar”.

El libro, además de Bojayá, será presentado en Bogotá, Quibdó, Cali y Medellín. Los lanzamientos cuentan con el apoyo de la Fundación Universitaria Claretiana, la Diócesis de Quibdó, el Comité por los derechos de las víctimas de Bojayá y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) [Descragr informe Bojayá: la guerra sin límites].

El evento en Bogotá tendrá lugar en el auditorio del CINEP y contará con la participación del director del CNMH, Gonzalo Sánchez Gómez, Paco Gómez, y uno de los protagonistas del relato, el líder regional Leyner Palacios.

Bojayá:

Domingo 21 de febrero / 11 a.m.
Iglesia de Bellavista viejo (Bojayá) 

Quibdó:

Lunes 22 de febrero / 4 p.m. 
Sede Unicalretiana
Calle 20 No. 5-66B La Yesquita. Quibdó

Bogotá:

Miércoles 24 de febrero / 4 p.m. 
Auditorio del CINEP 
Cra 5 No. 33B-02. Bogotá

Cali:

Jueves 25 de febrero / 4 p.m. 
Centro Cultural Comfandi

Medellín:

Miércoles 2 de marzo / 6:30 p.m. 
Biblioteca Piloto
Auditorio Manuel Mejía Vallejo
Cra 64 No. 50-32. Medellín

 


;edio Atrato, Bojayá, Libro, Paz

Reparación colectiva a Mesa Diversa de Comuna 8 de Medellín

Reparación colectiva a Mesa Diversa de Comuna 8 de Medellín

Autor

Laura Angélica Cerón
Periodista del CNMH

Fotografía

Mesa Diversa de Comuna 8

Publicado

19 Feb 2016


Reparación colectiva a Mesa Diversa de Comuna 8 de Medellín

La Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas incluyó en el Registro Único de Víctimas a este colectivo el pasado 25 de enero. Este sería el primer caso en Colombia en el que una comunidad LGBTI es reconocida ante el Estado como víctima del conflicto armado.


En el documento, la Unidad de Víctimas recopiló las declaraciones hechas por líderes de la Mesa ante la Defensoría del pueblo en Medellín y reconoció la violación de derechos que sufrieron tanto los integrantes del grupo como la organización desde 2010. El derecho a la seguridad, al ambiente sano, a la libre asociación y a la autonomía organizativa fueron unos de ellos. Tras la resolución dada por la Unidad fueron notificados los miembros de la mesa y la Defensoría del pueblo Regional Antioquia. 

La Mesa Diversa LGTBI se consolidó en el 2009 y después de realizar diferentes actividades, empezaron las amenazas y hostigamientos por parte de grupos armados ilegales hacia sus integrantes. “Mientras planeábamos el Carnaval por la diversidad nos dijeron que si lo llegábamos a realizar nos iban a tirar una bomba, que iban a volar plumas y sangre”, afirmó Andrés Gutiérrez, líder de la Mesa. La persecución hizo que dos de sus líderes, entre ellos Andrés, se desplazaran de la Comuna.

El colectivo, que ha venido trabajando desde 2007, se ha centrado en varios objetivos. Por un lado, buscan la apropiación de lugares en los que la comunidad no ha podido visibilizarse. Por el otro, han creado espacios de participación y formación en el que distintos integrantes han aprendido sobre asuntos de género e identidad. “Ellos han mantenido una fuerte articulación con distintos espacios de derechos humanos, empoderamiento barrial y con grupos juveniles de diferentes Comunas, que se han encargado de resignificar territorios olvidados por el conflicto armado” explicó Pablo Bedoya, investigador de enfoque de género del Centro Nacional de Memoria Histórica. 

Tras el desplazamiento los líderes y lideresas de la Mesa Diversa decidieron retomar las actividades que estaban realizando y optaron por acudir ante la Unidad de Víctimas. “Tuvimos un periodo de tres meses en el que buscamos información necesaria para evidenciar la existencia de la mesa, cuáles fueron los hechos victimizantes y evidenciar que lo que nos había pasado respondía a unos hechos sistemáticos realizados por una organización criminal paramilitar asentada y que realmente respondían a un patrón, a una serie de acciones”, comentó Jhon Restrepo, líder de la Mesa Diversa.  Tras recopilar las pruebas necesarias  presentaron su declaración el 2 de octubre de 2015.

Ahora, queda por realizar el plan de reparación: “Queremos que las acciones no se limiten exclusivamente a lo simbólico sino a acciones contundentes. Esperamos recuperar ese ideal colectivo de poder transformar las situaciones adversas, hay zonas a las que no podemos entrar y a las que es imposible visibilizar a la población. Nuestro principal objetivo es recuperar esa fuerza, ese empoderamiento político, que para la población LGBTI hayan medidas de prevención y protección en estos territorios”, afirmó Jhon.

La Mesa Diversa fue uno de los grupos que participaron en el informe final Aniquilar la diferencia: Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado colombiano [Descargar informe] publicado en el 10 de diciembre del 2015 por el Centro Nacional de Memoria Histórica. 

Resolución de la Unidad de Víctimas

 


Conflicto Armado, LGBTI, Medellín, Reparación

Nuevo informe del CNMH: Quintín Lame

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

06 Sep 2015


Nuevo informe del CNMH: Quintín Lame

Más de cien comunidades indígenas habitan diversas zonas de Colombia. Muchas de ellas aún conservan sus propias lenguas, sus prácticas y cosmologías tradicionales. Se trata en general de una población que se asienta generalmente en zonas de frontera agrícola, que muchas veces coincide con las regiones más impactadas por la guerra. Pese a la dispersión hay asentamientos poblacionales muy densos, como es el caso del norte del Cauca en donde habita cerca del 20% de la población indígena colombiana. Por siglos esta región ha sido uno de los principales focos de resistencia indígena y, durante las últimas cinco décadas, escenario de la mayor movilización social contemporánea y uno de los principales ejes del conflicto armado. Por fuerza de las circunstancias las comunidades indígenas del Cauca terminaron siendo unas de las principales protagonistas de la guerra en Colombia. 


El 5 de enero de 1985 una columna de ochenta combatientes descendió de un campamento ubicado en las montañas del municipio de Buenos Aires, en el norte del departamento del Cauca, y se dirigió hacia la población de Santander de Quilichao, que tomarían por asalto en horas de la tarde. Las armas y los uniformes que portaban hicieron que muchos pobladores los confundieran con alguno de los grupos insurgentes establecidos desde años atrás en esta región. Los rasgos indígenas de sus miembros, los sombreros de fieltro y la insignia que llevaban en sus uniformes con la sigla CQL (Comando Quintín Lame) indicaban, sin embargo, que se trataba de una nueva organización armada. Al término de la toma, luego de tres horas de combates, quedaron al lado de los muros agujereados del cuartel de la Policía unas borrosas cuartillas que llevaban por encabezamiento “COMANDO QUINTÍN LAME. POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS INDÍGENAS”, en las cuales se anunciaba el surgimiento de un nuevo grupo insurgente. 

Introducción

 

Guerra propia, guerra ajena. Conflictos armados y reconstrucción identitaria en los Andes colombianos. El Movimiento Armado Quintín Lame, narra la historia de los indígenas que decidieron recurrir a las armas para combatir contra sus tres principales victimarios: el Estado, los terratenientes y las guerrillas. No obstante, esta decisión los llevó no solo a luchar una “guerra propia” (la de defender el territorio y las tradiciones de las comunidades indígenas), sino que se vieron involucrados también en una “guerra ajena” (la de los grupos al margen de la ley y el Estado). 

A pesar de la aparición de diversos grupos armados en el transcurso de más de cinco décadas de guerra interna, el caso del Quintín Lame es particularmente singular, pues no solo evidencia las tensiones y relaciones entre los movimientos sociales y los actores armados, sino que iba completamente en contravía de las acciones que estaba adelantando el Estado para lograr un acuerdo político con los grupos insurgentes. 


Este informe de investigación que presentan el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) realiza una rigurosa reconstrucción histórica de lo que fue ese movimiento armado en Colombia: sus luchas, su historia, sus ideales, su trayectoria, su desmovilización y su reconocimiento como una fuerza política, entre otros. Con esta publicación, el Centro Nacional de Memoria Histórica avanza en una línea de producción bibliográfica que es a la vez investigación histórica, trabajo de memoria y análisis sociológico. Este texto, resultado de acuerdos con otros centros de investigación, hace parte también de un esfuerzo en curso para entender las lógicas del conflicto armado en Colombia y su impacto sobre la población civil, convencidos de que una mejor comprensión de la guerra y sus efectos constituye un aporte para la consolidación de la paz.

Prólogo por Gonzalo Sánchez Gómez 

La compleja perspectiva que se perfilaba para el Cauca, hace apenas algunos años, oscilaba entre la profundización de la guerra y el fortalecimiento de la movilización de las comunidades indígenas. Cuando todo parecía inclinar la balanza hacia un inevitable y cruento desenlace militar, que tendría como epicentro el Cauca y todo el sur-occidente colombiano, se abrió la esperanza de avanzar en una solución negociada de la guerra. Esta situación, en la que nos encontramos hoy, sitúa este trabajo en el centro de un debate político de enorme importancia: el de la posibilidad de encontrar en las transformaciones de la cultura política una salida a la guerra.

Presentación por Ricardo Peñaranda

 

El evento de lanzamiento del informe Guerra propia, guerra ajena. Conflictos armados y reconstrucción identitaria en los Andes colombianos. El Movimiento Armado Quintín Lame, se llevará a cabo en:  Bogotá: 8 de septiembre a las 5:00 p.m. en el Auditorio Rogelio Salmona, Centro Cultural Gabriel García Márquez (Calle 11 No. 5 – 60). 

Por favor confirme su asistencia haciendo click aquí
A los asistentes se les entregará el libro en el lanzamiento.
 


Guerrilla, Informe Nacional de Pueblos Indígenas, Publicaciones CNMH

Guido, el testimonio de los desaparecidos en Argentina

Noticia

Autor

Harold García. Periodista del CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

07 Sep 2015


Guido, el testimonio de los desaparecidos en Argentina

En 1977, Laura Estela Carlotto fue desaparecida por la dictadura militar de Jorge Videla. Su madre, Estela de Carlotto, la buscó por todo el país y, tras escuchar distintos relatos, estableció que Laura tuvo un hijo en cautiverio, que fue raptado y víctima de un cambio de identidad. Como las demás madres de los desaparecidos, fue tildada de loca y, aun así, insistió en la búsqueda de su nieto hasta encontrarlo, el 5 de agosto de 2014.

Guido fue el nombre que le puso su madre desaparecida y fue el mismo que recuperó al adquirir su verdadera identidad, hace un año. Ignacio Guido Montoya Carlotto es el nieto 114 recuperado y cuenta que aún faltan por hallar a 400 solo en ese país: hijos de personas que fueron desaparecidas por la dictadura.

El viernes pasado hablamos con él,  el nieto de la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina, que se ha convertido en todo un símbolo para las víctimas de la desaparición.

Ya hace un año recuperó su verdadera identidad, ¿cómo es esa historia?

Crecí en un pueblo de La Pampa argentina y viví sin saber que era adoptado, sin saber que era un hijo de desaparecidos de la dictadura militar argentina. Mi abuela Estela de Carlotto me buscó durante 36 años, hasta que el 5 de agosto de 2014 nos reencontramos. A partir de ahí empecé un cambio de identidad, al menos en los papeles. Ya no me llamo Ignacio Hurban, sino  Ignacio Montoya Carlotto.

¿Habló con sus padres adoptivos sobre esa decisión de cambiar de nombre?

Por supuesto. No es una decisión, en Argentina es un trámite legal porque el apellido es de dominio público, entonces hablé con ellos y no hubo problema. Tenemos la mejor de las relaciones.

¿Al enterarse que era adoptado se le pasó por la cabeza que era hijo de una desaparecida?

El 2 de junio de 2014, el día de mis cumpleaños, me enteré de que soy adoptado y, al saberlo, fantaseamos con mi esposa con eso. El proceso de búsqueda duró poco. Hice el contacto con abuelas y luego con ADI. La Asociación del Derecho a la Identidad es una institución que lleva adelante las investigaciones y que ordena las extracciones de sangre para que se cotejen con el Banco Nacional de Datos Genéticos, fue creada por las abuelas y es donde constan las muestras genéticas de todos los familiares de desaparecidos. Al poco tiempo me llamaron para darme la noticia.

¿Cómo fue el primer acercamiento con su abuela?

Al otro día de enterarme nos encontramos. El 6 de agosto de 2014 fue el abrazo.

¿Por qué contar su historia en Colombia?

Nosotros cerramos de alguna manera un conflicto, que no es igual al de ustedes, pero que tiene características similares en cuanto a que trasladó muchísimo dolor a la gente. Me parece que contarlo está bien pues ayudamos a que no se sientan solos y estoy convencido de que podemos intercambiar experiencias. Es una manera de entender que a todos nos pasa lo mismo.

Ya está haciendo memoria, ya tiene la verdad y la justicia, ¿qué sigue en su vida?

Claro que la recuperación de mi nombre es un acto de justicia, uno de los más grandes, las responsabilidades fueron saldadas y estamos afirmados en esta nueva identidad. Fui criado por mis padres adoptivos, que no sabían absolutamente nada de este proceso; les guardo mucho respeto y cariño porque ellos hicieron de mi lo que yo soy hoy: para bien o para mal tengo la entereza para dar la cara y poder contarlo. Ahora, yo no soy un activista político, soy músico y toco el piano y planeo seguir haciendo eso.

¿Cuántos faltan?

Faltan alrededor de 400, que es una cifra enorme. El lunes pasado tuvimos la dicha de encontrar la niña 117. Faltan, pero el trabajo es incansable y no hay manera de detenernos.

Usted es hincha de River Plate, ¿ha preguntado si a su papá le gustaba el fútbol y era hincha de algún equipo?

Sí, obviamente, mi papá era hincha de River, de ahí viene. Y debe venir porque en todos los casos de todos los nietos que se han encontrado siempre los nietos son hinchas del club del que eran hinchas los padres. Es algo que se lleva en la sangre (risas).

¿Por qué dice que el reencuentro con su abuela lo celebró el pueblo argentino como un Mundial?

Porque no estamos acostumbrados en líneas generales a las historias con final feliz, y esta parecía ser una utopía de una abuela que nunca iba encontrar su nieto. Y de hecho, que lo haya encontrado una abuela tan querida por toda la Argentina se convirtió en una explosión de alegría. Fue una refutación de esa supuesta verdad.

Ya que la tiene al frente, ¿qué imagen tiene de ella?

Tuve que desarmar la imagen de Estela Carlotto presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo y hacer la de la abuela. Es mi abuela, con la diferencia que nos conocimos ya de grandes”.

¿Ha pensado en que su música se vuelva un himno para los desaparecidos?

Una de las canciones que escribí en el 2009 que se llama “Para la memoria”, es una canción que escribí hace mucho tiempo y se ha transformado en un estandarte. No soy un músico que hace música militante, hago música con las cosas que me pasan y entre las cosas que me pasan cuento todo esto.

Texto publicado también en el sitio web de PACIFISTA

 


Argentina, Desaparecidos, Guido, Testimonios

Descubre al nuevo Oropendola.com.co

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

CNMH

Publicado

07 Sep 2015


Descubre al nuevo Oropendola.com.co

Como el viaje de las aves a un nuevo puerto, Oropéndola arte y conflicto, comienza un nuevo trayecto. La plataforma que desde el 2014 reúne en un archivo digital las iniciativas artísticas alrededor de la guerra, procesos simbólicos de víctimas del conflicto armado y los trabajos de artistas profesionales sobre la violencia reciente en Colombia; asume nuevos retos en www.oropendola.com.co

Hasta el momento la plataforma ha publicado en su sitio web 54 entradas, las cuales han motivado el apoyo de sus seguidores en sus diferentes redes sociales. El nuevo desafío,  según declaraciones de Camilo Leyva curador de Oropendola, en entrevista con El Espectador, corresponde a “consolidar un público que, en principio, se espera que sea de jóvenes interesados en la cultura y el arte, para luego – conforme vaya creciendo la plataforma – tratar de llegar a otras esferas”.

Dentro de las mejoras para el 2015, el equipo curatorial ha implementado cambios en el diseño de la plataforma: especiales mensuales, entradas semanales, nuevas categorías y programación de eventos. Estas novedades exploran diferentes caminos para narrar el drama de la guerra y motivan a una mejor comprensión por parte del lector sobre el desarrollo del proceso simbólico y artístico de las comunidades, un ejemplo de esto, es la obra de teatro, “Tocando la Marea” del Semillero Teatral por la Vida, experiencia de creación escénica y exposición de memoria viva, construida a partir del proceso de apropiación social  del informe de investigación del CNMH, “Buenaventura: un puerto sin comunidad”.

Un esfuerzo especial se realizará en cuanto a las muestras mensuales, estas se proyectan como un ejercicio expositivo, tanto del equipo del proyecto, como de curadores invitados. Estas muestras enriquecen el contenido de la plataforma, ya que son elaborados desde una mirada convergente a los temas coyunturales de la agenda social, artística, territorial y política del país.

Manuela Ochoa, editora e investigadora del proyecto, cree que estas novedades, más la nueva agenda de artistas invitados, obedecen a un esfuerzo por cautivar a nuevos usuarios y a su vez  es una respuesta a la confianza de los lectores, que ven en la plataforma una fuente de información alternativa y de representación artística, “este semestre los visitantes encontrarán también grandes obras de artistas colombianos como: Beatriz González, Libia Posada, Mapa Teatro, Óscar Muñoz y José Alejandro Restrepo”.

Oropéndola, arte y conflicto es un proyecto apoyado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, VerdadAbierta.com y la Fundación Ideas para la Paz.

 


Mujeres, Oropendola.com.co

Quintín Lame: la primera guerrilla indígena de Latinoamérica

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Elespectador.com

Publicado

08 Sep 2015


Quintín Lame: la primera guerrilla indígena de Latinoamérica

  • El informe ‘Guerra propia, guerra ajena – Conflictos armados y reconstrucción identitaria en los Andes colombianos – El Movimiento Armado Quintín Lame’ es la más completa historia de un movimiento armado indígena único en América Latina.
  • En menos de una década, entre los años ochenta y 1991, un pequeño grupo de indígenas Paez (Nasa) pasó de pelear una ‘guerra propia’ como autodefensa y parte del vasto movimiento de recuperación de tierras en el Norte del Cauca a intentar sin éxito integrarse con otras organizaciones guerrilleras en la Coordinadora Simón Bolívar y actuar lejos de su territorio, en una ‘guerra ajena’, para finalmente disolverse entre sus propias comunidades, en el que es el proceso de reinserción más exitoso que ha habido en Colombia.
  • En una investigación que le ha tomado cerca de 20 años, múltiples entrevistas con los protagonistas, las comunidades y sus autoridades y una exhaustiva búsqueda documental, Ricardo Peñaranda traza el recorrido del Movimiento Quintín Lame: desde que funcionaba como autodefensa indígena, mucho antes de darse a conocer, el 5 de enero de 1985, con una toma a Santander de Quilichao, conjunta con el tristemente célebre grupo Ricardo Franco, disidente de las FARC , hasta su desmovilización en 1991.

  • El informe va mucho más allá de la reconstrucción de la historia de este grupo pionero de los movimientos indígenas armados en América Latina.
    • En una región en la que han intentado establecerse todas las guerrillas colombianas, es un análisis de las complejas relaciones entre los grupos insurgentes y las organizaciones indígenas  que muestra cómo, en los últimos 20 años, unos y otros se han movido en trayectorias cada vez más opuestas. Esto está en la base, no solo de la decisión de disolución final del Quintín, sino, entre otros, de la histórica desconfianza entre los indígenas del Cauca y las FARC.

    • Una perspectiva comparada con otras experiencias de movimientos indígenas armados de América Latina le da un valor singular al informe. Los casos de Guatemala, Perú, Nicaragua y México son objeto de un capítulo especial y a lo largo del texto se trazan paralelos y diferencias entre estas experiencias y la del Quintín que aportan sustancialmente al “rico y candente debate de las relaciones entre movimientos sociales y organizaciones armadas”, como señala Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de Memoria Histórica en la introducción.

  • El caso del Quintín es único en varios sentidos:
    • Se trató de un intento de recuperar el monopolio de la violencia frente a otros grupos que intentaron usurparla, que no se había dado en América Latina hasta la aparición, en 1994, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en México, con cuya filosofía de “mandar obedeciendo” se trazan interesantes paralelos.
    • El grupo armado fue parte de un vasto movimiento social de recuperación de la identidad negada por siglos a los indígenas del Cauca, que han protagonizado, asumiendo riesgos enormes, la más exitosa movilización civil contra la guerra que se ha visto en Colombia.
    • Mientras la norma en casi todas las guerras es que estas terminan con el tejido social de las comunidades destruido, como ocurrió en Perú, Guatemala y Nicaragua, en el caso del Quintín y del Norte del Cauca ocurrió lo contrario, con el movimiento social reconstituyéndose y absorbiendo al grupo armado en su propio proceso organizativo.
    • Los nexos orgánicos entre el Quintín y el mundo indígena del Norte del Cauca; el poderoso proceso de recuperación de una identidad que les fue negada a los Paez y otras etnias de la región durante siglos y las inusitadas posibilidades de ampliar su espacio político que la movilización y la coyuntura de la Asamblea Constituyente de 1991 abrieron al movimiento indígena explican por qué el proceso de reintegración del Quintín Lame a la sociedad es el más exitoso en Colombia.

Itinerario de un grupo con pocos paralelos

Con alrededor de 250.000 miembros, las comunidades indígenas del nororiente del Cauca son el segundo núcleo poblacional indígena más grande del país, después de La Guajira.

Están distribuidos en varios grupos étnicos: Paez (65%), Yanaconas (15%), Guambianos (13%), Coconucos (5%) y Emberas e Ingas (2%).

Cuadro de indicadores vitales de Colombia, del Departamento 
del Cauca y Cauca indígena (1972 – 1978). 

 

Fuente: “Plan cuatrienal de desarrollo de las comunidades indígenas del nororiente del Departamenro del Cauca”. Unidad de desarrollo social, DNP, febreo de 1980

 

 

El territorio del nororiente del Cauca es el de mayor presencia guerrillera en Colombia: todos los grupos armados han intentado establecerse allí. Desde la ‘Quintinada’, la lucha que dirigió Manuel Quintín Lame a comienzos del siglo XX contra el pago del terraje que cobraban en días de trabajo los hacendados a los indígenas y el despojo de la tierra, hasta la vasta oleada de recuperaciones de tierra desde los años setenta, la región ha vivido un permanente conflicto entre los hacendados y el movimiento indígena que, a mediados de los años ochenta, en el momento del surgimiento del Comando Quintín Lame, como se llamó inicialmente, se encontraba en su punto más crítico.

Tiene pocos parelelos la violencia que sufrieron los indígenas a manos de toda clase de grupos y del Estado: ‘pájaros’ al servicio de los hacendados, el EPL, el M-19, las FARC, la Fuerza Pública y sus desalojos violentos de fincas ocupadas… Hasta la Iglesia Católica, propietaria de varias haciendas que sufrieron ‘recuperaciones’, intervino. El informe recuerda al obispo de Belalcázar, monseñor Enrique Vallejo, acusado por los indígenas de patrocinar escuadrones de ‘pájaros’ y acciones como la masacre del Resguardo de San José, en 1956. El impacto de la expasión de los ingenios azucareros sobre la tenencia de la tierra, llevó al desplazamiento de miles de propietarios, aparceros y arrendatarios indígenas.

Tiene pocos parelelos, también, la lucha que desarrollaron los indígenas del Cauca. En 1971 surge el CRIC, con la participación de agentes externos, no indios, que jugaron un papel importante en la expresión política del movimiento indígena. El CRIC lideró la lucha por la recuperación de la tierra, los derechos y la autonomía indígena y el restablecimiento de cabildos y resguardos. Esa lucha continúa hasta hoy, pero su mayor impulso fue entre 1981 y 1990: en esos años se recuperó casi el 60% de las 74.000 hectáreas que según el Incora pasaron a manos indígenas entre 1970 y 1996. Ese periodo coincide con el de la actividad del Quintín.

El saldo ha sido la reconstrucción de la identidad de los pueblos indígenas y la configuración de un proceso organizativo que permitió a las comunidades no solo recuperar casi la totalidad de la tierra de los resguardos perdidos sino ganar un enorme protagonismo y espacio político en Colombia. Es en el marco de este proceso como se estudia el papel jugado por un movimiento armado como el Quintín Lame.

Desde los años setenta surgen autodefensas, como respuesta a la violencia ejercida por las bandas de ‘pájaros’ de los hacendados. A partir de 1982 las autodefensas organizan un grupo móvil de 30 o 40 hombres, con presencia armada en las comunidades y un programa de apoyo a las recuperaciones de tierra, la ampliación de los resguardos y la defensa de las autoridades indígenas y de una organización autónoma.

El Quintín tuvo siempre relaciones complejas con otros grupos armados, cuyo apoyo, entrenamiento y redes de logística necesitaba, a la vez que rechazaba sus intentos de control sobre las comunidades. Desde el inicio hubo fuertes enfrentamientos con las FARC, que ignoraban a las autoridades indígenas y, a la vez que extorsionaban a los hacendados, protegían sus haciendas de las ‘recuperaciones’ indígenas de tierra, dando a sus protagonistas trato de delincuentes comunes, con masacres y homicidios que cobraron más de un centenar de víctimas. Con el PC-ML, maoísta, creador del EPL; con el Ricardo Franco y con el M-19 se hicieron entrenamientos y alianzas. Incluso con el ELN se llegó a hacer un entrenamiento en los Llanos.

El violento desalojo de la ocupación de tierras en el predio López Adentro y el asesinato del único cura indígena, el padre Álvaro Ulcué Chocué, en 1984, precipitaron la conformación del Comando Quintín Lame. En pleno cese al fuego entre las FARC y el M-19 y el gobierno de Belisario Betancur, en noviembre del 84, los quintines se tomaron el Ingenio Castilla e incendiaron su maquinaria, en una acción atribuida por los medios al M-19. Con la toma a Santander de Quilichao, en conjunto con el Frente Ricardo Franco, en enero siguiente, hicieron su primera aparición pública y dejaron el que puede considerarse su programa fundacional.

A partir de entonces el grupo adelanta abiertamente la lucha en defensa de las recuperaciones de tierra, la ampliación de los resguardos, la defensa de las autoridades indígenas y el derecho a la organización autónoma.

Mapa Zonas de operación de Quintín Lame 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                      Fuente: elaboración propia con base                                                                                           en archivos de la Fundación Sol y Tierra

 

El informe hace un detallado análisis de su estructura, de su dirección, dividida entre una Dirección Política y un Estado Mayor, y de su funcionamiento e implantación. A un núcleo armado de unos 60 hombres se sumaban grupos de apoyo en las comunidades. Al igual que en el surgimiento del CRIC jugaron un papel clave ‘agentes externos’, no indígenas, entre los líderes del Quintín Lame había personajes que no eran indígenas. Entre ellos, Luis Ángel Monroy, su primer comandante, afro, de Candelaria, Valle, que fue asesinado en 1985, y Pablo Tatay, de la Dirección Política, que nació en Budapest y estudió en la Nacional en Medellín y en Francia.

Una reglamentación flexible, castigos disciplinarios menos rígidos que en las organizaciones guerrilleras, la facilidad de entrar y salir del grupo, el hecho de que este fuera casi como una extensión de la familia, la capacitación política y la recuperación de la lengua y las tradiciones indígenas atrajeron a muchos jóvenes.

El empleo de la violencia para proteger a las comunidades contribuyó a bloquear la violencia terrateniente, contuvo la expansión de la guerrilla en las comunidades y evitó que esta usurpara las banderas del movimiento indígena. Sin embargo, el Quintín no logró evitar que la guerra llegara a las comunidades y se desvió de sus objetivos originales.

Hacia 1986, el ingreso del Quintín al Batallón América del M-19 y luego a la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar marcó un punto de quiebre: de la ‘guerra propia’ se empezó a pasar a la ‘guerra ajena’, en zonas como el Valle, lejos del territorio y los ideales indígenas. Ese alejamiento de los objetivos originales produjo una crisis y ya en 1987 el grupo presentaba muestras de desgaste.

Incapaz de responder a nuevos desafíos como la llegada de los paramilitares y para controlar la delincuencia común, que azotaba las comunidades, el Quintín enfrentó serios reparos de las organizaciones indígenas. Hubo conflictos con la comunidad guambiana y su organización, la AISO y, desde 1988, las comunidades, preocupadas por los riesgos de la generalización del conflicto armado exigían la salida de todos los actores armados del territorio, incluido el Quintín, como lo consignó la conocida Declaración de Vitoncó.

Por eso, cuando los 157 integrantes del Movimiento Quintín Lame se desmovilizaron en el campamento del resguardo de Pueblo Nuevo, el 31 de mayo de 1991, buena parte de ellos ya se había devuelto a sus casas y hubo que llamarlos especialmente para la ocasión. Como lo dijo Pablo Tatay, el grupo vio en la oferta de desmovilización “una manera elegante de desmontarse de algo que no estaba produciendo mayores frutos”. La participación de uno de sus delegados (sin voto) en la Asamblea Constituyente de 1991, ofreció un espacio político y una visibilidad nacional excepcionales, tanto al grupo como al conjunto del movimiento indígena.

La fuerza del movimiento y los estrechos lazos del Quintín con las comunidades hicieron que esta desmovilización fuera particularmente exitosa. Como dice el autor del informe, los “combatientes acceden a dejar las armas, a fin de no interferir en el proceso de consolidación del poder comunitario que se encontraba en marcha y pasan ellos mismos a transformarse en líderes locales y a ser parte de una nueva etapa de la lucha indígena, que privilegia la movilización política a la protesta armada”.

Esa fue la trayectoria del único grupo armado de claro carácter étnico que ha habido en el conflicto colombiano. Como la resume Ricardo Peñaranda: “El Quintín Lame nace como un desprendimiento  de la organización comunitaria; se desarrolla gracias al apoyo de las comunidades; y se disuelve finalmente, integrándose de nuevo a su base social”.

 

 



Guerrilla, Indígena, Latinoamérica

La cartografía del conflicto armado en la Sierra Nevada

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Julio Enrique Cortés

Publicado

09 Sep 2015


La cartografía del conflicto armado en la Sierra Nevada

Desde el 2013, el equipo de enfoque étnico del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) inició un proceso con la organización Wiwa Golcushe Tayrona, que agrupa a varias comunidades de esta etnia de La Guajira y Magdalena, para documentar la afectación de sus territorios por parte de los grupos armados, la siembra de cultivos ilícitos, los megaproyectos, la guaquería y la tala indiscriminada de bosques. Factores que en muchos casos han dañado o perjudicado sus sitios sagrados.


Para entender cómo el territorio ha sido afectado y cómo se ha convertido en víctima del conflicto armado, un grupo de 10 jóvenes locales recorren campos, ríos y montañas para construir una cartografía sagrada. “Ellos hacen los recorridos acompañados de los mamos, visitan esos lugares que fueron afectados en sus territorios sagrados y luego plasman esa realidad en un dibujo. Esa cartografía social nosotros la traemos a Bogotá, la escaneamos y digitalizamos. Al terminar el proceso queremos crear un mapa completo del territorio para que toda la organización Wiwa lo conozca y las personas ajenas a esta etnia los respete y no los invada” explica Julio Enrique Cortes, encargado de la georreferenciación en el CNMH.

Durante el último encuentro realizado el 25, 26 y 27 de agosto, los investigadores locales del proyecto hicieron un nuevo recorrido por algunos los lugares de la cuenca del río Tapias, afectados por la guaquería, la tala indiscriminada, los cultivos de coca para el narcotráfico y las fumigaciones. Un lugar en el que los daños ambientales saltan a la vista: ningún río de la zona tiene agua, hay múltiples incendios y continúa la tala de árboles sin ningún control de la autoridad ambiental a pesar de las denuncias de la comunidad.

“Esperamos que la forma de cómo se comience a estructurar la cartografía sagrada permita la protección de nuestra tierra y la articulación de una educación interna y externa de nuestra visión del territorio” expresa Yeismith Armenta, coordinador del proceso de memoria histórica de los Wiwa. 

Esta visita mostró una de las caras de la afectación al territorio Wiwa, pero son múltiples los factores que han afectado a la Sierra. En otras cuencas, como los de La Laguna y El Limón, se han documentado daños por combates de actores armados y desplazamientos masivos, además, la comunidad asegura que la instalación de la Base de Alta Montaña ya no permite el ingreso de los mamos a algunos de sus lugares sagrados. Además explican que los megaproyectos del Puerto Brisa y la represa del Río Ranchería, hoy limitan el acceso de los indígenas a su territorio ancestral para poder hacer los pagamentos que garantizan su equilibrio ambiental y espiritual.

“La cartografía establecerá una ruta no solo para manifestar una inconformidad de lo que hemos vivido dentro del territorio, sino que es un llamado a que se tenga en cuenta que los daños dentro de la Sierra no son un tema aislado, es una afectación general que está causando una desequilibrio en todo el mundo”. Es la reflexión final que nos deja Yeismith para respetar a otra víctima silenciosa del conflicto armado, el medio ambiente.

Publicado en Noticias CNMH



Julio Enrique Cort\u00e9s<\/span>\n
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Publicado<\/h3>\n09 Sep 2015<\/span>\n


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cartografía, Conflicto Armado, Sierra Nevada

Difret

Noticia

Autor

Andrés Vélez Cuervo para el CNMH.

Fotografía

CNMH

Publicado

09 Sep 2015


Difret

La duda es la semilla del cambio. Esta es una verdad tan simple como poderosa; no en vano es el mismísimo germen de la ciencia.

Un vistazo por encima a Difret nos hará saber lo obvio: es la lucha legal de Meaza Ashenafi, una abogada etíope, quien le pone el pecho a toda una cultura nacional y sus tradiciones incuestionables para defender la vida de Hirut Assefa, una pequeña niña secuestrada y violada por su pretendiente a esposo, quien perpetúa con dicho acto una tradición antigua de su pueblo, y a quien Hirut le quita la vida para poder escapar.

En ese primer vistazo, Difret es una película sobre la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres, pero en una capa más esencial, es una reflexión sobre la duda como necesidad ineludible para el cambio. El calvario de Hirut tiene lugar porque la duda aún no se ha sembrado y una tradición muy problemática se toma por inamovible.

Esta es la auténtica esencia y lo realmente interesante de la obra del director Zeresenay Mehari, pues la situación específica de ese contexto cultural etíope puede perderse por particular, pero la certeza de la duda como motor del cambio es algo innegablemente universal.

Con esta película nace la duda, esa que desencadena la crisis ética al pensar que existen sistemas de valores diferentes a los que ha esparcido por el planeta la globalización y que, a lo mejor, no exista tal cosa como los universales de la moral. Esa duda que nace al jugar a ponerse en los zapatos del otro, en los de Hirut que pasa a ser asesina luego de ser la víctima, deshumanizándose por la fuerza y teniendo que olvidar que es solo una niña porque a los ojos del mundo sus senos en crecimiento la estigmatizan como mujer y como presa, pero también en los del victimario que termina muerto después de haber seguido con justa convicción una tradición que lo legitimaba.

Difret se estrena en Colombia este jueves 10 de septiembre en las principales salas de cine.

 

Publicado en Cine + memoria



Cine+Memoria, Difret

Aclaración sobre programa de Séptimo Día

Noticia

Autor

CNMH

Fotografía

Juan Arredondo

Publicado

09 Sep 2015


Aclaración sobre programa de Séptimo Día

Comunicado a la opinión pública: El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) hace aclaración respecto al programa ¿La corrupción llegó a los cabildos indígenas?, realizado por Séptimo Día, y que se emitió el 2 de agosto por el Canal Caracol.

El pasado 11 de julio el CNMH recibió una solicitud de Séptimo Día, que citamos textualmente:“El programa Séptimo Día de Caracol TV, está realizando un programa sobre diferentes temas indígenas en nuestro país y para el contexto de la historia de cómo llegaron los indígenas a nuestro país y como ha sido su desarrollo cultural y económico, quisiéramos solicitarle al Centro de Memoria Histórica de Colombia, imágenes de archivo que puedan tener sobre este enfoque, a cambio daremos los créditos al final (logo) de nuestro programa”.

Con base en esa solicitud, el CNMH, como entidad del Estado, facilitó 16 fotografías de comunidades indígenas tomadas en distintas actividades en el Guaviare, Tolima y el Cauca.

El artículo 146 de la Ley 1448 —y los Decretos 4800 y 4803 de 2011— señalan entre otras funciones a cargo del Centro Nacional de Memoria Histórica las relacionadas con el deber de memoria del Estado, la administración del programa de derechos humanos y la política pública del archivo de los derechos humanos. En ese orden de ideas, su deber misional se centra en documentar históricamente violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

Así las cosas, el CNMH aclara que no tuvo nada que ver ni en el enfoque de los contenidos del trabajo periodístico, ni en su financiación. El CNMH solo aportó el material gráfico para “un programa sobre diferentes temas indígenas en nuestro país y para el contexto de la historia de cómo llegaron los indígenas a nuestro país y como ha sido su desarrollo cultural y económico”.

En consecuencia el CNMH señala que aun cuando en cumplimiento de su mandato como entidad del Estado entrega los materiales solicitados, con esto no avala los contenidos periodísticos del solicitante.

El Centro Nacional de Memoria Histórica manifiesta que las comunidades indígenas han sido reconocidas en sus distintos informes públicos como víctimas de violaciones sistemáticas a los derechos humanos en el conflicto armado colombiano.

Asimismo, el CNMH en las investigaciones adelantadas ha evidenciado cómo las estigmatizaciones sobre el movimiento social indígena han profundizado las lógicas de discriminación acentuado las afectaciones del conflicto armado sobre minorías étnicas y sus líderes. En los ejercicios de memoria histórica que la institución desarrolla no ha promovido ni promueve la estigmatización o el señalamiento público de estas organizaciones étnicas, y por el contrario siempre ha rechazado dichos señalamientos.

Además el CNMH actualmente apoya varias investigaciones construidas por las propias organizaciones indígenas, reconociendo la autonomía de los pueblos y la importancia del trabajo de las organizaciones indígenas y sus líderes en defensa de los derechos de las minorías étnicas.

Observando lo anterior, el CNMH rechaza la inclusión de su logo por parte de Séptimo Día en los programas ¿La corrupción llegó a los cabildos indígenas? (2 de agosto), Abusos sexuales, prostitución, drogadicción: ¿es suficiente la justicia indígena? (del 26 de julio) y El dilema jurídico de la ‘recuperación’ de tierras por parte de indígenas (del 10 de agosto).

Hay que aclarar a su vez que ninguna de las fotografías suministradas fueron utilizadas por Séptimo Día.

 


Caracol TV, Publicaciones CNMH, Septimo Día

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