Etiqueta: Memoria

¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

Autor

CNMH

Foto

Liz Arévalo, de la Estrategia Psicosocial del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), y el psiquiatra Carlos Molina, conversaron con el periodista Alejandro Pino Calad en la Universidad Externado. Foto: Cristian Arévalo para el CNMH.

Publicado

24 agosto 2023


¿Es Colombia el país más feliz del mundo?

El 10.o Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos invitó a la reflexión en torno a esta pregunta, para repensar los imaginarios que ha construido una nación profundamente marcada por la violencia.

Durante años, especialmente los más recientes, hemos escuchado con insistencia que, según mediciones globales, Colombia es el país más feliz del mundo. Como si cada colombiano tuviera una sonrisa permanente en el rostro, se ha construido una percepción que parece obviar los problemas de salud mental en un país con un conflicto armado aún latente. Que las encuestas y la publicidad no nos engañen: en el país más feliz del mundo se sufre y se llora, porque el país más feliz del mundo vivió unos niveles de violencia y victimizaciones que no se borran con estadísticas.

Así lo corroboró el conversatorio «¿El país más feliz del mundo?», en el que Liz Arévalo, de la Estrategia Psicosocial del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), y el psiquiatra Carlos Molina, bajo la moderación del periodista Alejandro Pino Calad, conversaron sobre el tema en el marco del 10.o Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos.

 

Conoce todos los documentales que presentamos en el Ficdeh.

 

Aunque en la política actual se ha abierto un camino para tomarse en serio el tema de la salud mental —incluso desde los enfoques diferenciales (de género; niños, niñas y adolescentes; personas mayores y discapacidad)—, el esfuerzo aún no es suficiente. «Tú le preguntas a una persona victimizada si tiene atención diferenciada en su EPS y dice que no, dicen que son víctimas y es igual a los demás. El Ministerio de Salud no tiene un estudio epidemiológico de la salud mental de las víctimas», afirma Arévalo.

De acuerdo con Molina, la Encuesta Nacional de Salud Mental evidencia la relación de los problemas de salud mental con la violencia. «La tercera [violencia en el ranking] es la del conflicto armado. A pesar de todo ese impulso de los movimientos sociales que llevó a rescatar esa aproximación en términos psicosociales, seguimos siendo muy susceptibles a los vaivenes sociopolíticos. En el gobierno anterior, el término “conflicto armado” no existía, lo mandaban a borrar de las políticas públicas. Luego pasamos a una suerte de mutismo particular, y todo esto que se había evaluado empieza a perder volumen, impulso, y ahora estamos pensando nuevamente en cómo recuperar y evaluar esas consecuencias de la salud mental».

 

 

Aunque la salud mental es una política de Estado, esta depende indiscutiblemente del protagonismo que le dé un gobierno con el presupuesto asignado o con los espacios de intervención, entre otros. Dicho protagonismo puede derivar en revictimizaciones o en acciones con daño. «Tenemos que arrancar nuevamente con los procesos, y eso toca a las comunidades. Si iniciamos un proceso y no hay más recursos, eso termina siendo difícil y revictimizante de alguna manera. Desde este punto de vista, podemos seguir teniendo dificultades en el acompañamiento continuo de las comunidades, rescatar la memoria, que sientan que tienen el control de lo propio», agrega el psiquiatra.

En cuanto al tema de los enfoques diferenciales, la funcionaria del CNMH explica que este es un tópico para mirar con cuidado, pues puede usarse para mostrar que se sigue una ley, aun cuando no hay una aplicación de la misma en la práctica. La Ley 1448 definió que las diferentes entidades que hacen parte del Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas (Snariv) deben incorporar un enfoque diferencial, en el que se incluyen el de género; discapacidad; personas mayores, niños, niñas y adolescentes; pueblos étnicos y el psicosocial. «Es una norma que debe tener esa mirada, pero pasa por las voluntades de las entidades darles fuerza y vida. También pasa que, siendo una obligación, una política pública, primero, depende de la voluntad de quien dirige las entidades, y segundo, los discursos políticamente correctos se vuelven vacíos», explica Arévalo.

Falta formación y nuevas maneras de entendernos

Aunque hay políticas públicas sobre salud mental, su aplicación aún depende mucho de las voluntades de los gobiernos de turno, según los expertos. Foto: Cristian Arévalo para el CNM

 

Además de Bogotá y algunas ciudades capitales, son pocas las universidades del país que ofrecen formación en psiquiatría. «La idea de la atención de espacios comunitarios es limitada, pero tiene que ver con la formación», asegura el psiquiatra. La conversación dejó claro que se necesita formación para saber cuáles son los criterios de trabajo en los enfoques diferenciales y determinar si se necesita apoyo médico, medicación, terapias conversacionales, así como el reconocimiento de prácticas de sanación de los pueblos étnicos, lo que amerita su inclusión en los modos de sanar.

Así mismo, deben contemplarse otros lenguajes expresivos para la sanación, como el teatro o el cine. Estos permiten entender «cómo las personas que han vivido el conflicto toman rostros y no se quedan en la cifra de la felicidad o de las personas muertas», según recalca Arévalo. Lo importante es entender que hay diferentes caminos para la sanación y que estos dependen exclusivamente de la persona que necesita sanar. «Ha sido representativo que muchas personas no acuden a espacios terapéuticos formales, pero acceden más fácilmente a otros espacios de escucha activa donde es más fácil hablar del dolor y quizás encuentren ahí el espacio para hablar del dolor de forma más explícita».

 

También puedes leer: La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?.

 

El lugar de la memoria también es muy importante en cuanto a la salud mental; de allí la relevancia de entidades como el CNMH, pues la memoria devela y busca maneras de expresión. «El CNMH ha pasado por ejercicios muy académicos, investigativos. Tuvo un paréntesis y ahora está retomando cómo construir memoria desde los territorios, y que sea desde los lenguajes no necesariamente tan académicos —que fueron útiles, desde luego— mostrar y compartir esas memorias de las personas», subraya Arévalo, quien también se refirió a otro aspecto esencial en la construcción de los imaginarios de la felicidad y la maldad que repercuten en la salud mental de quienes estuvieron inmersos en el conflicto: «Yo sí creo que los medios de comunicación tienen una tarea de responsabilidad. El relato del enemigo, el malo, el bueno, el que no tiene cara… eso requiere una mayor complejidad».


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Conflicto Armado, Enfoques diferenciales, Festival de Cine por los Derechos Humanos, FICDEH, Memoria, Salud mental

El mochuelo vuela hacia Bogotá

El Mochuelo vuela hasta Bogotá: así es su parada en el Museo Nacional

Autor

CNMH

Foto

La estructura de la exposición tiene forma de rollo cinematográfico, una especie de espiral sobre la que se van descubriendo las temáticas y dispositivos museográficos. Foto: Cortesía Museo Nacional de Colombia.

Publicado

21 agosto 2023


El Mochuelo vuela hasta Bogotá: así es su parada en el Museo Nacional

La exposición del Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María llega a la capital del país en el marco de los 200 años de la primera institución museal de Colombia.

 

Como el mochuelo que es, algo tenía que volar. Son 800 nombres los que planean sobre la estructura con forma de espiral; 800 nombres de personas asesinadas, junto al lugar donde ocurrió el asesinato y la edad que tenían por entonces, escritos sobre una lluvia de papeles blancos. «Aquí hay 800, porque no nos daba el espíritu para poner más. El follaje no nos gusta mucho», dice Soraya Bayuelo, una de las lideresas más reconocidas de los Montes de María, y lo remata con una sonrisa.

 

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

  • El mochuelo vuela hacia Bogotá - Galeria.

 

Fuerte y claro, Bayuelo habla en un recorrido nocturno guiado en el Museo Nacional. El Mochuelo —el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María— llegó hasta la institución museal más antigua del país. Allí anidará durante varios meses, para que colombianos y extranjeros conozcan de cerca la historia de esta región del país que es montaña, río y mar; que no solo vivió la guerra, sino también tiempos de alegría. Que históricamente ha amenizado sus días con música, y que vio nacer a virtuosos de la composición como Adolfo Pacheco.

La historia de este nuevo vuelo está relacionada con el Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María, que nació, a su vez, de la Casa de la Cultura. «Queríamos cambiar el mundo. Creíamos que la cultura, el arte y la comunicación podían cambiar situaciones como la guerra», dice Bayuelo. Y lo hicieron. Les enseñaron a los niños y a las niñas, para que no fueran a la guerra, cómo se hace una película, una animación. Pusieron a hablar al mochuelo, el pájaro de su tierra, a un ojo de agua y a una morrocoya: los tres personajes narran la historia de los Montes de María antes del conflicto armado.

 

 

El Mochuelo es una plataforma de comunicación soportada fundamentalmente en lo audiovisual, en la fotografía, en el tejido y en el canto. «Cuando nos mandaron al silencio, dijimos: “¿Qué hacemos?”». Pues actuaron. En el año 2000, cuando estallaron cuatro bombas en los Montes de María y la violencia fue aún más lejos, la comunidad empezó a irse a dormir a las cinco de la tarde. En esa época, cuando los habitantes confundían el sonido de los mangos y otras frutas que caían sobre los techos de zinc con el de las balas, tomaron una decisión trascendental: hacer un acto de resistencia.

Así, abrieron un mantel en una casa del pueblo y proyectaron Estación central de Brasil, —película que había estado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI)— y que les entregó Yolanda Pupo de Mogollón, quien fue presidenta de la junta directiva del evento cinematográfico. «No dijimos nada por los canales, pero el voz a voz… nos vieron poniendo video beam y un picó. Queríamos que no viniera tanta gente y vinieron como 300 personas muertas del susto, por supuesto», recuerda Bayuelo.

La guerra amenaza, pero no siempre paraliza. Hay voluntades que no controla, menos a gente que sabe de pájaros, de volar. Los montemarianos descubrieron, escondidos, que el cine «era importante para la movilización social, para decirles a los violentos que la noche era nuestra, que el espacio público era nuestro». En el 2003, el Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María ganó el Premio Nacional de Paz. «Nos dio tremendo susto, porque ahora sí iban a saber qué estábamos haciendo», suelta Soraya, y de nuevo se ríe.

 

Son 800 nombres sobre papel blanco los que ‘vuelan’ sobre El Mochuelo, y que identifican a algunos de los asesinados y desaparecidos de los Montes de María. Foto: Cortesía Museo Nacional de Colombia.

El pájaro alza el vuelo

Durante años, los habitantes de los Montes de María acumularon material que la misma comunidad creaba. Bayuelo recuerda: «¿Qué hacemos? Bueno, esto tiene que ponerse en algún lado». Debían ser quince galerías, una por cada municipio de los Montes de María. Entonces debía ser algo liviano, que volara… como un pájaro. «¡El Mochuelo!». El mochuelo, aquel pájaro al que le compuso Adolfo Pacheco, de pico’e maíz y ojos negros brillantinos:

Esclavo negro, cantá,

Entoná tu melodía,

Canta con seguridad

Como anteriormente hacías

Cuando tenías libertad

En los Montes de María.

De esta estrofa nació el guion museológico de El vuelo de El Mochuelo. De los Montes de María a Bogotá, como se denomina la exposición temporal que aloja el Museo Nacional. «Por ahí va esta historia, este va a ser el guion de esta película. Es como si fuera un carrete de cine», dice Bayuelo. Al subir la mirada, la estructura revela ese espiral que ahora cobra sentido. En círculos concéntricos comienzan a aparecer dispositivos museográficos, como un telar que soporta tres líneas de tiempo paralelas: una que muestra lo que pasaba en Colombia durante esos años, otra los hitos regionales y otra los locales.

 

Tal vez te interese: Braille, cerámica y acuarela: así se moldea un mural para el Museo de Memoria de Colombia

 

También se atraviesa por el dolor de las mujeres, cuyos cuerpos fueron vulnerados. Según Bayuelo, «más de 1.700 mujeres se atrevieron a documentar el caso e hicieron el primer informe que entregó el Caribe colombiano sobre violencia de género a la Comisión de la Verdad, en Cartagena». 

En El Mochuelo se transita por el recuerdo de la masacre de Las Brisas, equívoca y popularmente llamada «de Mampuján»: «la masacre fue en Las Brisas y el desplazamiento en Mampuján», aclara la lideresa social. En ese corredor estratégico que conecta San Juan Nepomuceno con Mampuján, en el año 2000, los paramilitares torturaron y asesinaron a doce campesinos. Los dibujos en carboncillo del artista Rafael Posso, quien recogió y transportó los cuerpos a su pueblo, en su burro, recuerdan lo sucedido.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

Lamentamos el fallecimiento del dirigente campesino José Froylan Rivera

Autor

CNMH

Foto

Dirigente campesino José Froylan Rivera

Publicado

18 agosto 2023


Lamentamos el fallecimiento del dirigente campesino José Froylan Rivera

 

  • Abrazamos con compromiso el legado de lucha de este líder del Caribe y exaltamos el valor del archivo documental que le entregó en vida al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

 

El pasado 15 de agosto, en San Pedro (Sucre), falleció José Froylan Rivera Mesa, uno de los más destacados dirigentes campesinos del Caribe colombiano y cofundador de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Durante más de sesenta años, participó en movimientos y organizaciones sociales y sindicales campesinas. Por su constante trabajo por el campesinado colombiano, fue objeto de amenazas contra su vida y en 1987 se vio obligado a exiliarse en Suecia.

Entre 2014 y 2016, Rivera Mesa le entregó una detallada documentación de su historia de vida y de sus luchas campesinas a la Dirección de Archivo de los Derechos Humanos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). El fondo documental José Rivera Mesa está compuesto por material fotográfico, publicaciones, materiales audiovisuales y documentos de representación legal de múltiples asociaciones y juntas de acción comunal. Se trata de una valiosísima recopilación personal de documentos relacionados con su participación en la ANUC y de valiosos materiales que dan cuenta del desplazamiento forzado y la movilización social y sindical campesina por la tierra en Sucre y los Montes de María entre 1971 y 2010.

En este archivo se encuentran documentos como la «Plataforma ideológica», bandera de lucha del campesinado; las conclusiones del Tercer Congreso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia; la cartilla sobre la participación de las mujeres en la lucha campesina; la revista Combate, «por la organización revolucionaria del pueblo»; y el «Manual para cursillos campesinos». Así mismo, contiene cuentos sobre la historia de lugares del departamento de Bolívar y sus procesos organizativos; la historia del pueblito los Andes, del municipio de Nueva Granada (Magdalena) y el archivo fotográfico de los congresos nacionales de la ANUC en Sincelejo, Cartagena y Magangué, junto con la colección fotográfica de May Richard, entre otros documentos.

José Froylan, además de ser cofundador de los primeros sindicatos tabacaleros de Colombia,  participó activamente en un proceso de investigación apoyado por el CNMH en el que las comunidades campesinas de su región hicieron memoria del daño causado por la guerra. Con el equipo de investigación campesina y del CNMH, contribuyó con profundas reflexiones sobre el daño del conflicto armado al «sujeto colectivo campesino» y propuso elementos claves para la reparación colectiva del campesinado y su reconocimiento como sujeto de derechos. A partir de este proceso de investigación se escribió el libro Campesinos de tierra y agua, que condensa las memorias de una parte del campesinado del Atlántico, y se realizó el documental Voces del agua y de la tierra.

 

De José Froylan hay mucho que decir y aprender. Su legado vivirá en los miles de campesinos y campesinas que siguen luchando por sus derechos. En este momento, basta decir que murió un gran luchador. Nuestras condolencias a su familia en Colombia y en Suecia. Rivera Mesa no será olvidado.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?

Autor

CNMH

Foto

Rosa Mosquera durante su intervención en la charla «Todas las memorias todas».

Publicado

16 agosto 2023


La nueva senda del CNMH: ¿por qué el territorio habla y el centro escucha?

María Gaitán, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), dictó la charla magistral «Todas las memorias todas» durante el cierre del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia». «[…] Les presento a Rosa», dijo cuando le cedió la palabra a su invitada de esa mañana en uno de los auditorios de la Universidad Javeriana, en Bogotá.

«Soy del municipio de Bojayá, hago parte de un grupo de artesanas que se llama Guayacán. Nuestro trabajo empezó en el 97, cuando por primera vez sentimos la guerra de cerca: llegaron los paramilitares a nuestro territorio. En ese momento nos organizamos para bordar, para entretenernos, para apoyarnos, para sanarnos, y para emprender esa tarea que ya tenemos desde hace 27 años, en esta lucha del hilo y la aguja, del canto y del verso», dijo Rosa Mosquera, quien añadió: «El teatro, la cocina… Todo eso nos ha servido a nosotras para mantenernos en pie y no desfallecer, pero además de esto hemos elaborado muchos telones que desafortunadamente, la seño decía, estamos sin descentralizar».

De acuerdo con Rosa, desafortunadamente su trabajo se conoce muchas veces primero por fuera de Colombia, como suele ocurrir con otras producciones del país. «Parecen [los bordados] un rompecabezas. Nosotras siempre bordamos para que no se entienda mucho, para que nos pregunten mucho y aprender más».

 

Del 12-15 de septiembre habrá una gran conferencia nacional por el estallido social de 2021. Conoce más.

 

La «seño» es María Gaitán, que durante la conferencia magistral «Todas las memorias todas», en el cierre del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia», habló del viraje que está teniendo la entidad que dirige en este Gobierno del Cambio. Rosa es la nueva realidad.

 

Algunos organizadores y participantes del «Coloquio Internacional de Archivos: entramados y transformaciones polifónicas de la memoria en Colombia».

«Cuando nosotros decimos “Todas las memorias todas” es porque nuestro interés absoluto es que el territorio hable y el centro escuche. A pesar de las leyes que dicen que somos descentralizados, eso no es cierto, eso se quedó en papel y cartulina. Lo que no diga Bogotá, lo que no muestre Bogotá, no existe. Por eso, cuando decimos que el territorio sana, el territorio habla, actúa, compone, teje… el centro no lo está escuchando. Y esa es la apuesta principal del CNMH en este viraje del Gobierno del Cambio», dijo Gaitán.

La directora sostiene entre sus manos varias piezas hechas por las mujeres de Artesanías Guayacán mientras Rosa explica: «Acá hemos querido reconstruir el 2 de mayo [día de la masacre de Bojayá], las víctimas que cayeron en la iglesia. El 2 de mayo yo estaba allí. Tengo lesiones en mi cuerpo; en el alma ya no, porque el bordado me ha ayudado a sanar». Sus bordados muestran el recorrido de las víctimas que cayeron ese día. Los muestra en la fosa común, que queda en el río Bojayá, y agrega: «Allí estuvieron durante cinco años. Y es allí donde empieza la preocupación de la comunidad, porque no somos números, somos personas».

En Bojayá tardaron en llegar la paz, el duelo y el Estado. Los habitantes debían cantar sus lamentos y hacer sus rezos para despedir a sus muertos. Luego de hacer ollas comunitarias, de entender qué era lo que la comunidad reclamaba, comenzaron una nueva búsqueda de los cuerpos perdidos en la masacre. También emprendieron un nuevo camino para redescubrirse colectivamente. Ahora, sus sueños son más concretos: «Queremos un lugar donde podamos prender una vela porque es nuestra costumbre, hacer un rosario, hablar con nuestros muertos, porque eso nos lo dejaron los ancestros», dice Rosa. Bojayá quiere su lugar de memoria; de allí los telares de Rosa, de todas las mujeres de Guayacán.

María Gaitán lo sabe: «El relato de Rosa es lo que venimos escuchando en el CNMH a lo largo y ancho del país; por eso me parece importante que Rosa acompañe este cierre. La sanación que cuenta Rosa es una sanación que está viviendo el país desde mucho antes de la Ley 1448, que le dio lugar, en el 2011, a la existencia del CNMH. Lo importante de la 1448 es que le entregó al Estado el deber y la obligación de hacer memoria histórica y aportar al esclarecimiento de la verdad. Porque esta sanación de Bojayá existe en Sonsón, en los Llanos, en Mampuján. La apuesta de la paz que se está perfilando en el Gobierno del Cambio debe pasar por una transformación no solo cultural, sino del corazón».

 

Una nueva ruta para recorrer el camino olvidado

Con «Todas las memorias todas», el CNMH propone desplegarse a lo largo del territorio. Gaitán fue enfática al respecto: «No nos estamos descentralizando, porque no es llevar la misma institución de Bogotá a los territorios, sino construir memoria histórica desde el territorio para que el CNMH escuche». A través de nueve enlaces territoriales, en los departamentos elegidos en esta primera fase, se tiene la posibilidad de «escuchar a muchas Rosas».

 

María Gaitán explica el viraje que ha tomado el CNMH durante el Gobierno del Cambio.

Otra de las tareas que se ha propuesto la nueva administración del CNMH es intentar responder la pregunta «¿Quién dio la orden?». Para esto, la entidad ha propuesto, tras conversar con el presidente Petro, cambiar la fecha de 1958 que han designado «quienes han monopolizado la memoria histórica» como inicio del conflicto armado colombiano, según señala la directora. «Uno no puede explicar lo sucedido en Colombia el 9 de abril de 1948 si no se va a los años anteriores. Juan de la Cruz Varela, Rafael Rangel (en Barrancabermeja) y Tirofijo decidieron irse al monte a proteger sus vidas, y surgieron las guerrillas y eso es el origen de lo que llamamos el conflicto, pero hay que entender toda la gestación», concluyó Gaitán.

De allí que actualmente el CNMH adelante una investigación sobre los orígenes del conflicto, que se remonta a un tiempo anterior al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán; el obetivo es intentar explicar las motivaciones que detonaron la violencia bipartidista, antecedente de lo que se ha denominado «conflicto armado».

Por otro lado, también hay un empeño del CNMH en aclarar la diferencia entre «violencias estructurales» y «conflicto armado». «Confundimos mucho la violencia estructural con el conflicto, y eso hay que tenerlo muy claro. Rosa tiene dos dolores: las violencias estructurales, ancestrales, y el conflicto, y a las dos hay que tratarlas muy distinto, porque uno hay que sanarlo y el otro transformarlo. Ese dolor de haber sido espectadora de la muerte de sus familiares es muy fuerte, pero no hace parte de las violencias estructurales que no hay que sanar, sino transformar», precisó Gaitán.

Quizás el rol más importante de este nuevo CNMH se resume en un único verbo: escuchar. «El territorio necesita hablar, y hablar, y hablar, y que siga hablando, y que el centro escuche. El territorio habla, teje, canta, llora, sana. El centro escucha todas las memorias todas», concretó la directora.

Rosa, de Bojayá, lo contó a su modo, cantando, a modo de cierre de la charla magistral: «Es la vida dura senda para andar sin amor. Solo se llega a buen puerto si se va de dos en dos».


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Bojayá, CNMH, Memoria, Pontificia Universidad Javeriana

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

San Andrés de Pisimbalá siembra su «Jardín de Hierbas para la Memoria»

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Autor

CNMH

Foto

La comunidad de San Andrés de Pisimbalá eligió varios lugares marcados por la guerra para resignificarlos con una exposición de memoria. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

Publicado

18 julio 2023


San Andrés de Pisimbalá siembra su «Jardín de Hierbas para la Memoria»

Este corregimiento de Inzá, en el departamento del Cauca, ha sanado los dolores de la guerra tomando lo que da la tierra: las plantas han sido aliciente para curar los males corporales y espirituales. Así lo narra el más reciente lugar de memoria que echó raíces en este territorio.

En San Andrés de Pisimbalá todo es de guadua: las camas, las mesas, el bahareque que sostiene las casas, las ventanas, las sillas del parque y los bosques húmedos de guaduales hundidos en la cordillera de los Andes. La guadua soporta el corregimiento entero, que está conformado por cuatro veredas y donde hay una profunda conexión con la tierra.

Y si la guadua lo sostiene todo en este corregimiento famoso por albergar el Parque Arqueológico de Tierradentro, el verde de las hierbas y las plantas adorna todo Inzá, el municipio que lo acoge, muy cerca al nudo cordillerano andino del macizo colombiano, donde nacen los ríos Cauca y Magdalena. El romero se derrama sobre las macetas; la sábila crece como una corona; la desvanecedora muestra su forma de corazón y el orozú luce sus capullos de minúsculas flores.

La simbiosis con la tierra ha mantenido de pie a la comunidad campesina que comparte el territorio con varios pueblos indígenas, y que ha sembrado y usado hierbas y plantas para sanar los dolores corporales, pero también para curar las heridas que dejó la guerra, una guerra que llegó hasta allí por la conveniencia de su geografía y que ha permanecido en el territorio.

 

Los enfrentamientos entre la guerrilla y la fuerza pública, tan devastadores en distintos lugares, también lo fueron en Pisimbalá. Allí todos recuerdan las ráfagas de fuego y el sonido de las balas del 17 de marzo de 1967. «Nosotros teníamos como cinco años, no sabíamos qué era un helicóptero. Ese día bajaba una chiva y, según [los lugareños], ahí venían unos policías, y los policías miraron a los que venían a pie, y esos empezaron a dispararles a los de la chiva», recuerda Leticia Findicue, quien vive justo sobre el punto donde la guerrilla decidió ultimar a los heridos. «A esta gruta los trajeron amarrados y los mataron», cuenta, sentada sobre los escalones que conducen a la gruta de las Siete Cruces que instaló allí la comunidad para recordar a los asesinados.  Las balas alcanzaron a varios líderes de la vereda Brisas de Ullucos, así como a dos hermanas misioneras de la Madre Laura.

Otros males para curar

El reclutamiento forzado también alcanzó a Pisimbalá. Desde hace varias décadas, las familias campesinas han visto cómo las antiguas FARC-EP venían por sus hijos y nietos; hoy lo hacen las disidencias de ese grupo guerrillero. Veían cómo los arrancaban de la tierra y subían montaña arriba, hasta perderse en las estribaciones de la cordillera. Algunos de ellos regresaron como fugitivos y le fueron arrebatados de nuevo, para siempre, a la tierra, al campo, a la familia.

En la escuela de la vereda El Parque lo recuerdan, porque en ese lugar acabaron con los sueños de una adolescente que había sido alumna. Su retrato está allí ahora, en el nuevo lugar de memoria extendido del corregimiento, llamado «Jardín de Hierbas para la Memoria». Como no podía ser de otra manera, la guadua soporta la estructura de los paneles que conforman una exhibición que se integra a través de una ruta expositiva de ocho módulos ubicados a lo largo de las cuatro veredas del corregimiento: San Andrés Centro Poblado, El Parque, Segovia y Brisas de Ullucos.

 

Conoce también la iniciativa de memoria creada por jóvenes del Teatro Esquina Latina de Cali

 

Cada uno de los dispositivos expositivos está sembrado en algún lugar que —de acuerdo con la elección de sus habitantes— debe ver nacer nuevos recuerdos. Así lo planteó el Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC) creado para esta comunidad campesina, que estuvo acompañado por el Centro Nacional de Memoria Histórica a través de su Estrategia de Reparaciones y que enfatiza en la necesidad de «resignificar los sitios de terror presentes en el territorio». De este modo, donde antes los cuerpos cayeron, hoy está presente su memoria a través de una exposición que transita por el contexto histórico de cada vereda, por los hechos victimizantes vividos en ese lugar exacto y por las plantas que la comunidad ha sembrado para curarse colectivamente.

El 9 de julio se llevó a cabo la inauguración de la exposición «Jardín de Hierbas para la Memoria» en las cuatro veredas de Pisimbalá. Aquí, los líderes de la vereda Segovia. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.
El 9 de julio se llevó a cabo la inauguración de la exposición «Jardín de Hierbas para la Memoria» en las cuatro veredas de Pisimbalá. Aquí, los líderes de la vereda Segovia. Foto: Felipe Alarcón, CNMH.

«El objetivo es buscar un alivio a tanto dolor que hemos tenido como víctimas. Cada planta que hay dentro de esa resignificación la hemos tomado para poder dormir, para poder estar más tranquilos, para poder, en algún momento, olvidarnos de tanto dolor que ha ocasionado la guerra. Plantas para sanar el alma», explica María Pencue, sentada sobre una banca de guadua en la escuela de la vereda El Parque, a pocos metros de donde sus vecinos ayudan a levantar el lugar de memoria. «Muchas veces yo sé que hemos tenido acompañamiento psicológico y eso nos ha servido muchísimo, pero en el fondo lo que nos ha aliviado a nosotros son las plantas», agrega la lideresa.

Traigo la ruda, la albahaca, la paz…

En San Andrés de Pisimbalá, las hierbas tienen un significado especial, porque han curado dolores que no pasaron antes por la cabeza de nadie. La albahaca, por ejemplo, ha sido la aliada en los momentos de tristeza: «Cuando usted siente que no puede dormir, que siente angustia, se toma un té de albahaca», refiere Pencue. El toronjil ayuda con los dolores del corazón y las taquicardias, y la hierbabuena se usa para tranquilizarse.

«La ruda tiene muchos usos. Por ejemplo, si hay una persona que falleció y hay niños pequeños, la tradición antigua es que, si voy al velorio de una persona, hay hielo, y voy a llevar al niño de hielo. Entonces si voy al velorio me llevo una matica de ruda, porque dicen que la ruda cura el hielo». Lo dice Fernando Perdomo, líder de la vereda Segovia.

Ese vademécum incluye bebidas que, por supuesto, son hechas a base de hierbas, como el chirrinchi de menta, que promete aliviar la gripa; o como la panela orgánica de limoncillo o maracuyá, producto del trabajo con la caña de azúcar, que los pisimbaleños procesan en los patios y terrenos abiertos.

«Algunos van al hospital, otros van adonde los yerbateros, pero a la mayoría le gustan las plantas, porque, como dicen por ahí, y yo soy uno de ellos, si una planta no le hace bien, tampoco le va a caer mal; pero si una pasta le cura una cosa, le perjudica otra». A esa tradición se encomienda Fernando, que tomaba paico —una aromática que hacía su mamá— cuando tenía dolor de estómago.

Tomando lo que la tierra les ofrece, los lugareños de San Andrés de Pisimbalá se han mantenido en pie, han construido sus casas y parques, y han sanado sus dolores; de allí que, para ellos, no haya mejor receta que la tierra misma. Su conexión vital pasa por entender lo que nace de ella, tomarlo y usarlo con respeto. Saben de la paz porque conocen los secretos de la despensa asombrosa que los rodea, de la armonía en la que habitan. Se han sostenido entendiendo que hay que sembrar lo que sana para cosechar alegrías.

Los pisimbaleños han transmutado los dolores del cuerpo y del alma gracias a las plantas, esas mismas que vienen del campo que cuidan y cosechan. El jardín de hierbas que riegan día a día es la memoria viva de su resistencia.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Cauca, CNMH, hierbas, Memoria, Memoria Histórica, Paz, San Andrés de Pismbalá

Teatro Esquina Latina: 50 años de arte, memoria y comunidad para Cali

Teatro Esquina Latina: 50 años de arte, memoria y comunidad para Cali

Orlando Cajamarca, director del Teatro Esquina Latina. Foto: Cortesía Jair Cerón

Autor

CNMH

Foto

Orlando Cajamarca, director del Teatro Esquina Latina. Foto: Cortesía Jair Cerón

Publicado

12 julio 2023


Teatro Esquina Latina: 50 años de arte, memoria y comunidad para Cali

Como parte de la celebración de las cinco décadas de la compañía teatral, se realizó el lanzamiento de la multimedia «Jóvenes, teatro y comunidad», resultado de una iniciativa de memoria que acompañó el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

En el tradicional barrio San Fernando, de Cali, hay una edificación de tres pisos que se confunde con una casa convencional. Pero no es una casa cualquiera. Allí hay una cofradía que desde hace 50 años le infunde vitalidad a la escena cultural de la capital del Valle del Cauca. Es la sede del Teatro Esquina Latina, una de las compañías teatrales más importantes de Colombia, que germinó tras las reuniones informales de un grupo de estudiantes de la Universidad del Valle. «Queríamos simple y llanamente compartir nuestro tiempo libre como una actividad extracurricular», recuerda Orlando Cajamarca, su fundador y director.

Dada la nostalgia de una universidad que se había ido al barrio Meléndez —y que dejaba acá «el mosto de lo que había sido»—, y la efervescencia de un movimiento cultural continental que cuestionaba el establecimiento, Esquina Latina se convirtió en un grupo representativo que buscó hacer teatro y elevar la práctica académica. «Durante muchos años fuimos el resultado de la mezcla de Los Beatles y del Che Guevara de la época. La tempestad política de los setenta, esa convulsión en el Cono Sur, las dictaduras, la canción protesta, el rock and roll, el hipismo y la apertura… Todo era parte de la formación del momento y empezamos a querer interpretar esa letra muerta que decía que las artes tenían que estar en los sectores culturales», rememora Cajamarca.

 

Conoce más sobre los lugares de memoria histórica de Cali

 

Con ese ímpetu juvenil, que durante 25 años los mantuvo y los hizo pensar en el compromiso con la teatralidad y el espíritu del momento, los miembros de Esquina Latina se plantearon comenzar a vincularse con los sectores populares de Cali. Así, en la década de los ochenta empezó la relación con sectores como Aguablanca o Terrón Colorado, adonde llegaron actores y actrices con sociodramas. «Pero nos dimos cuenta de que la gente, más que les lleváramos cosas, querían era hacer teatro». La estimulación directa llegó con el programa «Jóvenes, teatro y comunidad».

De las calles a la web

Este mural está ubicado en la comuna 15 de Cali, en la fachada del Centro Cultural Abriendo Puertas. Foto: Cortesía Jair Cerón.
Este mural está ubicado en la comuna 15 de Cali, en la fachada del Centro Cultural Abriendo Puertas. Foto: Cortesía Jair Cerón.

 

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), a través de su Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica, acompañó a los animadores teatrales del programa «Jóvenes, teatro y comunidad» a contar estas dos décadas y media de trabajo mediante diferentes formatos y a verterlos en una multimedia que lleva el mismo nombre.

Esquina Latina llegó a los sectores populares presentando el teatro como una alternativa, como una opción de vida. «No hemos pretendido hacer teatro profesional, sino de aliento social; que el teatro sea un compañero para que chicos, chicas y adultos se apropien de esta herramienta de vida, para la creación de una ciudadanía pensante», explica Cajamarca. Paulatinamente se fue creando y consolidando una red de teatro que se ha expandido a las comunas 1, 13, 14, 15, 18 y 20 de Cali; a los municipios de Candelaria, Florida y Pradera, del sur del Valle del Cauca, y a los municipios de Buenos Aires, Corinto, Miranda y Puerto Tejada, en el norte del Cauca.

La metodología fue más o menos así: de estos lugares provenían los animadores teatrales de Esquina Latina, una suerte de líderes sectoriales que, a su vez, empezaron a liderar el proceso de «Jóvenes, teatro y comunidad» en sus lugares de origen. Ellos y ellas han pensado y aplicado diferentes metodologías participativas desde los doce grupos teatrales de base, conformados por 500 niños, niñas, adolescentes, jóvenes y algunos adultos, para promover proyectos de vida ligados al arte, la resistencia cultural, la construcción de paz y la reflexión de sus contextos, y así posibilitar una mirada al pasado desde la luz de la memoria crítica.

Ellos y ellas han salido a las calles de sus comunas y municipios para hacer memoria y mapear lugares representativos por medio de mapas parlantes y andantes, colchas de retazos e historias de vida. Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que levantaron estas cartografías han vivido violencias desde el conflicto armado, como la amenaza constante de reclutamiento y el desplazamiento forzado, y otras que se exacerbaron luego del estallido social, como la estigmatización.

A través de relatos escritos, pódcast, fotografías, mapas, videos y docudramas, los nuevos artistas reflexionan en la multimedia sobre la importancia del quehacer artístico, los impactos de la guerra, otras violencias en el territorio, los lugares y recorridos con memoria que han identificado y el plan de replicabilidad que se han propuesto para seguir promoviendo, desde un proceso cultural comunitario, la memoria histórica desde y para los territorios.

Camila Mojica, líder de la iniciativa de memoria histórica «Jóvenes, teatro y comunidad»; Yuranni Forero, coordinadora de la Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH; Lucenith Castillo, coordinadora del programa  «Jóvenes, teatro y comunidad», y Lida Tascón, coordinadora de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación. Foto: Cortesía Jair Cerón.
Camila Mojica, líder de la iniciativa de memoria histórica «Jóvenes, teatro y comunidad»; Yuranni Forero, coordinadora de la Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH; Lucenith Castillo, coordinadora del programa «Jóvenes, teatro y comunidad», y Lida Tascón, coordinadora de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación. Foto: Cortesía Jair Cerón.

Lo anterior se relaciona profundamente con las nuevas apuestas del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y del Gobierno del cambio, como lo señaló Yuranni Forero, coordinadora de la Estrategia de Iniciativas de Memoria Histórica del CNMH, en el lanzamiento de la multimedia «Jóvenes, teatro y comunidad»: «Tenemos dos grandes desafíos: la transversalización y la territorialización; que el CNMH esté en contacto permanente con el territorio. Tenemos un eslogan-mandato: el territorio habla y el centro escucha. Hay que hacer un trabajo conjunto con las comunidades, hay que seguir fortaleciendo los procesos que se gestan en los territorios. El CNMH tiene que abocarse, desde sus diferentes instancias, a trabajar de manera conjunta para dar respuestas pertinentes y oportunas a las peticiones que nos hacen las comunidades».

Desde el 2020, en plena pandemia, el CNMH ha acompañado a los animadores teatrales y gestores de memoria de Esquina Latina por medio de una metodología pensada y aplicada desde la virtualidad, y mediante el uso de cajas de herramientas viajeras para consolidar la multimedia.

Otro lugar de memoria para Cali

En el marco del lanzamiento de la iniciativa de memoria histórica «Jóvenes, teatro y comunidad», la Alcaldía de Cali, por medio de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación, le entregó a Esquina Latina el reconocimiento como lugar de memoria de Cali «por su valioso aporte a la construcción de la memoria histórica de las comunidades del oriente y la ladera de la ciudad», como lo mencionó Lida Tascón Bejarano, coordinadora de dicha Casa.

Lida Tascón, coordinadora de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación, lee la declaratoria del Teatro Esquina Latina como lugar de memoria de Cali. Foto: Cortesía Jair Cerón.
Lida Tascón, coordinadora de la Casa de las Memorias del Conflicto y la Reconciliación, lee la declaratoria del Teatro Esquina Latina como lugar de memoria de Cali. Foto: Cortesía Jair Cerón.

«A partir de su apuesta escénica, [Esquina Latina] aporta a la construcción de nuevos imaginarios de país, de sentidos de vida esperanzadores y espacios de memoria de procesos comunitarios», dijo Tascón. Y agregó: «el aporte de Esquina Latina a la memoria de las comunidades lo convierte en un lugar de memoria porque, además de contribuir a una dimensión espacial que tiene una relación directa con el territorio, involucra una dimensión simbólica y pública para sensibilizar, desde el arte, a la sociedad en general».


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Artistas, Cali, CNMH, construcción de paz, Esquina Latina, lugar de memoria, Memoria, Teatro, Universidad del Valle.

Con vocación para la memoria

Con vocación para la memoria

Autor

CNMH

Foto

CNMH

Publicado

21 de septiembre de 2021


Con vocación para la memoria

  • En el marco de Día Internacional del Detenido Desaparecido se realizó el lanzamiento de una galería fotográfica con los rostros de las víctimas que el desplazamiento y la desaparición forzada han dejado en ese municipio.

El pasado 31 de agosto los miembros de la Mesa Municipal de Víctimas y la Asociación de Víctimas de Chigorodó (Asovichi) realizaron el lanzamiento de una galería fotográfica con los rostros de 17 víctimas de desaparición forzada, desplazamiento y otros hechos victimizantes como la Masacre de El Aracatazo, ocurrida en agosto de 1995.

Esta acción de memoria es fruto de un año y medio de trabajo entre el CNMH y los participantes, quienes se vincularon a un proceso de fortalecimiento en construcción de memoria, con el acompañamiento permanente de la personería municipal, en cabeza de James Palacios, así como de la Alcaldía Municipal de Chigorodó, con el enlace de víctimas, Yidinton Córdoba.

Este proceso de fortalecimiento inició con la comprensión de los conceptos clave sobre construcción de memoria histórica, las medidas de satisfacción y la dimensión simbólica de la reparación, hasta llegar a estrategias de cara a la participación efectiva de las víctimas y la articulación interinstitucional y comunitaria para construir memoria desde los territorios e identificar las fases de formulación de este tipo de proyectos.

Para Carolina Matus, profesional que acompañó el proceso desde la Estrategia Nación-Territorio del CNMH, “Chigorodó es un municipio con una vocación de participación muy alta por parte de las víctimas, por eso el año pasado el CNMH, a solicitud de estos maravillosos ejercicios de liderazgo y la gestión de las víctimas, priorizó nuevamente este municipio en el marco del pilar 8 de los PDET”, aseguró.

Y es que para esta comunidad, el lanzamiento de la galería es el primer paso de lo que proyectan sea un lugar de memoria que recoja los rostros y las historias de dolor que ha dejado el conflicto en esta zona del país. “Queremos que esta galería sea un referente para los demás municipios y que otras víctimas puedan traer los rostros de sus familiares aquí. Queremos que la gente de la zona de Urabá se apropie de este proceso”, asegura María Aidé Cortés Tobar, lideresa de la mesa de participación en cabeza de este proceso desde 2020 y que hace parte de Asovichi. 

Para Fernando Hinestrosa, coordinador de la Mesa Municipal de Participación de Víctimas, “este lugar debe convertirse en un espacio donde confluyan la institucionalidad y la sociedad civil en torno a la memoria y la búsqueda de los desaparecidos. Un espacio en el cual la sociedad reflexione en torno a esta violencia que ha azotado a Colombia”.

Una violencia que, de acuerdo con cifras del Observatorio de Memoria y Conflicto, ha dejado en Chigorodó a 452 personas desaparecidas a manos de diferentes actores, dentro de los que se encuentran los paramilitares y las guerrillas.

Con cifras de estas proporciones, una galería de la memoria adquiere relevancia única como espacio de encuentro, de reconocimiento y de memoria, como lo asegura María Aidé Tobar: “Yo pienso llevar a mis nietos para que conozcan la historia de su abuelito. Verlo ahí es ponerlo presente y rendirle un homenaje”.

Este ejercicio de implementación de la acción de memoria es el cierre de este proceso de acompañamiento por parte del CNMH, pero el inicio de una serie de ejercicios de socialización liderados por la organización de víctimas Asovichi, la personería municipal y la oficina de víctimas de la Alcaldía Municipal de Chigorodó.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Asovichi, Carolina Matus, Chigorodó, CNMH, María Aidé Cortés Tobar, Memoria, vocación, Yidinton Córdoba

Museos, puertas abiertas a la memoria

Museos, puertas abiertas a la memoria

Muros que construyen la memoria

Autor

CNMH

Foto

Foto: CNMH

Publicado

05 octubre 2020


Museos, puertas abiertas a la memoria

  • La Estrategia de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica realizó este 11 de septiembre el conversatorio Lugares de memoria y su dimensión pedagógica.
  • La construcción social de los museos, su naturaleza, los lazos con sus territorios, la manera de llevar a cabo acciones sin daño para generar acciones éticas y responsables fueron los temas centrales del diálogo.

Los museos facilitan el proceso de enseñanza en sus territorios, transmitiendo valiosos aprendizajes para las comunidades. Son, además, espacios privilegiados de cultura que buscan que la memoria no se pierda y las heridas sanen. Estas son algunas de las conclusiones del diálogo que sostuvieron los participantes del conversatorio Lugares de memoria y su dimensión pedagógica, realizado por la Estrategia de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica este 11 de septiembre.

“Los lugares de memoria visibilizan los hechos que buscan establecer escenarios de restauración, diseñados pedagógicamente para trabajar la memoria con quienes los visitan” sostiene Luz Marina Lara, profesora asociada de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana y doctora en Educación. Estos lugares, hacen posible el diálogo, a partir del reconocimiento del otro, de la reflexión sobre nuestro pasado reciente y de la formación transversal en derechos humanos.

En este sentido “los museos de memoria responden a un derecho inevitable, que favorece a la comunidad, lo que lleva a un posicionamiento social,  que permite que estos lugares se identifiquen como elementos de apoyo a sus comunidades”, asegura Juan Ricardo Barragán, coordinador de Educación y Programación Cultural del Museo de Memoria de Colombia.  

Los museos tienen las puertas abiertas a las memorias, a la reflexión, a las historias de cientos de protagonistas que no tiene voz y desean ser escuchados. “Las experiencias de las organizaciones, colectivos y comunidades que tienen procesos de memoria son bienvenidas a los museos, ya que trabajamos para que esta sea su casa y sea su posibilidad de plasmar sus experiencias y sus procesos de reconstrucción”,  afirma Adriana María Marín, psicóloga de la Universidad San Buenaventura y especialista en Intervenciones Psicosociales de la Universidad Católica Luis Amigó, quien se ha venido desempeñando en procesos de atención y reparación a víctimas del conflicto armado desde el enfoque psicosocial.

Pero, ¿cómo interpretan los lugares de memoria a los visitantes desde las dimensiones afectiva y emocional?  para Oscar Cuesta,  doctor en Conocimiento y Cultura en América Latina y profesor de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana, “los museos de la memoria, tienen la posibilidad de resguardar el silencio; que las personas que asistan puedan sentir el silencio. Y no es cualquier silencio, es el de los que están ausentes, de las víctimas que no pueden decir lo que les pasó”. Esa empatía —afirma— “hace que las personas se pongan en los zapatos del otro, que vivan su historia y entiendan lo ocurrido”.

La razón de ser de un museo de memoria es permitir el reconocimiento y la dignificación de personas víctimas con nombre y apellidos que no pueden ser olvidadas  y su reparación simbólica, convirtiéndose en escenarios pedagógicos, con iniciativas de paz en los distintos lugares del país, para la construcción de una cultura de paz que contribuya a procesos de reflexión y reconocimiento sobre nuestro pasado.     

El conversatorio Lugares de memoria y su dimensión pedagógica hace parte del ciclo Diálogos por la pedagogía de la memoria, con el que se busca dar a conocer los procesos educativos y culturales que llevan a cabo diferentes actores educativos con sus comunidades de aprendizaje.

 

Link:

https://www.facebook.com/CentroMemoriaH/videos/372859163729561


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Adriana María Marín, Diálogos por la memoria histórica, Estrategia de Pedagogía, Juan Ricardo Barragán, Luz Marina Lara, Memoria, Museos, puertas abiertas

Muros que construyen la memoria

Muros que construyen la memoria

Muros que construyen la memoria

Autor

CNMH

Foto

Foto: CNMH

Publicado

18 septiembre 2020


Muros que construyen la memoria

  • Víctimas del conflicto armado en La Apartada, Córdoba, representaron en un mural el desplazamiento forzado que han sufrido por varias generaciones.
  • El CNMH acompaña 28 procesos de fortalecimiento a autoridades territoriales y organizaciones de víctimas en diferentes regiones del país.

Los integrantes de la Mesa Municipal de Víctimas de La Apartada (Córdoba) plasmaron en un mural el desplazamiento forzado y los demás sufrimientos que el conflicto armado les ha causado generación tras generación.

Esta iniciativa surgió en el marco de la asistencia técnica que brinda la Estrategia Nación Territorio del CNMH. Líderes comunitarios participaron en un proceso de fortalecimiento para el diseño, desarrollo y difusión de acciones de memoria histórica.

“Este mural muestra que nosotros, los desplazados, somos en esencia como un río que siempre quiere volver a su cauce, a su lugar de origen”, manifiesta Idalides Marriaga Zenú, líder comunitaria y una de las cuatro integrantes de la Mesa de Víctimas que junto a otros líderes del municipio participaron del proceso de acompañamiento del Centro Nacional de Memoria Histórica, con el objetivo de fortalecer sus capacidades para diseñar, desarrollar y difundir acciones de memoria histórica en el territorio.

Este proceso contó con una primera fase pedagógica, en la cual se realizaron ejercicios de sensibilización a través de cuatro talleres:

  • Recordar nos llena de valor: los conceptos de memoria, historia, memoria colectiva y memoria histórica; así como la dimensión simbólica de la reparación a las víctimas.
  • Navegando el río de nuestros derechos: hitos normativos, memoria histórica e institucionalidad.
  • Hacer memoria desde lo propio: las formas de construcción de memoria más relevantes desde los territorios.
  • Sacándole jugo a la memoria: la construcción colectiva de procesos, las fases de la formulación de proyectos de memoria histórica y las diferentes formas de abordar un proyecto de memoria histórica.

La segunda fase estuvo dedicada a la construcción de una acción de memoria histórica de manera participativa y colectiva, y en ella se definió la realización de un mural como un ejercicio de reparación integral a las víctimas. La tercera fase fue la de implementación, en la cual se construyó el boceto del mural y finalmente se realizó la intervención en un muro de la fachada de la Alcaldía de La Apartada, un municipio que cuenta con una población de con una población de 13.072 habitantes, de los cuales 4185 personas están incluidas en el Registro Único de Víctimas –RUV–. 

El CNMH también acompaña procesos de fortalecimiento a autoridades territoriales y las Mesas Municipales de Víctimas en San José de Uré y Tierralta, en el departamento de Córdoba, así como otras 25 autoridades y organizaciones de víctimas en otras regiones.


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


CNMH, desplazamiento forzado, La Apartada, Memoria, Mesa Municipal de Víctimas, muros

“Por los retoños del árbol truncado”: memorias de las familias de la Fuerza Pública

Los diálogos por la pedagogía de la memoria inician con la comuna 13 de Medellín

Aunque Asviponalca tiene trabajo en distintos municipios, desarrolla labores en el municipio de Popayán. Foto: Julián Moreno para CNMH

Autor

CNMH

Foto

Foto: Julián Moreno para CNMH

Publicado

20 agosto 2020


“Por los retoños del árbol truncado”: memorias de las familias de la Fuerza Pública

La Asociación de Viudas de Agentes de la Policía Nacional del Cauca (Asviponalca) lanzará, con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica, el producto de su trabajo como iniciativa de memoria. Se trata de una agenda en la cual la Asociación nos cuenta sobre sus propósitos y desde la voz de las viudas y los hijos de agentes de la fuerza pública conoceremos las reminiscencias sobre los padres, amigos y esposos, así como las situaciones a las que se enfrentaron las viudas y cómo lograron salir adelante. 

El lanzamiento será el próximo 25 de agosto y ustedes podrán conectarse a través del facebook live del Centro Nacional de Memoria Histórica. Acompáñanos y conoce más sobre un grupo de familias que por más de 30 años se ha aferrado a la vida.

De acuerdo con el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica, en Colombia entre 1958 y 2017, han sido afectados 23.086 miembros de la fuerza pública en acciones relacionadas con el conflicto armado en el país. Esta cifra nos invita a considerar no solo los efectos de la violencia en los uniformados, sino el sufrimiento y la incertidumbre que experimentan numerosas familias que se enfrentan a la ausencia, la afectación y el dolor ante lo sucedido con sus familiares. 

Asviponalca representa a algunas de estas familias. La asociación se originó el 10 de agosto de 1986 cuando ante la pérdida de sus esposos algunas viudas se comenzaron a acompañar en el proceso de duelo y en los trámites administrativos ante las entidades estatales. Su trabajo se ha forjado para promover colectivamente el conocimiento de las implicaciones que viven las familias de quienes, siendo miembros de las fuerzas armadas estatales, han sido heridos, asesinados, desaparecidos o han fallecido; también es una apuesta por el reconocimiento de los derechos que las familias tienen. 

“Por los retoños del árbol truncado” es el lema de la asociación, una metáfora que alude a los uniformados como árboles y a sus familias, especialmente a sus hijos, como sus retoños; este lema revela el eje de su trabajo: el bienestar de las familias de la fuerza pública, especialmente de quienes quedaron huérfanos. Atendiendo a ese propósito esta asociación no solo trabaja por quienes han sido afectados por el conflicto armado colombiano, sino por un universo amplio de familias que se enfrentan a la pérdida o lesión de sus esposos, hijos o padres. 

En el proceso de acompañamiento del Centro Nacional de Memoria Histórica que se realizó mediante el apoyo a Iniciativas de Memoria, además del reconocimiento de estos hombres como servidores de la patria, se reivindicaron sus roles en el hogar, su carácter y dimensión humana, que muchas veces están encubiertos por su vinculación con las fuerzas armadas.

Volver al pasado condujo además a reconocer la importancia que tiene Asviponalca para sus asociados, como el apoyo y lazo de amistad que se ha gestado entre ellos les ha permitido seguir adelante con sus vidas. De acuerdo con Nancy Sánchez, participante del proceso, “la cercanía con la asociación ha sido para mí un apoyo importante; he sentido que no soy la única que pasa por eso”. En particular, la asociación ha jugado un papel definitivo en la búsqueda de condiciones de bienestar para las familias, en especial en relación con la salud, educación y vivienda.

‘Unas verdaderas heroínas’

El proceso promovió una comprensión amplia de la memoria, que reviste de relevancia cómo se vive el impacto de la pérdida o lesión, cómo se afrontó ese hecho y las formas que las viudas se inventaron para dar continuidad a la vida en medio de la pérdida y el sufrimiento. Así, no solo se hizo memoria sobre los uniformados como protagonistas de esta historia, sino que cada uno de los participantes del proceso habló de sí mismo, esto abrió el camino para que a través de la memoria reivindicaran su fortaleza, capacidad de gestión y resistencia. 

 “Reconocimos la dificultad, la enfrentamos y la asumimos. (…) No fuimos flojas y prácticamente solas logramos salir adelante ante todos los embates de la vida” cuenta Ana Ruth Lemus, quien enviudó en 1986. 

Asviponalca se ha convertido en una red de apoyo y amistad para sus miembros. Foto:Julián Moreno para CNMH.

Asviponalca se ha convertido en una red de apoyo y amistad para sus miembros. Foto:Julián Moreno para CNMH.

Los hijos reconocieron a sus mamás como heroínas incansables que con paciencia, amor y valentía lograron criarlos y hacer el papel de madre y padre en los hogares. “Mi mamá es una superhéroe. Yo a ella siempre la he visto trabajando y hoy agradezco esa fortaleza que tiene para luchar y trabajar en favor de las víctimas”, agrega Adriana Nievas, hija de un agente de policía fallecido. 

Estas memorias están plasmadas en la agenda “Por los retoños del árbol truncado” que se materializó y será presentada públicamente con el apoyo de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD). Pueden conocer este producto en el evento de lanzamiento que se llevará a cabo el próximo 25 de agosto a partir de las 6pm, en el cual escucharemos a las protagonistas de estas historias y sus experiencias construyendo memoria.

El evento se transmitirá mediante el facebook live del Centro Nacional de Memoria Histórica. Pueden participar y seguir la campaña de comunicación mediante los hashtags #LaMemoriaReivindica y #TerritoriosyMemorias 

El lanzamiento será el próximo 25 de agosto y ustedes podrán conectarse a través del facebook live del Centro Nacional de Memoria Histórica. Acompáñanos y conoce más sobre un grupo de familias que por más de 30 años se ha aferrado a la vida.

Para mayor información sobre el lanzamiento de la Iniciativa puede contactarse con:

Julieta Castiblanco (Estrategia de Comunicaciones del CNMH): 3168202740

Juan Pablo Esterilla (Estrategia de Comunicaciones del CNMH): 3125730785


acuerdos de paz, postconflicto, inversión, internacional


Cauca, Derechos, Fuerza Pública, Memoria, Mujeres, Paz, Policía, Popayán

Volver arriba