Etiqueta: Memoria

La memoria, la resistencia y la verdad: tres infaltables en la Feria Internacional del Libro de Cali

La memoria, la resistencia y la verdad: tres infaltables en la Feria Internacional del Libro de Cali

Laura Escobar, integrante de la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el taller «¿La verdad para qué?», durante la Feria Internacional del Libro de Cali.

Autor

CNMH

Foto

Laura Escobar, integrante de la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el taller «¿La verdad para qué?», durante la Feria Internacional del Libro de Cali.

Publicado

25 octubre 2023


La memoria, la resistencia y la verdad: tres infaltables en la Feria Internacional del Libro de Cali

Del 12 al 22 de octubre el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) participó en el evento literario a partir de talleres, lecturas y muestras artísticas que destacaron las labores de memoria y de esclarecimiento de la verdad en el contexto del conflicto armado en Colombia

 

En 1970, Germán Barrios, un joven de 15 años, llegó a un puerto de Cartagena y se metió como polizón a un barco que tenía como destino Londres. Su costumbre de inmiscuirse donde no debía para viajar y recorrer el mundo, lo llevaría, tiempo después, a cantar en una tarima al lado de Mick Jagger, el conocido vocalista de los Rolling Stones.

La voz del oriundo de Armero (Tolima) se volvió icónica y, con el tiempo, aprendió a tocar distintos instrumentos, convirtiéndose en una estrella de rock. En la década de los 70, el joven acompañó a distintas bandas como Creedence Clearwater Revival, Black Sabbath, Led Zeppelin y Pink Floyd. «Mi papá fue muy conocido en ese medio, pero en Colombia pasó desapercibido», señaló su hijo Paul Barrios.

La historia de Germán por las tarimas del mundo acabó en la década de los 2000, cuando regresó a Colombia para dedicarse a la siembra de café. «En 2008, mientras trabajaba en eso, lo raptaron y lo desaparecieron», precisó Paul, durante una charla del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en la Feria Internacional del Libro de Cali (FILCali).

 

Conoce también las actividades realizadas en el marco de la Semana de los Archivos.

 

Los asistentes al conversatorio quedaron sorprendidos cuando supieron que la historia de Germán Barrios en el mundo del rock no era real. «Lo primero que les conté es ficción porque en Colombia estamos llenos de relatos de víctimas y de personas desaparecidas que se quedan en las estadísticas», explicó Paul, frente a su propósito de volver a humanizar el nombre de su padre.

—Esta ficción es un relato sobre quién fue él y quién pudo ser— manifestó el artista frente a su obra Cuerpo, espíritu y burocracia, disponible en la Casa de las Memorias del Conflicto, en Cali.

 

 

El proyecto artístico de Paul Barrios representa una de las maneras en que las víctimas han logrado resignificar sus historias de dolor e impunidad. Entre el 12 y 22 de octubre este tipo de relatos fueron los protagonistas durante la FILCali, en el stand del CNMH. Por medio de talleres, lecturas, conversatorios y muestras artísticas se destacaron los esfuerzos por trabajar en la memoria, el esclarecimiento de la verdad y la resistencia con ocasión del conflicto armado.

«¿La verdad para qué?»

La memoria, la resistencia y la verdad: tres infaltables en la Feria Internacional del Libro de CaliEn la imagen, uno de los asistentes al taller «¿La verdad para qué?», liderado por la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del CNMH en la Feria Internacional del Libro de Cali.

 

En el stand del CNMH hubo una actividad rompehielos que le recordó a los asistentes momentos de su infancia. Eran alrededor de doce personas que formaron tres equipos: las luciérnagas, las salamandras y los osos, y cada uno competía para ganar un stop. No obstante, no jugaban con las tradicionales categorías de «nombre, color, fruta, ciudad», sino que debían escribir diez palabras en las que pensaran cuando escucharan los términos paz, justicia, acuerdo y verdad. 

 

Conoce también los procesos que llevamos a cabo en la Temporada de Letras de Ipiales.

 

La actividad «¿La verdad para qué?», organizada por la Dirección de Acuerdos de la Verdad (DAV) del CNMH, tenía como propósito acercar a las personas a esos conceptos de una manera dinámica. Después de terminar el juego, cada uno de los integrantes de los equipos reflexionó sobre lo que consideraba qué era la verdad y por qué era importante en sus vidas.

El ejercicio sirvió para reconocer que cada persona tiene una percepción diferente de la verdad, pues «es necesario entender en el fondo qué creemos», puntualizó Saraya Bonilla, profesional de la DAV. También los asistentes conocieron por qué esas perspectivas son fundamentales para la construcción de la memoria individual, la memoria colectiva y la memoria histórica.

Durante la presencia del CNMH en la FILCali, la Dirección de Acuerdos de la Verdad realizó distintos conversatorios en los que habló de esas tres dimensiones de la memoria y por qué eran necesarias a la hora de construir sus investigaciones e informes. «Cuando se habla de esclarecimiento de la verdad es crucial tener un rigor metodológico», precisó Maritza Villarreal, vocera de la DAV.

 

 

Las palabras de Saraya y de Maritza fueron escuchadas en el conversatorio «Voces y metodologías del esclarecimiento de la verdad sobre el origen y la actuación de los grupos armados ilegales». En ese espacio, los caleños conocieron la labor que efectúa la DAV al recibir y contrastar los testimonios de las personas desmovilizadas de estructuras paramilitares que se acogieron al Mecanismo No Judicial de Contribución a la Verdad. 

 

«Resistir en la memoria e incidir para la búsqueda»

En la imagen, los panelistas Yenith Marcela Giraldo y Marvin Castro, en el conversatorio «Resistir en la memoria e incidir para la búsqueda. El caso del estero San Antonio, una lucha por la dignidad humana».

 

La Dirección de Construcción de Memoria Histórica del CNMH también tuvo varios espacios durante la FILCali y uno de ellos fue el conversatorio «Resistir en la memoria e incidir para la búsqueda. El caso del estero San Antonio, una lucha por la dignidad humana». La charla estuvo enfocada en la historia de desaparición forzada en este paraje de trece kilómetros, ubicado en Buenaventura. 

El estero San Antonio era un lugar utilizado para pianguar, pescar y sembrar coco. «Como allí no habita gente, los grupos armados lo empezaron a usar para desaparecer cuerpos», indicó Yenith Marcela Giraldo, integrante de la Corporación Centro de Pastoral Afrocolombiana (Cepac). Las estructuras ilegales llevaron a las víctimas en bolsas plásticas, e incluso algunas personas estaban vivas «y fueron amarradas a los manglares», agregó.

Con este tipo de violencias los habitantes de Buenaventura han tenido un duelo suspendido. «Para el pueblo afro, la vida une a la muerte y la muerte une a la vida —explicó Giraldo—. Quienes fallecen se vuelven nuestros ancestros y nos acompañan en el camino». Con la desaparición forzada, esos rituales y lazos entre la comunidad se rompen, pues ya no hay ni siquiera un velorio que puedan hacer. 

La comunidad ha buscado la manera de resistir ante este flagelo y reconoce como un logro la audiencia de medidas cautelares de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para iniciar las labores de búsqueda en el territorio. «Es la primera vez en el mundo en que se haría esta labor bajo un manglar», dijo Marvin Castro, integrante de Corporación Memoria y Paz (Cormepaz). 

 

 

Si bien los habitantes de Buenaventura siguen a la espera de encontrar los cuerpos de sus familiares, las voces de resistencia de líderes y lideresas como Yenith y Marvin han empezado a resonar. En esta ocasión tuvieron un espacio en el Centro Nacional de Memoria Histórica, en la Feria del Libro de Cali, donde durante doce días se abrió la escucha a «Todas las memorias, todas».


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


CNMH, DAV, Feria Internacional del Libro de Cali, FILCali, Memoria, Resistencia, Verdad

Operación Orión: El Museo de Memoria del CNMH participó en la conmemoración de los 21 años

Operación Orión: El Museo de Memoria del CNMH participó en la conmemoración de los 21 años

Operación Orión: El Museo de Memoria del CNMH participó en la conmemoración de los 21 años

Autor

CNMH

Foto

Memorial de la ausencia, en honor a las víctimas de la Operación Orión ubicado en el Cementerio La América de la Comuna 13 de Medellín. Fotografía de Ángela María Muñoz, de la dimensión territorial del Museo de Memoria.
.

Publicado

24 octubre 2023


Operación Orión: El Museo de Memoria del CNMH participó en la conmemoración de los 21 años

En un emotivo acto de recordación y reflexión, durante los días 16 y 17 de octubre se realizaron en Medellín los actos de conmemoración por los 21 años de la Operación Orión, aquel trascendental operativo militar que dejó una profunda huella en la comunidad que habita en la Comuna 13 de la capital antioqueña.

 

La dirección del Museo de Memoria de Colombia del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) acompañó las actividades de conmemoración realizadas durante el 16 y el 17 de octubre en los cementerios La América y El Universal. Su participación se debe a que el CNMH, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV) y la Corporación Jurídica Libertad han documentado los impactos de la Operación Orión, entre los que destacan el registro de 17 personas ejecutadas por la fuerza pública, 71 asesinadas por paramilitares, 12 que sufrieron torturas, 92 desaparecidas y más de 80 heridas. Estos datos reflejan las dimensiones del sufrimiento vivido por la comunidad durante aquel oscuro período de la historia de la ciudad.

Además, se ha conocido que Medellín cuenta con más de 740.000 víctimas del conflicto armado, según el Registro Único de Víctimas con datos actualizados hasta el 31 de agosto de 2023. 

¿Qué sucedió durante la conmemoración?

Operación Orión: El Museo de Memoria del CNMH participó en la conmemoración de los 21 añosTaller de escritura realizado en el marco de la conmemoración por los 21 años de la Operación Orión. Fotografía de Ángela María Muñoz, de la dimensión territorial del Museo de Memoria.

La conmemoración se inició el lunes 16 de octubre a las 9:00 a. m. en el Cementerio La América de la Comuna 13 con una emotiva eucaristía y la instalación del memorial de la ausencia, en honor a las víctimas de la Operación Orión. Además, en el transcurso del día, la comunidad compartió un sancocho comunitario que reunió a todos en un gesto de unidad. Y se realizaron talleres de escritura, con los que se brindó a los asistentes la oportunidad de expresar sus vivencias y reflexiones sobre el conflicto. Ese día la jornada culminó con presentaciones artísticas que transmitieron mensajes de esperanza y resiliencia.

Las actividades continuaron el martes 17 de octubre en el Jardín Cementerio Universal. Allí se llevó a cabo un ritual simbólico en memoria de las víctimas del conflicto en Medellín. Luego, se realizó un recorrido por ese lugar, que se ha convertido en un espacio fundamental de memoria, albergando las historias de muchas víctimas.

 

Conoce también nuestra estrategia «Naturaleza y territorio en el marco del conflicto armado» 

 

Finalmente, se desarrolló un conversatorio sobre la importancia de las memorias en la ciudad, en el que participaron el proceso «Hacemos Memoria», de la Universidad de Antioquia, la Subsecretaría de Derechos Humanos, la Mesa Distrital de Víctimas y el Museo Casa de la Memoria. 

Acerca de la fecha conmemorativa

Operación Orión: El Museo de Memoria del CNMH participó en la conmemoración de los 21 añosLas personas acuden al Cementerio La América de la Comuna 13 para iniciar los actos de conmemoración por los 21 años de la Operación Orión. Fotografía de Ángela María Muñoz, de la dimensión territorial del Museo de Memoria.

En Medellín, los antioqueños eligieron realizar el 16 y 17 de octubre de cada año,  actividades de memoria como consecuencia de la Operación Militar Orión ocurrida en el año 2002, una intervención militar que lamentablemente estuvo marcada por graves violaciones a los derechos humanos de los habitantes de la Comuna 13.

La conmemoración del Día de la Memoria y los 21 años de la Operación Orión son un recordatorio de la importancia de honrar a las víctimas del conflicto y trabajar juntos para construir un futuro más justo y pacífico en Medellín. La memoria es un pilar fundamental en el camino hacia la reconciliación y la paz.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Antioquia, CNMH, Machuca, Memoria, Memoria Histórica, Segovia

Machuca, el pueblo que lo soportó todo y aún vive para contarlo

Machuca, el pueblo que lo soportó todo y aún vive para contarlo

Laboratorio colaborativo: «Naturaleza y territorio en el marco  del conflicto armado»

Autor

CNMH

Foto

Ilustración del CNMH sobre los habitantes de Machuca.
.

Publicado

19 octubre 2023


Machuca, el pueblo que lo soportó todo y aún vive para contarlo

Este 18 de octubre se cumplen 25 años de la masacre que sacudió a este corregimiento antioqueño, luego de que el ELN hiciera explotar un oleoducto y el fuego incinerara a 84 personas.

De sobrevivir sí que saben los habitantes de Machuca, el único corregimiento que tiene el municipio de Segovia, en el nordeste antioqueño. Aunque su nombre real es Fraguas —que tomó de una finca en los años cuarenta, cuando comenzó a llegar población afrodescendiente al territorio—, pasó a llamarse coloquialmente Machuca porque ese era el nombre de una mina que estaba cerca de la quebrada Machuquita.

En Colombia todos conocieron al corregimiento como Machuca por la misma razón por la que han sido conocidos tantos otros territorios de la geografía nacional: por la violencia. Fue el 18 de octubre de 1998. La explosión del oleoducto que pasaba por el corregimiento, propiedad del Oleoducto Central de Colombia (Ocensa), dejó 84 víctimas mortales —la mitad de ellas niños— y la certeza de dónde quedaba aquel lugar. La madrugada de ese día, el ELN dinamitó el tubo, lo que ocasionó que el petróleo se derramara sobre el río Pocuné. Luego, al dinamitar un puente, el río ardió.

Desde dos días antes, los habitantes del pueblo venían escuchando rumores que advertían sobre el hecho. Algunos lugareños, como Maribel Agualimpia, recuerdan el temor y la zozobra, el no saber qué hacer ante el no saber qué esperar. «La masacre nos impactó mucho porque este es un corregimiento muy pequeño, donde todos nos conocemos. Quizás no somos familia, pero nos duele todo lo que les pase a los demás», cuenta en su testimonio.

Pie de foto: Portada del pódcast Machuca: más allá de la violencia.

Pie de foto: Portada del pódcast Machuca: más allá de la violencia.

La voz de ella, como la de otros habitantes y sobrevivientes de Machuca, narra la historia de este pueblo colombiano antes, durante y después del conflicto armado. Particularmente, lo hacen los estudiantes de la Institución Educativa Rural Fray Martín de Porres que pertenecían al semillero de Radio y Memoria de Machuca, vinculado a la emisora escolar. Ellos y ellas crearon Machuca: más allá de la violencia, una iniciativa de memoria acompañada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) que derivó en una serie radial. Se trata de un proceso de memoria que permitió un diálogo intergeneracional entre los habitantes del corregimiento de Fraguas.

A lo largo de cinco episodios, se escuchan las memorias de una comunidad pluriétnica comprometida con su corregimiento, que insiste en afirmar el carácter pacífico de su territorio. Es una invitación para los colombianos a conocer un territorio rodeado de vegetación, ríos, fiestas, sueños e historias.

Una historia única de resistencia

Cuatro fechas marcaron la vida de los machuqueños: 1998, 2001, 2002 y 2015. De la primera fecha han pasado ya dos décadas y media. Todo comenzó cerca de las 2 a. m.; así lo recuerdan quienes vivieron ese suceso que marcó un antes y un después en la historia del corregimiento.

Pie de foto: Ilustración del CNMH sobre el renacer de Machuca.

Pie de foto: Ilustración del CNMH sobre el renacer de Machuca.

Tras aquella madrugada de fuego, las incursiones de grupos armados no dieron tregua. Los enfrentamientos entre paramilitares, guerrillas y Ejército cesaron por temporadas y se acrecentaron en otras, como en 2015, probablemente el año más violento para Machuca, incluso más que 2001, cuando los paramilitares cometieron una masacre, o 2002, cuando el ELN retornó. En ambas ocasiones, los grupos armados se levantaron en asonada y señalaron a algunos de sus habitantes para luego masacrarlos.

Así que Machuca ha sabido caerse y levantarse. Sus habitantes saben de sobrevivir, de sobreponerse a los más grandes temores. Dos décadas y media después de ese 18 de octubre, cuando ardió el corregimiento, Machuca sigue contando su historia y creando sus memorias. Su resistencia es única


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Antioquia, CNMH, Machuca, Memoria, Memoria Histórica, Segovia

La Dirección de Archivo de los Derechos Humanos preserva el valor del archivo de FUNCOL

La Dirección de Archivo de los Derechos Humanos preserva el valor del archivo de FUNCOL

La Dirección de Archivo de los Derechos Humanos preserva el valor del archivo de FUNCOL

Autor

CNMH

Foto

Fundación para las Comunidades Colombianas (FUNCOL).

Publicado

14 octubre 2023


La Dirección de Archivo de los Derechos Humanos preserva el valor del archivo de FUNCOL

La DADH recibió la totalidad del fondo de la Fundación para las Comunidades Colombianas (FUNCOL), reconoce la importancia de sus labores y continúa el procesamiento técnico para garantizar su consulta en el Archivo Virtual, tras la liquidación de la Fundación.

 

En mayo de 2023, la Fundación para las Comunidades Colombianas (FUNCOL) hizo la última donación de material de su biblioteca y la entrega de su fondo documental a la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos (DADH) del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Entre la Fundación y la DADH, dando continuidad al proceso adelantado en 2021 y 2022, se acordó la entrega de la documentación restante con miras a preservarla, procesarla y difundirla (dado que la Fundación, desafortunadamente, se liquidó este año).

 

Conoce más del libro «Tiempos de vida y muerte», un tejido de la vida de los pueblos indígenas.

 

FUNCOL fue una organización sin ánimo de lucro fundada el 12 de junio de 1979 con el objetivo de contribuir a la solución de los problemas que aquejan a la población indígena y vulnerable en Colombia, y estuvo liderada durante gran parte de su funcionamiento por su fundador, el abogado e investigador Adolfo Triana Antorveza. Desde la década de 1970, su labor se centró en el acompañamiento solidario y colaborativo al movimiento indígena que se traduce en lo que FUNCOL ha denominado «acción indigenista». Esta acción dio lugar a la existencia de derechos, la autonomía, la dignidad y la vida de los y las indígenas en Colombia. Esto se expresa en los tres ejes de trabajo de la Fundación: 1) asesoría jurídica, particularmente a comunidades indígenas, para la protección de sus derechos; 2) investigación, lo que dio lugar a varias publicaciones; y 3) intervención en temas de salud y educación en comunidades campesinas e indígenas del territorio colombiano, con el apoyo de organizaciones internacionales. Su equipo de trabajo estuvo constituido por Nicolás Ramos Lew, Nicolás Fernando Carranza, Gloria Inés Pabón, Ingrid Carolina Pabón Suárez y Leidy Peñuela Madrigal. Además, contó con el acompañamiento de varios estudiantes y voluntarios.

La Fundación realizó propuestas de investigación, informes parciales y finales de proyectos, diarios de campo, metodologías de trabajo e instrumentos, entre otros. Estos documentos se produjeron y recolectaron entre 1979 y 2019, y abordan temáticas relacionadas con los pueblos indígenas de Colombia, el conflicto armado interno y el derecho agrario; en ellos se identifican problemáticas como etnocidio, racismo, expropiación masiva de tierras, marginalización y exclusión social, así como procesos de resistencia, reivindicación de derechos, memoria, movilización, construcción de paz, diálogos políticos, programas de desarrollo y retorno de las comunidades a sus territorios. Adicionalmente, FUNCOL tenía una colección de material bibliográfico que comprende libros, cartillas, folletos, revistas, boletines y gacetas judiciales. 

 

También puedes leer: «El Estado disparó contra los ojos abiertos de una ciudadanía despierta»: Lina Meruane

 

Con la DADH, se realizó la incorporación de su fondo al Registro Especial de Archivos de Derechos Humanos y Memoria Histórica (READH), y en total se realizaron tres acopios entre 2021 y 2023, donde se entregaron los originales análogos de su archivo y una selección de su colección bibliográfica (esta última, a la Biblioteca Especializada en Memoria Histórica, Derechos Humanos y Conflicto Armado). Durante 2023, se han realizado actividades de conservación y realmacenamiento de la totalidad del fondo documental; el último acopio está en proceso de digitalización y descripción para lograr su consulta total en el Archivo Virtual de Derechos Humanos. Agradecemos profundamente a FUNCOL por el proceso realizado con la DADH, reconocemos la importancia de sus labores, pese a su liquidación, y nos comprometemos a seguir custodiando, preservando y difundiendo su valiosa documentación para apoyar procesos investigativos, de memoria histórica y restaurativos.

Documentos recomendados:

  • Primer encuentro indígena nacional lomas de Tolima. Co.11001000.04996.01-00-00-01-00-000-0010, Archivo Virtual de los Derechos Humanos.
  • 500 años de invasión, genocidio y evangelización (1992-500 años). Co.11001000.04996.01-00-00-01-00-000-0062, Archivo Virtual de los Derechos Humanos.
  • Reservas indígenas constituidas por el Incora hasta febrero de 1979 (Colombia, 1979). Co.11001000.04996.01-00-00-01-00-000-0093, Archivo Virtual de los Derechos Humanos.

 

Programa de Cultural Survival. 43.o aniversario de la Fundación para las Comunidades Colombianas (FUNCOL): https://soundcloud.com/culturalsurvival/43-aniversario-de-la-fundacion-para-las-comunidades-colombianas-FUNCOL.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Archivos de DDH, CNMH, DADH, FUNCOL, Memoria, READH

Aquitania lleva catorce años de abrazos colectivos

Aquitania lleva catorce años de abrazos colectivos

viaje en bus escalera rumbo a Aquitania

Autor

CNMH

Foto

El viaje en bus escalera rumbo a Aquitania posibilitó compartir historias y expectativas acerca del corregimiento.

Publicado

30 agosto 2023


Aquitania lleva catorce años de abrazos colectivos

Aquitania conmemora sus luchas y resistencias frente al desplazamiento masivo ocurrido el 20 de julio de 2003, cuando integrantes de las FARC-EP y del ELN sentenciaron a más de 1.000 personas a salir de su territorio.

 

La espera en el bus-escalera fue menos larga gracias a la voz potente con la que la lideresa Ana Ligia Higinio enseñaba las consignas de la movilización. Los coterráneos compartían banca y acogían a quienes por primera vez asistieron a la conmemoración del desplazamiento masivo del corregimiento de Aquitania, en San Francisco (Antioquia). Propios y extraños se confundieron entre gestos amables ante la expectativa por iniciar el viaje.

El recorrido desde el municipio de Marinilla hasta Aquitania fue, en sí mismo, una actividad de la conmemoración, pues posibilitó el primer encuentro entre las cuatro delegaciones, los tres centros zonales y las dos instituciones aliadas que acompañaron a la comunidad, entre ellas el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Después de abandonar la autopista Medellín-Bogotá y entrar por la carretera sin pavimentar que, a la altura del municipio de San Luis, conduce al corregimiento, los mayores recordaron a los antiguos habitantes de los recovecos por los que el bus-escalera se mecía mientras avanzaba. Algunos lugares estaban signados por la ocurrencia de hechos victimizantes… entonces los señores contaban lo ocurrido y había ocasión para el silencio o para algún comentario, y todos continuaban con el anhelo de llegar a la cabecera corregimental.

En el sector de La Unión, el bus-escalera se detuvo para la presentación de las cuatro niñas que iban a participar en el Reinado de los Valores representando el amor, la solidaridad, la ternura y la familia. Esta es una de las actividades más emblemáticas de la conmemoración, pues invita a reflexionar sobre los valores que integran al pueblo aquitaneño y gracias a la recolección de dinero por parte de las candidatas se ha ido construyendo la sede de organizaciones sociales donde se alberga a niños, niñas, jóvenes y adultos mayores.

 

 La creatividad en la utilización de materiales reciclados es una invitada anual al Reinado de los Valores.

El regreso

Ocho horas después de haber iniciado el recorrido, los 40 viajeros fueron recibidos en el caserío por una chirimía que celebraba el regreso de los hijos y las hijas de esta tierra, quienes siempre encontrarán alguna razón para volver. Cristian Ramírez, de la colonia residente en La Ceja, expresó los motivos que lo hacen regresar: «Recordar un lugar familiar, tener sensaciones que solo había experimentado por primera vez siendo un bebé o siendo un niño muy pequeño, saludar a familiares muy viejitos, reencontrarme con personas que no había visto hace mucho tiempo, escuchar los pájaros y ver el Magdalena al amanecer desde el cerro El Tabor».

Cristian tenía 5 años cuando, el 20 de julio de 2003, integrantes de las FARC-EP y el ELN sentenciaron el desplazamiento masivo de las más de 1.000 personas que habitaban Aquitania. El conflicto se había intensificado meses atrás debido a las acciones militares de la operación Marcial, que pretendió arrebatarle el control del Oriente antioqueño a los frentes 9 y 47 de las FARC-EP y a los frentes Carlos Alirio Buitrago y Bernardo López Arroyave del ELN.

 

Conoce también el mural «Antes, durante y después de la guerra», una iniciativa de memoria que lideró la comunidad .

 

Beatriz Elena López, de la colonia de Marinilla, tenía 13 años en aquel momento y, aunque su familia había emigrado tiempo atrás, el desplazamiento masivo le cambió la vida. Al respecto, comenta: «Lo que hizo en nosotros, como familia, fue rompernos, pero unirnos con los pedazos. Te rompe en el sentido de que no puedes volver; nosotros pasamos quince años sin volver a Aquitania». A pesar de ello, de alguna manera lograron mantener el vínculo con la comunidad: «Los que podíamos recibimos gente en nuestras casas; los que no, ayudaban a pagar arriendos o ayudaban de alguna manera. Aquitania nunca desapareció de nosotros, es parte de nuestra historia y la llevamos con orgullo y con cariño, pero con dolor en algunos momentos de nuestra vida».

La movilización

Las movilizaciones surgieron en el 2009 como una apuesta para construir memoria colectiva e incentivar el regreso de los aquitaneños residentes en otros municipios. Con el paso de los años, se decidió que cada conmemoración abordaría uno de los hechos victimizantes, como el desplazamiento, el reclutamiento forzado, las masacres y los secuestros. Esto incentivó a doña Ana Ligia a recolectar testimonios sobre cada hecho y a narrarlos en relatos. Hoy, algunas de esas narraciones integran el libro Sanando heridas, que está en proceso de edición.

Óscar Cárdenas, coordinador del equipo regional pionero del CNMH, explica que «las movilizaciones tienen algo fundamental en el Oriente antioqueño y en las formas de volver en Colombia: es que hay un arraigo. Hay un hecho victimizante que genera un daño, pero también hay unos procesos de acción colectiva que permiten decir: “No podemos quedarnos en los lugares de los cuales fuimos expulsados, entonces tenemos que pensarnos las formas de volver, volver cuantas veces sea necesario”».

En esta oportunidad, las actividades centrales de la decimocuarta movilización fueron el Reinado de los Valores, la asamblea y el sancocho comunitarios, la tertulia con jóvenes y la jornada de la luz. La asamblea comunitaria y la tertulia fueron los principales escenarios de reflexión intergeneracional sobre la necesidad de relevar los liderazgos en Aquitania. 

 

 

La apropiación de la construcción de memoria por parte de las nuevas generaciones es una tarea aún por hacerse en el marco de la reparación colectiva del corregimiento, la cual está integrada por varias acciones, entre las que se destaca la creación de un salón y un mural de la memoria, y la pavimentación de la vía que conduce de la autopista al pueblo. A la fecha, solo aproximadamente 10 de los 33 kilómetros han sido pavimentados.

Doña Ana Ligia es consciente de la gratitud que despierta su ardua lucha en el pueblo; sin embargo, es enfática en señalar la necesidad de nuevos liderazgos que releven a quienes ya están cansados. «Este año queríamos hacer un cierre, que pudiéramos decir que las movilizaciones fueron como una especie de abrazo colectivo que hicimos cada año hasta llegar a catorce, porque llevamos mucho tiempo y estamos agotados. Si no hay quién nos releve, como los jóvenes, entonces es muy complicado que los que venimos poniéndole el pecho a esto lo sigamos haciendo, porque ya no tenemos las mismas fuerzas», explica.

La jornada de la luz

«Perdonar es abandonar el pedazo de guerra que llevamos en el corazón» fue una de las consignas que rompieron el silencio de la noche durante la jornada de la luz. El reflejo de las llamas en los rostros de los marchantes iluminó gestos de esperanza y reconciliación. Personas de todas las edades marcharon alrededor del parque para unir sus voces y expresar que «otra Aquitania, otro Oriente [antioqueño] y otro país son posibles».

 

Las consignas de la jornada de la luz unieron a los asistentes en una sola voz para exaltar la reconciliación y la dignidad de las víctimas.

 

La jornada concluyó en la sede de las organizaciones sociales del corregimiento y se dio paso al Reinado de los Valores, una actividad tradicional en las movilizaciones de Aquitania, porque además de congregar a los asistentes en torno a las cualidades que representan las participantes, recauda fondos para continuar construyendo y equipando la sede de las asociaciones. Con la elección de una nueva reina y el acto simbólico de compartir el pan, cerró la vigésima conmemoración del desplazamiento masivo de Aquitania, un corregimiento que siempre albergará razones para volver.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Antioquia, Aquitania, Conmemoración, Desplazamiento, Memoria, Movilización, Volver

¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

Autor

CNMH

Foto

Liz Arévalo, de la Estrategia Psicosocial del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), y el psiquiatra Carlos Molina, conversaron con el periodista Alejandro Pino Calad en la Universidad Externado. Foto: Cristian Arévalo para el CNMH.

Publicado

24 agosto 2023


¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

El 10.o Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos invitó a la reflexión en torno a esta pregunta, para repensar los imaginarios que ha construido una nación profundamente marcada por la violencia.

Durante años, especialmente los más recientes, hemos escuchado con insistencia que, según mediciones globales, Colombia es el país más feliz del mundo. Como si cada colombiano tuviera una sonrisa permanente en el rostro, se ha construido una percepción que parece obviar los problemas de salud mental en un país con un conflicto armado aún latente. Que las encuestas y la publicidad no nos engañen: en el país más feliz del mundo se sufre y se llora, porque el país más feliz del mundo vivió unos niveles de violencia y victimizaciones que no se borran con estadísticas.

Así lo corroboró el conversatorio «¿El país más feliz del mundo?», en el que Liz Arévalo, de la Estrategia Psicosocial del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), y el psiquiatra Carlos Molina, bajo la moderación del periodista Alejandro Pino Calad, conversaron sobre el tema en el marco del 10.o Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos.

 

Conoce todos los documentales que presentamos en el Ficdeh.

 

Aunque en la política actual se ha abierto un camino para tomarse en serio el tema de la salud mental —incluso desde los enfoques diferenciales (de género; niños, niñas y adolescentes; personas mayores y discapacidad)—, el esfuerzo aún no es suficiente. «Tú le preguntas a una persona victimizada si tiene atención diferenciada en su EPS y dice que no, dicen que son víctimas y es igual a los demás. El Ministerio de Salud no tiene un estudio epidemiológico de la salud mental de las víctimas», afirma Arévalo.

De acuerdo con Molina, la Encuesta Nacional de Salud Mental evidencia la relación de los problemas de salud mental con la violencia. «La tercera [violencia en el ranking] es la del conflicto armado. A pesar de todo ese impulso de los movimientos sociales que llevó a rescatar esa aproximación en términos psicosociales, seguimos siendo muy susceptibles a los vaivenes sociopolíticos. En el gobierno anterior, el término “conflicto armado” no existía, lo mandaban a borrar de las políticas públicas. Luego pasamos a una suerte de mutismo particular, y todo esto que se había evaluado empieza a perder volumen, impulso, y ahora estamos pensando nuevamente en cómo recuperar y evaluar esas consecuencias de la salud mental».

 

 

Aunque la salud mental es una política de Estado, esta depende indiscutiblemente del protagonismo que le dé un gobierno con el presupuesto asignado o con los espacios de intervención, entre otros. Dicho protagonismo puede derivar en revictimizaciones o en acciones con daño. «Tenemos que arrancar nuevamente con los procesos, y eso toca a las comunidades. Si iniciamos un proceso y no hay más recursos, eso termina siendo difícil y revictimizante de alguna manera. Desde este punto de vista, podemos seguir teniendo dificultades en el acompañamiento continuo de las comunidades, rescatar la memoria, que sientan que tienen el control de lo propio», agrega el psiquiatra.

En cuanto al tema de los enfoques diferenciales, la funcionaria del CNMH explica que este es un tópico para mirar con cuidado, pues puede usarse para mostrar que se sigue una ley, aun cuando no hay una aplicación de la misma en la práctica. La Ley 1448 definió que las diferentes entidades que hacen parte del Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas (Snariv) deben incorporar un enfoque diferencial, en el que se incluyen el de género; discapacidad; personas mayores, niños, niñas y adolescentes; pueblos étnicos y el psicosocial. «Es una norma que debe tener esa mirada, pero pasa por las voluntades de las entidades darles fuerza y vida. También pasa que, siendo una obligación, una política pública, primero, depende de la voluntad de quien dirige las entidades, y segundo, los discursos políticamente correctos se vuelven vacíos», explica Arévalo.

Falta formación y nuevas maneras de entendernos

Aunque hay políticas públicas sobre salud mental, su aplicación aún depende mucho de las voluntades de los gobiernos de turno, según los expertos. Foto: Cristian Arévalo para el CNM

 

Además de Bogotá y algunas ciudades capitales, son pocas las universidades del país que ofrecen formación en psiquiatría. «La idea de la atención de espacios comunitarios es limitada, pero tiene que ver con la formación», asegura el psiquiatra. La conversación dejó claro que se necesita formación para saber cuáles son los criterios de trabajo en los enfoques diferenciales y determinar si se necesita apoyo médico, medicación, terapias conversacionales, así como el reconocimiento de prácticas de sanación de los pueblos étnicos, lo que amerita su inclusión en los modos de sanar.

Así mismo, deben contemplarse otros lenguajes expresivos para la sanación, como el teatro o el cine. Estos permiten entender «cómo las personas que han vivido el conflicto toman rostros y no se quedan en la cifra de la felicidad o de las personas muertas», según recalca Arévalo. Lo importante es entender que hay diferentes caminos para la sanación y que estos dependen exclusivamente de la persona que necesita sanar. «Ha sido representativo que muchas personas no acuden a espacios terapéuticos formales, pero acceden más fácilmente a otros espacios de escucha activa donde es más fácil hablar del dolor y quizás encuentren ahí el espacio para hablar del dolor de forma más explícita».

 

También puedes leer: La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?.

 

El lugar de la memoria también es muy importante en cuanto a la salud mental; de allí la relevancia de entidades como el CNMH, pues la memoria devela y busca maneras de expresión. «El CNMH ha pasado por ejercicios muy académicos, investigativos. Tuvo un paréntesis y ahora está retomando cómo construir memoria desde los territorios, y que sea desde los lenguajes no necesariamente tan académicos —que fueron útiles, desde luego— mostrar y compartir esas memorias de las personas», subraya Arévalo, quien también se refirió a otro aspecto esencial en la construcción de los imaginarios de la felicidad y la maldad que repercuten en la salud mental de quienes estuvieron inmersos en el conflicto: «Yo sí creo que los medios de comunicación tienen una tarea de responsabilidad. El relato del enemigo, el malo, el bueno, el que no tiene cara… eso requiere una mayor complejidad».


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Conflicto Armado, Enfoques diferenciales, Festival de Cine por los Derechos Humanos, FICDEH, Memoria, Salud mental

El mochuelo vuela hacia Bogotá

El Mochuelo vuela hasta Bogotá: así es su parada en el Museo Nacional

Autor

CNMH

Foto

La estructura de la exposición tiene forma de rollo cinematográfico, una especie de espiral sobre la que se van descubriendo las temáticas y dispositivos museográficos. Foto: Cortesía Museo Nacional de Colombia.

Publicado

21 agosto 2023


El Mochuelo vuela hasta Bogotá: así es su parada en el Museo Nacional

La exposición del Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María llega a la capital del país en el marco de los 200 años de la primera institución museal de Colombia.

 

Como el mochuelo que es, algo tenía que volar. Son 800 nombres los que planean sobre la estructura con forma de espiral; 800 nombres de personas asesinadas, junto al lugar donde ocurrió el asesinato y la edad que tenían por entonces, escritos sobre una lluvia de papeles blancos. «Aquí hay 800, porque no nos daba el espíritu para poner más. El follaje no nos gusta mucho», dice Soraya Bayuelo, una de las lideresas más reconocidas de los Montes de María, y lo remata con una sonrisa.

 

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

 

Fuerte y claro, Bayuelo habla en un recorrido nocturno guiado en el Museo Nacional. El Mochuelo —el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María— llegó hasta la institución museal más antigua del país. Allí anidará durante varios meses, para que colombianos y extranjeros conozcan de cerca la historia de esta región del país que es montaña, río y mar; que no solo vivió la guerra, sino también tiempos de alegría. Que históricamente ha amenizado sus días con música, y que vio nacer a virtuosos de la composición como Adolfo Pacheco.

La historia de este nuevo vuelo está relacionada con el Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María, que nació, a su vez, de la Casa de la Cultura. «Queríamos cambiar el mundo. Creíamos que la cultura, el arte y la comunicación podían cambiar situaciones como la guerra», dice Bayuelo. Y lo hicieron. Les enseñaron a los niños y a las niñas, para que no fueran a la guerra, cómo se hace una película, una animación. Pusieron a hablar al mochuelo, el pájaro de su tierra, a un ojo de agua y a una morrocoya: los tres personajes narran la historia de los Montes de María antes del conflicto armado.

 

 

El Mochuelo es una plataforma de comunicación soportada fundamentalmente en lo audiovisual, en la fotografía, en el tejido y en el canto. «Cuando nos mandaron al silencio, dijimos: “¿Qué hacemos?”». Pues actuaron. En el año 2000, cuando estallaron cuatro bombas en los Montes de María y la violencia fue aún más lejos, la comunidad empezó a irse a dormir a las cinco de la tarde. En esa época, cuando los habitantes confundían el sonido de los mangos y otras frutas que caían sobre los techos de zinc con el de las balas, tomaron una decisión trascendental: hacer un acto de resistencia.

Así, abrieron un mantel en una casa del pueblo y proyectaron Estación central de Brasil, —película que había estado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI)— y que les entregó Yolanda Pupo de Mogollón, quien fue presidenta de la junta directiva del evento cinematográfico. «No dijimos nada por los canales, pero el voz a voz… nos vieron poniendo video beam y un picó. Queríamos que no viniera tanta gente y vinieron como 300 personas muertas del susto, por supuesto», recuerda Bayuelo.

La guerra amenaza, pero no siempre paraliza. Hay voluntades que no controla, menos a gente que sabe de pájaros, de volar. Los montemarianos descubrieron, escondidos, que el cine «era importante para la movilización social, para decirles a los violentos que la noche era nuestra, que el espacio público era nuestro». En el 2003, el Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María ganó el Premio Nacional de Paz. «Nos dio tremendo susto, porque ahora sí iban a saber qué estábamos haciendo», suelta Soraya, y de nuevo se ríe.

 

Son 800 nombres sobre papel blanco los que ‘vuelan’ sobre El Mochuelo, y que identifican a algunos de los asesinados y desaparecidos de los Montes de María. Foto: Cortesía Museo Nacional de Colombia.

El pájaro alza el vuelo

Durante años, los habitantes de los Montes de María acumularon material que la misma comunidad creaba. Bayuelo recuerda: «¿Qué hacemos? Bueno, esto tiene que ponerse en algún lado». Debían ser quince galerías, una por cada municipio de los Montes de María. Entonces debía ser algo liviano, que volara… como un pájaro. «¡El Mochuelo!». El mochuelo, aquel pájaro al que le compuso Adolfo Pacheco, de pico’e maíz y ojos negros brillantinos:

Esclavo negro, cantá,

Entoná tu melodía,

Canta con seguridad

Como anteriormente hacías

Cuando tenías libertad

En los Montes de María.

De esta estrofa nació el guion museológico de El vuelo de El Mochuelo. De los Montes de María a Bogotá, como se denomina la exposición temporal que aloja el Museo Nacional. «Por ahí va esta historia, este va a ser el guion de esta película. Es como si fuera un carrete de cine», dice Bayuelo. Al subir la mirada, la estructura revela ese espiral que ahora cobra sentido. En círculos concéntricos comienzan a aparecer dispositivos museográficos, como un telar que soporta tres líneas de tiempo paralelas: una que muestra lo que pasaba en Colombia durante esos años, otra los hitos regionales y otra los locales.

 

Tal vez te interese: Braille, cerámica y acuarela: así se moldea un mural para el Museo de Memoria de Colombia

 

También se atraviesa por el dolor de las mujeres, cuyos cuerpos fueron vulnerados. Según Bayuelo, «más de 1.700 mujeres se atrevieron a documentar el caso e hicieron el primer informe que entregó el Caribe colombiano sobre violencia de género a la Comisión de la Verdad, en Cartagena». 

En El Mochuelo se transita por el recuerdo de la masacre de Las Brisas, equívoca y popularmente llamada «de Mampuján»: «la masacre fue en Las Brisas y el desplazamiento en Mampuján», aclara la lideresa social. En ese corredor estratégico que conecta San Juan Nepomuceno con Mampuján, en el año 2000, los paramilitares torturaron y asesinaron a doce campesinos. Los dibujos en carboncillo del artista Rafael Posso, quien recogió y transportó los cuerpos a su pueblo, en su burro, recuerdan lo sucedido.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

Lamentamos el fallecimiento del dirigente campesino José Froylan Rivera

Autor

CNMH

Foto

Dirigente campesino José Froylan Rivera

Publicado

18 agosto 2023


Lamentamos el fallecimiento del dirigente campesino José Froylan Rivera

 

  • Abrazamos con compromiso el legado de lucha de este líder del Caribe y exaltamos el valor del archivo documental que le entregó en vida al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

 

El pasado 15 de agosto, en San Pedro (Sucre), falleció José Froylan Rivera Mesa, uno de los más destacados dirigentes campesinos del Caribe colombiano y cofundador de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Durante más de sesenta años, participó en movimientos y organizaciones sociales y sindicales campesinas. Por su constante trabajo por el campesinado colombiano, fue objeto de amenazas contra su vida y en 1987 se vio obligado a exiliarse en Suecia.

Entre 2014 y 2016, Rivera Mesa le entregó una detallada documentación de su historia de vida y de sus luchas campesinas a la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). El fondo documental José Rivera Mesa está compuesto por material fotográfico, publicaciones, materiales audiovisuales y documentos de representación legal de múltiples asociaciones y juntas de acción comunal. Se trata de una valiosísima recopilación personal de documentos relacionados con su participación en la ANUC y de valiosos materiales que dan cuenta del desplazamiento forzado y la movilización social y sindical campesina por la tierra en Sucre y los Montes de María entre 1971 y 2010.

En este archivo se encuentran documentos como la «Plataforma ideológica», bandera de lucha del campesinado; las conclusiones del Tercer Congreso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia; la cartilla sobre la participación de las mujeres en la lucha campesina; la revista Combate, «por la organización revolucionaria del pueblo»; y el «Manual para cursillos campesinos». Así mismo, contiene cuentos sobre la historia de lugares del departamento de Bolívar y sus procesos organizativos; la historia del pueblito los Andes, del municipio de Nueva Granada (Magdalena) y el archivo fotográfico de los congresos nacionales de la ANUC en Sincelejo, Cartagena y Magangué, junto con la colección fotográfica de May Richard, entre otros documentos.

José Froylan, además de ser cofundador de los primeros sindicatos tabacaleros de Colombia,  participó activamente en un proceso de investigación apoyado por el CNMH en el que las comunidades campesinas de su región hicieron memoria del daño causado por la guerra. Con el equipo de investigación campesina y del CNMH, contribuyó con profundas reflexiones sobre el daño del conflicto armado al «sujeto colectivo campesino» y propuso elementos claves para la reparación colectiva del campesinado y su reconocimiento como sujeto de derechos. A partir de este proceso de investigación se escribió el libro Campesinos de tierra y agua, que condensa las memorias de una parte del campesinado del Atlántico, y se realizó el documental Voces del agua y de la tierra.

 

De José Froylan hay mucho que decir y aprender. Su legado vivirá en los miles de campesinos y campesinas que siguen luchando por sus derechos. En este momento, basta decir que murió un gran luchador. Nuestras condolencias a su familia en Colombia y en Suecia. Rivera Mesa no será olvidado.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?

Autor

CNMH

Foto

Rosa Mosquera durante su intervención en la charla «Todas las memorias todas».

Publicado

16 agosto 2023


La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?

María Gaitán, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), dictó la charla magistral «Todas las memorias todas» durante el cierre del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia». «[…] Les presento a Rosa», dijo cuando le cedió la palabra a su invitada de esa mañana en uno de los auditorios de la Universidad Javeriana, en Bogotá.

«Soy del municipio de Bojayá, hago parte de un grupo de artesanas que se llama Guayacán. Nuestro trabajo empezó en el 97, cuando por primera vez sentimos la guerra de cerca: llegaron los paramilitares a nuestro territorio. En ese momento nos organizamos para bordar, para entretenernos, para apoyarnos, para sanarnos, y para emprender esa tarea que ya tenemos desde hace 27 años, en esta lucha del hilo y la aguja, del canto y del verso», dijo Rosa Mosquera, quien añadió: «El teatro, la cocina… Todo eso nos ha servido a nosotras para mantenernos en pie y no desfallecer, pero además de esto hemos elaborado muchos telones que desafortunadamente, la seño decía, estamos sin descentralizar».

De acuerdo con Rosa, desafortunadamente su trabajo se conoce muchas veces primero por fuera de Colombia, como suele ocurrir con otras producciones del país. «Parecen [los bordados] un rompecabezas. Nosotras siempre bordamos para que no se entienda mucho, para que nos pregunten mucho y aprender más».

 

Del 12-15 de septiembre habrá una gran conferencia nacional por el estallido social de 2021. Conoce más.

 

La «seño» es María Gaitán, que durante la conferencia magistral «Todas las memorias todas», en el cierre del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia», habló del viraje que está teniendo la entidad que dirige en este Gobierno del Cambio. Rosa es la nueva realidad.

 

Algunos organizadores y participantes del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia».

«Cuando nosotros decimos “Todas las memorias todas” es porque nuestro interés absoluto es que el territorio hable y el centro escuche. A pesar de las leyes que dicen que somos descentralizados, eso no es cierto, eso se quedó en papel y cartulina. Lo que no diga Bogotá, lo que no muestre Bogotá, no existe. Por eso, cuando decimos que el territorio sana, el territorio habla, actúa, compone, teje… el centro no lo está escuchando. Y esa es la apuesta principal del CNMH en este viraje del Gobierno del Cambio», dijo Gaitán.

La directora sostiene entre sus manos varias piezas hechas por las mujeres de Artesanías Guayacán mientras Rosa explica: «Acá hemos querido reconstruir el 2 de mayo [día de la masacre de Bojayá], las víctimas que cayeron en la iglesia. El 2 de mayo yo estaba allí. Tengo lesiones en mi cuerpo; en el alma ya no, porque el bordado me ha ayudado a sanar». Sus bordados muestran el recorrido de las víctimas que cayeron ese día. Los muestra en la fosa común, que queda en el río Bojayá, y agrega: «Allí estuvieron durante cinco años. Y es allí donde empieza la preocupación de la comunidad, porque no somos números, somos personas».

En Bojayá tardaron en llegar la paz, el duelo y el Estado. Los habitantes debían cantar sus lamentos y hacer sus rezos para despedir a sus muertos. Luego de hacer ollas comunitarias, de entender qué era lo que la comunidad reclamaba, comenzaron una nueva búsqueda de los cuerpos perdidos en la masacre. También emprendieron un nuevo camino para redescubrirse colectivamente. Ahora, sus sueños son más concretos: «Queremos un lugar donde podamos prender una vela porque es nuestra costumbre, hacer un rosario, hablar con nuestros muertos, porque eso nos lo dejaron los ancestros», dice Rosa. Bojayá quiere su lugar de memoria; de allí los telares de Rosa, de todas las mujeres de Guayacán.

María Gaitán lo sabe: «El relato de Rosa es lo que venimos escuchando en el CNMH a lo largo y ancho del país; por eso me parece importante que Rosa acompañe este cierre. La sanación que cuenta Rosa es una sanación que está viviendo el país desde mucho antes de la Ley 1448, que le dio lugar, en el 2011, a la existencia del CNMH. Lo importante de la 1448 es que le entregó al Estado el deber y la obligación de hacer memoria histórica y aportar al esclarecimiento de la verdad. Porque esta sanación de Bojayá existe en Sonsón, en los Llanos, en Mampuján. La apuesta de la paz que se está perfilando en el Gobierno del Cambio debe pasar por una transformación no solo cultural, sino del corazón».

 

Una nueva ruta para recorrer el camino olvidado

Con «Todas las memorias todas», el CNMH propone desplegarse a lo largo del territorio. Gaitán fue enfática al respecto: «No nos estamos descentralizando, porque no es llevar la misma institución de Bogotá a los territorios, sino construir memoria histórica desde el territorio para que el CNMH escuche». A través de nueve enlaces territoriales, en los departamentos elegidos en esta primera fase, se tiene la posibilidad de «escuchar a muchas Rosas».

 

María Gaitán explica el viraje que ha tomado el CNMH durante el Gobierno del Cambio.

Otra de las tareas que se ha propuesto la nueva administración del CNMH es intentar responder la pregunta «¿Quién dio la orden?». Para esto, la entidad ha propuesto, tras conversar con el presidente Petro, cambiar la fecha de 1958 que han designado «quienes han monopolizado la memoria histórica» como inicio del conflicto armado colombiano, según señala la directora. «Uno no puede explicar lo sucedido en Colombia el 9 de abril de 1948 si no se va a los años anteriores. Juan de la Cruz Varela, Rafael Rangel (en Barrancabermeja) y Tirofijo decidieron irse al monte a proteger sus vidas, y surgieron las guerrillas y eso es el origen de lo que llamamos el conflicto, pero hay que entender toda la gestación», concluyó Gaitán.

De allí que actualmente el CNMH adelante una investigación sobre los orígenes del conflicto, que se remonta a un tiempo anterior al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán; el obetivo es intentar explicar las motivaciones que detonaron la violencia bipartidista, antecedente de lo que se ha denominado «conflicto armado».

Por otro lado, también hay un empeño del CNMH en aclarar la diferencia entre «violencias estructurales» y «conflicto armado». «Confundimos mucho la violencia estructural con el conflicto, y eso hay que tenerlo muy claro. Rosa tiene dos dolores: las violencias estructurales, ancestrales, y el conflicto, y a las dos hay que tratarlas muy distinto, porque uno hay que sanarlo y el otro transformarlo. Ese dolor de haber sido espectadora de la muerte de sus familiares es muy fuerte, pero no hace parte de las violencias estructurales que no hay que sanar, sino transformar», precisó Gaitán.

Quizás el rol más importante de este nuevo CNMH se resume en un único verbo: escuchar. «El territorio necesita hablar, y hablar, y hablar, y que siga hablando, y que el centro escuche. El territorio habla, teje, canta, llora, sana. El centro escucha todas las memorias todas», concretó la directora.

Rosa, de Bojayá, lo contó a su modo, cantando, a modo de cierre de la charla magistral: «Es la vida dura senda para andar sin amor. Solo se llega a buen puerto si se va de dos en dos».


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

San Andrés de Pisimbalá siembra su «Jardín de Hierbas para la Memoria»

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Autor

CNMH

Foto

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Publicado

18 julio 2023


San Andrés de Pisimbalá siembra su «Jardín de Hierbas para la Memoria»

Este corregimiento de Inzá, en el departamento del Cauca, ha sanado los dolores de la guerra tomando lo que da la tierra: las plantas han sido aliciente para curar los males corporales y espirituales. Así lo narra el más reciente lugar de memoria que echó raíces en este territorio.

En San Andrés de Pisimbalá todo es de guadua: las camas, las mesas, el bahareque que sostiene las casas, las ventanas, las sillas del parque y los bosques húmedos de guaduales hundidos en la cordillera de los Andes. La guadua soporta el corregimiento entero, que está conformado por cuatro veredas y donde hay una profunda conexión con la tierra.

Y si la guadua lo sostiene todo en este corregimiento famoso por albergar el Parque Arqueológico de Tierradentro, el verde de las hierbas y las plantas adorna todo Inzá, el municipio que lo acoge, muy cerca al nudo cordillerano andino del macizo colombiano, donde nacen los ríos Cauca y Magdalena. El romero se derrama sobre las macetas; la sábila crece como una corona; la desvanecedora muestra su forma de corazón y el orozú luce sus capullos de minúsculas flores.

La simbiosis con la tierra ha mantenido de pie a la comunidad campesina que comparte el territorio con varios pueblos indígenas, y que ha sembrado y usado hierbas y plantas para sanar los dolores corporales, pero también para curar las heridas que dejó la guerra, una guerra que llegó hasta allí por la conveniencia de su geografía y que ha permanecido en el territorio.

 

Los enfrentamientos entre la guerrilla y la fuerza pública, tan devastadores en distintos lugares, también lo fueron en Pisimbalá. Allí todos recuerdan las ráfagas de fuego y el sonido de las balas del 17 de marzo de 1967. «Nosotros teníamos como cinco años, no sabíamos qué era un helicóptero. Ese día bajaba una chiva y, según [los lugareños], ahí venían unos policías, y los policías miraron a los que venían a pie, y esos empezaron a dispararles a los de la chiva», recuerda Leticia Findicue, quien vive justo sobre el punto donde la guerrilla decidió ultimar a los heridos. «A esta gruta los trajeron amarrados y los mataron», cuenta, sentada sobre los escalones que conducen a la gruta de las Siete Cruces que instaló allí la comunidad para recordar a los asesinados.  Las balas alcanzaron a varios líderes de la vereda Brisas de Ullucos, así como a dos hermanas misioneras de la Madre Laura.

Otros males para curar

El reclutamiento forzado también alcanzó a Pisimbalá. Desde hace varias décadas, las familias campesinas han visto cómo las antiguas FARC-EP venían por sus hijos y nietos; hoy lo hacen las disidencias de ese grupo guerrillero. Veían cómo los arrancaban de la tierra y subían montaña arriba, hasta perderse en las estribaciones de la cordillera. Algunos de ellos regresaron como fugitivos y le fueron arrebatados de nuevo, para siempre, a la tierra, al campo, a la familia.

En la escuela de la vereda El Parque lo recuerdan, porque en ese lugar acabaron con los sueños de una adolescente que había sido alumna. Su retrato está allí ahora, en el nuevo lugar de memoria extendido del corregimiento, llamado «Jardín de Hierbas para la Memoria». Como no podía ser de otra manera, la guadua soporta la estructura de los paneles que conforman una exhibición que se integra a través de una ruta expositiva de ocho módulos ubicados a lo largo de las cuatro veredas del corregimiento: San Andrés Centro Poblado, El Parque, Segovia y Brisas de Ullucos.

 

Conoce también la iniciativa de memoria creada por jóvenes del Teatro Esquina Latina de Cali

 

Cada uno de los dispositivos expositivos está sembrado en algún lugar que —de acuerdo con la elección de sus habitantes— debe ver nacer nuevos recuerdos. Así lo planteó el Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC) creado para esta comunidad campesina, que estuvo acompañado por el Centro Nacional de Memoria Histórica a través de su Estrategia de Reparaciones y que enfatiza en la necesidad de «resignificar los sitios de terror presentes en el territorio». De este modo, donde antes los cuerpos cayeron, hoy está presente su memoria a través de una exposición que transita por el contexto histórico de cada vereda, por los hechos victimizantes vividos en ese lugar exacto y por las plantas que la comunidad ha sembrado para curarse colectivamente.

El 9 de julio se llevó a cabo la inauguración de la exposición «Jardín de Hierbas para la Memoria» en las cuatro veredas de Pisimbalá. Aquí, los líderes de la vereda Segovia. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.
El 9 de julio se llevó a cabo la inauguración de la exposición «Jardín de Hierbas para la Memoria» en las cuatro veredas de Pisimbalá. Aquí, los líderes de la vereda Segovia. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

«El objetivo es buscar un alivio a tanto dolor que hemos tenido como víctimas. Cada planta que hay dentro de esa resignificación la hemos tomado para poder dormir, para poder estar más tranquilos, para poder, en algún momento, olvidarnos de tanto dolor que ha ocasionado la guerra. Plantas para sanar el alma», explica María Pencue, sentada sobre una banca de guadua en la escuela de la vereda El Parque, a pocos metros de donde sus vecinos ayudan a levantar el lugar de memoria. «Muchas veces yo sé que hemos tenido acompañamiento psicológico y eso nos ha servido muchísimo, pero en el fondo lo que nos ha aliviado a nosotros son las plantas», agrega la lideresa.

Traigo la ruda, la albahaca, la paz…

En San Andrés de Pisimbalá, las hierbas tienen un significado especial, porque han curado dolores que no pasaron antes por la cabeza de nadie. La albahaca, por ejemplo, ha sido la aliada en los momentos de tristeza: «Cuando usted siente que no puede dormir, que siente angustia, se toma un té de albahaca», refiere Pencue. El toronjil ayuda con los dolores del corazón y las taquicardias, y la hierbabuena se usa para tranquilizarse.

«La ruda tiene muchos usos. Por ejemplo, si hay una persona que falleció y hay niños pequeños, la tradición antigua es que, si voy al velorio de una persona, hay hielo, y voy a llevar al niño de hielo. Entonces si voy al velorio me llevo una matica de ruda, porque dicen que la ruda cura el hielo». Lo dice Fernando Perdomo, líder de la vereda Segovia.

Ese vademécum incluye bebidas que, por supuesto, son hechas a base de hierbas, como el chirrinchi de menta, que promete aliviar la gripa; o como la panela orgánica de limoncillo o maracuyá, producto del trabajo con la caña de azúcar, que los pisimbaleños procesan en los patios y terrenos abiertos.

«Algunos van al hospital, otros van adonde los yerbateros, pero a la mayoría le gustan las plantas, porque, como dicen por ahí, y yo soy uno de ellos, si una planta no le hace bien, tampoco le va a caer mal; pero si una pasta le cura una cosa, le perjudica otra». A esa tradición se encomienda Fernando, que tomaba paico —una aromática que hacía su mamá— cuando tenía dolor de estómago.

Tomando lo que la tierra les ofrece, los lugareños de San Andrés de Pisimbalá se han mantenido en pie, han construido sus casas y parques, y han sanado sus dolores; de allí que, para ellos, no haya mejor receta que la tierra misma. Su conexión vital pasa por entender lo que nace de ella, tomarlo y usarlo con respeto. Saben de la paz porque conocen los secretos de la despensa asombrosa que los rodea, de la armonía en la que habitan. Se han sostenido entendiendo que hay que sembrar lo que sana para cosechar alegrías.

Los pisimbaleños han transmutado los dolores del cuerpo y del alma gracias a las plantas, esas mismas que vienen del campo que cuidan y cosechan. El jardín de hierbas que riegan día a día es la memoria viva de su resistencia.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Cauca, CNMH, hierbas, Memoria, Memoria Histórica, Paz, San Andrés de Pismbalá

Volver arriba